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CHIMBOTE
ASIGNATURA:
DERECHO DE CONTRATOS
TEMA:
JUEGO Y APUESTA
INTEGRANTES:
CICLO : VIII
DOCENTE:
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PRESENTACIÓN………………………………………………………………………............... 3
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………….... 4
EL JUEGO Y APUESTA
I GENERALIDADES
1. Concepto………………………………………………………………………………………. 5
2. Definición doctrinaria…………………………………………………………………………. 5
3. Caracteres…………………………………………………………………………………….. 8
4. Sujetos y capacidad………………………………………………………………………….. 9
5. Objeto de la prestación………………………………………………………………………. 10
6. Diferencia entre juego y apuesta……………………………………………………………. 10
6.1. En relación al fin perseguido por las partes…………………………………………. 12
6.2. En función de la participación en la realización del evento………………………… 13
7. Clases de juego y apuesta…………………………………………………………………... 13
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PRESENTACIÓN
normas.
Como grupo nos hemos preocupado en reunir todo el material necesario para
expectativas del profesor de curso, ya que, por encargo del mismo como
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INTRODUCCIÓN
Puede decirse que, desde la antigüedad, y en todas las latitudes, los juegos y apuestas
acapararon vivamente la atención de los hombres, transformándose para algunos, a través de
la tahurería, en un modo marginal y picaresco de vida, y para otros en una afición obsesiva,
renovada constantemente (y otras tantas veces abolida) por los fantaseos de la fortuna fácil.
En América parece haber adquirido desde los primeros días de la Conquista una virulencia
inusitada, a favor de la fácil prosperidad que engendraban la riqueza minera y el sistema de
las "encomiendas". El tan mentado episodio de Mancio Serrae Leguizano, aquel famoso
soldado español que jugó y perdió en una noche la figura del Sol que le había tocado en el
reparto de los tesoros del Cuzco,
Dado el gran valor concedido al azar desde la antigüedad, y al enorme interés por su
interpretación, en torno al cual se originan supersticiones, la apuesta ha constituido una parte
esencial de la historia de las culturas: Desde las apuestas con conchas mezcladas en un casco
que se nos menciona en la Eneida, de Virgilio, hasta las múltiples referencias que aparecen
en la Biblia, la apuesta se constituye como una de las formas de enriquecimiento e
interacción de mayor antigüedad en la civilización. El término "juego" en este contexto, se
refiere a las actividades específicamente permitidas por la ley. Apuesta, por tanto, se refiere
al propio mecanismo, llevado a cabo de modo legal o ilegal. Por otra parte, las apuestas
también pueden llevarse sobre un objeto que no sea dinero
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JUEGO Y APUESTA
I GENERALIDADES
1. Concepto:
El vocablo “juego”, deriva del latín “iocus” (broma, distracción), que expresa la idea de
satisfacción o deleite, si bien es la palabra “ludus” (diversión, pasatiempo), que acentúa el
sentido de actividad fácil o que no requiere esfuerzo, la que mejor traduce el término
castellano “juego”. En cambio, la palabra “apuesta” proviene del verbo latino “apponere” (o
adponere), que significa colocar, poner con inmediatividad a algo.
En términos generales los juegos son aquellas actividades sujetas a reglas cuyo objeto
esencial es constituir un pasatiempo para quien lo practica. Considerando su aplicación
práctica, los juegos pueden encasillarse en cuatro tipos de clasificaciones:
De todos estos, los relevantes son aquellos cuyo desarrollo y resultado originan
consecuencias jurídicas, es decir, producen efectos que deben ser tutelados por el Derecho.
2. Definición doctrinaria
Lo primero que surge respecto del juego y la apuesta es su diferenciación, tema que ha sido
debatido por la doctrina y que constituye una introducción a la definición del contrato.
“Contrato de juego es aquél por el cual, con el fin de distracción o de ganancias, las dos
partes se prometen una prestación bajo condiciones opuestas”, y “Contrato de apuesta es
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aquél por el cual, con el fin de robustecer una afirmación, las partes se prometen
recíprocamente ciertas prestaciones para el caso de ser o no verdad aquella afirmación”.
Para algunos tratadistas, en el juego está de por medio la habilidad o destreza del jugador,
mientras que en la apuesta sólo existe azar. Un ejemplo del primero es una partida de ajedrez.
Un ejemplo de la segunda es el hecho de lanzar una moneda al aire: "cara o sello".
Otros estiman que el juego tiene una connotación proyectada hacia un futuro desconocido:
se especula respecto a la actuación de un caballo que debe correr en el hipódromo. La apuesta
en cambio, estaría referida a una situación del pasado, pero sobre la cual cada jugador
mantiene una posición contraria
En realidad, las diferencias son puramente académicas, pues lo cierto es que, como dice el
mismo SALVAT, "el régimen jurídico aplicable a cada uno de estos contratos es en general
el mismo". A este razonamiento le agregamos que en el Perú el contrato está tipificado de
un modo integral, bajo la expresión "juego y apuesta", pues sus fronteras, en palabras de
León Barandiarán "… son muy lábiles".
Es importante determinar la naturaleza y alcances de los juegos y apuestas que sin tener las
características del azar o envite se encuentran en una situación especial y tienen
reconocimiento legislativo. En ellos la suerte también está presente, pero hasta cierto punto
como un factor secundario. RAYMUNDO SALVAT manifiesta que "… por excepción hay
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ciertos juegos que la ley excluye de la prohibición, por considerar que ellos, lejos de
representar esos peligros para el orden social, son un estímulo para el desarrollo de virtudes
o actividades que deben fomentarse", y acotando el artículo 2055 del Código Civil Argentino
pone como ejemplos los siguientes:
2. Destreza de arma, lo cual se refiere a las distintas clases de ejercicio de tiro al blanco,
florete, espada, etc.
Entre nosotros no existe un dispositivo como el comentado por el maestro argentino y sólo
es posible citar, con suma modestia por su limitación y obsolescencia, la Resolución
Suprema del 11 de marzo de 1936, que copiando casi literalmente el artículo 1966 del Código
Civil Francés permite los juegos de bochas, carreras de carruajes y juegos de pelota.
De conformidad con el sistema seguido por el Código vigente, mientras que los juegos
permitidos y los prohibidos se encuentran prefijados en las leyes, los no autorizados están
en zona neutra (ni prohibidos, ni permitidos) y son los que con mayor frecuencia se
presentan, pues cubren una enorme área. A título de ejemplos, mencionamos las
competencias deportivas en general, el juego – ciencia o ajedrez, o cuestiones relativas a
hechos ya acontecidos o actuales, en todos los cuales hay competitividad, existe de por medio
un interés económico o causa lucrando y los factores determinantes en beneficio del
vencedor son su destreza física, sus conocimientos, su memoria y otros factores similares, a
los cuales se agrega un margen no cuantificado pero colateral de suerte o azar.
