Sie sind auf Seite 1von 36

Niño Napolitano: Nietzsehe y

■tirner.—Isaac Puente: ¿Sísi-


0 3 ?—Wladimir Muñoz: Figuras
le la luminosa Hslenia.—Epic-
•to de Hiérapolis.—José Pe'-
ats: Objetivo público número
ino— Benito Milla: Tiempj de
xilio.—Angel Samblancat: Ca-
■on corintio.—Puyol: La ruta
;in fin. — Novela fantástica >
«al.—Dr. Pedro Vallina: El in-
ierno verde.—El Paludismo.—
-Ugen Relg.s: La doble moral
exual después de la revolución
ira.—Tony Gibson: Significa-
Jo de la educación.—Hem Day:
“ Estado moderno, peligro para
paz.—George F. Nicolai: La
Medicina social.—Bernardo Cla-
fiana: El héroe y el juglar.—
Varios: Tipismos y costumbris­
mos españoles.—Cristóbal D.
Oterc: Faroles en el altiplano.
r~Fritz Brupbacher: Marx y
"Skunín.

Ayuntamiento de Madrid
Q e o iá ta Q ftle n á u a l
M UfSíRA PORTADA

A lbert Einstein, físico alemán, nacido en Ulm en 1879. Su obra en


física m atemática es considerable. Aunque el nombre de Einstein sea
con ocido del gran público desde hace algunos años, es en 1905 que esta­
bleció la relación energética esencial entre los fotones y los electrones.
En 1918 edificó una teoría general del Universo: la relatividaad. Algunos
años más tarde consiguió incorporar a ella nuevas manifestaciones
energéticas tales com o la gravitación.
Se considera a Einstein com o uno de los más destacados procesa­
dores de la era nuclear, y com o tal uno de los hombres más discutidos
por los sabios de la actual generación. Se le aribuye haber propiciado
el castigo atóm ico colectivo del pueblo alem án en represalia a los crí­
menes de los nazis contra la raza judía, a la que pertenece, y de haber
protestado ante Trom an por el empleo de la bom ba atóm ica contra el
Japón.
Estas veleidades evocan demasiado las concernientes a los sabios
contem poráneos de la prim era guerra mundial, y demuestran una vez
m ás la condición inseparable de cualquier gradación de la inteligencia
y la pasión humana.
Actualmente, a los 74 años de edad, Einstein es uno de los más des­
tacados paladines pacifistas, y su posición ante la amenaza comunista
ha sido calificada de tibia. Lo que no es óbice para que los sabios ofi­
ciales del Kremlin, le excomulguen bajo acusación de id e a lis ta . La defi­
nición einsteiniana de la materia, ccm o una form a condensada de ener­
gía, parece haber sacudido a los sacerdotes del materialismo histórico.
En su sistema del Universo, Einstein deja un hueco a la palabra
«Dios»: «Creo en el Dios de Spinoza que se revela en el orden arm ónica
del m undo y no en el Dios que interviene en las acciones de los hom­
bres». Lo que no ha podido protegerle de la malquerencias de la Iglesia
católica, uno de cuyos m inistros le acusa diciendo que «bajo el manto
de su teoría sobre el espacio y el tiempo percibo el espectro horroroso
del ateísmo».
Para los sociólogos y revolucionarios, lo más sugestivo del oensa-
m iento de Einstein es su crítica del industrialismo, de su centralización
v standardización. Einstein ha visto en ello la causa de la crisis moral
de nuestra época y de la Tarificación de individualidades independientes.

LAPENSÉE(HINOISEETSONROLE
DANS

LA GRANDE SYNTHÉSE HUMAINE


REVISTA MENSUAL
por Paul G IL L E DE SOCIOLOGIA, CIENCIA
V LITERATURA
Se tra ta d e un b re v e e s tu d io d e p sico ­
Comisión de Redacción: José
lo g ía , en d o n d e , d e una m anera clara
Peirats, Juan Perrer, Federica
y concisa, q u e d a r e fle ja d o el fo n d o m o­ Montseny.
ra l q u e ha c a ra c te riz a d o , d e sd e los tie m ­ Administrador: F. Montseny, 4,
pos más re m o to s, la filo s o fía d e los p e n ­ rué Belfort, TOULOUSE (Haute-
Garonne).
sadores chinos. Es una e x p o s ic ió n o b je ­ Precios de suscripción: Francia,
tiv a q u e ha d e in te re s a r a to d o a q u e l 204 francos trimestre; Exterior,
q u e se co m p la zca en e s tu d ia r la e v o lu ­ 240 francos.
ció n d e l p e n s a m ie n to é tic o al través d e Número suelto, 80 francos.
Paqueteros, 15 por 100 de des­
los tie m p o s y d e los p u e b lo s . cuento a partir de cinco ejem­
Este o p ú s c u lo , in c lu id o s gastos d e e n ­ plares.
v ío , se sirve a 6 0 fra n co s. P e d id o s a Giros: ((CNT», hebdomadaire.
« C E N IT » , 4 , ru é B e lfo rt, T oulouse C.C.P. 1197-21, 4, rué Belfort,
TOULOUSE (Haute-Garonne).
(H a u te -G a ro n n e ).

Ayuntamiento de Madrid
&EW1STJV O f S O C IO L O G IA . CIENCIA ¥ UffRiM IJRA
A ñ o III T o u lo u s e , ju n io 1953 N .° 3 0

NIETZSCHE Y SIJRIMER
N joven compañero pide haga un paralelo en­ ken, en la Sajonia, inicia su carrera de estudiante inscri­
tre Federico Nietzsche y Max Stimer. Lo biéndose en la facultad teológica de Bonn y a la aristo­
intentaré. Pero antes que todo establezca­ crática corporación »Franconia».
mos el hecho de que nos encontramos ante D e Bonn pasa a la Universidad de Leipzig, matriculán­
dos individualidades con ideas, direcciones dose en filología y frecuentando los cursos del gran filólogo
de estudio, relaciones culturales y sociales Ritschl.
asaz diferentes. En Leipzig, Nietzsche funda la Sociedad Filológica, y
Tanto Nitzsche com o Stimer han sido seguidamente, bajo propuesta de su maestro Ritschl, ocupa
considerados siempre epígonos del indivi­ la cátedra de filología griega en la Universidad de Basilea,
dualismo; pero el individualismo de Stimer donde expone un curso de lecciones sobre el teatro y la
no es el de Nietzsche. Stimer es el teórico del individua­ lírica griegas.
lismo anárquico, el negador del Estado y de toda forma de En Basilea, Nietzsche frecuenta la sociedad de sus alum­
coalición político-social, y representa, en cambio, el indivi­ nos y estudia la riqueza industrial.
dualismo asociado por el libre curso de la vida social. Convertido en ciudadano suizo, Nietzsche participa en
Nietzsche es el filósofo del «superhombre», que sometien­ la guerra franco-prusiana de 1870 com o enfermero dé la
do a él la masa informe la explota en beneficio de su p o­ Cruz Roja, pues com o ciudadano de un país neutral no pue­
tencia. Al «superhombre», en tanto que tal, le es dado, se­ de participar com o combatiente.
gún Nietzsche, el arbitrio absoluto de hacer y deshacer, D e sus estudios sobre el arte griego, nace su primer li­
por encima de toda ley, de todo principio moral y al cual bro «Origen de la tragedia», que, entre otros, lo da a c o ­
debe estar supeditada la masa. nocer a Wagner y a Bulow, de los cuales se ha hecho
Y para que la masa permanezca supeditada al «super­ amigo.
hombre», es lógica la presencia de un poder constituido Después será la fatal enfermedad que obligará a Nietzs­
que la tenga sometida por la fuerza. che a abandonar la cátedra para andar en busca de cielos
Por tanto, la sociedad de Nietzsche es siempre coercitiva, más clementes. Un subsidio de la misma Universidad le
antianárquica por definición. ayudará ■a pagar los gastos de su largo peregrinaje de país
El intelectualismo de Max Stimer, por el contrario, es en país.
«refractario a toda forma de conformismo y de programa Pero el misterioso mal no debía abandonar al atormen­
oficial». tado autor de «El viajero y su sombra», que murió en We>-
Como individuo, Stimer es un bohem io semejante a los mar el 25 de agosto de 1900, a los 59 años de edad.
héroes de Jules Valles; sus relaciones con la sociedad son A propósito del mal... misterioso que condujo a Nietzs­
de continua insurrección contra la moral de la sociedad d o­ che primero a la demencia y después a la muerte, ei d oc­
minante. tor Kurt Hildebrandt escribe: «Síntomas psicopáticos no se
Federico Nietzsche inicia su carrera profesional con pro­ encuentran con seguridad en la constitución de Nietzsche;
pósito conformista y burgués, y debiendo participar en el no se ha probado con plena certeza que hubiese sufrido de
privilegio de aquella sociedad, debe por parte suya, con su infección; su enfermedad mental fué probablemente una pa­
obra, defenderla, conservarla, robustecerla. rálisis progresiva».
Desde los primeros pasos de su carrera intelectual, hay Y hemos aludido a la enfermedad porque los detractores
en Nietzsche el futuro profesor, el hombre de cátedra, que del filósofo han pretendido siempre que su obra se resiente
puede disentir de los «filisteos» de la cultura, pero nunca de la misma; aunque Georges Brandés, Enrique Ibsen y el
del principio fundamental de la cultura oficial. Y la guerra mismo D ’ Annunzio, y muchos otros, antes y después de
a los «filisteos» de la cultura germánica la ha señalado en Nietzsche, no hubiesen pensado de la misma manera.
sus «inactuales». Hemos dicho que Nietzsche había conquistado la amistan
Para estudiar mejor al hombre y al filósofo es necesario de Wagner tras la publicación de su libro «Origen de la
un pequeño resumen biográfico; tragedia». Pero no digo con esto que en este su primer li-
Federico Nietzsche, hijo de un pastor del pueblo de Roc- hro no sf! encuentren ya, en embrión, los elementos que

Ayuntamiento de Madrid
91 8 CENIT

debían enfrentar a Nietzsche y a Wagner. Se encuentran ya, berar el pensamiento de nuestro autor de la envoltura me­
¡y de qué manera! tafísica que sirvió para contrabandear a la censura, desen­
El autor de «Así hablaba Zarathrusta» conocía música y volviéndolo a la luz de la lógica.
hasta era apreciado com o buen pianista e inteligente com ­ Así, por ejemplo, cuando Stimer dice en el «U nico», «H e
positor (virtud que después sacrificaría para darse por en­ apoyado m i causa en la nada», no puede significar otra
tero a su filosofía), de m odo que Nietzsche sabía bien lo cosa que se ha despojado de todos los prejuicios, de todos
que significaba la música wagneriana. los formulismos para plantearse el problema del individuo
Y la música wagneriana es una música simbólica que ar­ en absoluta libertad y en plena autonomía, y para rehacer
moniza el concepto moralista del autor del drama de las el camino de su destino con toda responsabilidad.
Walkirias y de los Nibelungos, y que, evidentemente, es el Cuando después combate Stimer a la masa informe y
origen de aquellos principios de justicia que inspiraban al pone en primer término al individuo, ciertamente no quiere
primer Wagner, el amigo de Miguel Bakunin en las luchas aludir a la potencia taumatúrgica del hombre aislado sino
de 1848. «Todos los espíritus más nobles de aquel tiempo más bien a la realización en primer lugar del valor indivi­
— escribe George Bernad Shaw en su opúsculo «El wagne- dual para después asociarlo; por cuanto cree con Feuerbach,
riano perfecto», refiriéndose al tiempo en que Wagner an­ com o primera condición, que «para el hombre el ente su­
daba componiendo su trilogía—se hallaban inflamados de la premo es el hombre».
idea de elevar al hombre, de infundirle el respeto de sí Después está el «egoísmo» de Stirner. Pero hasta hoy, el
mismo, de sacudirle el hábito de postrarse ante los ideales hombre ha sido altruista al extremo de dar a sus seme­
creados por su imaginación». jantes el fruto de su obra, quedar en la miseria y formar
En este momento, para Nietzsche todo esto significa re­ con su trabajo la fortuna del astuto.
ligión, apostolado, humanitarismo, altruismo: decadencia, en El individuo stimeriano, a partir de este momento, será
suma. T odo ello lo detesta y condena, englobándolo en una un egoísta, guardará para sí el fruto de" su obra con la
sola palabra: cristianismo». Y contra el principio religioso y que dará satisfacción plena a sus necesidades. Nadie aca­
decadente escribe el libro «El anticristo». parará el fruto de su fatiga, y del altruismo del ingenuo
El principio de Nietzsche es amoral (digo amoral, no in­ generoso no se aprovechará el parásito vividor o el negrero
moral). Y amoral es el concepto dionisíaco de la vida, de del esclavo asalariado.
pleno disfrute, fuera de todo sentimentalismo, por encima ¿La propiedad? Sí, Stirner acepta la propiedad, pero la
del bien y el mal. Moral es la filosofía socrática y como propiedad del «U nico», la posesión individual y el trabajo
tal la condena en bloque con los otros principios morales individual, pero nunca la propiedad del sistema burgués
y religiosos. En «El anticristo», Nietsche dice: «La injusti­ con el desheredado que trabaja para enriquecer al patrón
cia no se encuentra nunca en la desigualdad de derechos; al precio de su miseria.
se encuentra en la pretensión a los derechos «iguales». ¿Qué El individuo, según el principio stimeriano, puede poseer
es el mal? T odo cuanto tiene por fuente la debilidad, la tanta propiedad com o baste a su capacidad personal de
envidia, la venganza. El anarquista y el cristiano tienen el poder trabajarla, sin esclavos que la trabajen para él. Su
mismo origen». trabajo puede ser personal o asociado, pero sin ninguna re­
Asi que el arte de Ricardo Wagner, para Nietzsche de­ nuncia a lo suyo, que es egoísticamente suyo. Sin renuncia
viene arte histriónico por excelencia, a él contrapone el que venga a robustecer la potencia ajena en perjuicio del
realismo y la fuerza de «Carmen», de Bizet, a cuyas repre­ más débil.
sentaciones no falta nunca, com o no faltaba nunca a las En suma, com o reconoce el mismo Kropotkin, «la obra
del teatro wagneriano de Bayreuth. de Stimer es una rebelión contra el Estado y contra la
D e la actitud contra Wagner se ha desarrollado comple­ nueva tiranía que se impondría si el comunismo autoritario
tamente la obra de Federico Nietzsche, que refleja perfec­ llegase a implantarse».
tamente su forma mental y sus gustos. Stimer es un optimista y un realizador al mismo tiempo.
Nietzsche compartía con su abuela la admiración por Na­ Venido con otros valores del grupo de los «Libres» de la
poleón, y se complacía de su nombre de Guillermo porque, escuela de Hegel, Stimer se ha encontrado después a sí
respondiendo también al del rey de Prusia, era cada año mismo. Y «El único» es la realización verdadera del indi­
festejado con gran pompa. viduo libre, operante en una sociedad de hombres libres con
Federico Nietzsche era un burgués que se envanecía de iguales derechos y con deberes personales.
su origen aristocrático polaco. Y no es culpa suya, si se Por otra parte, si se recurre a Stimer para darse cuenta
quiere encasillarle en una posición que no es la suya, como de cuanto interese al movimiento anarquista en general,
es la de anarquista, de anarcoindividualista, de refractario, no hay que romperse la cabeza con interpretaciones a tra­
etcétera. vés de la neblina de su metafísica, por cuanto que lo que
La filosofía de Nietzsche se puede calificar también de de Stimer interesaba al anarquismo ha sido ya tomado y
pesimista; y no hay que olvidar que fué un gran admira­ forma parte de nuestros principios; y de hecho no podría
dor de Arturo Schopenhauer, bien que no compartiese en concebirse una sociedad anarquista sin igualdad de dere­
parte el principio. chos para el individuo y para la sociedad.
Distinto es el caso de Max Stimer, aun admitiendo con Alrededor de 1925-26, Isabel Forster Nietzsche sintió la
Kropotkin que Stimer razona com o un verdadero metafí- necesidad de dirigir a Mussolini una carta de felicitación
sico de la escuela de Hegel. Pero si esta forma metafísica por haber él personificado en el «D uce» el «Superhombre»
d e que se ha servido Stimer para su famoso libro «El úni­ deseado e invocado por su hermano.
co y su propiedad» ha servido para salvar la obra del se­ Mussolini, que se llamaba él mismo nietzscheano, mirán­
cuestro de la censura, hizo bien en servirse de aquella for­ dose al espejo, y después de entornar los ojos, habría ver­
ma y de dejar al lector el trabajo de captar su pensamiento, daderamente creído en ello, congratulándose a sí mismo.
liberándolo de la neblina de la metafísica. Sin embargo, le cuadraba a Mussolini el «superhombre»
En ciertas circunstancias de tiempo y lugar, filósofos, es­ nietzscheano com o la máscara al rostro. Mussolini ha co ­
critores y poetas se han valido de la forma para efectuar el mido en todos los platos, empezando por el del proletaria­
contrabando del pensamiento. Este fué el caso, por ejem­ do para terminar en el del Vaticano.
plo, de G. B. Vico y de Miguel de Cervantes. Este verda­ Una hermana de Stirner no hubiera podido decirle a un
dero demoledor hundió en el ridículo a los últimos hidal­ filibustero: «Tú eres el «único» invocado por mi hermano».
gos de su siglo.
Cuando decimos que hay que estar atentos al propósito
de «digestión» stimeriana, queremos decir que hay que li­ N iñ o N A P O L IT A N O

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 91 9

í s i s i F c s ?
— I l _ _ _ _ _

A novela de Han Ryner, «L a Esfinge inútil, condenada al fracaso de antem ano, vaya a
R oja», n o puede leerse desapasiona­ cuajar porque la pronuncien los labios prestigiosos
damente. Sus pensamientos nos sacu­ de Han Ryner. N i de ser un destino fatal, íbamos
den cuando ch ocan y hasta cuando a adelantar nada con m i apología optim ista del
coinciden con los nuestros. Se preci­ revolucionario. Pero vale la pena analizar esta sen­
saría carecer de toda sensibilidad hu­ tencia ryneriana, invitadora a la parálisis y a la
m ana y de toda capacidad de emo­ renunciación.
ción, para degustarla literiamente,
Sísifo — n o es ningún alarde de erudicción ba­
m irando exclusivamente a su mérito rata, y no lo aclaro por pedantería — fué, según la
artístico. Y sobre todo, no haber sen­
M itología, condenado en el infierno a subir una
tido nunca com ezón por averiguar dónde está la
pesada piedra hasta lo alto de una m ontaña, rea­
Verdad y dónde se esconde la Justicia. lizando un estéril trabajo, puesto que la piedra,
No voy a hacer aquí la crítica des este libro de
antes de alcanzar la cumbre, había de caer hasta
Han Ryner, sobre el cual se h a dieho y escrito am ­
pliam ente en los 28 años que lleva publicado. Es abajo, teniendo que volver a reanudar la tarea y el
esfuerzo, a los que espera un nuevo fracaso.
una novela de tesis, escrita con ánim o polémico,
defendiendo un cierto punto de vista en la diver­ Mirando al pasado, buscando inform ación en la
sidad de doctrinas individualistas anarquistas, aun­ historia, hay más de un m otivo para llegar a esta
que el tema central sea una interrogación angustio­ pesimista conclusión, para suponer condenados a
sa trente a la locura de la guerra. En ella se nos la esterilidad los esfuerzos de los revolucionarios.
muestra también el helenista, devota de Epicteto, Cien veces han logrado derruir la tiranía, transfor­
cuya filosofía n o debe ignorar quien cuide el jardín m ar el regimen político, y otras cien, la violencia
interior de la propia personalidad. organizada ha vuelto a resurgir explotando la la­
Tam poco quiero dar cabida aquí a m i disención bor, las ideas y hasta el nom bre de los revoluciona­
parcial de la tesis expuesta por el —en m ás de un rios para encadenar de nuevo al pueblo.
aspecto — admirado autor. Sin duda, al pensar cuál Luchando con todas las resistencias, se h an or­
ha podido ser la finalidad del autor al escribir el ganizado cien veces, han logrado aunar y arm oni­
libro. Si su pensamiento lo interpreta Sebastián de zar sus esfuerzos, y otras cien veces la obra cicló­
Ribies, en sus declamaciones un tanto infladas de pea, a punto de lograr sus frutos, h a caído a manos
superioridad y de desdén hacia los demás, o si el de la represión gubernamental, de los personalismos
autor quiere aleccionarnos con la moraleja. alimentados en su seno, o de los eternos Judas,
Quien escribe un libro, com o quien sigue una con­ cuya estirpe n o h a acabado aún. La vista hacia
ducta, debe saber los dos efectos que puede pro­ atrás causa pesadumbre, predispone el ánim o al
ducir: uno, el que aparece claram ente e intenciona­ abatim iento. Pero el pasado n o es el fiel reflejo del
damente expuesto; otro, el que puede obtener el que iuturo. Puede servirnos para entreverlo, pero nunca
se fija en la lección de los hechos. Y d igo esto, sera imagen y sem ejanza de aquél.
Porque así com o la letra y el diálogo elevan a Se­
bastián de Ribies, a la altura de una individualidad La juventud y la madurez pueden tener sorpresas
cumbre, cuidadosa de sí misma, los hechos que vi­ que n o han podido preverse en la infancia. La vida
ve, y que, en parte, él h a podido influir, lo hunden de la sociedad, com o la vida de los individuos, no
en el ridículo de lo contraproducente. El autor da es uniform e e invariable del principio al fin. Tiene
a su protagonista muerte heroica al hacerlo m orir sus fases progresivas de integración y de auge, y
en manos de un público estúpidamente embruteci­ sus fases de desintegración o de decadencia.
do por el patriotismo y la m oral burguesa, pero lo El porvenir n o es siempre impenetrable. Nos guar­
cubre al mismo tiem po de oprobio, responsabilizán­ da enigmas indescifrables, que sólo se aclaran y
dole en el fin catastrófico de sus dos hijos mayores, descifran con el tiempo. Todo cam bio sustancial
prisioneros y víctimas d e la filosofía die Sebastián precisa de un largo período de incubación y n o se
de Ribies. produce m ás que cuando la tensión que lo produce
De esta novela con palpitaciones de vida, quiero alcanza un cierto volumen. Suponer que, porque en
recoger tan solo una frase mordaz, am arga y pesi­ el pasado hayan sido estériles los esfuerzos de los
mista, puesta por Han Ryner en b oca de su espejo revolucionarios, h ayan de serlo también a perpe­
moral (?) Sebastián de Ribies. Es ésta: tuidad, es tanto co m o decir que un invento n o va
«—¿Sabes cuál es el verdadero nom bre de los re­ a conseguirse porque hasta ahora los esfuerzos en­
volucionarios, h ijo m ío? Todos se llam an Sísifo.» caminados a conseguirlo hayan sido inútiles.
* * *
Los fenóm enos sociológicos pueden identificarse
No es que la condenación a una labor estéril e con los biológicos, y en estos se precisa siempre,

Ayuntamiento de Madrid
920 CENIT

para revocarlos, que las fuerzas que los producen revolucionarios y los hombres del planeta. Espe­
alcancen un nivel suficiente para traspasar lo que ranza lejana en un m añana que vivirán otros hom ­
se denom ina en Fisiología « umbral ». Y según bres por los cuales da su vida generosamente, o
esto, lo que cabe deducir de la revolución social es esperanza próxim a con una cosecha que él mismo
que, si n o se ha producido ya en la Historia, ha podrá recolectar, es lo que alienta y mueve al hom­
sido a causa de que los factores que de ella depen­ bre que quiere encontrar a su vida un significado
den no han alcanzado tensión bastante para tras­ social y que no se satisface con el cultivo de su
pasar el «um bral». Y de ninguna manera porque jardín interior.
sobre los revolucionarios pese una condena a este­ Y a en o tro lugar he expuesto mi concepto del
rilidad. individualismo anarquista. Encerrarse en él es hi­
Los revolucionarios son el agente activo de una pertrofiarse en un sentido, descuidando otro. Como
transform ación social, pero no son el factor único. despreocuparse de s« mismo para darse a los demás.
Aparecen cada vez en m ayor núm ero y brillan en No es consecuente con su idea de perfección el que
los medios más adversos. Nol provienen de una es­ se trabaja por dentro y descuida lo que le rodea,
tirpe, sino que se reclutan en todas las clases, pero ni el que, por darse al perfeccionam iento social,
sobre todo en la aherrojada y desposeída. Nacen al abandona el cultivo de su personalidad.
calor de la propaganda, son despertados por la voz C oncibo com o ser perfecto — en la perfección
sugeridora de otros revolucionarios. Tienen cada vez relativa que nos es asequible — al hombre que cul­
una más larga conciencia de su deber y una más tiva su salud, que cuida de depurar sus ideas y sus
clara idea de lo que han de realizar. En tanto au­ sentim ientos ganoso de alcanzar un alto valor in-
menten las proporciones de este agente y las con ­ vididual para emplearlo en ayuda de Sísifo, y no
diciones propicias para que prolifere, no hay poi­ para tirarle ehinitas de desprecio desde la cim a de
qué dejar abatir el ánimo. la montaña.
Sísifo no realizaría su obra estéril en balde. Se Isaac P U E N T E
aleccionaría con la experiencia. Aprendería el te­
rreno m ás fácil, el cam ino más corto. Encallecería
sus m anos con el con tacto con la piedra. Desarro­
llaría sus músculos y acrecería sus fuerzas por el 51 problema de la violencia revolucionaria ha sid'i
entrenamiento. Tendría m otivos para mantener su siempre puesto en causa, ya no sólo por los defensores
de la violencia sistemática que es el Estado. En las horas
fe, aun después de cien fracasos, porque cada vez amargas de declive, estancamiento o regresión manifiesta
se sentiría en mejores condiciones para hacer tras­ de las esperanzas liberatrices, este problema se plantea
poner, a la piedra, la cumbre. como una obsesión atormentadora. Se lo plantean con
Al revolucionario le ha acom pañado siempre su mal disimulada contrición los que fueron revolucionarios
confianza en el éxito y su fe en el triunfo. Igual furibundos. Cuando más furibundo defensor de la violen­
que al hombre, en m edio de sus adversidades, le cia revolucionarla se ha sido más inevitable es la caída
acom paña la esperanza de vivir m ejor, que es la en la contrición. El problema, sin embargo, no ha sido
resuelto, pues no es fácil resolver satisfactoriamente un
que le ayuda a seguir viviendo, sin dejarle caer en problema de esta naturaleza sin desmontar previamente
el suicidio. el universo. A veces, se han invertido los términos y
La esperanza es la luz últim a que se apaga en nada más. Nuestro malogrado Isaac Puente expone su
la psicología del hombre y en la vida del revolu­ punto de vista sobre la materia en un viejo artículo, que
cionario. De otro modo, se hubieran acabado los reproducimos. — N. da la R.

