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UNIVERSIDAD CATÓLICA LOS ÁNGELES DE

CHIMBOTE

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

ASIGNATURA:
DERECHO DE CONTRATOS

TEMA:
JUEGO Y APUESTA

INTEGRANTES:

 VILCA FLORES, Cristina.

CICLO : VIII

DOCENTE:

 CARITA CARITA, Kissel

FECHA: Juliaca, 2018.

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PRESENTACIÓN………………………………………………………………………............... 3
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………….... 4

EL JUEGO Y APUESTA
I GENERALIDADES
1. Concepto………………………………………………………………………………………. 5
2. Definición doctrinaria…………………………………………………………………………. 5
3. Caracteres…………………………………………………………………………………….. 8
4. Sujetos y capacidad………………………………………………………………………….. 9
5. Objeto de la prestación………………………………………………………………………. 10
6. Diferencia entre juego y apuesta……………………………………………………………. 10
6.1. En relación al fin perseguido por las partes…………………………………………. 12
6.2. En función de la participación en la realización del evento………………………… 13
7. Clases de juego y apuesta…………………………………………………………………... 13

II EL JUEGO Y APUESTA EN NUESTRO CODIGO CIVIL


1. Juego y apuesta permitidos: Acción de cobro (Art. 1942)……………………………….. 14
1.1. Efectos de los juegos permitidos……………………………………………………… 16
1.2. Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la deuda………………… 16
1.3. Excepción para no pagar lo perdido………………………………………………….. 17
1.4. Acción para recuperar lo pagado……………………………………………………… 17
2. Juego y apuesta no autorizados: falta de acción y de repetición (Art. 1943)………….. 17
3. Juego y apuesta prohibidos: Nulidad del pago (Art. 1944)………………………………. 19
3.1 Consecuencias civiles de los juegos prohibidos………………………………………. 21
3.2 Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la deuda…………………… 21
3.3 Excepción para no pagar lo perdido……………………………………………………. 22
3.4 Acción para recuperar lo pagado……………………………………………………….. 22
4. Nulidad de actos jurídicos que encubran o envuelvan deudas del juego
y apuesta no autorizados y prohibidos (Art. 1945)………………………………………… 22
5. Tercero que paga la deuda en juego y apuesta no autorizados (Art. 1946)……………. 24
6. Juegos y apuestas masivas o multilaterales (Art. 1947)………………………………….. 25
6.1 los juegos y apuestas que de alguna manera se han vinculado o
están sujetos a lo dispuesto por el artículo 1947 del Código Civil……………………. 26
7. Rifas y demás concursos públicos eventuales (Art. 1948)……………………………….. 35
8. Caducidad de la acción de cobro (Art. 1949)……………………………………………... 37
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………………39

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PRESENTACIÓN

El presente trabajo está orientado al estudio de la regulación del “contrato del

juego y la apuesta” y su legislación en nuestro código civil como en otras

normas.

No obstante advertir que para el desarrollo de este trabajo, nos apoyamos en

las doctrinas y jurisprudencia pertinentes que desde ya es muy escasa.

Como grupo nos hemos preocupado en reunir todo el material necesario para

la buena elaboración del presente trabajo, esperando servir como guía o

herramienta al lector y fundamentalmente, esperamos también, cumpla las

expectativas del profesor de curso, ya que, por encargo del mismo como

trabajo de evaluación, hiso posible la materialización del presente.

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INTRODUCCIÓN

Puede decirse que, desde la antigüedad, y en todas las latitudes, los juegos y apuestas
acapararon vivamente la atención de los hombres, transformándose para algunos, a través de
la tahurería, en un modo marginal y picaresco de vida, y para otros en una afición obsesiva,
renovada constantemente (y otras tantas veces abolida) por los fantaseos de la fortuna fácil.

No en vano en España, en el código alfonsino de las Siete Partidas (1265) y en el


Ordenamiento de las Tafurerias, o casas de juego, suscripto en 1276, se legislaba
minuciosamente sobre el particular; y es fácil advertir que las previsiones contra el juego
ocuparon en forma permanente la atención de monarcas y funcionarios peninsulares, como
lo prueba la dilatada lista de leyes que infructuosamente se dictaron, con el propósito de
erradicarlo, desde la época de Juan I (1387) hasta los días del "ilustrado" Carlos III (segunda
mitad del siglo XVIII).

En América parece haber adquirido desde los primeros días de la Conquista una virulencia
inusitada, a favor de la fácil prosperidad que engendraban la riqueza minera y el sistema de
las "encomiendas". El tan mentado episodio de Mancio Serrae Leguizano, aquel famoso
soldado español que jugó y perdió en una noche la figura del Sol que le había tocado en el
reparto de los tesoros del Cuzco,

Dado el gran valor concedido al azar desde la antigüedad, y al enorme interés por su
interpretación, en torno al cual se originan supersticiones, la apuesta ha constituido una parte
esencial de la historia de las culturas: Desde las apuestas con conchas mezcladas en un casco
que se nos menciona en la Eneida, de Virgilio, hasta las múltiples referencias que aparecen
en la Biblia, la apuesta se constituye como una de las formas de enriquecimiento e
interacción de mayor antigüedad en la civilización. El término "juego" en este contexto, se
refiere a las actividades específicamente permitidas por la ley. Apuesta, por tanto, se refiere
al propio mecanismo, llevado a cabo de modo legal o ilegal. Por otra parte, las apuestas
también pueden llevarse sobre un objeto que no sea dinero

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JUEGO Y APUESTA

I GENERALIDADES

1. Concepto:

El vocablo “juego”, deriva del latín “iocus” (broma, distracción), que expresa la idea de
satisfacción o deleite, si bien es la palabra “ludus” (diversión, pasatiempo), que acentúa el
sentido de actividad fácil o que no requiere esfuerzo, la que mejor traduce el término
castellano “juego”. En cambio, la palabra “apuesta” proviene del verbo latino “apponere” (o
adponere), que significa colocar, poner con inmediatividad a algo.

En términos generales los juegos son aquellas actividades sujetas a reglas cuyo objeto
esencial es constituir un pasatiempo para quien lo practica. Considerando su aplicación
práctica, los juegos pueden encasillarse en cuatro tipos de clasificaciones:

1. por el número de personas, en juegos individuales o plurales;

2. por la existencia o no de disputa, en juegos de competencia o sin competencia;

3. por la existencia o no de riesgo patrimonial, en juegos con apuesta o sin apuesta;

4. por la manera de determinar el resultado, en juegos de azar o de habilidad.

De todos estos, los relevantes son aquellos cuyo desarrollo y resultado originan
consecuencias jurídicas, es decir, producen efectos que deben ser tutelados por el Derecho.

Jurídicamente el juego y la apuesta es un contrato con características que lo distinguen


radicalmente de otras relaciones obligacionales. A ello se agrega que ha suscitado y continúa
planteando cuestionamientos, debido a consideraciones éticas, económicas, y sociales.

2. Definición doctrinaria

Lo primero que surge respecto del juego y la apuesta es su diferenciación, tema que ha sido
debatido por la doctrina y que constituye una introducción a la definición del contrato.

“Contrato de juego es aquél por el cual, con el fin de distracción o de ganancias, las dos
partes se prometen una prestación bajo condiciones opuestas”, y “Contrato de apuesta es

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aquél por el cual, con el fin de robustecer una afirmación, las partes se prometen
recíprocamente ciertas prestaciones para el caso de ser o no verdad aquella afirmación”.

No existe coincidencia doctrinaria en cuanto al sentido de las expresiones "juego" y


"apuesta".

Para algunos tratadistas, en el juego está de por medio la habilidad o destreza del jugador,
mientras que en la apuesta sólo existe azar. Un ejemplo del primero es una partida de ajedrez.
Un ejemplo de la segunda es el hecho de lanzar una moneda al aire: "cara o sello".

En opinión de SALVAT, la diferencia deriva de la función que las partes asumen en el


contrato. En el contrato de juego son ellas mismas las que realizan o ejecutan los hechos
constitutivos del juego, por eso dice el Código, empleando una fórmula que podría parecer
contraria a la regla que prohíbe definir con la propia palabra definida "entregándose" al
juego. En la apuesta la diferencia recae sobre hechos o circunstancias que son extrañas a los
contratantes, lo único que depende de ellos es la opinión o interpretación diferente respecto
a su significado, alcance o valor.

Otros estiman que el juego tiene una connotación proyectada hacia un futuro desconocido:
se especula respecto a la actuación de un caballo que debe correr en el hipódromo. La apuesta
en cambio, estaría referida a una situación del pasado, pero sobre la cual cada jugador
mantiene una posición contraria

ENNECCERUS y LEHMANN afirman que la diferencia parece radicar en el motivo del


contrato: en tanto que la apuesta tiende a robustecer una afirmación, el juego tiene por objeto
la distracción o la ganancia.

En realidad, las diferencias son puramente académicas, pues lo cierto es que, como dice el
mismo SALVAT, "el régimen jurídico aplicable a cada uno de estos contratos es en general
el mismo". A este razonamiento le agregamos que en el Perú el contrato está tipificado de
un modo integral, bajo la expresión "juego y apuesta", pues sus fronteras, en palabras de
León Barandiarán "… son muy lábiles".

Es importante determinar la naturaleza y alcances de los juegos y apuestas que sin tener las
características del azar o envite se encuentran en una situación especial y tienen
reconocimiento legislativo. En ellos la suerte también está presente, pero hasta cierto punto
como un factor secundario. RAYMUNDO SALVAT manifiesta que "… por excepción hay
6
ciertos juegos que la ley excluye de la prohibición, por considerar que ellos, lejos de
representar esos peligros para el orden social, son un estímulo para el desarrollo de virtudes
o actividades que deben fomentarse", y acotando el artículo 2055 del Código Civil Argentino
pone como ejemplos los siguientes:

1. Ejercicio de fuerza, por ejemplo: el salto, la lucha, etc.

2. Destreza de arma, lo cual se refiere a las distintas clases de ejercicio de tiro al blanco,
florete, espada, etc.

3. Corridas, es decir carreras de toda clase, a pie, a caballo, en carros, etc.

4. Otros juegos semejantes, por ejemplo, el billar, el cual es un juego de destreza. La


enumeración de la ley no es absolutamente restrictiva, pero la extensión que ella admite
es con la condición de tratarse de juegos semejantes a los enumerados: si esta condición
falta, el juego cae dentro de la prohibición o denegación de la acción".

