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Informe Comisión Engel (2015; pág.

54)
II. REGULACIÓN DE LOS CONFLICTOS DE INTERÉS
INTRODUCCIÓN

Uno de los fines últimos de la democracia representativa es promover el bien común de la comunidad política
que la sustenta. Para ello, las instituciones y procedimientos democráticos deben asegurar decisiones y acciones
públicas inspiradas en intereses colectivos, y no en aquellos de carácter particular.

Todo individuo o grupo tiene intereses. Una democracia fuerte, que funciona bien, no es aquella donde se
reprimen o pretenden ignorar los intereses en juego en las discusiones públicas, sino una que logra establecer
mecanismos para transparentar y regular la forma en que los intereses se pueden promover, y sobre todo, separar
aquellos de índole particular de los de naturaleza pública.

Los conflictos de interés se producen cuando un individuo que tiene la responsabilidad de actuar en
representación de los intereses de una organización o institución, contraviene ese compromiso y actúa
persiguiendo satisfacer su interés personal o de otros vinculados a él. En la actualidad, este tipo de prácticas
son fuertemente reprobadas por los ciudadanos en la mayoría de las democracias, y pueden generar situaciones
complejas de inestabilidad política si no son enfrentadas de modo ágil y eficaz.

En Chile se ha logrado avanzar en el establecimiento de mecanismos que inhiban la interferencia de intereses


privados de autoridades y funcionarios públicos en ejercicio. Sin embargo, al comparar el entramado
institucional, las normas y la legislación chilena con estándares internacionales como los utilizados por la
OCDE, es posible identificar vacíos y deficiencias que aún impiden una separación nítida entre función pública
e intereses personales.

En el mismo sentido, aún queda camino para disminuir el riesgo de los conflictos de interés en el sector
privado y no gubernamental. En este caso, se trata de que los intereses que persiguen empresas, corporaciones
u organizaciones no gubernamentales no sean subvertidos por individuos que, ocupando cargos de
responsabilidad en aquellas instituciones, tomen decisiones alejadas del interés corporativo para beneficio
personal.

Es improbable que se logren impedir por completo los conflictos de interés, ya que una prohibición
excesivamente restrictiva colisionaría con otros derechos –como el de postular a un cargo de elección popular
o a ejercer una función pública–, e inhibiría a personas calificadas para trabajar en el sector público.
Para disminuir los riesgos de conflictos de interés, la experiencia comparada muestra que es necesario buscar
un equilibrio entre identificar los eventuales peligros para la integridad de los funcionarios y organismos
públicos, prohibir los conflictos inaceptables, resolver adecuadamente las situaciones conflictivas, crear
conciencia entre los funcionarios y órganos públicos sobre la relevancia de estos conflictos, y garantizar la
disposición de procedimientos efectivos para identificarlos, declararlos y resolverlos.

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