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Facultad De Educación Y Ciencias

De La Comunicación
Especialidad: Lengua y Literatura

EXPERIENCIA CURRICULAR: Literatura Española

DOCENTE: Zorán Herrera Mejía

AUTORES:

 Briceño Rojas Esther.


 Fuentes Caballero Jessenia.
 Romero Quiroz María.
 Tapia Benites Diana.
 Torres Tolentino.

AÑO ACADÉMICO: 3ero

TRUJILLO - 2016

Algunos Muchachos y Otros Cuentos


Ana María Matute
DATOS BIOGRÁFICOS

Durante su niñez, Matute vivió un tiempo considerable en Madrid, pero pocas de

sus historias hablan sobre sus experiencias vividas en la capital de España. Cuando

Ana María Matute tenía cuatro años cae gravemente enferma. Por dicha razón, su

familia la lleva a vivir con sus abuelos en Mansilla de la Sierra, un pueblo pequeño en

las montañas riojanas. Matute dice que la gente de aquel pueblo la influenció

profundamente. Dicha influencia puede ser vista en la obra antología Historias de

la Artámila 1961, la cual trata de gente que Matute conoció en Mansilla.

Ana María Matute tenía diez años de edad cuando comenzó la Guerra Civil Española

de 1936. La violencia, el odio, la muerte, la miseria, la angustia y la extrema pobreza

que siguieron a la guerra marcaron hondamente a su persona y a su narrativa. La de

Matute es la infancia robada por el trauma de la guerra y las consecuencias psicológicas

del conflicto y la posguerra en la mentalidad de una niña, y una juventud marcada por la

Guerra, se reflejan en sus primeras obras literarias centradas en los "los niños

asombrados" que veían y, muy a pesar suyo, tenían que entender los sinsentidos que

les rodeaban. Características neorrealistas pueden ser observadas en obras como

en Los Abel(1948), Fiesta al noroeste (1953), Pequeño teatro(1954), Los hijos muertos

(1958) o Los soldados lloran de noche(1964). En todas estas obras que se inician con

gran lirismo y poco a poco se sumergen en un realismo exacerbado—, la mirada

protagonista infantil o adolescente es lo más sobresaliente y marca un distanciamiento

afectivo entre realidad y sentimiento o entendimiento.

Mientras vivió en Madrid asistió a un colegio religioso. Escribe su primera

novela Pequeño Teatro a los 17 años de edad, pero fue publicada 11 años más tarde.

En 1949, Luciérnagas queda semifinalista del Premio Nadal; sin embargo, la censura

impide la publicación.
En 17 de noviembre de 1952, Matute se casa con el escritor Ramón Eugenio de

Goicoechea. En 1954 nace su hijo Juan Pablo, al que le ha dedicado gran parte de sus

obras infantiles. Se separa de su esposo en el año 1963. Como resultado de las leyes

españolas, Matute no tenía derecho a ver a su hijo después de la separación, ya que su

esposo obtuvo la tutela del niño.

Esto le provocó problemas emocionales. Encontró el amor verdadero años después,

al lado del empresario francés Julio Brocard, con el que compartió la pasión de viajar.

Brocard murió en 1990, el 26 de julio, día del cumpleaños de Matute. Ella sufría la

depresión y la pérdida de su gran amor la sumió más en ella. En 1976 fue propuesta

para el Premio Nobel de Literatura. Después de varios años de gran silencio narrativo,

en 1984 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil con la obra “Sólo un pie

descalzo”. En 1996 publica “Olvidado Rey Gudú” y es elegida académica de la

Real Academia Española de la Lengua donde ocupa el asiento K y se convierte en la

tercera mujer aceptada dentro de esta en sus 300 años de historia.