^¡igutuá da la luminaáa Sfialenia

P O E T O DIE
IENECIDO Zenón de Cittium le sucedió m o Nettlau. Louvet en «A ux Sources de l’Anartíhie».
Cleanto de asos , y a la muerte de éste Han Ryner que en la exposición directa de sus
Crisipo de Selos, verdadero pilar dtl ideas (Petit Manuel) dice: «A causa de desenvolvi­
pórtico, debido a su vasta erudición. m iento o por otras razones, dejaré a menudo insa­
Luego el estoicism o fu é un m otivo de tisfecho hasta el espíritu más fraternal. Sólo pue­
discusión y n o de vida, cual hacen con d o recom endar a los hombres de buena voluntad la
la sabiduría nuestros modernos -profe­ lectura asidua del «M anual» de Epicteto. En él, me­
sores de filosofía, tan alejados del arte jo r que allende, se encuentra la respuesta a nues­
de la arm oniosa conducta, com o la no­ tras inquietudes y a nuestras dudas. En él, m ejor
ch e lo está del día. En el esclavo frigio que en otras partes, quien sea capaz del verdadero
Epicteto floreció de nuevo y tal fué su1 influencia valor, lo encontrará.» Una selección de las m áxi­
aue hasta jerarcas o lacayos del Imperio, de él se mas de Epicteto fueron publicadas por «La Brochu-
reclamaron. M arco Aurelio y Séneca, son de ello un re Mensuelle» (1930).
ejemplo.
Varios pensadores libertarios incluyen a Epicteto ***
en la historiografía del libre pensamiento. El m is- Epicteto nació hacia el 50 de nuestra era, en Hie-

Ayuntamiento de Madrid
C EN I T 921

rápolis (Tambuk-Kalesi), urbe considerable de Fri­ meridad, la malignidad, la maledicencia, la envidia,


gia meridional, situada frente a Laodicea. Strabón, la obscenidad en el lenguaje, el lujo o cualquiera de
el geógrafo, relata la m aravillosa virtud de sus los vicias que te tiranizan. ESto es lo que debe ale­
acuas termales, sus ritos orgiásticos, sus tem plos de grarte y merecer tus desvelos y sacrificios co n mu-
Cibeles, etc. Allí vivió sus prim eros años. H ijo pro­ oho m ás m otivo que haber obtenido un consulado
bablemente de esclavos, fu é vendido a Roma, don­ o^el m ando de un ejército.
de lo encontram os al servicio de Enafrodito, un li­ * * *

berto de Nerón. El filósofo estoico Musonius Rufus, Como epílcgo a este estudio dejem os la pluma a
oriundo de Bolsena. fué su m aestro. Tácito (Ana­ Bergúa: «La felicidad según Epicteto, consiste en
les), Hense (Musonii Rufi Reliquiae) y H an Ryner una vida conform e a la razón... Obrar en todo c o n ­
(Dion ChrySostome) inform an al respeto. Rufuis fué form e a la razón, co n independencia de las espe­
deportado por Nerón a la terrible isla de Gyaros, ranzas de una vida ulterior, es alcanzar la perfec­
lugar tem ido por las conciencias libres de la época. ción de la naturaleza humana... Y com o el bien y
R etornó tras la muerte del tirano. Fenecido tam­ el m al sólo se hallan en las cosas que dependen de
bién el amo de Epicteto, éste recobró la libertad y la voluntad, la fortuna, los honores, las riquezas y
pronto fundó escuela en el Latium. En el 94, a cau­ demás vanidades n o son bienes, y buscarlos equi­
sa del decreto senatorial de D om iciano contra los vale a correr a las servidumbres... Ningún filósofo
filósofos fué expulsado de la península, junto a antiguo ni m oderno h a enaltecido en m ayor grado
otros sabios. En «Les Chrétiens et les Philosophes», que él el sentim iento de la libertad y dignidad del
H an R yner com enta dicha denortación. hombre, el am or al prójim o, la abnegación' de si
C om o lugar de exilio escosió a Nicónolis, ciudad mismo, el perdón de las injurias, el sacrificio y la
del EDiro, situada en el golfo Am bracico. (Véase a piedad para con los hombres y el respeto hacia la
Strabón). Allí enseñó hasta el final de su vida. p rop ia vida.»
Adriano, lo m ism o que Alejandro visitara a Dióge- Dichosos, pues, los que en el caos m oral del mun­
nes de Sinopo. fu é a charlar con el sabio, seeím do, respiran los arornás del jardín de Epicteto.
Esparciano (Vita Hadriani). C om o jamás escribió
una sola línea, lo mismo que el cín ico citado, al W la d im ir M U Ñ O Z
igual que Sócrates, son las notas que redactara uno
de sus alumnos, el escritor rom an o Arriano, las que
nos h an llegado hasta nosotros fragm entariam en­ B IB LIO G R A F IA DE EPICTETO
te. pues, de los och o libros de las «Diatribas» y los Arquetipo: «El Bodleianus», pequeño volumen de 85
doce de las «Conversaciones», sólo nos quedan los hojas, en griego antiguo. Datando del siglo X I
cuatro capítulos de las «Pláticas», cuya traducc’ ón se conserva cual preciado tesoro en la bibliote­
literaria es el «M anual». c a bodleiana de Oxford (Inglaterra).
Epicteto vivió voluntariamente pobre durante to­ Sus versiones m ás im portantes son:
da su existencia y feneció entre 125 y 130. Epictetae Philosophiae Monumenta (cinco tom os'
Com o introducción a la filosofía de Epicteto, yo presentados por J. Schweighauser. T rabajo de
sugeriría la reposada lectura de «M isericordia», la base, contiene además todos los testimonios de
obra de Galdós. Después h a y o.ue estudiar a Han la antigüedad (1799-1800).
Ryner, con proveoho, en su aspecto neoestoico. Y Epictetus presentado por W . A. Oldfather, la m e­
luego, meditar los pensamientos del sabio. jor en nuestros tiempos. Idiom a inglés (1926).
*»* Epictete, texto greco-galo vertido del original e in­
troducido por J. Souilhé. (Collection des Uni-
He aquí al propio Epicteto: versités de France) 1948.
NOTA. — El «M anual» es asequible en casi to ­
Guárdate m ucho viendo a alguno colm ado de h o­ dos los lenguajes modernos.
nores o alcanzar las m ás elevadas dignidades, de
considerarle, arrastrado p or tu im aginación com o SOBRE EPICTETO
un homlbre feliz. Aulo-Gelio: «N oches Aticas».
No está en nuestras m anos el ser ricos, pero sí el Simplicius: «Enquiridion».
ser felices. Además, las riquezas n o son siempre un Suidas: «Léxico».
bien, sobre que suelen ser p oco duraderas. En cam ­ Celso: «O rigeno».
b io la felicidad que proviene de la sabiduría dura Sfobeo: «Florilegio».
siempre. Asmus: «Quaestiones Epicteteae». '
Colardeau: «Etude sur Epictete».
La vida que entregada a las riquezas transcurre Croisset: «H istoire de la Litt. Grecque».
en brazos de la suntuosidad y la molicie, es cual Homo: «H istoire Rom aine».
torrente de agua siempre turbia, espumeante, peli­
grosa, enfangada, violenta, tumultuosa y pasajera; Han Ryner: «Les Premáers Stoiciens», «L Tndi-
vidualisme dans PAntiquité», «L es Chrétiens
mientras que la empleada en la virtud es cual ma­
et les Philosophes», «D icn Chrysostom e», «Le
nantial de agua eternam ente pura, cristalina, sana,
fresca e inagotable. Sphynx Rouge».
Barthe: «Cryssi.ppe et l’Ancien Stolcism e».
¿Estimarás una víbora por el simple h ech o de Martha: «Les Moralistes sous l’Empire Rom ain».
verla e n una ca ja de oro? ¿D ejará acaso de inspi­ B onhóffer: «Die Etik des Stoikers Epictet».
rarme menos horror y m enos recelo su innata m al­ Hirzel: «D er Dialog».
dad? Haz, pues, lo mismo con el malvado, aunque Renner: «Z u Epiktets Diatriben».
lo veas nadando en riquezas. Hartmann: «A rrian und Epiktet».
D. R. Dudley: «A H istory from Diogenes to the
Los verdaderos días de fiesta son y deben ser para S ixth Century».
tí aquellos en que has vencido una tentación o te has NOTA. — Obras asequibles en las Drincipales
arrancado, o al menos dom inado, el orgullo, la te ­ bibliotecas públicas.

Ayuntamiento de Madrid
922 CENIT

OBJETIVO PUBLICO NUMERO UNO


IVIM OS en el siglo de los m ilitares y copistas de o tro s copistas, pues el original se pierde
de las militaradas m ás o m enos encu­ en las neblinas de la historia antigua, quedaban
biertas. Hasta hace poco, el fenóm e­ diluidos en la amnesia ¡popular.
n o era privativo de la zona volcánica Cuando escasearon las guerras locales y las revo­
latino-am ericana o bien de países que, luciones a explotar, los militares inventaron el cli­
com o España, pasaron a la historia m a de la corrupción del político profesional, pleito
com o fecundos en pronunciam ien­ entre profesionales sin duda alguna. Se explotó una
tos de ese carácter. Pero el pronun­ neutralidad de mentirijillas: la del militar apolíti­
ciam iento h a dejado de ser el agente co, recalado en el cuartel, sumergido y acaparado
transmisor del morbo. El inform e conglom erado por hondas m editaciones sobre problem as de tácti­
electoral que se sigue llam ando pueblo, en ejercicio ca, vestal del deber patriótico.
libre de sus derechos cívicos, n o sólo n o distingue O tro original que se pierde en la noche de los
entre candidatos uniform ados o civiles, sino que en tiempos: el de la corrupción del político profesional
algunos casos muestra su predilección p or los p ri­ La dem ocracia n o hizo más que poner a l día esa
meros. Los civiles prom ovidos al rango de primeros corrupción. A tosigó en realidad a griegos y rom a­
mandones resisten apenas a la tentación de trocar nos y rivalizó con las devastadoras pestes de !a
sus arreos ciudadanos por flam antes uniformes. La Edad medieval.
moda mussoünesca fué im itada .por H itler y Stalin. Hoy parecem os condenados al yugo tutelar cuar-
El prim ero agotó hasta la saciedad todos los disfra­ telario. Se acepta ya esta tutela ccm o una evolu­
ces, com pitiendo con los tenores de ópera. Los tras ción del p ropio Estado. El llamado hasta hace p oco
ejemplares aludidos fueron civiles disfrazados de «arte de la guerra» se ha convertido en ciencia.
militares, y dieron a la función de estadista esa pre­ Y el ejército es un Estado dentro del Estado. Nun­
suntuosidad bélica que por lo que veremos le es hoy ca se ha podido proclamar este principio co n m a­
indispensable. yor certeza. Los m ilitares dados a barrer políticos,
Los Estados Unidos de Norteamérica se habían gobiernos y parlamentos precisan apenas recurrir
singularizado por su íobia contra los presidentes a artimañas sofísticas para encubrir sus desafue­
castrenses. Y era allí una cuestión de principios ros. Podríamos dispensarles de tales socorridos.
barrarle® el paso que conduce a los altos sitiales de Con pasar el tanto de culpa a la propia contextu­
la adm inistración pública. El tiemipo h a ido re­ ra del Estado, que es lo que intentam os hacer n os­
blandeciendo este preju icio moral que mantuvo, in ­ otros, encontrarían un alivio a sus remordimien­
clusive en tiempos difíciles de guerra, dentro y tos de conciencia, si es que los siepten.
fuera de aquel continente, a presidentes con traje Sería más fran co proclam ar abiertamente que el
de paisano, salidos de las filas ciudadanas. Apenas fuero m ilitar h a dejado de ser una entre las ra ­
hay un presidente en la vida política de aquella na­ m as del tron co estatal. Y que los militares dejaron
ción en que coincida la condición de tal con la de potenciaLmente d.e ser otros tantos funcionarios.
militar de carrera. Hubo, sí, presidentes co n grados Y que m ás que un p artid o m ás, los militares cons­
y h ojas de servicio que los conquistaron en las gue­ tituyen una institución, n o ya la sombra del Esta­
rras civiles, en las masacres de indios o en guerrillas do sino el Estado m ism o en su evolución moderna.
fáciles con tra fronterizos m exicanos armados con Nada hay aquí que huela a m etafórico. No se
machetes y palos. Y los pocos espolones diplomados trata de frases hechas sino de realidades tangibles,
que por azar sentaren sus reales en las altas pol­ que toman cu erpo a través de órganos y funciones.
tronas de aquel Estado m alograron, con su manifies­ La guerra, hecha fatalidad por el Estado, ha
ta torpeza e incapacidad, accesos similares poste­ ido perfeccionando, en la expresión diabólica de la
riores. Eisenhower es excepción a com probar. palabra, el organism o encargado d.e hacerla o de
Los militares necesitaban su clima, un clima sui replicar co n ella. En la práctica es lo prim ero lo
g e n e r is , para convencer a propios y extraños de su que cuenta. Hay que ser ciego para no observar ese
presencia providencial en las tareas domésticas. proceso de perfeccionam iento diabólico y sangui­
Otras veces eran el remate lógico de las revolucio­ nario. No se trata aquí de una evolución de orden
nes trocadas en guerras contra invasores del exte­ táctico, estratégico y de las am ias. El objetivo
rior. La revolución replegábase en la doctrina del de destruir con mayor facilidad y co n m enos ries­
nacionalism o exacerbado constelado de héroes gue­ gos sigue siendo el mismo. Lo que ya n o es lo mis­
rreros con factura en mano. El pueblo1, ese ente me­ m o es la estructura, las funciones, las necesidades
dio abstracción y m edio realidad, regateaba apenas y exigencias del ejército.
la retribución de los tales servicios, pues andaba Un ejército m oderno n o es ya el Estado ambu­
de por m edio el hipnotism o de la «defensa revolu­ lante co n su intendencia, sus transportes, sus in­
cionaria» y de la «libertad de la patria». Y los op or­ genieros, sus com unicaciones, su inform ación o d i­
tunistas se alzaban con el santo y la limosna. plomacia, etc. Estos órganos y funciones se han
Así fueron posibles ascensos a lo Napoleón Bona- ido extendiendo y han trocado su carácter parti­
parte y otras im itaciones m ás o menos fieles al o ri­ cular o local en permanente. La carrera de rivali
ginal. Los fracasos de los pésimos copistas, o de los dad entablada entre todos los ejércitos conlleva

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 923

esta hipertrofia acumulativa de facultades y fun­ vista ético tiene todo ello. Esta razón de la sin
ciones. razón tiende a hacer del Estado y del E jército un
Las características de la producción del país que solo bloque m onolítico, a militarizar al Estado o a
patrocina al ejército, las fuentes de m aterias pri­ que éste n o pueda mover un dedo sin que medie
mas, las finanzas, el trazado de viejas o nuevas el asesoramiento o consejo de expertos con botas de
carreteras, la actividad industrial, los recursos h i­ m ontar. A que el militar no se limite h oy a jugar
droeléctricos y mineros, la política nacional y ex­ al ajedrez en los cuartos de banderas y en los casi­
terior del gobierno, las invenciones y su aplicación, nos militares, a controlar la afluencia de reclutas
la política de inm igración y aduanera, la activi­ y a releer los textos de táctica.
dad de los laboratorios, la m arina m ercante com o No se trata ya de golpes de Estado y de pronun­
la de guerra, la instrucción y el orden público, el ciam ientos. D ado el desarrollo del Estado moderno,
fom ento y la planificación de obras públicas, la estos argumentos, que aun esgrimen por a h í los
justicia y el derecho, la Prensa de em presa y la profesionales políticos, se hallan completam ente
propaganda oficial, la colonización y el com ercio desplazados. El papel predom inante de los militares
exteriores, y todas cuantas funciones tocaban de en las fun ciones de gobierno, independientemente
cerca antes a las atribuciones del gobierno del Es­ de form as y procedim ientos, n o puede ser ya ex­
tado, afectan y las reclama h o y com o suyas un plotado com o un asalto a m ano armada, co m o un
ejército moderno. clásico pronunciam iento.
Y com o n o es cuestión de m antener esta duali­ Mussolini, Hitler y Stalin, al disfrazarse de maris­
dad de atribuciones sustanciales sin ligarlas es­ cales, vistieron con ese uniform e al Estado, que es
trecham ente, pues daría lugar a entorpecimientos el ropaje que le cuadra. Inconscientemente, quizás
que serían en perjuicio de las partes que las repre­ por vanidad, dieron con el hábito que pertenece a
sentan, se produce aquí una fusión autom ática de todo gobierno m oderno en que lo m ilitar ha des­
las mismas. El ejército más preparado en el orden terrado lo civil. T odo Estado lleva en la m ochila
bélico sería manifiestamente vulnerable sin esa la vara de mariscal.
sincronización entre sus órganos, necesidades y E l Estado es el dios creador de la guerra; la gue­
funciones y las del Estado propiam ente dicho. rra h a creado al ejército que es h oy dios del Esta­
Ni que decir tiene que en la práctica la sincro­ do. El problem a sigue siendo el m ism o: imposible
nización o coordinación quedan realizadas, y no com batir la guerra sin encararnos con el ejército y
precisamente en virtud del fa ctor psicológico, por con el Estado.
la am bición personal o por el espíritu de cuerpo, La guerra al Estado sigue siendo el objetivo pú­
sino por un mecanismo que podríam os calificar de blico núm ero uno.
lógico aun dentro de lo ilógico que del punto de José P E IR A T S

TIEMPO DE EXILIO
1. — Noviembre de 1940. Luces escuálidas brillan qué andan los vagabundos oon esos rostros largos
sobre el húm edo suelo. La ciudad va cobraisdo, con y esas miradas ausentes b a jo la lluvia de las ciuda­
la noche, el aspecto siniestro de las ciudades haci­ des, astrosos y arrastrando les pies: están solos y
nadas, densas de población y de mal. La llovizna en­ nadie les responde. Tam poco preguntan. Cuando
turbia los muros leprosos y gotea sobre las últimas están borrachos imprecan, y cuando se vuelven lo­
apergaminadas hojas del otoño. Gentes hostiles cru ­ cos de soledad y de miseria interrogan a los faroles,
zan sin mirarse por las aceras m ojadas y el estré­ com o un último intento d.e diálogo con la luz.
p ito de los tranvías es la única n ota dinám ica sobre Peor que la noche y que la lluvia es esta indife­
las calles. rencia que nos envuelve com o un ancho m uro sin
El frío llega hasta el alma. Los zaguanes abiertos intersticios, com pacto y definitivo com o la nada;
vomitan una oscuridad repelente y la luz se para­ este saber que n o nos podemos acercar a nadie por­
peta tras lais ventanas cerradas. La soledad y la que los otros se han vuelto oscuros y repelentes co ­
lluvia van cerrando la noche que se extiende rumo­ m o los zaguanes de sus casas leprosas. Y que más
rosa y densa com o un m ar. Andamos com o náufra­ allá están los gendarmes, y más lejos la guerra.
gos en el mar de la noche, sin saber qué decir ni Detrás de este muro de soledad también, caím os ,
qué pensar. Es com o si el m undo hubiese termina­ de la m ás intensa luz a esta opacidad sin salida. Le
do en esta borrosa imagen de soledad y de lluvia han crecido alambradas a la tierra por todas par­
nocturnas; com o si nadie pudiese escuchar una pre­ ces. La h an erizado de bayonetas. T a l vez sea la co ­
gunta, responder a una llamada, prom over un ges­ secha de tanta indiferencia y tanta soledad, el pre­
to... m io para un m undo que se ríe de los vagabundos y
Hay algo peor que el silencio: la indiferencia del se traga las respuestas más perentorias.
mundo. No tenemos casa, n i pan, pero hay barcas Tenemos que andar la calle, larga com o la noche.
én el muelle bajo cuyos toldillos podemos pasar la Buscamos el últim o rastro de la-fraternidad perdi­
noche y burlar la lluvia. Pero, si estam os solos ¿qué da, el eco imperceptible de un diálogo muerto, la
im portan la lluvia y la noche? A h ora sabem os por insinuación clandestina de un gesto cordial. Sabe-

Ayuntamiento de Madrid
9 24 CENIT

m os que tcd o esc es el amanecer, la condición ine­ dos sobre sí mismos. Con su excluyente egoísmo
ludible del futuro, el sentido profundo e im prescin­ creen com pensar el odio y la indiferencia que les
dible de nuestra vida. Y la noche y la calle se nos circundan. Sólo Lorrain conserva una vivacidad
llevan desesperadamente. cordial sin distinciones.
2. — El R efectorio está caldeado y la sopa ca ­ El ambiente se va ensombreciendo irrem ediable­
liente. Un vaho acogedor, olorose a zanahorias y mente co n los días. Nos volvemos com o los vaga­
verduras cocidas lo invade todo. El vapor crea una bundos o, por lo menos, nos sumamos a su silencio
humedad tibia en el am biente que se torna viscosa Caídos en esta gran ciudad com o una resaca, nos
en las manos y en los rostros mugrientos. Los h a ­ rechaza sin aceptarnos. Som os ajenos a ella; esta­
bituales son un grupo de gente excluida de la so­ mos fuera de su ritm o, de su pulso cotidiano, de su
ciedad, cuya vida m alhum orada se rige prim aria­ vida de todos los días y su sueño de todas las no­
mente. Un plato de sopa y un medio de vino sin su ches. Tam bién la ciudad se plega sobre sí misma
am bición de cada día. Después dorm itan sobre los y excluye cuánto viene a sacudirla, a crearle proble­
largos bancos de madera hasta que los echan. mas. Y a tiene ¡bastantes. Som os otra clase de vaga­
Fuera sopla el mistral inclemente y la miseria bundos, irritantes y empecinados, instigadores y
del m undo en guerra n o es mas edificante que esta clamorosos. Terminarem os siendo los piojos de sus
humanidad sucia congregada entorno a los platos calles sucias, de su puerto vacío, de sus veredas h e­
de sopa. Lorrain no prescindiría de un m edio Je ladas.
vino aunque le faltase dinero para com er. Se ve-i Nuestros problem as acabarán identificándose, en
claram ente los piojos transitar sobre el cuello de su un grado m enor, co n los de los clochards que nos
gabán raído. Algunos se arriesgan tam bién sobre rodean. Tam bién será nuestra am bición ver pasar
la espalda. Pero él n o se da cuenta o n o les hace los ríos, com er la sopa en el cálido ambiente del
caso. Los demás com em os en silencio nuestro plato « foyer » y evitar a los gendarmes. Esta identidad
de sopa, arrebujándonos mentalmente en esta at­ final n o nos acerca m ás a ellos, p ero termina por
m ósfera segura. Fuera está la calle, el frío y los devolver al ambiente del refectorio su condición ca ­
gendarmes. racterística: la ausencia del verbo, el silencio de la
Les exiladas hem os caído aquí com o un tumulto palabra. Todo va quedando de nuevo reducido al
desorganizador y arbitrario. Al principio nos repug­ rum or esencial de los platos, las cucharas y las bo­
naban los piojos y las capas de roña superpuestas tellas. Es una conquista inesperada de la igualdad
sobre la epidermis y las ropas. Pronto dejaron de m ás absoluta y peyorativa.
preocuparnos. Pero esta fraternidad forzosa es pre­
cariam ente com partida por los déclassés, replega­ Benito >1ILLA

C A N C III C O R IN T IO
La columna de estética más acendrada de la ar­ escala m arítim o-m ercantil mediterránea: la ex -
quitectura griega, la aporta a este arte de casto­ fenicia Gades o Cádiz. Esta coribante era la C o ­
res y golondrinas, el ram o de construcción de la rinto española. Por su sanguinidad marroquí, tie­
refinada Corinto. Era esta ínclita ciudad, un bazar ne nuestro Mediodía una carnación y una carn a­
de m etecos /próximos-orientales y de artistas áti­ zón, ju n to con una vergadura y una cadencia de
cos casi por com pleto deshelenizados, cuyo sober­ d áctilo entre espondeos, nudamente corintias. Plau-
bio destino determ inó la exquisita delicadeza de las to escribe que, desde Lucrecia y Virginia, h ay en
mujeres de aire cosm opolita. Elias Faure dice que R om a más cortesanas que moscas en un estercole­
de la cópula del m acho dorio con la fémina jónica, ro, en tiemipo de calor. En los pórticos del cerám i­
surgió el capitel corintio. Y todavía pudiera a ñ a ­ co ateniense, había más de este crom atism o sun­
dir que las tangencias disecantes del esclavo nubio tuario, que pulgas en la iglesia en todas las estacio­
o del m arinero rodio con las mestizas de la baja nes; algunas, con las manos tan tapadas de crical-
Asia, producirán los milagros del D oríforo de Poli- cos, que parecían dos charolas moriscas. Pero, una
cleto, el Hermes de Praxiteles y la A frodita de y otra G om orra, no eran cam po concentracionario,
Melos o Venus de Milo. El color rubio tostado de más que de la canalla del ram o rameril. Fué Co­
las pasas, era el de moda en ese m ercado o R am ­ rinto la que lo dignificó, hasta elevarse a Delfos,
bla de las Flores de amor. Y tal oscuridad de la Pafos y Cnido de la Buena Diosa y a tem plo de sus
tez, con el furor trotandero, giróvago y libidinoso, oráculos. No a todos, decía un refrán, es dado ir a
le vienen de Libia al em porio ístm ico. Al modo Corinto; esto es, a la M eca y la Citeres del erotis­
m ás suelto y nervioso de expresarse en latín, le m o rumboso, servido en cop a en que el racim o de
llaman los rom anos serm o c o r in tiu s . Los señores los cabellos desgrana todas sus uvas. San Pablo, en
del m undo clásico im portaban de este Pirul lám ­ su Epístola a los Corintios, describe cuán superior
paras, fayenzas, bronces dorados. Y bronces ani­ a todos los otros estados, sobre todo pontificios, es
mados y vivientes, para espiritualizar las vom ito­ el estado de virginidad; lo que afirmaría ironizan­
nas de sus excesos gastronóm icos, los traen de otra do. Porque ninguna m etrópoli del m undo ha con ta -

