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Tres amigos trabajaron durante 15 años en una granja para ahorrar dinero y enviar ayuda a sus familias. Antes de irse, el dueño les ofreció tres consejos a cambio de sus ahorros. Dos amigos prefirieron llevarse el dinero, mientras que el tercero decidió aceptar los consejos a pesar de regresar sin nada, confiando en que lo guiarían bien en la vida.
Tres amigos trabajaron durante 15 años en una granja para ahorrar dinero y enviar ayuda a sus familias. Antes de irse, el dueño les ofreció tres consejos a cambio de sus ahorros. Dos amigos prefirieron llevarse el dinero, mientras que el tercero decidió aceptar los consejos a pesar de regresar sin nada, confiando en que lo guiarían bien en la vida.
Tres amigos trabajaron durante 15 años en una granja para ahorrar dinero y enviar ayuda a sus familias. Antes de irse, el dueño les ofreció tres consejos a cambio de sus ahorros. Dos amigos prefirieron llevarse el dinero, mientras que el tercero decidió aceptar los consejos a pesar de regresar sin nada, confiando en que lo guiarían bien en la vida.
necesitaban trabajadores. CONSEJOS - Bien. muchachos, como ustedes son de Genaro Maza Vera lejos, además de su jornal tienen comida y Hubo una época en nuestra frontera, peor alojamiento gratis - ¡les ofreció don Arturo, el que la de ahora, en que los años fueron anciano patrón. malísimos. No llovía nada de nada sobre Gracias señor — habló Domingo a nombre nuestras cerrerías. Los cerros se hallaban de los tres amigos - Nosotros queremos completamente pelados. Los animalitos, como pedirle otro servicio. los chivos, vacas, gallinas, perros y burros eran puro esqueleto. Lo único que reinaba era - Si es que se puede, de mil amores - un sol fuerte que todo lo quemaba. Los respondió buenamente el anciano. algarrobos, gualtacos. ceibos y los overales - En vista de que ya tenemos aseguradas no eran más que seres cenizos que se la comida y la posada, queremos que nuestros retorcían clamando al ciclo por un poco de jornales nos sean guardados por usted hasta agua. el día en que nos vayamos de aquí, ya que En Jaguay Alto, un pequeño caserío hemos venido a buscarnos la vida por estas refundido allí por los cerros, vivían tres lejanías para llevar alivio a nuestros hogares campesinos y crianderos de ganado cabrío el día que volvamos. que eran bien unidos. Se llamaban Domingo. - De acuerdo, muchachos, me comprometo Hortensio y Arnaldo. Acostumbraban a a guardar vuestros jornales. reunirse por las tardes, a jugar casino y a darse esperanzas sobre la pronta llegada de Así fue como los tres jóvenes amigos los aguaceros. Así pasaban el tiempo, hasta trabajaron durante numerosas campañas que un día, Domingo les propuso: agrícolas para aquel señor, sin ver a sus familias y sin poder mandarles nada por la - Bueno, muchachos. ¿Qué es lo que gran lejura que los separaba de sus hogares. estamos esperando aquí? Sólo la muerte Lo único que los sostenía en el pensamiento nomas; hasta el jaguay se está secando. de ahorrar lo suficiente, como para Vámonos mejor a buscarnos la vida a otro recompensar a sus seres queridos por las sitio. Yo lo que es mañana mismo agarro para grandes penurias que sin duda estarían donde sea. pasando. - Por mi parte estoy de acuerdo. ¡Qué EL REGRESO Y LOS TRES CONSEJOS. hacemos aquí pues? - afirmó Hortensio. A los quince años de su partida, sintieron - Por lo que a mi persona se refiere, fuerte el apego a la querencia y decidieron mañana mismo armamos viaje - dio su volver. Luego de la faena, a eso de las tres de palabra también Arnaldo. la tarde, se dirigieron a la casa hacienda LA PARTIDA donde fueron recibidos por su patrón. Al día siguiente, de madrugada, ensillaron - Don Arturo, hemos tomado el acuerdo de sus flacos jumentos, se despidieron de sus volver el día de mañana a nuestros ranchitos mujeres y de sus hijos, y emprendieron viaje - le hizo conocer Domingo - han sido muchos hacia donde los llevara la ventura. Muy años lejos de nuestras familias y queremos penoso, pero bien resuelto, salieron de aquel que tenga listo nuestros jornales para mañana caserío cerreño. temprano, ya que partiremos de