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Descubren por qué el amor es ciego

El cerebro inhibe la capacidad crítica hacia amantes e hijos para asegurar las relaciones amorosas
Una investigación desarrollada en el University College London (UCL) ha descubierto que el amor
maternal y el romántico activan las mismas zonas cerebrales. También que cuando se experimentan
estos sentimientos afectivos, el cerebro desconecta la capacidad de ser críticos con los seres
queridos, lo que explica el dicho popular de que el amor es ciego. Por Vanessa Marsh.
Una investigación desarrollada en el University College London (UCL) y publicada en la revista NeuroImage,
sugiere que una vez que una persona estrecha relaciones con otra, reduce la capacidad de analizar su
comportamiento y de evaluarlo correctamente, lo que condiciona la capacidad de construir unas relaciones
afectivas sobre bases sólidas.

Eso quiere decir que las personas que se enamoran o que tienen hijos están sometidos a tales procesos
emocionales y afectivos que limitan su capacidad de comprender y criticar el comportamiento de los seres
queridos.

Según los autores de esta investigación, dirigida por Andreas Bartels, el amor romántico y el maternal son
fundamentales para la perpetuación de la especie y el cerebro arbitra en consecuencia los mecanismos
inhibitorios necesarios para asegurar que las madres quieran a sus hijos en cualquier circunstancia, y que los
amantes perpetúen sus relaciones a pesar de sus eventuales defectos.

La investigación explica el enorme poder del amor en la especie humana, capaz de desactivar incluso los
aprendizajes relativos a la evaluación social y las emociones negativas, para asegurar la estabilidad de las
relaciones afectivas.

Recompensa eufórica

Pero el cerebro no sólo inhibe aquellos aspectos de los seres queridos que pueden dificultar el amor romántico
o maternal, sino que premia a los amantes y seres queridos con mecanismos de recompensa.

La investigación ha descubierto al respecto que las zonas cerebrales activadas por los sentimientos amorosos
son las conocidas por la sensibilidad a la oxitocina, un químico portador de mensajes vinculado con
sensaciones como la euforia, el placer y el amor, lo que explica la alegría de vivir que acompaña a las
experiencias afectivas.

La investigación se desarrolló a través del análisis cerebral de 20 madres jóvenes. Una serie de tomografías
mostraron que cuando miraban a sus bebés se activaban las mismas zonas cerebrales que las de las personas
que observaban imágenes de sus seres queridos, algo que ya había sido establecido en un estudio anterior
realizado por el mismo equipo.

A las madres jóvenes se les mostraron fotos de sus hijos, así como de otros niños conocidos y de otros amigos
adultos, para asegurarse de que el sentimiento de familiaridad y amistad no se interfería con los sentimientos
maternales.

Amor Eterno

Podrá nublarse el sol eternamente;


Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor

(Gustavo Adolfo Bécquer)

Qué tipo de amor supone el matrimonio?

La voluntad es la facultad con la que buscamos lo que es bueno. Es capaz de querer cosas buenas para sí
misma y para otros. Pero, también, es capaz de querer el Bien Total e Infinito porque se da cuenta de que
las cosas particulares no agotan toda la bondad. Esta percepción del Bien Infinito, esta capacidad para
querer el Bien Infinito para sí y para otros constituye la máxima grandeza del amor humano. Este es el amor
que funda el matrimonio. Queremos totalmente a una persona cuando buscamos para ella no solamente los
bienes particulares sino el Bien Infinito y la Felicidad Absoluta que logramos vislumbrar gracias a nuestro
espíritu. Esto es el amor en su máxima expresión. El Papa nos lo dice de la siguiente manera:

La tendencia quiere sobre todo tomar, servirse de la otra persona, el amor, por el contrario, quiere dar, crear
el bien, hacer felices. Bien se ve de nuevo cuán penetrado ha de estar el amor matrimonial de todo aquello
que constituye la esencia de la amistad. En el deseo del bien infinito para el otro "yo", está el germen de
todo el ímpetu creador del verdadero amor, ímpetu hacia el don del bien a las personas amadas para
hacerlas felices.

En el deseo del bien infinito para el otro "yo", está el germen de todo el ímpetu creador del verdadero amor,
ímpetu hacia el don del bien a las personas amadas para hacerlas felices.

Este es el rasgo divino del amor. En efecto, cuando un hombre quiere para otro el Bien Infinito, quiere a Dios
para ese hombre, porque sólo Dios es la plenitud objetiva del bien y sólo Dios puede colmar de bien al
hombre. Por su relación con la felicidad de algún modo está rozándose con Dios. Es verdad que “plenitud de
bien” y “felicidad” no suelen entenderse explícitamente así. “Quiero tu felicidad” significa: “Quiero lo que te
hará feliz, pero de momento no me preocupa qué es la felicidad”. Sólo la gente profundamente creyente dice
expresamente: “Es Dios”. Los otros no terminan su pensamiento, como si dejasen en esto la elección a la
persona amada: “Lo que te hará feliz, es lo que tú mismo deseas, eso en lo que tú ves la plenitud de tu
bien”. Toda la energía del amor se concentra al exclamar: “Soy yo el que lo quiere para ti” 2 .

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