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 925

do nunca con más escépticos y desesgaños de la cas­ ñas plásticas, trabajadoras sociales; citaredas ¡hay
tidad, que ésa. Universidad del placer, a ella iban a cuya sola arm onía de miembros, ya era una músi­
cursar las artes de pesca del atún barbón, las m is­ ca; y m ás arrivistas epitalámicas, que h o y en New-
mas abadejas o abadesas de Lesbcjs y de Lámpsaco, York. Cantaban flam enco, bailaban fandango y to­
prioras y profesoras de tan sutiles disciplinas. Al caban la flauta, coronadas de violetas, en sus ter­
doctísim o maestraje debían sus m ejores lecciones tulias; a las que concurrían opulentos com erciantes
Tais, Lais y Aspasia. Durante siglos fué este centro carios y escultores, capitanes y gim nastas famosos.
la capital de la elegancia y de lo m oda, en el cua­ Daban de noche, en el puerto, fiestas espatarrado-
drante de la antigüedad menos beocio, que se c o ­ ras; funciones de teatro y de circo, que eran el dis­
noce. La desbarajustada sexual era la expresión m is­ loque; y banquetes con menús de cien servicios, ca ­
ma del liberalismo cotáneo; del estusiasmo sacratí­ da uno m ás raro y de1 m ás sabrosura que el otro.
simo, que causa el n o ser regido m ás que p or la ley Esta apacibilidad de costumbres y esta tem pera­
natural. Por el carácter om niterráqueo de tan in­ m ental laxitud, hizo prosperar los negocios de las
geniera industria, la Belleza pagaba a sus ofician­ gentes «bien» al extrem o de que cada casa era un
tes y catecúmenos, haciéndolos usos Midas. La fam i­ palacio de Artajerjes. De guis^, que, cuando las L e­
lia y el com ún pro obernábanlos las hetairas. R etó­ giones saquearon la ciudad, hubieron de menester
ricos, oradores, poetas y filósofos les hacían de ter 3.000 carros para cargar las joyas, las vajillas de
ceros; lo que es menos indecente, que engancharse plata, los tapices de Siria y de Tiro, los cuadros obs­
com o una muía al ca rro de los Ariobarzanes y de cenos de Parrasio y de M ikón, la cristalería alejan­
los Dracones. Asistían e n sus «pannes» a la profe­ drina y m irina y todo el m obiliario precioso, con
sional y a la «am a te use» de la galantería, galenos que barrieron. D ejó desnuda, en tan colosal despo­
experimentados, envejecidos en el m anoseo de lad jo, R om a a Corinto. Pero, 110 pudo robarle la cul­
materias últimas. El fem inism o em ancipado por la tura, el chic, los buenos modales, la simpatía y la
coquetería y la nula cortedad; la fem inidad florida eternidad de su juventud; n i la gallardía de galeón,
y foliada de acanto, nunca ha violado al éxito tan que p or la arboladura y la agilidad de rem os sobre
ninfalmente. Todos los oficios invadíanlos' las clá­ todo, tenían sus sirenas, orn ato com o ningunas otra s
mides de púrpura de Cos en torbellino. Había m a­ de la m ar salada.
nicuras, masajistas, lapidífices, pedagogas, ciruja Angel SAM BLAN CAT

£ cl z u t a á iii iitt

N o v e l a fa n tá s tic a y rea
C A P IT U L O II en cuyos peldaños viajan otros huyentes. Crista, a
este lado, m enos visible- Espalda con espalda, Na-
LA PIEZA HUMANA zaria y Refugio: duermen. También Ariel, du bru­
ces. Los Orozco — D onato y Pelagia —, en colch ón ,
Personas: MINIMA, .ANDREA, REFUGIO, NA- desvelados. Varios fugitivos, en piramidales cajones
ZA RIA, CRISTA, PELAGIA, Q U ITERIA, RAQUEL, y diversas actitudes, semejan estatuas. Otros, que
NARDA, ATTILIO, PRUDENCIO, ARIEL, DONA­ ronronean, n o son vistos. Idea Prudencio aplicar
TO, CANDIDO, M ARINERO, RESPONSABLE, los cuarteles al hueco de la bodega.
O tro Responsable. (Tripulantes huyentes de ambos
sexos, m enores, etc.). NARDA (oculta).— ¡Que me matan!... ¡Que me
matan!... ¡Ay!, la aviación!... ¡Socorro!...
En el sollado de un m ercante inglés — a p roa — , UNO.— ¡Tú, Bernarda!...
viejo y todavía m arinero. Escotilla a la derecha.
VARIOS.— ¡ Chisss!...
Escalera con pasam anos de cuerda. Enfrente, la
DONATO.—Eso es inicuo.
boca de la bodega: levanta aproxim adam ente un PRUDENCIO— Ah, ¿qué?
m etro. El lugar no prest^. p ara las personas y los
equipajes. Los bultos ocultan a los fugitivos, te n ­ DONATO.—Tengo en ese infierno familiares.
didos en el suelo y sentados. A saber en qué parte, PRUDENCIO.— ¡Que les den m orcilla!
una luz. DONATO.— Luego te propones...
PRUDENCIO— T apar el boquete y dorm ir. A
Situación de terror, n o despejada todavía. Se falta de colchón, buenas son tablas.
oye el silencio. Cuando más, tosen o suspiran. M í­ PELAGIA.—Y a te metiste a redentor.
nim a con la ñifla, y Andrea, ju n to a la escalera, PRUDENCIO.—No se arruina, descuide.

Ayuntamiento de Madrid **
926 CENIT

DONATO.—Quijote nací. PELAGIA.— ¡La «guillá»!


PRUDENCIO.—S a n ch o de diez y och o quilates. DONATO.—No: esas mujeres...
DONATO.—Habrá lío, con que no tapes la boca R A Q U E L— ¡El Diablo... por la gracia de Dios!
de la bodega. Prensados com o sardinas, y perdona ARIEL.—¿Cuál? ¿Lucifer, dem onio de dueñas y
el tópico, te agarras a una tabla en tal de estirarte. escuderos? ¿Satanás, dem onio de sastres y carnice­
Vinieses con tiem po y otro gallo te cantara. Hay ros? ¿Belcebú, dem onio de tahúres, am ancebados y
que tener humanidad, com pañero. carreteros? ¿Barrabás, Belial y Astarot, dem onios
PRUDENCIO—Y colchón. de m ayores ocupaciones? ¿Cojuelo, las pulgas del
DONATO.—Humanidad es sentimiento, no pr infierno, la- chisme, el enredo, la usura y la m oha­
juicio. tra, inventor del colorín, colorado? Todo e so lo he
PRUDENCIO.—A otro perro... aprendido y o de un clásico.
DONATO.—Antes morcilla y can ahora... ¡M enta­ QU ITERIA (que tiene parte con los espíritus y
lidad perruna! habla en un tono entre picaro y misterioso)— Oigan
PRUDENCIO.— ¿A que te m ajo, sin que te valga el barrunto de m i hija, que es zahori. Tenida por
tu mujer? infalible. Todas en el cla vo y ninguno en la h erra­
PELAGIA.— ¡Donato!... dura. D ijo el fin de la guerra, cuándo y cóm o, y su
DONATO.—V elo p or los débiles, Pelagia. pronóstico cumplióse. Ahora el Diablo de Roma-
A PRUDENCIO.— Si n o acoplas todos los cuar­ seguro es.
teles, dejando m argen para que respiren, eres un C R ISTA — ¿Qué significa diablo?
hombre. QUITERIA.—Sapiencia. Significa persona decente.
PELAGIA.—Te pasará lo que aquel que murió
porque el sastre le sacó a un vecino el chaleco (En esto la loca álzase de la yacija completam ente
largo. desnuda y empieza de nuevo a dar gritos.)
DONATO.—Defiendo a los...
PELAGIA.— ¡Cuernos! NARDA.— ¡Los peces voladores... los peces vola­
PRUDENCIO.—Nom brar la soga en casa del dores... los peces voladores!... ¡Ay, que se acercan!...
ahorcado es despropósito. ¡Auxilio!...
VARIOS— ¡Chisss...! Varios la someten y la acuestan.
N AZARIA.— ¿Quién da esas voces?
(Acuéstase Prudencio. Abajo, en la bodega, gui­ REFUGIO.— La loca, que tiene metido el terror
rigay. en el cuerpo.
CANDIDO (asomando p or el boquete).—Tú, alza CRISTA.—E n el alm a dirás.
esos cuarteles. QU ITERIA.—C onjuraron, hija.
PRUDENCIO.—M e niego. Tenéis suficiente aire. RAQUEL.—No: es válido. La cruz haráse con los
DON A TO — (Este era de Abastos, con seguridad). dedos untados en vino-m iel.
CIANDIDO. -¡N a ’aay ftasa p ara la respiración. CRISTA.— ¡ Mentecata!
No hay respiración de guerra. REFUGIO.— Ama de cura y fecovera la madre.
PRUDENCIO.—M ira el panorama: peor que el Q U ITE R IA — Pullo, y a honra, que no a desdoro
vuestro. lo tengo.
CANDIDO.— ¡ Atm ósfera, com pañ ero! N AZARIA.—Jáctate, jáctate de explotar al pueblo.
PRUDENCIO.— ¡Reclam a a la Luna! QUITERIA.—Produce más tu industria.
RESPONSABLE (oculto). — ¡Control! ¡Controool! N AZARIA.— ¡Calla, pécora!
O TRO RESPONSABLE (lo mismo). ¡Qué escán­ DONATO.— ¿Qué hacen aquí estas tías?
dalo! N A ZA R IA — Las mendocinas del retabüllo. ¿Qué
FUGITIVOS.— ¡Chisss:.., han de h acer? Propaganda.
CANDIDO.—Perdonad si quebranto la consigna... ARIEL.—Tienen la traza de la Camacha y de la
PRUDENCIO— ¡ Largo! Cañizares.
VOCES— ¡Chisss!
Desaparece Cándido.
C R ISTA (que logra un sitio cerca de Andrea)—
DONATO— (¡ Déspota!) Quiero conocerte.
ARIEL (uniéndose después de muchos equilibrios ANDREA.—Andrea Pranch.
a Prudencio: por Refugio). C R ISTA — ¿M aestra racionalista? (Andrea limí­
NAZARIA.—Un cuerpo y un alma. tase a sonreir). Habría sido una lástim a que te que­
PRUDENCIO.— Aquél el Comendador. Y aquél dases en tierra.
otro, don Tancredo. ANDREA.—Cavila en les que n o vienen.
RESPONSABLE (visible)— ¡P or favor!... Esto no CRISTA.— ¿Acaso el agua n o les h a llegado al
es lo acordado con el capitán del barco. cuello? Desarrollaron la táctica del avestruz. Los
O TRO RESPONSABLE (idem).—Os cosistéis la teorizantes de m i región, enfrascados en bizantinas
boca con hilo tan delgado que se os h a descosido. disputas, caerían en la redada. Tiem po y medios
ARIEL.—Nos .pondremos a rezar el rosario. tuvieron.
PRUDENCIO.—No se os quita el miedo. ANDREA.—Siendo así (dudoso se me hace), una
ARIEL.—-Kirieleisón... (Risas). pena.
RESPONSABLE.—Menos inconsciencia, si n o es CRISTA.—En toda lucha hay que prever la derro­
m ucho pedir. ta. Siempre m ás práctico pensar en el fra ca so que
DONATO— ¡Y a, ya! en el triunfo.
O TRO RESPONSABLE.—Sabed que estamos s o ­ ANDREA.—Cuando uno no se baña en llamas.
bre un vólcán. CRISTA.—Adm itir el fracaso era pecado y pecado
ARIEL.— ¿Sobre qué volcán hem os de estar en el m ortal adm itirlo sinceramente. Todo lo hem os h e­
mar, geógrafo? ch o delirando.
RAQUEL (voz de brujería). — ¡Camaradas, el Dia­ ANDREA.—C om o se hacen las cosas grandes. El
blo! exceso de razón nos ha perjudicado.
A RIEL— ¡«Abrenuntio»! CRISTA.—Hasta transtornarnos el entendimiento.

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 927
Se nos desbocó el corazón... La inteligencia fun­
cion a en un clim a frío, no en el nuestro. Hay dos ARIEL— Decirle que «n o pasarán». (Risas).
clim as revolucioarios: el de Saint-Just, gélido, y el CANDIDO (al m arinero de cubierta)— Sí hom ­
de Danton, urente. bre, si; ya bajo. Pero conste que de mar sé yo la
mar de cosas.
ANDREA.—Saint-Just, sin nervios, ipagó con la
cabeza, com o Danton, todo fuego. RESPONSABLE (haciéndose visible)— ¿Q ué su-
C6u6?
CRISTA.—Pero... ¿cuál fué m ás útil a la Revo­
lución? No deduzco lo útil de un m odo absoluto. sigueNDID° —Cosa seria. Un barco pirata nos per-
ANDREA.— Para mí, lo revolucionario'.
C R ISTA — ¿Sí?
ANDREA— Prim ordial y temperamentalmente. Pánico entre los fugitivos. Prudencio y Ariel le­
Y o ajusto m is acciones a este concepto, causa de la vantan los cuarteles y los apilan: el hueco se llena
que soy el efecto. Si n o pienso y ob ro en revolucio­ de caras nuevas. Crista estrecha la mano de A n­
nario n o existo. drea y, sonriendo a Mínima, ocupa su sitio. Cán­
CRISTA.—C onsidero tan eficiente el impulso di­ dido permanece en la escalera, y en el colchón, in­
rigido co m o ineficiente el em puje a voluntad. R e ­ corporados, Donato y Pelagia. Alzanse Quiteria y
cuerda cóm o dice Zola que M olke ganaba las bata­ K aquel, estampas de misterio, d e brujerío. En vano
llas: a golpes de álgebra. Ninguna revolución triun­ los Responsables tratan de poner orden: el pre­
fante pasa todavía de una tentativa h acia la meta sentim iento de algo trágico mueve a cada uno a
propuesta. Ciencia, y por tanto sabiduría, es la procurar por si y ya no h ay otra voz a obedecer
revolución, m ientras el sentido científico de la que la del instinto.
misma n o llegue a la masa...
ANDREA— Esa revolución-flan, revolución al ba- RESPONSABLE (en la escalera, ahora expedita
ñomaría, obra del tiem po, descarta la acción del pistola en m ano)— ¡Camaradas! ¡¡Cam aradas!!
pueblo y no tiene mis simpatías. El pueblo n o ha O TRO RESPONSABLE (igualmenet armado).—
de estar a lo que le den sino a lo que él se tome. ¡Nadie de un paso hacia la escalera, porque lo
C R ISTA — Tem o que no germ ine el grano. tumbo!
ANDREA.— ¿P or qué? En la lucha p o r las ideas, ARIEL.— ¡N o desafíes! ¡Los hombres están en su
la idea se salva, aunque .perezcan sus cohonesta- derecho!
dores. Im item os al labrador. A hora empiezan sus PRUDENCIO (m ostrando la pistola) Enteraos.
trabajos, en la aparente inercia. Se examina, con ­
fiesa y com ulga con la Naturaleza, llena de pre­ Aumenta la tensión y, al montarlas, el chasquido
guntas el cielo... P or eso hay tantas estrellas. de las pistolas. B arbanca de los fugitivos: « ¡A cu­
CR ISTA — P or eso, no. bierta!» «¡N o dirigentes!» «¡P aso, paso!»
ANDREA.— Si n o hubiese viudas y huérfanos
nada valdría nuestra gesta. Nacemos desangrándo­ RESPONSABLE.— ¡Serenidad, camaradas 1 Ye
nos y desangrándonos vivimos. A l fin, sobre el co ­ también estim o m i vida y n o me precipito...’
razón cansado de latir, el pie blando de la muerte. PRUDENCIO.— ¡Se me d a una higa!
La Vida n o tiene aliada mejor. RESPONSABLE.— ¡Vaya moral!
M INIM A (despertando).— ¿ Llegamos? DON ATO— ¡P id o la palabra! ¡¡P id o la palabra!!
ANDREA— Llegaremos. Dame la niña si te cansa. ¡¡¡P id o la palabra!!!
MINIMA.—Se durmió. Y yo, M áxima, h ija mía... vamos a caer com o chinches!
ANDREA.—No la despiertes. M IN IM A— ¡Ay, m i hija!
MINIMA.—D ebo darle el pecho. ANDREA.— ¡Querida, n o te alarmes!
ANDREA.—E lla lo pedirá. MINIMA.—Ve en busca de Attilio.
M IN IM A— Estoy incóm oda, rendida... No se me ANDREA.—Vamos, sé fuerte.
quita el miedo. ¿(Bombardean? ¿T odavía nos persi­ TOOKravOB.— isniera, fuera!... ¡ a cubierta!...
guen? CANDIDO— ¡A rriba está peor. ¡ ¡Peoocrü
ANDREA.—Eso fué a la salida. A fortunadam en­
te, los aparatos ningún d a ñ o han hecho. Irrum pen en el sollado los de la bodega. Pelagia
CRISTA.— ¿Quién es? y D onato enrollan el colchón y, seguido, examinan
ANDREA— La com pañera de A ttilio Huerta, sus valores, cerciorándose de que nada les falta.
CRISTA.—Le trato m ucho. Colosal pandemónium.
ANDREA.—El m ás novelesco suceso de la Era. RESPONSABLE ¡ No!
MINIMA.—Estoy para nada. O T R O RESPONSABLE— ¡Atrás!
Un disparo. Disparos.
Hablan. NARDA.— ¡ Ay!
CANDIDO (saltando al sollado, a los de la esca­ Q U ITERIA— ¡Habéis m atado a la loca, inocente
lera)— Dejad paso. com o Abel.
RAQUEL.— ¡ Anatem a!
Sube a cubierta.
Suben tumultuosamente la escalera, atropellán­
ARIEL.—Señor de la «piltra»: ¿qué hora es? dose, estrujándose, cayendo unos y saltando otros
DONATO— Estoy parado. por encima. Impídelo Attilio, al frente de varios
tripulantes armados.
ARIEL.—Pensé que los relojes de oro n o se des­
com ponían. M ARIN ERO— ¡ T od o el m undo abajo!
DONATO.— ¿Envidia o caridad? A TTILIO .—Perdemos co n nuestra conducta la ba­
A RIEL— No, señor; ganas de verme en Ortaceli. talla de la salvación.
PRUDENCIO.—Esos traen billetes de serie. Q U ITE R IA — ¡Y Narda la loca sin vida1
ARIEL.—Señor del mullido... RAQUEL— ¡ ¡ Anatem a!!
DONATO.—¿Qué quieres?
PUYOL

Ayuntamiento de Madrid
928 C EN i T

EL INFIERNO VERDE
— _ .

E L PA LU D ISM O
A palabra paludism o deriva de paius ta 1891 en que Romanowsky descubrió un método
(pantano) y m alaria (mal aire), dando que permitía hacer coloraciones precisas.
una idea del concepto que tenían los an­ Durante m ucho tiem po la cura del paludismo fué
tiguos de la relación que había entre la casi nula y solam ente hasta el siglo X V I, en que
enfermedad y la presencia de pantanos, se conocieron las propiedades de la quina, se tuvo
que producían, según ellos, emanaciones un m edicam ento eficaz. En 1820 Pelletier y Caven-
dañosas. tou aislaron la quinina y se dió un enorme paso
Con el descubrim iento del m icroscopio en el tratam iento específico.
y sobre todo con las doctrinas de Pas-
teur acerca del origen m icrobiano de * * *

muchas enfermedades, se pensó que numerosos se­


res m icrobianos .podrían ser productores de la ma­ El paludismo o m alaria es una infección aguda
laria. A descubrirlos se aplicaron numerosos inves­ y_crón ica, co n fiebre, anemia, esplenomegalia (in­
tigadores. Desde entonces se sucedieron una serie flam ación del bazo), y acom pañada con frecuen­
de descubrimientos que vinieron a poner en claro cia por com plicaciones graves y mortales. Es cau­
el problem a del paludismo. sado por protozoarios del género plasmodium y
En 1880 Laverán, m édico entonces en el hospital transm itido por el mosquito anofeles.
militar de Constantina (Argelia), descubrió un pa­ Cuatro clases de plasmodium son patógenos pa­
rásito m icroscópico en la sangre, el hem atozoa- ra el hombre: Plasmodium Vibax prcduce la ter­
rio, que lleva su nombre, causante del paludismo. ciana benigna; Plasmodium m alaria, la cuartana,
Cuando Laverán com unicó a la Academ ia de Me­ el Plasmodium ovale se designa com o paludismo
dicina su descubrimiento, los sabios oficiales, c o ­ de óvalo, y el Plasmodium Falciperum el tipo ma­
m o siempre, lo acogieron con desagrado y perma­ ligno de m alaria estivo-otoñal.
neció ignorado durante m ucho tiempo. Hubo mé­ La m alaria es una enfermedad endémica y epi­
dicos italianos que se declararon contrarios al des­ démica, prevaleciendo con más intensidad la últi­
cubrimiento, pretendiendo que sus hem atozoarios m a form a en los países tropicales bajo condiciones
eran solamente glóbulos sanguíneos alterados. En favorables de ca lor y humedad.
1882 Laverán fué a R om a y en ella encontró los El paludismo es una enfermedad proteiform e que
mismos parásitos que en Argelia. Investigadores se disfraza con tanta frecuencia, sobre todo en
com o M archiafa y Celli confirm aron entonces su sus form as perniciosas, que pasa desapercibido pa­
descubrimiento. ra los que la padecen y sus familiares, arrebatan­
En 1884, Masón, entonces médico de las aduanas d o m uchas vidas por sorpresa.
chinas de Amoy, y luego profesor de la Escuela -Je Esto ocurre sobre todo en los niños, en que se
Medicina Tropical de Londres, enseñaba que los presenta co n síntom as tan variadas y fiebre tan
mosquitos eran los agentes de transm isión de la irregular, que se van al otro m undo sin recibir el
filaria de la sangre. Este descubrimiento impre­ auxilio necesario.
sionó de tal manera a Laverán, que a partir de ***
aquel m om ento em itió la hipótesis de que los mos­
quitos pudieranj ser agentes de transm isión del Los mosquitos son huéspedes definitivos de los
paludismo, com o lo eran de la filaria. L o mismo parásitos del paludismo. Las especies de Culex son
op in ó M asón y desde entonces la teoría del mos­ los huéspedes del paludism o de las aves, y las es­
quito tom ó cuerpo y entró dentro de la Ciencia. pecies anopheles del paludismo del hombre y de
Golgi, Ross y Mac Caller hicieren descubrimien­ los monos. El ciclo vital de los plasmodios del p a ­
tos definitivos en las distintas fases de evolución ludismo humano, incluso la fase que se desarrolla
del hem atozoario, y que no describim os por ser de en el mosquito, es bien con ocido y n o lo expone­
un valor técnico para los profesionalistas. mos aquí para n o com plicar nuestro tema.
Grassi en Italia descubrió la evolución de los No todos los mosquitos anofelinos son capaces
parásitos hum anos en los m osquitos del gfenero de servir de huéspedes a las especies del paludis­
Anofeles. El papel transm isor del m ism o fué con ­ m o; de cerca de 200 especies de anopheles, más de
firm ado con las célebres experiencias hechas n 60 han sido consideradas peligrosas, basándose en
Londres por Masón, que logró transm itir el palu­ toda clase de pruebas.
dism o con mosquitos enviados de Italia. Algunos anofelinos son de costumbres dom ésti­
Los procedimientos de observación m icroscópica cas, criándose y permaneciendo en la vecindad 1e
de los parásitos eran im perfectos debido a las de­ las habitaciones humanas. Otros son habitantes de
ficiencias técnicas de coloración que existían has­ los bosques y de las selvas que rara vez abando-