Ana María Matute trata muchos aspectos políticos, sociales y morales de España

durante el periodo de la posguerra. Su prosa es muy frecuentemente lírica y práctica. En

sus novelas,

Matute incorpora técnicas literarias asociadas con la novela modernista o

surrealista. Con todas estas cualidades y talento literario, Matute es considerada "una

escritora esencialmente realista". Muchos de sus libros tratan del periodo de la vida

que abarcan desde la niñez y la adolescencia hasta la vida adulta.

Matute utiliza mucho, como fuente primaria, al pesimismo, lo cual da a sus

novelas una sensatez más clara que la realidad de la vida. "La enajenación, la

hipocresía, la desmoralización y la malicia", son características que comúnmente son


fáciles de encontrar en la ficción de sus obras. Una de sus características más comunes

es el uso de la trilogía: una obra literaria que está compuesta por tres novelas o cuentos

que tienen tanto características en común como diferentes. Muchos críticos

consideran que su mejor obra es la trilogía “Los Mercaderes”, la cual está

conformada por Primera memoria, Los soldados lloran de noche y La trampa.

Sobre su obra se dice que "aunque los argumentos de cada una de sus novelas son

independientes, las une el tema general de la Guerra Civil y el retrato de una

sociedad dominada por el materialismo y el interés propio".


TIPOLOGÍA DEL NARRADOR Y SU RELACIÓN CON LA VOZ INFANTIL EN
LOS CUENTOS DE ANA MARÍA MATUTE

Existe una gama de cuentos que han sufrido variaciones dependiendo de la época y

de la perspectiva del narrador. En sus inicios se transmitieron oralmente con la

necesidad de contar y entretener al hombre, luego se plasmaron en escritos

transmitiéndose de generación en generación. Los ejes temáticos de los cuentos se han

visto influenciado por la realidad en la cual se encontraban inmersos los autores. En

este estudio abordaremos a una de las más destacadas escritoras españolas del siglo XX;

considerada como la mejor novelista de la posguerra civil española.

Este conflicto social, político y bélico se desencadenó en España tras el fracaso

parcial del golpe de Estado del 17 y 18 de julio de 1936, llevado a cabo por una parte

del Ejército (bando sublevado, llamados Nacionalistas) contra el gobierno de la Segunda

República. Ambos bandos cometieron y se acusaron recíprocamente de la comisión de

graves crímenes en el frente y en las retaguardias, como sacas de presos, paseos,

desapariciones de personas o tribunales extrajudiciales. Por su parte, los delitos de los

vencedores nunca fueron investigados ni enjuiciados durante el franquismo, a pesar de

que algunos historiadores y juristas sostienen que hubo un genocidio en el que, además

de subvertir el orden institucional, se habría intentado exterminar a la oposición política.

Este sufrimiento que dejó la guerra fue la génesis de los temas que abordó la

escritora española, siendo testigo de los acontecimientos, ella plasma en sus obras,

desde la perspectiva de su niñez en la que se encontraba, los problemas de esta etapa,

además de conflictos entre jóvenes y adultos, marginación, prejuicios, crueldad,

sufrimiento, etc. y por ende los profundiza.


El análisis que realizaremos del libro literario “Algunos muchachos y otros cuentos”,

corresponde al campo de la tipología de los narradores, según Gerard Genette , y los

cuentos seleccionados como objeto de estudio son: Pecado de omisión, La chusma, Los

chicos, Bernardino, Rama seca, El rey, Envidia y Árbol de oro, siguiendo la temática

del cuentario “Historias de Artámila” de la autora; este nombre de Artámila es

inventado por ella para contar sus recuerdos de los veranos en la finca de sus abuelos

maternos en Mansilla de la Sierra, un lugar entre Burgos, Soria y Logrorio, al cual ella

visitaba cuando estaba débil de salud.

Los relatos de Ana María Matute se ubican en el género narrativo perteneciendo al

cuento como especie; para ella el cuento debe reunir tres indispensables condiciones: ser

breve, redondo y jugoso como una naranja». Los cuentos de Matute son redondos, están

terminados en el sentido de que es raro que el destino de sus protagonistas sea inseguro.

