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Mesopotamia
La mayoría de las fuentes que he leído sobre la historia de oratoria, inician con
Sicilia o Grecia. Pero indagando más sobre el contexto histórico me choqué con una
de las civilizaciones más grandes del mundo antiguo llamado “Mesopotamia”, en
donde se ha desarrollado intensas escenas políticas y religiosas. Para mí la oratoria
data desde mucho antes. Moisés (1500 a.C.) líder israelita fue escogido por Dios
mismo, para la difícil misión de liberar al pueblo de Israel del poder opresivo de
Faraón de Egipto. Puedo imaginarme a Moisés en el palacio presentando su
discurso y arguyendo las diez plagas que yergue sobre Egipto, en caso que
desistiera de obedecer las indicaciones divinas.
Grecia
Por lo tanto, La oratoria era más que una necesidad, porque Grecia como ciudad
cosmopolita era escenario de constantes debates y alegatos, por lo que cualquiera
que participe de ellos debía estar dotado de erudición y elocuencia. La necesidad
era tanto que Sócrates el célebre filósofo al parecer fundó una academia para
formación de oradores y llegó a ser considerada como un instrumento fundamental
para alcanzar prestigio y poder político.
Gorgias: Considera a la retórica como una magia, preocupándose por las palabras
que debían encantar los oídos y dominar los ánimos. Decía que "Nada existe, y si
algo existe no puede ser conocido; o si algo existe y es conocido, no puede ser
expresado"
Heráclito: Dice que "Todo fluye, todo cambia, y el hombre es la medida de todas las
cosas"
Esquines: Orador dotado, hábil para improvisar y controvertir.
El Macedónico. Se desarrolla la oratoria jurídica junto a la política
Nació en Atenas, (384 - 322 a.C.) Orador y político ateniense. A partir del año 354
a.C. intervino en asuntos políticos y se hizo famoso por sus discursos.
El joven Demóstenes soñaba con ser un gran orador. Pero su problema radicaba
en que sufría cierto grado de tartamudez. En una de sus presentaciones fue
abucheado vilmente por los asistentes porque no podía articular las palabras como
es debido. Fue un gran fracaso. A la tercera frase fue interrumpido por los gritos de
protesta de la audiencia: ¿Para qué nos repite diez veces la misma frase?-dijo un
hombre seguido de las carcajadas del público.- ¡Hable más alto! -exclamó otro-. No
se escucha, ¡ponga el aire en sus pulmones y no en su cerebro! Las burlas
acentuaron el nerviosismo y el tartamudeo de Demóstenes, quien se retiró entre los
abucheos sin siquiera terminar su discurso. Cualquier otra persona hubiera olvidado
sus sueños para siempre. Fueron muchos los que le aconsejaron –y muchos otros
los que lo humillaron- para que desistiera de tan absurdo propósito. En vez de
sentirse desanimado, Demóstenes tomaba esas afirmaciones como un desafió,
como un juego que él quería ganar. Usaba la frustración para agrandarse, para
llenarse de fuerza, para mirar más lejos. Sabía que los premios de la vida eran para
quienes tenían la paciencia y persistencia de saber crecer.- Tengo que trabajar en
mi estilo.- se decía a sí mismo. Así fue que se embarcó en la aventura de hacer todo
lo necesario para superar las adversas circunstancias que lo rodeaban. Se afeitó la
cabeza, para así resistir la tentación de salir a las calles. Corría por las riberas del
mar, cogía piedrecillas y las ponía en su boca y gritaba hasta más no poder. De este
modo, día a día, se aislaba hasta el amanecer practicando. Así pasaron meses y
años, antes de que reapareciera de nuevo ante la asamblea defendiendo con éxito
a un fabricante de lámparas, a quien sus ingratos hijos le querían arrebatar su
patrimonio. En esta ocasión la seguridad, la elocuencia y la sabiduría de
Demóstenes fueron ovacionadas por el público hasta el cansancio. Posteriormente
elegido como embajador de la ciudad. Su persistencia convirtió las piedras del
camino en las rocas sobre las cuales levantó sus sueños.
Roma
CICERÓN. Marco Tulio Ciceron (106 - 43 a. C.) nació en Arpino, una pequeña
población del sur de Roma, La familia de Cicerón pertenecía al “ordo equestris”, si
bien era la clase acomodada de Roma; pero era considerada de rango “plebeya”.
Fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador romano. Es considerado uno de los
más grandes retóricos y estilistas de la prosa latina. [][]Reconocido universalmente
como uno de los más importantes autores de la historia romana, es responsable de
la introducción de las más célebres escuelas filosóficas helenas en la intelectualidad
republicana, así como de la creación de un vocabulario filosófico en latín.
“Su carrera política fue fulgurante: en un año fue elegido edil, en el 66 a.C. pretor,
cargo desde el que propulsó un acercamiento entre caballeros y senadores
(concordia ordinum), y dos años después obtuvo la elección de cónsul del Senado.
Desde esta posición, hizo fracasar la reforma agraria propuesta por Rullo, hizo
frente a los populares, liderados por Craso y César, y llevó a cabo una de las batallas
más dramáticas y peligrosas de su carrera: su oposición a la conspiración de
Catilina”.
Cicerón escribió varios tratados de retórica en los que recopilaba todos los
conocimientos que había adquirido estudiando la retórica griega e investigando la
historia de la oratoria romana, junto con los que había extraído de su experiencia
personal como abogado y estadista. “En sus obras; De oratore (acerca de la
formación del orador) y Orator (retrato del orador ideal) enumera las cualidades
innatas que debe reunir un orador: figura, tono de voz, memoria, etc.; a ellas debe
añadirse una formación que abarque todos los campos del saber: leyes, historia,
filosofía, literatura, etc., y el conocimiento de las técnicas del discurso”.
GRANDES ORADORES
Los Modernos, José Antonio Primo de Rivera, Martin Luther King, Winston Churchill,
Robespierre, Benito Mussolini, Dale Carnegie, Juan Perón, Raúl Alfonsín, Ramón
Otero Pedrayo, Emilio Castelar, Jorge Eliécer Gaitán, Salvador Allende, Fidel
Castro, Barack Obama.
Los Nuestros; Fernando Belaúnde; Alan García Pérez, Mario Vargas Llosa, Pedro
Huillca.
CONCLUSIÓN