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“Año Del Dialogo y la Reconciliación Nacional”

UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES


CARRERA PROFESIONAL DE OBSTETRICIA

POR QUE LEER A RENE DESCARTES, BARUCH


SPINOZA, IMMANUEL KANT

U.E.C. : FILOSOFIA
DOCENTE : KETTY PATIÑO
INTEGRANTES :
 CASIMIRO LOZANO JHOMARA
 RODRIGUEZ INGA MIREYA
 VILLAR LOMAS BRENDA JAZMIN
 BARRERA BERROCAL YASMID
 ROBLES SARAVIA JOCELYN
 BERROCAL PERALTA PAOLA

CICLO : III

HUANCAYO – PERU
2018
2

DEDICATORIA

El presente trabajo está dedicado a nuestros padres,


docentes, amigos y a todas las personas las cuales
contribuyen en el desarrollo de nuestra formación
profesional.
3

INDICE

DEDICATORIA ........................................................................................................................... 2
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................ 4
POR QUE LEER A DESCARTES, SPINOZA Y KANT ........................................................... 5
1.1. René Descartes ............................................................................................................. 5
1.2. “El discurso del método”, René descartes o por que Leerlo.................................... 6
1.2.1. La frase más conocida del filosofo ..................................................................... 8
1.2.2. Lo cartesiano de nuestros días ........................................................................... 9
1.3. Baruch Spinoza.......................................................................................................... 10
1.3.1. ¿Por qué el miedo y el odio nos esclavizan ...................................................... 10
1.3.2. Obras que le hicieron pasar a la historia ........................................................ 11
1.3.3. Metafísica ........................................................................................................... 12
1.3.4. Ética ........................................................................................................................ 13
1.3.5. El estudio de ser Spinoza .................................................................................. 13
1.3.6. El Legado de Spinoza ........................................................................................ 14
1.4. Immanuel Kant.......................................................................................................... 15
1.4.1. La filosofía de Kant ............................................................................................... 16
1.4.2. La Filosofía es la Respuesta .................................................................................. 17
1.4.3. Giro copernicano: el ser humano en el centro del universo .......................... 18
1.4.4. A priori, a posteriori ......................................................................................... 18
1.4.5. Fenómeno vs noúmeno ...................................................................................... 19
1.4.6. Kant, ética formal .............................................................................................. 19
1.4.7. Un filósofo trascendental .................................................................................. 19
1.4.8. Categorías, en detalle ........................................................................................ 20
CONCLUSIONES ...................................................................................................................... 21
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ........................................................................................ 22
4

INTRODUCCIÓN

La filosofía no es un coto tan sólo reservado a pensadores extraordinarios y excéntricos,


tal y como se suele suponer. Todos filosofamos cuando no estamos inmersos en nuestras
tareas cotidianas y tenemos la oportunidad de hacernos preguntas sobre la vida y sobre el
universo. Los seres humanos somos curiosos por naturaleza y no podemos evitar
plantearnos interrogantes acerca del mundo que nos rodea y del lugar que ocupamos en
él. También disponemos de una capacidad intelectual muy potente que permite que,
además de plantearnos preguntas, podamos razonar sobre las mismas. Aunque no nos
demos cuenta, siempre que razonamos pensamos filosóficamente.
La filosofía consiste más en el proceso de intentar encontrar respuestas a preguntas
fundamentales mediante el razonamiento, sin aceptar las opiniones convencionales o la
autoridad tradicional antes de cuestionarlas, que en el hecho propiamente dicho de
encontrar esas respuestas.
Los primeros filósofos de la historia, en la Grecia y la China antiguas, fueron pensadores
a los que no satisfacían las explicaciones establecidas procedentes de la religión y de la
costumbre, y que buscaron respuestas con una base racional. Del mismo modo que
nosotros podemos compartir nuestras opiniones con amigos y colegas, ellos comentaban
sus ideas entre ellos, e incluso fundaron «escuelas» en las que, además de enseñar las
conclusiones a las que habían llegado, también presentaban el proceso de pensamiento
que les había llevado hasta ellas. Animaban a sus alumnos a disentir y a criticar las ideas
que les planteaban, para perfeccionarlas y pensar en otras distintas. La idea del filósofo
solitario que llega a sus conclusiones en el aislamiento es muy habitual, pero también
errónea, ya que en realidad esto sucede en muy raras ocasiones. Las ideas nuevas surgen
del debate, del examen, del análisis y de la crítica de las ideas de los demás.
5

POR QUE LEER A DESCARTES, SPINOZA Y KANT

1.1. René Descartes


(La Haye, Francia, 1596 - Estocolmo, Suecia, 1650) Filósofo y matemático
francés. Después del esplendor de la antigua filosofía griega y del apogeo y crisis
de la escolástica en la Europa medieval, los nuevos aires del Renacimiento y la
revolución científica que lo acompañó darían lugar, en el siglo XVII, al
nacimiento de la filosofía moderna.