Por cierto, que existen también casos imprecisos, como sería el de la apuesta que hacen dos
personas sobre el futuro resultado de un partido de fútbol entre equipos de la misma categoría
y calidad. No aparece claro, en efecto, si en el esclarecimiento del hecho incierto ha sido
determinante el conocimiento del vencedor o si lo que prevalece es la suerte o azar.
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3. Caracteres
3. Es a título oneroso, pues se vincula con un interés económico o causa lucrando (artículo
1942). Porque ambos contratantes quedan sujetos entre sí a prestaciones recíprocas (no
quiere decir iguales), sujetas a una condición.
5. Es aleatorio por excelencia, pues al momento de su celebración existe un factor sine qua
non de incertidumbre y las partes necesariamente desconocen su resultado. Esta
incertidumbre en cuanto al álea puede existir para una sola de las partes (como sucede
en la lotería) o para ambas (juego y apuestas no autorizados). En este último caso estamos
frente a lo que se conoce como la dualidad del álea.
6. En el caso del juego y apuesta permitidos el apostador está usualmente sujeto a normas
a las cuales se adhiere, siendo aplicables, en consecuencia, las disposiciones pertinentes
al contrato celebrado por adhesión o a las cláusulas generales de contratación, en su caso.
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Desde luego no sucede lo mismo con el juego y apuesta no autorizados, en el cual por el
contrario existe una previa y a veces pintoresca negociación.
8. El contrato es condicional, desde cierto punto de vista. El resultado final por el cual una
parte gane y la otra pierda, resulta dependiente del evento aleatorio, es decir, incierto
para las partes cuando menos; lo que es propio de la condición. Frente al resultado
cuando viene a significar una ganancia sólo para una parte y, por ende, sólo una pérdida
para la otra parte, el contrato que en su origen es bilateral, por lo dicho antes, en cuanto
a las posibles prestaciones por una o por otra parte, viene a tornarse en unilateral.
4. Sujetos y capacidad:
Los sujetos del juego y apuesta (permitidos y no autorizados) son, en términos genéricos, los
jugadores. Una vez producido el resultado de una situación hasta entonces incierta quedan
precisados como el vencedor y el perdedor, respectivamente, aun cuando esta diferencia no
se presenta con esta claridad en los juegos permitidos, pues quien hace empresa nunca resulta
perdedor y siempre existe para él un margen calculado de ganancia, cualquiera que sea ese
resultado (ramo de loterías, etc.).
En lo que se refiere a la capacidad de goce, en principio pueden celebrar el contrato tanto las
personas naturales como jurídicas. Empero existen situaciones especiales en las cuales en
los juegos permitidos sólo pueden actuar como organizador una persona jurídica, y así
acontece en la lotería, en los casinos y en el bingo.
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5. Objeto de la prestación
En los juegos permitidos el objeto de la prestación da dar a que se obliga quien los organiza
está representado por bienes (dinero y especies, como sucede en el juego de la lotería). El
apostador, por su parte, está sujeto a las prestaciones de dar una suma de dinero como
condición obligatoria y ello acontece en el momento en que adquiere los billetes, cartillas,
fichas y análogos, sin que pueda sostenerse que con ello realiza una compra, pues este hecho
esta inescindiblemente ligado al juego y a la apuesta.
En teoría nada impide que en el juego y apuesta permitidos el objeto sea una prestación de
hacer. Tampoco cabe descartar que el objeto resulte una prestación de no hacer, esto es, un
deber de abstención, aunque en la práctica lo vemos sumamente remoto.
Los Hermanos Mazeaud señalan que el juego es aquel contrato por el cual las partes
prometen entre sí una prestación, si una de ellas obtiene un resultado dependiente de la
fuerza, de la destreza, de la inteligencia o del puro azar, Por su parte Josserand define el
juego como una convención por la cual unas personas se comprometen, entregándose a una
combinación cualquiera, a pagar una suma de dinero o a hacerle una prestación.
Josserand señala que la apuesta es una convención en virtud de la cual unas personas que no
están de acuerdo sobre una cuestión, que considera diferente, convienen en que, quien tenga
la razón reciba de los demás una suma de dinero o una prestación determinada. Mientras que
los Hermanos Mazeaud, la define como el contrato por el cual cada una de las partes promete
a la otra una prestación según qué tal acontecimiento, se haya producido o no.
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Según los Mazeaud el contrato de juego y apuesta difieren por el papel que desempeñan las
partes, si provocan el acontecimiento que designará al ganador, se trata de juego; si
permanecen ajenos a ese acontecimiento se trata de apuesta. Además, expone que el juego
no es oponible a terceros cuando la deuda se salde con un pagaré, la excepción del juego es
oponible al portador de buena fé del pagaré.
El Código Civil señala dos reglas excepcionales comunes a los contratos de juego y apuesta:
Indudablemente que entre juego y apuesta existe diferencia. Puede haber juego sin apuesta,
así como puede haber apuesta sin juego. El juego puede consistir en una diversión sin
resultados económicos. En ese caso hablamos de juego por antomasia, pero la mayor parte
de veces el juego va acompañado de una apuesta. La apuesta existe sin el juego. Es un
elemento accidental podríamos decir que la apuesta es un accesorio del juego. Cualquier
clase de juego, desde el más atrevido hasta el más inocente pueden existir sin la apuesta no
puede existir sin el juego los actos o sucesos que son objeto de ella, la apuesta tiene que ir
siempre unida sea al juego, sea a los actos o hechos que se apuestan. Si yo apuesto que A no
pasa de 18 años, frente a otro que afirma que A, excede de los 18 años que muy bien puede
llegar los 24 años, ambas posturas sometidas al dicho de A que despejará la duda y llega A,
y dice que tiene 20 años. He perdido la apuesta. No se ha tratado de un juego, pero ha habido
apuesta. En cambio, sí teniendo el mazo de barajas en la mano digo que pagaré siete y medio
y otro jugador exhibe cartas que valen siete y medio, habré perdido en un juego en que ha
habido apuesta.
La apuesta no solo es dinero, pueden existir apuestas en objeto y apuestas carentes de valor,
en fichas o palillos de fósforos o granos de maíz, que no tienen valor.
Cabanellas, citando al artículo 2053 del Código Civil Argentino dice aún existe apuesta
"cuando dos personas que son de una opinión contraria, sobre cualquier materia, convienen
que, aunque cuya opinión resulte fundada recibirá de la otra una suma de dinero o cualquier
otro objeto determinado".
El artículo 2052 del Código Civil Argentino define el contrato de juego como aquel que tiene
lugar cuando dos o más personas, entregándose al juego, se obliguen a pagar a la que ganare
una suma de dinero u otro objeto determinado".
Según un primer criterio, para establecer la diferencia entre juego y apuesta ha de atenderse
al distinto motivo o finalidad de dichos contratos. Así, ENNECCERUS estima que el juego
tiene por objeto una distracción o una ganancia, o ambas cosas a la vez, mientras que la
apuesta tiende a robustecer una afirmación discutida.
