Sie sind auf Seite 1von 12

LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA DE UN

CAMPO DE PRISIONEROS DE GUERRA

Autor: R. A. Radford

INTRODUCCIÓN:

Desechando la influencia que puedan tener ciertas circunstancias anormales, las


instituciones, las ideas y los hábitos sociales se encuentran reflejados en un campo de
concentración para prisioneros de guerra. Esta es una organización social poco frecuente,
pero si vital. La organización del campo y ciertas políticas internas, son asuntos de
verdadera importancia para los prisioneros en cuanto afectan su situación actual y tal vez
también su situación futura. Nadie pretende que los asuntos relacionados con un campo de
concentración tengan mayor interés para el resto de las personas, pero para los prisioneros,
ellos son muy importantes. Estos viven en un mundo de estrechos horizontes donde el
futuro les puede deparar cualquier destino. De ahí que para los prisioneros no haya cosa
alguna más importante que los acontecimientos del campo de concentración.
Un prisionero estará preocupado y tendrá opinión formada sobre lo que para nosotros puede
ser un detalle. Por ejemplo, si los alimentos deben ser entregados crudos a los prisioneros y
cocidos por ellos o si deben ser servidos listos para comerlos. Ello, sin perder de vista las
noticias de guerra o dejar de formarse opinión sobre el Tratado del Atlántico y otros
asuntos de la guerra, importantes para la opinión pública de fuera del campo.
Un aspecto de la organización social se encuentra en la actividad económica, y ésta,
junto a otras manifestaciones de la existencia del grupo, se encuentra en cualquier campo
de concentración. En verdad, un prisionero no depende enteramente de sus apresadores para
la provisión de sus necesidades o aún de sus caprichos o sus lujos, sino que más bien, a
través de su actividades económica – el comercio – su estándar de vida puede ser alzado
substancialmente, constituyendo, en consecuencia, el comercio una preocupación sería para
ellos. Es cierto que la pequeña escala de transacciones simples – cigarrillos, jamón, hojas
de afeitar- hace difícil de apreciar la importancia que para el prisionero tiene esta actividad,
aún para aquellos que como el autor, hace apenas tres meses que han dejado el campo.

Traducción hecha por Pablo Barahona, Universidad Católica de Chile, del artículo
aparecido en la Revista “Económica”, número de noviembre, 1945.

En un campo de concentración puede haber poca producción, el énfasis en la


actividad económica recae en el comercio y el dinero. Un campo de concentración no
puede ser comparado desde este punto de vista, con una economía normal, pero tampoco es
realista compararlo con la inercia económica que significa una simple mesa de comensales.
Naturalmente que las entretenciones, el interés académico y literario, los juegos y
las discusiones acerca del mundo de afuera juegan un papel más importante que el que las
preocupaciones de todo orden les permiten jugar en el mundo de afuera. Pero sería erróneo
subestimar la importancia de la actividad económica. Cada uno de los prisioneros recibe
más o menos la misma cantidad de bienes esenciales; es mediante el comercio que las
preferencias individuales se manifiestan y el bienestar de todos se incrementa.
Todos hacen cambios de un tipo u otro y algunos se dedican a ello.