El primero de los ismos filosóficos de la modernidad fue el racionalismo;


Descartes, su iniciador, se propuso hacer tabla rasa de la tradición y construir un
nuevo edificio sobre la base de la razón y con la eficaz metodología de las
matemáticas. Su «duda metódica» no cuestionó a Dios, sino todo lo contrario; sin
embargo, al igual que Galileo, hubo de sufrir la persecución a causa de sus ideas.

Si preguntamos quién es el padre de la filosofía moderna y quién marca el final


del pensamiento antiguo y medieval, el noventa y nueve por ciento de los
consultados responderá: Rene Descartes. Descartes fue uno de los grandes talentos
de la humanidad en disciplinas tan distintas como la matemática, la ciencia y la
filosofía. Probablemente, su aportación no ha sido concluyente, pero podemos
decir que se dedicó a abrir caminos antes que a recorrerlos por completo. Su
primera vocación fueron la matemática y la geometría. Dos temas que dan la
tranquilidad de estar pisando terreno seguro, porque cuando se dice que algo es
matemáticamente exacto y cierto, tenemos pruebas que lo demuestran. Por lo
tanto, eliminamos las dudas respecto a lo que sabemos y cuanto no sabemos.
Cuando estamos alcanzando una conclusión podemos estar seguros de que
llegamos a ella de manera adecuada. Lo mismo ocurre con un teorema geométrico.
Descartes se preguntó si esto mismo era aplicable a todos los campos. Sabemos
que existe la verdad, que habrá cosas, situaciones y opiniones que corresponden
mejor a la realidad que otras. Pero ¿cómo tener la certeza de que lo que nosotros
creemos que es verdad lo es auténticamente? Creemos que alguna cosa es verdad,
pero ¿cómo tener la certeza de que lo es? ¿Cómo sabemos que no nos engañamos?
El problema no es que exista la verdad, sino que nosotros podamos reconocerla,
que en nuestro pensamiento lleguemos a tener una visión, opiniones y doctrinas
6

que respondan y que nos tranquilicen dándonos la verdad de una manera


indiscutible. Esto fue lo que buscó Descartes a lo largo de su vida, y lo hizo
recorriendo Europa, desde sus reflexiones como un pensador privado, no como
profesor, ya que nunca tuvo cátedra. Fue una persona que anduvo por la vida con
discreción, se supone que por miedo a despertar la peligrosa atención de la
Inquisición. Vivió pensando por sí mismo y para sí mismo. Su legado nos enseña
que no nos podemos fiar de las autoridades, ni de la tradición, ni de lo que nos
cuentan. Tenemos que buscar la certeza a partir de lo que nosotros mismos
podemos desarrollar. Ninguna de las opiniones establecidas, por venerables y
respetables que sean quienes las sostienen, nos puede dar dicha certeza. Los
medievales se contentaban citando opiniones de Aristóteles y les parecía un
argumento suficiente decir «Lo dijo el maestro» o incluso «Lo escribió el
filósofo». Descartes, inaugurando la época moderna, dice: No. No basta la
autoridad, no basta con la tradición. Hace falta que a partir de mi propio
pensamiento yo llegue a descubrir la certeza.

1.2. “El discurso del método”, René descartes o por que Leerlo
El discurso del método se trata en las escuelas, pero quizás no se sepa exaltar su
importancia como se merece. Y más hoy 11 de febrero, efeméride de la muerte
del filósofo francés.

El dedicarle una entrada a una obra tan conocida es una decisión difícil, pues es
muy complicado que pueda aportar algo nuevo, pero quizás se entienda si explico
el motivo que me ha llevado a hacerlo. En menos de una semana, en dos
conversaciones distintas, y por dos personas muy diferentes, me he encontrado
con la misma respuesta. Ambos llevaron la conversación a una frase idéntica, “no
puedes quitarme la razón”. Ante tan lapidaria oración, mi reacción fue soplar de
impotencia y cortar la conversación lo más educada y rápidamente posible. ¿Cómo
dos personas tan distintas, de diferentes zonas geográficas y de estudios tan
dispares (una posee educación universitaria y la otra no), podían estar tan seguros
de poseer la razón?

No hablo de tener unas ideas, las cuales se pueden poner en confrontación con el
otro, no me refiero a eso, sino a poseer la razón, es decir, tener la seguridad de
7

detentar la verdad absoluta sobre un determinado asunto. Esto, como se entiende,


es muy peligroso, pues no deja capacidad de poder establecer un diálogo con el
otro, y así fue como lo comprendí. Era inútil hablar con estas personas, ya que, al
creerse poseedores de la razón, no estaban interesados en conocer otros puntos de
vista.

Todo esto me llamó mucho la atención, y lo hizo porque no entendía como se


podía estar seguro de tener la razón, de poseer la verdad absoluta en algo. Por
supuesto que todos tenemos opinión y visión propia sobre diferentes aspectos,
pero no todos nos creemos en posesión de la razón. ¿Qué hacía que estas dos
personas estuvieran tan seguras? En un primer momento, y quizás guiado por la
ofuscación de recibir semejante respuesta, pensé que: o eran muy osados, o muy
estúpidos. Sin embargo, después cavilé por qué somos muchos los que no nos
creemos en posesión de la razón y dudamos de lo que pensamos, y di con la
respuesta. Habíamos leído y comprendido El discurso del método de Descartes.