Conforme a esto, sostiene que las apuestas sobre la victoria de un determinado caballo en
una carrera pública, son juego, porque sólo se realizan con vistas a una ganancia. A ello
añade que en las afirmaciones sobre futuro no suele haber apuesta, sino juego, y señala como
ejemplo las apuestas deportivas, si bien no considera acertado en este caso generalizar este
criterio.
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en la creación artificial de un riesgo en relación a un acontecimiento al menos subjetivamente
incierto.
Según un segundo criterio (romano), que es el más generalizado, hay juego cuando las partes
intervienen activamente en el acontecimiento incierto de que se trate y contribuyen al
resultado final, y hay apuesta cuando las partes quedan al margen de la actividad que
producirá dicho acontecimiento.
En este sentido, se ha definido el juego como “contrato por el cual cada una de las partes
promete a la otra una prestación si una de ellas obtiene un resultado dependiente de la fuerza,
de la destreza, de la inteligencia respectiva de las partes, o del puro azar”.
El Código sin embargo engloba en una frase el juego y la apuesta, reconoce tres clases de
estas:
Cada uno tiene un tratamiento especial; De conformidad con el nuevo sistema seguido por
el código vigente, mientras que los juegos permitidos y los prohibidos se encuentran
prefijados en las leyes, los no autorizados están en una zona neutral, pues no son prohibidos
ni permitidos. Estos últimos constituyen, por lo demás, los que se presentan con mayor
frecuencia, pues cubre un área muy amplia. Como ejemplo de los juegos no autorizados
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podemos citar los eventos deportivos en general, o cuestiones relativas a hechos o
acontecimientos ya producidos o actuadas, en todos los cuales existen competitividad, un
interés económico de por medio y los factores determinantes en beneficio del vencedor como
son sus destres física, su conocimiento, su memoria y otros similares a los que se agrega un
margen no cuantificado y colateral de suerte o azar.
"El juez puede reducir equitativamente el monto de la prestación cuando resulta excesiva en
relación con la situación económica del perdedor."
Como por otra parte hemos sostenido que el juego y apuesta no autorizados es un contrato
peculiar resulta evidente que dentro de su gama podrán ofrecerse no sólo prestaciones de
dar, sino también de hacer y no hacer. Nada impide, en efecto, que, en una competencia de
ajedrez, quien resulte perdedor le confeccione un retrato al vencedor (prestación de hacer) o
se abstenga de jugar durante un mes (prestación de no hacer) en la medida de que una u otra
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prestación haya sido previamente convenida. Como sabemos, en ambos ejemplos el
vencedor carecerá de acción para exigir el cumplimiento de la prestación por parte del
perdedor.
3) La prestación comprometida resultará exigible una vez que se produzca un hecho hasta
entonces futuro o que tratándose de un acontecimiento ya realizado e ignorado en su
origen por las partes, quede luego debidamente esclarecido. Debemos aclarar que en la
legislación sobre el juego y apuesta permitidos sólo se da la primera de estas hipótesis.
Ejemplo: la llegada a la meta de un caballo vencedor en un hipódromo. No existe, en
cambio, juego y apuesta permitidos en que la prestación esté sujeta al resultado de un
acontecimiento realizado, pero desconocido por las partes. Empero, se le consideró en el
texto para la eventualidad de que pueda darse en el futuro. Además, y desde luego, este
matiz se presenta frecuentemente en el juego y apuesta no autorizados (ejemplo: si dos
estudiantes de Derecho apuestan una comida respecto a quién era Presidente del Perú
cuando se promulgó el Código Civil de 1952: Ramón Castilla o José Rufino Echenique).
Adicionalmente cabe indicar que en ciertos casos sus mecanismos son sofisticados. Así
sucede con el empleo de totalizadores en los hipódromos, pues en realidad quien juega es la
masa apostadora (asistente o no al espectáculo hípico) de modo que la institución que hace
empresa (entre nosotros, el Jockey Club del Perú) se limita a recolectar las apuestas y cumplir
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con el pago de los resultados, reteniendo un porcentaje que no sólo asegura sus costos y el
pago de tributos, sino también una significativa ganancia.
El segundo párrafo del artículo bajo comentario carece de razón de ser, y su inclusión se
debe a que el autor no estuvo presente en la ponencia sustitutoria que estaba cambiando toda
la estructura del contrato de juego y apuesta, al separarlo en permitidos, no autorizados y
prohibidos. En efecto, la regla de equidad contenida por este segundo párrafo (evitar la ruina
del perdedor) se explicaba en el Código Civil de 1936, ya que conforme al artículo 1772 el
que perdía en juego y apuesta de los no prohibidos quedaba obligado al pago. Pero como
esto no es así en el Código actual (artículo 1943) no vemos cómo pueda aplicarse esa regla
de equidad si el juego y apuesta permitidos están circunscritos a los que se organizan de un
modo empresarial y con un riesgo calculado.
Con relación a los efectos que el Código Civil ha atribuido a los juegos permitidos podemos
mencionar los siguientes:
Sí se permite al ganador recurrir a la vía judicial para reclamar lo que ha ganado en un juego
permitido, sin embargo, también se admite la reducción judicial de la deuda cuando resulta
excesiva en relación con la situación económica del perdedor. Es decir, aun así, el juego sea
lícito, el legislador ha considerado necesario proteger al perdedor. La reducción judicial de
la deuda proveniente de juegos permitidos ya se contemplaba en el Código Civil de 1936,
señalándose en su Artículos 1772 lo siguiente: "El que pierde en juego o apuesta de los no
prohibidos queda obligado al pago. El juez puede, sin embargo, reducir la obligación en lo
que excediere de los usos de un buen padre de familia".
En nuestra opinión, la reducción judicial de la deuda en un juego lícito solo debería ser
posible por un acontecimiento extraordinario o imprevisible, por causas extrañas al riesgo
propio del contrato, tal como lo dispone el Artículos 1441, numeral 2, del actual Código
Civil; pero si la excesiva onerosidad de la prestación obedece a circunstancias propias del
contrato no debería constituir la situación económica del perdedor un criterio válido para
que este pueda reducir su deuda, pues tal circunstancia no necesariamente era un hecho cierto
y conocido por el ganador. En este aspecto, el Código Civil funge de paterna lista y el efecto
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de la norma podría seguir una dirección opuesta a la deseada pues podría estimular que
quienes tienen una complicada situación económica se agencien de grandes cantidades de
dinero para jugarlas, sabiendo que dentro del rango de probabilidades será mayor la
oportunidad de obtener pingües ganancias, pues podrían aprovecharse de la reducción
judicial para aminorar sus deudas.
La situación económica del perdedor solo puede ser invocada como excepción y no como
acción. En consecuencia, la reducción judicial no podría solicitarla una persona que ya pagó
la deuda a través de una demanda de reducción de deuda de juego y solicitar por lo tanto su
devolución parcial. El último párrafo del Artículos 1942 señala que el juez puede reducir la
prestación, en consecuencia, si esta ya se cumplió, la obligación está plenamente extinguida
y no tendría entonces título para repetir al que pagó la deuda de juego permitido, aunque
pretendiera invocar su situación económica.