Entre nosotros no existe un dispositivo como el comentado por el maestro argentino y sólo
es posible citar, con suma modestia por su limitación y obsolescencia, la Resolución
Suprema del 11 de marzo de 1936, que copiando casi literalmente el artículo 1966 del Código
Civil Francés permite los juegos de bochas, carreras de carruajes y juegos de pelota.

De conformidad con el sistema seguido por el Código vigente, mientras que los juegos
permitidos y los prohibidos se encuentran prefijados en las leyes, los no autorizados están
en zona neutra (ni prohibidos, ni permitidos) y son los que con mayor frecuencia se
presentan, pues cubren una enorme área. A título de ejemplos, mencionamos las
competencias deportivas en general, el juego – ciencia o ajedrez, o cuestiones relativas a
hechos ya acontecidos o actuales, en todos los cuales hay competitividad, existe de por medio
un interés económico o causa lucrando y los factores determinantes en beneficio del
vencedor son su destreza física, sus conocimientos, su memoria y otros factores similares, a
los cuales se agrega un margen no cuantificado pero colateral de suerte o azar.

Por cierto, que existen también casos imprecisos, como sería el de la apuesta que hacen dos
personas sobre el futuro resultado de un partido de fútbol entre equipos de la misma categoría
y calidad. No aparece claro, en efecto, si en el esclarecimiento del hecho incierto ha sido
determinante el conocimiento del vencedor o si lo que prevalece es la suerte o azar.

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3. Caracteres

Los caracteres jurídicos del juego y la apuesta permitidos y no autorizados son:

1. El contrato es autónomo, pues no depende de otra relación obligacional.

2. Es de prestaciones recíprocas, pero con una peculiaridad: al momento de celebrarse cada


parte se obliga respecto de la otra a satisfacer determinada prestación; pero al resolverse
la incógnita que plantea el hecho incierto sólo queda la que corresponde al perdedor.

3. Es a título oneroso, pues se vincula con un interés económico o causa lucrando (artículo
1942). Porque ambos contratantes quedan sujetos entre sí a prestaciones recíprocas (no
quiere decir iguales), sujetas a una condición.

4. Es consensual, aun cuando colateralmente se asocia en algunos casos con determinadas


formalidades de tipo administrativo, lo cual sucede en el juego y apuesta permitidos
(billetes, cartillas, fichas, etc.). No exigen formalidad para originarse.

5. Es aleatorio por excelencia, pues al momento de su celebración existe un factor sine qua
non de incertidumbre y las partes necesariamente desconocen su resultado. Esta
incertidumbre en cuanto al álea puede existir para una sola de las partes (como sucede
en la lotería) o para ambas (juego y apuestas no autorizados). En este último caso estamos
frente a lo que se conoce como la dualidad del álea.

Se ha discutido si lo expuesto significa que el juego y apuesta depende de una condición


impuesta por la ley (conditio jure). La mayoría de los autores se inclina por descartarlo, pues
como dice con razón SALVAT, mientras en los contratos aleatorios "…la incertidumbre
recae sobre las ventajas que las partes esperan realizar, pero no sobre el contrato mismo; en
los condicionales, por el contrario, es la existencia misma del vínculo contractual y de las
obligaciones y derechos derivados de él, lo que resulta incierto". A lo dicho se suma que
mientras la condición inevitablemente se encuentra sometida a un hecho futuro, en el juego
y apuesta puede suceder que la incertidumbre de las partes se proyecte sobre hechos pasados
o actuales.

6. En el caso del juego y apuesta permitidos el apostador está usualmente sujeto a normas
a las cuales se adhiere, siendo aplicables, en consecuencia, las disposiciones pertinentes
al contrato celebrado por adhesión o a las cláusulas generales de contratación, en su caso.

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Desde luego no sucede lo mismo con el juego y apuesta no autorizados, en el cual por el
contrario existe una previa y a veces pintoresca negociación.

7. Es de ejecución instantánea, de modo que no se extiende en el tiempo, a diferencia de


los contratos de duración. La instantaneidad, por cierto, se presenta una vez despejada la
incertidumbre.

8. El contrato es condicional, desde cierto punto de vista. El resultado final por el cual una
parte gane y la otra pierda, resulta dependiente del evento aleatorio, es decir, incierto
para las partes cuando menos; lo que es propio de la condición. Frente al resultado
cuando viene a significar una ganancia sólo para una parte y, por ende, sólo una pérdida
para la otra parte, el contrato que en su origen es bilateral, por lo dicho antes, en cuanto
a las posibles prestaciones por una o por otra parte, viene a tornarse en unilateral.

4. Sujetos y capacidad:

Los sujetos del juego y apuesta (permitidos y no autorizados) son, en términos genéricos, los
jugadores. Una vez producido el resultado de una situación hasta entonces incierta quedan
precisados como el vencedor y el perdedor, respectivamente, aun cuando esta diferencia no
se presenta con esta claridad en los juegos permitidos, pues quien hace empresa nunca resulta
perdedor y siempre existe para él un margen calculado de ganancia, cualquiera que sea ese
resultado (ramo de loterías, etc.).

En lo que se refiere a la capacidad de goce, en principio pueden celebrar el contrato tanto las
personas naturales como jurídicas. Empero existen situaciones especiales en las cuales en
los juegos permitidos sólo pueden actuar como organizador una persona jurídica, y así
acontece en la lotería, en los casinos y en el bingo.

Por último y respecto a la capacidad de ejercicio existen distingos.

En efecto, en el juego y apuesta permitidos, mientras en las apuestas en los hipódromos no


se impide a los menores acercarse a las ventanillas y jugar, no sucede lo mismo en casinos
y establecimientos de bingo, pues tanto los menores como los sujetos a interdicción civil no
pueden ingresar. Y en relación con el juego y apuesta no autorizados, cabe señalar que no
existe la solutio retentio del vencedor cuando el perdedor sea incapaz, en resguardo de su
inmadurez, inexperiencia o falta de capacidad de discernimiento (artículo 1943).

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5. Objeto de la prestación

En los juegos permitidos el objeto de la prestación da dar a que se obliga quien los organiza
está representado por bienes (dinero y especies, como sucede en el juego de la lotería). El
apostador, por su parte, está sujeto a las prestaciones de dar una suma de dinero como
condición obligatoria y ello acontece en el momento en que adquiere los billetes, cartillas,
fichas y análogos, sin que pueda sostenerse que con ello realiza una compra, pues este hecho
esta inescindiblemente ligado al juego y a la apuesta.

En teoría nada impide que en el juego y apuesta permitidos el objeto sea una prestación de
hacer. Tampoco cabe descartar que el objeto resulte una prestación de no hacer, esto es, un
deber de abstención, aunque en la práctica lo vemos sumamente remoto.

A diferencia de lo expresado en los párrafos anteriores, en el juego y apuesta no autorizados


el objeto de la obligación cubre un amplio espacio (dar bienes, o sea cosa y derechos; hacer
o cumplir servicios; y no hacer o abstenerse de algo), sin que las obligaciones tengan que ser
necesariamente homogéneas. No existe, pues, inconveniente para que en un juego o apuesta
no autorizado uno de los apostadores se comprometa a una prestación de dar y el otro a una
de no hacer, todo ello condicionado al resultado del hecho incierto.

En este sentido, la doctrina se ha preocupado de determinar si el juego y la apuesta son o no


una misma cosa, y, en caso de no serlo, ha procurado establecer sus principales diferencias.
Examinemos ahora los principales criterios distintivos doctrinalmente formulados.

6. Diferencia entre juego y apuesta

Los Hermanos Mazeaud señalan que el juego es aquel contrato por el cual las partes
prometen entre sí una prestación, si una de ellas obtiene un resultado dependiente de la
fuerza, de la destreza, de la inteligencia o del puro azar, Por su parte Josserand define el
juego como una convención por la cual unas personas se comprometen, entregándose a una
combinación cualquiera, a pagar una suma de dinero o a hacerle una prestación.

Josserand señala que la apuesta es una convención en virtud de la cual unas personas que no
están de acuerdo sobre una cuestión, que considera diferente, convienen en que, quien tenga
la razón reciba de los demás una suma de dinero o una prestación determinada. Mientras que
los Hermanos Mazeaud, la define como el contrato por el cual cada una de las partes promete
a la otra una prestación según qué tal acontecimiento, se haya producido o no.
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Según los Mazeaud el contrato de juego y apuesta difieren por el papel que desempeñan las
partes, si provocan el acontecimiento que designará al ganador, se trata de juego; si
permanecen ajenos a ese acontecimiento se trata de apuesta. Además, expone que el juego
no es oponible a terceros cuando la deuda se salde con un pagaré, la excepción del juego es
oponible al portador de buena fé del pagaré.

El Código Civil señala dos reglas excepcionales comunes a los contratos de juego y apuesta:

1. Le niega al ganador la acción en repetición de lo que haya pagado y

2. No le reconoce ninguna eficacia a las promesas a pagar.

Indudablemente que entre juego y apuesta existe diferencia. Puede haber juego sin apuesta,
así como puede haber apuesta sin juego. El juego puede consistir en una diversión sin
resultados económicos. En ese caso hablamos de juego por antomasia, pero la mayor parte
de veces el juego va acompañado de una apuesta. La apuesta existe sin el juego. Es un
elemento accidental podríamos decir que la apuesta es un accesorio del juego. Cualquier
clase de juego, desde el más atrevido hasta el más inocente pueden existir sin la apuesta no
puede existir sin el juego los actos o sucesos que son objeto de ella, la apuesta tiene que ir
siempre unida sea al juego, sea a los actos o hechos que se apuestan. Si yo apuesto que A no
pasa de 18 años, frente a otro que afirma que A, excede de los 18 años que muy bien puede
llegar los 24 años, ambas posturas sometidas al dicho de A que despejará la duda y llega A,
y dice que tiene 20 años. He perdido la apuesta. No se ha tratado de un juego, pero ha habido
apuesta. En cambio, sí teniendo el mazo de barajas en la mano digo que pagaré siete y medio
y otro jugador exhibe cartas que valen siete y medio, habré perdido en un juego en que ha
habido apuesta.

La apuesta no solo es dinero, pueden existir apuestas en objeto y apuestas carentes de valor,
en fichas o palillos de fósforos o granos de maíz, que no tienen valor.

Cabanellas, citando al artículo 2053 del Código Civil Argentino dice aún existe apuesta
"cuando dos personas que son de una opinión contraria, sobre cualquier materia, convienen
que, aunque cuya opinión resulte fundada recibirá de la otra una suma de dinero o cualquier
otro objeto determinado".