Es obvio que estas dos personas del ejemplo que se creen que la razón es suya, no
han leído a Descartes, y si lo han hecho no lo han comprendido, lo han obviado o
lo han menospreciado. En El discurso del método, el filósofo francés explica como
creó un método de razonamiento por el cual duda de todo, excepto de una sola
cuestión, que él existe porque razona. Descartes explica esta máxima mediante
una frase que ha pasado a la historia, “pienso, luego existo”.
Dudar de todo. Es obvio que es algo muy difícil, y que llevarlo a su extremo no
nos dejaría vivir nuestras vidas, pero sí que permitiría, si se ensalzara y se
explicara como es debido la importancia de este planteamiento en las escuelas,
que quizás más personas se lo pensarían antes de ser tan tajantes en determinadas
acciones o ideas. El hecho de poner en duda algo que tú mismo crees, hace que te
pongas en el lugar de otra persona que no piense igual que tú. Por lo tanto, se
vuelve mucho más sensible a la opinión y por ende alcanzas un mayor grado de
comprensión de las ideas ajenas a ti.

Sólo por este motivo merece la pena la lectura de esta magistral obra de Descartes,
la cual es todo un ejemplo de para qué sirve la filosofía y su puesta en práctica en
nuestras vidas.
8

1.2.1. La frase más conocida del filosofo

Uno de los pocos lemas que incluso los más profanos en filosofía conocen
es el famoso Cogito ergo sum, es decir, «Pienso, luego soy», «Pienso,
luego existo». Para Descartes, el concepto «pienso» es muy amplio, no se
refiere simplemente a lo que nosotros llamamos el pensamiento, como
pura reflexión y búsqueda de un conocimiento. Se trata de toda la actividad
mental que tiene un ser humano: la duda, la vacilación, la certeza, incluso
los sentimientos como la alegría y el reconocimiento. También lo que
forma la vida, lo espiritual, lo intelectual. Todo eso entra más o menos en
la amplísima concepción de lo que es el cogíto. Y lo que simplemente dice
Descartes es: «Veo o noto que existo», «noto que existo porque si estoy
equivocándome existo, porque no puedo equivocarme sin existir, si estoy
dudando existo, si estoy perplejo existo». Es decir, a partir de cualquiera
de los movimientos intelectuales, anímicos, espirituales, llega a la
conclusión de que al menos eso es seguro: existe. Y a partir de esa certeza
va desarrollando las demás.

Descartes admite que puede existir hipótesis más o menos siniestra un


genio maligno, alguien que estuviera siempre engañándome,
permanentemente lanzando alucinaciones sobre mí, mostrándome
apariencias falsas, pero lo que no puede impedir es que yo siga, pese a
todo, existiendo. Esta hipótesis del genio maligno representa simplemente
la posibilidad de que la realidad no sea lo que yo supongo que es a partir
de mis sensaciones y raciocinios. En ese contexto, la demostración de la
existencia de Dios, cuya necesidad se le impone a Descartes, no es un tema
teológico, sino más bien la defensa de la idea de que hay efectivamente un
orden en el mundo. Si no hubiese tal orden, la circunstancia de que una
determinada idea sea clara y distinta esto es, evidente no garantizaría su
verdad. Por otra parte, Descartes concluye en la existencia, primero de un
Dios benévolo un Dios que no me engaña, lo cual es una profesión de fe
en la inteligibilidad de la naturaleza que a él le parece que deriva de la
propia realidad espiritual del ser humano, y a partir de ese Dios una serie
de ideas claras y distintas que van a formar el conjunto de nuestros
conocimientos.
9

En Descartes hay una separación entre el espíritu y la materia. La materia


es aquello a lo que el espíritu está destinado a conocer. Nuestro espíritu
está destinado a conocer y a vivir dentro de la materia. Una realidad
distinta, separada de ese mundo del espíritu donde está la certeza, el
pensamiento. El mundo de la materia, puro mecanismo, es una bien
tramada urdimbre de causas y efectos que el espíritu va a conocer, y desde
el exterior va a reflexionar sobre él.