El deudor que pagó una deuda proveniente de un juego permitido no puede luego demandar
su devolución total ni parcial. Al haberse extinguido la obligación, es irrelevante que pueda
probar que el monto de la prestación resultó excesivo con relación a su situación económica,
pues la reducción judicial solo puede ser invocada como excepción, cuando el deudor actúa
como demandado.
El que paga voluntariamente una deuda emanada del juego y la apuesta no autorizados, no
puede solicitar su repetición, salvo que haya mediado dolo en la obtención de la ganancia o
que el repitente sea incapaz.
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Según lo explicado en los conceptos generales el Código Civil en vigencia tiene una
estructura peculiar en lo que se refiere al juego y apuesta, pues se aparta de la legislación
tradicional o clásica y hace una categórica distinción entre los permitidos, no autorizados y
prohibidos. Ya hemos señalado que el sistema utilizado tiene indudable contenido ético, pero
también reconocemos que podría objetarse y en todo caso discutirse en lo que se refiere al
trato dado al juego y apuesta no autorizado, pues son los que se presentan con mayor
frecuencia en la vida diaria. Pondremos algunos ejemplos: Pedro se enfrenta a Juan en un
partido de tenis y convienen en que el perdedor le pagará una suma de dinero o le entregará
un bien determinado o le prestará un servicio o se abstendrá de hacer algo. Carlos tiene una
discusión con Santiago sobre el resultado del encuentro final del Campeonato Mundial de
Fútbol realizado en Argentina en 1978 y hacen una apuesta relacionada con cualquiera de
las prestaciones antes mencionadas, o sea de dar, hacer o no hacer. Julia afirma que Juana
de Arco falleció el 30 de mayo de 1431, en tanto que Cecilia sostiene que fue el 30 de mayo
de 1430, y surge otra apuesta vinculada con un hecho del pasado y sujeta también a un efecto
o consecuencia lucrativa. En todos estos casos, como en tantos otros similares no existe
prohibición legal, puesto que no se trata de juegos de envite y azar, pero tampoco están
permitidos y se hallan, de consiguiente, en una posición intermedia, ya que, si de una parte
el vencedor carece de acción para exigir el pago, por otro lado, el perdedor que satisfizo la
prestación no puede reclamar su devolución (de ser ello posible), pues el primero goza de la
solutio retentio. Estos efectos, tan distintos, responden a la filosofía impuesta en el Código,
que desalienta al juego y apuesta, pero concede una solución decorosa para el perdedor,
satisfactoria para el vencedor y lo que es tanto o más importante, coherente con el acontecer
diario, con los usos y costumbres y el valor moral de la palabra empeñada.
Para que funcione la solutio retentio es indispensable que el pago haya sido hecho por el
perdedor en forma voluntaria. De otro modo el acto sería anulable por error, violencia o
intimidación. No hemos mencionado al dolo como factor de anulabilidad, pues el artículo
1943 lo señala expresamente y desde luego su inclusión es inobjetable, pues faltaría el alea
y la ley no puede proteger a quien ha empleado artificio o argucia para obtener un resultado
que le favorezca. Como apunta León Barandiarán, "debe haber ausencia de fraude de parte
del ganancioso, o sea, que el resultado del juego no se deba a acciones dolosas de aquél, y
así el primer tahúr puede verse constreñido a restituir lo que se le haya pagado" Finalmente,
habrá también lugar a repetición si quien ha pagado es incapaz. Se trata, en este caso, de que
no exista aprovechamiento por falta de razonamiento, inexperiencia o inmadurez del
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perdedor. No se ha establecido en esta hipótesis si la incapacidad es absoluta, de modo que
el precepto se extiende también a la relativa. Esta es una deficiencia que deberá ser corregida
en el futuro, por cuanto el acto jurídico practicado por incapacidad relativa del agente sólo
es anulable, a tenor de lo dispuesto en el artículo 221, inciso 1, del Código Civil, Opina León
Barandiarán que "... la falta de capacidad para realizar un acto jurídico, como es un pago,
importa la impugnabilidad de éste. Si esta es una regla general, con tanto mayor razón tendrá
aplicación en el caso contemplado, de una obligación imperfecta, como es la derivada de una
deuda de juego del tipo considerado en el artículo 1768 (del Código Civil de 1936), en que
no se permite la exigibilidad de la obligación, sino sólo la no repetición de lo pagado.
Solo aquellos juegos cuya prohibición ha sido establecida expresamente por una ley van a
estar sujetos a los efectos indicados en el Artículos 1944. La regla en nuestra legislación civil
ha sido prohibir los juegos, especialmente los juegos de azar y esto se advierte desde el albor
de la República.
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una injusta disposición de la riqueza personal desestimulando la solidaridad entre las
personas y que fomentan la corrupción de las entidades estatales
Lo expuesto en la parte final del párrafo anterior significa que quien pagó no necesita recurrir
a los tribunales para que declaren la nulidad, pues ésta ópera jure etde iure. Desde luego, si
el perdedor entregó al vencedor dinero o especies y no se le devuelve tendrá que interponer
la correspondiente acción restitutoria, o una indemnizatoria si por la naturaleza de las cosas
no cabe restitución, lo que sucedería cuando la prestación fue de hacer o de no hacer.
La legislación peruana en materia de juego y apuesta prohibidos está referida al envite -cuya
definición fue dada en los conceptos generales, y aparece en el Decreto Ley N° 7051 de 18
de marzo de 1931.
Conforme a sus disposiciones, "la prohibición del juego de envite es absoluta en toda la
República. Quienes trafiquen con dicho juego ejerciendo el rol de banqueros, empresarios,
talladores, etc., serán reprimidos administrativamente por la autoridad prefectural, con multa
de mil a cinco mil soles y además, juzgados como vagos y expulsados del territorio nacional,
si fueran extranjeros. El dinero y los efectos encontrados en mesa o en poder de los jugadores
serán decomisado. Los clubes, centros sociales o establecimientos en que se sorprenda la
práctica del juego de envite serán clausurados y sólo podrán reabrirse mediante un depósito
en efectivo de diez mil soles el cual, en caso de reincidencia y sin perjuicio de la clausura
definitiva será aprovechado por el Estado. Por último, incurre en responsabilidad por
negligencia y será destituido, quedando inhabilitado durante un año para el servicio, el
funcionario de policía o autoridad política en que se sorprenda algún foco de juego de envite
y tratándose de casos de corrupción de funcionarios, los responsables serán reprimidos con
arreglo al artículo 243-A del Código Penal (adicionado por el artículo 10 del Decreto Ley
N° 25836 de noviembre de 1992).