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 929

lian. Hay anofelinos que se alimentan exclusivamen­ sus familiares. Es un cuadro de horror com o no
te de sangre animal y no humana, y los hay que puede imaginarse.
* • *
se alim entan de sangre de hom bre o de animal.
Algunos, después de chupar la sangre, se quedan Se ignora a ciencia cierta si el paludismo existía
en las habitaciones, m ientras que otros se alejan ya en el Nuevo Mundo a la llegada de los españo­
del lugar. Los hay que son poco voladores y sólo les o fué traído p o r los conquistadores y agravado
viajan cortas distancias, m ientras que otros vue­ con el tráfico de los esclavos negros africanos. Lo
lan varios kilómetros. cierto es que desde la llegada de los españoles y
El paludism o es una enfermedad de «lugar», pre­ portugueses, unos en el Centro y otros en el Sur,
sentándose en áreas de cría de mosquitos, por lo hay referencia del fuerte tributo que en salud y vi-'
que la localización y descripción de tales áreas son das hubieron de rendir los colonizadores a este
funciones esenciales de las encuestas. padecimiento.
Hay anofelinos que para su crecim iento requie­ Según nos refiere el Padre Bartolom é de las C a­
ren agua clara, con abundantes algas. Algunos sas, los primeros españoles que se establecieron en
buscan aguas asoleadas; otros prefieren los sitios las playas norteñas de Isabela en 1493, fueron
sombríos. Ciertas especies no pueden utilizar el diezmados de tal form a que tres años más tarde,
agua que contenga sal. aún en pequeña cantidad, huyendo de aquel lugar, fundaron Santo Domingo,
mientras que otros se desarrollan en agua salobre. para abandonar definitivamente Isabela en 1504.
Algunas especies utilizan ríos o áreas de filtración; Voy a ocuparm e solamente del paludism o - en
otros solo charcos y pantanos. México, pero lo que diga sobre este país ocurre más
Muy numerosos en tan variados medios se difi­ o menos en los restantes .países de América.
cultaría su descubrim iento y persecución, sino fue­ Más de dos terceras partes de la población me­
ra por las fiebres que producen en la vecindad. xicana padece de paludismo. M éxico pierde cada
año quince mil millones de pesos de producción a
causa del paludismo. A esta fantástica suma as­
Los azares de la vida de un revolucionario, que ciende el valer de la canacidad que deberían de­
me h an conducido de aquí para allá, contra mi vo­ sarrollar en trabajos agrícolas e industriales los
luntad, han motivado m i perm anencia en zonas doce m illones v m^dio de mexicanos que, según las
intensamente palúdicas, donde he auxiliado a las estadísticas más recientes, están atorm entados por
víctimas desinteresadamente, salvándolas p or m i­ la malaria.
llares y he estudiado el paludism o en sus detalles El nivel de mortalidad p or el paludismo ascien­
más minuciosos, tanto en lo que corresponde a la de en M éxico a 25.000 personas anuales, según el
teoría com o a la -práctica. A veces el sujeto de la prom edio h ech o por el Ministerio de Salubridad,
observación era uno m ism o atacado ñor la dolen­ tom ando com o base los últimos 10 años. Esta cifra
cia. En el m em ento que d icto estas líneas me en­ me parece en extrem o baja y y o la multiplicaría
cuentro febril roor una infección palúdica que se por 4, cuando m enos en las zonas apartadas que he
sucede hace años. recorrido, donde cam pean con toda libertad los
En España hay una extensa zona palúdica en la curanderos en extrem o ignorantes y explotadores.
región extremeña, en la que estuve deportado du­ E n la zona en que y o m e encuentro he observado
rante varios años. En una ocasión tuve un grave oue casi todos, y en particular los niños, mueren
ataque nalúdico que o o r poco me hace perder la de paludismo.
vida. Allí tuve ocasión de estudiar el paludismo Se calcula oue existen en el territorio m exicano
de los lactantes, v oude cem orobar que m uchos de dos docenas de especies posibles vectores del .pa­
los trastornos intestinales que padecían los niños, ludismo, los anooheles, distribuidos sobre todo en
a veces mortales, se debían a una infección palú­ las costas, y entre los cuales no menos de 3 o 4 es­
dica. Si se trataban com o palúdicos, curaban en pecies pueden señalarse con certeza com o .peligro­
un -par de días, y si no se trataban p or esa enfer­ sos transmisores de la enfermedad.
medad m orían irremediablemente. Paseando un Puede decirse que el paludismo abarca toda la
dia por el camino me encontré con el cura del pue­ República, o ero las form as más graves se encuen­
blo que m e d ijo afablemente; «Y o creí que se m o­ tran en una gran faja que desde el m ar se extien­
rían todos los niños que D ios quería, pero estaba de por am bos lados litorales hasta las altitudes
equivocado, porque desde que usted está aquí n o se inferiores a 1.000 m etros. En estas zonas costeras
muere casi ninguno. Antes se m orían de 7 a 14 dia­ el plasm odio falcípero es el que dcjnina; a este le
riamente en los veranos, pero en este estío n o han sigue el pl^sm odio vivax y n o son raros los casos
muerto m ás que dos. El cariñ o de usted por los ni­ de plasm odio malaria.
ños h a h ech o este m ilagro.» La investieación del Indice Endém ico de Ross.
En Marruecos se encuentran zonas intensamente que desde 1942 se inició entre los escolares de todo
palúdicas, tanto en la costa com o en el interior. el país por el nersonal de la Cam paña Nacional
En Arcila y Larache los cam pos estaban cubiertos con tra el Paludismo, arroja un dato valiosísimo
de lagunas, y el paludismo hacía los mayores es­ resnecto a la elevada incidencia del Plasmodium
tragos. Muchos de aquellos enferm os iban lejos a en México. Se han estudiado unas 200.000 muestras
buscarme en un estado lamentable. de sangre de niños aparentemente sanos que es­
En la República Dom inicana perm anecí por dos- taban en las escuelas en el m om ento de la toma,
posición oficial en una zona muy palúdica, sobre y cerca de 6.000 láminas positivas para este pará­
todo en los cam pos sembrados de arroz y al borde sito son irrefutables pruebas de que más de 100.000
de los ríos y riachuelos. Aquellos hombres trabaja­ tienen infecciones aparentes, si se admite que
ban muy poco, aunque tenían toda la tierra que 5.000.000, según el último censo, se encuentra entre
querían, debilitados por el 'paludismo. los cin co y doce años de edad en el territorio n a­
Y por último, en México, en los lugares que he cional.
estado, el paludismo lo dom inaba todo. Ahora llevo Todos los que han estudiado el problem a del pa­
8 años en este sitio, donde n o hay una persona ludismo están de acuerdo que casi la totalidad de
que n o le padezca, empezando por un servidor y la masa campesina y obrera está débilmente cons-

Ayuntamiento de Madrid
93 0 CENIT

tituída com o consecuencia da sus malos hábitos de en que cualquiera enfermedad transmisible adquie­
higiene y la insalubridad del medio en que se de­ ra a juicio de la Secretaría, carácter endém ico, las
senvuelven con una alim entación insuficiente y mal negociaciones o empresas con capital m ayor de
digerida, y victimas de padecim ientos endémicos quinientos mil pesos tendrán la obligación de esta­
com o el paludismo. N o hay, pues, que extrañarse blecer y sostener servicios sanitarios permanentes,
que el m exicano, especialmente el costero, sea flo­ que fun cion arán com o auxiliares de la Secretaría,
jo p ara el trabajo. así com o de cooperar a la construcción de obras
Pero h a y un punto de gran im portancia en el que sanitarias.
nadie se fija y voy a señalar.
* No solamente flo jo para el trabajo, sino que ca ­ «A rtículo 138. — Los trabajos de irrigación, co-
rece de hábitos morales, agravado esto por el abu­ .lonización, avenam iento y preparación de tierras
so del alcohol, y les trabajadores, la esperanza del para la agricultura, la industria y en general aque­
mañana, van a remolque de los lideres y de los p o ­ llos que puedan provocar estancam iento de agua
líticos, constituyendo una masa inerte sin un tem poral o perm anente, deberán ejecutarse con
aliento de rebeldía que se oponga a un m al que perm iso y bajo la vigilancia de la Secretaría de
tendrá un fin desastroso. Salubridad en las zonas que ésta determ ine.»
* * * —«E stos artículos, terminantes y claros, n o son
Veamos com o el Estado, protector que ■se dice observados por ninguna de las instituciones a quie­
del pueblo, responde con sus medidas al desastre nes corresponde respetarlos»— dice S. Benítez A r­
mas, D irector G eneral de la Campaña Nacional
palúdico que agobia a los mexicanos.
En 1935 se creó la oficina de la Campaña contra contra el Paludismo.
el Paludismo. Este organism o hizo un reglamento Existen en las costas mexicanas grandes super­
de Lucha Antipalúdica el que, en 1938, fué aproba­ ficies de terrenos im productivos que no han sido sa­
d o casi íntegramente com o Ley por la Cámara de neados p or fa lta de dinero1. Lo curioso es que el di­
Diputados, la cual declaró con ella de utilidad pú­ nero que se invertiera en sanearlas sería recom­
blica la Campaña con tra el Paludismo, y le co n ­ pensado co n creces por el valor que alcanzarían
cedió el 15% del Presupuesto total de Salubridad, dichas tierras fértiles. Un caso significativo de lo
con lo que se aseguraba su estabilidad económ ica. que decim os es el terreno del Parazal de Fernán­
Si está Ley hubiera sido aplicada al pie de la le­ dez, en Acapulco. Su saneamiento costó a la O fici­
tra, habría sido muy otro el desarrollo de la Cam­ na de la Campaña trescientos mil pesos, teniendo
paña N acional contra el Paludismo, puesto que 1 en la actualidad un valor de dos millones de pe­
m encionado 15% representa aproxim adam ente unos sos. A pesar de un hecho tan evidente, los terrenos
20 millones de pesos por año; pero, en realidad, siguen abandonados, cuando el porvenir de Méxi­
este im portante servicio n o ha contado nunca con co, com o de otres países de América, está en la
m ás de un millón doscientos m il pesos anuales, y agricultura, sobre todo en la zona tropical.
sus alcances han tenido que limitarse a un radio El 29 de agosto de 1938 fué dada una Ley que de­
reducidísimo por ello. clara de utilidad pública las obras de la Campaña
Algo, sin embargo, contribuyó a la Campaña An­ contra el paludismo, ordenando a las autoridades
tipalúdica, los fondos recaudados con la venta del estatales o municipales que se hagan ca rg o de su
«T im bre del M osquito», que se em itió en 1938 y fué conservación. S in em bargo, cuando se trata de
obligatorio en toda la correspondencia de la Na­ cum plir este ordenam iento, el M unicipio o el E s­
ción , dedicándose su producto a la com pra de me­ tado que las ha recibido, las abandona totalmente,
dicam entos antioalúdicos, que eran distribuidos com o ha ocurrido en diversos lugares. Un caso
después p or la Oficina gratuitam ente o a precios significativo es el que sucedió en la capital del
m enos del coste. Estado de Jalisco al ser entregadas las obras. Pri­
A pesar de la falta de dinero, se trabajó en fir­ mero lo fueron a los Servicios Coordinados de Sa­
me, dándose cursillos de divulgación y explorán­ lubridad; pero en vista del abandono en que
dose localidades sospechosas de paludismo, propor­ las dejaron, volvieron a la Oficina para su recons­
cionándose los medios en lo posible para com ba­ trucción, pasándolas después al Gobierno del Estado,
tir la plaga. Muchos de los esfuerzos desplegados quien siguió una conducta semejante, por lo que
se perdieron por la incuria de las diversas autori­ se entregaron por últim o al Ayuntam iento, el cual
dades m unicipales y estatales, que n o cumplieron llevó su incuria y abandono en tal grado que hubo
su com etido, y en vez de ayudar a la Cam paña Ari- drenes com o el Canal 33, que desaparecieron por
tipalúdica, se desinteresaron de ella. las tierras y basuras acumulados en su lecho. Hay
Hay un paludismo que con m ucha razón se lia un pueblo lindando con el lugar en que vivo, llama­
m a «paludismo creado por la m ano d el hom bre», do Villa Azueta donde se hicieron obras antipalú­
y son las obras emprendidas por organism os ofi­ dicas, que fueron abandonadas a pesar de la mu­
ciales que dan lugar a verdaderos criaderos de mos­ cha falta que hacían, y hasta el material de los
quitos, tales com o los proyectos de irrigación, de drenes h a sido sustraído.. Algunas páginas llenaría­
plantas hidroeléctricas, de presas, de construccio­ m os con casos parecidos.
nes de vías y carreteras, etc. Así que los esfuerzos
antipalúdicos que se realizan con m uchos sacri­ «Si tenemos presente el alto costo de una Cam ­
ficios económ icos son nulificados por las activida­ paña, cualesquiera que sean los procedim ientos qu-';
des de otras oficinas gubernamentales que n o tra­ se usen, dice el ya citado S. Benítez Armas, llega­
bajan al unísono con la Secretaría de Salubridad. m os a la conclusión que el Gobierno no está en
En el Código Sanitario vigente h ay dos artículos condiciones de hacer frente a la situación y qu?
tan acertados, que si se observaran, pudieran es menester la cooperación privada.»
cam biar por com pleto el curso de los esfuerzos qu3 Y digo yo: poco o nada puede esperarse de la
se hacen. Basta enunciarlos para que se dé uno cooperación privada, cuando la gente n o piensa
cuenta de la transcendencia que encierran: más que en enriquecerse más y en seguir haciendo
«A rtículo 137. — En los lugares de la República disparates.

Ayuntamiento de Madrid
33 F R .IT Z B R U P B A C H E R M ARX Y B A K U N IN

pletamente al «hom o económ ico» d el Oeste. En esto fué su­ teres, por ser libres y para hacer hom bres libres. Con nues­
perado por Alexander Herzen, que por esto desesperaba a los tros pensam ientos tenemos que apropiarnos de nuestra ép o­
occidentales. Cuenta Bakunín que M uravieff com partía ca-si ca. Al poeta y al pensador les es perm itido adelantarse al
sus opiniones, y que en el fondo era un revolucionario y un futuro y construir el nuevo m undo de la libertad y de la
federalista. belleza en. m edio de la derrota y de la corrupción que les
Cuando en 1861 Bakunín escapó de Siberia, pasando por rodea.
el Japón y América, fué a p arar a Inglaterra. Allí fué a en­
con trar sus com patriotas Herzen y Q gareff, co n los que esta­ En vista de tod o eso, introducido en el secreto de las
ba en con ta cto desde su estancia en Moscú. M ás tarde, en fuerzas eternas, las cuales paren nuevamente de su seno el
1863, encontró en Estocolmo, a su joven esposa, h ija de un tiempo, ¿quiere usted desesperar? Si Vd. desespera de A le­
polaco, con la que se había casado en el destierro. mania, Vd. desespera entonces, n o solamente de sí mismo:
Traspasamos a Nettlau la tarea de describir m ejor su ac­ Vd. abandona el poder de la verdad a la cual se consagró.
tividad hasta el Congreso de la Paz en Ginebra: Pocos hom bres son tan nobles para entregarse totalm ente
«Bakunín trataba de recuperar los años perdidos con una y sin reservas al tejer y al actuar de la verdad liberadora.
actividad desbordante en todas las direcciones. Quiere desper­ Pocos pueden com unicar esté m ovim iento del corazón y del
tar con llamamientos tanto a los elementos durmientes y apa­ intelecto a sus contem poráneos. Pero quien h a logrado una
gados desde 1849 com o a los revolucionarios nacidos poste­ vez ser el portavoz de la libertad y encantar al m undo con
riormente. La m archa de Garibaldi a Sicilia y Napoli, la in los sonidos argentinos de sus voz, este tiene una garantía
m ínente sublevación polaca, la extensión de la propaganda para la victoria de su causa. La cual otro cualquiera co n ­
radical en Rusia, tod o esto y muchas otras cosas, anunciaban, seguirá solam ente por un trabajo similar y un éxito aná­
com o los años del 60 lo fueron en verdad, una nueva época; logo.
hasta que, p or la guerra de 1870-71, los grandes Estados fue- Con sinceridad confieso que tenem os que rom per con
io n constituidos de m anera definitiva, y la reacción volvió nuestro propio pasado. Hemos sido vencidos, y aunque fué
a ganar una nueva y larga etapa de prolongación de vida. solamente la fuerza brutal la que arrojó un obstáculo en el
En su m ayor parte quedaron sin éxito los esfuerzos de Baku­ cam ino del m ovim iento del pensar y del hacer, esta bruta­
nín. Entre los hom bres del 48 era casi el único que conser­ lidad hubiera sido imposible si n o hubiéram os vivido apar­
vara la juventud. Transcurrieron varios años antes aue gana­ tados en el cielo de la teoría docta. En una palabra, si h u ­
ra a su causa una serie de personas jóvenes en su m ayor par­ biésemos tenido el pueblo a nuestro lado. Al con trario de
te y hasta que encontró, entre los obreros con sentimientos los franceses, n o hem os con du cido «la cosa» delante de él
revolucionarios y entre la juventud estudiosa de la Interna­ m ism o. Ellos habrían suprimido tam bién a sus liberadores
cional, la ocasión propicia para una propaganda y agitación s; hubieran podido.
en la cual se despertaron las tendencias revolucionarias de Sé que Vd. quiere a los franceses; Vd. siente su superio­
hoy. Vivió en Londres, donde un grupo de Obreros ingleses ridad. Esto es suficiente para poseer una voluntad fuerte
le recibió, donde conoció a Mazzini, Saffi, Louis Blanc, Ta- por una causa tan grande, para em ularlos y para alcanzar­
lendier, Linton, Holyoake, Garrido y a muchos otros, pero los. ¡Qué sentimiento! ¡Qué plaoer, este esfuerza y este p o ­
lam bién la calum nia de la d i q u e de Urquhart, que estaba der! ¡Oh, com o le envidio p or su trabajo, incluso por su; ra ­
cerca de Marx, y ensayaba molestarle nuevamente, com o ya bia, porque también en su pueblo, éste es un sentimiento
en los años del 50. Una colaboración estrecha con Herzen y de todos los nobles! ¡Si pudiera solamente ayudarle m i san­
Ogareff, editores del «K olokol», no era posible. Sus publica­ gre y m i vida para su liberación! Crea Vd., el pueblo se le­
ciones rusas reflejan su concepción personal, su viejo pro­ vantará y alcanzará la luz del día de la historia de los h om ­
grama: principalm ente su manifiesto «A los am igos rusos, bres. No persistirá eternam ente esta ignom inia de los ger
polacos y a todos los amigos eslavos» (15-2-1862), m ientras que m anos de representar los m ejores criados de la tiranía. Us­
el librejo «L a causa del pueblo, R om an off, Pugatscheff o ted d ice solamente lo que es: ¿C óm o quiere Vd. probar con
Pestel» (seguramente escrito en Julio) corresponde a la ne­ esto lo que será? ¿(No h a existido en Francia el m ism o c a ­
cesidad de una situación momentánea. so? ¡Y qué p ro n to (ha sido toda la Francia un ente público
Intentaba establecer relaciones con todas las fronteras y 'han sido sus hijos hom bres políticos! No tenemos que de­
para im portar inpresos a Rusia. Conocía a todos los posibles jar la causa del pueblo, aunque él m ism o la abandone. Estos
paneslavos, armenios, etc. Chocó un p oco co n el esfuerzo di­ filisteos nos abandonan, nos persiguen; fieles a nuestra cau­
plom ático de Herzen, pretendiendo ganar a los sectarios ru­ sa sus hijos se consagran a ella. Sus padres tratan de ma­
sos, por una conducta demasiado sincera enfrente de esta tar la libertad: ¡ellos m orirán por la libertad!
&ente que por propio gusto se aferraban a la superstición. En
¿ Y qué preferencia tenemos ante los hom bres del si­
suma, una actividad prematura, la cual n o había aportado g lo X V III? Ellos predicaban en un triste tiempo. Ante nos­
ningún resultado práctico, cuando la revolución inm inente otros, y muy vivamente, tenemos los resulados enormes
de los polacos reclamó toda su energía durante un año. de sus ideas. Podemos entrar en co n ta cto práctico con ellas.

Ayuntamiento de Madrid
2* F R IT Z BRUPBACHER M ARX y B A K U N IN 31

Vayam os a Francia, pongam os el pie sobre el Rin, pues es­ una personalidad pura y enérgica. No puede permanecer in­
tamos súbitamente en m edio de los nuevos elementos, to­ activo. Estudia m atem áticas y a Shakespeare. Y su viejo pro­
davía sin nacer en Alemania. La divulgación del pensamien­ blema, su antiguo deseo vuelve a aparecer: estudiar la rea­
to político en todos los circulas de la sociedad, la energía lidad y ser un hom bre verdadero.
del pensar y del hablar, brotan de los cerebros eminentes, El rasgo místico, o com o diríamos h oy, el vitalismo, lo
porque el ímpetu de tod o un pueblo es com prendido en el hallam os subrayado muchas veces en sus obras. «Sólo la mú­
sentido de cada palabra. T od o esto, podem os conocerlo con sica tiene un sitio en el m undo actual; exactam ente porque
nuestra propia mirada. Un viaje a Francia y una estancia n o h a de expresar nada determ inado y solamente demuestra
larga en París, serían de m áxim o provecho para nosotros. la opinión general, el anhelo grande y doloroso, el cual reina
La teoría alem ana tiene bien m erecido lo que le acontece en la actualidad. Por esto tiene que ser un arte grande y trá­
ahora, el derrum bam iento de todos sus cielos. C om o teólo­ gico.»
gos brutos y caballeros de cam pos incultos le pellizcan sus Otro rasgo, localizado muchas veces en sus obras, se d e ­
orejas com o a un perro de caza y le indican su curso en el muestra en una carta refiriéndose a una am iga, es su desvio
cam ino. Excelente para ella, si esta caída la curara de su con tra una autoeducación contem plativa, y afirm a con suti­
arrogancia. En ella está si de su destino quiere sacar la lec­ leza: «C om o siempre, Juana es un alm a muy herm osa, y con
ción pertinente, que está abandonada en una altura aisla­ esto ya he d ich o todo lo 'bueno y malo. Ella teologiza todavía
da y oscura y solamente podrá asegurarse en el corazón del y se preocupa demasiado de su equilibrio moral. Com o sabes,
pueblo. ¿Q uién gana al pueblo, nosotros o vosotros?, gritan la m ejor m edida no la consigue nunca.»
esos castrados obscuros a los filósofos. ¡Oh, vergüenza! Pero Su concepto de la relación del hom bre y el ambiente sur­
también honor. ¡Salve a los hom bres que abrazan la causa ge de otra línea de sus cartas: «El hom bre es no solamente
de la hum anidad y salen con la victoria! lo que la naturaleza y las condiciones han h ech o de él, sino
Aquí com ienza la lucha, y tan noble es nuestra causa, también aquello para lo cual se form a a sí m ism o sobre una
que nosotros, escasos, aislados y con las manos atadas, base dada.»
asustamos con nuestra canción de batalla, sus miríadas. Los años de prisión, en los que Bakunin estuvo entrega­
¡Y toien! Vuestros lazos quiero romper, germ anos que do a sí mismo; a. su sola sociedad, tienen que haber afirmado
queréis llegar a ser griegos: ¡y o el escito, quiero rom perlos! aún su opinión ya creada sobre la gran im portancia de la vo­
¡Enviadme vuestras obras! En la isla de Rousseau; quiero luntad. El 110 ver ninguna realidad durante años, tiene que
im prim irlas y escribir con letras de fuego en el cielo otra desvanecer los imágenes de esta realidad. De esta manera
vez: «¡A b a jo los 'persas!» crece el propio interior en su im portancia: donde no existe
A los 30 años (1844) Bakunin en contró por prim era vez más que el vacío y la tortura p or los guardianes de la cárcel,
en París al M arx de 26 años. Bakunin se expresa así sobre tiene que llegar a ser el ¡mundo.
el M arx de esta época: «M arx era m ucho m ás avanzado que Cuán potente es la voluntad de Bakunin nos lo demues­
yo, com o lo es hoy, en 1871, m ucho m ás d octo que yo, aun­ tra el relato según el cual pasó sus horas involuntariamente
que n o m ás progresivo. Entonces n o sabia nada de econo­ libres en la cárcel rusa, y llegó a interpretar el mito de P ro­
m ía política, todavía n o me había liberado de especulacio­ meteo. Y de verdad, en ninguna figura está Bakunin tan bien
nes metafísicas. Y m i socialismo era más bien instintivo. representado co m o en Prometeo. Si leemos el Prometeo de
Aunque m ás joven que yo, M arx es ya ateísta. Un m ateria­ Goethe, parece que encontram os el alma de Bakunin. Si re­
lista muy docto, un socialista muy consciente. En aquella correm os las diferentes fases de la vida y de la obra de Ba-
época estaba justamente ocupado en poner la base de su kunín, tenemos que pensar siempre en esta figura. Después
sistem a actual. Nos entrevistábam os con frecuencia, porque de 8 años de prisión, Bakunin es desterrado a Siberia. No se
le estim é muoho p or su ciencia y su inclinación seria y apa­ puede decir que 110 era libre allí, p ero encontraba una reali­
sionada a la causa de los obreros. Verdad es, que era una dad muy diferente de la que más tarde halló en Europa.
inclinación mezclada de vanidad personal. Busqué celosa­ .Junto a los 8 años de cárcel se añadieron 4 años más todavía
mente su conversación instructiva y siempre llena de inge­ de separación de la realidad de la vida europea. Para carac­
niosidad. Cuando no estaba impregada de odio, com o por terizar esta realidad de Siberia, creemos que él, el peligroso
desgracia sucedía muy frecuentemente. Entre nosotros to­ crim inal político, pudo entrar en relación amistosa con su
davía n o existía una intimidad sincera. Nuestros tempera­ primo, el gobernador de Siberia, Muravieff-Amursky. Es-i
m entos n o lo perm itieron. El m e llam ó idealista sentim en­ amistad seguirá siendo un enigm a eterno para el europeo oc­
tal y tuvo razón; y o le llamé vanidoso y m alicioso, y tam ­ cidental, y por esto se condenará a Bakunin con severidad.
bién y o tuve razón.» Como europeos, nos forja m os siempre una imagen occiden­
Que este juicio no era producto de una falsificación de tal; y, por lo tanto, una imagen falsa del hombre ruso. Y se­
los años transcurridos, lo prueba una carta de Bakunin a gún esta imagen del hombre ruso, Bakunin concibió a su
Herwegh, escrita en Bruselas, en 1847: «Pero los alemanes, hom bre, con arreglo a sus cálculos. Nunca com prendió com -