1.2.2. Lo cartesiano de nuestros días


Rene Descartes pasa, como he dicho, por ser el padre de la filosofía
moderna y contemporánea. El artífice de convertir la subjetividad humana
en el baremo de lo que es real y no es real, de lo que es verdadero y lo que
no es verdadero. Ese baremo que antes estaba en la divinidad o en la
tradición o en la autoridad de los antiguos, él lo lleva al campo de la
subjetividad. En otras palabras, esa comprensión que tenemos de nuestro
movimiento espiritual y sus dudas, pero también de la búsqueda de la
verdad, es la que va a establecer lo que existe y no existe, lo que es y no
es verdadero. A partir de Descartes, nace el idealismo, la búsqueda de la
ciencia en el sentido moderno del término. Probablemente, la filosofía
propiamente cartesiana, las Meditaciones, incluso las aportaciones en
torno al discurso del método pueden parecemos un poco obvias o, tal vez,
pasadas de moda. Algunas de sus aportaciones matemáticas siguen siendo
válidas en sus campos, pero otras no. Se equivocó en el campo de la física,
al hablar por ejemplo de los torbellinos. Descartes proponía una «teoría de
los torbellinos» según la cual el éter formaba vórtices alrededor del sol y
las estrellas, siendo esos torbellinos los que explicaban el movimiento de
los planetas. Fue Isaac Newton el que tuvo la razón frente a Descartes en
casi todo.13 Incluso Descartes cometió equivocaciones en el mundo de lo
psicológico cuando dijo que el alma y el cuerpo se unían en la glándula
pineal (lo que hoy llamamos hipófisis), esa parte del cuerpo que en ese
momento no se sabía para qué servía. Todo esto hoy no funciona, no es
operativo. Pero sí el planteamiento de la subjetividad humana como centro
y único referente del pensamiento. Esta aportación, con sus derivaciones
10

y las múltiples consecuencias que tuvo, sigue absolutamente vigente y, por


lo tanto, Descartes es una referencia inexcusable del pensamiento
moderno.

1.3. Baruch Spinoza


Hijo de judíos portugueses, sobrio, cortés, estudioso de la lengua latina y luego de
teología, Baruch Spinoza nació en Ámsterdam en 1632. Cuando abandonó la
religión paterna, cambió su nombre por el de Benedicto, con el que firmó sus
escritos y cartas. Publicó en vida sólo dos libros: Principios de la filosofía de
Descartes. Pensamientos metafísicos (1663) y Tratado teológico-político (1670).
En forma póstuma se conocieron otras obras, entre ellas la incomparable Ética
demostrada según el orden geométrico y Correspondencia (1661-1676). Si bien
cada uno de sus escritos posee un registro diferente, en todos ellos se iluminan
formas de vida comunitarias más liberales y tolerantes que las que tuvo que
soportar en su época. Spinoza fue excomulgado y debió exiliarse. Murió en La
Haya en 1677. A continuación, cinco razones por las que descubrir el pensamiento
de un filósofo cuyas ideas, 340 años después de su muerte, son el eje de una
nutrida serie de títulos locales.

1.3.1. ¿Por qué el miedo y el odio nos esclavizan


En 2001, la editorial Cactus inauguró su catálogo con En medio de Spinoza, libro
de clases de Gilles Deleuze dedicadas al filósofo holandés. Antes, Tusquets había
publicado Spinoza: filosofía práctica, donde Deleuze elegía los aspectos más
interesantes de Spinoza para su propia filosofía: la distinción entre ética y moral,
la crítica de la conciencia individual, del ansia de juicio y de la afición humana
por las "pasiones tristes" como el miedo, el odio, la codicia y la crueldad.
"Vivimos en un mundo más bien desagradable, en el que no sólo las personas,
sino también los poderes establecidos tienen interés en comunicarnos afectos
tristes -se lee en Diálogos (Pretextos), de Claire Parnet y Deleuze-. Los afectos
tristes son todos aquellos que disminuyen nuestra potencia de obrar. Y los
poderes establecidos necesitan de ellos para convertirnos en esclavos." Cactus
prosiguió con una línea spinoziana en el catálogo. Publicó el primer libro de
Henri Meschonnic traducido en la Argentina, titulado Spinoza. Poema del
pensamiento, y luego, Spinoza. Una física del pensamiento, de François
Zourabichvili. Siguió con el Tratado teológico-político y el impar Spinoza por
11

las bestias, un "bestiario" del filósofo Ariel Suhamy y la dibujante Alia Daval.
Tinta Limón lanzó en 2014 Hegel o Spinoza, de Pierre Macherey, que presenta
a Hegel como un "lector descarriado" del primero.

1.3.2. Obras que le hicieron pasar a la historia


Hacia 1660, Spinoza vuelve a mudarse, en este caso a la localidad de
Rijnsburg, en las cercanías de Leyden, donde escribe las dos únicas obras
que publicaría en vida bajo su nombre: por un lado, Pensamientos
metafísicos, y por otro, Principios de la filosofía de Descartes. Ambas
serían editadas en 1663.

Es en esos años cuando también comienza a trabajar en la que será su


gran obra, una de las que le haría pasar a la historia como uno de los
grandes filósofos de todos los tiempos: Ética demostrada según el
orden geométrico. Este libro, como decimos su obra más famosa y
valorada, le llevaría casi 14 años de trabajo y es considerada uno de los
mejores exponentes de la filosofía racionalista. Está escrita siguiendo la
forma de exposición de los libros de matemáticas, con axiomas,
definiciones, proposiciones con demostraciones y corolarios, acordes con
la búsqueda de la exactitud y perfección del racionalismo.

Su estancia en Rijnsburg no durará más que tres años, pues pronto vuelve
a hacer las maletas, trasladándose en este caso a Voorburg, en las cercanías
de La Haya, ciudad esta última a donde se mudaría en 1670 y en la que
residiría hasta su muerte.