No son fragmentarios como muchos cuentos modernos, el lector debe preguntarse qué

significan, qué quiere decir la autora. Sin embargo no son enigmáticos; si hay enigma,

se puede resolver por una lectura atenta del texto o por la reflexión del lector. Es que

más que enigmáticos son densos.

El cuento, en su brevedad, permite emplear el idioma, de forma similar como se

emplea en la poesía (ya que ella en un tiempo quiso escribir poesía), así pues, nuestra

autora se empeña en crear una prosa semejante a esta, con el fin de expresar el máximo

posible con el mínimo de palabras. Según Matute, en un cuento cabe la intensidad, la

capacidad de misterio de la poesía, al mismo tiempo que la claridad de un lenguaje

común que llega a toda clase de lectores sin distinción de sexo y clase social. Ana

María crea un cuento lleno de poesía, de símbolos y de misterio; inserta en sus cuentos

una “voz” desde la perspectiva de un infante, dándose a notar por elementos presentes

en los ocho cuentos seleccionados, como por ejemplo el juego lúdico (muñecas, un
perro, regalos) y la imaginación (ya que da vida e interactúa con los elementos lúdicos).

Aquí se presenta el conflicto entre las características que deberían ser propias de todo

niño (inocente, dulce, tierno y puro) y la manera en que deja ver la realidad humana en

su brutalidad, hacer pensar sobre los problemas de la vida, sobre el comportamiento de

los hombres y las relaciones entre ellos.

Como se mencionó antes, la autora resalta en sus cuentos la “voz”, y según Laura C.

Di Marzo y Liliana Lotito: “toda historia es referida por un sujeto y dirigida a otro; es

decir, es producto de un acto de enunciación, un acto narrativo. En efecto, todo relato

supone una situación comunicativa, una instancia de enunciación más o menos

explícita, y es en esta instancia en donde se reconoce la voz de un enunciador, de un

narrador: una voz narrativa”.

Sabiendo ya, la “voz” que se asume en los cuentos, nuestra temática se sustenta en la

relación entre los tipos de narradores y la presencia de la voz infantil. Ana María Matute

usa comúnmente al narrador testigo, ya que sería imposible que un niño, quien asume la

voz del relato, pueda conocer los pensamientos o las emociones de los personajes. Un

niño simplemente podría limitarse a conocer sus acciones y diálogos, como un testigo

de todo lo que ocurre. “Todos callaron, como asintiendo, y quedaron pensativos.

Yo, como de costumbre asistía de escondidas a las reuniones...” (Envidia, pp.85)

Con el narrador testigo, los lectores asumimos su perspectiva; es decir, leemos la

historia desde fuera, viendo solamente las acciones de los protagonistas, juzgadas desde

la subjetividad del narrador testigo, pero sin conocer los verdaderos sentimientos y

pensamientos que impulsan esas acciones.

Antes de pasar a desarrollar nuestra temática, definiremos primero a “La narración”

como acto narrativo que produce el mundo narrado o historia; asimismo, Genette señala

que la narración también es el conjunto de la situación real o ficticia en la cual tiene


lugar esa historia. Además, se presenta como uno de los elementos principales y de

quien vamos a tratar, “El narrador” (o dador de la historia), quien a la vez es definido

como “el ser ficticio que asume la voz para contar la historia” (Sales, 2012). Él va a

responder a la pregunta: ¿Quién cuenta? Y su función es sumamente importante dentro

del relato, ya que sin su participación no se produciría el acto narrativo, y no habría

discurso que haga llegar la historia al destinatario.