Además, el mismo autor menciona, el juego: "como contrato es principal, bilateral,


consensual y aleatorio; por él convienen dos o más personas en que la que perdiere, según
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se realice, o no, la suerte de una de las partes, pagará a la otra cierta cantidad u otra cosa
fijada de antemano.

El artículo 2052 del Código Civil Argentino define el contrato de juego como aquel que tiene
lugar cuando dos o más personas, entregándose al juego, se obliguen a pagar a la que ganare
una suma de dinero u otro objeto determinado".

6.1. En relación al fin perseguido por las partes

Según un primer criterio, para establecer la diferencia entre juego y apuesta ha de atenderse
al distinto motivo o finalidad de dichos contratos. Así, ENNECCERUS estima que el juego
tiene por objeto una distracción o una ganancia, o ambas cosas a la vez, mientras que la
apuesta tiende a robustecer una afirmación discutida.

Como se mencionó anteriormente, en la definición doctrinaria, se tiene las siguientes


definiciones: “Contrato de juego es aquél por el cual, con el fin de distracción o de ganancias,
las dos partes se prometen una prestación bajo condiciones opuestas”, y “Contrato de apuesta
es aquél por el cual, con el fin de robustecer una afirmación, las partes se prometen
recíprocamente ciertas prestaciones para el caso de ser o no verdad aquella afirmación”.

Conforme a esto, sostiene que las apuestas sobre la victoria de un determinado caballo en
una carrera pública, son juego, porque sólo se realizan con vistas a una ganancia. A ello
añade que en las afirmaciones sobre futuro no suele haber apuesta, sino juego, y señala como
ejemplo las apuestas deportivas, si bien no considera acertado en este caso generalizar este
criterio.

A este planteamiento se le han formulado dos importantes objeciones. En primer lugar,


reduce la categoría de las apuestas a hipótesis marginales, puesto que incluiría entre los
juegos prácticamente todas las apuestas relativas a un acontecimiento futuro, así como las
que se realizan por una diferencia de opiniones de carácter intrascendente. En segundo lugar,
esta teoría basa la distinción en los motivos individuales de los jugadores y apostantes,
olvidando no sólo que esos motivos varían de persona a persona (hasta el punto que una
parte podría, por ejemplo, estar convencida de la seriedad de su propia afirmación, y la otra
apostar sólo por diversión o ganancia), sino también que los motivos individuales no se
exteriorizan, no forman parte del negocio jurídico y son irrelevantes para el Derecho. En
realidad –se afirma-, en todos esos casos la única razón decisiva y común a las partes reside

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en la creación artificial de un riesgo en relación a un acontecimiento al menos subjetivamente
incierto.

6.2. En función de la participación en la realización del evento

Según un segundo criterio (romano), que es el más generalizado, hay juego cuando las partes
intervienen activamente en el acontecimiento incierto de que se trate y contribuyen al
resultado final, y hay apuesta cuando las partes quedan al margen de la actividad que
producirá dicho acontecimiento.

En este sentido, se ha definido el juego como “contrato por el cual cada una de las partes
promete a la otra una prestación si una de ellas obtiene un resultado dependiente de la fuerza,
de la destreza, de la inteligencia respectiva de las partes, o del puro azar”.

7. Clases de juego y apuesta:

El Código legisla sobre "el juego y la apuesta" permitidos y no autorizados.

De la disquisición anterior deducimos que el código no legisla ni el juego ni la apuesta.


Todas las formas, lícitas y no lícitas resultan englobadas en la frase "el juego y la apuesta"
que son tratadas como si fueran un solo hecho o un solo concepto. Consideramos más
apropiado calificar la apuesta como el contrato en el cual ambas partes se someten a los
resultados de determinado hecho.

El Código sin embargo engloba en una frase el juego y la apuesta, reconoce tres clases de
estas:

1) El juego y la apuesta permitidos.

2) El juego y la apuesta no autorizados.

3) El juego y la apuesta prohibidos.

Cada uno tiene un tratamiento especial; De conformidad con el nuevo sistema seguido por
el código vigente, mientras que los juegos permitidos y los prohibidos se encuentran
prefijados en las leyes, los no autorizados están en una zona neutral, pues no son prohibidos
ni permitidos. Estos últimos constituyen, por lo demás, los que se presentan con mayor
frecuencia, pues cubre un área muy amplia. Como ejemplo de los juegos no autorizados

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podemos citar los eventos deportivos en general, o cuestiones relativas a hechos o
acontecimientos ya producidos o actuadas, en todos los cuales existen competitividad, un
interés económico de por medio y los factores determinantes en beneficio del vencedor como
son sus destres física, su conocimiento, su memoria y otros similares a los que se agrega un
margen no cuantificado y colateral de suerte o azar.

De lo dicho se desprende que en nuestro código civil el juego y apuesta no autorizados


tienen una categoría propia. En efecto, si bien el vencedor carece de acción para reclamar su
pago, una vez efectuado voluntariamente tiene a su favor la “solutio retentio” y no está
obligado a la devolución.

"El juez puede reducir equitativamente el monto de la prestación cuando resulta excesiva en
relación con la situación económica del perdedor."

II EL JUEGO Y APUESTA EN NUESTRO CODIGO CIVIL

1. Juego y apuesta permitidos: Acción de cobro (Art. 1942)

Los elementos constitutivos del juego y apuesta permitidos son:

1) La obligación por parte de quien resulte perdedor, de satisfacer la prestación previamente


establecida. En la lotería, por ejemplo, el organismo competente hace que se emitan y
pongan en circulación billetes en los que figuran el monto de los premios y la fecha del
sorteo, entre otros aspectos.

Al referirnos a los conceptos generales se explicó que, en el juego y apuesta permitidos


actualmente, la prestación a que se obliga el perdedor es de dar (sumas de dinero y también
especies). Nada impide, empero, que en el futuro se introduzcan dentro de esa misma
categoría prestaciones de hacer y hasta en teoría, aunque con remotas posibilidades, de no
hacer. Por ejemplo, podría darse que en el juego de bingo se permita ofrecer como prestación
la pintura de la casa del ganador de una determinada cartilla.

Como por otra parte hemos sostenido que el juego y apuesta no autorizados es un contrato
peculiar resulta evidente que dentro de su gama podrán ofrecerse no sólo prestaciones de
dar, sino también de hacer y no hacer. Nada impide, en efecto, que, en una competencia de
ajedrez, quien resulte perdedor le confeccione un retrato al vencedor (prestación de hacer) o
se abstenga de jugar durante un mes (prestación de no hacer) en la medida de que una u otra

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prestación haya sido previamente convenida. Como sabemos, en ambos ejemplos el
vencedor carecerá de acción para exigir el cumplimiento de la prestación por parte del
perdedor.

2) La prestación debe tener carácter interesado (causa lucrandi) ya que si el resultado de


una competencia (deportiva, científica, etc.) sólo conduce a una satisfacción inmaterial,
no habrá habido concertación previa ni existirá juego y apuesta desde una perspectiva
contractual. León Barandiarán cita con acierto a Funaioli manifestando que "si no hay
resultado económico en cuanto a transmisión patrimonial por parte de un jugador, que
viene a ser el perjudicado, en favor de otro jugador, que viene a ser el favorecido, el
mundo del juego y aquel del derecho constituyen no solamente dos categorías anteriores
y diversas, sino un cierto sentido, contrapuestas, incompatibles. El fenómeno lúdico y el
fenómeno jurídico serían insensibles recíprocamente".

3) La prestación comprometida resultará exigible una vez que se produzca un hecho hasta
entonces futuro o que tratándose de un acontecimiento ya realizado e ignorado en su
origen por las partes, quede luego debidamente esclarecido. Debemos aclarar que en la
legislación sobre el juego y apuesta permitidos sólo se da la primera de estas hipótesis.
Ejemplo: la llegada a la meta de un caballo vencedor en un hipódromo. No existe, en
cambio, juego y apuesta permitidos en que la prestación esté sujeta al resultado de un
acontecimiento realizado, pero desconocido por las partes. Empero, se le consideró en el
texto para la eventualidad de que pueda darse en el futuro. Además, y desde luego, este
matiz se presenta frecuentemente en el juego y apuesta no autorizados (ejemplo: si dos
estudiantes de Derecho apuestan una comida respecto a quién era Presidente del Perú
cuando se promulgó el Código Civil de 1952: Ramón Castilla o José Rufino Echenique).

4) Aunque no lo señale el artículo 1492, por su misma organización empresarial el juego y


apuesta permitidos están acompañados por actos de carácter preparatorio, como son la
adquisión de billetes, boletos, cartillas o fichas.

Adicionalmente cabe indicar que en ciertos casos sus mecanismos son sofisticados. Así
sucede con el empleo de totalizadores en los hipódromos, pues en realidad quien juega es la
masa apostadora (asistente o no al espectáculo hípico) de modo que la institución que hace
empresa (entre nosotros, el Jockey Club del Perú) se limita a recolectar las apuestas y cumplir

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con el pago de los resultados, reteniendo un porcentaje que no sólo asegura sus costos y el
pago de tributos, sino también una significativa ganancia.

El segundo párrafo del artículo bajo comentario carece de razón de ser, y su inclusión se
debe a que el autor no estuvo presente en la ponencia sustitutoria que estaba cambiando toda
la estructura del contrato de juego y apuesta, al separarlo en permitidos, no autorizados y
prohibidos. En efecto, la regla de equidad contenida por este segundo párrafo (evitar la ruina
del perdedor) se explicaba en el Código Civil de 1936, ya que conforme al artículo 1772 el
que perdía en juego y apuesta de los no prohibidos quedaba obligado al pago. Pero como
esto no es así en el Código actual (artículo 1943) no vemos cómo pueda aplicarse esa regla
de equidad si el juego y apuesta permitidos están circunscritos a los que se organizan de un
modo empresarial y con un riesgo calculado.

1.1. Efectos de los juegos permitidos

Con relación a los efectos que el Código Civil ha atribuido a los juegos permitidos podemos
mencionar los siguientes:

1.2. Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la deuda

Sí se permite al ganador recurrir a la vía judicial para reclamar lo que ha ganado en un juego
permitido, sin embargo, también se admite la reducción judicial de la deuda cuando resulta
excesiva en relación con la situación económica del perdedor. Es decir, aun así, el juego sea
lícito, el legislador ha considerado necesario proteger al perdedor. La reducción judicial de
la deuda proveniente de juegos permitidos ya se contemplaba en el Código Civil de 1936,
señalándose en su Artículos 1772 lo siguiente: "El que pierde en juego o apuesta de los no
prohibidos queda obligado al pago. El juez puede, sin embargo, reducir la obligación en lo
que excediere de los usos de un buen padre de familia".