Ya en La Haya publica, de forma anónima, su otra gran


obra, Tratado teológico-político. Este libro cayó como una auténtica
bomba, provocando enormes críticas y polémicas entre detractores y
seguidores. Tanto fue así que Spinoza tomó la decisión de no volver a
publicar nada en su vida, dejando ordenado que todas sus demás obras
vieran la luz únicamente tras su muerte. Mucho tuvo que ver en esta
decisión el asesinato de su gran protector y amigo Jan de Witt, en 1674,
así como la prohibición del libro. No obstante, algunos de sus siguientes
trabajos sí gozaron de cierta circulación entre amigos y admiradores.
12

En esos años tuvo un cierto reconocimiento como filósofo, pues se le llegó


a ofrecer la cátedra de Filosofía en la Universidad de Heidelberg. Fiel a su
estilo, Baruch la rechaza. El motivo vino a ser el de siempre, pues aunque
se le aseguró que tendría plena libertad para ejercer su trabajo, también se
le solicitaba que no criticara la religión públicamente establecida. Spinoza
prefirió renunciar al que podría haber sido su trabajo soñado antes que
renunciar a su libertad e ideas.

No tuvo tiempo para mucho más. Minado por la tuberculosis, enfermedad


que sufrió durante buena parte de su vida, moriría el 21 de febrero de 1677,
a los 44 años. Se dice que un año antes recibió la visita de otro de los
grandes racionalistas de su tiempo, Gottfried Leibniz, si bien este nunca
reconoció tal viaje.

1.3.3. Metafísica
Spinoza entiende por sustancia sólo una cosa: aquello que no necesita
de nada para existir. ¿Y quién no necesita nada? Dios. ¿Qué son
entonces, en opinión de Spinoza, todas las demás cosas? No sustancias,
sino atributos, responde. Los atributos son lo que el entendimiento percibe
de la sustancia como constituyente de su esencia. Esto no es más que la res
cogitans y res extensa de Descartes, pero en este caso rebajadas ambas de
categoría: Descartes las llama “sustancias”, mientras que Spinoza prefiere
pensar que son atributos de la única sustancia que existe: Dios. Dios es
definido por el filósofo holandés como el ente absolutamente infinito. La
sustancia que consta de infinitos atributos. Este Dios del que habla Spinoza
él lo identifica con la naturaleza. Todo lo que hay, todo lo que existe. La
realidad suprema es sólo una afección de Dios. Es por esto que decimos
que Spinoza es un panteísta: quienes defienden que el universo, la
naturaleza y la deidad (Dios) son la misma cosa.

Son tres ideas verdaderamente radicales las que podemos extraer:

1. No hay pluralidad en la sustancia.


13

2. La naturaleza (Dios) es la única que existe.


3. El orden ideal es el mismo que el real.

1.3.4. Ética

Partiendo de la metafísica es como llegamos a la ética. Puesto que todo


lo que hay es naturaleza, no tiene sentido oponerle nada, ni siquiera
aquello que denominamos espíritu. El alma no es más que la idea del
cuerpo, por lo que las dos están estrechamente relacionadas.

¿Qué quiere decir todo esto? Que sólo Dios es realmente libre. Spinoza
es un determinista. El hombre no es libre. Todo lo que le ocurre es
necesario y está escrito de antemano. Todo lo que acontece en su vida,
especialmente lo relacionado con sus pasiones, sigue el curso de la
naturaleza. ¿No hay entonces manera de que seamos libres? La hay dice
Spinoza: el conocimiento. Cuando el hombre comprende que no es libre y
acepta su esencia, es cuando puede realmente acercarse a la libertad. La
razón es, por tanto, la herramienta que nos permite conseguirlo, que lo
hace posible. Es mediante la razón que podemos alcanzar el conocimiento,
y con él la libertad. El Ser del hombre es saber que no es libre y que tiene
que vivir de acuerdo con su naturaleza (Dios). Si buscábamos la influencia
estoica en Spinoza, aquí la encontramos, en la forma de su principal
dogma: sólo la obediencia a Dios nos hace libres.

Podemos concluir de todo esto que la filosofía no es otra cosa que un


saber divino. Es el modo supremo del conocimiento. Y en ella, además,
es donde residen tanto la libertad como la felicidad que tanto perseguimos
en la vida. La ética spinoziana culmina, como hemos visto, en el amor
intelectual a Dios.

1.3.5. El estudio de ser Spinoza

La ontología. Spinoza explica el Ser como el afán que tenemos de


perdurar siempre, de seguir siendo eternamente. Cuando este afán se
refiere a la mente, lo denominamos voluntad, pero cuando se refiere no
sólo a la mente, sino también al cuerpo, lo denominamos apetito. El apetito
14

no es otra cosa que la esencia misma del Ser humano: el deseo. No


queremos algo porque sea bueno, sino al revés, decimos que algo es bueno
porque lo deseamos.

