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Análisis crítico al materialismo

histórico de Marx
Por: Ignacio García Solano

Universidad de Guadalajara

Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH)

Correo electrónico: garciasolanoignacio@gmail.com


Durante el liberalismo surge la nueva forma de economía-política que impulsa a la sociedad
hacia la libertad económica, surge la industria y de ella la fábrica, ese modelo de economía
es bautizado como: “Capitalismo”. El hombre es dueño de su propio dinero, con ello
desarrolla la industria pero quien no puede desarrollarla requiere venderse al mercado
laboral. Marx, amigo de Engels, recibe el apoyo económico de este último para dedicarse a
la investigación de la economía-política: la súper-estructura y la infra-estructura.

Marx siente un gran repudio a la explotación del hombre por el hombre, en su obra más
reconocida: “El capital”, divide las clases en: burgueses (quienes son dueños del trabajo) y
proletarios (quienes venden su fuerza de trabajo). Desarrolla una serie de argumentos sobre
como la sociedad proletaria es explotada mientras la clase burguesa roba a través del plus-
valor.

El socialismo (en tiempos de Engels y Marx) es considerado una utopía, sin embargo,
Marx, “cree” encontrar el método que logra llevar el socialismo del camino utópico al
científico, una ciencia exacta que determina los hechos del porvenir y encuentra que la
sociedad pronto va a llegar a la negación de su negación, entonces las clases sociales
desaparecen y todos son iguales. Sin embargo, el pensamiento marxista, no pasa de ser una
creencia falsa que pronto se convierte, también, en utopía; si bien, es posible hablar de un
mundo dialéctico, este no puede hablar del provenir, el método dialéctico sólo puede hablar
del pasado, del recuerdo.

El materialismo histórico es insuficiente para hablar de “comunismo científico”, la


inversión del sistema hegeliano falla cuando se pretende hablar del futuro, y falla en otros
aspectos más que voy a desarrollar. Pero antes de la crítica al materialismo histórico como
un método ineficiente y posiblemente contradictorio, primero me es necesario dar una
explicación previa sobre parte de la filosofía hegeliana, marxista y heraclitiana.

Para Hegel, la dialéctica es una dualidad de contrarios que se divide en tres pasos,
interpretados por Kojéve como: tesis, antítesis y síntesis. La dialéctica es el mundo mismo,
la naturaleza; la dualidad de contrarios es la conformación de la realidad y su existencia, ya
que nada podemos percibir del mundo sin su contrario: el mal sin el bien, el espacio sin
materia, lo infinito sin lo finito, etc.
Hegel, retoma elementos del filósofo presocrático Heráclito como: el devenir, la
dualidad de contrarios y el eterno retorno. En la ciencia de la lógica, Hegel hace la siguiente
mención sobre el devenir (unidad del ser y la nada):

El puro ser y la pura nada son por lo tanto la misma cosa. Lo que constituye la
verdad no es el ser ni la nada, sino aquello que no traspasa sino que ha traspasado,
vale decir el ser (traspasado) en la nada y la nada traspasada en el ser. Pero al
mismo tiempo la verdad no es su indistinción, sino el que ellos no son lo mismo,
sino que son absolutamente diferentes, pero son a la vez inesperados e inseparables
e inmediatamente cada uno desaparece en su opuesto.1

El devenir es el primer concepto, con él inicia el movimiento de los contrarios y su unión que
conforma el universo. Antes de su unión sólo tenemos nada, si tenemos algo es porque los
contrarios se han fundido uno con el otro y si se separan sólo queda nada, la nada pura (lo
indeterminado).

Lo verdadero en Hegel es el absoluto (aquello donde se contienen los contrarios) y


menciona:

El espíritu, ciertamente, no permanece nunca quieto, sino que se halla siempre


en movimiento [...] el espíritu que se forma va madurando lenta y silenciosamente
hacia la nueva figura […] El comienzo del nuevo espíritu es el producto de una
nueva transformación de múltiples y variadas formas de cultura […] Es el todo que
retorna a sí mismo saliendo de la sucesión y de su extensión, convertido en el
concepto simple de este todo2.