1
A pesar de que un campo de prisioneros provee un ejemplo vivo del
funcionamiento de una economía simple que podría ser usado como un alternativa de la
Economía tipo Robinson Crusoe, tan utilizada por los textos, y su simplicidad sirve para
mostrar o demostrar ciertas hipótesis amenas e instructivas, se dice que la principal lección
de una organización de este tipo es sociológica.
En verdad, hay interés en observar el crecimiento de las instituciones económicas y
la creación de costumbres en una sociedad nueva- como un campo de prisioneros-, lo
suficientemente pequeña y simple para evitar que los detalles obscurezcan los procesos
básicos del funcionamiento del sistema social. Pero el interés fundamental radica en la
universalidad y la espontaneidad de la vida económica : que nace no por una imitación
consciente de situaciones pasadas o externas al campo. Sino como una respuesta a
necesidades y circunstancias inmediatas. Cualquier similitud entre la organización de
prisioneros y organizaciones de fuera nace, en consecuencia de estímulos similares que
requieren de respuestas parecidas.
Lo que sigue, es una breve descripción de los datos esenciales de la organización del
campo de concentración. El campo sobre el cual el autor tuvo experiencia, era uno en el
cual el proceso económico no tenía la complicación que los prisioneros trabajaran por pago
para quienes ostentaban el poder. Consistía normalmente, de una población entre 1.200 y
2.500 personas, que habitaban edificios separados pero intercomunicados, destinados, cada
uno, a una compañía de 200 prisioneros. Cada compañía constituía un grupo dentro de la
organización principal y dentro de la compañía el mismo dormitorio y otros grupos
informales voluntarios, formaban unidades sociales menores.
Entre los individuos había un comercio activo de toda clase de bienes de consumo y
de algunos servicios. La mayor parte del comercio era el cambio de alimentos por
cigarrillos, pero al cabo de cierto tiempo, los cigarrillos dejaron de ser un bien cualquiera
para transformarse en dinero. Los marcos existían pero casi no tenían circulación, excepto
para pagar deudas de juego y para comprar uno que otro artículo en el casino de del campo.
Los abastecimientos de los prisioneros consistían en raciones repartidas por la
autoridad del campo y (principalmente) en el contenido de paquetes entregados a cada uno
por la Cruz Roja. Tales paquetes contenían leche envasada, jamón, mantequilla, pasteles,
chocolates, azúcar, etc., y cigarrillos. Generalmente las raciones para cada cual eran
iguales y repartidas con regularidad. Se recibía también algunas donaciones particulares de
ropas, artículos de uso personal y cigarrillos y con ellas, la completa igualdad y regularidad
se rompía, debido al diverso número de donaciones que cada uno recibía. Con todo, estos
artículos eran, además, objetos de comercio.