En nuestra opinión, la reducción judicial de la deuda en un juego lícito solo debería ser
posible por un acontecimiento extraordinario o imprevisible, por causas extrañas al riesgo
propio del contrato, tal como lo dispone el Artículos 1441, numeral 2, del actual Código
Civil; pero si la excesiva onerosidad de la prestación obedece a circunstancias propias del
contrato no debería constituir la situación económica del perdedor un criterio válido para
que este pueda reducir su deuda, pues tal circunstancia no necesariamente era un hecho cierto
y conocido por el ganador. En este aspecto, el Código Civil funge de paterna lista y el efecto

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de la norma podría seguir una dirección opuesta a la deseada pues podría estimular que
quienes tienen una complicada situación económica se agencien de grandes cantidades de
dinero para jugarlas, sabiendo que dentro del rango de probabilidades será mayor la
oportunidad de obtener pingües ganancias, pues podrían aprovecharse de la reducción
judicial para aminorar sus deudas.

La situación económica del perdedor solo puede ser invocada como excepción y no como
acción. En consecuencia, la reducción judicial no podría solicitarla una persona que ya pagó
la deuda a través de una demanda de reducción de deuda de juego y solicitar por lo tanto su
devolución parcial. El último párrafo del Artículos 1942 señala que el juez puede reducir la
prestación, en consecuencia, si esta ya se cumplió, la obligación está plenamente extinguida
y no tendría entonces título para repetir al que pagó la deuda de juego permitido, aunque
pretendiera invocar su situación económica.

1.3. Excepción para no pagar lo perdido

En un proceso judicial donde el ganador demanda el cobro de lo ganado en un juego


permitido, el perdedor no podrá eximirse de pagar; sin embargo, como lo indicamos
anteriormente, podrá solicitar la reducción de la deuda invocando su situación económica.
La figura de la reducción judicial también está contemplada para las obligaciones con
cláusula penal. Conforme al Artículos 1346, el juez, a solicitud del deudor, puede reducir
equitativamente la pena cuando sea manifiestamente excesiva o cuando la obligación
principal hubiese sido en parte o irregularmente cumplida.

1.4. Acción para recuperar lo pagado

El deudor que pagó una deuda proveniente de un juego permitido no puede luego demandar
su devolución total ni parcial. Al haberse extinguido la obligación, es irrelevante que pueda
probar que el monto de la prestación resultó excesivo con relación a su situación económica,
pues la reducción judicial solo puede ser invocada como excepción, cuando el deudor actúa
como demandado.

2. Juego y apuesta no autorizados: falta de acción y de repetición (Art. 1943)

El que paga voluntariamente una deuda emanada del juego y la apuesta no autorizados, no
puede solicitar su repetición, salvo que haya mediado dolo en la obtención de la ganancia o
que el repitente sea incapaz.
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Según lo explicado en los conceptos generales el Código Civil en vigencia tiene una
estructura peculiar en lo que se refiere al juego y apuesta, pues se aparta de la legislación
tradicional o clásica y hace una categórica distinción entre los permitidos, no autorizados y
prohibidos. Ya hemos señalado que el sistema utilizado tiene indudable contenido ético, pero
también reconocemos que podría objetarse y en todo caso discutirse en lo que se refiere al
trato dado al juego y apuesta no autorizado, pues son los que se presentan con mayor
frecuencia en la vida diaria. Pondremos algunos ejemplos: Pedro se enfrenta a Juan en un
partido de tenis y convienen en que el perdedor le pagará una suma de dinero o le entregará
un bien determinado o le prestará un servicio o se abstendrá de hacer algo. Carlos tiene una
discusión con Santiago sobre el resultado del encuentro final del Campeonato Mundial de
Fútbol realizado en Argentina en 1978 y hacen una apuesta relacionada con cualquiera de
las prestaciones antes mencionadas, o sea de dar, hacer o no hacer. Julia afirma que Juana
de Arco falleció el 30 de mayo de 1431, en tanto que Cecilia sostiene que fue el 30 de mayo
de 1430, y surge otra apuesta vinculada con un hecho del pasado y sujeta también a un efecto
o consecuencia lucrativa. En todos estos casos, como en tantos otros similares no existe
prohibición legal, puesto que no se trata de juegos de envite y azar, pero tampoco están
permitidos y se hallan, de consiguiente, en una posición intermedia, ya que, si de una parte
el vencedor carece de acción para exigir el pago, por otro lado, el perdedor que satisfizo la
prestación no puede reclamar su devolución (de ser ello posible), pues el primero goza de la
solutio retentio. Estos efectos, tan distintos, responden a la filosofía impuesta en el Código,
que desalienta al juego y apuesta, pero concede una solución decorosa para el perdedor,
satisfactoria para el vencedor y lo que es tanto o más importante, coherente con el acontecer
diario, con los usos y costumbres y el valor moral de la palabra empeñada.

Para que funcione la solutio retentio es indispensable que el pago haya sido hecho por el
perdedor en forma voluntaria. De otro modo el acto sería anulable por error, violencia o
intimidación. No hemos mencionado al dolo como factor de anulabilidad, pues el artículo
1943 lo señala expresamente y desde luego su inclusión es inobjetable, pues faltaría el alea
y la ley no puede proteger a quien ha empleado artificio o argucia para obtener un resultado
que le favorezca. Como apunta León Barandiarán, "debe haber ausencia de fraude de parte
del ganancioso, o sea, que el resultado del juego no se deba a acciones dolosas de aquél, y
así el primer tahúr puede verse constreñido a restituir lo que se le haya pagado" Finalmente,
habrá también lugar a repetición si quien ha pagado es incapaz. Se trata, en este caso, de que
no exista aprovechamiento por falta de razonamiento, inexperiencia o inmadurez del

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perdedor. No se ha establecido en esta hipótesis si la incapacidad es absoluta, de modo que
el precepto se extiende también a la relativa. Esta es una deficiencia que deberá ser corregida
en el futuro, por cuanto el acto jurídico practicado por incapacidad relativa del agente sólo
es anulable, a tenor de lo dispuesto en el artículo 221, inciso 1, del Código Civil, Opina León
Barandiarán que "... la falta de capacidad para realizar un acto jurídico, como es un pago,
importa la impugnabilidad de éste. Si esta es una regla general, con tanto mayor razón tendrá
aplicación en el caso contemplado, de una obligación imperfecta, como es la derivada de una
deuda de juego del tipo considerado en el artículo 1768 (del Código Civil de 1936), en que
no se permite la exigibilidad de la obligación, sino sólo la no repetición de lo pagado.

3. Juego y apuesta prohibidos: Nulidad del pago (Art. 1944)

En este novedoso dispositivo apreciamos el fundamento ético a que hiciéramos mención en


los conceptos generales y en la oscilación de un péndulo imaginario nos encontramos con el
extremo en virtud del cual se fulmina con la nulidad el juego y apuesta prohibidos por
mandato expreso de la ley: no existe acción y hay lugar a la repetición, en el supuesto de
haberse hecho el pago.

Solo aquellos juegos cuya prohibición ha sido establecida expresamente por una ley van a
estar sujetos a los efectos indicados en el Artículos 1944. La regla en nuestra legislación civil
ha sido prohibir los juegos, especialmente los juegos de azar y esto se advierte desde el albor
de la República.

En efecto, el General San Martín, durante su protectorado, en enero de 1822 expidió un


decreto por el que se consideraba al juego como un delito que ataca la moral pública y arruina
las familias. Asimismo, tal decreto dispuso que se sancione penal mente a los dueños de las
casas donde se jugaba y también a los jugadores, y para incentivar la búsqueda de centros de
juego se premiaba a los denunciantes con la mitad del dinero encontrado en las mesas de
juego. Posteriormente, ese mismo año y mes, el General emitió otro decreto concediendo la
libertad a los esclavos que denunciaran el desarrollo de juegos en las casas de sus amos,
recibiendo también la mitad del dinero encontrado en las mesas de juego.

La existencia de juegos prohibidos en nuestra legislación ha obedecido fundamentalmente a


razones de orden religioso y moral. Los que han sido objeto de esta prohibición, ya los hemos
dicho, han sido los juegos de azar y entre los argumentos invocados en su oportunidad para
tal decisión estaban los siguientes: que atentan contra la ética del trabajo, que promueven

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una injusta disposición de la riqueza personal desestimulando la solidaridad entre las
personas y que fomentan la corrupción de las entidades estatales

La distinción entre el juego y apuesta permitidos, no autorizados y prohibidos es, pues,


notoria. En los primeros, hay acción para que el vencedor exija al perdedor el pago de la
prestación convenida. En los segundos, no existe acción, pero el vencedor tiene a su favor la
solutio retentio y no está obligado a devolver lo que el perdedor pagó espontáneamente.
Finalmente, en el tercer caso no hay acción y si el perdedor ha pagado al vencedor, tiene el
derecho de repetición, pues dicho pago es nulo de pleno derecho.

Lo expuesto en la parte final del párrafo anterior significa que quien pagó no necesita recurrir
a los tribunales para que declaren la nulidad, pues ésta ópera jure etde iure. Desde luego, si
el perdedor entregó al vencedor dinero o especies y no se le devuelve tendrá que interponer
la correspondiente acción restitutoria, o una indemnizatoria si por la naturaleza de las cosas
no cabe restitución, lo que sucedería cuando la prestación fue de hacer o de no hacer.

La legislación peruana en materia de juego y apuesta prohibidos está referida al envite -cuya
definición fue dada en los conceptos generales, y aparece en el Decreto Ley N° 7051 de 18
de marzo de 1931.

Conforme a sus disposiciones, "la prohibición del juego de envite es absoluta en toda la
República. Quienes trafiquen con dicho juego ejerciendo el rol de banqueros, empresarios,
talladores, etc., serán reprimidos administrativamente por la autoridad prefectural, con multa
de mil a cinco mil soles y además, juzgados como vagos y expulsados del territorio nacional,
si fueran extranjeros. El dinero y los efectos encontrados en mesa o en poder de los jugadores
serán decomisado. Los clubes, centros sociales o establecimientos en que se sorprenda la
práctica del juego de envite serán clausurados y sólo podrán reabrirse mediante un depósito
en efectivo de diez mil soles el cual, en caso de reincidencia y sin perjuicio de la clausura
definitiva será aprovechado por el Estado. Por último, incurre en responsabilidad por
negligencia y será destituido, quedando inhabilitado durante un año para el servicio, el
funcionario de policía o autoridad política en que se sorprenda algún foco de juego de envite
y tratándose de casos de corrupción de funcionarios, los responsables serán reprimidos con
arreglo al artículo 243-A del Código Penal (adicionado por el artículo 10 del Decreto Ley
N° 25836 de noviembre de 1992).