La dialéctica se confronta con sus contrarios hasta lograr su dualidad, pero cada que
tenemos una síntesis, dicha síntesis se convierte nuevamente en la tesis de un nuevo ciclo
dialéctico. Cada que llegamos al absoluto de los contrarios es necesario comenzar
nuevamente, porque lo conocido ha cambiado.

El apartado del libro La Fenomenología del Espíritu de George Wilhelm Friedrich


Hegel sección A capítulo 4 titulado: Independencia y sujeción de la autoconciencia;
señorío y servidumbre, es interpretado por el filósofo ruso: Kojéve, Alexandre, como: “la
dialéctica del amo y el esclavo”. En dicho apartado se habla sobre el inicio de la historia
para Hegel, que comienza con el deseo del hombre por reconocerse y ser reconocido.

1
G. W. F. Hegel, La Ciencia de la Lógica, Biblioteca del Solar (4ta ed. 1976) PP. 77-78
2
G. W. F. Hegel, La Fenomenología del Espíritu, Fondo de Cultura Económica (1era ed. 1966) PP. 13
Kojéve Menciona que: “El hombre es autoconciencia. Es autoconsciente; consciente de
su realidad y de su dignidad humana, y en esto difiere esencialmente del animal, que no
supera el nivel del simple sentimiento de sí. El hombre toma consciencia de sí en el
momento, en el que por primera vez, dice: “Yo” ¨ […]”3

El hombre es un ser cognoscente capaz de percibir el mundo y dar cuenta de la


existencia exterior, sin embargo, no puede dar cuenta de sí mismo, de su propio “Yo”.
Puede percibir todo lo real exterior a él pero no puede percibirse a sí mismo. El hombre
sólo conoce lo que contempla; su conocimiento es conocimiento del mundo exterior, y él,
queda alienado en el objeto que contempla. Desaparece para dar realidad al objeto
contemplado; el objeto se vuelve su realidad, pero cuando el objeto es capaz de dar cuenta
de la existencia del ser que lo percibe, entonces el hombre es capaz de dar cuenta de su
existencia, de su “Yo” a través de su contrario. El hombre es capaz de pensarse a sí mismo
a través de otro objeto (del “No-Yo”), se reconoce, reconoce que hay un “Yo”, y viceversa.
Podemos dar cuenta de la existencia del objeto porque alguien lo percibe y dar cuenta del
“Yo” porque con el objeto nos reconocemos, sin el objeto no percibimos el “Yo” y sin el
“Yo” no percibimos los objetos.

El hombre que contempla el objeto deviene a través del deseo. Contempla un pan y lo
desea, puede reconocerse a sí mismo, se recuerda, destruye el pan, lo convierte en alimento
de su propio “Yo”, deja de ser esclavo del objeto para lograr pensarse a través de él a sí
mismo. El devenir es el punto de traslado entre el objeto y quien lo contempla para el
reconocimiento de la existencia del “Yo”. Entonces, el hombre logra ser autoconsciente de
sí mismo. Pero el deseo por el objeto es un deseo animal, el hombre debe superar el deseo
del objeto, debe desear los deseos humanos de otro hombre para ser hombre.4

Luego, Kojéve describe la diferencia entre deseo animal y humano:

Sí la realidad humana es una realidad social, la sociedad es sólo humana en


tanto que conjunto de deseos que se desean mutuamente como deseos. El deseo
humano, o mejor, antropógeno, que constituye un individuo libre e histórico

3
Kojéve Alexandre, La dialéctica del Amo y el Esclavo en Hegel, Pleyade (1era ed.), P. 1
4
Este estado puede conceptualizarse como alienación, que Marx nombra enajenación: Cuando el hombre es
esclavo del objeto y desaparece para dar existencia a otro, pero cuando puede reconocer su yo a través del
otro queda libre de alienación.
consciente de su individualidad, de su libertad, de su historia y, finalmente de su
historicidad, el deseo antropógeno difiere pues del deseo animal […] la historia
humana es la historia de los deseos deseados.5