Sabiendo estas breves definiciones, en el cuento “Pecado de omisión” encontramos

un Narrador extradiegético- heterodiegético y como muestra de esto veamos el

siguiente fragmento:

A los trece años se le murió la madre, que era lo último que le quedaba. Al

quedar huérfano ya hacía lo menos tres años que no acudía a la escuela, pues

tenía que buscarse el jornal de un lado para otro. Su único pariente era un

primo de su padre, llamado Emeterio Ruiz Heredia. Emeterio era el alcalde y

tenía una casa de dos pisos asomada a la plaza del pueblo, redonda y rojiza

bajo el sol de agosto. Emeterio tenia doscientas cabezas de ganado partiendo

por las laderas de Sagrado, y una hija moza, bordeando los veinte, morena,

robusta, riente y algo necia. Su mujer, flaca y dura como un chopo, no era de

buena lengua y sabía mandar. Emeterio Ruiz no se llevaba bien con aquel primo

lejano, y a su viuda, por cumplir, la ayudó buscándole jornales extraordinarios.

Luego, al chico, aunque lo recogió una vez huérfano, sin herencia ni oficio, no

le miró a derechas. Y como él los de su casa. (pp.47)

Según Gerard Genette será un narrador extradiegético - heterodiegetico, aquel narrador

en primer grado que cuenta una historia de la que está ausente, como por ejemplo en la

primera parte del fragmento: “A los trece años se le murió la madre”, el narrador relata

la historia de un niño de la que él no participa, solo narra acontecimientos o episodios


pasados de Lope, el niño a quien nos referimos. Aquí, el narrador que asume la voz

infantil, nos muestra la deshumanización de las personas adultas ante el sufrimiento de

un niño, la falta de afecto.

En “la chusma” está presente el Narrador extradiegético-homodiegético y lo

vemos en el siguiente fragmento:

Entre los de “la chusma” había una familia llamada los “Galgos”. No eran

diferentes a los otros, excepto, quizá, en que, por lo general, el padre no solía

emborracharse. Tenían nueve hijos, desde los dos hasta los dieciséis años. Los

dos mayores, que se llamaban Miguel y Félix, también empleados en la mina.

Luego, les seguía Fabián, que era de mi edad.

No sé, realmente, cómo empezó mi amistad con Fabián. (pp. 52-53)

Según Genette, el narrador extradiegético-homodiegético es aquel narrador en primer

grado que cuenta su propia historia (puede presentarse como un protagonista de la

historia que cuenta o mostrarse de manera tenue como solamente un testigo). Por

ejemplo: “No sé, realmente, cómo empezó mi amistad con Fabián”; en esta cita, el

narrador se sumerge en la historia contada por él mismo, y lo hace a manera de testigo.

Así mismo, el narrador asume la voz infantil al presentar actos lúdicos como lo veremos

en el siguiente fragmento: “[…] a él también le gustaba rondar por las tardes, con el

sol, por la parte de la tapia trasera del cementerio viejo. O porque amaba los perros

vagabundos, o porque también coleccionaba piedras suavizadas por el río: negras,

redondas y lucientes como monedas de un tiempo remoto” (), en esta parte se ve cómo

los niños con un sentimiento noble disfrutan su niñez; y ésta voz a pesar de mostrarnos

al mismo tiempo la desgracia y desigualdad entre clases sociales, quiere exaltar los
pequeños momentos de felicidad que tienen los niños cuando se encuentran en ese

mágico mundo, que solo le pertenece a ellos.

En el cuento “Los chicos” está presente el Narrador extradiegético-

homodiegético; lo vemos en el siguiente fragmento:

Los veíamos llegar, y el corazón nos latía de prisa. Alguien, en voz baja,

decía: “¡Que vienen los chicos…¡”por lo general, nos escondíamos para

tirarles piedras, o huíamos.

Porque nosotros teníamos a los chicos como el diablo, a nuestro entender.