madrugada. El anciano; bastante apenado los hizo pasar a Deambularon días sobre días pasando las la sala de su mansión. Luego entró a uno de de Caín, atravesando cerros, cañadas, los cuartos de donde regresó con tres bolsas caseríos, ya por senderos peligrosos, ya por de cuero completas de dinero. anchos y descuidados caminos. Por todos lados abundaba la desolación, hasta que por - Aquí están sus ahorros, muchachos: ni un fin, como no hay mal que dure cien años ni real menos ni un real más. cuerpo que lo resista, se encontraron con un Los tres amigos miraron muy contentos los fundo de regular extensión. El dueño era un cargados y sonantes talegones, fruto de su señor ya anciano y bastante bondadoso. Para laborioso trabajo y agradecieron al anciano de tantas facilidades que les había brindado. - Yo. también estoy muy agradecido por - Pero si nos pide tan alto precio por esos vuestra buena compañía a lo largo de lodos consejos es que deben valer verdaderamente. estos años. Como muestra de mi profundo - les alegaba Domingo, si pueden valer, pero agradecimiento y en mérito a que ustedes han si los tomamos ¿qué llevaremos para laborado con honradez y sacrificio, quiero nuestras chozas? hacer un trato con ustedes. Hortensio y Arnaldo. realizada ya su - ¿Un trato? elección, dormían plácidamente. Domingo, sin embargo, se daba vueltas y más vueltas sobre - Si, un trato. la barbacoa, pensando y repensando sobre - ¿Que trato es ese, don Arturo? los tres consejos. Mas se inclinaba por - Yo les propongo un cambio. llevárselos, pero lo detenía el tener que regresar con las manos vacías después de - ¡¿Un cambio?! tantos años de ausencia. Era ya cerca de la - Si, un cambio. Yo les doy tres buenos media noche cuando tomó su decisión. consejos que van a serles muy útiles en sus "Bueno, después de todo, hasta aquí he vivido vidas, a cambio de vuestros jornales. Los la vida a la más que nunca, sin ninguna ayuda consejos se los anuncio en estos momentos y que me oriente en la vida; y un buen consejo tiene toda la noche para pensar si es que se es una buena estrella para no cometer errores los llevan o no. Pero el que acepte llevarse los graves. Lo único que he podido aprender es a tres consejos, me dejará sus ahorros; y el que leer y a dibujar algunos garabatos, y uno no no desea tomarlos podrá llevarse su dinero. sabe lo que hay detrás de la vida... Por último ¿qué de raro tiene que sin plata haya venido y - Pero, patrón, si aceptamos los consejos que sin plata me vaya?" ¿que llevaremos para nuestros hogares? - habló Hortensio. Al día siguiente, no bien empezaron a rebuznar los burros y a cantar los chilalos, se - Yo lo que es, patrón, no cambio mis levantaron los tres amigos. Mientras jornales por nada - adelantó muy resuelto, arreglaban sus alforjas. Domingo les dio a Arnaldo. Domingo, que escuchaba conocer su decisión y las razones que lo atentamente, intervino. habían llevado a tomar los consejos. Sus - Bueno, amigos. Don Arturo ha sido claro. amigos, asustados, trataron por todos los Nada perdemos con escucharlo. Dejemos que medios de hacerlo cambiar de parecer. Pero nos diga sus consejos. Y ya después, cada no lo consiguieron. uno verá... Se presentaron ante don Arturo y cada uno El anciano habló con solemnidad: le fue manifestando su decisión. Hortensio y Arnaldo recibieron sus sonantes bolsas de - Los consejos son los siguientes: El cuero. A Domingo le dijo: primero: "Nunca dejes lo viejo por lo nuevo". El segundo: "Nunca preguntes lo que no te - Acuérdate de los tres consejos. Ten conviene". Y el tercero: "Nunca te dejes llevar presente lo que te han costado. Recuerda: por el primer impulso". "Nunca dejes lo viejo por lo nuevo". "Nunca preguntes lo que no te conviene" y "Nunca te Los tres amigos escucharon con atención dejes llevar por el primer impulso". De esta aquellos consejos que por primera vez manera, los tres amigos, después de quince conocían. El anciano los despidió diciéndoles: años, emprendieron el regreso a Jaguay Alto. - Entonces, tienen plazo hasta la hora de Marchaban a prisa, ansiosos por hallarse de su partida para que me den su última palabra. nuevo en sus hogares. Querían enterarse ¿De acuerdo? cuanto antes de la situación de sus familias. ¡Cómo las encontrarían! - De acuerdo. - respondieron los tres amigos. EL PRIMER CONSEJO