El hombre, para ser hombre, debe estar dispuesto a morir por sus deseos, debe perder
ese temor a la muerte por desear algo más, entonces, el hombre desea el reconocimiento de
otro hombre, desea ser un valor y convertirse en valor del deseo que será deseado por otro y
viceversa. Cuando ambos hombres se enfrentan por el deseo de ser reconocidos por el otro
en una lucha a muerte, gana quien tiene menos miedo y convierte su deseo en algo más
fuerte que el miedo a la muerte, mientras que el otro debe someterse; el fuerte es
reconocido como amo y el débil como esclavo. La historia del amo y el esclavo es la
historia del hombre (tesis y antítesis). El fin de la historia se encuentra cuando el hombre
llega a la dualidad de sus contrarios (la síntesis -la negación de la negación-). Pero el fin de
la historia es tan sólo algo cíclico.

El amo se niega a quedar conforme con el reconocimiento del esclavo quien solamente
es un animal con miedo a morir y por ese miedo ya no desea el reconocimiento de otro; el
amo desea el reconocimiento de otro hombre no del animal, por tanto debe ver al otro
superarse a sí mismo en el enfrentamiento del deseo, sin embargo, sí el otro muere ante las
manos del amo para ser reconocido como hombre entonces no queda hombre capaz que
pueda dar reconocimiento al amo. En su deseo de complacer al amo, el esclavo, crea la
cultura, trabaja al servicio del amo en búsqueda de su reconocimiento, pero mientras tanto
el amo se convierte en un hombre inútil, ocioso, perezoso; mientras el amo descansa el
esclavo consigue su libertad a través del trabajo formativo (se vuelve autónomo). El mundo
es una cultura hecha por el esclavo activo, el esclavo deja de ser animal y se convierte en
hombre y el amo se convierte en el animal que sólo puede comer gracias al esclavo. Es aquí
donde finaliza la historia, a través de la síntesis, donde los papeles se invierten (el amo es
esclavo y el esclavo es amo). Pero esta misma síntesis vuelve a ser apertura de un nuevo
periodo dialéctico.

Desde Joven Marx se concentra en el estudio sobre Hegel, siendo Feuerbach, un puente
entre el idealismo y el materialismo. Marx invierte el sistema hegeliano, ya que según él, se

5
Kojéve Alexandre, Ibíd., PP. 2-3
encuentra de cabeza, traslada la dialéctica del espíritu al cuerpo, a la materia; y el espíritu,
que antes mira al pasado ahora mira al futuro: “La materia dialéctica no mira en su
totalidad hacia los horizontes del pasado, como el espíritu hegeliano del recuerdo y como
la materia mecánica desde Demócrito, sino que mira a los horizontes del porvenir.”6 Sí
bien, Hegel describía la historia del hombre mirando al pasado en forma dialéctica, ahora
Marx interpreta el sistema hegeliano como un sistema determinado que puede explicar los
hechos futuros y por ende saber cómo concluirá la historia. En lugar de un espíritu que mira
al pasado, tenemos al hombre que puede construir su futuro, realizándose a sí mismo por su
propio trabajo.

Marx ve en la filosofía la necesidad de un cambio. La filosofía debe dejar de ser sólo un


acto del pensamiento humano que establece teorías, debe ser una praxis, debe llevar la
teoría al mundo práctico, bajar la idea al mundo material: “los filósofos no han hecho más
que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.7

La obra: Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico de Federico Engels distingue


ambos socialismos, por tener, este último, un método de investigación:

La conciencia de la total inversión en que incurría el idealismo alemán llevo


necesariamente al materialismo […] el materialismo moderno ve en la historia el
proceso de desarrollo de la humanidad, cuyas leyes dinámicas es misión suya
descubrir […]El materialismo moderno es sustancialmente dialéctico y no necesita
ya de una filosofía superior a las demás ciencias.8

Toda ciencia para ser ciencia debe contar con un método y Marx lo ha descubierto
(según Engels), el método científico del comunismo es la dialéctica hegeliana invertida del
espíritu a la materia, que Marx y Engels bautizan como: “Materialismo Histórico”:

Marx es un filósofo con visión teleológica, donde la historia del hombre es el


enfrentamiento de los contrarios que finalizará con la contradicción de la contradicción, la
síntesis del enfrentamiento entre el amo y el esclavo… el comunismo... el fin de la historia.