Ayuntamiento de Madrid
M ARX Y B A K U N IN 27
F R IT Z B R U P B A C H E R

tagiaba también, y en n o pequeño grado era ciertamente la Bornstedt, M arx y Engels (ante todo Marx) ocasionan el
causa de que los revolucionarios ohecos pudieron darle noti­ dañ o de costumbre. Vanidad, odiosa habladuría, arrogancia
cias optimistas, contagiados p o r su optim ism o fisiológico. Es teorética e incredulidad en lo real. Reflexiones sobre vida,
por cierto una cualidad de las personas impresionar con acciones, simplicidad y una especie total de la vida —arte­
fuerza a los otros. A estos se les hace difícil ver la verdad sanos literarios, polemistas y apreciaciones asquerosas.
en toda su sobriedad, puesto que bajo su influencia, lo real f.Fuerbach es un burgués» y la palabra «burgués» una pala­
se eleva sobre sí mismo y, a lo menos por momentos, llega bra picante, es repetida hasta la exageración. Sin em bargo
r, ser la «idea de esta realidad». En esto consiste la fuerza y todos ellos son de la cabeza hasta los pies burgueses ígn a-
al mismo tiempo tragedia de tales personas, actuando com o io s. Se les puede catalogar co n una palabra: m entira y es­
magnetizadores. Bakunín es uno de ellos. Para ellos mismos, tupidez, estupidez y m entira. En esta sociedad n o existe nin­
la voluntad es m ayor que la realidad, e inclusive excitan in­ guna posibilidad de crear una aspiración libre. Me separo
voluntariamente en su derredor otra posición. Obligan al am­ de ellos y h e aclarado muy decididamente que n o entro en
biente que les rodea a form arse sobre sí e incitan a ver er. su asociación com unista de artesanos y no quiero hacer na­
la realidad más el deseo cum plido que lo que se le opone. El tía con ellos.»
reverso es la impresión de una persona com o Marx; ella es En 1846, Bakunín fu é expulsado de París a consecuen­
la del intelecto personificado. Al m om ento, provocan tal so­ cia de un discurso sobre las luchas por la libertad polaca.
brecogim iento de una creencia objetiva que cada confianza Com o Bakunín ha sid o acusado frecuentem ente de ser pan ­
desaparece casi en la eficacia de una actuación personal. eslavista, tiene sum o interés en dem ostrar por m ediación
Lo dinám ico en el hom bre es paralizado, pues se limita de este discurso su p osición co n respecto a la cuestión po­
a representarlo asimilado de manera exclusiva e idiomática, lonesa y la cuestión eslava en general. Saluda la revolución
com o lo hace el m arxism o en su m ayor parte, allá donde apa­ p olaca com o un golpe con tra el poder del despotism o zaris­
rece, pedagógicamente. La revolución com enzó en Dresde an! ta. Espera que los polacos m archen con tra el zar co n todos
íes que lo pensara Bakunín. Este fu é uno de sus elementos los rusos oprim idos y continuarán con su revolución para
más activos. Después de la derrota, cayó en las garras de la liberar a todos. Además espera que todos los eslavos serán
autoridad del Estado, que le encierra durante larga tempo­ liberados p or la revolución y que así, el despotism o caerá en
rada. El 10 de mayo de 1849, fué sorprendido en Chemnitz por Europa.
burgueses sajones y entregado a los soldados prusianos. El El discurso es im portante, n o solamente porque condu­
14 de enero de 1850, fué anunciada la. sentencia de muerte d ; jo a la expulsión de Bakunín, sino porque co n este hecho,
prim era instancia. El 16 de abril del m ism o año, la de segunda ia em bajada rusa en París divulgaba el rum or un tanto
instancia. En (Junio fué conm utada p or presidio perpetuo. El pérfido de que Bakunín era un agente del gobierno ruso.
13 de junio, fu é entregado a Austria. Condenado a muerte, se le Com o sea, quiere quitarse de encim a la provocación que so­
rebaja de nuevo la pena a cadena 'perpetua y conceden la ex­ bre él se cierne.
tradición a Rusia. Allá pasó 6 años; prim eram ente en el cas­ De París, Bakunín fué a Bruselas. Tam bién allá tuvo re­
tillo de San Pedro y San Pablo (1851-54), en la «Sohluessel- laciones casi únicam ente c o n los dem ócratas, los que en ver­
fourg». En 1857 fué enviado a la Siberia, de donde huyó a m e­ dad le satisfacieron tan p o co com o la A sociación com unis­
diados de 1861. Así, durante m uchos años permaneció fuera ta de obreros de Marx. En ningún lugar encontraba la pa­
del área de la realidad normal. Si al hom bre se le separa de sión a la idea que él sintió en sí m ism o, la cu al representa
la actividad, surge un interior más profundo en su concien­ para él una necesidad vital. C onfuso aún «®u deseo» inte­
cia. Generalmente es m'uy difícil penetrar en la parte pasiva lectual, su cam ino sigue siendo determ inado per motivos
del carácter de un hombre tan activo co m o Bakunín. Unos sentimentales. Lo sabemos por una carta de este tiempo:
rayos de luz surgen del fondo m ás profundo de su psíquico «H asta ahora casi toda m i vida está determ inada por giros
en sus expresiones de este tiempo. En él anida un fuerte d e ­ involuntarios, independientes de m is propias suposiciones;
seo de com unidad cordial, pues la base de la vida, n o sola­ dónde me conducirá, n o lo sé. Solam ente siento que n o
mente de la suya, sino también de la de todos los hombres. puedo volver y que no cam biaré m is convicciones. En esto
Era para él una necesidad vital. Sin esta com unidad vital, existe toda m i fuerza y todo mi valor; en esto, también, to­
este amor mutuo, fuese preponderante, dijo, n o existiría nin­ da la realidad y toda la verdad de m i vida; en esto m i fe y
guna cosa imposible. Su fuerte necesidad de vivir en la socie­ m i deber: el resto no m e preocupa; debe ser com o el quie­
dad humana, su concepción de que la com unidad es necesa­ ra. ¿Esta es m i confesión. En tod o esto h ay miucho m isticis­
ria por hacer feliz y m oral a cada uno, nacen especialm ente m o? Pero, ¿quién no es m ístico? ¿Puede existir una gota
durante su estancia en la prisión. Claro es que tiene que sel- de vida sin m isticism o? La vida está solamente allá, donde
doloroso a hom bres de su temple quedar privados de la so­ hay un h orizonte cortante, sin límites, y p or esto, también,
ciedad1hum ana y de una actividad en ella. Pero así y todo, un poco indeciso y místico; en verdad, n o sabem os casi n a­
con todas las torturas que se le im ponen, se manifiesta com o da; vivimos en una atm ósfera de vida, circundados de m i­

Ayuntamiento de Madrid
28 F R IT Z BRUPBACHER
M ARX Y B A K U N IN 29

lagros, de fuerzas vitales, y cada uno de nuestros pasos puo-


de producir los mismos efectos sin saberlo nosotros y m u ­ A pesar de la fiebre que le prendió, la filosofía y no la
chas veces com pletam ente independientes de nuestra v o ­ política sigue siendo el gran fin del idealista lleno de vida
luntad.» que es Bakunin. Lo infinito, el sueño eterno de los mejores
hombres, no pudo ser oscurecido p or todos estos pequeños
Com o he dicho, Bakunin se sintió m uy aislado en Bru­ trabajos de propaganda y por la táctica de esta época re­
selas. Los polacos, los marxistas alemanes, los dem ócratas vuelta. Quizá veamos una debilidad en esto, y sin em bargo
belgas no le satisfacieran y n o pudieron satisfacerle. Se sin­ ahí reside la fuerza de todos los hombres im portantes que
tió heraldo, vivió en la esperanza de la revolución. La revo­ han luchado p or los ideales de la humanidad. Muchas ve­
lución de febrero en París le recondu.jo allí, donde fué acti­ ces encontrarem os en Bakunin este rasgo, y nos seducirá la
vo com o propagandista. Predicó com unism o, igualdad de sa­ com paración con D on Quijote. Pero en el fondo ¿ a quién
larios, nivelación en nombre de la igualdad, liberación de quiere más la humanidad? ¿A Don Quijote o al político San ­
todos los esclavos. Esperando una generalización de la re­ ch o Panza? ¿Es que el político m ism o no tiene necesidad
volución, guiaba su tarea a conseguir una acción com ún de de con tacto con el alma de D on Quijote p ara ser político?
los dem ócratas de todos los países. En vista de esta tarea El deseo de Bakunin de liberar a los esclavos le hizo parti-
inm ediata de constituir el con ta cto de los elementos dem ó­ cinante del congreso de los eslavos en Praga, donde actuó
cratas y su1 acción coordinada, n o tuvo tiem po y ocasión en el sentida de sus ideas.
para una actividad socialista. Y a antes de la m atanza de El coñgreso fu é interrum pido p o r un golpe militar, que
Junio, Bakunin salió de París. Los revolucionarios, que h a ­ iba a producir una revolución. Y Bakunin se encontró en el
bían vencido provisionalm ente, le consideraron un elemento centro de este m ovim iento revolucionario.
que iba demasiado lejos. Así que perdió pronto la fe de que
se trataba de un ep ílogo de la gran revolución. Se sintió En este tiem po ocurre también' la ruptura abierta con
hondam ente deprim ido al ver que los hombres de la revo­ Marx. La causa fué la m archa de 1a. legión dem ócrata sobr.i
lución n o tom aron medidas con vista clara e inteligente, re­ el Gran Ducado de Bohemia, p or lo cual Marx atacaba a Her-
lacionándose con los revolucionarios alemanes y eslavos, wogh muy violentamente. Bakunin escribió más tarde que
tediándoles las m anos para un m ovim iento grande e inter­ M arx tenía razón en este problema. Pero se enfadó tanto por
nacionalm ente unido. Presiente la vacilación del m ovim ien­ el tono con que Marx atacó a Herwerg, su amigo, que n o pudo
to y escribió rápidam ente una carta a Ruge, diciendo que retenerse m ás y defendió a Herwegh. Com o redactor de la
n o solamente en Alemania viven los filisteos, sino que tam­ «Neuen Rheinischen Zeitung», Marx vivía en 1848 en Colonia.
bién París rebosa de ellos com o de melocotones. E n suma, Después del oongreso de los eslavos apareció en su perió­
m ientras que los hom bres actuaban com o pseudo-realistas, d ico la noticia que sigue, transmitida desde París: «Aquí, a
fué él quien vió la gran idea «general». Por lo menos, quiso pesar de nuestras irritaciones interiores, seguimos muy aten­
trabajar tanto com o fuera posible por generalizar la revo­ tamente las luchas de la raza eslava en Bohemia, Hungría
lución. Por esto fué a Alemania con el proyecto de poner­ y Polonia. En relación con la propaganda de los eslavos, se
se en relación con los eslavos. nos afirmaba ayer que George Sand había recibido docum en­
tos que com prometen m ucho a Bakunin, ese ruso expulsado
En abril de 1848, arribó a Alemania. Para sois opiniones de aquí. Le demuestran com o un instrumento, com o un agen­
es m uy significativo que entonces ya no estim ara «die Wae- te ruso, ganado en los últimos tiempos. Es él quien tiene la
hlerei», «el elixir» --segú n su expresión— con la seriedad m áxim a culpa de la actual represión contra los 'polacos. G eor­
necesaria, pero también lo esperaba tod o del proletariado ge Sand h a m ostrado estos papeles a uno de sus amigos. No
y de los campesinos y n o confiaba de ninguna manera en tenemos nada con tra un im perio de los eslavos, pero por la
la burguesía. C om o escribió más tarde, estaba m ás ocupado traición de los patriotas polacos no será conseguido nunca.»
con el lado negativo de la revolución, que con la organiza­ A ruego de Bakunin, George Sand publicó una ca rta en
ción nueva de la sociedad. Ante todo', le interesó m ucho la la «Neuen Rheinischen Zeitung» diciendo que «toda la noti­
em ancipación de los eslavos. En el centro de sus conciencia cia» era una pura mentira, no teniendo ni el mínimo aspecto
estaba la destrucción de las m onarquías rusa, austríaca, de verdad y que ella no había expresado nunca la más m íni­
prusiana y turca y la em ancipación de los pueblos eslavos m a duda con respecto a la sinceridad de Bakunin.
y su reorganización de abajo a arriba, según los principios
Al fin de 1848, y al com ienzo de 1849, toda la atención de
de la igualdad y libertad. Y eso también en el sentido eco­ Bakunin fué ocupada p or la idea de un nuevo m ovim iento
nóm ico. En este m om ento, con toda la incertidum bre de lo
general. Durante su estancia en Leipzig, después de la rup­
particular, estaba obsesionado p or el principio general del
tura del Congreso eslavo de Praga, un círculo de estudiantes,
anarquismo: «N o creo en constituciones y en leyes; la m ejor en su m ayor parte de Bohemia, se h ab ía colocado alrededor
constitución n o podría satisfacerme. Necesitamos otra cosa:
de él. Su proyecto era preparar una acción revolucionaria en
tempestad, vida y un nuevo m undo sin leyes y por lo tanto
libre.» diferentes lugares, simultáneamente a ser posible. El optimis­
mo fisiológico determ inaba su actividad. Su optim ism o con-

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 93!

* * *
accesos álgidos, en que no el calor, sino el frío, se
manifiesta desde las extremidades hasta las partes
Los estragos que causa el paludismo en esta internas. En los accesos diaforéticos se producen
selva son espantosos, y no hay una persona que no grandes sudores.. Los ataques hipercrínieos co n
lo padezca, pudiendo decirse que casi todos mue­ vóm itos y diarrea simulan el cólera. Hay accesos
ren de paludismo, pues cuando n o ataca solo, vie­ dolorosos, por fijarse en el corazón. Los accesos
ne acom pañando a otras enfermedades. Sobre todo biliosos o fiebre biliosa hematúrica, suele acom pa­
los niños, son raros los que escapan con vida. ñarse de ictericia. Hay ataques muy alarmantes
Ninguna medida se tom a para evitarlo, antes con anem ia perniciosa y hem orragias repetidas..
por el contrario, se hace tod o lo posible para in ­ Es de tal gravedad el paludismo pernicioso, que
tensificarlo. Este pueblo que h abito tiene una cier­ aún tratando a los enferm os a tiem po y con todas
ta im portancia, contan do con cuatro empacadoras las reglas del arte, hay una mortalidad que alcanza
de frutos tropicales, además de una cantidad extra­ el 7 5 % . Esto da una idea de los estragos que p ro­
ordinaria de piña que sale todos los día as en tre­ duce la m alaria en esta selva tropical.
nes, barcos y camionetas. Las reglas más elemen­ Así com o hay un paludismo pernicioso que desde
tales de higiene se desconocen per com pleto: hay el prim er m om ento se muestra amenazador, hay
cerca de doscientas cantinas y un buen número otro larvado, sin fiebre, por cierto m uy común, que
de burdeles. Un pantano pestilente atraviesa la se cubre de una m áscara que lo hace desconocido
población de un extrem o a otro, pasando al pie de y ocasiona las mayores molestias, sobre todo de
las escuelas de niños, y los alrededores de la pobla­ violentas neuralgias. Un día vino a buscarme un
ción están cubiertos de aguas estancadas donde- hom bre con la m ano puesta sobre la cara y dando
hemos encontrado les más ricos criaderos de mos­ fuertes alaridos. Me pidió por favor que le sacara
quitos. un colm illo que n o le dejaba com er ni dorm ir. Des­
Hace och o años que llegué a este ipueblo y en pués de un examen detenido le dije que tenía los
tonces examiné a mil personas que trabajaban en dientes en buen estado y que padecía una neuralgia
una de las empacadoras, pudiendo com probar que palúdica. Le traté convenientemente del paludismo
todas estaban palúdicas, m enos una obrera recién y desaparecieron los dolores sin sacarle ninguna
llegada, que poces días después tuvo un ataque de pieza de la boca. Por cierto que ya se había sacado
malaria. Com o aquellos trabajadores ignoraban lo casi todas del m axiliar superior, sin ninguna nece­
que era el paludismo, lo creyeron una invención sidad.
mía y se negaron a curarse tirando la quinina El paludismo y la disentería son dos enferm e­
que era muy cara y difícil de encontrar. El que n o dades tropicales -por excelencia. Cuando la disen­
pagó con su vida tal proceder quedó con un palu­ tería se presenta en un palúdico crónico, tom a un
dism o crón ico que le ocasionó las más grandes curso muy grave. Pero a veces n o es disenteria
lesiones viserales. sino paludismo de form a disentérica. En este caso
* * * n o se encuentran en los excrem entos sanguinolen­
tos los parásitos de la disentería sino los del pa­
A pesar de los estragos que hace el paludismo, ludismo. Una equivocación de diagnóstico, y por
no se encuentra por aquí quien sepa lo que signi­ consiguiente de tratam iento, es causante de la
fica, porque nadie lo h a enseñado, ni interés tie­ muerte del enferm o.
nen en aprenderlo, recibiendo impasibles los ata­ Se ven por aquí m uchos casos de paludismo cró­
ques de la enfermedad. Cuando el paludismo sigue n ico co n años de duración que producen en algu­
su m archa ordinaria, es decir, cuando se presenta n os órganos lesiones irreparables, sobre todo en
con fuertes escalofríos, una fiebre alta sumamente riñones y corazón. Con mucha frecuencia recuerdo
molesta, con dolores en todo el cuerpo, a veces en a una herm ana m ía de las más bellas condiciones
form a de neuralgias, vómitos, algunas veces dia­ morales, que lo padeció siete años en Andalucía,
rrea, que suele term inar con copiosos sudores, en­ acabando p o r sufrir una nefritis que le ocasionó
tonces se padecen «fríos de calentura», nom bre la muerte. Se suelen encontrar enfermedades de la
que se da al paludismo. En este caso se llama a aorta cen insuficiencia del corazón de origen pa­
un curandero, otras veces a un m édico dudoso, lúdico.
pues ejerce todo el que quiere, que le pone una o Con el abandono que existe, con frecuencia se
dos inyecciones, corta de m om ento las calenturas, observan mujeres embarazadas co n una anemia
que no tardan en volver, quedando un paludismo intensa m otivada por el paludismo que dan a luz
de m archa crónica con las peores consecuencias. un n iñ o m uerto a l que sobreviven pocas horas.
A veces ni el curandero interviene, y el que no Hay un paludismo prenatal, en que los niños na­
muere se nos presenta en un estado de caquexia cen ya palúdicos, y el que n o es así, se infesta a
palúdica muy difícil y larga de remediar. los p ocos días de nacer; y com o la enferm edad se
C cm o el Plasmodium Palciperum , es el que más disfraza b a jo el aspecto de los más variados tras­
abunda por aquí, produce form as temibles de palu­ tornos digestivos, en el caso de n o atenderles a
dismo pernicioso que para esta gente son e n fe r­ tiem po, mueren rápidamente. Estos seres podrían
medades distintas, y n o hay quien los convenza de salvarse fácilm ente, pues responden muy bien, me
lo contrario, creyendo en el «m al de ojos», «bru­ jor que los adultos, a l tratam iento anti-palúdico.
jerías», «espanto», «m aldad de otras personas» y La ignorancia es la m ejor aliada del paludismo.
supersticiones por el estilo. El verano pasado vino a visitarme una pobre m u­
Los casos de paludismo perniciosos que hemos jer que vivía en un ran ch o muy lejano. Traía un
presenciado, se encuentran con extrema frecuen­ niño de tres años de edad, con fiebre muy alta,
cia, y podemos m encionarlos, sin citar a los enfer­ pérdida de conocim iento y convulsiones repetidas,
mos p o r n o alargar m uch o este artículo. arrojando espuma por la boca y torciendo la vista.
Hay accesos que simulan la tifoidea. Los hay Su madre me rogó que lo curara de los «ojos», si
com atosos con pérdida inm ediata de conocim iento, yo entendía de tal cosa. Era un paludismo que se
y a veces de form a apoplética o soporosa. Simu­ presenta con frecuencia en los niños, aunque yo
lando la epilepsia, hay accesos convulsivos. En los lo com probé haciéndole rápidam ente un análisis

Ayuntamiento de Madrid
932 C EN i T

m icroscópico de la sangre. Gomo el enferm ito no la humanidad. De este inmensa desdicha hacemos
podía tragar, le apliqué unas inyecciones de qui­ responsables a todos los defensores de la sociedad
nina, le di unos baños tibies y se verificó una ver­ actual, y a la cabeza a los gobernantes, políticos,
dadera resurrección. Y la mujer, llorando a gritos clérigos, militares, en una palabra, todos los que
me decía: «Es el único h ijo que me queda, pues viven del trabajo ajeno, explotando, embrutecien­
los otros cuatro pequeños que tenía murieren la d o y tiranizando a los hombres. Si en vez de gastar
pasada semana en el rancho, de la m ism a en fer­ inmensas riquezas en las guerras infames, se em ­
medad que usted ha curado a éste y que allí creía­ plearan estas sumas en com batir el paludismo, .poco
m os que eran «ojos». rastro quedaría de esa enfermedad sobre la tierra.
* * *
Además se conquistarían inmensos territorios para
que los hom bres trabajaran la agricultura y vivie­
ran en la abundancia, libres de tiranos y explota­
Y a hemos visto en estas mal trazadas líneas dores.
cóm o el paludismo es uno de los mayores azotes de P e d ro V A L L IN A

LA DOBLE MORAL SEXUAL


después de la revolución rusa
ii

(Continuación) dilapida los fondos de la caja, viola a la mujer que le gus­


ta, exige de las obreras un impuesto «en especie»... «Ver­
Abramos uno de los conmovedores testimonios de un e» dadero paraíso terrestre, el Cáucaso ha visto estrellarse mag­
critor que ha ido de París a la U.R.S.S., con el deseo de níficos automóviles en los abismos, con ilustres jefes, bellí­
servir sus ideales revolucionarios. Durante 16 meses anduvo simas mujerzuelas y el camarada chofer, todos ellos borra­
de Norte a Sur y de Este a Oeste, p or el mundo d e sus chos perdidos». (Pág. 96 de la versión castellana, edit. Zig-
sueños de fraternidad, justicia y libertad, procurando verlo Zag. Santiago de Chile).
todo y no solamente las apariencias de las nuevas realida­ Panait Istrati no vaciló en denunciar una serie de hechos
des; buscó el bien pero también el mal que ponía en p e­ infamantes, aun durante su permanencia en la U.R.S.S., me­
ligro «el nuevo orden»; buscó al hombre y su dignidad más diante las cartas que dirigió a las autoridades de Moscú,
allá de la forzada máscara oficial; sin falsa guía, ha querido «en la forma más amistosa, pero franca y categóricamente».
descubrir las bellezas del país, pero también los horrores Cóm o fué minada la vida familiar por los desalojos forza­
ocultos bajo las banderas y los cartelones de la propaganda. dos, por las famosas JOKT (cooperativas de alojamiento) se
Y finalmente, con las ilusiones desvanecidas y con el cora­ puede ver en la parte que titula «El asunto Russakov». Un
zón herido por la desesperanza y la revuelta, regresó al O c­ viejo pero íntegro revolucionario, que no se callaba cuando
cidente «burgués y podrido», para gritar al oído del mundo tenía que expresar su opinión, «fué sacado de su casa con
la verdad, solamente la verdad. De otra manera, «tenía que toda la familia, tras las intrigas de un agente de la G.P.U.
tragar veneno». No podía, con su silencio, hacerse cómplice v de una delegada «histérica» y pendenciera de las JOKT.
de los que, en nombre de la Revolución, subyugaron a los
Es un caso entre miles acaecidos en la U.R.S.S. igual que
pueblos de la Unión Soviética. Este escritor se llama Pa­ en todos los países de régimen dictatorial, fascista, nazista,
nait Istrati, cuyos testimonios aparecieron en 1929, en tres etcétera. Allá impera una sola ley: la del buen placer, ape­
volúmenes y bajo el título «Rusia al desnudo». Muchos los nas disfrazado bajo formas «igualitarias», pero conformando
han leído, por aquel entonces, con perplejidad, con estupor. el viejo dicho de los «revolucionarios», que perpetúan la
Los que los releen hoy, reconocen el coraje del precursor esclavitud y la injusticia en nombre de la libertad y de
de Panait Istrati, quien fué entre los primeros en denun­ la justicia: «Levántate tú, para sentarme yo»...
ciar los errores y las crueldades de un régimen absolutista, Los ejemplos de «podredumbre», en todos los sectores
cuya «política en vigor es la siguiente; aplastar toda ve­ sociales, desfilan en el libro dé Istrati: «Dejemos de lado los
leidad de independencia espiritual y de verdadera crítica». cien pequeños escándalos que se producen todos los meses
No obslante, esto no es el lugar para exponer la crítica en la Unión. Mas no podemos olvidar el horrible tumor de
de Panait Istrati contra el gobierno, el Politburó, la admi­ Smolensk, donde el comité del Soviet, el comité del Sin­
nistración militarizada y la policía secreta, más terrible que dicato, la milicia, .la G.P.U., la magistratura y la redacción
la «Okhrana» zarista. Extraemos al azar algunos pasajes en del periódico local, se coaligan para irse de juerga y comer­
relación con las costumbres de los privilegiados y con la se los fondos durante cerca de un año, abatiéndose sobre
vida cotidiana de la muchedumbre:
toda la ciudad. No hay una sola mujer que les guste que
«El terror que va contra el vientre y contra el abrigo, sea capaz de resistirlos. Y el tumor no revienta más que
es decir, el peor de los terrores, produce, un día u otro, cuando llegan a asesinar a una de las mujeres. Entonces
la cobardía general, y la unión de entrambos permite a los
fusilan a unos cuantos y encarcelan a otros; pero a uno de
tiranos gozar de sus anhelos»... «Apoyándose, ante todo, en ellos se le nombra substituto del procurador de una ciu­
una minoría gobernante.., la burocracia falsifica escritos, dad de Siberia». (id., págs, 99-100).