Existen, además, otros dos afectos para este autor: la alegría y la


tristeza, ambas relacionadas con el Ser. La alegría sería el aumento de la
perfección del Ser, mientras que la tristeza sería su disminución. De estos
afectos es de los que Spinoza cree que derivan todos los demás: el odio, la
envidia, el enamoramiento, la frustración, la euforia, etc. Ser es, por tanto,
tener apetito de eternidad. Querer ser para siempre. Y puesto que querer
es desear, el deseo ha de ser la esencia del hombre.

1.3.6. El Legado de Spinoza

A su muerte, sus amigos decidieron cumplir el deseo que había


solicitado en vida: ver publicadas sus obras cuando ya nadie pudiera
atacarle y juzgarle por sus teorías. De este modo, se reunieron todos sus
trabajos inéditos, así como su voluminosa correspondencia, en un mismo
tomo: Obra póstuma. Tristemente, corrió la misma suerte que sus
anteriores escritos: en 1690 fue introducido dentro del índice de libros
prohibidos del Vaticano.

Tras ello, el nombre de Baruch Spinoza pasó completamente


inadvertido dentro del mundo de la filosofía durante más de un
siglo, y no sería hasta el XIX cuando los intelectuales y pensadores
alemanes recuperaran su figura, reivindicándolo como padre del
pensamiento moderno. Su vida, marcada por la persecución –de su familia
y religión primero, a manos de las autoridades cristianas de la península
ibérica, y después de él mismo, por sus desviaciones frente al pensamiento
ortodoxo de las comunidades judías en los Países Bajos– representa como
pocas veces antes la coherencia, la defensa y la convicción de las propias
ideas, a pesar del clima que le tocó vivir. Pese a las críticas y los castigos,
Spinoza no reculó, alejándose paulatinamente de todos aquellos que
querían obligarle a pensar de un modo que no compartía. Sufrió
marginación y privaciones, pero se negó en todo momento a retractarse de
15

sus palabras y de su confianza en la razón, pese a que tomó las medidas


oportunas para no perder la vida por ellas.

1.4. Immanuel Kant


(Königsberg, hoy Kaliningrado, actual Rusia, 1724 - id., 1804) Filósofo alemán.
Hijo de un modesto guarnicionero, fue educado en el pietismo. En 1740 ingresó
en la Universidad de Königsberg como estudiante de teología y fue alumno de
Martin Knutzen, quien lo introdujo en la filosofía racionalista
de Leibniz y Christian Wolff, y le imbuyó así mismo el interés por la ciencia
natural, en particular, por la mecánica de Newton.

Su existencia transcurrió prácticamente por entero en su ciudad natal, de la que no


llegó a alejarse más que un centenar de kilómetros cuando residió por unos meses
en Arnsdorf como preceptor, actividad a la cual se dedicó para ganarse el sustento
luego de la muerte de su padre, en 1746. Tras doctorarse en la Universidad de
Königsberg a los treinta y un años, ejerció en ella la docencia y en 1770, después
de fracasar dos veces en el intento de obtener una cátedra y de haber rechazado
ofrecimientos de otras universidades, fue nombrado por último profesor ordinario
de lógica y metafísica.

La vida que llevó ha pasado a la historia como paradigma de existencia metódica


y rutinaria. Es conocida su costumbre de dar un paseo vespertino a diario, a la
misma hora y con idéntico recorrido, hasta el punto de que llegó a convertirse en
una especie de señal horaria para sus conciudadanos; se cuenta que la única
excepción se produjo el día en que la lectura de Emilio o De la educación, de Jean-
Jacques Rousseau, lo absorbió tanto como para hacerle olvidar su paseo, hecho
que suscitó la alarma de sus conocidos.

Para Immanuel Kant, la filosofía engloba la relación de todos los acontecimientos


con los fines esenciales a los que tiende la razón humana. Por eso, una vez que la
descubrió, se entregó a ella por entero, sin condiciones: la estudió, la analizó, la
criticó, la escribió, la divulgó.
16

1.4.1. La filosofía de Kant

En el pensamiento de Kant suele distinguirse un período inicial,


denominado precrítico, caracterizado por su apego a la metafísica
racionalista de Wolff y su interés por la física de Newton. En 1770, tras la
obtención de la cátedra, se abrió un lapso de diez años de silencio durante
los que acometió la tarea de construir su nueva filosofía crítica, después
de que el contacto con el empirismo escéptico de David Hume le
permitiera, según sus propias palabras, «despertar del sueño dogmático».

En 1781 se abrió el segundo período en la obra kantiana, al aparecer


finalmente la Crítica de la razón pura, en la que trata de fundamentar el
conocimiento humano y fijar asimismo sus límites; el giro copernicano
que pretendía imprimir a la filosofía consistía en concebir el conocimiento
como trascendental, es decir, estructurado a partir de una serie de
principios a priori impuestos por el sujeto que permiten ordenar la
experiencia procedente de los sentidos; resultado de la intervención del
entendimiento humano son los fenómenos, mientras que la cosa en sí (el
nóumeno) es por definición incognoscible.