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También es pertinente referirnos a la Ley N° 10293 de 24 de noviembre de 1945, que
prohibió la explotación del juego de las carreras de galgos, cuya concesión la tenía la
Empresa Lima Kennel Park S. A. y sanciona igualmente el juego de ruleta y demás formas
de azar empleadas en establecimientos o por Vendedores ambulantes, con excepción de las
tómbolas debidamente autorizadas con fines sociales.

Del contenido de las normas citadas se desprenden dos comentarios:

1) En la práctica la ley no se cumple y el juego de envite se realiza impunemente en clubes,


centros sociales y por ambulantes, debiendo advertir que el funcionamiento de casinos
está permitido por la Ley N° 27153, pero requiere el otorgamiento de autorización
expresa.

2) El Decreto Ley N° 7051 y la Ley N° 10293 no se ajustan a las exigencias de nuestra


época y es imperiosa la dación de una nueva ley que regule esta problemática.

3.1 Consecuencias civiles de los juegos prohibidos

Las consecuencias civiles de los juegos prohibidos son las siguientes:

3.2 Acción para reclamar lo ganado y reducción judicial de la deuda

No se permite al ganador recurrir a la vía judicial para reclamar lo que ha ganado y si esto
ha ocurrido es nulo de pleno derecho. Los juegos prohibidos están afectados con la nulidad
absoluta; inclusive, como lo indica el Artículos 220 del Código Civil, tal circunstancia puede
ser alegada también por el Ministerio Público.

Al ser nulo este contrato, significa además que existe acción para recuperar lo pagado en un
juego prohibido. Asimismo, el juez puede declarar de oficio la nulidad cuando esta resulta
manifiesta en un proceso que verse sobre la existencia de una deuda derivada de un juego
prohibido. Por ejemplo, una empresa peruana que gestiona y colecta en el país apuestas para
loterías del exterior demanda a un cliente local el cobro de una deuda generada por la
adquisición de varios billetes de esta lotería extranjera. El cliente -que desconoce estas
normas- trata de evitar el pago con otros argumentos. El juez, en aplicación de las leyes que
regulan el juego de lotería y del Artículos 1944 del Código Civil, podrá sin que le sea
solicitado, declarar la nulidad del contrato y la improcedencia del cobro de la deuda. La
reducción judicial no es posible en estos casos.

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3.3 Excepción para no pagar lo perdido

Sí existe, pues el juego es nulo. Efectivamente, en el supuesto que un organizador de juegos


prohibidos demande judicialmente el pago de una deuda proveniente de un juego prohibido,
el juez no debería admitir la demanda, pero si esto ocurriera, el demandado podría invocar
su inexigibilidad por ser un juego prohibido.

3.4 Acción para recuperar lo pagado

Sí existe. Al ser nulo este contrato, significa además que existe acción para repetir lo pagado
en un juego prohibido. Entonces, el deudor que pagó voluntariamente una deuda proveniente
de un juego puede luego demandar su devolución. A nuestro criterio, la participación en un
juego prohibido debe afectar a todas las partes contratantes. Es interesante la solución del
Código Civil Federal de México, que sanciona parcialmente al perdedor en un juego
prohibido. Al respecto señala lo siguiente: "Artículos 2765. El que paga voluntariamente una
deuda procedente del juego prohibido, o sus herederos, tiene derecho de reclamar la
devolución del 50% de lo que se pagó. El otro cincuenta por ciento no quedará en poder del
ganancioso, sino que se entregará a la Beneficencia pública"

4. Nulidad de actos jurídicos que encubran o envuelvan deudas del juego y apuesta no
autorizados y prohibidos (Art. 1945)

El jurista Carlos A. Fonseca Sarmiento comenta que esta norma señala que una deuda de
juego prohibido o no autorizado no es susceptible de convertirse por novación u otro medio
similar, en una obligación civilmente eficaz. De esta manera, quien tuviera una deuda
(obligación primitiva) que realmente tiene su causa en este tipo de juegos, cuando la
obligación que le es exigida (obligación convertida) se le atribuye una causa civilmente
eficaz, el deudor tendrá todos los medios posibles para probar que la causa real de la
obligación es el juego prohibido o no autorizado y con ello podrá bloquear la acción e
impedir su pago.

Esta regla siempre se ha considerado en nuestros Códigos Civiles; primero en el Artículos


1744 del Código de 1852 y luego en el Artículos 1769 del Código de 1936. Con relación a
la novación, expresamente, el actual Artículos 1286 señala que si la obligación primitiva
fuere nula, no existe novación. De igual manera, con relación a la fianza, el Artículos 1875
señala que esta no puede existir sin una obligación válida.

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Las maniobras empleadas para convertir una deuda de juego en deuda civilmente exigible
son simulaciones de acto jurídico y nuestro Código Civil en los Artículos 190, 191 Y 192-
se pronuncia sobre la simulación absoluta, la simulación relativa y la simulación parcial,
respectivamente. Por regla general, se protege al tercero de buena fe. Así, el Artículos 194
señala que la simulación no puede ser opuesta por las partes ni por los terceros perjudicados
a quien de buena fe y a título oneroso haya adquirido derechos del titular aparente. Es preciso
advertir, sin embargo, que en el Artículos 1945 no se indica si el tercero de buena fe adquirió
a título gratuito u oneroso el derecho sobre la deuda de juego.

Con relación al segundo párrafo del Artículos 1945, podemos indicar algunas situaciones: si
un jugador perdió en un juego prohibido o no autorizado puede ser que en dichas
circunstancias sea obligado a aceptar una letra de cambio para saldar la deuda. Es decir, se
le puede dar forma de título a la orden a favor del ganador. El portador de buena fe de tales
títulos -a consecuencia de su tráfico patrimonial- sí tiene el derecho de cobrar la suma de
dinero indicada en el título, sin perjuicio del derecho que tendrá el deudor de repetir contra
el ganador del juego prohibido por ser este nulo o cuando existe dolo o el repitente es
incapaz, en el caso de los juegos no autorizados.

Por su parte Max Arias Schreiber opina que, Mediante este dispositivo se protege la finalidad
ética perseguida en los juegos y apuestas no autorizados (artículo 1943) y prohibido (artículo
1944), de modo tal que no tendrán valor aquellos actos que resulten disfrazados y
dependientes. Se evita así el fraude de la ley, impidiendo una apariencia que no constituye
un hecho nuevo, que carece de autonomía y se pone por lo tanto atajo a legitimar por la vía
indirecta, lo que la ley no permite directamente. Manifiesta a este respecto León Barandiarán,
citando a Staudinger, que se trata de resguardar lo que resultaría ser una distorsión
fraudulenta y se rechaza la posibilidad de introducir "variaciones mediante las cuáles el
perdedor asume frente al ganador una obligatoriedad para el cumplimiento de una deuda por
juego o por apuesta, en especial mediante un reconocimiento de deuda

Es decir que el artículo bajo comentario se refiere a la novación, el otorgamiento de garantía


para el pago y cualquier otro acto jurídico que signifique el reconocimiento de un resultado
desprendido de juego y apuesta no autorizados o prohibidos, como serían la promesa,
confirmación, compensación, transacción y análogos.

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AI referirse a la novación, León Barandiarán explica que mediante ella "se podría emplear
un medio sustitutorio para conseguir la ejecución de una obligación que la ley repudia. La
obligación nueva creada por el empleo del recurso antedicho está infeccionada, como en el
caso del reconocimiento, por el vicio de la causa novandi. Como muy bien advierte Funaioli,
el elemento causal es aquí determinante"

En lo que atañe a la constitución de garantías, basta decir que necesariamente corren la suerte
de su verdadera razón de ser. León Barandiarán expresa que "... respecto a la deuda emanante
del juego de Cayo en favor de Ticio, la fianza otorgada por Sempronio quedaría sujeta a la
excepción ex causa por dicho Sempronio ante la exigencia de Ticio. Igual que en el caso de
la fianza, ocurriría lo mismo en el supuesto de alguna otra garantía, como la hipoteca, la
prenda"

El segundo párrafo se contrae, a, la emisión de un título de crédito a la orden del ganador y


a cargo del vencedor y como la causa vendría a ser la misma -juego y apuesta no autorizados
o prohibidos- la consecuencia es también igual: su invalidez. Esta emisión representa, como
es sabido, una promesa de pago y consecuentemente el reconocimiento de una deuda no
exigible. Es aplicable, a estos efectos, lo dispuesto en el artículo 20 de la ley de Títulos
Valores N° 16587, que autoriza al deudor a oponer al tenedor del título las excepciones que
derivan de sus relaciones personales con éste.

En su parte final, el precepto bajo comentario pone a salvo el derecho del tercero de buena
fe, quien por razones de velocidad en la circulación y de seguridad en la transmisión de esta
clase de documentos es ajeno a su origen y por lo tanto la invalidez no le alcanza. León
Barandiarán, luego de poner varios ejemplos relacionados con el artículo 1769 del Código
Civil de 1936 pero que son pertinentes al Código vigente, señala que lo que sostiene respecto
a las letras de cambio es aplicable a los vales y pagarés a la orden, por la remisión que hace
el artículo 133 de la Ley de Títulos Valores

Desde luego, nada impide que quien pagó al tercero de buena fe tenga expedito su derecho
para repetir contra el que recibió y negoció originalmente el título de crédito. No existe, en
nuestro Código, una disposición que lo señale expresamente -como sucede en el Código
Civil de la República del Paraguay, promulgado el 23 de diciembre de 1985-, pero ese
derecho emana de la naturaleza de las cosas.

5. Tercero que paga la deuda en juego y apuesta no autorizados (Art. 1946)

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Este artículo ha sido concebido exclusivamente para el juego y apuesta no autorizados pues
de su texto se infiere que existirá acción a favor de quien paga con la aceptación expresa o
tácita del perdedor, actuando como un gestor que a sabiendas ha servido de intermediario y
no tiene por qué empobrecerse. No sucede lo mismo, por cierto, en el juego y apuesta
prohibido, pues en esta hipótesis el tercero que paga carece de acción en cualquier
circunstancia, dado el rigor con que trata el Código estas actividades.

Dentro del mismo criterio, esto es, legislando sobre el juego y apuesta no autorizados de un
modo menos severo que los prohibidos, la parte final del artículo dispone que quien paga sin
autorización del perdedor y recibe de éste la cancelación de lo que abone, goza de la solutio
retentio y no está obligado a su restitución.