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 93 3

Escándalos similares se registran también en Moscú, no donde arrastran las alimañas ciegas de la promiscuidad, las
solamente en las provincias. Algunos escritores y poetas, fieras insaciables de los apetitos, los monstruos del orgullo
«de los más soviéticos», de los más proletarios, se llevan y del terror— todas las negaciones de tantas «revoluciones»
una noche a la mujer de un «camarada», querida de uno que anunciaron a los pueblos la gran salvación. Los testi­
de ellos. Se emborrachan, dan un narcótico a la loca y monios de Istrati— repetimos— no son los de un enemigo
se la pasan de unos a oíros. A la mañana siguiente, al del «nuevo orden», sino los de un rebelde, que no pudo
recobrar los sentidos, la desgraciada se suicida. Cuatro o aceptar la doble moral de los que se hicieron amos del
seis años de presidio»... ¡Y cuando pensamos que un sim­ cuerpo y del espíritu de millones de trabajadores, anun­
ple parecer, que se aparta de la «línea general»; es pagado ciando que estaban forjando una sociedad socialista, cuan­
hasta con la vida! do de hecho han encajado un Estado despiadado, tiránico.
Hagamos otra cita: «El comité del Sindicato de Moscú en­ «Rusia al desnudo» apareció hace mucho tiempo. Algu­
tero se constituye en una liga secreta en favor de la alegría nos podrían objetar que mucho ha cambiado desde enton­
del buen pueblo... Se llaman los Kbouki. /¿Y a qué se de­ ces, cuando la U.R.S.S. atravesaba una crisis de transfor­
dican? A correr juerga tras juerga, con las imprescindibles mación y -consolidación. Un cuarto de siglo más tarde, en
mujeres y a costa de la pobre caja. Esto hasta el día en un ensayo sobre «L a mujer rusa» («Cénit», Toulouse, no­
que, enloquecidos por la vodka, se lanzan una noche a la viembre de 1952) Edward Crankshaw, que viajó por la
calle, desnudos, hombres y mujeres, con un pote de ma­ U.R.S.S., hace un interesante análisis social-económico y
yonesa en la mano. Y los milicianos los detienen en el pre­ psicológico de las mujeres rusas, cuya situación no ha cam­
ciso instante en que los machos untan de salsa las nalgas biado desde 1927, cuando Panait Istrati ha recorrido los paí
de sus hembras». (Id., pág. 100). ses soviéticos. En lo concerniente a la obligatoriedad del
Estas escenas recuerdan ciertos episodios místico-eróticos trabajo, el autor inglés dice que persiste un profundo «con­
del Medioevo, acaecidos con poseídos y brujas. La historia flicto entre la necesidad de más y mejores niños y la de­
se repite en los períodos de grandes derrumbes sociales. El manda de mano de obra femenina en las fábricas y en los
desborde de la «moral rígida», instintos desatados y per­ campos, en las oficinas y en los laboratorios. Las no casa­
versiones frecuentemente monstruosas. Pero los «héroes» das o las no afortunadas de la vida matrimonial, pueden
de los cuales se ocupa Istrati son miembros del partido, trabajar arduamente por la gloria de Rusia y de Stalin por
de los comités de sindicatos, de la casta burocrática, en el resto de sus días. Pero las casadas que tienen hijos, tro­
un país donde el nuevo régimen (tal com o dice Serebren­ piezan pronto con las duras realidades de la vida bajo Sta­
nicov, uno de sus apologistas, ya citado en las páginas lin, perdiendo pronto sus incipientes entusiasmos construc­
precedentes) «presidió la implantación de las relaciones tivos»... Hablando luego del trabajo forzado de un grupo
conyugales, limpio en lo sucesivo del fango secular de la de jóvenes y robustas campesinas, abatiendo troncos en la
mentira, de la hipocresía y consideraciones de interés». Exis­ ribera helada, bajo la mirada de un solo centinela armado
te, seguramente, también en la U.R.S.S. com o en otros paí­ (que él mismo ha visto cerca de una ciudad clavada en la
ses, familias fundadas «sobre el amor compartido, sobre estepa central), Edward Crankshaw pregunta: «¿Cómo po­
una profunda comprensión recíproca y la completa libertad drían soñar con desembarazarse de la tiranía del Kremlin?
entre el marido y mujer». ¿Acaso, es éste el mérito del ré­ En proporción, estas mujeres se desenvuelven no más pe­
gimen o de la familia que consiguió realizar su armonía nosamente que el soldado británico, gruñendo y chancean­
interna, a pesar de todas las opresiones, a pesar de la «po­ do en servicio activo. Ello era parte de su vida, y doblaban
dredumbre» de los privilegiados de este régimen? ■ • la espalda para cargar el fardo, arrastrándolo, lo mejor po­
Pero continuemos con las citas. En Leningrado, «todo el sible, pero sin dejar de ser ellas mismas».
comité de las Juventudes Comunistas es acusado de robo, Pero este autor no ignora que existe otra clase de muje­
violación, crímenes de derecho común... La administración res, desarrollándose rápidamente en nuestros dias: «N o me
superior comunista de una prisión de la ciudad cDbra un refiero— dice— - las actrices, las danzarinas y otras seme­
«derecho en especie» por cada mujer hermosa que quiere jantes, que no piensan seguramente sino en su carrera, en
ver a su marido encarcelado. Es un proceso lleno de deta­ sus intrigas profesionales, en su arte, tomado por cierto muy
lles horribles»... Los héroes de otro escándalo, cuyo «des­ en serio. Me refiero, más bien, a las esposas e hijas de los
enlace es muy soviético», son tres presidentes: «el de la ricos y afortunados en rápida formación de nueva casta.
Comisión de Control, el de la G.P.U. y el del Soviet de Estas no tienen obligaciones, ni deberes, ni aparentemente
Leningrado, que se encierran una noche en un hotel local, conciencia social. Durante la guerra no prestaron servicio
en compañía de unas mujeres, y se gastan, desde ese mo­ nacional; sus esposos las situaron hacia el interior... pasan­
mento hasta la mañana siguiente, la suma redonda de se­ do días y noches com o las hijas y esposas de los nobles
tecientos rublos». ¿El resultado? «Se destituye a los dos pe­ provincianos del siglo XIX, pero con mucha menos relación
queños espías» enviados por la... G.P.U., y que redactaron con el mundo aldeano, a causa de su total ausencia de res­
«un informe de lo que han visto». (Id., pág. 101). ponsabilidad... Esta clase de privilegiados están al margen
D e que el ejercicio arbitrario del Poder lleva con fre­ de la colmena social»...
cuencia a excesos, se sabe desde hace mucho. Que el des­ El autor explica que la razón de esta situación es que
enfreno es la consecuencia de la «doble moral», de la men­ «estas mujeres no tienen asiento fijo en una gradual jerar-
talidad autoritaria y de la política parasitaria, intrigante y
averiada, también se sabe. Pero los hechos relatados por Is-
trati— y por muchos otros en el curso de los años—tuv ieron
3 uía. La mujer del brillante general, del jefe de la M.V.D.,
el escritor popular, del más capaz ministro o del encum­
brado secretario del Partido, todas estas esposas e hijas, go­
lugar en «la patria del proletariado», donde (según el mis­ zan hoy privilegios a los cuales naturalmente se adhieren,
mo puritano apologista, Serebrennicov) la moral soviética que las arrancan absolutamente del ambiente de sus paisa­
es «limpia y severa»; donde el Estado, al establecer el nos. Y mañana, contra su voluntad, sin aviso previo, pue­
principio de amplia igualdad entre los cónyuges, «no admi­ den despertarse y encontrarse con la sorpresa del esposo
te considerar el matrimonio con ligereza» y. combate «con dimitido, arrestado o liquidado, y con ello el derrumba­
energía las uniones pasajeras... porque ellas desvían el ca­ miento total de su inestable posición. Es el retomo a la
samiento de su sino primordial, vale decir, de crear una masa informe; la dificultad de hallar el trabajo indispen­
familia poderosa y unida». sable para el sustento del cuerpo y del espíritu, pero situa­
Entre las cumbres soleadas de los ideales, proclamados ción, mil veces, si no se ha conocido otro estado de exis­
por los fieles de un mundo mejor, más libre y más justo, tencia, pues con la caída del esposo se pierden no sólo los
persisten los abismos obscuros de las demás realidades. privilegios y los medios de existencia, sino también los ami­

Ayuntamiento de Madrid
934
CENIT

gos, quienes se apartan despavoridos, temerosos de conta­


minarse en contacto con la familia en desgracia»... tar el vicio inicial: la esclavitud com o método de gobernar
¿La conclusión? Mientas el régimen persista en su pre­ en una inmensa «unión» de pueblos cuyo standard de vida
sente forma, las mujeres no dejarán su huella en la política no es bajo concepto alguno superior a los pueblos occiden­
tales. ¿Donde está la estadística de las prisiones, cárceles y
, Kremlln- La mayoría de las mujeres rusas, «demasiado
honestas para desvirtuar los hechos y la realidad de la vida presidios de la U.R.R.S ? ¿Dónde está el mapa de los cam­
allí vivida, no pueden convertirse en políticos y escritores... pos de concentración, diseminados por toda la extensión de
Las que podrían ser activas, recurren a las profesiones im­ a Union, particularmente en las regiones donde el clima v
personales, donde sus cerebros pueden funcionar, comparati­ las condiciones de trabajo son más homicidas? Hoy se ha
vamente, a cubierto de la coacción política. Mientras que la comprobado plenamente, mediante los testimonios de los
corriente gana en Rusia, con su tasa de trabajo, su pan jun­ fugitivos y los procesos de gran resonancia, que en «la pa­
to con su esposo, ella no toma parte en la vida pública. Pero tria del proletariado» el trabajo forzado constituye un me­
en la vida privada, detrás de la fachada expuesta a la mi­ dio de exterminio más lento, pero seguro, de los infelices
rada del visitante extranjero, es suprema com o madre, como que ya no están en «la línea», de los «traidores», los sospe­
esposa, com o enfermera, y más majestuosa todavía como chosos, los deportados, los extranjeros y ciudadanos, hom­
abuela: la «babushka» de tradicional memoria. Quiere decir bres y mujeres, viejos y jóvenes, quienes representan en con­
que la mujer rusa es todavía, com o ha sido siempre la di­ junto la más escalofriante pena y humillación, la más infa­
rectora pasiva de Rusia. Acepta el régimen sin formar parte me degradación del mdividuo y de la humanidad.
de él. Es el receptáculo del alma del país». listamos obligados a limitar en estas páginas nuestra ex­
posición. Lo que puede ser la vida familiar en los campos
* OO de concentración, es fácil imaginarse. Ella tampoco existe
Hoy, después que la U.R.S. salió victoriosa de la segunda en el sentido normal. Las relaciones intelectuales, psíquicas
guerra mundial, un observador objetivo estará obligado a o sexuales, no se pueden manifestar sino en formas disfra­
reconocer la verdad trágica: todos los planes quinquenales, zadas, híbridas, antinaturales. D e los libros cada vez más
todos los progresos técnicos, todas las mejoras superficiales numerosos que tratan estos temas, citaremos los testimonios
no pueden ocultar el mal orgánico del régimen. Como todos de dos mujeres: Margareta Buber-Neumann («Deportada a
los sistemas dictatoriales, aquél se mantiene por la fuerza Siberia», ed. du Seuil, París, 1949) y Elinor Lipper («Once
anos en las cárceles soviéticas», ed. Natan, París, 1950) Am­
y el terror, por el control permanente, político, policíaco y
militar, por el trabajo forzado de la nueva décima parte bas fueron a la U.R.S.S. con el deseo de servir a la Revo­
de la población en beneficio de los partidarios, a su vez do­ lución rusa, ? soportaron después todos los horrores del ré­
minados por una oligarquía de directores, de generales y gimen penitenciario, logrando abandonar el «paraíso» soña­
«comisarios del pueblo». Y por sobre todos reina, el jefe sin do, para gritar-igu al que Panait Istrati— la verdad ante el
corona, pero más autocrático que ios emperadores que se mundo. Lo que parecía increíble a los que, en 1929 leye­
sucedieron en este mundo. ron «Rusia al desnudo», es pálido al lado de los horribles
Semejante régimen se ufana con «sus» realizaciones con detalles de los que se hallan repletos los libros, escritos con
las escuelas, las instituciones científicas y artísticas, los hos­ lagrimas y sangre, por las pocas víctimas que escaparon de
las garras de los verdugos.
pitales y sanatorías, las maternidades, los jardines de infan­
cia, etc. «T odo pertenece al pueblo». Pero las estadísticas EUGEN R E L G IS
ordenadas y toda la propaganda sistemática, no pueden ocul­
(Continuará).

Significado de la educación o»

«Cierta cantidad de niños tienen la costum­


bre de pensar: uno de los objetivos de la edu­
cación es curarles de esta costumbre».
BERTRAND RUSSELL.

N los momentos presentes se están tomando


sados de los viejos métodos didácticos de enseñanza. Como
_ — grandes medidas en el mejoramiento de la
método de enseñanza tiene ventajas enormes; presenta in­
técnica de la enseñanza. Se están aplican­
terés tanto para el alumno com o para el maestro, y da re­
do nuevos métodos de enseñanza basados
sultados mucho más satisfactorios que los estériles e s c o l a s ­
en una actividad constructiva en vez del
ticismos de los tiempos pasados. Pero el punto importante
pasivo memorismo que caracterizaba a los
no aun esclarecido, es la naturaleza de este «noble senti­
métodos anteriores. Herbert Read pretende
que: miento» de que habla Read. Lo que se considera noble en
C j t a época, puede ser considerado bajo en otra Si «la
«creemos tener en nuestras manos un
educación por medio del arte» es un instrumento poderoso
método de educcación de absoluta validez.
en manos de los maestros para la producción de lo que
Creemos que la gracia que podemos infundir por medio de
la música la poesía y las artes plásticas no es una empresa
superficial, smo la llave de todo conocimiento y de todo (1) Pñmer capítulo del folleto del compañero inglés
noble sentimiento» (2) lo n y Gibson, «Examen de los factores influyentes en el
Trabajos de esta clase se están adoptando de una tor desenvolvimiento de la juventud libre y socialmente e fec ­
for- tiva» que iremos publicando,
ma cautelosa pero firme por muchos maestros que están can
(2) «T he Education o f Free men», Herbert Read.

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 9 35

ellos consideran el noble sentimiento, otros pueden con­ siderándolos en relación a su panorama histórico particu­
siderar sus resultados completamente diferentes si sus pun­ lar, tienen algún significado para nosotros hoy día. Los di­
tos de vista difieren de una forma radical de los de los chos de Rousseau, por ejemplo, es bien sabido que han lle­
maestros. I gado a ser ahora perogrulladas en las que nadie cree. Per­
Los métodos de educación de la cultura helénica se pue­ demos de vista la hostilidad con que eran tratados por
de decir que han apoyado el desarrollo de esta gracia y sus contemporáneos. Para ilustración podemos referirnos al
nobleza, no obstante la propia existencia de esa cultura doctor Johnson, el reconocido sabio de su tiempo:
dependía de la degradación de la masa de hombres en algo
más bajo que el barbarismo. Las ideas liberales griegas, «Boswell.— :L o cree usted un mal hombre?
la armonía de su arte, la propia «democracia», dependía Johnson.— Señor, si habla en broma sobre esto, no hablo
de la explotación de una espantosa y desesperada pobla­ con usted. Si habla en serio, yo creo que es el más malo
ción esclava, constantemente reclutada por medio de las d e los hombres, un picaro que debe ser arrojado de la so­
guerras y catástrofes sociales, de otras naciones. Se dice ciedad, com o ha sido. Cuatro o cinco naciones le han ex­
que los griegos eran verdaderos demócratas, no pagados de pulsado, y es una vergüenza que sea protegido en este
su propia «cultura»; sin embargo, leyendo a sus dramatur­ país... Rousseau, señor, es un hombre muy malo. Yo firma­
gos y a sus filósofos, uno siente la impresión desagradable ría una sentencia de deportación para é l mejor que para
de que en la altura de su civilización el snobismo reinaba cualquier felón de los que han pasado por Oíd Bailey en
entre ellos en un grado m ucho mayor del que conocemos todos estos años. Sí, me agradaría verle trabajar en las
hoy día. Incluso a los hombres libres se les consideraba plantaciones» (3).
con cierto desprecio si éstos eran trabajadores productores.
En Tebas y en Esparta, a los artesanos y obreros se les Si tal juicio sobre Rouseau, cuya tesis principal era el
negaba el derecho de ciudadanía a causa de la naturaleza bienestar original del niño, era lanzado por un respetable
de su trabajo, y los otros estados griegos agregaban varios contemporáneo com o el Dr. Johnson, consideremos cuáles
grados de descalificación a aquellos que realizaban el ver­ eran las opiniones del Dr. Johnson sobre el mismo tema.
dadero trabajo productivo do la sociedad. T odo esto está Johnson había intentado sostener una escuela.
justificado por frases rimbombantes de Platón y Aristóteles.
La franca esclavitud está explicada a base de que algu­ «La corrección en sí misma no es cruel; los niños, al no
nos hombres son esclavos por naturaleza, y, afortunadamen­ ser razonables, sólo pueden ser gobernados por medio del
te para la clase que producía filósofos, los tratantes de es­ miedo. Inculcar este miedo es por tanto uno de los prime­
clavos y los aventureros militares mantenían una provisión ros deberes de aquellos encargados de la custodia de los
eficiente de estos esclavos naturales para realizar el tra­ niños. Es el deber de los padres y nunca se ha conside­
bajo necesario de la sociedad. El ideal platónico de la be­ rado inconsistente con la ternura paternal. Es el deber del
lleza y la armonía natural era una paradoja extraña en me­ maestro, quien se halla en la más alta exaltación cuando
dio de toda la desconcertante miseria y sórdida fealdad de es «loco parentis» (4).
una sociedad donde existía la esclavitud.
El método estético de educación, por tanto, puede ser­ Hoy día, muchos adultos comparten las opiniones del
vir fines extraños, Fué el vehículo de educación para el doctor Johnson sobre la necesidad de que padres y maes­
parasitismo en la antigua Grecia, y hoy igualmente podría tros establezcan relaciones con los chicos basadas en el
servir muy bien fines similares. No hay nada progresivo m iedo; pero afortunadamente para las ideas de Rousseau no
en el abandono de la produección de clásicos colegiales de nos han proporcionado ningún avance.
unas cuantas escuelas selectas, a cambio de ilustrados bu­ Sobre estos pioneros lo que no nos damos cuenta es la
rócratas salidos de las escuelas de humanidades. Parece ser forma tan íntima en que estaban relacionados con el mo­
que en la práctica la posesión de don y nobleza no impide vimiento europeo y la revolución social de su tiempo. Las
a los individuos llegar a ser los guardianes de sistemas ba­ ideas de Rousseau ayudaron a prender fuego a la vieja es­
sados en la repugnante represión y opresión de los ver­ tructura de la aristocracia francesa, y sus discípulos juga­
daderos productores de la riqueza social. Tales civilizacio­ ron su papel en la lucha social de la cual fué parte inte­
nes están podridas por las raíces y nadie se da menos cuen­ gral su trabajo educativo. Los «kindengarten», escuelas de
ta de su precaria naturaleza que sus clases ilustradas. Froebel, fueron excomulgados en Prusia inmediatamente
Ninguna persona libre de prejuicios que haya trabajado después de las revoluciones de 1848, aunque no poseían
con niños estará en desacuerdo con los simples descubri­ ideología revolucionaria com o las escuelas de Francisco Fe-
mientos de Rousseau referentes a la necesidad básica de rrer. Los maestros d e escuela en general son un cuerpo re­
la experiencia sensoria para formar el centro de toda edu­ accionario, reaccionario en que ellos tienen la función de
cación. Pero nos encontramos en el peligro de dar por sen­ acondicionar al joven a aceptar las frustraciones de la socie­
tado una grande y superlativa simplificación; porque los dad. Si los maestros se rebelan contra esta función, tien­
medios «estéticos» son los justos medios para enseñar a los den a unirse a las filas de los revolucionarios. Si la rebe­
niños; esto no quiere decir que niños educados por tales lión en la esfera de la educación quiere decir algo hoy, es
medios cometan precisamente menos desacatos a la vida una rebelión hacia una revolución social más fundamental
social que los que hicieron sus padres antes que ellos. en sus principios que aquellas de los siglos dieciocho y
Existen, desgraciadamente, muy complejos factores en la diecinueve. Por lo que respecta a la modernización da la
sociedad que afectan al desarrollo de los niños, y vamos a técnica de la educación (es decir, ponerla casi a nivel con
tratar solamente sobre lo que entendemos por educación en las ideas de Pestalozzi de 1800), eso no puede tener más
cualquier caso. que un lugar relativo en la revolución en educación. Nos
vemos forzados nuevamente a hacer la vieja pregunta de,
Hoy nos encontramos en posición de haber leído y di­
¿qué es educación? La definición de Godwin nos avuda muy
gerido todo lo que los pioneros de la educación com o Rous­
poco: «El verdadero objeto de la educación es la genera­
seau, Pestalozzi, Froebel y Godwin tuvieron para decir, y
habiendo escogido algunas de las técnicas que propusieron, ción de la felicidad». Pero esta declaración encontrará apo­
yo de los jesuítas, stalinistas y calvinistas, teniendo cada una
consideramos a los autores con fácil patrocinio. Esto no es
difícil de hacer, considerando lo enmarañado y crudeza de
la mayoría de sus escritos, pero siguen siendo los pioneros
de ideas que nunca llegaron a gozarse debidamente. Sus (3) «L ife o f Johnson». Boswell.
trabajos eran apropiados para su tiempo, y solamente con­ (4) O p. Cit. , 1

Ayuntamiento de Madrid
93 6 C E N IT

de estas sectas su concepto particular de la verdadera na­ jetivo natural. Lo que se llama educación técnica, el en­
turaleza de la felicidad.
trenamiento para una vocación especial, el desarrollo de
Frustrados por los difusos tratados de autoridades pasa­ una aptitud para un ejercicio especial, debe desecharse
das y presentes, que han tratado de definir la forma en tanto com o se pueda. El niño prodigio y el joven que
que la criatura humana debería ser educada, podemos re­ encuentra en seguida la cosa que le interesa y se afana en
currir a los animales y preguntar qué diferencia existe en­ ello con éxito, representan tipos bajos e inferiores, grados
tre aquellos que están educados y los que están por edu­ en la evolución del hombre que han sido desechados. La
car. Si uno de las mamíferos o pájaros superiores iia sido juventud debe emplearse en calmar todos los instintos, en
arrancado del seno de su madre o del de los otros miem­ despertar y estimular toda clase de curiosidad, en la c o ­
bros de su especie a una edad temprana, crecerá en un rrería más alegre, en el experimento más atrevido. La edu­
estado de verdadera ignorancia. Permanecerá sin duda al­ cación debe ser una formación de todas las artes mecá­
guna inmaduro, poseyendo todos los instintos de un animal nicas, de todas las manifestaciones mentales y emociona­
maduro, pero defectivo en todos ellos. Lo que considera­ les, de las artes y de las ciencias, y la última cosa/ a\ ser
mos conducta natural en los animales superiores es, de he­ considerada debe ser lo prácticamente útil. El deber su­
cho, el resultado del instinto, del medio y de la educación premo de la juventud es el de intentar todo, el placer ex­
que cada criatura ha recibido de su madre y de sus com­ perimentos con todo, ser cerebro abierto más bien que con­
pañeros. Agarrar la presa, evitar el enemigo, volar, nadar
centrado. A su debido tiempo el mundo, seguramente, ro­
y escalar pueden parecer operaciones enteramente instin­ deará y presionará a todo principiante en la vida hacia
tivas para aquellos animales en posesión de los órganos re­ una dirección, y el que mejor resistirá la presión y con más
lativos a tales funciones, pero un estudio de la historia na­ éxito será aquél que haya permanecido joven por más
tural nos revela que entre los tipos animales superiores que tiempo y que haya reunido y amontonado la mayor y más
sólo recientemente (en un sentido evolutivo) han perfeccio­ vasta experiencia» (5).
nado esta costumbre, es necesaria la educación del joven
para que adquiera el propio uso de su intimo poder. Las ideas de Herbert Read sobre la forma de inculcar
nobles sentimientos se aproximan mucho a éstas, pero em­
Los animales de tipos inferiores, peces, insectos, crustá­
pezamos a ver con más claridad que la función de la edu­
ceos, etc., son prácticamente autómatas, confiando en sus
cación es la de desarrollar los instintos latentes y hacer
instintos desde que nacen hasta que mueren, pero los hu­
posible la evolución de adultos versátiles en sus habilida­
manos nos encontramos en el lugar más alto de la' balanza
des y conocimientos, y equilibrados en su forma de ser.
de la evolución y tenemos mucho de común con todos los
mamíferos superiores en lo que concierne a nuestro creci­ Esto es completamente contradictorio a la idea prevale­
ciente de que la función de la educación debería ser la de
miento desde la infancia a la madurez. En este sentido,
suprimir la exigencia instintiva en favor de un tren de
los biologistas y naturalistas pueden enseñamos mucho más
vida determinado por el intelecto y por el misticismo. Nues­
sobre las funciones de la educación que los pedagogos. El
tra especie, debido a sus tremendas ventajas sobre los ani­
siguiente pasaje puede proporcionar a los maestros materia
males inferiores, comete este trágico error en sus civili­
Para preguntarse si el trabajo que realizan es una fun­
ción útil en algún sentido. zaciones más avanzadas, y está creando un impresionable
disgusto y un malestar físico, desconocidos entre las cria­
«Los tipos superiores (de animales), siendo menos adap­ turas inferiores.
tables a cualquier medio particular, puede llegar a acos­
La idea platónica que define la educación com o el acto
tumbrarse a un radio mucho mayor de ambientes. Ningu­
de asociar el sentimiento de placer con lo que es bueno
na condición es apropiada para ellos, pero pueden apren­
y el sentimiento de dolor con lo que es malo, puede apa­
der a adaptarse temporalmente a cualesquiera condiciones
o medios donde por cualquier circunstancia puedan en­ recer, superficialmente, de acuerdo con los puntos de vis­
contrarse. Es en esta tarea de adaptación propia al mun­ ta de un biólogo sobre la educación. Pero esto presupone
d o donde pasan su juventud, y es precisamente debido a q 'le la responsabilidad sobre la provisión de los medios de
educación para los jóvenes, recae sobre una sociedad adul­
esta tarea por lo que gozan de un prolongado período de
ta que distingue lo «bueno» de lo «malo». Nuestros ante­
juventud y de un grado de libertad relativo a los cuidados
inmediatos de la búsqueda de su propio medio de vida y cesores antropoides indiscutiblemente distinguían lo bueno
de lo malo en términos de salud y vigor de la especie, de
protección particular de los peligros del mundo.
»La alegría de los animales jóvenes es proverbial. No aquí, el «hom o sapiens» evolucionó, pero ahora sin duda so­
solamente en los seres humanos, sino que entre los simios mos incapaces de reivindicar tal conocimiento en términos
y monos, carnívoros y herbívoros, roedores y desdentados, de felicidad de nuestra propia especie. Nosotros somos úni­
cos en la escala superior de los animales en tener magis­
dan suelta a un exceso de vitalidad en las más salvajes
tral control sobre las fuerzas de la Naturaleza, pero nues­
cabriolas... La exuberancia de la juventud empieza con los
tro control acarrea miseria y muerte en tal grado que muy
animales superiores y aumenta a medida que ascendemos
bien podría hacer desaparecer la especie.
la escala de la vida vertebrada, precisamente com o aumen­
ta el cuidado paternal, la inteligencia y la relativa dura­ Nuestra civilización está enferma, y aún pretende poseer
ción de la juventud. El buen humor de los jóvenes es parte un nivel moral a través del cual se puede juzgar el bien
del nuevo orden de cosas en el que el período de juven­ y el mal. Por medio de este nivel moral se juzga la con­
ducta de nuestros hijos, y nosotros en nuestra presunción
tud es consagrado a la substitución de la acción instintiva
por la acción experimental... intelectual desechamos la presión instintiva que salta del
discernimiento biológico inherente en todo joven animal,
»E1 campo mental de la juventud, y especialmente de
en favor de nuestros códigos de moral y ética, los cuales
nuestra juventud, es considerado muchas veces com o una
«tabla rasa», un papel en blanco donde puede describirse pretendemos haber sido establecidos por un ser sobrena­
tural, o alternativamente, patente a nuestra élite intelectual.
cualquier cosa. Nada más lejos de la verdad. En todos los
animales jóvenes, y en nosotros mismos, existe una mezcla
de toda clase de ingénitos instintos y aptitudes, y nosotros T o n y G IB S O N
hemos ganado la tremenda superioridad sobre los demás
animales y sobre los seres inferiores de nuestra raza, es (Tradu. de J. Ruíz).
decir, que disponemos de un tiempo prolongado para bus­
car y desenvolver las aptitudes y para modificar los instin­ (S) «T h e Childhood o f Animáis», Peter Chalmers Mit-
tos. Nuestra propia juventud debería consagrarse a este ob­ chell.

