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CRHISTINE M.

KORSGAARD

EL DERECHO A MENTIR: KANT ANTE LA MALDAD

Raúl Pérez López, Facultad de Filosofía UCM

El texto comienza planteando la problemática intrínseca a la filosofía moral de Kant, en palabras


de la autora es que esa filosofía “implica que el cumplimiento de las obligaciones morales nos
deja inermes ante la maldad” Una de esas obligaciones es el deber de decir la verdad, sostiene
que nunca se ha de mentir y que en caso de que uno mienta es responsable de todas las
consecuencias que eso genere, entiende la mentira como una infracción de un deber perfecto
hacia uno mismo.

Todo esto lleva a Kant le lleva a sostener ciertas posturas que en principio podrían parecer que
van en contra de la decencia moral, ha habido una gran discusión entre interpretes acerca de
esta materia, pero todos ellos se han centrado en las implicaciones de la primera formulación
del imperativo categórico, descuidando las otras dos fórmulas de ese imperativo: la
consideración de la humanidad como un fin en sí mismo y la autonomía como legislador a un
reino de los fines. En el texto Koorsgaard realizará un recorrido por estas tres fórmulas para así
poder mostrar las implicaciones kantianas ante el problema de la mentira.

La primera fórmula establece que debemos actuar según aquella máxima de la que podamos
hacer luego una ley universal. Según la redactora, y como es obvio, la generalización de la
mentira, que se usa para conseguir un fin, algo que produce engaño, no podría ser el modo
universal de conseguir nada. Pero ¿qué ocurre cuando un mentiroso trata de engañarnos para
conseguir un fin, como por ejemplo un asesino que pregunta si la futura víctima está en casa?
Según está ley universal está permitido mentir a los mentirosos con el fin de que no logren los
fines de sus engaños. Se puede decir entonces que bajo este principio de universalización la
mentira está permitida.

La segunda fórmula, denominada de humanidad establece que no se puede mentir bajo ningún
concepto siempre y cuando se entienda a la humanidad como fin y no como medio, ¿qué es esto
último? Se refiere a la capacidad para determinar fines por medio de la elección racional. Los
deberes perfectos surgen de la obligación de hacer de la capacidad de elegir de forma autónoma
la condición de valor de todo otro fin. Según Kant una acción es contraria a este deber si no es
posible para otra persona estar de acuerdo o tenerla también como su fin. Esto último, el
preguntar si una persona puede estar de acuerdo o no con una forma de actuar puede servir
como criterio para juzgar si se la está tratando como un medio, el conocimiento de lo que sucede
y un determinado poder son condiciones de la posible aceptación, si esto no se da no hay
aceptación posible, lo que pone la autora como esencial de esta segunda fórmula es que
cualquier acción que se base en la ignorancia o impotencia de otros no s ajusta a este principio
de humanidad. La coacción y el engaño – la mentira – incumplen las condiciones de una posible
aceptación y es por ello que toda acción que se base en esto no puede ser aceptada moralmente,
de modo que, como se dijo al principio, bajo esta segunda fórmula del imperativo categórico
mentir nunca es una acción moral.

La tercera fórmula casa de acuerdo con el reino de los fines, éste se presenta como un reino
natural, es decir, se determinan las leyes morales como si fueran leyes naturales. Kant entiende
la voluntad como un tipo de causalidad, una persona es una causa primera mientras que una
cosa es solo una causa intermedia. La idea básica es la elección de realizar una acción, de
contribuir a un fin (una persona) “se representa como la decisión de iniciar la cadena causal que
constituye la contribución” Cualquier acción que impida esto es porque está tomando al ser
humano como una causa intermedia, como una herramienta, ésta tiene dos características; solo
sirve para ser utilizada y no tienen ningún control de sí misma. De forma que tratar a alguien
como medio es tratarlo como si esto de él fuera verdad. Es así que ya no es solo que sea
moralmente reprobable el usar a alguien para algo, sino también el considerar a alguien como
si no tuviera control de sí mismo, como si careciera de la facultad de razonar, de modo que tratar
a los demás como fines en sí mismo exige considerarlos como seres racionales. En caso de que
una persona vaya a hacer algo malo se debe de tratar de convencer mediante argumentos y no
por la fuerza o el engaño, en cuyo caso sería una acción inmoral. Por esto es que desde la tercera
formulación tampoco se puede permitir la mentira.

Por último Koorsgaard habla sobre la compatibilidad de la ley universal y la ley de humanidad
que en principio parecen contradictorias, a lo que alude es a que cualquier incumplimiento de
la ley de universal es también una ruptura con la ley de humanidad al una persona considerar
su razón por encima de la de otros, ambas fórmulas son expresiones de la misma teoría básica
del valor, que es, “que tu naturaleza racional es la fuente de poder justificativo de tus razones,
y por tanto, de la bondad de tus fines”. Es así que aunque la fórmula de la ley universal y de
humanidad den distintos resultados no implica que se expresen puntos de vista totalmente
diferentes dado que se basan en la misma teoría del valor.

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