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Marco Teorico

CUESTIONAMIENTO DE CALIDAD PARA LA MEJORA DE LOS SERVICIOS


HIGIENICOS

Servicios higienicos o baños públicos definición;

Un baño público es una habitación o edificación pequeña con uno o


más inodoros (o urinarios) para uso del público en general, o de los clientes o empleados de
una empresa. Los baños públicos suelen estar diferenciados en instalaciones para hombres y
mujeres, aunque algunos son unisex, especialmente cuando son pequeños o para una sola
persona. A los baños públicos se les conoce con diferentes nombres dependiendo del país.
Algunos de ellos son: baño, aseo, cuarto de baño, retrete, cuarto de confort, baño de damas y
baño de caballeros.

Historia:

El origen del baño

En el origen del baño hay elementos religiosos y sociales, no necesariamente vinculados con
el aseo personal. Los baños colectivos surgieron al parecer en la India, en la ciudad de
Mohenjo-Daro hace 5.000 años. Eran recintos pavimentados cuyas piscinas, albercas o
piletas contaban con desagüe. Un pozo suministraba agua al baño principal y a los ocho baños
menores hechos de ladrillo cocido e impermeabilizados con una capa de betún: se trataba de
gigantescas bañeras o tinas.

También los babilonios practicaron el baño público en la desaparecida ciudad de Mari hace
ya más de 4.000 años. Lo tomaban en grandes y lujosas salas la familia real, la nobleza y
también parte del pueblo, como un ritual de purificación.

De una de las civilizaciones más antiguas, pacíficas y florecientes, Creta, nos ha llegado la
bañera o tina más antigua conocida ya que data del año 1700 a.C. Procede del palacio de
Cnosos, su parecido con las bañeras de principios de siglo XX es asombroso. Como también
lo es el conocimiento que muestra en su sistema de distribución del espacio y suministro de
agua. También de la civilización cretense se tiene constancia del primer retrete

El interés del mundo antiguo por el baño se relaciona también con la Medicina y la magia.
Durante muchos siglos simbolizó el apego a las cosas del cuerpo. Mientras que por otra parte
fue símbolo de purificación y tuvo carácter religioso: en Grecia se bañaba incluso a las
estatuas de los dioses.

Se recomendaba el baño para curar enfermedades del cuerpo y del alma, y era visto como
remedio natural contra las depresiones, y contra la enfermedad en general: baños de tierra,
para combatir la tuberculosis; de hojas de abedul, contra el reumatismo y la hidropesía; baños
de heno, o de saúco, contra el dolor de huesos y como remedio natural para las hemorroides
baños de salvia. Y como norma higiénica se recomendaba lavar las manos, la cara y el cuello.
Historia del baño en la Antigua Grecia

En la Grecia clásica, y antes en la Grecia homérica, el uso del baño estaba generalizado. El
escritor y poeta griego Homero habla de bañeras de arcilla, de tinas de madera e incluso de
plata. Describe el lujoso baño de Ulises en su palacio de Alcinóo, a la derecha del salón
principal, junto al departamento de las mujeres.

También en esa época era costumbre ofrecer un baño a los huéspedes. Los héroes homéricos
reponían fuerzas tomando largos baños y duchas de agua caliente. Ese concepto actual
apareció con los griegos.

Los giegos fueron los primeros en considerar que el baño y la natación ponían en forma el
cuerpo humano. “Ponte en forma” es eslogan griego. Fueron los primeros en hablar de
modelar el cuerpo, de estética física, de imagen corporal, y en el siglo V a.C. fomentaron el
gimnasio, entre cuyas dependencias figuró el baño. Como curiosidad, fue entonces cuando
la gente empezó a reírse de los gordos; con anterioridad no hubo prevención contra la
obesidad, sino acaso todo lo contrario.

Historia del baño en el Imperio Romano

Los baños romanos eran de una gran sofisticación, y allá donde fueron llevaron la costumbre
higiénica y deportiva del baño público, construyendo enormes piscinas e incluso pequeños
lagos y estanques artificiales.