Yo sentí un gran temblor en las rodillas, y mordí con fuerza la medalla (pp. 57)

Este narrador, al igual que en el cuento anterior, es aquel narrador en primer grado que

cuenta su propia historia (puede presentarse como un protagonista de la historia que

cuenta o mostrarse de manera tenue siendo solamente un testigo). En este cuento, el

narrador que asume la voz infantil, narra refiriéndose a otros personajes, pero haciendo

notar su presencia como un testigo. Por ejemplo en la frase: “Los veíamos llegar, y el

corazón nos latía de prisa”, el narrador es participe como observador de la paliza que

recibe un niño por parte de Efrén, siendo el líder autoritario de trece años de aquel

grupo que se encontraba la voz narrativa.

La voz infantil del cuento, presenta cómo es que la gente adulta inculca en los niños la

insensibilidad, hacen que omitan sus emociones, y sobre todo, les crean antivalores; es

por eso que al finalizar la narración, quiere enaltecer y hacer prevalecer lo sensible,

generoso y saca los más puros sentimientos de un niño hacia su semejante. Por ejemplo:

“[…] Solo yo no podía moverme, no podía, del lado del chico. De pronto, algo raro

ocurrió dentro de mí. […] Sentí ganas de llorar, no sabía exactamente por qué. ” (pp.

60). Así mismo la voz infantil presenta juegos como lo veremos en el siguiente
fragmento: “Al llegar, los chicos escudriñaron hacia el rio, por ver si estábamos

buscando ranas, como solíamos. Y para provocarnos empezaron a silbar y a reía de

aquella forma de siempre, opaca y humillante. Ese era su juego: llamarnos se viendo

que no apareceríamos”. (pp. 59) En esta parte vemos que utilizan el juego tranquilo y

brusco generando diversión.

En el cuento “Bernardino” se hayan el narrador Extradiegético-Homodiegético; lo

vemos en el siguiente fragmento:

Un día, Mariano Alborada, el hijo de un capataz, que paseaba con nosotros

en el rio a las horas de la siesta, nos dijo:

 A ese Bernardino le vamos a armar una.

 ¿Qué cosa? –dijo mi hermano, que era el mejor que entendía el lenguaje de

los chicos del pueblo.

 ya veremos-dijo mariano, sonriendo despacito-algo bueno se nos presentara

un día digo yo.(pp. 63)

Según Genette, el Narrador extradiegético-homodiegético es aquel narrador en primer

grado que cuenta la historia como testigo. En este cuento por ejemplo en la frase: “ya

veremos-dijo Mariano, sonriendo despacito-algo bueno se nos presentará un día digo

yo”. (pp.63) En primer lugar la voz menciona a Mariano y luego el narrador se incluye

en el conflicto. Así mismo la voz tiene rasgos de infante como lo señala la siguiente

frase: “nosotros no odiamos a Bernardino” (pp.64), esto refleja la psicología de la

niñez en un estado de inocencia, sin embargo en el cuento está el personaje de mariano

un niño (hijo del capataz), reflejando violencia en sus acciones y maldad producto delos

constantes maltratos del padre.


Así mismo, en “El rey” se haya presente el Narrador extradiegitico- heterodiegetico.

Debajo de la escuela había un pequeño soportal, sostenido por columnas de

madera de roble, quemadas por el tiempo, recorridas por la lluvia y las

hormigas, llenas de cicatrices y nombres de muchachos, unos vivos y otros ya

muertos. Encima de la escuela había aún otro piso, de techo muy bajo, con dos

viviendas, una para el maestro, la otra para una mujer viuda, muy pobre, que se

llamaba Dorotea Marina. Esta mujer limpiaba, cocinaba y cuidaba del maestro

y su vivienda, tenía un hijo se llamaba Dino.(pp.69)

Según Genette, el narrador extradiegético - heterodiegetico, es aquel narrador en primer

grado que cuenta una historia de la que está ausente y lo vemos en todo el fragmento, ya

que el narrador se limita a describir y hablar de la vida de otras personas, en ningún

momento da señales de que esté presente como testigo ni nada por el estilo.