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 9 37

EL ESTAD O MODERNO,
peligro para la paz
ONTRARIAM ENTE a todo lo enseñado Si por una parte asistimos a una gigantesca pre­
hasta el presente, predicado, impues­ paración guerrera, donde se recurre a todos los
to, el Estado n o es la salvaguarda de m edios en la carrera desenfrenada de los arm a­
la vida, del bien del individuo.. mentos, por o tro lado constatam os, desgraciadam en­
Mr. de Visscher, profesor y secreta­ te, una indiferencia ipecadora en la casi generali­
rio del in stitu to de Derecho Interna­ dad de los pueblos que aceptan este estado de cosas
cional de Louvain, director de la A ca­ sin reaccionar ni ofrecer ninguna resistencia a este
dem ia de Bélgica en R om a — que no m ecanism o guerrero.
tiene nada de anarquista — , declaró Es necesario buscar las razones de esto a fin de
con m otivo de una conferencia bajo poder remediar esta insuficiencia singular.
los auspicios de la Sociedad Italiana para la Orga­ Desde hace tiem po los pueblos h an sido desviados
nización Internacional: «El Estado moderno, ipor del aspecto esencial de la lucha con tra la guerra.
su m ito y su idea de fuerza, representa un peligro B ajo los m ás falaces pretextos fueron conducidos
ipara la paz.» .por cam inos descarriados de los cuales, h oy, se
Es por n o querer profundizar este problem a de pretende sacarles.
la paz, que sufre, al extrem o de convertirle en im ­ La prim era necesidad que se im pone es, pues, des­
potente .para toda acción, el m undo pacifista en pertar en el hom bre el espíritu de desobediencia.
su inmensa mayoría. Se contenta uno con aporta­ P or ello, la lucha con tra la guerra debe ser una
ciones más o menos superficiales. Se niega atacar denuncia contra el principio de autoridad, infun­
las raíces del mal. y esta lucha contra la guerra, diendo, p or su lógica implacable el rechazo de la
este com bate por la paz perm anece sobre el tapete disciplina im puesta por el Estado.
desde hace muchos años. T od o lo que se intente, todo lo que se h a g a sin
Y continuará siendo así m ientras n o nos decida­ plantear el com bate contra la guerra en este terre­
m os a atacar la parte esencial de la estructura del n o real, la lucha contra el Estado, n o serán más
edificio que representa la autoridad y el m ilitarismo que piruetas pacifistas.
personificados en el Estado. Negar el Estado es recusar la fuerza armada,
No es suficiente denunciar las causas económicas perpetua am enaza suspendida sobre la cabeza de
de las guerras, de ofrendar a las peores gemonías los pueblos.
el capitalism o y sus partidarios. Esto n o es todo, Pero la fragilidad de esos m ism os pueblos es
ni siquiera lo esencial. Hay que traspasar este es­ grande. Es indispensable hacer p or despertar en
tadio para llegar a dem ostrar cual es su naturaleza ellos los sentim ientos de la dignidad.
y para quién subsisten el m ilitarism o, el ejército Indudablemente, la tarea es penosa. Los políticos
y la guerra. h an sabido corrom per, gracias al cebo de hábiles
Sin duda existe el problem a humano. Tiene su promesas las energías larvadas en el pueblo. El Es­
im portancia. En nuestras sociedades, el individuo tado lo ha aprovechado para fortificarse desmesu­
debe contar. Ocupa un lugar de prim erísim o orden radamente, s'' bien en nuestros días esta monstruosa
y, por este hecho, debe trazarse un rol de prepon­ máquina de violencia organiza la enseñanza obli­
derancia en este concierto que enfrenta la guerra gatoria de la destrucción y de la muerte.
y la paz. ¿Quién osaría negar que so pretexto de reprimir
P or eso es necesario denunciar las fechorías del las violencias individuales o colectivas, el Estado
Estado en todos los dom inios: de la educación a h a organizado de una form a excesiva la violencia’
la opresión, de la vida hasta la muerte. Pero p oco a p oco se h a acreditado, hasta entre
En 1935, R unham Brown, secretario de la «W ar los pacifistas, la idea de que la lucha por la paz
Resister International» (W.R.I.), n o vaciló en afir­ podía llevarse a ca b o sin abordar al Estado, y esta
mar la fuerza de la idea escribiendo: falsa opinión ha acabado por convertir en inope­
«E l poder de resistencia contra la guerra se en ­ rante toda acción.
cuentra en la idea. El peligro de guerra está en la El m undo de los pacifistas ha llevado su inocen­
creencia en ideas falsas. La facultad de impedir la cia a dirigirse a sus mismos gobiernos pretendiendo
guerra está en la creencia en una idea justa. Esta abolir el m ilitarism o. Y llegaron al extrem o de con ­
idea n o debe ser predicada solamente mediante fiarle la misión de desarme, olvidando que el Es­
palabras; debe ser practicada en la vida, en la prác­ tado personifica la autoridad, el militarismo y la
tica... El cincuenta por ciento de todos los soldados guerra.
del m undo declinarían su servicio si se atrevie­ Esencial para él, el Estado no puede privarse del
ran...» m ilitarismo sin atentar a su p ropio principio de
Aludimos aquí al problema fundam ental de la conservación.
resistencia a la guerra, a la esencia del combate Es, pues, indispensable que en prim erísim o lugar
por la paz. los pacifistas cesen de reconocer el Estado' y el
Pero hay que reconocerlo: los pueblos se dejan principio de autoridad. Es de una necesidad im pe­
conducir dem asiado dócilm ente a las carnicerías. riosa que los pueblos se den cuenta de que la gue­

Ayuntamiento de Madrid
938 CENIT

rra no es independiente del Estado. Constituye el No se puede, pues, reconocer la necesidad del
m edio por excelencia de que dispone el Estado ipara Estado en tiem pos de paz e imaginarse que será un
preservar su soberanía en el dom inio de la vida. protector solvente en caso de .peligro. Esta incon ­
Y es así que aparece toda la tragedia de los m o­ secuencia de los pacifistas ha h ech o que las multi­
vim ientos pacifistas que nada h a n h ech o para li­ tudes hayan llegado a desengañarse de todo y a
berar el espíritu de los pueblos de su fe en el com placerse en la indiferencia o en la esperanza
Estado. co n m iras al m ilagro salvador.
«N o se puede com batir una cosa que se considera P or otra parte, este pacifism o que acepta las
por otra parte com o una diosa superior que debe razones de Estado, cuya dependencia reconoce y
proporcionar la salud», escribió Pierre Ramus. cree que es necesaria defender el país; el pacifista
Es muy cierto que demasiados pacifistas juzgan que vislumbra la defensa de la nación, de la patria
el Estado com o una necesidad sagrada para la sal­ en el sentido gubernamental, se halla plagado de
vaguarda individual en la vida. profundos errores que hacen que la idea de paz
El mal está ahí. Hemos llegado a él p o r ese pro­ que form ula se abata al son de los clarines gue­
ceso de transform ación de las sociedades humanas rreros.
en Estados poderosos que, cada vez más, han ido Todas estas creencias sin fundam ento, todas estas
militarizándose a ultranza. ilusiones quiméricas n o son más que trampas ten ­
El reino de esta fuerza armada se h a convertido didas a los m ovim ientos pacifistas. Tienden a des­
en una perpetua amenaza contra las tentativas de carriarlos de sus objetivos reales de luoha p o r la paz,
revuelta. de resistencia a la guerra.
Hay que establecer todavía las responsabilidades. La negación y rechazo de la autoridad del Estado,
Estas son grandes entre los trabajadores. al con trario, deisvanece la idea del nacionalism o y
Renunciando a sus m ás sagrados derechos acep­ la defensa de la nación.
taron de otros gobiernos n o ser más que instru­ Los pacifistas n o deben pararse ante las decisio­
mentos de vida y muerte. nes tomadas en los con flictos entre los gobiernos;
El engranaje estatal se ha perfeccionado de más estas decisiones son de un interés indirecto. Para
en más. El individuo n o ha cesado de ser prisio- com batir los factores de guerra con efectividad no
mero, al punto de encontrarse hoy en la imposibi­ hay que m algastar la energía al servicio de uno
lidad de escapar a la opresión. u o tro gobierno.
Hay que ir, .pues, hacia la constitución anárquica
de las sociedades humanas. Si hasta el presente los pueblos se han plegado
El pacifista debe desembarazarse de este espíritu ante las violencias de las dictaduras es porque no
que admite la indispensable coerción del Estado han aprendido nada sobre la manera de resistirlas.
para el m antenim iento del orden social. «La m ejor form a de im pedir la tiranía n o es ma­
Que sepa que el Estado n o ha respondido jamás tar al tirano sino negarle nuestra colaboración.»
a estas exigencias imperiosas; nunca h a salvado la Es h acia esta lucha con tra la autoridad y el
vida y el bien del individuo, todo lo contrario. Estado que deben aportar süs esfuerzos los paci­
El Estado, com o d ijo un político, n o ha dejado fistas que realmente quieren instaurar la paz.
detrás de sí m ás que una larga lista de crímenes,
de asesinatos y de robos. HEM DA Y

LA MEDICINA SOCIAL
Fragm ento del discurso pronunciado en U na cierta higiene social hubo siempre; pero tam­
ocasión de la recepción del profesor Nicolai, bién a este respecto el desarrollo de la medicina
com o m iem bro académ ico de la Facultad de n o era rectilíneo: entre los prim itivos todavía poco
¡VIedecina de Santiago de Chile. diferenciados prevaleció el interés de la comunidad;
co n una cultura superior, que destaca el valor le
AS cuestiones gremiales siguen preocu­ la personalidad, tam bién la medicina se hizo indi­
pando a muchos médicos y dificultan vidualista, y ahora se abre otra vez paso a la c o n ­
la socialización de la m edicina que, vicción de que la medicina o higiene social (que,
p o r muchas razones, es tan deseable. según su tarea más im portante de cuidar de una
Pero, al lado de estas luchas que fo r­ sana descendencia se llama, desde Galton, también
m an parte del gran y todavía n o re­ eugenesia), debe estar en el centro, ya que ella es
suelto problem a básico de la hum ani­ el factor decisivo, del cual depende el futuro de la
dad de equilibrar las necesidades del humanidad.
individuo o, respectivamente del gre­ (El problem a es, en el m om ento candente, en
m io con las n o menos necesarias exi­ gran parte gracias al progreso m ism o de la m edi­
gencias de la sociedad, se levanta otro problema cina: cuando el m édico n o podía hacer gran cosa
ue destaca cada vez más com o el problem a propio ni en provecho del individuo, y aun m enos en el
3 e la medicina: con la m ejor com prensión de la de la sociedad, era relativamente indiferente lo que
influencia de las enfermedades en historia y socie­ pensaba sobre su profesión; la naturaleza gobernaba
dad, e inversamente de las condiciones sociales en en todo caso co n sus implacables leyes regulado­
la salud pública, la higiene social logra de año en ras. Pero hoy la medicina científica es capaz de
año mayor im portancia y, a la par, crece la respon­ cam biar «los efectos» de estas leyes: desde que ha
sabilidad social del médico, y hace de él un deci­ procurado a la sentimentalidad los medios de hacer
sivo fa ctor del progreso en general. sobrevivir a todos los débiles, la selección natural

Ayuntamiento de Madrid
CENIT 939

ya n o puede obrar y la calidad del m aterial hu­ humanidad, es directamente com parable a las moi-
m ano tiene, p or eso, que em peorarse; y desde que, ras (parcas) de los griegos, y a los nornas de los
por exterm inio de las peste® y por otros gratos pueblos nórdicos que «tejen el destino». C om o te­
adelantos ha disminuido tan m aravillosam ente la jen el destino de los dioses lo m ism o que de los
gran mortalidad de hace poco, ella ya n o puede hombres, ellas nos suministran una prueba del s o ­
regular, tan oportunam ente com o antes, tam poco brio, y aun científico espíritu de los pueblos eu­
la «cantidad» y el espectro de una sobrepoblación ropeos que, sobreponiéndose a las supersticiones
aniquiladora que nos amenaza. asiáticas que entregaban el m undo a la arbitrarie­
Hasta un niño debería com prender que, si se des­ dad de dioses omnipotentes, ya antes de que del
truyen las regulaciones naturales, hay que reempla­ genio helénico naciera la ciencia consciente, creían
zarlas por artificiales, p ero la incom prensión de cuasi instintivam ente en la legítima necesidad de
nuestros adultos n o ve (o n o quiere ver) que la todo acontecer, en la «A nanke» que significa lo que
eugenesia no es un problema a discutir sino una h oy se llama determinismo.
necrjsidad con que hay que cum plir — a l menos, si L a «M oira» de Hom ero, la «A nanke» de los jo-
n o se quiere, com o otra Penéloipe, deshacerlo a nios, era la directriz suprema del m undo y la me­
duras penas logrado, volver a la Edad Media con dicina, que ahora es de veras capaz de «tejer el
sus suciedades y enfermedades, sus guerras y ham ­ destino», es su sucesora inmediata; pero en m ejo­
bres (que son los expedientes con que la natura­ res condiciones, ya que puede cum plir en la reali­
leza regula) y así, en vez de crear regulaciones a r ­ dad lo que los antiguos habían sólo conceptuado
tificiales y racionales, reintroducir artificialmente com o posibilidad explicativa.
muerte y miseria. En este dilem a estamos; y es Es una vieja y profunda palabra de que el verda­
bueno saber que «tertium non datur», y que debe dero estudio del hom bre es el hom bre (en tiempos
resolverse por una de las dos alternativas. recientes lo han d ich o Charron, Pope, Goethe), y
El problema es uno de la humanidad entera; pero en efecto, m uchos, en últim o término quizás todos
a los m édicos les incum be la m ayor parte de la los esfuerzos de descifrar la naturaleza tornan
responsabilidad: por una parte porque los éxitos alrededor del hombre. Sólo que en tanto que no
de la medicina m oderna que nos han conducido se podía cam biar al hombre sino se tenía que to­
a la encrucijada fatal por desquiciar el viejo equi­ m arlo com o nació por ananke o, com o diríamos
librio natural, bajo el cual habían vivido precaria­ ahora, por la casual mezcla de los genes, práctica­
mente animales y hombres y, por otros, que todas mente n o servía para nada el estudiar al hombre.
las reformas, políticas, económ icas o sociales, por A hora es otra cesa; ahora, co n conseguir la cien­
razonables que sean, tienen que dar en proyectos cia m édica el poder soberano de cam biar genes y
utópicos, si faltan hom bres aptos para ejecutarlas: humanidad, ella puede ejercer la función directriz
la materia prim a tiene que existir antes de que que una vez se creía personificada en las m oiras
se pueda elaborarla: con mal hierro no se hubiera o com o providencia divina.
edificado la torre Eiffel, y con los hombres de hov Es ésta una tarea grandiosa, y otra vez se podría
n o se edifica, en las com plicadas condiciones ac­ hablar, m etafóricam ente, de la profesión divina
tuales, una buena sociedad. Que las masas, de las de los discípulos de Asklepien — ¿es imaginable que
cuales cada vez m ás depende el destino de la hu­ haya m édicos que n o acogieran co n entusiasmo
manidad, n o son 'buenas sino socialmente inaptas jubiloso tal oportunidad de hacer de su profesión,
para las grandes tareas que las esperan, vemos n en cierto sentido la coronación de toda la evolu­
casi todas partes de la tierra; hay que mejorarlas ción hum ana, se podría aún decir de toda la evo­
y elevarlas a un nivel superior. Felizmente tenemos lución orgánica? Pues tod o el desarrollo desde la
los medios técnicos para hacerlo, pero... hay que amiba, la arrogancia de la fase mágica, el presen­
hacerlo pronto, antes de que la progresiva prole- tim iento del espíritu europeo, los esfuerzos de la
tarización de la sociedad haga el mal incurable; ciencia y las aspiraciones de los filósofos (incluso
pues si todo continúa com o ahora, p ron to faltarán de los idealistas) tendían a libertar al animal y
los hom bres superiores que podrían tom ar la ini luego al hom bre cada vez más de la dependencia
ciativa. de la naturaleza, dándole m ayor poderío, y de po­
Con esto la medicina ha llegado a un punto en sibilitarle así de vivir en autonomía, de disponer
que su significación sufre un cam bio fundamental, libre y espontáneam ente de todas sus facultades y
extendiéndose su cam po de acción hacia nuevos e de determ inar él m ism o su destino.
inesperados horizontes. Es una im agen grandiosa
que com ienza a traslucir de una medicina renacida La experiencia muestra que hay todavía médicos
que, soportada por expertos com prensivos en psi­ (para n o hablar de los profanos que se oponen a
cología y sociología, h ará el papel de un ángel- dar este próxim o paso que el pasado ha preparado.
guardián de la humanidad: com o sabia y previsora Pero esto será, a la larga, imposible. El tren de la
preparadora de las generaciones a nacer, renovará historia — de la universal com o la de la medi­
a nuestra especie, form a n d o conscientem ente el cina — , es inequívoca. Tarde o tem prano se dará
nuevo hombre, al hom bre de mañana, al esperado este paso, y la m edicina creará n o só lo una huma­
nidad, m ental y corporalm ente sana y vigorosa (lo
superhombre. De su sabiduría dependerá cóm o se­
rán los hombres que m añana harán la historia. que ya en el m om ento está a punto de hacer) sino
Así realizará en form a racional y eficaz el viejo ella nos ayudará también eficazmente a cum plir
deseo de los antiguos de tener un genio tutelar con nuestra misión que para seres racionales no
que vigilará su bienestar y para lo cual era el sím ­ puede ser otra que la de determinarse libremente
bolo sagrado la «Grande Madre de Frigia» la mag­ a sí mismos.
na m ater que, bajo diferentes nombres, se adoraba Así la historia del pasado promete a la medicina
com o representante de la virtud procreadora de un fu tu ro glorioso, del cual hace poco nadie podía
la naturaleza y luego com o m adre de toda civili­ ni siquiera soñar. Y todo esto se debe al haberse
zación y cultura. h ech o ciencia.
Por otra parte esta m edicina del futuro que, por L a libertad n o está en el indeterminism o sino en
métodos eugenésicos determ ina el destilno de la el uso racional de las leyes determinadas.

Ayuntamiento de Madrid
940 CENIT

1 MEROE ¥ EL JUGLAR
ERCA ya de las rachas de marzo nos A ntonio M achado había presagiado:
cumiple evocar, en lebrero de cada
año, la figura señera del poeta A n ­ « Y cuando llegue el día del último viaje,
tonio M achado. Este febrero de 1953 y esté al partir la nave que nunca h a de tornar,
es el décim ocuarto aniversario de su me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
muerte. Breve es febrero y breves casi desnudo, com o los hijos del mar».
sus rachas, pero las de 1939 fueron
lo bastante largas para llevárselo A medias se cum plió la m etáfora m arinera del
«—hacia el mar—del tiem po». Figura­ presagio. Al borde de la mar, y no a bordo del bar­
tiva y literalmente, pues la mala ra ­ co, pero sin m ás valija que sus años y la pena del
cha de la guerra civil lo arrancó de destierro, se lo llevó la pálida capitana. Que por
su meseta castellana y adoptiva para term inar lle­ a lgo el poeta es vate, esto es, adivino. Y si fué así
vándoselo h acia la mar francesa del Mediterráneo lo del presagio es porque «A orillas del Duero», el
donde m urió, de caipitán cum plido de sus versos, padre del n o , o el fantasm a de Iberia, le habían
«casi desnudo, com o los h ijos del mar». m usitado al oído p a ra que él tuviera el valor de
Muerte, belleza y nostalgia triangulan respecti­ decirlo en verso a su pueblo sumido en la apatía y
vamente —com o pensam ientos centrales— la (poe­ en la abulia novecentista:
sía de los tres grandes maestros de la lírica espa­ «Castilla n o es aquella tan generosa un día,
ñola contem poránea: Miguel de Unamuno, Juan R a­ cuando M yo C id Rodrigo, el de Vivar volvía,
m ón Jiménez yA n ton io M achado. El nostálgico te­ u fano de su nueva fortuna y opulencia,
ma central de la poesía del tercero se ha fundido a regalar a A lfonso los huertos de Valencia.»
ya con la nostalgia personal que por él sentimos.
El pensamiento eje de su poesía se h a convertido Lejos de los rosales de Valencia y de los chopos
en sentimiento vital de su persona. La obra n o pue­ de Soria, pero casi besando a España con su hue­
de ser ya espejo m ás acabado de su autor, revivién­ sa. Hiiarme Hesite 'hace catorce años el juglar de
donos con más herm osura cada año, y por entero, «La tierra de Alvargonzález». M yo Cid sobrevivió
su persona y su vida existencial. Obra y vida ente­ a su destierro; el poeta no pudo; sueña tal vez aho­
rizas. La poesía de A nton io M achado es la imagen ra en el sueño eterno de la muerte, que sigue
poética más fiel de Castilla desde el anónim o Can­ cum pliendo soterradas jornadas de destierro. P e­
tar de M yo Cid. ro su poesía lo revive luminosamente para noso­
Sin tem or a ¡pecar de exagerados nos atrevemos tros, rescoldo fiel de nostalgia que la ceniza del
a decir que las -poesías juntas de A ntonio Machado tiempo recubre protectora. Los álamos de Castilla
son la biblia lírica del español. Antes de haber via­ seguirán siendo siempre ancha lira para su ca n ­
ja do por tierras del a lto Duero, habíam os leído tar, cu an do el viento del amor los pulse en pri­
«Cam pos d e Castilla». A hora ya n o distinguimos mavera:
ambos recuerdos. ¿Dónde está el poema y dónde el
paisaje? ¿D ónde el aire y dónde el cantar? Se co m ­ «A lam os del am or que ayer tuvisteis
prende que el destierro lo matase. Pero hay algo de ruiseñores vuestras ramas llenas;
más. Había, m ejor dicho, un aviso fatídico en el álamos que seréis m añana liras
gran precedente castellano de A ntonio Machado, o del viento perfum ado en primavera;
sea, en M yo Cid, y había también un presagio en álamos del amor cerca del agua
el «R etrato» lírico que abre los «Campos de Cas­ que corre y pasa y sueña,
tilla». Hacia su principio reza, pues rezo es hoy lo álamos de las m árgenes del Duero,
que antes fuera canto de niñez: con m igo vais, m i corazón os lleva.»
«D e aquí quito Castilla pues que a l.rey he en ira; Construida co n palabras y técnica muy senci­
Non sé si entraré y m ás en todos los m íos días». llas, la poesía de A ntonio M achado esconde com o
una quieta laguna montaraz, todo el m isterio in-
Pues muy bien sabía el juglar castellano que 'a sonsable de nuestra vida sin fon d o. Es un poeta
partida al exilio era el m om ento más angustioso en de ensim ism am iento filosófico, d e doliente acen­
la vida de su héroe, y quizá por ello, para que este to, p e ro de elegancia estoica y senequista andalu­
fuere capaz de soportar tan dura prueba, le d’ ó za, evocador constante del pasado, nostálgico de
consolación sobrenatural en la última noche pasa­ la infancia y juventud lejanas, rem em brador d íl
da junto a la raya castellana. ayer amoroso. Y n o descriptivo sino íntim o, que
O cho siglos y medio después, el últim o gran ju ­ sabe darnos el alm a del paisaje porque el paisaje
glar español, d on Antonio Machado, atravesaba la siempre es en él estado de alma: m elancólico
raya de Francia desterrándose para siemnre. El cuando aún se le está viendo por primera vez. Su
poeta contem poráneo revivía el azar del héroe me­ universalidad está en su fidelidad lírica, en su to­
dieval. Y aquí viene lo otro, el diferente destino en n o y en su velada hondura. Es en poesía lo qu-.:
el mismo azar. llama Azorín en prosa, ambos de tierras m arine­

Ayuntamiento de Madrid
C E N i T 941

ras, pero ganados por la seca mar de la mística Escrito en 1914 el poem a « Una España joven »
meseta castellana. Idea y palabra guardan en A n­ cuyos son estos versos, es ahora tan actual com o
tonio M achado p erfecto equilibrio. H orro de todo entonces. Y tan eterno. H asta la saciedad se re­
sensualismo, es un castellano adoptivo que p re­ pite cada día que el .pecado del español es su in­
fiere el paisaje más param érico de España, los dividualismo. El misterioso y silencioso poeta cas­
calveros de Soria, porque son tierras tan tristes tellano, com o lo calificara Rubén Darío, onírico y
«que tienen alma». Y es que la meseta castellana ensimismado, sí, pero puesta siem pre el alm a h a ­
adquiere en sus poemas un valor m etafísica y te o ­ cia el am or, com o un Dostoiewski lírico, d ijo en
lógico com o en el Poema del Cid y el Rom ancero. esta copla:
Por eso está en su poesía la religión civ il del es­
pañol —com o en U nam uno la desesperación— se­ «Poned atención:
ñor de su ham bre y el m ejor de sus vasallos si, Un corazón solitario
ccrno el Cid, «oviese buen señor». Y si es verdad n o es un corazón.»
que la meseta castellana tiene e n él valor de pre­
destinación fatal, también lo es que la juventud
española, que tuvo en A ntonio M achado uno 'le La nostalgia es memoria sentimental, esperan­
sus m ejores amigos, recibió esperanza viva del za del revés, hacia el pasado, pero la de esta copla
más m elancólico y nostálgico de sus poetas: se proyecta hacia el futuro porque el lenguaje del
corazón es la esperanza. Y n o hay poesía más cor­
«Tú, juventud m ás joven, sí de más alta cumbre dial que la de A ntonio Machado.
la voluntad te llega, irás a tu aventura
despierta y transparente a la divina lumbre,
com o el diamante clara, com o el diam ante pura.» Bernardo C LA R IA N A

T ip is m o y c o s tu m b ris m o
I---------------- e s p a ñ o l e s -----------------'
E L CESANTE.— El cesante es una de las notas típicas construyen sus nidos en las ramas que no dan sombra ni
de la vida madrileña. Madrid es una población esencial­ abrigan del viento.
mente burocrática; infinidad de hogares no tiene otra base La del cesante: he ahí la verdadera miseria de Madrid.
que un mísero nombramiento oficial de administración, que Los pobres de oficio, chorreando mugre, son el barrio de
derroca cualquier diputado que necesita un puesto exigido las poblaciones populares. Los verdaderos necesitados no pi­
por el cacique de su distrito con la facilidad con que el den ni asaltan al transeúnte con sus clamores. El hambre
viento se lleva una pluma. La suerte se burla cruelmente digna es la que encierra a su víctima en un bohardillón sin
del cesante; la musa festiva, el lápiz de los caricaturistas le cristales, el que la lleva un día y otro con la muerte en
han tomado por suyo, popularizando sus andrajos de tal el alma, temblando de emoción y necesidad, con el rostro
suerte que ha llegado a servir de término de comparación aparentemefite tranquilo, a empeñar la mantilla de boda o
para significar las malas trazas. la levita aguatada d e las solemnidades que simbolizan los
La desdicha del cesante es horrible: es la desdicha del recuerdos inolvidables de tiempos felices, el que le presta
vulgo. El cesante, en tesis general, es un pobre diablo que ánimos para pasar las noches sin luz, sin pan, sin lumbre,
tiene por único capital una letra cursiva com o todo el mun­ muriéndose en silencio.
do: copiar una minuta o poner una nota, que no rebasa Esa es el hambre digna, honrada, humilde, cepillada, de­
tanto asi del mundo todo, que no posee nada saliente, nada cente; esos son los menesteres que constituyen el verdadero
propio, nada personal: es el símbolo del montón, lo anó­ problema del pauperismo en la corte.— PEREZ NIEVA.
nimo; de aquí que su infelicidad no interese a nadie y nadie
oe»
le compadezca.
La enfermedad es horrorosa. Esos desheredados no son
una pústula aislada, sino manifestación de ese cáncer que LA BUÑOLERA.— En los anales de la masa frita, nin­
corroe a nuestro país denominado empleomanía y que se ha­ guna puede alegar más antigüedad que el buñuelo. Inven­
ce más visible en Madrid, en el centro, asiento de altos ción sublime y delicada que remonta su origen al de las
poderes, así com o todas las dolencias se reflejan vivamente comunidades religiosas y que con el tiempo llegó a ser en
en el rostro. La empleomanía responde desde luego al modo el claustro el introductor del chocolate. Invención que no
de ser socialista de nuestros gobiernos, a su constitución ha respetado jerarquías; que así ha invadido la mesa aristo­
absorbente. crática com o humilde y democrática taberna; que así pene­
En un pueblo en que la iniciativa privada puede poco por tra en el estómago, manchado con la sustancia del guaya-
sí sola, sus fuerzas no se desarrollan y la industria y el co­ quil o soconusco (orígenes del afamado cacao), com o im­
mercio no prosperan: de aquí que toda la actividad de la pregnado del anisado aroma del aguardiente. La exclaustra­
nación afluya por el mismo cauce y gire alrededor del mis­ ción ha sido en algunos puntos un golpe terrible para esta
mo punto, del gobierno, por igual causa que los pájaros no mercancía.