El reciente Código Civil paraguayo (1985) señala en su artículo 1455 que el tercero que sin
mandato hubiese pagado una deuda de juego y apuesta, no goza de acción alguna contra
aquél por quien hizo el pago. Nosotros preferimos la fórmula peruana, pues es más flexible.

Por último, debemos reflexionar sobre la supresión hecha por la Comisión Revisora del
artículo 2001 del Proyecto, según el cual "no puede exigirse el pago de lo que se presta
expresamente para juego no autorizado, si se hace anteriormente o en el acto mismo de jugar"
y dejamos constancia de nuestra discrepancia y de la conveniencia de incorporarlo en el
futuro. En efecto, dicho numeral del Proyecto tenía como fuente el artículo 1771 del Código
Civil de 1936, con el agregado de que no exista acción si el préstamo se hacía antes y no
simplemente en el acto del juego y apuesta y su propósito estaba dentro de la filosofía que
regula este contrato, dirigida a no propiciar la práctica de lo que puede convertirse en un
vicio. Por cierto, que la solución sería distinta en la hipótesis de que el mutuo se realizase
después del resultado del juego y apuesta no autorizados y así se desprendía del referido
artículo 2001 del Proyecto, contrario sensu, de modo que su reembolso procedería como en
cualquier caso de un préstamo válido.

6. Juegos y apuestas masivas o multilaterales (Art. 1947)

Según MaxArias Schreiberen su libro Exégesis opina que En nuestro Perú el juego y apuesta
permitidos descansan, con mayor o menor intensidad, en la intervención masiva de los
apostadores y se sujetan a las leyes o disposiciones administrativas pertinentes. Existen
modalidades del juego y apuesta que en algunos casos están relacionadas con espectáculos
públicos, como sucede en las carreras de caballos o los partidos de fútbol, para poner dos

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ejemplos (apuestas en función del totalizador y cartillas del denominado "Deporgol" que ya
no opera, respectivamente), sin que por cierto haya relación jurídica alguna entre dicho juego
y tales espectáculos. Se trata, en verdad, de contratos masivos o multilaterales.

Explica Consuelo Vidal Bruce, que "los juegos y apuestas en los que suele tomar parte un
gran número de personas pueden ser divididos en dos categorías: una formada por una serie
de contratos bilaterales entre el organizador del juego y cada uno de los participantes en el
mismo, y otra en la que todos los jugadores crean un único contrato plurilateral, ejercitando
el organizador únicamente una función de intermediario. Esta división facilita el análisis de
los diferentes tipos de relaciones que se dan entre los participantes en estos juegos o apuestas,
y funciona aún en los casos en los que éstos no se organizan profesionalmente" (Consuelo
Vidal Bruce, los contratos de juego y apuesta, tesis para optar el grado de bachiller en la
Pontificia Universidad Católica del Perú, 1984).

6.1 los juegos y apuestas que de alguna manera se han vinculado o están sujetos a lo
dispuesto por el artículo 1947 del Código Civil.

A) Lotería

La lotería está sujeta al Decreto Ley N° 21921, de 2 de setiembre de 1977 En doctrina, se le


concibe como "un contrato plurilateral entre participantes, con pago anticipado de billetes
de lotería o de vigésimos de esos 'enteros' con cuyo pago se formará -excluido lo que aporte
el Estado para sus fines sociales el monte premio común a distribuir entre quienes hayan
acertado".

Conforme al artículo 7 del Decreto Ley N° 21921, los premios pueden consistir en dinero
efectivo y/o en bienes muebles o inmuebles, pero es condición que el premio mayor de todos
los sorteos sea dinero en efectivo. En el caso de muebles o inmuebles, es indispensable que
sean adquiridos por el Ramo de Loterías antes de la fecha en que se verifique el
correspondiente sorteo. Además, y sí lo que se sortean son muebles o inmuebles, el Ramo
considerará como complemento del premio una suma equivalente al 20% del valor de los
bienes sorteados (artículo 7, incisos a, b, c y d).

El artículo 14 constituye una excepción al numeral 1949 del Código Civil (infra, página
403), pues dispone que el plazo para efectuar la cobranza de premios es de 180 días
calendario y si el último fuera inhábil, el plazo vencerá el primer día hábil siguiente.

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Otro-precepto significativo es el artículo 20, según el cual el premio correspondiente a un
billete de lotería o fracción de éste, será pagado por los Ramos de Loterías a su sola
presentación. La tenencia del billete de lotería o fracción confiere a su poseedor, por lo tanto,
el derecho al-cobro del premio, salvo mandato judicial que disponga la suspensión del pago.

B) Casinos

El juego y apuesta en los casinos está basado en un sistema de autorizaciones que otorga la
Dirección Nacional de Turismo del Ministerio de Industria, Turismo, Integración y
Negociaciones Comerciales Internacionales (MI-TINCI) a mérito de las disposiciones
contenidas en la Ley N° 27153 de 9 de julio de 1999 (Ley que regula la explotación de los
juegos de casino y máquinas tragamonedas), la misma que viene a sustituir al Decreto Ley
N° 25836 y a sus demás antecedentes legales, tales como el Decreto Ley N° 22515 del Iode
mayo de 1979 y el Decreto Legislativo N° 698 del 5 de noviembre de 1991, siendo también
aplicable el Decreto Supremo N° 001-2000-ITINCI del 7 de enero de 2000 (Reglamento
para la explotación de los juegos de casino y máquinas tragamonedas)

La Ley N° 27153, que actualmente regúlala explotación de los juegos de casino y máquinas
tragamonedas, consta de 46 artículos distribuidos en ocho Títulos, así como disposiciones
transitorias, complementarias y finales. Ellos son: TITULO I (Disposiciones generales),
TITULO II (De los juegos de casino y de las máquinas tragamonedas), TITULO III (De la
autorización, garantías e inicio de operaciones), TITULO IV (De la autoridad competente),
TI¬TULO V (De los titulares de la autorización de explotación de juegos de casino y
máquinas tragamonedas), TITULO VI (Medios impugnatorios), TITULO VII (Impuesto a
los juegos de casino y máquinas tragamonedas), TITULO VIII (Régimen de infracciones y
sanciones).

Entre las más importantes normas que hay que destacar en esta ley, señalaremos las que
siguen:

En el artículo 1 se define la finalidad de la ley. Su propósito es regular la explotación de los


juegos de casino y máquinas tragamonedas a fin de preservar y proteger a la ciudadanía de
los posibles perjuicios o daños que afecten la moral, la salud y la seguridad pública; así como
promover el turismo receptivo; y establecer el impuesto a los juegos de casino y de máquinas
tragamonedas.

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Según el artículo 3 es objeto de la ley:

a) Garantizar que los juegos de casino y máquinas tragamonedas sean conducidos con
honestidad, transparencia y trato igualitario.

b) Establecer medidas de protección para los grupos vulnerables de la población.

c) Evitar que la explotación de los juegos de casino y de máquinas tragamonedas sea


empleada para propósitos ilícitos.

El artículo 4 señala diferentes definiciones.

Conforme al artículo 5 la explotación de juegos de casino sólo puede llevarse a cabo en los
distritos autorizados mediante resolución suprema, debiendo tomarse en cuenta además de
la infraestructura turística existente, razones de salud, moral y seguridad pública. Estos
establecimientos incluyendo los de tragamonedas no pueden estar ubicados a menos de 150
metros de iglesias, instituciones educativas, cuarteles y hospitales.

El artículo 6 incluye la instalación de salas para la explotación de casinos en hoteles de cuatro


o cinco estrellas, así como de inmuebles declarados monumentos históricos debidamente
acondicionados y restaurantes cinco tenedores turísticos.

Las instalaciones tragamonedas pueden instalarse, según el mismo artículo, en hoteles de


cuatro o cinco estrellas y de tres o más estrellas en otras provincias distintas a Lima y Callao.
Igualmente, se pueden instalar tragamonedas en los lugares autorizados para la explotación
de juegos de casino.

El artículo 7 es de suma importancia; enumera los requisitos de seguridad, previsión de


siniestros y demás condiciones establecidas en el reglamento nacional de construcciones.
Deben además contar con la acreditación del Instituto Nacional de Defensa Civil y la
respectiva licencia municipal. Contarán además con instalaciones sanitarias, sistema de
ventilación artificial, sistema de extinción de incendios, sistema de vídeos, controles de
acceso, salidas de emergencias, sistema aislante acústico y ventanilla de caja, sala de caja,
bóveda, sala de conteo y demás instalaciones anexas.

28
Sólo podrán ingresar a las salas destinadas a la explotación de los juegos de casino y de
máquinas tragamonedas, los mayores de edad. El usuario está obligado a presentar su
documento de identificación. Por ningún concepto podrán ingresar a estas salas:

a. Los menores de edad

b. Las personas en evidente estado de alteración de conciencia o aquéllas que se encuentren


bajo los efectos del alcohol o drogas.

c. Quienes por su actitud evidencien que podrían amenazar la moral, la seguridad o


tranquilidad de los demás usuarios o el normal desenvolvimiento de las actividades.

d. Quienes porten armas u objetos que puedan utilizarse como tales.

En el Capítulo II del Título II, están expuestos las características técnicas de las máquinas
tragamonedas, así como los juegos autorizados y el Registro de Juegos.

Los artículos 13 a 23 se ocupan de la autorización, garantía e inicio de las operaciones.

El Título IV establece que la autoridad competente es la Dirección Nacional de Turismo. El


artículo 25 de la ley señala cuáles son sus facultades.

Conforme al artículo 27 se forma la Comisión Nacional de Juegos de Casino y Máquinas


Tragamonedas (CONACTRA) y el artículo 28 enumera cuáles son sus funciones.

En el Título IV la ley consta de normas referidas a los titulares de la autorización de


explotación de juegos de casino y máquinas tragamonedas.

El Título VI establece los medios impugnatorios, detallando la apelación y el silencio


administrativo.

En el Título VII aparecen las reglas que conciernen al impuesto a los juegos de casino y
máquinas tragamonedas, disponiendo que son además de aplicación las normas
reglamentarias y el Código Tributario en lo que fuera pertinente.

Es importante resaltar que el sujeto pasivo del impuesto es el que realiza la explotación de
los juegos de casino o de máquinas tragamonedas y que la base imponible del impuesto está
constituida por la ganancia bruta mensual proveniente de la explotación de los casinos y
máquinas tragamonedas (artículos 37 y 38 de la ley).