Se encaminaban a la casa donde se Durante quince días cabalgaron sin
alojaban. Hortensio y Arnaldo ya habían ninguna novedad, hasta que se encontraron tomado su decisión: con un desvío, con una ruta nueva que no conocían. A la entrada de ese sendero estaba - Ni locos para aceptar el trato; quince años plantado un letrero que decía: A QUEBRADA de trabajo por tres consejos, está fregado. HONDA - 15 DÍAS. Quebrada Honda era el porque lo hirieron en el hombro y los lugar más cercano a sus hogares. facinerosos lo dieron por muerto. "Con este caminito nos ahorraremos unos - Bendito sea Dios, y yo que tanto les porfié quince días de viaje. - se entusiasmaron. para ir por el camino que ya conocíamos - se Uno tras otro entraron por aquel sendero. lamentaba Domingo, llorando por la triste Habían avanzado unos cien metros cuando, suerte corrida por sus buenos amigos y, sobre de repente. Domingo detuvo bruscamente su todo, por el desdichado Hortensio que había cabalgadura. En su mente había estallado dejado sus huesos por esas cerrerías como un dinamitazo el primer consejo del desconocidas. anciano: "Nunca dejes lo viejo por lo nuevo". - Por esas rutas siempre asaltan - - ¿Qué pasa, Domingo? -se sorprendieron continuaba la mujer - los bandoleros han sus amigos. hecho sus guaridas por esos cerros porque la gente para ahorrarse camino se mete por - Muchachos, creo que es mejor ir por el esos lugares sólidos. otro camino; es una ruta que ya conocemos. - Y ¿Dónde se encuentra Arnaldo? - Pero es muy larga, son quince días más de viaje -le replicaron sus amigos. - Aquí estuvo como una semana curándose las heridas, pero hará unos tres días que se - Si, pero es más segura. Miren hacia fue. Nos encargó que le avisáramos que va dónde va a parar ese sendero: a esa cerrería avanzando hacia una hacienda que está como que no conocemos. a un par de días de aquí; es de un tal don Se formaron dos bandos. Domingo que se Damián Bellido, que dicen que está medio apegaba a uno de los consejos que llevaba y loco. Quería trabajar unas semanas en esa que tanto le había costado, Y el otro bando hacienda para llevar algo siquiera a su casa, formado por Hortensio y Arnaldo quienes porque esos bandidos lo han dejado en el aire, querían llegar cuanto antes a sus chocitas. con la ropa que lleva puesta nomás. Como nadie daba su brazo a torcer, se Aquel día reposó en Quebrada Honda. Al vieron obligados a separarse. Muy apenados día siguiente, continuó nuevamente su se despidieron con fuertes abrazos. camino. - En Quebrada Honda te dejaremos EL SEGUNDO CONSEJO noticias nuestras. - le prometieron Hortensio y Cabalgando fuerte y descansando algunas Arnaldo a su amigo. Domingo, desandó el horas, al medio día siguiente, logró divisar el camino y tomó nuevamente la ruta conocida. río Chira que, en esa parte de su recorrido, Después de treinta días llegó al caserío de sirve de límite fronterizo con el Ecuador. Las Quebrada Honda. Lo primero que hizo fue aguas cristalinas corrían provocativas y averiguar por sus amigos. Para ello se abundantes. Luego de darse un refrescante y encaminó a un pequeño ranchito donde reparador baño, cruzó los linderos de la vendían comida, chicha dulce y licores. Luego hacienda de don Damián Bellido, que estaba de saludar, preguntó a la mujer que atendía la situada en la margen izquierda del río Chira, venta. en el lado peruano. - Señora. ¿por casualidad no han dejado A medida que se acercaba a la casa por aquí algún recado, dos amigos? hacienda le llamaba muchísimo la atención el - ¿Usted es Domingo? - lo miró con abandono que allí campeaba. No había gente curiosidad la mujer. trabajando y aunque las tierras se veían buenas y productivas, estaban siendo - Así es, señora, un servidor. invadidas por los overales y "borracheras". - Pues le tengo malas noticias de sus Los árboles frutales empezaban a secarse. amigos - se apresuró a informarle -. Quien ha Aquello más bien parecía un lugar habitado estado aquí ha sido Arnaldo, vino lodo por fantasmas. ensangrentado el pobre: dice que en