EL DESARROLLO Y LA ORGANIZACIÓN DEL MERCADO

Muy poco tiempo después de ser capturado, cada prisionero se dio cuenta que era
innecesario y no le convenía rechazar aquellas raciones o regalos que no le gustaban y
aceptar sólo aquellas que eran de su agrado. Debía aceptar todos y comerciarlo como una
forma de maximizar la satisfacción que le producía una cierta cantidad de bienes.
Los prisioneros llegamos a un campo de concentración transitorio ubicado
en Italia, alrededor de una semana después de ser capturados, y recibimos al
llegar ¼ de ración de la Cruz roja. El intercambio de cosas comenzó de inmediato.
Se inicio con un simple trueque directo, como, por ejemplo, que un no fumador
2
entregaba su ración de cigarrillos a un amigo que fumaba a cambio de una ración
de chocolate. Intercambios más complicados aparecieron muy pronto en el campo.
Circulaban un cuento de un sacerdote que inició un mañana su intercambio en el
campo con una porción de queso y cinco cigarrillos y volvió en la noche a acostarse, con el
equivalente de una ración completa de las que repartía la Cruz Roja, además de su porción
de queso y sus cigarrillos; todo ello producto solamente del intercambio. El mercado no era
perfecto todavía. Durante una o dos semanas, a medida que crecía el volumen de comercio,
el sistema de precios fue precisándose u haciéndose conocido. Juan, quien había cambiado
su carne envasada por prácticamente cualquier alimento, comenzó a insistir en recibir a
cambio jamón o margarina. Nos dimos cuenta que un tarro de jamón envasado valía a
media libra de margarina más algo; que un paquete de cigarrillos valía a varios pedazos de
chocolate y que una lata de zanahorias partidas valía prácticamente nada.
En este campo, nosotros no visitábamos otros edificios muy a menudo, y los precios
variaban de un edificio a otro. De esta forma, se explica la verosimilitud de la historia del
sacerdote, recién relatada. Hacia fines de mes, cuando llegamos al campo que sería
permanentemente, existía un comercio muy activo y generalizado de todo tipo de bienes y
sus precios relativos eran conocidos, y eran expresados, no en términos de otro bien por el
cual se deseaba cambiar- no se expresaba el precio del azúcar en términos de chocolate, por
ejemplo-sino que todos los precios se expresaban en términos de cigarrillos. El cigarrillo
llegó a ser la unidad de valor. En el campo se comenzó a anunciar mediante letreros
puestos en las ventanas, las diferentes ofertas-“porción de queso por siete” (se refería a
cigarrillos). Las horas que seguían a la recepción de las raciones eran verdadera Babel. Los
inconvenientes de este sistema llevaron pronto a su reemplazo por un letrero para todo el
edificio, en el cual bajo los títulos de “Hombre” “pieza número” “se compra”, “se ofrece”,
se anunciaban las diferentes ofertas. Cuando se hacia alguna transacción, era tomada del
letrero. El inventario de transacciones hechas era entonces público y el precio de los
cigarrillos se hizo conocido a través de todo el campo, a pesar de que seguía habiendo
oportunidades para que algún astuto comerciante hiciera utilidades mediante el arbitraje.
Con este procedimiento, todo el mundo incluyendo a los no fumadores, estaba dispuesto a
vender a cambio de cigarrillos y usar éstos, posteriormente, para comprar otras cosas que
deseara. Los cigarrillos se transformaron, así, en dinero a pesar de que, por supuesto, siguió
existiendo cierto trueque.
La unidad del mercado y la existencia de un solo precio dependían directamente de
la organización del campo. Un campo transitorio era siempre caótico e inconfortable, había
demasiada gente en poco espacio, nadie sabía donde estaban viviendo sus compañeros y
pocos se tomaban la molestia de buscarlos. En esas situaciones, la organización era muy
débil para que existiera esa especie de bolsa de transacciones a que nos referimos ; algunos
avisos privados era lo mas que aparecía. En consecuencia, en un campo transitorio no
existía un solo mercado sino varios. El precio de un tarro de salmón llegó a variar entre 2 y
20 cigarrillos entre un extremo y otro del campo.
A pesar de que un nivel de organización relativamente alto se consiguió en Italia, el
mercado fue dividido e imperfecto en el siguiente campo transitorio al que llegamos