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También es pertinente referirnos a la Ley N° 10293 de 24 de noviembre de 1945, que
prohibió la explotación del juego de las carreras de galgos, cuya concesión la tenía la
Empresa Lima Kennel Park S. A. y sanciona igualmente el juego de ruleta y demás formas
de azar empleadas en establecimientos o por Vendedores ambulantes, con excepción de las
tómbolas debidamente autorizadas con fines sociales.
No se permite al ganador recurrir a la vía judicial para reclamar lo que ha ganado y si esto
ha ocurrido es nulo de pleno derecho. Los juegos prohibidos están afectados con la nulidad
absoluta; inclusive, como lo indica el Artículos 220 del Código Civil, tal circunstancia puede
ser alegada también por el Ministerio Público.
Al ser nulo este contrato, significa además que existe acción para recuperar lo pagado en un
juego prohibido. Asimismo, el juez puede declarar de oficio la nulidad cuando esta resulta
manifiesta en un proceso que verse sobre la existencia de una deuda derivada de un juego
prohibido. Por ejemplo, una empresa peruana que gestiona y colecta en el país apuestas para
loterías del exterior demanda a un cliente local el cobro de una deuda generada por la
adquisición de varios billetes de esta lotería extranjera. El cliente -que desconoce estas
normas- trata de evitar el pago con otros argumentos. El juez, en aplicación de las leyes que
regulan el juego de lotería y del Artículos 1944 del Código Civil, podrá sin que le sea
solicitado, declarar la nulidad del contrato y la improcedencia del cobro de la deuda. La
reducción judicial no es posible en estos casos.
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3.3 Excepción para no pagar lo perdido
Sí existe. Al ser nulo este contrato, significa además que existe acción para repetir lo pagado
en un juego prohibido. Entonces, el deudor que pagó voluntariamente una deuda proveniente
de un juego puede luego demandar su devolución. A nuestro criterio, la participación en un
juego prohibido debe afectar a todas las partes contratantes. Es interesante la solución del
Código Civil Federal de México, que sanciona parcialmente al perdedor en un juego
prohibido. Al respecto señala lo siguiente: "Artículos 2765. El que paga voluntariamente una
deuda procedente del juego prohibido, o sus herederos, tiene derecho de reclamar la
devolución del 50% de lo que se pagó. El otro cincuenta por ciento no quedará en poder del
ganancioso, sino que se entregará a la Beneficencia pública"
4. Nulidad de actos jurídicos que encubran o envuelvan deudas del juego y apuesta no
autorizados y prohibidos (Art. 1945)
El jurista Carlos A. Fonseca Sarmiento comenta que esta norma señala que una deuda de
juego prohibido o no autorizado no es susceptible de convertirse por novación u otro medio
similar, en una obligación civilmente eficaz. De esta manera, quien tuviera una deuda
(obligación primitiva) que realmente tiene su causa en este tipo de juegos, cuando la
obligación que le es exigida (obligación convertida) se le atribuye una causa civilmente
eficaz, el deudor tendrá todos los medios posibles para probar que la causa real de la
obligación es el juego prohibido o no autorizado y con ello podrá bloquear la acción e
impedir su pago.
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Las maniobras empleadas para convertir una deuda de juego en deuda civilmente exigible
son simulaciones de acto jurídico y nuestro Código Civil en los Artículos 190, 191 Y 192-
se pronuncia sobre la simulación absoluta, la simulación relativa y la simulación parcial,
respectivamente. Por regla general, se protege al tercero de buena fe. Así, el Artículos 194
señala que la simulación no puede ser opuesta por las partes ni por los terceros perjudicados
a quien de buena fe y a título oneroso haya adquirido derechos del titular aparente. Es preciso
advertir, sin embargo, que en el Artículos 1945 no se indica si el tercero de buena fe adquirió
a título gratuito u oneroso el derecho sobre la deuda de juego.
Con relación al segundo párrafo del Artículos 1945, podemos indicar algunas situaciones: si
un jugador perdió en un juego prohibido o no autorizado puede ser que en dichas
circunstancias sea obligado a aceptar una letra de cambio para saldar la deuda. Es decir, se
le puede dar forma de título a la orden a favor del ganador. El portador de buena fe de tales
títulos -a consecuencia de su tráfico patrimonial- sí tiene el derecho de cobrar la suma de
dinero indicada en el título, sin perjuicio del derecho que tendrá el deudor de repetir contra
el ganador del juego prohibido por ser este nulo o cuando existe dolo o el repitente es
incapaz, en el caso de los juegos no autorizados.
Por su parte Max Arias Schreiber opina que, Mediante este dispositivo se protege la finalidad
ética perseguida en los juegos y apuestas no autorizados (artículo 1943) y prohibido (artículo
1944), de modo tal que no tendrán valor aquellos actos que resulten disfrazados y
dependientes. Se evita así el fraude de la ley, impidiendo una apariencia que no constituye
un hecho nuevo, que carece de autonomía y se pone por lo tanto atajo a legitimar por la vía
indirecta, lo que la ley no permite directamente. Manifiesta a este respecto León Barandiarán,
citando a Staudinger, que se trata de resguardar lo que resultaría ser una distorsión
fraudulenta y se rechaza la posibilidad de introducir "variaciones mediante las cuáles el
perdedor asume frente al ganador una obligatoriedad para el cumplimiento de una deuda por
juego o por apuesta, en especial mediante un reconocimiento de deuda
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AI referirse a la novación, León Barandiarán explica que mediante ella "se podría emplear
un medio sustitutorio para conseguir la ejecución de una obligación que la ley repudia. La
obligación nueva creada por el empleo del recurso antedicho está infeccionada, como en el
caso del reconocimiento, por el vicio de la causa novandi. Como muy bien advierte Funaioli,
el elemento causal es aquí determinante"
En lo que atañe a la constitución de garantías, basta decir que necesariamente corren la suerte
de su verdadera razón de ser. León Barandiarán expresa que "... respecto a la deuda emanante
del juego de Cayo en favor de Ticio, la fianza otorgada por Sempronio quedaría sujeta a la
excepción ex causa por dicho Sempronio ante la exigencia de Ticio. Igual que en el caso de
la fianza, ocurriría lo mismo en el supuesto de alguna otra garantía, como la hipoteca, la
prenda"
En su parte final, el precepto bajo comentario pone a salvo el derecho del tercero de buena
fe, quien por razones de velocidad en la circulación y de seguridad en la transmisión de esta
clase de documentos es ajeno a su origen y por lo tanto la invalidez no le alcanza. León
Barandiarán, luego de poner varios ejemplos relacionados con el artículo 1769 del Código
Civil de 1936 pero que son pertinentes al Código vigente, señala que lo que sostiene respecto
a las letras de cambio es aplicable a los vales y pagarés a la orden, por la remisión que hace
el artículo 133 de la Ley de Títulos Valores
Desde luego, nada impide que quien pagó al tercero de buena fe tenga expedito su derecho
para repetir contra el que recibió y negoció originalmente el título de crédito. No existe, en
nuestro Código, una disposición que lo señale expresamente -como sucede en el Código
Civil de la República del Paraguay, promulgado el 23 de diciembre de 1985-, pero ese
derecho emana de la naturaleza de las cosas.