6
Ernst Bloch, Sujeto-Objeto El Pensamiento de Hegel, Editorial Fondo de Cultura Económica (2da ed. En
español 1983) P. 381
7
Karl Marx, Tesis Sobre Feuerbach, Editorial Progreso (1er ed. 1981) P. 2
8
Federico Engels, Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico, Editorial Colección obre, Serie Monografías
(1era ed. 1969) P. 60
En el Manifiesto Comunista Marx menciona que: “Toda la historia es la historia de la
lucha de clases”.9Cuando Marx invierte el sistema hegeliano, retoma la dialéctica del amo
y el esclavo para llegar a la conclusión de que el hombre en toda su historia ha sido
explotador de otros hombres y las luchas revolucionarias se deben al deseo de libertad.
Cada que el hombre logra ser libre de la enajenación, logra darse cuenta de su estado de
explotación, que es esclavo del trabajo de otro, que no vive su vida si no que vive para que
otro viva, entonces busca su libertad. Las clases sociales divididas entre burgueses y
proletarios se enfrentan y de ese enfrentamiento llegan al comunismo, la negación de la
negación del capitalismo.

Engels menciona sobre la lucha de clases que:

Desde el momento mismo en que nació, la burguesía llevaba en sus entrañas a


su propia antítesis, pues los capitalistas no pueden existir sin obreros asalariados
[…] al lado de todo gran movimiento burgués que se desataba, estallaban
movimientos independientes de aquella clase que era el precedente más o menos
desarrollado del proletario moderno.10

La transición del feudalismo al capitalismo tiene como factor importante el liberalismo


económico, que permite a las sociedades ser dueñas de su propio trabajo; aquellos quienes
tiene capital acumulado se vuelven dueños del trabajo ajeno, construyen sus empresas y
compran la mano de obra de quien no puede hacerse de una industria propia. Otro factor
importante es la máquina. Con el ingreso de la maquina a la industria se desarrolla la
fábrica; los trabajadores que antes producían “X” cantidad de plus-valor, ahora con el
manejo de la maquina logran producir el doble de plus-valor anterior y con sólo la mitad de
obreros.

El ingreso de la maquina pronto se convierte, según Marx, en la contradicción dentro del


capital. Sí bien, por un lado, la maquina mejora la producción y reduce el precio de la
mercancía en el mercado para que el trabajador pueda adquirir más producto en menor
precio, por otro lado, la maquina produce despidos masivos, pues requiere de menos
obreros, entonces la sociedad no tiene dinero para comprar los productos que fábrica y el
capital entra en crisis económica fatal.

9
Jon Elster citando a Marx, Una Introducción a Karl Marx, Editorial Siglo XXI Editores (2da ed. 1992) P. 110
10
Federico Engels, Ibíd., P. 40
El obrero no tiene donde conseguir trabajo y las maquinas acumulan mercancías que los
empresarios no pueden vender y sin la circulación de la moneda, pronto las maquinas
quedan inmóviles junto con los proletarios. La sociedad sale de su enajenación, se dan
cuenta de su estado de explotación, que son esclavos de los mismos productos que ellos
fabrican, entonces el obrero se revela contra el patrón en su desesperación de supervivencia
y todas estas luchas de clase culminan hasta llegar al comunismo, el fin de la historia.

Engels, en su ya mencionada obra, distingue las siguientes etapas de la historia y las


etapas del porvenir, las cuales ya están determinadas, pues fueron “descubiertas” por el
materialismo histórico: I) La sociedad feudal; II) La revolución capitalista que a la vez se
divide en otras cuatro etapas: A) El divorcio del productor con los medios de producción,
B) La contradicción entre la organización social, C) El perfeccionamiento de la maquinaria,
D) La burguesía que se revela como clase superflua; Y III) La revolución proletaria que
lleva al socialismo y del socialismo al comunismo.