después de nuestro traslado hacia Alemania, en el otoño de 1943. en este campo- Stalag
VII A en Mooburg, Baviera- había más de 50.000 prisioneros de todas las nacionalidades.
Los franceses, rusos, italianos y yugoslavos tenían libertad para movilizarse dentro del
campo; los ingleses y norteamericanos no podían moverse fuera de sus edificios, a pesar de
que unos pocos cigarrillos dados al centinela otorgaban siempre permiso a uno o dos
3
hombres para visitar otros campamentos. La gente que visitaba el campamento de los
franceses, que contaba con un comercio altamente organizado y con precios más o menos
establecidos y conocidos, encontraba que el extracto de café- relativamente barato entre los
ingleses bebedores de té- tenía allí precios altísimos en términos de pasteles o cigarrillos; de
esa forma, algunos prisioneros con espíritu comercial, hicieron pequeñas fortunas. (Más
tarde, nos dimos cuenta de que gran parte del café salió de nuestro campamento, no hacía
otros campamentos, sino afuera del campo y fue vendido a precios fenomenalmente altos
en el mercado negro del café en Munich; se decía que algunos prisioneros franceses
amasaron inmensas fortunas en marcos. Esta fue una de las pocas ocasiones en la cual
nuestra economía normalmente cerrada, entró en contacto con otras economías del mundo).
Poco a poco, la opinión pública del campo se fue haciendo hostil hacia las ganancias
monopólicas que hacían los franceses y quienes comercializaban con ellos, y el comercio
con ellos fue regulado. A cada dormitorio le fue asignada una cuota de artículos que
ofrecer a los franceses y la transacción con ellos fue hecha con representantes acreditados
de la sección inglesa del campo, con poder y derechos monopólicos. El mismo método fue
utilizado para comerciar con otras secciones del campo y otros mercados. En este
comercio, el secreto y los precios “razonables” tuvieron una importancia especial, pero,
como siempre sucede con el comercio entre empresas reguladas, los traficantes sin licencia
se hicieron poderosos... y ricos.
En el campo de concentración de Alemania se observo el más alto nivel de
organización. Además de la verdadera bolsa de comercio ya citada, se organizo un almacén
controlado por las oficina de prisioneros británicos, sobre la base de servicio a los
prisioneros y no de hacer utilidades. Los prisioneros entregaban al almacén sus saldos de
ropa artículos de tocador y alimentos, hasta que ellos eran vendidos por este a un precio fijo
en cigarrillos. Sólo pagos en cigarrillos eran aceptados. No había trueque ni regateo.
A lo menos, para los alimentos había precios estándar; en las ropas, por ser menos
homogéneas, el precio era fijado de común acuerdo sobre la base de cierta norma entre el
vendedor y el gerente del almacén; las camisas costaban un promedio de 80, con un rango
entre 60 y 120, dependiendo de la calidad y el uso que tenían. El almacén mantenía por
conveniencia pequeños stocks de alimentos; el capital fue producto de un préstamo en
cigarrillos de la Cruz roja y se pago con pequeñas comisiones cobradas por el almacén. De
esta manera, los cigarrillos pasaron a ser dinero como cualquier otro dinero del mundo
exterior y el mercado quedó casi completamente unificado.
Debe tenerse en cuenta que el mercado nació sin que existiera en esa sociedad,
trabajo ni producción. La Cruz Roja puede ser asimilada al factor productivo “Naturaleza”
del los libros de texto y de los artículos, objeto de comercio,-alimentos, ropas, cigarrillos-
como bienes libres. A pesar de esto y a pesar de la distribución más o menos igualitaria del
ingreso entre los prisioneros, el mercado entro espontáneamente en operación y los precios
fueron determinados por la interacción de oferta y demanda. Es difícil reconciliar este
hecho con la teoría del valor trabajo.
En verdad, había un mercado del trabajo muy embrionario. Aún cuando los
cigarrillos no eran escasos, había personas dispuestas a prestar servicios a cambio de ellos.
El lavado de una camisa era anunciado a un precio de dos cigarrillos. Un retrato pintado
costaba treinta cigarrillos. El zurcido y la confección y arreglo de ropas también tenían sus
precios.