Pregunta fundamental en su Crítica es la posibilidad de establecer juicios


sintéticos (es decir, que añadan información, a diferencia de los analíticos)
y a priori (con valor universal, no contingente), cuya posiblidad para las
matemáticas y la física alcanzó a demostrar, pero no para la metafísica,
pues ésta no aplica las estructuras trascendentales a la experiencia, de
modo que sus conclusiones quedan sin fundamento; así, el filósofo puede
demostrar a la vez la existencia y la no existencia de Dios, o de la libertad,
con razones válidas por igual.

El sistema fue desarrollado por Kant en su Crítica de la razón práctica,


donde establece la necesidad de un principio moral a priori, el llamado
imperativo categórico, derivado de la razón humana en su vertiente
práctica; en la moral, el hombre debe actuar como si fuese libre, aunque
no sea posible demostrar teóricamente la existencia de esa libertad. El
fundamento último de la moral procede de la tendencia humana hacia ella,
y tiene su origen en el carácter a su vez nouménico del hombre.
17

Kant trató de unificar ambas "Críticas" con una tercera, la Crítica del
juicio, que estudia el llamado goce estético y la finalidad en el campo de
la naturaleza. Cuando en la posición de fin interviene el hombre, el juicio
es estético; cuando el fin está en función de la naturaleza y su orden
peculiar, el juicio es teleológico. En ambos casos cabe hablar de una
desconocida raíz común, vinculada a la idea de libertad. A pesar de su
carácter oscuro y hermético, los textos de Kant operaron una verdadera
revolución en la filosofía posterior, cuyos efectos llegan hasta la
actualidad.

1.4.2. La Filosofía es la Respuesta


Tras iniciarse en el conocimiento del mundo gracias a su interés por la
física, Kant se consagró a la filosofía en todas sus facetas: a su enseñanza,
su revisión y crítica, su incesante cultivo. Pero ¿qué fue para él la filosofía?
¡Todo!, sería una respuesta simplista, pero verdadera. Para Kant, la
filosofía engloba la relación de todos los acontecimientos con los fines
esenciales a los que tiende la razón humana. De ese modo se distinguen
tres apartados, tres preguntas cuya respuesta es la misma: la filosofía.

 ¿Qué puedo conocer? La filosofía establece los límites y los


principios que hacen posible un conocimiento científico de todo lo
que existe, de los seres físicos y de la naturaleza.
 ¿Qué debo hacer? La filosofía determina los principios de las
acciones del hombre y las condiciones de su libertad.
 ¿Qué puedo esperar? A la filosofía corresponde delinear el
destino del ser humano y evaluar las condiciones y posibilidades
de su realización.

A cada una de las tres preguntas, Kant dedicó una de sus obras capitales.
A la primera, la Crítica de la razón pura; a la segunda, la Crítica de la razón
práctica; a la última, la Crítica del juicio. A la respuesta, a la filosofía, le
entregó su vida entera.
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1.4.3. Giro copernicano: el ser humano en el centro del universo


Se anuncia de alguna manera en el punto anterior. En la filosofía anterior
a Kant se aceptaba la realidad de un sujeto que conoce y de otra, ajena a
él, que es conocida. Bien. Esto puede ser válido en todo caso para un
conocimiento empírico. La operación de Kant es situar al ser humano en
el centro del tablero y decir que ese sujeto que conoce lo hace de una
manera activa y que, de alguna manera, filtra, se imbrica y hasta modifica
la realidad que está conociendo. Reivindica, para hacer su idea más
comprensible, el hallazgo de Copérnico, desmintiendo que el sol y los
demás astros giraran alrededor de la Tierra y colocando al sol en el centro.
Siglos más tarde es Kant el que coloca al ser humano en esa posición
central.

1.4.4. A priori, a posteriori

Estos términos, básicos en el idioma kantiano, están relacionados con la


posibilidad del conocimiento y también con la moral. En el primer caso,
el término a priori se aplica a todo aquello que no procede de la
experiencia, sino que tiene que ver con las facultades propias del sujeto
cognoscente. Se refiere a condiciones universales y necesarias y son,
además, previas a la experiencia. Kant creyó que la matemática y la física
pura tienen un origen apriorístico, como también lo tienen las coordenadas
espacio-tiempo. Las condiciones a posteriori o empíricas, por contra, son
particulares, fácticas y contingentes.

De ese modo existen juicios a priori, que son verdaderos sin necesidad de
recurrir a la experiencia. Que el todo –por ejemplo– es mayor que las
partes es un juicio evidentemente verdadero sin que haya que medir ni el
todo ni las partes. Sin embargo existen juicios a posteriori que sólo pueden
ser verdaderos si se hacen comprobaciones. De nuevo los primeros son
universales y necesarios. No así los segundos. La extensión de las
características de los juicios a priori en el ámbito de la moral dará lugar al
imperativo categórico.
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1.4.5. Fenómeno vs noúmeno


La distinción entre fenómeno y noúmeno es clave a la hora de entender el
sistema kantiano. Con fenómeno, Kant designa el objeto del conocimiento
empírico y objetivo, lo que aparece o se muestra al sujeto que conoce. Para
aquello que conocemos sin que exista una transcripción material o sensible,
Kant empleó el término noúmeno o cosa-en-sí. El noúmeno, por tanto, es lo
que no puede ser reconocido ni por la intuición sensible ni intelectual. Ya que
el conocimiento se limita a los fenómenos, no hay conocimiento de las cosas-
en-sí al menos a través de la razón teórica. Su campo es el de la razón práctica.
Solo a través de la experiencia de la moral se muestran accesibles los
noúmenos.