lo alto de Cuando llegó a la casona, aparecieron la cerrería les salió al encuentro una fuerza de cuatro perros enormes que con furiosos forajidos y que después de robarles todos sus ladridos se le fueron acercando jornales les dispararon con sus carabinas. A peligrosamente. Sacando su lampa que iba en Hortensio lo mataron: Arnaldo tuvo suerte la grupa del burro se dispuso a defenderse. De pronto, chirrió la puerta de la mansión y - Ven. Hija, come- señaló hacia el piso, don apareció un hombre barbudo y robusto. Era Damián. don Damián Bellido. La encadenada se arrodilló debajo de la Quietos ¡Vamos, adentro! - gritó con una mesa y el hacendado empezó a tirarle las voz tronante que se paseó por la desolada sobras de la comida. La joven los recogía y se hacienda. Los perros volvieron a ocultarse de los llevaba a la boca. inmediato. Ante este triste espectáculo. Domingo se - Buenas tardes, señor - saludó Domingo frotaba los ojos creyendo que era una haciendo un gesto de atención con el pesadilla la que estaba viviendo. Aquello era sombrero - Ando en busca de trabajo. el colmo de los colmos. Su curiosidad empezó a desbocarse y sintió el fuerte impulso de - Esta hacienda no se trabaja ya, forastero; averiguar los motivos de tan extraña situación. pero pase, tiene traza de haber cabalgado Pero, nuevamente volvió a golpear su duro. Le invitaré algo de comer. memoria el segundo de los consejos A diferencia de lo que pasaba con la comprados a cambio de quince años de hacienda, en el interior de la casa todo era grandes esfuerzos y sacrificios: "Nunca asco y orden. Domingo saludó a una jovencita preguntes lo que no te conviene". Trató de vestida con ropa muy limpia, pero remendada, frenar la curiosidad que lo hincaba. Todo esto que caminaba con dificultad y limpiaba a cada es muy raro. Quién sabe si con mis preguntas momento muebles, piso y paredes. El ruido desato un aguacero de malos recuerdos y metálico que producía al caminar le hizo bajar pasiones que me hagan salir mal parado". Se la mirada hacia los pies de la adolescente. Se hizo el firme propósito de apegarse fielmente horrorizó cuando su mirada tropezó con al segundo consejo. gruesas cadenas que se enroscaban sobre El hacendado, por su parte, lo estudiaba los tobillos de la simpática jovencita. con gran curiosidad, como si esperase algo de - Tome asiento - le invitó el hacendado, él. Domingo se levantó de la mesa para señalándole una silla del bonito comedor de despedirse. caoba que se hallaba en la sala. Luego ordenó - Muchísimas gracias por su hospitalidad, con dureza a la encadenada joven: - hija, don Damián; ahora tengo que irme porque tráenos algo de comer. todavía tengo un largo trecho por delante. Domingo profundamente extrañado por el - Pero, amigo, cómo se va a ir. Se le nota abandono de la hacienda y por el muy cansado, quédese a cenar con nosotros encadenamiento de la jovencita, se aprestó a y duerma aquí. Mañana ya más descansado preguntar. podrá seguir viaje a su cerrería. Vamos, - Disculpe, don Damián... acepte por favor. En aquel instante sintió como un latigazo y - Bueno, no me caería mal descansar bien le vino a la memoria el segundo consejo del durante una noche. anciano: "Nunca preguntes lo que no te - Hija, ¡prepara un cuarto para nuestro conviene". Ya no se atrevió a lanzar la huésped! pregunta. Durante la cena se repitió la misma - ¿Decía usted? - lo interrogó a su vez el situación de la anterior comida. Luego, fue hacendado con una mirada maligna que lo guiado a uno de los dormitorios donde cayó atemorizó. pesadamente. - Mucho le agradecería que me regale un Al día siguiente se levantó muy temprano poco de agua para tomar; la sed es la que más dispuesto a salir rápidamente de allí. En la me mata - disimuló por su parte Domingo. sala lo esperaba el hacendado con el - ¡Trae agua, hija! - gritó en un todo que desayuno servido. demostraba desencanto. Mientras desayunaba, la joven volvió a La joven con gran dificultad le llevó el agua; recoger las migajas que el despiadado padre después sirvió deliciosos platos de comida. le arrojaba. Una vez que hubo terminado el Domingo comió hasta chuparse los dedos, desayuno: dejando algunos