Había también servicios empresariales. Un dueño de cafetería, revendía té, café o
cocoa al precio de dos cigarrillos por taza. Compraba su materia prima a precios de
4
mercado y contrataba trabajadores para prepararla, lavar tazas, atender a la gente etc. Hasta
se contrató el servicio de un contador durante cierto tiempo. Esta cafetería después de un
período de gran prosperidad, se expandió y quebró desastrosamente por un monto de varios
centenares de cigarrillos. No hubo muchas empresas privadas tan grandes como la descrita,
pero existieron varias medianas y muchos comerciantes. El sacerdote en Italia o el hombre
que en Moosburg inició el comercio con los franceses, son ejemplos de éstos últimos.
Mientras más subdividido estuvo el mercado, menos estables y uniformes fueron los
precios y mayores, las oportunidades de ganancia para esta gente.
Un prisionero aprovechó y capitalizo su conocimiento del idioma hindú, comprando
carne de vacuno a los que lo hablaban y vendiendo jamón y mantequilla a cambio. A
medida que sus operaciones se fueron haciendo conocidas, más y más gente entró a este
comercio y los precios en el sector hindú se fueron aproximando poco a poco a los del resto
del campo. A pesar de que, en un principio, las dificultades lingüísticas habían impedido el
libre comercio, éste se fue estableciendo y las posibilidades de ganancias del “contacto”
fueron desapareciendo. Algunos prisioneros llegaron a ser especialistas en el comercio de
artículos que interesaban a los hindúes; ciertos alimentos, vestuario y aún relojes. Los
intermediarios actuaban por su propia cuenta o a consignación, cobrando comisión.
Un comerciante en alimentos y cigarrillos que operaba en períodos de escasez, se
hizo bastante famoso. Su capital cuidadosamente ahorrado, se componía de cincuenta
cigarrillos, con los cuales compraba raciones en los días de abundancia-cuando recién se
entregaban- y los guardaba hasta que los precios subían- poco antes de la entrega de
raciones. También hacía algo de dinero mediante el arbitraje a través del campo. Varias
veces al día visitaba los mercados o bolsas de los diferentes sectores y sacaba ventajas de
cualquier discrepancia en los precios comprando donde estaba barato y vendiendo donde
estaba caro. Su conocimiento de los precios, mercados y nombres de los clientes, era
sencillamente fenomenal. Por este medio, él podría fumar mucho, permanentemente- eran
sus utilidades-, manteniendo constante su capital.
Las raciones de azúcar se entregaban los días sábado. Los martes, un amigo y yo
visitábamos a Samuel,- así se llamaba el comerciante-, y hacíamos un trato. Como viejos
clientes, nos adelantaba por el azúcar- que entregaríamos el sábado- tanto dinero como
podía y anotaba la transacción en su libro. El sábado en la mañana nos dejaba tarros de
cocoa en nuestras camas para el desayuno de esa mañana y los retiraba en la tarde de los
mismos días, anotando la venta como una deuda nuestra. Como éramos viejos clientes,
esperábamos un calendario de regalo para Pascua, pero Samuel no lo hizo. Se había
quedado sin poder vender una gruesa cantidad de miel negra que había comprado cuando el
precio estaba muy bajo y, en una condición financiera muy débil, fue incapaz de resistir una
llegada inesperada de raciones, con la consiguiente baja de precios. Pagó todas sus deudas
pero con su capital. El martes siguiente, cuando fuimos en nuestra visita habitual, supimos
que había quebrado.
El crédito era utilizado en muchas, quizás en la mayoría de las transacciones en una
y otra forma. Samuel pagaba por anticipado las entregas futuras de azúcar. Además,
muchos compradores le solicitaban crédito. Naturalmente que el precio variaba de acuerdo
a los términos en que se vendía. Una ración de miel podía ser ofrecida a cuatro cigarrillos
ahora, y a cinco la próxima semana. En el mercado de futuro, ele pan ahora era lago
completamente distinto que el pan del jueves. El pan era entregado los jueves y lunes en
raciones para tres y cuatro días, respectivamente, entonces, los miércoles y domingo en la
noche, había subido el precio, por lo menos, en un cigarrillo por ración. Un prisionero
5
siempre ahorraba para venderla cuando su precio llegara al máximo (8 cigarrillos) y eso
permitía fumar permanentemente.