1.4.6. Kant, ética formal

La ética puede ser de dos tipos: material o formal. La primera –las


primeras, mejor dicho pues tienen diversos contenidos– son empíricas
porque esos contenidos proceden de la experiencia; tienen preceptos
condicionales, abocados a conseguir fines y son heterónomas; el sujeto se
determina mediante leyes ajenas a sí mismo o su propia razón. La ética de
Kant las rechaza: rechaza el contenido que le puede otorgar la experiencia,
la determinación que establezca unos fines o cualquier ente externo al
sujeto. Kant es un tipo formal y su ética también lo es. La ética kantiana no
tiene fines y no determina lo que debemos hacer. La ética de Kant se centra
en cómo debemos actuar. Y ¿cómo hemos de actuar? La respuesta es por
deber. “Una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el propósito
que por medio de ella se quiera alcanzar, sino en la máxima por la cual ha
sido resuelta”. Fundamentación de la metafísica de las costumbres.

1.4.7. Un filósofo trascendental

Efectivamente, lo fue y así lo ha demostrado el devenir del pensamiento,


pero, además de serlo y de usar la palabra para definir toda su producción,
como hemos visto, Kant la aplicó también a diversas ramas de sus estudios.
En la Crítica de la razón pura, Kant diferencia entre:
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 Estética trascendental. Se centra en la sensibilidad y en su papel


respecto a la posibilidad del conocimiento. Concluye que las variables
tiempo y espacio son formas a priori de la sensibilidad: para que algo
pueda ser percibido por el sujeto, debe ser sometido, reducido a esas
dos condiciones de la sensibilidad, el tiempo y el espacio.
 Analítica trascendental. Ya no hablamos de sensibilidad, sino de
conocimiento. Este se realiza a través de conceptos. Algunos, los
empíricos, proceden de los datos de los sentidos, pero otros son a priori,
puros. A estos Kant los denomina categorías y los define como aquellos
conceptos que hacen posible “pensar los objetos”. Los tocaremos en
detalle en el siguiente epígrafe.
 Dialéctica trascendental. Se centra en la razón y en la posibilidad, o
no, de la metafísica. Si la razón, en su infatigable búsqueda de las causas
últimas y el origen de las cosas no es limitada, acabará entrando en el
terreno de la metafísica: esto es, de nociones como el alma, el mundo o
Dios. Kant concluye que la metafísica, como conocimiento de
realidades más allá de la experiencia es imposible, pues las categorías
sólo deben aplicarse a los fenómenos, a los datos obtenidos de los
sentidos.

1.4.8. Categorías, en detalle

Las categorías son un tipo de concepto de los que hacen posible el


entendimiento. Hay dos, los generados a partir de la experiencia y otros
innatos, a priori: las categorías. Kant estaba muy satisfecho con este
descubrimiento hasta el punto de catalogarlo. Serían doce categorías, tres
por cada tipo de juicio:

 Según la cantidad: unidad, pluralidad y totalidad.


 Según la cualidad: realidad, negación y limitación.
 Según la relación: sustancia, causa (y efecto) y reciprocidad.
 Según la modalidad: posibilidad (o no), existencia (o no) y el juego
necesidad-contingencia.

A este cuadro de categorías elaborado a partir de la clasificación lógica de los


juicios se le llama “deducción metafísica de las categorías”
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CONCLUSIONES

Muchos pueden pensar que estudiar filosofía no sirve para nada sin embargo nada más
lejos de la realidad. «La filosofía sirve, por ejemplo, para configurar nuestra personalidad
y adoptar un estilo de vida». Esta frase del profesor Narbona tiene la siguiente
explicación: La actitud personal de simpatía o rechazo ante una determinada idea forma
parte (incluso) sin saberlo, de un planteamiento filosófico. El filósofo nos explica que,
por ejemplo, «la democracia es una conquista de la filosofía». Vino dada gracias al
nacimiento de la Ilustración. Sin ella, «no habrían surgido las sociedades abiertas y
plurales, la constitución de Estados Unidos se elabora con las ideas de dos
filósofos: Locke y Montesquieau». Si borramos la filosofía de nuestra vida «nuestra
comprensión del pasado y el presente será deficitaria y nuestros proyectos de futuro
desperdiciarán siglos de reflexión, experiencia y creatividad», explica el profesor.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Savater, Fernando A(2016) La aventura del pensamiento, Ed. Sudamericana.


Disponible en:
http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/hf/soff_mo_7.html

2. Blog Filosofía & CO. A(2018) La Razón como camino al conocimiento.


Disponible en:
https://blogs.herdereditorial.com/filco/spinoza-razon-camino-libertad/

3. Biografías y Vidas A.(2018) La Enciclopedia Biográfica en Línea. Disponible en:


https://www.biografiasyvidas.com/

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