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Este artículo ha sido concebido exclusivamente para el juego y apuesta no autorizados pues
de su texto se infiere que existirá acción a favor de quien paga con la aceptación expresa o
tácita del perdedor, actuando como un gestor que a sabiendas ha servido de intermediario y
no tiene por qué empobrecerse. No sucede lo mismo, por cierto, en el juego y apuesta
prohibido, pues en esta hipótesis el tercero que paga carece de acción en cualquier
circunstancia, dado el rigor con que trata el Código estas actividades.
Dentro del mismo criterio, esto es, legislando sobre el juego y apuesta no autorizados de un
modo menos severo que los prohibidos, la parte final del artículo dispone que quien paga sin
autorización del perdedor y recibe de éste la cancelación de lo que abone, goza de la solutio
retentio y no está obligado a su restitución.
El reciente Código Civil paraguayo (1985) señala en su artículo 1455 que el tercero que sin
mandato hubiese pagado una deuda de juego y apuesta, no goza de acción alguna contra
aquél por quien hizo el pago. Nosotros preferimos la fórmula peruana, pues es más flexible.
Por último, debemos reflexionar sobre la supresión hecha por la Comisión Revisora del
artículo 2001 del Proyecto, según el cual "no puede exigirse el pago de lo que se presta
expresamente para juego no autorizado, si se hace anteriormente o en el acto mismo de jugar"
y dejamos constancia de nuestra discrepancia y de la conveniencia de incorporarlo en el
futuro. En efecto, dicho numeral del Proyecto tenía como fuente el artículo 1771 del Código
Civil de 1936, con el agregado de que no exista acción si el préstamo se hacía antes y no
simplemente en el acto del juego y apuesta y su propósito estaba dentro de la filosofía que
regula este contrato, dirigida a no propiciar la práctica de lo que puede convertirse en un
vicio. Por cierto, que la solución sería distinta en la hipótesis de que el mutuo se realizase
después del resultado del juego y apuesta no autorizados y así se desprendía del referido
artículo 2001 del Proyecto, contrario sensu, de modo que su reembolso procedería como en
cualquier caso de un préstamo válido.
Según MaxArias Schreiberen su libro Exégesis opina que En nuestro Perú el juego y apuesta
permitidos descansan, con mayor o menor intensidad, en la intervención masiva de los
apostadores y se sujetan a las leyes o disposiciones administrativas pertinentes. Existen
modalidades del juego y apuesta que en algunos casos están relacionadas con espectáculos
públicos, como sucede en las carreras de caballos o los partidos de fútbol, para poner dos
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ejemplos (apuestas en función del totalizador y cartillas del denominado "Deporgol" que ya
no opera, respectivamente), sin que por cierto haya relación jurídica alguna entre dicho juego
y tales espectáculos. Se trata, en verdad, de contratos masivos o multilaterales.
Explica Consuelo Vidal Bruce, que "los juegos y apuestas en los que suele tomar parte un
gran número de personas pueden ser divididos en dos categorías: una formada por una serie
de contratos bilaterales entre el organizador del juego y cada uno de los participantes en el
mismo, y otra en la que todos los jugadores crean un único contrato plurilateral, ejercitando
el organizador únicamente una función de intermediario. Esta división facilita el análisis de
los diferentes tipos de relaciones que se dan entre los participantes en estos juegos o apuestas,
y funciona aún en los casos en los que éstos no se organizan profesionalmente" (Consuelo
Vidal Bruce, los contratos de juego y apuesta, tesis para optar el grado de bachiller en la
Pontificia Universidad Católica del Perú, 1984).
6.1 los juegos y apuestas que de alguna manera se han vinculado o están sujetos a lo
dispuesto por el artículo 1947 del Código Civil.
A) Lotería
Conforme al artículo 7 del Decreto Ley N° 21921, los premios pueden consistir en dinero
efectivo y/o en bienes muebles o inmuebles, pero es condición que el premio mayor de todos
los sorteos sea dinero en efectivo. En el caso de muebles o inmuebles, es indispensable que
sean adquiridos por el Ramo de Loterías antes de la fecha en que se verifique el
correspondiente sorteo. Además, y sí lo que se sortean son muebles o inmuebles, el Ramo
considerará como complemento del premio una suma equivalente al 20% del valor de los
bienes sorteados (artículo 7, incisos a, b, c y d).
El artículo 14 constituye una excepción al numeral 1949 del Código Civil (infra, página
403), pues dispone que el plazo para efectuar la cobranza de premios es de 180 días
calendario y si el último fuera inhábil, el plazo vencerá el primer día hábil siguiente.
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Otro-precepto significativo es el artículo 20, según el cual el premio correspondiente a un
billete de lotería o fracción de éste, será pagado por los Ramos de Loterías a su sola
presentación. La tenencia del billete de lotería o fracción confiere a su poseedor, por lo tanto,
el derecho al-cobro del premio, salvo mandato judicial que disponga la suspensión del pago.
B) Casinos
El juego y apuesta en los casinos está basado en un sistema de autorizaciones que otorga la
Dirección Nacional de Turismo del Ministerio de Industria, Turismo, Integración y
Negociaciones Comerciales Internacionales (MI-TINCI) a mérito de las disposiciones
contenidas en la Ley N° 27153 de 9 de julio de 1999 (Ley que regula la explotación de los
juegos de casino y máquinas tragamonedas), la misma que viene a sustituir al Decreto Ley
N° 25836 y a sus demás antecedentes legales, tales como el Decreto Ley N° 22515 del Iode
mayo de 1979 y el Decreto Legislativo N° 698 del 5 de noviembre de 1991, siendo también
aplicable el Decreto Supremo N° 001-2000-ITINCI del 7 de enero de 2000 (Reglamento
para la explotación de los juegos de casino y máquinas tragamonedas)
La Ley N° 27153, que actualmente regúlala explotación de los juegos de casino y máquinas
tragamonedas, consta de 46 artículos distribuidos en ocho Títulos, así como disposiciones
transitorias, complementarias y finales. Ellos son: TITULO I (Disposiciones generales),
TITULO II (De los juegos de casino y de las máquinas tragamonedas), TITULO III (De la
autorización, garantías e inicio de operaciones), TITULO IV (De la autoridad competente),
TI¬TULO V (De los titulares de la autorización de explotación de juegos de casino y
máquinas tragamonedas), TITULO VI (Medios impugnatorios), TITULO VII (Impuesto a
los juegos de casino y máquinas tragamonedas), TITULO VIII (Régimen de infracciones y
sanciones).
Entre las más importantes normas que hay que destacar en esta ley, señalaremos las que
siguen:
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Según el artículo 3 es objeto de la ley:
a) Garantizar que los juegos de casino y máquinas tragamonedas sean conducidos con
honestidad, transparencia y trato igualitario.
