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INFLACION
EN EL MUNDO
a. Historia en el Mundo.
Esta posición surge en la segunda mitad del siglo XVI como explicación de la llamada
“revolución de los precios”. Muchos observadores contemporáneos explicaron ese
fenómeno por la importación de metales preciosos producto del descubrimiento de
América., construyendo de este modo las bases del monetarismo. Esta escuela se
perfecciona y consolida a fines del siglo XVIII, gracias a la reacción victoriosa contra
los mercantilistas guiada por Hume y Smith. Según aquellos, un incremento de la
cantidad de moneda habría aumentado el producto nacional y los tráficos más que los
precios. Los monetaristas consideraban, en cambio, que esto era posible solo a corto
plazo. A largo plazo ese efecto benéfico desaparecería, mientras que los precios
aumentarían de tal manera que garantizarían la validez de las ecuaciones de los
intercambios. Esta era, además, la explicación de que la “revolución de los precios”, así
como otros episodios inflacionistas posteriores, se diera junto a un proceso de expansión
de la industria y el comercio.
Wicksell, (famoso economista sueco que vivió a fines del siglo pasado y principios del
actual) puede ser considerado como el primer economista que enfoco el problema de la
inflación en términos de desequilibrio entre demanda agregada y oferta agregada, aunque
dicha relación aparece todavía explicada en clave monetaria. Wicksell afirma, en efecto,
que un aumento general de los precios puede ser concebible tan solo suponiendo que la
demanda general sea, por cualquier razón, o se prevea que va a ser, superiora la oferta.
Por ello “cualquier teoría de la moneda digna de este nombre tiene que ser capaz de
mostrar cómo y por qué la demanda monetaria o pecuniaria de los bienes es mayor o
menor que la oferta de los bienes en ciertas circunstancias”.
El debate sobre el tercer criterio de Wicksell se prolongo durante bastante tiempo, dentro
de los cuales contribuyeron a esta discusión: Hayek y Keynes. El primero, reemplazo el
tercer criterio por el criterio de la constancia de la cantidad de moneda (1929), y
posteriormente por el criterio de la constancia de la cantidad de moneda multiplicada por
su velocidad de circulación (1931); del segundo, con su “ ecuación fundamenta”, que
constituye el eje teórico del tratado (1930), reemplazo el tercer criterio por el de la
ausencia de las “ganancias inesperadas”, que se produce cuando se manifiesta un
desequilibrio entre el ahorro y la inversión.
Este debate se agota a principios de los años treinta, cuando aparece la Teoría General de
Keynes (1936). La atención se dirige hacia la relación entre demanda y oferta agregada
de bienes.
La teoría Keynesiana del déficit inflacionario fue generada por la relación renta-gasto,
desde esta perspectiva se puede medir el déficit inflacionario que se obtiene comparando
los empleos de la renta con los del producto; es decir; comparando el valor del gasto
agregado planificado con el de la renta percibida. Este tipo de teoría de la inflación
domino la escena durante la segunda guerra mundial, sustituyendo completamente a las
elaboraciones precedentes. La teoría cuantitativa de la moneda había caído en desgracia
en casi todas partes, al menos como instrumento de análisis a corto plazo debido a la
extremada inestabilidad de la velocidad de circulación de la moneda en los años treinta y
del ataque eficaz desarrollado por Keynes contra dicha teoría.
Además, esta en general tendía prescribir políticas económicas con el objeto de reducir
la oferta de moneda o por lo menos su tasa de crecimiento, impracticable en el periodo
de guerra. La única intervención posible consistía en la distribución del poder de compra
entre los diferentes sectores y las distintas clases caracterizadas por diferentes
propensiones al consumo. La orientación Keynesiana en términos de demanda y de oferta
de bienes era por tanto la única adecuada al momento histórico.
Durante los años cuarenta y cincuenta se multiplican los modelos fundados en el concepto
Keynesiano del déficit inflacionario. Todos se parecen entre ellos y consisten en una
dinamización del modelo de Keynes en términos de ecuaciones diferenciales. El primer
paso adelante, fue dado por el economista danés Hansen (1951), quien bajo la influencia
de la escuela escandinava wickselliana y de la escuela continental de Warlras-Pareto,
procede a desagregar el modelo, distinguiendo en particular entre hueco inflacionario en
el mercado de los bienes y en el mercado de los factores. En el modelo Keynesiano de
los años cuarenta, el salario monetario se mueve solamente para favorecer el poder de
compra de los salarios, por lo que acompaña pasivamente, e incluso con un cierto atraso,
el movimiento del coste de la vida. La contribución de Hansen atrae la atención, con
razón sobre el mercado de trabajo como posible causa de las tensiones inflacionistas.
Durante los cincuenta y sesenta la tesis de la inflación de costes era compartida por la
derecha en Estados Unidos y por la izquierda en Gran Bretaña. En los estados unidos los
sindicatos rechazaban la responsabilidad por la inflación, explicándola a partir del exceso
de demanda, defendiendo los aumentos salariales como una forma directa de protección
del poder de compra. Los empresarios, por el contrario, explicaban la inflación por el
aumento de los costes proponiendo la introducción de restricciones institucionales al
poder monopolista de los sindicatos. En cambio, en Gran Bretaña, así como en muchos
países europeos, las posiciones se invertían. Los sindicatos aceptaban en parte la
responsabilidad de la inflación, utilizando este argumento para demostrar la necesidad de
conferirles un mayor poder en el control de la economía y de la inflación. el mundo de
los negocios, por su parte aceptaba la teoría de la inflación de demanda y la terapia
correspondiente en términos de una política deflacionista ortodoxa, aprovechando el
resultante aumento del nivel de desempleo como un medio para debilitar el poder de los
sindicatos.
Los debates mas recientes profundizan y desarrollan los avances teóricos sobre los
procesos inflacionarios modernos. Estos debates se centran en un primer momento en el
significado de la curva de Phillips, y posteriormente en al validez del reciente “revival
monetarista”.
Hungría 1946
Hungría: Entre los meses de Julio de 1945 y Julio de 1946, Hungría experimentó la
hiperinflación más alta en la historia mundial. El promedio de inflación diario en la semana
final de la hiperinflación permaneció en 158.486%. Al día siguiente, el gobierno húngaro
introdujo el florín a efectos de reemplazar el hiperinflacionado «pengö». Durante las
primeras dos semanas de estabilización, el índice de costo de vida permaneció sin
variaciones, pero sólo dos años más tarde se vio incrementado a un promedio de sólo
8.5% anual. Dicha estabilización es conocida como «el milagro de la moneda húngara».
Turquía
Desde los años 70, Turquía tiene una inflación anual de dos dígitos, que en sus picos
máximos alcanzó el 80%. Sin embargo, caso único en el mundo, ha logrado mantener su
inflación en el mismo nivel durante tres décadas sin que ésta se disparase hasta llegar a la
hiperinflación. Durante los años 80, se hicieron famosas en Turquía las teorías de la
inflación sostenible, hasta que en el año 2001 el país sufrió la mayor crisis económica de
su historia. A partir de entonces, el Gobierno trabajó con éxito en llegar al dígito de
inflación anual, hoy cerca del 8%. Hasta el 2 de enero de 2005, en Turquía todo el mundo
era millonario, ya que la gran mayoría de la población contaba con al menos un billete de
siete cifras en su monedero (un millón de liras eran 0,55 euros).
Latinoamérica
Zimbabue
Si bien la economía de la economía de Zimbabue sigue en picada que ahora han tenido
que anunciar los billetes de 100 mil millones de dólares que equivale a 1 dólar
americano… aún así no es la moneda más devaluada que ha existido…