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CRONISTAS ANDINOS: TESTIGOS ¥Y MEMORIOSOS Los testigos dela invasion espafiola de los Andes fueron en realidad pocos entre el numero de los ctonistas del Perit. Ya se mencioné que Hetnando Pizarro anotd un testimonio personal en 1533, escrito aun antes de la ejecucion de Atahualpa en Cajamarea.' El anénimo sevillano, que fuera atribuido a Cristobal Mena, y la crénica de Francisco de Xerez? abundaron en detalles que complementaron el autor de la Noticia det Perti,*asi como los eseritos de Pedro Sancho y Juan Ruiz de Arce. Otros retatos, como los de Diego de Trujillo, Alonso Borregan o Pedro Pizarro, ampliaron el panorama de los recuerdos personales de los espaiioles iniciales en los. Andes; los eseritos de los dos primeros adquieren sentido especifico, Trujillo esctibio a requerimiento del virrey Toledo, su prosa, pobte y limitada, recopild Hernando Pizarro escribié una earta 4 los oidores de la Audieneia de Santo Domingo, fue copiada—como otros documentos —por Gonzalo Femindez de Oviedo, tinico texto que se conservd. Cabris disevtir, sin embargo, lafidelidad de In copia de Oviedo, vistola que sucediéconotrostextos que incluydasimismedentro de su obra. Porras atribuyé a Cristébal de Mena la redaceién del anénimo sevillano de 1534 (Cf. Porras [1935] 1948, 1986). Ocurre que el propio Porras publies una carta del licenciade Espinosa, fechads en Panama en 1533; enella se afirma que Mena se encontraba en aquella ciudad e! | de agosto de ese aiio, no pudo ver entonces el suplicio de Atshunlpa, quien fue ejécutado el 26 de julio (Porras ed. 1959:66; alli se afirma que Mena se dirige a Espaiia y Hevabs In mencionada catta). Este argumento ha sido.empleado pot Andrade (1978: 104 y ss.). En realidad, esto no inhabilita a Mena pata ser el autor del andnimo, sélo debilita seriamente la Posibilided de que se trate de un autor probo, como se supone, puesto que, de haber escrito el andnimo: ssevillano habia telatado La muerte de Atahualpasin haber sido testigo presencial, comoafirma, En adelante serd citado como La conguista, Aunque la Verdadera retacidn de Ketez fue impresa en 1534,en 1a misma imprenta de Bartolomé Pérez, que ‘edité In previa relocién ancnima atribuida a Mena, se conservaran capias, pat ejemplo, la teproducida por ‘Oviedo. Dé otte lado, Ia reciente ubicacién de diferentes estados de In primera edicign dé Ketez reclama huevos estudios, véase Nerex 1983. * La Noticia del Peri editada por Carlos M. Larrea en 1918, fue atribuida pat éste a Miguel de Estete. Dicha utribucién ha sido discutids, No sélo se trata de problemas relativos al propio texto, sino también identificacion real del autor. Sobre lo primero debe recordarse que un Miguel de Esicteescribiéun relatodel vinje de tropa ecpaiiola comandads por Hernando Pizatto desde Cajamarca hasia Pachacmac, en In costa central del Peri, el cusl fue ineluido por Xerezen su Verdadera retacidn. Hay discusionesacerea de los datos contempladosen ambos textos; pero mis elaras serian las diferencias notables entrelos diferentes personajes Mamados Miguel de Estete, que se encontraron en los ptimeros altos del Prd espafiol (CF. Porras [1947] 1986: S81 y ss, esp. 596-599; tambidn, 1986: 116-118), Hay nueva edicién de la Noricia 1987, 3 Sancho fi lizd su erdnies en ¢] Cuzco en 1534; se tmta, sin duda, de uno de los relatos mis tempranos, si icos (Sancho ema sceretario de Pizatto, despuésdel viaje de Xerez a peninsula), Elmanuscrite espafiol de Sancho se perdid, conserviindose el textoen version italiana del siglo XVI, (raducida al espafol enel siglo XIX per Joaquin Gatcia lcazbalceta. Hay una nuevatraduccién en laedicion benacrense preparada Por Arocena (1986). La telacién de Ruiz de Arce tiene otro tano, no se trata de un esctito pata publicarse, sino de una relncion preparada pata informacién de sus descendientes, lo dedieé a ellos despues de fundar un mayorazge, 147 Franklin Pease GY. datos personales, siempre en busca de un realce de los mismos; el de Alonso Borregan fue otra cosa, se trataba de una declaracién en un expediente burocratico, donde se resumian los pormenores de sus recuerdos; nose trataria, propiamente, de una cronica, entonces.° El ultimo es el mas extenso y prolijo. Pizarro eseribid en 1571, haciendo alarde de memoria y entrando en discusién sobre las informaciones proporcionadas por otros autores previamente editados. Incluso legé a proponer dudas acerca de la calidad de las informaciones de Pedro de Cieza de Leon—cuyos manuscritos sobre las guerras civiles no pudo llegar a conocer—mencionando que Cieza eseribfa “de ofdas”, y aun que cobraba dineros por destacar u ocultar determinados hechos. Esa venalidad del “principe de los cronistas” (asi fuellamado Cieza por Jiménez de la Espada) no ha podido ser demostrada.’ El hecho es que en manos de los propios escritores espafioles de las crénicas estallaba la velocidad de los acontecimientos que jalonaban su apropiacién de un mundo nuevo, Rapidamente se organizaron banderias que finalizarfan en la precision de algunas de las primeras manifestaciones criollas. Como es sabido, se llamé criollos a los descendientes de los espafioles nacidos en América, pero el nombre puede sefalar también con justicia a los mAs antiguos y asimilados inmigrantes que se enfrentaton a los iniciales intentos de la administracion peninsular de reglamentar sus derechos y corregir sus actitudes consagradas en los dias fundacionales de los espajioles en los Andes. Los encomenderos se alzaron en armas con posterioridad a la primera guerra librada entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro por la posesidn de la ciudad del Cuzco y de la subsecuente derrota de los almagristas que, después del asesinato de Pizarro, pretendieron alzarse con las tierras que pocos afios después conformarian el vitteinato del Peri. Gonzalo Pizatto acaudill6 pocos afos después a los encomenderos rebeldes contra la autoridad central y lejana. Era la revuelta de los pioneros ante el avance lento, pero incontenible, de la burocracia peninsular, que estableceria a la larga el régimen colonial que la historia consagré.* Los cronistas hallaron en los hechos de la propia invasion y las guerras subsiguientes una seria motivacion para escribir. Al margen de la mayoria, que escribia sesudos relatos—no exentos de la justificacién ni del agravio—, un texto impar colinda con la novela caballeresca: el Libro de la vida y costumbres de don Alonso Enriquez de Guzman, prototipo de la picaresca americana. Alardeando de nobles, y aun reales, origenes, y llamandose a si mismo el “caballero noble © Laediciénde Trujillo fue preparads por Porras (1948), mientras que In de Borrepan fue! (2949, ‘Vénse la edicion de Lohmann (1978), Para una discusion filolégica sobre el texto y Inedicién anotada, vé: Rivarola 1983, Hubner y Guerin 1986. izada por Loredo En los diversos articulos (por ejemplo, 1963) Bataillon llamé la atencidn inicialmente acetca de la calidad dle la guerra encabezada por Gonzalo Pizarro, Con posterioridad, va adquirie burocratico que represents la reorganizacion del régimen colonial después de la muerte de Frat y con la cteacion del propio virreinate del Pet 148 Cronistas andinos; testigos y memoriosos desbaratado”, Enriquez de Guzman tuvo una vida truhanesca en el Peri, Parece haber vivido unos cuatro afios en los Andes, entre 1535 y 1539; en el ultimo debié tegresar a Espaiia bajo requisitoria de la autoridad central. Su obra recogié noticias, abundando en detalles autobiograficos—falsos o ciertos—y se explayo en la narracién de los acontecimientos de la guerra de las Salinas, donde Pizarro ¥ Almagro decidieron su supremacia en el Peri. Escribe con un visible afin de justificacién personal, y ello lo lleva a incluir documentos—cuya veracidad podria Hegar a ser discutible—y a proponer—siempre en un alarde notorio—soluciones a situaciones complejas, escritas en tono justificatorio y en busca de demostrara todo ‘trance su lealtad a la corona.? La memoria es falible; lo fue la de los cronistas. Sus obras fueron, al mismo tiempo, narraciones “historicas”, y probanzas destinadas a resaltar propias o ajenas hazafias, ala vez que ejercian su derecho a demostrar la necesaria lealtad a Ia corona espafiola. Como el rey era la fuente y el origen de todos los derechos o mercedes que los conquistadores solicitaban, debian realizar frecuentes probanzas; éstas eran documentos donde, frente a un interrogatorio presentado por el propio interesado, depon{an testigos diversos, generalmente confirmando las afirmaciones del gestor quien, a su vez, los habia propuesto generalmente como tales testigos. El tono de las probanzas se traslada muchas veces a la crénicas. No faltan, por ello, en sus Paginas, exageraciones que transforman en héroes a oscures personajes: tal ocurre por ejemplo con Diego de Trujillo o con Juan Ruiz de Arce en sus propios escritos. Las guerras entre los espafioles en los Andes y Ia “entradas” de conquista a nuevas Hierras, dieton pabulo a nuevas justificaciones personales y a gestas diversas que parangonaban con las grandes hazafas militares descritas por autores de la antigiiedad clasica: Tucidides, Jenofonte o Julio César. Las probanzas no son fiables en todo su contenido, ciertamente. Como son un testimonio abiertamente voluntario, responden a intereses especificos, hallase en ellas explicitada la voluntad de su Principal gestor. Asi, es posible que una probanza ‘contenga numerosos errores y aun falsedades especificas. Tal cosa ocurre, por ejemplo, con las afirmaciones genealégicas, los hechos personales, las afirmacio- nes relativas a deudas, etc. Un buen caso podria ser el ocurrido en las sucesivas probanzas que realizara un sacerdote limefio, Fernando de Avendafio, en los aiios iniciales del siglo XVII. Avendafio fue un destacado miembro del clero capitalino del virreinato del Pert, y levé a cabo numerosas expediciones de extirpacién de las “idolatrias” andinas, es decir, de las manifestacionesde las religiones nativas; escribid un libro de sermones que alcanzé fama" y, como era natural en aquellos tiempos, presentd ° La mejor edicién disponible es ta ptepatada por Hayward Keniston (1960). Se atribuye a Enriquez unas coplas: Nueva obra y breve en prosa yen metro sobre ka muerte del iustre sevtor el Adelantada con Diego: de Almagro, la mas reciente edicicn de Ins mismas fur publicada por Juan Siles Guevara (1975). 1 Sermonesde los Misterias de Nuestra Santa Fe Carélica en lengua castellana y la general del Inca.,., Lima, en In imprenta de Jorge Lépez de Herrera, 1648. 149

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