Conforme al artículo 5 la explotación de juegos de casino sólo puede llevarse a cabo en los
distritos autorizados mediante resolución suprema, debiendo tomarse en cuenta además de
la infraestructura turística existente, razones de salud, moral y seguridad pública. Estos
establecimientos incluyendo los de tragamonedas no pueden estar ubicados a menos de 150
metros de iglesias, instituciones educativas, cuarteles y hospitales.
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Sólo podrán ingresar a las salas destinadas a la explotación de los juegos de casino y de
máquinas tragamonedas, los mayores de edad. El usuario está obligado a presentar su
documento de identificación. Por ningún concepto podrán ingresar a estas salas:
En el Capítulo II del Título II, están expuestos las características técnicas de las máquinas
tragamonedas, así como los juegos autorizados y el Registro de Juegos.
En el Título VII aparecen las reglas que conciernen al impuesto a los juegos de casino y
máquinas tragamonedas, disponiendo que son además de aplicación las normas
reglamentarias y el Código Tributario en lo que fuera pertinente.
Es importante resaltar que el sujeto pasivo del impuesto es el que realiza la explotación de
los juegos de casino o de máquinas tragamonedas y que la base imponible del impuesto está
constituida por la ganancia bruta mensual proveniente de la explotación de los casinos y
máquinas tragamonedas (artículos 37 y 38 de la ley).
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Conforme al artículo 41 se fija el régimen de administración del impuesto.
El artículo 42 señala el destino de los ingresos generados por el impuesto de casino en tanto
que el artículo 43 lo hace respecto de los juegos de máquinas tragamonedas.
Finalmente, la tercera disposición final deroga el Decreto Ley N° 25836, la Ley N° 26453;
el segundo párrafo del artículo 38, el inciso c) del artículo 50
y la segunda disposición final del Decreto Legislativo N° 776; así como la Ley N° 26812,
Asimismo, se deja sin efecto el Decreto Supremo N° 01-95-ITINCI, que aprueba el
reglamento de casinos de juego; el Decreto Supremo N° 04-94-ITINCI, que aprueba el
reglamento de uso y explotación de máquinas tragamonedas; el Decreto Supremo N° 014-
96-ITINCI, que suspende el otorgamiento para el uso y explotación de máquinas
tragamonedas; el Decreto Supremo N° 004-97-ITINCI, que establece instancias y
mecanismos para fiscalizar el cumplimiento del reglamento de uso y explotación de
máquinas tragamonedas; así como las demás disposiciones que se opongan a esta ley.
El Reglamento de la Ley N° 27153, a su vez, fue aprobado por Decreto Supremo N° 001-
2000-ITINCI del 7 de enero del año 2000 y consta de diez Capítulos divididos en 54
artículos, así como disposiciones transitorias, complementarias y finales, constando además
de los anexos "a", "b", "c", y "d".
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(De la autorización expresa para la explotación de juegos de casino y máquinas
tragamonedas), CAPITULO V (De la garantía), CAPITULO VI (Del inicio de operación),
CAPITULO VII (De la autoridad competente), CAPITULO VIII (De la explotación de los
juegos de casino y máquinas tragamonedas), CAPITULO IX (Del impuesto a los juegos de
casino y máquinas tragamonedas) y CAPITULO X (Régimen de infracciones y sanciones).
Luego, por Decreto Ley N° 21091 de 24 de febrero de 1975, se dictó la Ley Orgánica de la
Empresa Pública de Administración de Pronósticos Deportivos (EPAPRODE) la cual,
conforme al artículo 6, tenía facultades para dictar las normas relativas a concursos de
pronósticos deportivos de fútbol, incluyendo su administración y fiscalización.
La suerte de EPAPRODE fue ondulante, ya que empezó con mucho empuje para languidecer
hasta su desaparición.
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La nueva entidad es una empresa estatal de derecho privado, que se rige por la Ley General
de Sociedades, cuyo texto fue aprobado por Ley N° 26887 de 09 de diciembre de 1997.
D) Bingo
Conforme al artículo 3 del Reglamento, pueden ser autorizadas para la explotación de salas
de bingo, las asociaciones deportivas, culturales, sociales o benéficas; las empresas de
servicios turísticos y las sociedades mercantil es especializadas. Las solicitudes, con la
documentación respectiva, se tramitan ante el correspondiente concejo distrital.
Con el objeto de garantizar la seriedad del juego se ha dispuesto que los locales destinados
a salas de bingo permitan que las extracciones de bolos sean visibles para todos los
participantes, directamente o a través de un circuito cerrado de televisión, de modo tal que
se asegure la simultaneidad de la visión con la posibilidad de jugadores (artículo 16.1 del
Reglamento).
Corno en el caso de los casinos no pueden entrar a las salas de bingo los menores de edad y
las personas sujetas a interdicción civil, siempre que esa condición haya sido puesta en
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conocimiento del personal de control de admisión. Además, se puede impedir el ingreso a
quienes por sus referencias se supone que habrán de observar una conducta desordenada o
cometer irregularidades en el juego.
Existe una característica propia del juego de bingo y es que el acceso a la sala está sujeto a
la adquisición de un boleto de entrada, sin perjuicio de la exhibición de un documento de
identidad.
A lo expuesto se suma que para jugar es necesario utilizar cartones, cuya adquisición (mal
denominada venta) se sujeta a las disposiciones contenidas en el artículo 28 del Reglamento.
Estamos, pues, en presencia de un juego y apuesta que es complejo y masivo.
En el bingo están prohibidos los premios en especie y los pagos se harán en efectivo o, a
solicitud del ganador y por su seguridad, en cheque bancario girado contra la cuenta de la
entidad organizadora del juego.
b. Las damas chinas es un invento chino que tuvo muchos adeptos en los Estados Unidos
de América en los años 30. Consiste en un tablero impreso en forma de estrella y en cada
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una de sus puntas se coloca diez piezas. El juego consiste en llevarlas a la punta opuesta.