29
Conforme al artículo 41 se fija el régimen de administración del impuesto.

El artículo 42 señala el destino de los ingresos generados por el impuesto de casino en tanto
que el artículo 43 lo hace respecto de los juegos de máquinas tragamonedas.

El artículo 44 dispone el régimen de infracciones y sanciones tributarias aplicable a la


explotación de juegos de casino y de máquinas tragamonedas, regulándose por el Código
Tributario.

El Título VIII establece el régimen de sanciones e infracciones, pudiendo, en este último


caso, ir de la amonestación hasta la inhabilitación permanente, existiendo en el medio,
diferentes sanciones (ejemplo: multa, cierre temporal, clausura, cancelación de autorización,
decomiso de bienes e inhabilitación temporal).

En la segunda disposición complementaria y final de la ley, dispone que el poder ejecutivo


la reglamentara en un plazo máximo de 45 días calendario.

Finalmente, la tercera disposición final deroga el Decreto Ley N° 25836, la Ley N° 26453;
el segundo párrafo del artículo 38, el inciso c) del artículo 50

y la segunda disposición final del Decreto Legislativo N° 776; así como la Ley N° 26812,
Asimismo, se deja sin efecto el Decreto Supremo N° 01-95-ITINCI, que aprueba el
reglamento de casinos de juego; el Decreto Supremo N° 04-94-ITINCI, que aprueba el
reglamento de uso y explotación de máquinas tragamonedas; el Decreto Supremo N° 014-
96-ITINCI, que suspende el otorgamiento para el uso y explotación de máquinas
tragamonedas; el Decreto Supremo N° 004-97-ITINCI, que establece instancias y
mecanismos para fiscalizar el cumplimiento del reglamento de uso y explotación de
máquinas tragamonedas; así como las demás disposiciones que se opongan a esta ley.

El Reglamento de la Ley N° 27153, a su vez, fue aprobado por Decreto Supremo N° 001-
2000-ITINCI del 7 de enero del año 2000 y consta de diez Capítulos divididos en 54
artículos, así como disposiciones transitorias, complementarias y finales, constando además
de los anexos "a", "b", "c", y "d".

Los Capítulos en que se divide este Reglamento son: CAPITULO I (Abreviaturas y


definiciones), CAPITULO II (De los establecimientos), CAPITU¬LO III (Requisitos y
características de los juegos de casino y de las máquinas tragamonedas), CAPITULO PV

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(De la autorización expresa para la explotación de juegos de casino y máquinas
tragamonedas), CAPITULO V (De la garantía), CAPITULO VI (Del inicio de operación),
CAPITULO VII (De la autoridad competente), CAPITULO VIII (De la explotación de los
juegos de casino y máquinas tragamonedas), CAPITULO IX (Del impuesto a los juegos de
casino y máquinas tragamonedas) y CAPITULO X (Régimen de infracciones y sanciones).

C) Pronósticos sobre resultados de competencia deportivas

Mediante Decreto Ley N° 20803, de 19 de noviembre de 1974, se autorizó la realización de


concursos de pronósticos sobre resultados de competencias deportivas, como actividad
reservada para el Estado, cuya ejecución debe basarse en los principios de eficiencia,
celeridad, confiabilidad y seguridad (artículos 1 y 2). Para el efecto de estos concursos se
creó la Empresa Pública Administradora de Pronósticos Deportivos (EPAPRODE) cuya
función es la de reglamentar, promover, realizar y controlar los concursos de pronósticos
sobre resultados en las competencias deportivas que se lleven a cabo en el país y/o en el
extranjero.

Luego, por Decreto Ley N° 21091 de 24 de febrero de 1975, se dictó la Ley Orgánica de la
Empresa Pública de Administración de Pronósticos Deportivos (EPAPRODE) la cual,
conforme al artículo 6, tenía facultades para dictar las normas relativas a concursos de
pronósticos deportivos de fútbol, incluyendo su administración y fiscalización.

La suerte de EPAPRODE fue ondulante, ya que empezó con mucho empuje para languidecer
hasta su desaparición.

Llegamos así al Decreto Legislativo N° 255, promulgado el 29 de diciembre de 1981, por el


cual se creó una nueva empresa dependiente del Instituto Peruano del Deporte (IPD)
denominada Empresa Peruana de Apuestas Deportivas S.A. (EPADESA), cuyo objeto es
realizar y promover los concursos de pronósticos de resultados de competencias deportivas
que se lleven a cabo en el país y en el extranjero, habida cuenta de que por el artículo 133 de
la Ley N° 23233 se delegó en el Poder Ejecutivo la facultad de disolver y liquidar la Empresa
Pública Administradora de Pronósticos Deportivos. El mismo Decreto Legislativo derogó
los Decretos Leyes N°s. 20803 y 21091, que fueron analizados sumariamente en los dos
párrafos anteriores.

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La nueva entidad es una empresa estatal de derecho privado, que se rige por la Ley General
de Sociedades, cuyo texto fue aprobado por Ley N° 26887 de 09 de diciembre de 1997.

La Empresa Peruana de Apuestas Deportivas (EPADESA) ha reestructurado la organización


y funcionamiento de la polla futbolística, denominada Deporgol, tratando de capitalizar los
errores y deficiencias detectadas durante la época en que intervino EPAPRODE, pero en el
presente también ha cesado su funcionamiento.

D) Bingo

Por Decreto Supremo Nc 003-84-IN, de 6 de enero de 1984, se aprobó el Reglamento del


Juego Comercial del Bingo y se prohibieron aquellos que no se sujetasen a sus normas, con
excepción de los denominados bingos benéficos. Estos últimos se rigen por el Decreto
Supremo N° 71 de 13 de diciembre de 1965, modificado por el Decreto Supremo N° 051 -
83-IN, siendo entendido que sólo podrán organizarse con carácter ocasional no más de seis
veces dentro del año calendario.

Conforme al artículo 3 del Reglamento, pueden ser autorizadas para la explotación de salas
de bingo, las asociaciones deportivas, culturales, sociales o benéficas; las empresas de
servicios turísticos y las sociedades mercantil es especializadas. Las solicitudes, con la
documentación respectiva, se tramitan ante el correspondiente concejo distrital.

Con el objeto de garantizar la seriedad del juego se ha dispuesto que los locales destinados
a salas de bingo permitan que las extracciones de bolos sean visibles para todos los
participantes, directamente o a través de un circuito cerrado de televisión, de modo tal que
se asegure la simultaneidad de la visión con la posibilidad de jugadores (artículo 16.1 del
Reglamento).

Existen, inclusive, normas detalladas en lo que concierne al funcionamiento de las salas de


juego, mediante personal de admisión y control, personal de mesa, laborales de vendedor-
locutor cajero, jefe de mesa y jefe de sala. Este último dirige, controla y adopta decisiones
relativas a la marcha de las distintas operaciones, de acuerdo con las normas técnicas del
bingo y marcando el ritmo adecuado de aquéllas. También le corresponde cuidar el
funcionamiento de todos los aparatos, instalaciones y servicios.

Corno en el caso de los casinos no pueden entrar a las salas de bingo los menores de edad y
las personas sujetas a interdicción civil, siempre que esa condición haya sido puesta en
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conocimiento del personal de control de admisión. Además, se puede impedir el ingreso a
quienes por sus referencias se supone que habrán de observar una conducta desordenada o
cometer irregularidades en el juego.

Existe una característica propia del juego de bingo y es que el acceso a la sala está sujeto a
la adquisición de un boleto de entrada, sin perjuicio de la exhibición de un documento de
identidad.

A lo expuesto se suma que para jugar es necesario utilizar cartones, cuya adquisición (mal
denominada venta) se sujeta a las disposiciones contenidas en el artículo 28 del Reglamento.
Estamos, pues, en presencia de un juego y apuesta que es complejo y masivo.

Otro aspecto en el que ha puesto esmero el Reglamento es el relativo a los bolos y a su


recuento y estado, así como la forma en que los números sean reflejados, por su orden de
salida, en una pantalla o panel fácilmente visible para los jugadores, desde el lugar en que se
encuentren colocados.

En el bingo están prohibidos los premios en especie y los pagos se harán en efectivo o, a
solicitud del ganador y por su seguridad, en cheque bancario girado contra la cuenta de la
entidad organizadora del juego.

F) los juegos de mesa

Entre los principales juegos de mesa destacan:

a. El ajedrez es un juego-ciencia que data del siglo VI de la era cristiana. Se basa en la


estrategia destinada a capturar una pieza del contrario, denominada Rey. Durante la
partida cada pieza se desplaza a una casilla vacía u ocupada por una pieza del adversario.
Este juego es apasionante, pues exige prever numerosas jugadas antes de la que se
realiza, lo que permite lograr un desarrollo mental sumamente avanzado. Se trata,
probablemente, del más importante juego de mesa y ha permitido la creación de escuelas
y la aparición de grandes maestros, compitiendo en torneos con muy alto rendimiento
económico.

b. Las damas chinas es un invento chino que tuvo muchos adeptos en los Estados Unidos
de América en los años 30. Consiste en un tablero impreso en forma de estrella y en cada

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una de sus puntas se coloca diez piezas. El juego consiste en llevarlas a la punta opuesta.
Pueden saltarse las piezas propias y las de los jugadores contrarios.

c. El dominó fue inventado en la China hace más de 3000 años y consta de 28 fichas
rectangulares marcadas con puntos del 0 al 10. Cada participante cuenta con 7 fichas y
el primero lanza una, y a partir de ese momento los jugadores colocan la pieza cuyo
número coincida con la que está sobre la mesa. En este juego participan cuatro personas
formando dos parejas, a diferencia del ajedrez, en el que sólo intervienen dos.

d. El monopolio ha sido el juego más popular del siglo XX. Creado en 1934, consiste en
que los jugadores que varían entre 2 y 8, traten de adquirir la mayor cantidad de
propiedades posibles, a fin de desbancar a los demás, quedándose como dueño absoluto
del capital y de las propiedades.

e. El riesgo (Risk) tiene como objetivo la conquista del mundo. En este juego de estrategia,
los competidores deben colocar 21 soldados dentro de los diferentes territorios y,
posteriormente, seleccionar al azar una tarjeta para conocer cuál es su misión. Esta puede
ser destruir otras tropas, ocupar ciertos territorios, etc.

f. La jenga es un juego que combina el equilibrio con la destreza y consiste en sacar piezas
de una torre formada por trozos de madera de un mismo tamaño y colocarlas en la parte
superior, pero evitando que la torre se caiga

g. La herencia de la tía Ágata es un juego que consiste en tratar de descubrir quién se


quedará con la fortuna de la tía Ágata. Trae un tablero tridimensional que simula una
mansión donde hay trampas ocultas, de las que deben cuidarse los jugadores.

h. El pictionary es un juego en el cual lo fundamental es demostrar la capacidad de síntesis


y creatividad con una sola línea. Para jugarlo, los que intervienen deben dibujar diversas
pistas o elementos para que su equipo adivine de qué objeto se trata. No se necesita ser
un gran dibujante y sólo basta tener un poco de imaginación.

i. El juego de escrúpulos consiste en afrontar una serie de dilemas compro-metedores, que


en algunos casos nos ponen en aprietos. Participan entre 3 y 8 jugadores y está prohibido
ruborizarse al confesar sus intimidades.