También servían para mejorar la salud. El naturalista e historiador Gayo Plinio Segundo (23-
79), también conocido como Plinio el Viejo, curaba su asma en la bañera. La institución de
las termas estaba ya bien perfilada en tiempos de Catón y Escipión.
Muchas familias poseían baño en sus casas, aunque a menudo preferían frecuentar las termas,
donde podían recibir los masajes de manos de expertos, o las friegas de aceite y ungüentos,
o perfumarse tras la sauna con bálsamos y perfumes exóticos traídos a Roma desde los
confines del Imperio. Puedes ver la historia del perfume.

Con la caída del Imperio Romano y la irrupción de los bárbaros prácticamente se abandonó
el baño público y privado. Algo que supondría un retroceso en la historia de los baños. Pero
acaso nadie llegó tan lejos en el uso del baño como la civilización romana.

Historia del baño en la Antigua Europa

Como acabamos de comentar, con la caída del Imperio Romano el uso del baño se perdió en
gran parte, pero no desapareció. En parte de Europa hubo casas de baño, y en la España
musulmana estaba extendido su uso: las casas de la burguesía y de la nobleza mora y judía
tenían aposentos destinados al aseo corporal.

En la Edad Media se distinguía entre dos tipos de baños: los calientes o termales y los de
agua fría. Era natural que se oliera mal: sólo los perfumes paliaban la situación, pero eran
caros, por lo que se distinguía al pobre del rico por el olor: de esa circunstancia dicen algunos
que procede la frase “olerse a uno”: los pobres apestaban. Pero el baño arrastraba mala fama
todavía incluso en el siglo XVI. Puedes ver la historia del agua de colonia.

No debe sorprendernos pues, que un asunto como el del baño y la higiene corporal haya dado
origen a multitud de anécdotas. Como por ejemplo la de la obra de René Gardi, Velos azules
en la que se dice sobre los tuareg del desierto del Sahara que no se lavan en toda su vida, lo
cual contribuye a que el viento y el sol oscurezcan su piel. Tienen prohibido el contacto con
el agua porque según ellos trae enfermedades: las abluciones coránicas las efectúan con arena.
Tampoco lavan sus vestidos por temor a que destiñan. Algunas veces las mujeres sumergen
en agua las prendas blancas…, pero no todos los años. En el Egipto de 1950 las clases
populares no lavaban a un recién nacido hasta pasados dos meses; y si era niña: hasta cumplir
tres años.

Enfermedades que pueden haber en baños en mal estado:


SALUD RESFRIADO SUPERBACTERIAVIRUS HIGIENE

Precauciones preferidas de los usuarios en los baños públicos

Hay personas que tienen serias dificultades para sentarse en un váter que no sea el de su casa.
Los que sufren una fobia más radical a los baños públicos evitan incluso defecar en el trabajo,
pero no hay que ser demasiado rarito para evitar hacerlo en un bar, una discoteca y, no
digamos ya, en una gasolinera (Ayuso, 2006).

En casos de extrema necesidad hay quien cubre la taza del váter con papel higiénico e incluso
se pone de cuclillas sobre esta –algo que, por otra parte, es bastante recomendable
anatómicamente hablando–. Y es algo mucho más habitual de lo que podría parecer. En 1991,
un grupo de investigadores realizó una encuesta entre 528 pacientes de una clínica de
ginecología y descubrió que el 85% evitaba entrar en contacto con la taza de los váteres
públicos y orinaba doblando las piernas. Un 12% colocaba papel en la taza y sólo un 2% se
atrevía a sentarse directamente sobre ella.

¿Tan peligrosos son los váteres públicos? Lo cierto es que, comparados con otras superficies,
no tanto. Cualquier baño público tiene probablemente menos gérmenes que el fregadero de
tu cocina y, con toda seguridad, menos que el lavabo que tiene enfrente, que es de largo el
lugar con más patógenos de un baño.

Hay ciertas bacterias y virus cuya presencia es más habitual en los baños públicos, pues son
trasmitidas a través de las heces

Muchas personas siguen teniendo miedo a los inodoros públicos debido a la posibilidad de
contraer una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS). Se trata de una alarma
completamente injustificada. “Que yo sepa, nunca nadie ha contraído una ETS en el váter, a
no ser que haya hecho el amor sobre él”, asevera la doctora Abigail Saluyers, presidenta de
la Sociedad Americana de Microbiología, en un reportaje de WebMD.