Pueden saltarse las piezas propias y las de los jugadores contrarios.
c. El dominó fue inventado en la China hace más de 3000 años y consta de 28 fichas
rectangulares marcadas con puntos del 0 al 10. Cada participante cuenta con 7 fichas y
el primero lanza una, y a partir de ese momento los jugadores colocan la pieza cuyo
número coincida con la que está sobre la mesa. En este juego participan cuatro personas
formando dos parejas, a diferencia del ajedrez, en el que sólo intervienen dos.
d. El monopolio ha sido el juego más popular del siglo XX. Creado en 1934, consiste en
que los jugadores que varían entre 2 y 8, traten de adquirir la mayor cantidad de
propiedades posibles, a fin de desbancar a los demás, quedándose como dueño absoluto
del capital y de las propiedades.
e. El riesgo (Risk) tiene como objetivo la conquista del mundo. En este juego de estrategia,
los competidores deben colocar 21 soldados dentro de los diferentes territorios y,
posteriormente, seleccionar al azar una tarjeta para conocer cuál es su misión. Esta puede
ser destruir otras tropas, ocupar ciertos territorios, etc.
f. La jenga es un juego que combina el equilibrio con la destreza y consiste en sacar piezas
de una torre formada por trozos de madera de un mismo tamaño y colocarlas en la parte
superior, pero evitando que la torre se caiga
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j. El clue o súper detective consiste en adivinar en qué lugar de la casa, con qué arma y
quién asesinó a don difunto. El juego consiste en poner en un sobre 3 tarjetas con tales
datos, para que cada jugador avance con el número que indican los dados, hasta el lugar
de la casa donde se sospecha que ocurrió el crimen y decir quién es el culpable.
k. El juego de mesa de acción y bolsa es hoy en día el amo de las finanzas. Todos los
jugadores inician la partida con igual cantidad de dinero. Hay que comprar acciones al
más bajo precio posible y venderlas al más alto. Se deben adquirir acciones hasta en 16
empresas y decidir la venta de sus títulos en el momento exacto, antes de que la pizarra
de cotización indique la quiebra de una de ellas.
m. El juego "nadie sabe para quién trabaja" es otro de los más utilizados en la sociedad.
Tiene numerosas reglas, conforme a las cuales se van obteniendo puntajes, resultando
vencedor el que obtenga el mayor puntaje una vez agotado el mazo. Se juega entre 2 y 4
personas.
Rifa es "el juego que consiste en sortear una cosa entre varios por medio de cédulas de corto
valor, que todas juntas suman, por lo menos, el precio en que se le ha estimado" (Diccionario
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de la Lengua Española vigésima edición, tomo II, página 1190). De lo expuesto se advierte
su inevitable ligazón con el azar y por lo tanto y como regla general, estaría prohibida,
Empero, consideraciones de orden social o altruista han determinado un trato más benigno
y ya el artículo 1773 del Código Civil de 1936 permitía, en su segundo párrafo, que fuesen
autorizadas. Este temperamento fue reafirmado por la Ley N° 10324 de 22 de diciembre de
1945, hecha extensiva a las tómbolas y otros acontecimientos similares.
Por otro lado, sobre la rifa, debemos decir que es una modalidad de lotería, pues goza de
todas sus características esenciales. En efecto, es un juego público y colectivo, la obligación
del participante es pagar el precio, el participante recibe un comprobante para acreditar su
participación, el resultado del juego está determinado por un sorteo, la obligación del
organizador del juego es pagar el premio al participante que tuvo un número o combinación
de números ganadores, el resultado del sorteo es de carácter general
Carlos A. Fonseca Sarmiento opina que Esta norma no es de naturaleza civil sino
administrativa. Debe distinguirse la organización y gestión de un juego, del desarrollo del
mismo. La regulación de la organización y gestión de un juego, más aún si es de azar,
corresponde al Derecho Administrativo, pues involucra el ejercicio de la función
administrativa del Estado encargada de autorizar, fiscalizar y posiblemente sancionar el
desarrollo de estas actividades.
El desarrollo del juego en sí se regula por el Derecho Civil, pues la relación jurídica que se
genera en un juego de azar organizado es una relación civil que se traduce en un contrato de
juego.
Por otro lado, esta norma se refiere a juegos de azar caracterizados por su ocasionalidad, sin
embargo, ¿no es acaso cierto que los juegos de azar desarrollados con carácter permanente
también deben ser autorizados previamente por la autoridad competente?
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Por su parte Max Arias Schreiber, opina que del contenido del artículo 1948 se desprende
que la ley civil está remitida a las normas administrativas y en este orden de ideas son
aplicables el Decreto Supremo N° 90 de 14 de octubre de 1963 y su modificatorio, el Decreto
Supremo s/n de 6 de abril de 1964. De conformidad con estos preceptos, las rifas, concursos
y sorteos, así como las promociones de venta mediante canjes de envases o cualquier sistema
análogo deberán contar con la respectiva autorización de la Dirección General de Gobierno
(actualmente Dirección General del Interior), o de los prefectos o subprefectos, cuando se
realizan fuera de Lima y Callao, y en las solicitudes deberá constar el sistema, condiciones
y requisitos según los cuales se llevará a cabo el sorteo, rifa, concurso, propaganda comercial
o venta a plazos con premios. En estos decretos existen multas para la hipótesis de
incumplimiento, que por su monto deben ser objeto de actualización.
Otra condición es que se trate de rifas públicas, no siendo el precepto aplicable a las que se
organizan en oficinas o lugares análogos y careciendo de acción de cobro en esta hipótesis.
Finalmente, hacemos notar la falta de coherencia entre el artículo bajo comentario, en lo que
atañe a los concursos, con la regla contenida por el artículo 1966 del Código Civil. En efecto
y en virtud de este último numeral, el ofrecimiento de una prestación como premio de un
concurso constituye una promesa unilateral y no es un contrato, como sucede en el juego y
apuesta permitidos.
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Carlos A. Fonseca Sarmiento refiere Para La caducidad extingue la acción y el derecho, y
en este caso la regla general es que tiene un plazo de un año. Los juegos usualmente son
instantáneos o de corta duración, por ello el plazo podría haberse reducido aún más, por
ejemplo a la mitad, sin que por ello se afectara los intereses de las partes.
Usualmente, las leyes especiales que regulan modalidades específicas de juegos, regulan a
estos en sus aspectos de Derecho Administrativo (requisitos para obtener una autorización y
funciones administrativas del Estado para controlar el juego) y de Derecho Tributario
(obligaciones tributarias derivadas del juego regulado), pero no contienen disposiciones de
carácter civil y mucho menos referidas a la prescripción y/o caducidad de las acciones
derivadas de una controversia suscitada en un contrato de juego.
Max Arias Schreiber en su libro exegesis refiere que se ha establecido un plazo de caducidad
para reclamar el pago de la deuda originada en el juego y apuesta permitido y no rige por lo
tanto la regla general sobre prescripción de la acción personal, para mayor estabilidad de las
entidades encargadas de la organización de los juegos y apuestas permitidos. Desde luego
este plazo podrá ser mayor o menor, en caso de que la ley especial así lo disponga.
Para seguridad del apostador, a su vez, el artículo bajo comentario dispone que el término
inicial del plazo de caducidad correrá a partir del momento en que el resultado se haya hecho
público, para lo cual y salvo forma específica prevista, se podrá utilizar el medio más
conveniente (publicación en el diario oficial o en cualesquiera de los que están en
circulación, transmisión radial o televisiva, etc.).
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REFERENCIA BIBLIOGRAFÍCA
Aparicio y Gómez Sánchez, Germán, Código Civil, Concordancias, Lib. e Imp. Gil, Lima,
1943
Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil, Contratos, Buenos Aires, 1990.
Gaceta Jurídica, Código civil comentado por los 100 mejores especialistas tomo IX
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