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j. El clue o súper detective consiste en adivinar en qué lugar de la casa, con qué arma y
quién asesinó a don difunto. El juego consiste en poner en un sobre 3 tarjetas con tales
datos, para que cada jugador avance con el número que indican los dados, hasta el lugar
de la casa donde se sospecha que ocurrió el crimen y decir quién es el culpable.

k. El juego de mesa de acción y bolsa es hoy en día el amo de las finanzas. Todos los
jugadores inician la partida con igual cantidad de dinero. Hay que comprar acciones al
más bajo precio posible y venderlas al más alto. Se deben adquirir acciones hasta en 16
empresas y decidir la venta de sus títulos en el momento exacto, antes de que la pizarra
de cotización indique la quiebra de una de ellas.

l. El mastermind pone a reto la inteligencia. Se trata de descubrir el código secreto del


oponente, antes de que éste descubra el suyo. Cada uno de los participantes que son dos,
tienen que inventar un código con pequeños cubos con letras, haciéndolo difícil para que
el oponente no lo adivine, en tanto que el otro jugador debe descubrir el código con el
menor número de movimientos de fichas en el tablero.

m. El juego "nadie sabe para quién trabaja" es otro de los más utilizados en la sociedad.
Tiene numerosas reglas, conforme a las cuales se van obteniendo puntajes, resultando
vencedor el que obtenga el mayor puntaje una vez agotado el mazo. Se juega entre 2 y 4
personas.

n. El juego de póquer (póker) es igualmente de frecuente empleo y puede alcanzar grandes


sumas. Tiene igualmente sus reglas propias, basándose en el mayor o menor valor de las
jugadas, en función de los naipes que se reparten inicialmente y, posteriormente,
mediante el canje.

o. El dudo es un juego de sala moderno en el que prevalece la audacia, la capacidad


psicológica y el azar. Está muy divulgado entre nosotros y tenemos conocimiento de que
ha sido patentado en el Reino Unido. El autor de este libro es un vendido cultor de este
juego de mesa, que combina la fraternidad que surge de la amistad, con la astucia y la
capacidad de engaño, tan propia del ser humano.

7. Rifas y demás concursos públicos eventuales (Art. 1948)

Rifa es "el juego que consiste en sortear una cosa entre varios por medio de cédulas de corto
valor, que todas juntas suman, por lo menos, el precio en que se le ha estimado" (Diccionario
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de la Lengua Española vigésima edición, tomo II, página 1190). De lo expuesto se advierte
su inevitable ligazón con el azar y por lo tanto y como regla general, estaría prohibida,
Empero, consideraciones de orden social o altruista han determinado un trato más benigno
y ya el artículo 1773 del Código Civil de 1936 permitía, en su segundo párrafo, que fuesen
autorizadas. Este temperamento fue reafirmado por la Ley N° 10324 de 22 de diciembre de
1945, hecha extensiva a las tómbolas y otros acontecimientos similares.

Por otro lado, sobre la rifa, debemos decir que es una modalidad de lotería, pues goza de
todas sus características esenciales. En efecto, es un juego público y colectivo, la obligación
del participante es pagar el precio, el participante recibe un comprobante para acreditar su
participación, el resultado del juego está determinado por un sorteo, la obligación del
organizador del juego es pagar el premio al participante que tuvo un número o combinación
de números ganadores, el resultado del sorteo es de carácter general

Carlos A. Fonseca Sarmiento opina que Esta norma no es de naturaleza civil sino
administrativa. Debe distinguirse la organización y gestión de un juego, del desarrollo del
mismo. La regulación de la organización y gestión de un juego, más aún si es de azar,
corresponde al Derecho Administrativo, pues involucra el ejercicio de la función
administrativa del Estado encargada de autorizar, fiscalizar y posiblemente sancionar el
desarrollo de estas actividades.

El desarrollo del juego en sí se regula por el Derecho Civil, pues la relación jurídica que se
genera en un juego de azar organizado es una relación civil que se traduce en un contrato de
juego.

Por otro lado, esta norma se refiere a juegos de azar caracterizados por su ocasionalidad, sin
embargo, ¿no es acaso cierto que los juegos de azar desarrollados con carácter permanente
también deben ser autorizados previamente por la autoridad competente?

El Decreto Supremo N° 026-83-IN transfirió las competencias de estos juegos a los


gobiernos locales, sin embargo, mediante el Decreto Supremo N° 006-2000IN, "Reglamento
de Promociones Comerciales y Rifas con Fines Sociales", se ha retornado a la centralización,
designándose como autoridad administrativa competente a nivel nacional a la Dirección
General de Gobierno Interior del Ministerio del Interior.

36
Por su parte Max Arias Schreiber, opina que del contenido del artículo 1948 se desprende
que la ley civil está remitida a las normas administrativas y en este orden de ideas son
aplicables el Decreto Supremo N° 90 de 14 de octubre de 1963 y su modificatorio, el Decreto
Supremo s/n de 6 de abril de 1964. De conformidad con estos preceptos, las rifas, concursos
y sorteos, así como las promociones de venta mediante canjes de envases o cualquier sistema
análogo deberán contar con la respectiva autorización de la Dirección General de Gobierno
(actualmente Dirección General del Interior), o de los prefectos o subprefectos, cuando se
realizan fuera de Lima y Callao, y en las solicitudes deberá constar el sistema, condiciones
y requisitos según los cuales se llevará a cabo el sorteo, rifa, concurso, propaganda comercial
o venta a plazos con premios. En estos decretos existen multas para la hipótesis de
incumplimiento, que por su monto deben ser objeto de actualización.

La eventualidad es una condición contemplada en el artículo bajo comentario, pero hasta


donde llega nuestro conocimiento todas las rifas y concursos existentes tienen este carácter
y ninguno es permanente ni prefijado por ley.

Otra condición es que se trate de rifas públicas, no siendo el precepto aplicable a las que se
organizan en oficinas o lugares análogos y careciendo de acción de cobro en esta hipótesis.

Desde luego la consecuencia de la autorización coloca a las rifas y concursos en la categoría


del juego y apuesta permitidos y quien resulte vencedor tendrá expedita la acción de cobro,
en el caso de serie negado el pago.

En la actualidad y con el propósito de competir en los mercados, diferentes empresas


(bancarias, comerciales, etc.) efectúan rifas entre su clientela.

Finalmente, hacemos notar la falta de coherencia entre el artículo bajo comentario, en lo que
atañe a los concursos, con la regla contenida por el artículo 1966 del Código Civil. En efecto
y en virtud de este último numeral, el ofrecimiento de una prestación como premio de un
concurso constituye una promesa unilateral y no es un contrato, como sucede en el juego y
apuesta permitidos.

8. Caducidad de la acción de cobro (Art. 1949)

Esta disposición es novedosa, pues ni en el Código Civil de 1852 ni en el de 1936 se


estableció un plazo de caducidad para las acciones derivadas de los contratos de juego.

37
Carlos A. Fonseca Sarmiento refiere Para La caducidad extingue la acción y el derecho, y
en este caso la regla general es que tiene un plazo de un año. Los juegos usualmente son
instantáneos o de corta duración, por ello el plazo podría haberse reducido aún más, por
ejemplo a la mitad, sin que por ello se afectara los intereses de las partes.

Usualmente, las leyes especiales que regulan modalidades específicas de juegos, regulan a
estos en sus aspectos de Derecho Administrativo (requisitos para obtener una autorización y
funciones administrativas del Estado para controlar el juego) y de Derecho Tributario
(obligaciones tributarias derivadas del juego regulado), pero no contienen disposiciones de
carácter civil y mucho menos referidas a la prescripción y/o caducidad de las acciones
derivadas de una controversia suscitada en un contrato de juego.

Max Arias Schreiber en su libro exegesis refiere que se ha establecido un plazo de caducidad
para reclamar el pago de la deuda originada en el juego y apuesta permitido y no rige por lo
tanto la regla general sobre prescripción de la acción personal, para mayor estabilidad de las
entidades encargadas de la organización de los juegos y apuestas permitidos. Desde luego
este plazo podrá ser mayor o menor, en caso de que la ley especial así lo disponga.

Para seguridad del apostador, a su vez, el artículo bajo comentario dispone que el término
inicial del plazo de caducidad correrá a partir del momento en que el resultado se haya hecho
público, para lo cual y salvo forma específica prevista, se podrá utilizar el medio más
conveniente (publicación en el diario oficial o en cualesquiera de los que están en
circulación, transmisión radial o televisiva, etc.).

Dejamos constancia de que el artículo 1949 ha derogado en lo que concierne al plazo al


artículo 17 del Decreto Supremo de 6 abril de 1964, sobre rifas, concursos y sorteos según
el cual los premios no reclamados hasta los 90 días posteriores serán entregados a la
Dirección General de Gobierno (Dirección General del Interior), la que les dará su destino
final.

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REFERENCIA BIBLIOGRAFÍCA

Albaladejo, Manuel, Instituciones de Derecho Civil, Bosh, Barcelona, 1993

Aparicio y Gómez Sánchez, Germán, Código Civil, Concordancias, Lib. e Imp. Gil, Lima,
1943

Arias Schreiber, Max:

Anteproyecto de reforma del Código Civil.

Exégesis, tomos I y II actualizados, con la colaboración de Carlos Cárdenas Quirós, Ángela


Arias Schreiber Montero y Elvira Martínez Coco, Gaceta Jurídica Editores, Lima,
1996

Arias, José, Contratos civiles, teoría y práctica, Buenos Aires, 1939

Barassi,Lodovico, Instituciones de Derecho Civil, Barcelona, 1955

Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil, Contratos, Buenos Aires, 1990.

Busso, E. B., Código Civil anotado, tomo III

Gaceta Jurídica, Código civil comentado por los 100 mejores especialistas tomo IX

FONSECA SARMIENTO, Carlos Alberto. "Juegos de azar y apuesta. Aspectos técnicos y


legales". Normas Legales. Trujillo, 2003

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