restos nomas. - Muchísimas gracias por su hospitalidad, y de celos me dediqué a buscarlos y no paré don Damián; a usted señorita, muchas gracias hasta encontrarlos y darles muerte. Perdí también. Ahora si tengo que seguir mi camino. interés por todo y me volví un ser terrible y maligno; encadené a mi hija y me hice la El hacendado lo acompañó a la puerta, inhumana promesa de mantenerla así y incluso lo ayudó a ensillar su burro. Montó y tratarla como a un animalito. Sólo la liberaría empezó a alejarse de aquel lugar extraño. de esa situación, el día que un hombre a quien De pronto unos gritos lo detuvieron brindara mi hospitalidad mantuviera una - ¡Amigo, espere! ¡Deténgase por favor! conducta irreprochable, incluso que no demostrara la más leve curiosidad Volvió su cabalgadura. Era don Damián impertinente por lo que aquí viera. Por ello, a que, gritando, corría hacia él. todo el que pasaba por aquí le ofrecía mi - ¿Qué pasa? - preguntó extrañado- hospitalidad, pero ni bien pisaban la casa, de inmediato su curiosidad se desbocaba y - ¡Necesito hablar con usted! querían averiguar hasta el mínimo detalle. - ¿Hablar conmigo? ¿Sobre qué? Para esos impertinentes me había hecho la promesa, también, de castigarlos con la - Pues, sobre todo lo raro que le habrá muerte. Acompáñeme. llamado la atención aquí, sobre mi descuido personal, sobre el porqué no se trabaja esta Lo llevó hacia un enorme caserón que se hacienda. Pase por favor a la casa - suplicó. encontraba cerca del río. Abrió de par en par unas pesadas puertas y. ante los ojos de - Bueno, don Damián, si eso es lo que Domingo, aparecieron cadáveres de usted quiere. numerosos ahorcados que lo llenaron de Otra vez se encontró en el interior de la horror. Pero más grande fue su espanto y su casona. El hombre apenas vio a su hija se tristeza, cuando alcanzó a ver el cadáver de apresuró a sacar de uno de sus bolsillos de su su amigo Arnaldo. pantalón, unas llaves y la liberó de las - Fíjese, usted, todos los crímenes que he pesadas cadenas. Sollozando amargamente cometido llevado por mi diabólica promesa. curó los lastimados tobillos de la desdichada Gracias a usted ha llegado el momento de joven, quien al verse libre de aquel martirio pagar por mis crímenes - mientras hablaba se derramó muchas lágrimas de alegría. La que ocultaba el rostro con sus velludas manos. más le emocionaba y enternecía era la humanidad que su padre le volvía a mostrar Las lágrimas rodaban por el curtido rostro después de tantos años. de Domingo: sus dos mejores amigos habían perdido la vida lejos de sus familias y de su Domingo miraba extrañado todo aquello. terruño, la tan amada cerrería de Jaguay Alto. Su asombro fue mayor cuando el barbudo hombre le dijo: El hacendado por su parle seguía hablando con voz tronante. - Muchas gracias, amigo, muchas gracias por haberme liberado a mi hija y a mí de esta - Para aquel hombre extraordinario, capaz, situación tan inhumana; usted me ha liberado de sofrenar su lengua y curiosidad, me había de una espantosa locura a la cual estaba prometido otorgarle una recompensa también encadenado por una terrible promesa que extraordinaria: la mitad de mi fortuna que es hice hace muchos años, llevado por el rencor enorme y la mitad de mis tierras. Haré un y el odio. testamento a favor suyo y de mi hija. Luego me entregaré a las autoridades. Ahora - Francamente, don Damián, que no comprenderá, usted, porque le estoy muy entiendo nada de nada. agradecido. - Le explicaré. Todo empezó hace unos Dos días después, con un documento que diez años. Antes era un hombre feliz, tenía lo convertía en rico propietario y dueño de un una esposa bellísima y esta hija que, junto con considerable capital. Domingo; enrumbó a la la hacienda, eran la pasión de mi vida, lo eran cerrería de Jaguay Alto. Iba con el todo para mí. Esta era la hacienda más pensamiento de traer a su familia a las tierras próspera. Pero, desgraciadamente mi esposa que había ganado con el segundo de los me traicionó con un hombre a quien le brindé consejos. mi hospitalidad y fugó con ella. Lleno de odio EL TERCER CONSEJO Domingo avanzaba contento, - ¿Qué se le ofrece, señor? - le preguntó