Es necesario recordar que son tres elementos que Hegel toma de Heráclito, por ende
también es necesario desarrollarlos desde este filósofo griego. Para Heráclito el mundo se
conforma por contrarios que se unen y de dicha unión surge el mundo: “La enfermedad
suele hacer suave y buena la salud, el hambre la saciedad, la fatiga el reposo”.11

Todo deviene, para Heráclito todo se encuentra en movimiento, todo fluye y nunca se
detiene, tanto así que: “No es posible ingresar dos veces en el mismo río, según Heráclito,
ni tocar dos veces una sustancia mortal en el mismo estado; sino que por la vivacidad y
rapidez de su cambio, se esparce y de nuevo se recoge; antes bien, ni de nuevo ni
sucesivamente, sino que al mismo tiempo se compone y se disuelve, y viene y se va”.12

Existe un eterno retorno relacionado con la dualidad de contrarios, la vida es muerte


pero la muerte es vida: “Vive el fuego la muerte de la tierra, y el aire vive la muerte del
fuego; el agua vive la muerte del aire, la tierra la del agua”.13

11
Aforismos sobre Heráclito por Rodolfo Mondolfo, Ibíd., P. 56
12
Aforismos sobre Heráclito por Rodolfo Mondolfo, Ibíd., P. 54
13
Aforismos sobre Heráclito por Rodolfo Mondolfo, Heráclito, Textos y Problemas de su Interpretación,
Editorial Siglo XXI Editores (13ra ed. 2007) P. 39
“Porque la muerte de la tierra es convertirse en agua, y muerte del agua es convertirse
en aire, y del aire (convertirse en) fuego, e inversamente”.14 Sin embargo, hablar de un
eterno retorno es hablar de algo circular que se repite y hablar de un devenir es hablar de
algo que siempre cambia y se mueve hacia el futuro como en línea recta, pero siempre que
se alcanza el futuro se vuelve presente y el devenir debe continuar su camino. ¿Cómo
hablar de algo circular y algo que deviene sin caer en contradicción? La respuesta es la
espiral y el punto donde se entrecruzan las líneas es el comienzo de un nuevo ciclo. Por
tanto, cuando el fuego muere y se convierte en aire, el aire se convierte en agua, el agua en
tierra y la tierra nuevamente en fuego, este fuego no es el mismo al anterior, es un fuego
nuevo.

La dialéctica de Hegel, se compone por un elemento “A” que es la tesis, un elemento


“B” que es la antítesis y un elemento “C” que es la síntesis de “A” y “B” (la dualidad de
contrarios); sin embargo, en la filosofía hegeliana, todo deviene, como el río de Heráclito y
cada que tenemos el elemento “C” o síntesis, este nuevo elemento vuelve a ser un primer
elemento, una tesis, un eterno retorno en forma de espiral, por lo que “C” es ahora “A1”,
del que tenemos su contrario “B2” y su síntesis “C2” que sucesivamente vuelve a ser “A3”
y así continua, sin detenerse, pues el devenir nunca concluye.

Cuando Marx invierte el sistema hegeliano, pretende mirar al futuro, ver al hombre
como constructor de su propio destino y que ellos mismos al salir de su alienación llegan al
comunismo, pues es la única forma de acabar con las clases sociales. Evidentemente,
cuando los contrarios (los burgueses y los proletarios) se enfrentan, está implícito el devenir
en la lucha de clases, pero Marx nunca toma en cuenta que el devenir no concluye, no se
detiene y por ende, si pretende hablar sobre lucha de clases en sentido dialéctico, es
necesario que el comunismo se convierta en la nueva tesis, que se corrompa y se enfrente
con su contrario para que surja una nueva síntesis.