Las bacterias y virus que podemos contraer en un baño público son similares a las que
podemos encontrar en cualquier otro lado, y su contagio es similar. Hay que tener en cuenta
que la piel es una barrera efectiva contra los gérmenes, y nadie se dedica a besar la taza del
váter. Los patógenos suelen contagiarse a través de las heridas, la boca, la nariz o los ojos,
por eso es mucho más importante lavarse bien las manos y tener cuidado con lo que comemos,
que preocuparse por posar nuestras nalgas sobre un inodoro cualquiera.

Ahora bien, hay ciertas bacterias y virus cuya presencia es más habitual en los baños públicos,
pues son trasmitidas a través de las heces, y son fáciles de contraer si no tienes la costumbre
de lavarte las manos (y, atención, según un estudio estadounidense, sólo el 67% de las
personas lo hacen siempre). Son estos:

E. coli (Corbis)

La famosa Escherichia coli, responsable de muchas las intoxicaciones alimentarias, se


transmite a través de las heces, normalmente cuando alguien o algo la conduce de éstas a la
comida, aunque también puede aferrarse a superficies no porosas como la taza del váter. Si
nos infectamos tendremos una bonita diarrea, que incluirá probablemente calambres
abdominales y vómitos.

2 Norvovirus

El Norovirus es responsable de la mitad de las intoxicaciones alimentarias y, al igual que la


E.coli, provoca fuertes diarreas, que por suerte se pasan por sí solas en dos o tres días. Los
brotes de Norovirus suelen producirse en lugares cerrados como hospitales, cárceles,
residencias o cruceros en los que la infección se propaga muy rápidamente, entre persona y
persona y a través de la comida. Se trata de un virus que, además, sobrevive hasta dos
semanas en superficies no porosas, incluido el váter de la gasolinera. Así que no olvides
lavarte las manos.

3. Shighella
Esta bacteria, responsable de la shigellosis, provoca diarreas mucho más severas que la E.
coli y el Norovirus, pero su presencia es muchísimo menos habitual. En España, de hecho,
estaba prácticamente en extinción, y en los últimos años sólo se han registrado algunos brotes
puntuales, por contaminación con residuos fecales de agua o comida.

Dado que es una bacteria muy contagiosa que se transmite a través de las heces es importante
tener siempre los baños limpios. El simple hecho de lavar la taza con lejía acaba con esta
bacteria y con muchas otras

4. Streptococcus
El género Streptococcus es un grupo de bacterias que suelen instalarse en la garganta y causan
importantes enfermedades inflamatorias, como la amigdalitis, la meningitis y la neumonía.
Según un informe de Cleaning & Maintenance Management, el 39% de los váteres públicos
albergan este patógeno.

¿Quiere decir que podemos pillar una neumonía sólo por posar nuestras posaderas sobre la
taza del váter? Es muy improbable. Sólo en torno al 1% de los adultos se contagian de la
bacteria a través de la piel, y ni siquiera eso implica que vaya a llegar a tu garganta. En
realidad, tienes el doble de posibilidades de que te parta un rayo este año que de pillar una
infección de este tipo en un retrete.

5. Staphylococcus
Este género de bacterias tiene el honor de albergar uno de los patógenos que más preocupa a
la comunidad médica, el Staphylococcus aureus, famoso por ser resistente a la penicilina y,
más recientemente, a la meticilina (el peligroso SARM). Esta temida superbacteria puede
vivir en la taza del váter, o cualquier otra superficie no porosa, durante más de dos meses. Y
le bastan tres segundos para transportarse a tu piel. Ahora bien, no es más fácil pillar la
infección a través del váter que, por ejemplo, desde un teléfono móvil o un billete.

6. Gripe y resfriado
El virus de la gripe puede vivir dos o tres días en cualquier superficie no porosa y algunas
cepas, como la de la gripe aviar, pueden aguantar semanas. Los Rhinovirus, que causan el
resfriado común, aguantan mucho menos, ni siquiera sobreviven un día completo.

El truco para no pillar gripe en los baños públicos pasa por no tocarte los ojos, la nariz ni la
boca después de haber tocado el retrete (o, en realidad, cualquier superficie que haya estado
en contacto con alguien enfermo). En definitiva, es difícil pillar cualquier cosa en el baño si
te lavas bien las manos.

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