Aquí, la voz infantil se ve claramente mediante la presencia de los regalos, que es un

elemento que particularmente a los niños les encanta; así mismo, el narrador que asume

la voz infantil, nos inserta en un mundo donde vale tanto el bienestar y la ilusión de todo

niño, pero al mismo tiempo no quiere que se le engañe. Veamos por ejemplo esta parte

del cuento: “– Se me ha ocurrido…le vamos a dar al niño una sorpresa: verá usted, le

vamos a decir que el Rey Melchor vendrá en persona a traerle juguetes… ¡Es tan

inocente! ¡Es tan distinto a todos! Si así pudiéramos darle la ilusión… ” (pp.73)

En el cuento “La Rama seca”, también vamos a ver un Narrador extradiegético-

heterodiegético.

Apenas tenía seis años y aún no la llevaban al campo. Era por el tiempo de

la siega, con un calor grande, abrasador, sobre los senderos. La dejaban en

casa, cerrada con llave, y le decían:


- Que seas buena, que no alborotes: y si algo te pasara, asómate a la ventana y

llama a doña Clementina.

Ella decía que si con la cabeza. Pero nunca le ocurría nada, y se pasaba el día

sentada al borde de la ventana, jugando con Pipa.(pp.77)

Aquí, del mismo modo que en el cuento anteriormente trabajado, el narrador es aquel en

primer nivel que cuenta una historia de la que está ausente; en todo el cuento se va a

hablar de una niña, quien es el personaje principal, es así que el narrador asume la

responsabilidad de narrar desde fuera y en ningún momento se muestra su participación

en el cuento. En relación con el narrador; la voz que se ha asumido, se deja ver que es la

de un infante por lo que se presencia con repetición e insistencia los elementos y actos

lúdicos, a la vez que la imaginación. Justamente esto es observable en lo siguiente:

“[…] se pasaba el día sentada al borde de la ventana, jugando con <<Pipa>>…[…]

La niña le echó a <<Pipa>> y doña Clementina cuando la tuvo en sus manos, se

quedó pensativa. <<Pipa>> era simplemente una ramita seca envuelta en un trozo de

percal sujeto con un cordel”(pp.78) se muestra una voz bastante infantil, no solo por

estos elementos sino porque busca exaltar el alto grado de imaginación que posee el

niño.

De igual forma, en “Envidia” se haya el narrador Extradiegético - Homodiegético; y

hace notoria su presencia en el siguiente fragmento:

Yo estaba convencida de que Martina estaba hecha de hierro y de que

ninguna debilidad cabía en su corazón. Como yo lo creían todos, hasta aquel

día en que, después de la cena, siendo ya vísperas de la Navidad, se les ocurrió

en la cocina hablar del sentimiento de la envidia.


 Mala cosa es – dijo Marta, al fin de todos -. Mala cosa es la envidia,

pero bien triste, y cierto también que todos nosotros hemos sentido su

punzada alguna vez.

Todos callaron, como asintiendo, y quedaron pensativos.

Yo, como de costumbre, asistía de escondidas a las reuniones.(pp.84)

Siguiendo la clasificación de narradores de Genette, y como ya se ha visto en cuentos

anteriores, aquí también encontramos un narrador Extradiegético - Homodiegético,

narrador en primer grado que cuenta su propia historia (puede presentarse como un

protagonista de la historia que cuenta o mostrarse de manera tenue siendo solamente un

testigo).

Este narrador se deja ver muy claramente, son notorias sus marcas como participante

testigo de lo que está narrando: “Yo la recuerdo cargando grandes baldes de ropa

sobre sus ancas de yegua…”; se nota la intervención del narrador, asintiendo y

opinando, según lo que ha observado respecto al personaje. Textualmente se le puede

ver, cuando dice: “Yo, como de costumbre, asistía de escondidas a las reuniones”.