su entristeciéndole únicamente las trágicas mujer. “De tal manera que no me ha muertes de sus queridos amigos con quienes reconocido” - pensó - No en vano han sido compartiera penas y alegrías desde muy quince largos años lejos de ella". pequeño. Pero se había hecho la noble - Soy comerciante, señora - mintió- vendo promesa de ayudar a las familias de sus telas buenas y baratas. amigos y darles parte de su fortuna. Por eso, además de la briosa mula que ahora montaba, - ¿No lleva, por casualidad, pantalones de llevaba una piara de burros con abundantes hombre? regalos. Se felicitaba por haber aceptado el - Claro que si. ¿De qué talla desea? cambio de sus jornales por los tres consejos: de lo contrario, en lugar del contento que - Como para este muchacho - dijo llevaría a las tres familias, quizás se señalando al mocetón - es mi hijo que quiere encontraría con sus pobres huesos regados acompañarse ya. por tierras ajenas. Lo que más le agradaba era - ¿Tu hijo? i Mi hijo! - gritó loco de contento, la justa recompensa que daría a los tres pues amaba a su mujer. “¡Qué sonso, dejé a hogares por la larga espera, por el sufrimiento mi pequeño Segundo Domingo de ocho años, y penalidades que, sin duda habían pasado. ahora debe tener veintitrés, pues!” Animado por esos pensamientos, - ¡Mujer! ¡Hijo! ¿Es qué, acaso no me avanzaba sin descanso. Tres días después, reconocen? ¡Soy Domingo! – se dio a en un amanecer, alcanzó a divisar las chocitas conocer. La mujer lo miró detenidamente. Al de Jaguay Alto. A medida que se acercaba, su reconocerlo, fue enorme su alegría. Se gozo iba en aumento. En el amplio corredor de estrecharon con un fuerte y amoroso abrazo su choza se encontraba una señora. ¡Era la ante los gritos de júbilo de su hijo. Tal como lo Santos, su mujer! Se puso loco de contento. había prometido, ayudó a los familiares de sus Estaba tendiendo unos sacos vacíos, un amigos y se estableció con su mujer y su hijo tendal, donde seguramente iba a desparramar en la parte de la hacienda que heredara de el maíz para que se asolee. De pronto, una don Damián Bellido. Nunca se cansaba de presencia lo estremeció. Por detrás de la casa contar su gran aventura a familiares, amigos y apareció un hombre ensillando un burro. La visitantes. Y hasta hoy, pese a que han mujer entró y salió portando un chanchero que transcurrido muchísimos años, todavía se entregó al hombre. "El fiambre", pensó. El sigue contando en esta parte de la frontera la hombre, un mocetón, se acercó a la mujer y la historia de Domingo con el nombre de "Los besó cariñosamente. tres amigos y los tres consejos". Su pensamiento fue ligero. Todas sus De esta manera brillante remató su relato ilusiones y alegrías se derrumbaron. Preso de don Fermín, el cerreño. la cólera sacó su garantizado, un filoso machete, y clavó las espuelas en su Cuando bajaba por el sendero de la colina cabalgadura. Por su familia había salido en hacia la carretera que conduce al caserío de busca de nuevos horizontes, pasando Playas de Romeros, empecé a pensar en el penurias y hasta en peligro de perder la vida espíritu y las incidencias de aquella historia. como sus desdichados amigos. Y su mujer lo Una historia que se ajustaba de manera engañaba miserablemente. Se sentía biunívoca y perfecta con esta soberana humillado, pero estaba decidido a terminar quietud de la frontera. con la vida de su mujer y de su amante. Las sombras, cada vez más densas, acrecentaban el augusto y cósmico silencio El sombrero voló de su cabeza por la loca que reina en estos alejados y abandonados carrera que llevaba. En medio de la límites de nuestra patria. Uno tiene la tormentosa oscuridad que lo envolvía como el impresión de que los habitantes de estas resplandor de un relámpago, lo estremeció el soledades consideran esta tierra como un tercer consejo del anciano: '"Nunca te dejes espacio esencial, como una dimensión llevar por el primer impulso". Frenó la irremplazable que les permite fundirse con desbocada carrera de su mula. Ya estaba algo que les semeja a; la eternidad... junto al corredor de su ramada. El hombre que se encontraba montado ya en el burro, y la mujer lo miraron con extrañeza.