Marx detiene la historia en el comunismo, detiene el devenir y el eterno retorno (el


sentido espiral) que da apertura a nuevos elementos, se convierte en algo circular, sin
embargo en la lucha de clases hay un devenir implícito que mueve las sociedades a nuevo
horizontes; la historia es la lucha de clases, entonces la lucha entre burgueses y proletarios
14
Aforismos sobre Heráclito por Rodolfo Mondolfo, Ibíd., P. 40
no es nueva, es un espiral que lleva el mundo, poco a poco, hacia la lucha entre comunistas
y capitalistas. Marx cae en una contradicción cuando acepta un devenir y después lo niega;
convierte la espiral en un círculo que se contradice con la línea recta que representa el
devenir y nunca se detiene, gira hacia delante y nunca pasa sobre el mismo eje, mientras
que la línea circular siempre circula sobre el mismo eje, como el pretendido comunismo
que ya no se moverá, pues circulara siempre donde mismo. Marx nunca menciona nada
sobre una posible corrupción dentro de la dictadura proletaria que inicia la siguiente lucha
de clases.

El materialismo histórico comete el error de finalizar la historia en el comunismo, de


tener una función de profeta que predice el futuro (el porvenir). El futuro no se puede
predecir con base en una dialéctica; sin embargo, si pretendemos hablar de dialéctica
material mirando al pasado, podemos observar un comunismo fracasado, caído por la
misma corrupción del proletario quién está interesado en enriquecerse con la caída del
burgués y no pretende acabar con la diferencia de clases. Si pretendemos hablar
dialécticamente del mundo político y económico, el comunismo ha sido apertura de una
nueva tesis y antítesis, la lucha de izquierdas y derechas, socialistas y neoliberales (por
nombrar sólo algunos) de esta inconformidad entre izquierdas y derechas la lucha concluirá
con la nueva síntesis, pero hablar del futuro de dicha síntesis en sentido profético como
pretende Marx, es orillarnos al error y tratar de predecir lo indeterminado (aquello que
todavía no se diluye con su contrario es lo indeterminado), sólo podemos hablar de lo
determinado, pero lo determinado surge hasta la dualidad de contrarios, hasta que esta
lucha de extremos finalice y de apertura a una nueva era político-económica.

Cuando Marx mira el futuro en forma dialéctica pretende determinar los conceptos
puros del ser puro y la nada pura, pero estos conceptos son puros porque son
indeterminados y son indeterminados porque aún no se encuentran mezclados en lo
absoluto, por tanto lo que Marx argumenta son conceptos de lo indeterminado; el ser puro y
la nada pura ni siquiera pueden ser pensados y tratar de determinar lo indeterminado es un
error que nos lleva a especular sobre eventos de los que no tenemos certeza alguna si
sucederán o no sucederán.
No pretendo con esto juzgar el sentido de praxis en la filosofía marxista, la filosofía
política y económica debe tener intención de transformar el mundo, pero no puede hacerlo
con elementos ineficientes que tratan de predecir hechos futuros, pues sólo podemos hablar
del presente y el pasado, hablar del porvenir es hablar de lo que aún no existe. Tampoco
pretendo realizar un ataque general al marxismo, hay cosas vivas y muertas en Marx, sin
embargo, el materialismo histórico, es ya, algo muerto.

Bibliografía:

Alexandre Kojéve, La Dialéctica del Amo y el Esclavo en Hegel, editorial La pléyade,


primera edición

Ernst Bloch, Sujeto-Objeto El Pensamiento de Hegel, editorial Fondo de Cultura


Económica, México, segunda edición en español 1983

Federico Engels, Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico, editorial Colección


Obre, Serie Monografías, Madrid, primera edición 1969

G. W. F. Hegel, Fenomenología del Espíritu, editorial Fondo de Cultura Económica,


México, D. F. primera edición 1966

G. W. F. Hegel, La Ciencia de la Lógica, editorial Biblioteca del Solar y librería Hachette


S.A. Argentina, cuarta edición 1976

Jon Elster, Una Introducción a Karl Marx, editorial Siglo XXI editores, México, segunda
edición 1992

Karl Marx, El Capital Tomo I Vol. 2, editorial Siglo XXI editores, México, decimoquinta
edición 1990

Karl Marx, Tesis Sobre Feuerbach, editorial Progreso, Moscú, primera edición 1981

Rodolfo Mondolfo, Heráclito, Textos y problemas de su interpretación, editorial Siglo XXI


Editores, México, decimotercera edición 2007

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