La voz asumida, en este cuento, hace énfasis en la sicología de su personaje principal

(Martina), que por cosas de la vida y la realidad cruel que le tocó vivir es que adopta

madurez frente a la vida; sin embargo siente que a pesar de todo, era solamente una niña

y debería haber vivido esa etapa que nadie tiene derecho a quitársela. Confirmemos

esto: “– sí eso es: valerme por mí misma…eso es cierto. Pero también he sido una

niña. ¡Sí, a qué negarlo, cuernos, niña y bien niña! ¿Acaso no tiene una

corazón?...Después que padre se casó con Filomena, vinieron los zagales Mauricio y

Rafaelín…¡Todo era poco para ellos, en aquella casa…! Y es bien, yo, en cambio, la

grandullona, al campo, a la tierra. No es que me queje, vamos: sabido es que a esa

tierra se viene, por lo general, a trabajar. ¡Pero tenía siete años! ¡Sólo siete
años…!”.(pp.86) Este párrafo denota la sicología del personaje, que ha sido orientada

por el narrador para dejar ver la realidad humana. Al mismo tiempo, una vez más

confirma que la voz es infantil, ya que inserta nuevamente a una muñeca como el

elemento lúdico propio de un infante.

Finalmente, en el último cuento titulado “El árbol de oro” vamos a ver a un

narrador lo cual vamos a ejemplificar en el siguiente fragmento:

 Quede todo como estaba. Que siga encargándose Ivo de la torrecita.

A la salida de la escuela le pregunté:

 ¿Qué le has dicho a la maestra?

Ivo me miró de través y vi relampaguear sus ojos azules.

 Le hablé del árbol de oro.

Sentí una gran curiosidad.

 ¿Qué árbol?

Hacía frío y el camino estaba húmedo, con grandes charcos que brillaban al sol

pálido de la tarde. Ivo empezó a chapotear en ellos, sonriendo con misterio.

 Si no se lo cuentas a nadie…

 Te lo juro, que a nadie se lo diré(pp.89)

Nuevamente encontramos a un narrador Extradiegético – Homodiegético, asumiendo la

función de personaje, no como testigo que observa de fuera, sino que interactúa y habla

directamente con el personaje principal, por ejemplo: “Asistí durante un otoño a la

escuela de la señorita Leocadia…”, “¿Qué le has dicho a la maestra?”, “Te lo juro,

que a nadie se lo diré” (pp.88), estas citas comprueban lo que se dijo y se ve los

discursos del narrador. Así mismo la voz infantil asumida por el narrador, dirige su

discurso para que veamos el alto nivel imaginativo de un niño y adolescente, dándole

esta cualidad a su personaje Ivo.


Después de haber desarrollado nuestra temática, llegamos a concluir y a constatar

que la voz narrativa, asumida desde la perspectiva infantil se encuentra en estrecha

relación con el tipo de narrador presente en cada uno de los cuentos de Ana María

Matute. Así mismo recalcar que esta voz infantil asumida por nuestro narrador, hace

notar su presencia mediante la utilización de recursos propios de la niñez y adolescencia

que se han visto plasmados también en la vida de nuestra autora.

Reafirmando, que el narrador, quien asume la voz dentro del relato, dirige su

discurso y el de sus personajes, para hacer sentir la parte emotiva de ellos y acercarnos a

su mundo (el mundo de la niñez). Émile Benveniste define como propio de todo acto de

comunicación la capacidad del locutor de plantearse como sujeto de la enunciación,

esto es, de apropiarse del aparato formal de la lengua – las condiciones sintácticas,

morfológicas, fonológicas y semánticas que el sistema lingüístico ofrece – para

producir enunciado. Entonces, decimos que nuestro narrador, toma las riendas del

relato, haciendo que mediante éste, se note la presencia de la voz infantil adoptada por

nuestro narrador.

El narrador, busca siempre, en los cuentos que hemos tratado, de exaltar el mundo de

la niñez y las características de todo niño (inocente, dulce, tierno y puro), además de

elementos lúdicos (como el jugar con piedras, muñecas, animales, regalos, etc.) con los

que interactúan los personajes y dan cabida a su imaginación.

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