Ayuntamiento de Madrid
9 42
C E N I T

En la villa y corte ha quedado casi reducida a las cria­


das de servicio y mozos de cordel; en Sevilla es a pesar
de la membrana pituitaria, el alma de la Feria, Y cuando LA M ODISTA FRANCESA.— Cuenta doña Paula cómo,
esta concluye, su uso queda limitado a ciertas familias ape­ arruinada su familia, se puso a modista francesa.
gadas a las costumbres rancias.
«... Les contaré la historia de este vestido de boda que
En otras provincias, sobre todo en Madrid y Valencia, son acaban de traer de casa de la célebre modista madame Pal-
los hombres los que se ocupan en confeccionarlos; pero en mira Lacastagne... ¡una eminencia del arte de los pingos!
Andalucía por lo general son las mujeres de esa raza alegre
también?6 ° apaCeS de guardar un secreto? ¿Los caballeros
gitana qU0’ ° 0n PerdÓn de Carlos U I> Amaremos
¿A que todas las señoras van adivinando ya? Como que
Tres son los oficios que hay que desempeñar alrededor no habra una entre este escogido auditorio que incurra en
del fogon o anafe, donde la buñolera prepara y fríe la masa: la vulgaridad de tener modista española. ¡Eso de modista
el principal papel suele estar confiado siempre a una gitana, francesa viste tanto! Casi viste más que el traje, sobre todo
por lo menos vistosa y no muy entrada en años, que con s i el traje es de «soirée»... de los que llevan postigos ven-
su vestido limpio y de vivos matices, su delantal blanco,
T 'f g,aleí ías- , Se Nena uno la boca diciendo: «Este
su pañuelo de punto redondo, sus flores en la cabeza y una aeshabille me lo hizo la Chunpandinó». Sobre todo, enton­
especie de asador o pincho en la mano, revuelve entre los ces, que aun no se habían inventado las modistas del sexo
borbotones de aceite hirviendo los círculos más o menos teo... ni las elegancias a la inglesa, género marimacho
grandes que constituyen su mercancía.
Figúrense ustedes que yo me llamaba Paula Castañar-
Un gitano de negra y rizada patilla en forma de chuleta, una ordinariez... con un nombre así no se va a ninguna
de atezado cutis y siniestra mirada, con el calañés sobre los
Pan ,i i aduJe "- libremente, y apareció en un piso de la
g° fruncidos P°r el 8 ^ que del aparato se k de ' a Montera un rótulo en letrazas doradas que re­
Se. ° CUpa ,en sacar de la sartén la masa, cuando zaba: «Madame Palmyre Lacastagne. Robes et costumes».
ya se encuentra en disposición de pasar al estómago. Y por uespués hubo maridos paganos que me pusieron de mote:
r ™ 0' un ch'quillo negruzco y harapiento es el encargado «Roba por costumbre». Pero yo les juro a ustedes que no
de sostener la combustión, agitando sin cesar su aventador abusaba, no, que no abusaba... 5Ah! De manera que ese
de palma.—/ . M. GUTIERREZ D E ALBA
traje... que esta ahí... ¿lo hizo usted misma? ¿Usted mis­
ma.-... leo en la cara de varios señores «¡Y cóm o es que.
y en que consiste?... Verán, muy sencillo... Sí, era yo misma,
i.on el francés que chapurreaba, un peluquín zanahoria y
unos modos muy insolentes y despreciativos que adopté mo­
dista parisiense perfecta. ’
LA PEINADORA.— Nadie diría, al verla ahora, que nació M i primer movimiento era mirar por encima del hombro
y se crio en los barrios de la chulería madrileña. Vestida una ojeada de arriba abajo su traje, con el aire del que
con elegante sencillez, graciosamente prendida la airosa man­ dice: «Valiente cursi abatida estás tú; parece que te vis­
tilla, atable y expansiva a la vez que discreta y prudente, tieron tus enemigos; 110 sé si debo dignarme hacerte ropa».
según las circunstancias, Luisa es recibida con igual agrado Y cuanta mas impertinencia en mí, las parroquianas más
en la casa de la señora Engracia, la más adinerada carni­ tiernas, más blandas, más abiertas de bolsillo.
cería de la Puerta Cerrada, que en el elegantísimo tocador M e echaban memoriales, me lo sufría todo. Volvía yo en
de la dama mas linajuda o en el caprichoso y perfumado primavera de París, con alijo de novedades, y empeñaban
«boudoir» de la más terrible de las vengadoras. sus diamantes antiguos, hipotecaban sus fincas, para com­
Luisa, con su aire modesto, su lenguaje culto, porque al prarme monos... ¡Qué señoras tan buenas! Eran com o toros
propio tiempo que ha aprendido a peinar ha aprendido a claros y sencillos que acuden derechos al engaño del trapo.
hablar bien, con su afable y acariciadora sonrisa, y sobre Y pagaban, pagaban... Petardos y pufos hubo también, y
todo, con su buen gusto para embellecer a las damas por algo de aquéllo de: «Si la señora vizcondesa o la señora
medio del peinado, se ha hecho indispensable para ellas, generala no están en fondos, pasaré la facturita al señor viz-
y ya no puede admitir más parroquianas que las que sirve conde o al señor general...»
en la actualidad.
Pero lo cierto es que antes veía yo el color del dinero
Cuando Luisa manipula en una cabellera espléndida, se de ciertas tramposas que el médico y el panadero o el maes­
complace en hacer los más lindos primores, imposibles de tro de los niños. ¡Hay cada historia en Madrid! ¡Si hablasen
imitar. 2>i, por el contrario, la señora a quien peina es mu­ los trapetes, si algunos metros de terciopelo que yo me sé
jer de poco pelo, ella hace de modo que la falta quede pudiesen escribir sus memorias!...
disimulada, supliendo, ahuecando, haciendo, en fin, prodigios Ya les he advertido que no me gustaba abusar; sólo que
de habilidad. _
si madame Lacastagne cobrase una miseria, vamos, no esta­
Si peina un pelo suave, fino, flexible, forma com o por ña ni en caracter... carecería de verosimilitud. De modo
encanto upa cabeza ideal; si el pelo que peina es áspero que a fuerza de tiempo reuní... ¡pch!... poca cosa... mis ac-
y enmarañado, lo domina, lo amolda, lo suaviza con sin­ cioncitas del Banco, mi Exterior, este hotel con jardín ¡Me
gular maestría. Las buenas mozas de Lavapiés lucen en las muero por las flores! Y sobre todo... mi madre pudo pasar
corridas de toros el peinado que les hace Luisa, y más llama sus últimos anos rodeada de bienestar. Casé a mis herma­
a atención el peinado que lucen que los pendientes de bri- nas, me casé yo también ., con un pillo redomado, por más
antes y los collares de perlas y el rico pañolón de Manila, senas, que afortunadamente... ¡ay, Jesús, qué barbaridad! se
lleno de chinos con caritas de marfil. Y en las grandes re­ lúe pronto al otro mundo dejándome una chiquilla, mi niña
cepciones, en el teatro Real, en las fiestas palatinas, sus pa­ mi tesoro, una monada, una clavellina de mayo. ¿Ven us­
rroquianas de la aristocracia atraen todas las miradas, más tedes? Ya tengo que limpiarme la baba, pero no crean que
hablo asi por pasión...».— EMILIA PARDO BAZAN.
M a t a r c o ,rtePOr * obr* de k máS Hnda
Hay algunas damas que Üenen peluquero, pero las que
conocen a Luisa la prefieren, porque no hay peluquero que
posea la suavidad de mano, la ligereza, el gusto y la gracia
que la hija de aquel sastre borrachín que la dejó sin un LOS CURSIS.— T odo está muy malo: los negocios, las le­
céntimo en este mundo, en que todo es cuestión de cénti- tras, la política, el arte. Y sin embargo, mucha gente vera­
mos.— CARLOS FRONTAURA. o s t i ó n de centi nea en nuestras playas, imponiéndose un penoso sacrificio.
Para lograr este fin, muchas personas han estado comiendo

Ayuntamiento de Madrid
CENIT
9 43

patatas guisadas desde diciembre hasta julio, y buscando


recomendaciones a fin de conseguir que les diesen a coser aguadoresca y sus deseos de ver la corte de España, en
calzoncillos de munición para la tropa. S V L * * Ulay? ? d0 y .llevand<? cubas hiz° el suficiente
El maldito lujo es la causa de todo y hay quien se arrui­ para s<* acalde, quiere serlo en su lugar, imponer
na para quergr tener dos gabanes, uno claro y otro oscuro multas a la gente decente y jugarla de plancheta por aquello
o por empeñarse en comer de postre queso de dos clases: de que si quieres ver a, Periquillo, dále un mundillo, v pre­
n cuanto se le ocurre a una familia la idea de salir a sidir la misa en los días de fiesta con su capa reverenda y
veranear, lo primero que se le ocurre es despedir a la criada. su reverenda estupidez adornada con el sello de la justicia.
¿Cuanta carne se traía?—pregunta el jefe de la casa. .Pobre justicia! Desde la caja de Pandora y mucho antes,
I res cuarterones de hueso— contesta la señora. según mi opinión, anda esta desgraciada señora por esos an-
— Desde mañana, media libra ya es bastante. Nada de los^mabs001110 mU,er P6] y de qU¡en n0 haCe“ caso sino
principio.
— ¡A y!—exclama la señora entristeciéndose— , ¿Cómo vas Una cosa notable hay en los aguadores y es el ruido que
a pasar tú sin los sesos rebozados, que tanto te gustan? o man con los zapatos. Hasta los gatos se asustan y no hay
— H ay que imponerse algún sacrificio si hemos de salir en perro que no les ladre. Son, sin embargo, honrados y esto
julio a veranear. debe decirse en honor de tan miserable oficio, y que si
El ánimo se conturba al ver cóm o descienden voluntaria­ Asturias y Galicia no existieran, no habría aguadores. Un
mente de posición ciertas personas a quienes conocimos en puchero de reserva para las sobras de lo que en las casas
noviembre fumando cigarrillos de Valencia abiertos por las llh?, Y lriV€n q " ’ 65 para, e!los el án§el tutelar que les
libra de las miserias y necesidades humanas
dos puntas, y luego se han acercado a nosotros en la calle
para decirnos: Para dormir en invierno no necesitan mantas, porque duer­
— Cuando tenga usted unas botas viejas que no le sirvan, men muchos juntos y se arropan los unos con los otros; en
acuérdese de mí. Estas que traigo son de la portera, y tengo el verano duermen a raso y les cobijan los luceros. En una
que devolverselas el lunes para una boda. palabra el aguador de Madrid es una especialidad humana.
— ¿Pero ha quedado usted cesante? Deja su tierra para ser alcalde en su tierra. A fuerza de
— No, señor; a usted puedo hablarle con toda franqueza... ^ remo>aduras V mal comer, logra un capitalito que
Estamos ahorrando para la época del veraneo. M i esposa no se emplea en dos vacas preñadas o en la vara de la iusti-
puede pasarse sin su San Sebastián. cia.— LOPEZ LEPEGRIN ABEN AMAR 1
Muchos se limitan a martirizarse personalmente suprimien­
do toda clase de «confort» en el hogar, y otros se van dere­
chos a los amigos y les dicen:
— Deme usted dos pesetas.
— ¿Para qué? ESCUELAS DE ANTAÑO.— Bostezos que parecían sus­
— Para una rifa Una señora, que oculta su nombre, se ve piros, suspiros com o puños, llenaban la trágica sala
en la necesidad de desprenderse de un catre de matrimonio, V ),uKaS n0 desdeñado e¡ llorar tan dolorosas penas
y hubiera callado algún sublime acento con qué pintar aque-
—Pero UgUete- Vaya’ tómeme » n par de papeletas. los desperezos tan fuertes que no parecía sino que cada
— Haga usted esta obra de caridad. r lo w V a .caer P°.r su ,lado- A menudo, las páginas sucias,
No hay semejante señora; lo que hay es un vehemente dobladas, rotas de los aborrecidos libros, se veían visitadas
por un lagrimón de línea en línea.
deseo, por parte del peticionario, de obtener los recursos
a las señoras que venían a preguntar precios, recorrer de I 5 ew , luto infantil n» era la más común.
preciosos para salir a veranear.— LUIS TABOADA. « rebeldía, el mareo, la invención de pere­
grinas diabluras eran lo frecuente y lo más propio de estó­
magos vacíos. Quien gasta su poca saliva en mascar y ama-
n , , V " £ techo; <Juien dibujaba más monos
que v eran las selvas africanas; quien se pintaba las manos
E L AGUADOR.— Nace en Asturias o Galicia, que tanto de tinta a estilo de salvajes...
monta, muchacho rollizo, camado y dormilón (la robustez da Cuando la clase concluía, allá a las cinco de la tarde, des­
sueno) y este chico se cría com o todos los del mundo llo­
pues de diez horas mortales de banco duro, carpeta negra,
rando mucho, mamando más y privando del sueño a sus pa­ de letras horribles, de encerado fúnebre, el enjambre salía
dres que es una de las gracias del matrimonio. ¡Oh. esto de con ardiente fiebre de actividad. Era com o un ardor de bata­
casarse es la mayor de las felicidades! Es una locura más
llas, cual voladura de todas las malicias, inspiración rápida
de las que hacen los descendientes de Noé, condenados (y y calurosa de hacer en un momento lo que no se había
no se la razón) a pasar este río de la vida entre padecimien­ podido hacer en tantas horas.
tos y tribulaciones.
Una tarde de enero, un chico que había estado preso sin
Pues, señor, com o íbamos diciendo, ese chico se cría pobre
comer y sin moverse en todo el día, salió disparado, ebrio
y miserablemente pero sano y guapote com o una manzana.
con alegría furiosa. Sus carcajadas eran com o un estallido
Cuando ya tiene doce años el ciudadano, cuida de una vaca
de cohetes, sus saltos de gato perseguido, sus contorsiones
duerme a su lado sobre un lecho de paja de centeno y de
de epiléptico la distensión de sus músculos, com o el blandir
hierba a medio secar. Llega a fuerza de leche de vaca y
de aceros toledanos, su carrera com o la de la saeta despe­
pan de maíz a ser hombrecillo, y entonces entra en cuentas
dida del arco. Por la calle de San Juan Bartolomé pasaba
consigo mismo y trata de ser algo en esta nada del mundo.
una mujer cargada con enorme cántaro de leche. El chico
Este es el momento en que la suerte decide de su mise­
ciego, la embistió con aquel movimiento de testuz que usan
rable situación. La diosa del hambre le inspira y se resuelve
cuando juegan al toro. El piso estaba helado. La mujer cayó
a venir a Madrid en busca de una cuba, objeto de todos sus
deseos y emporio de su felicidad. Pero ocurre que el ciuda­ de golpe dando con la sién en el mismo filo del encintado
de la calle, y quedó muerta en el acto.— BENITO PEREZ
dano independiente, pasados algunos años de su ambición G ALDOS. i

Ayuntamiento de Madrid
9 44 CENIT

FAROLES EN EL ALTIPLANO
La lla m a d a R e v o lu c ió n los tie n e co m o m eta, en M ás cadenas p a ra e l in d io d e la c h irim ía , el jailli
B o liv ia . A p ic e s d e c u lm in a c ió n . T o d a v ía no saben y e l aimi (3 ). ¡S í, más cadenas!
o tro c a m in o q u ie ne s han h a m b re y sed d e ju s tic ia . ¿Es q u e ta m b ié n busca una cu e rd a este e sp a ñ o l,
una c u e rd a , un m ie d o c e rva l y un fa ro l? Es b ie n se­
Es a q u í q u e a n o ta n la p rim e ra causa: un d ic ta d o r. guro,- y el in fie rn o a d e m á s, p o r h a b e r e scrito a lb o ­
Y le ca rg an to d a la c u e n ta :
ro z a d a m e n te : « U n sa ce rd o te c a tó lic o te n ía las r o d i­
“ C u a n d o a b ra m o s los ojos y nos a p o d e re m o s d e l llas so b re la tie rr a p id ie n d o a D ios la v ic to ria ...»
fu s il...
La v ic to ria q u e lib e ra b a a v e in tita n to s a d e la n ta ­
P e ro e l c o n c u lc a d o r está a b ro q u e la d o d e m e n ti­ dos d e la m u e rte , s o la m e n te d e l o p ro b io q u e en
ras y m e tra lla s am aestradas. Esconde su m ie d o tras gra só la c u e rd a ...
la m ano q u e ro b a y p e g a y e n b a s tilla s d e soldados
q u e no p u d ie ro n d e ja r su p á n ic o en la p e rc h a ... ¡N o , h e rm a n o in d io !
El fa r o l n o p u e d e ser un á p ic e d e c u lm in a c ió n .
Ellos y e l a m o y to d o s los q u e a p u n ta n a l corazón H a y otras cim as para n uestro a va n z a r e n busca de
d e l h o m b re , b a ja n la vista c u a n d o pasa un in d io ; un la ju s tic ia ; y m il fo rm a s q u e nos le p e rm ite n a p ro ­
in d io con su c h irim ía v su v o lu n ta d dispuestas a la x im a r. A lg o im p o rta —f í ja t e b ie n — la d e c is ió n c o n ­
ca n ció n, al jailli (1 ) d e las v ic to ria s s o b re la v e n tu ra c re ta d a en este re c u e rd o d e L ib e r F o rti so b re una
a p e d re a d a o s o llo z a n d o e n su c h a ra n g o p o r la lib e r ­ asam blea d e in d io s :
ta d p e r d id a , c ru c ific a d a . Estamos cansados d e m o rir p o r a je n a d e te r m i­
T ie m b la n los u su rp a d o re s — tie m b la n sie m p re — n a c ió n . Y a es hora d e m o rir p o rq u e q u e rem os; p a ra
a n te la m e la n c o lía d e c id id a d e sd e q u e P iza rro d e s c o lg a r d e la cru z n uestro b ie n e s ta r.
tra m p e ó y d ió m u e rte a A ta h u a lp a ... ¡A la lu ch a , herm anos, a h ora mismo,- o a la m u e rte
to d a ju n ta , la m u e rte d e una sola v e z!...
¿ H a cia d ó n d e m ira e l in d io d e la c h irim ía o la
z a m poñ a? P o r a h í se c o m ie n z a , herm ano.
¿ Q u é ve n sus o jo s h u id iz o s al p a sa r fr e n te al f u ­ Se va p o r a h í hacia la d e s c ru c ific a c ió n d e la l i ­
sil con un d e d o o b s e c u e n te e n e l g a tillo ? b e rta d .
Acaso ve n el fa ro l e n q u e fu é c o lg a d o e l p a v o r d e
un p o lític o la d ró n . Eso lim p ia e l lu d ib r io d e los fa ro le s a v e rg onzado s
T a l ve z re c u e rd a e l o d io d e l C o n q u is ta d o r a v e n ­ p o r ta n ta sa n g re sin una g o ta d e lu z ...
tu re ro p a ra la «m úsica in fe r n a l» q u e a c o m p a ñ ó al
Inca y se q u e d ó a l b o rd e d e la tra m p a soslayando Cristóbal D. O T E R O .
apenas el re so rte q u e la d e jó c a e r so b re e l ú ltim o
re y d e l T a h u a n tis u y o ...
Es p o s ib le , ta m b ié n q u e le haya lle g a d o la voz (1) Canción colectiva que los incas dedicaban al tra­
sucia d e crím enes d e un ta l C e fe rin o (2 ) e sp a ñ o l y bajo o a los dioses. Jesús Lara asegura: «los súbditos del
fa la n g is ta so b re el re to rn o d e V illa r o e l: «Esta re v o ­ Inca trabajaban cantando».
(2) Ceferino L. Maaestu, en el núm. 6 de «Jornal»,
lu c ió n sueña con metas d e fin id a s , s u p e rn a c io n a le s »
órgano del sindicalismo falangista.
y soñaba con e l m ism o sueño q u e soñó e l m e n tid o r (3) Ayuda mútua y gratuita entre los incas, durante
d e l « ju s tic ia lis m o » . las cosechas y otras urgencias laborantes.

Société Cénérale d'Impression, Gl, rué des Amidonniers.— Toulouse (Hte-Gne./— Le uerant Etienne ÜU1LLEMAU.

Ayuntamiento de Madrid
POETAS
d e a i j e i ij- d e b o y

EL ARBOL
Y SUS RIEMUiVOS
Jamás, a) verte carcomido tronco.
La voz olvido de mi caro padre.

Q u e triste, en medio d e sus tiernos hijos.


D ijo una tarde:

«¿Mirasteis, niños, la lozana pompa


D e aquel frondoso y elevado sauce,

A cuya planta multitud d e tiernos

vástagos nacen?

Pues b ien, muy presto formarán un bosque.

Tupidas ramas desplegando al aire

Los que ahora brotan en delg ad o mimbre.


Trémulo y frágil.

Mas ¡ay! entonces notaréis que el árbol.

Adorno y gala del frondoso valle.

Sus hojas p ie rd e , su cabeza inclina.

Sécase y cae.

Q ueridas prendas: los endebles tallos


Q u e a ser aspiran encumbrados sauces,

Y el viejo tronco que la muerte aguarda.

Son nuestra im agen .»

Luis C O R D E R O

Ayuntamiento de Madrid
F if ív M é r ia fo EL P R O L E T A R I A D O
T h jfíh t ig o U ó w íM MILITANTE
(O rig e n d e l S in d ic a lis m o )
S in d ic a lis m o
P o r Anselmo L O R E N Z O . Dos

tom os con 5 2 8 p á g in a s. P re cio

de los dos tom os, in c lu id o s los

gastos d e e n v ío , 2 5 0 francos.

Pedidos a « C N T »
4, rué Belfort, TOULOUSE
C.C.P. 1197-21 — Toulouse

“ La C .N .T . en la R e v o lu c ió n E s p a ñ o la ’
por José PEIRATS

Materias contenidas en el segundo tomo:

C a p itu lo X V I. — E S P A Ñ A A N T E EL M U N D O .

C a p ítu lo X V I I. — V ID A O R G A N IC A Y U N ID A D S IN D IC A L .

C a p ítu lo X V I I I . — LA S O M B R A DEL K R E M L I N .

C a p ítu lo X IX . — EL M I L A G R O DE LAS I N D U S T R I A S DE G U E R R A .

C a p ítu lo XX. — LA MAREA C O N T R A R R E V O L U C IO N A R IA .

C a p ítu lo X X I. — LOS S A N G R IE N T O S S U C E S O S DE M A Y O .

C a p ítu lo X X II. — LA C R IS IS DEL G O B I E R N O LARGO CABALLERO.

C a p ítu lo X X I II . — O C A S O P O L IT IC O D E LA C . N . T .

C a p ítu lo X X IV . — IR O N IA S DE U N P R IM E R A N IV E R S A R IO .

C a p ítu lo XXV. — D E S T R U C C IO N DEL CONSEJO DE A R A G O N .

C a p ítu lo X X V I. — LA C R IS IS DEL P A R T I D O S O C IA L I S T A .

P re c io d e l e je m p la r: 7 0 0 francos

D ie z p o r c ie n to d e d e s c u e n to a p a r t ir d e c in c o e je m p la re s . P e d i­
dos a « C N T » , H e b d o m a d a ire . C .C .P . 1 1 9 7 - 2 1 . T O U L O U S E ( H .- G .) .

8 0 f rs
Ayuntamiento de Madrid

Das könnte Ihnen auch gefallen