LOS CIGARRILLOS COMO DINERO

A pesar de que los cigarrillos como dinero ofrecían ciertas características especiales,
servían para todas las funciones que normalmente desempeña el dinero en las economías de
“afuera”. Era unidad de cuenta, de medida y depósito de valor. Eran homogéneos,
razonablemente durables y de tamaño conveniente para las pequeñas,- o en paquetes-,
grandes transacciones. También podían ser partidos o adelgazados de manera que
contuvieran menos tabaco.
En los cigarrillos también operaba la ley de Gresham. Algunas marcas eran más
aceptadas que otras para fumarlas, pero como unidad de dinero, un cigarrillos era un
cigarrillo. En consecuencia, los compradores usaban los cigarrillos más malos y el almacén
recibía sólo de vez en cuando cigarrillos más malos y el almacén recibía sólo de vez en
cuando cigarrillos más malos y el almacén recibía sólo de vez en cuando cigarrillos e
buenas marcas. Cigarrillos como los “Churchman’s Nº 1, se usaban rara vez en el
comercio. En cierta ocasión, comenzaron a circular cigarrillos hechos a mano con tabaco
de pipa. El tabaco de pipa era entregado por la Cruz Roja en lugar de los cigarrillos a una
tasa de 25 cigarrillos por onza de tabaco de pipa. Y esa tasa era la estándar en el comercio
dentro del campo; pero una onza de tabaco producía 30 cigarrillos hechos a mano.
Naturalmente que las personas que tenían o recibían cigarrillos hechos a máquina lo
desarmaban y volvían a hacerlos a mano, con menos consistencia de tal manera que con 25
cigarrillos fabricaban 30 o más. Los cigarrillos hechos a mano no eran homogéneos y,
como consecuencia, los precios no se expresaron más en cigarrillos no controlados. Cada
cigarrillo era controlado antes de ser aceptado como medio de pago y aquellos demasiado
delgados, eran rechazados y se solicitaba algunos extras que los compensaran. Por un
tiempo, pues sufrimos todos los inconvenientes de tener una modena invilecida.
Los cigarrillos hechos a máquina eran universalmente aceptados, tanto para usarlos
como dinero como para fumarlos. El hecho que tuvieran un valor intrínsico, constituyo su
principal defecto como dinero. Esta desventaja es cierto, existe pero en menor grado en el
caso de la moneda metálica. En resumen, el defecto es que exista una fuerte demanda para
usos no monetarios. En consecuencia, nuestra economía en el campo de concentración
estuvo sujeta en repetidas ocasiones a una inflación y a períodos de astringencia monetaria.
Mientras los envíos de 25 a 50 cigarrillos por hombre a la semana, provenientes de la Cruz
Roja, llegaron regularmente y mientras había ciertos stocks de cigarrillos, mantenidos por
los prisioneros, los cigarrillos cumplieron las funciones de dinero admirablemente bien.
Pero cuando los envíos eran interrumpidos, los stocks se terminaban muy luego, los precios
bajaban, el volumen de comercio declinaba y lo poco que se comerciaba se hacia por medio
del trueque. Esta tendencia deflacionaria era periódicamente revertida por la repentina
llegada de nuevas partidas de dinero. Envíos privados de cigarrillos llegaban en pequeños
montos a lo largo del año, pero la gran masa de ellos llegaba trimestralmente, cuando la
Cruz Roja conseguía el turno de transporte para trasladarlos. Varios cientos de miles de
cigarrillos podrían llegar en un período tan breve como un par de días. Los precios se
encumbraban y luego comenzaban a bajar, lentamente al principio y después con creciente
rapidez, a medida que el stock de cigarrillos se agotaba, hasta que llegaba el próximo gran

6
envío en que el proceso se iniciaba nuevamente. Muchos de nuestros problemas
económicos en el campo, podrían ser atribuidos a esta fundamental inestabilidad.

MOVIMIENTO DE PRECIOS

Muchos factores afectaban los precios, el más fuerte y notorio era la periódica
inflación monetaria, y la deflación descritas en los últimos párrafos. La
periodicidad de estos ciclos de precios, dependía de los envíos de cigarrillos y, en
mucho menos medida, de los alimentos. En un principio, en los primeros días del
campo, antes de que llegara ningún envió privado y cuando no había stocks
acumulados, los envíos semanales de cigarrillos y alimentos llegaban los lunes.
La demanda no monetaria de cigarrillos era grande y menos elástica que la
demanda por alimentos, en consecuencia, los precios fluctuaban durante la
semana bajando hasta el domingo en la noche y subiendo bruscamente el lunes.
Más tarde, cuando muchos prisioneros mantenían reservas de cigarrillos, la
“emisión” semanal no tenía tal efecto porque constituía una proporción muy
pequeña de la cantidad total de cigarrillos existentes. El crédito permitía a las
personas sin reservas, saciar sus demandas no monetarias durante el fin de
semana.
El nivel general de precios también era afectado por otros factores. La llegada de un nuevo
contingente de prisioneros, casi siempre hambrientos, los hacía subir. Incursiones aéreas en
la vecindad del campo, probablemente incrementaban la demanda no monetaria de
cigarrillos y acentuaban la deflación. Las malas y buenas noticias de la guerra, ciertamente
tenían sus efectos y las olas generalizadas de optimismo y pesimismo que invadían el
campo, se reflejaban en los precios. Antes del desayuno, una mañana de marzo de este año,
circuló un rumor acerca de la llegada de envió de cigarrillos y alimentos. En un periodo de
diez minutos, vendí una ración completa de miel en cuatro cigarrillos, en circunstancias que
la había ofrecido durante varios días a tres y muchos negocios similares a ese fueron hechos
por otros prisioneros. Cerca de las diez de la mañana, el rumor fue desmentido y la ración
de miel no pudo venderse ni siquiera en dos cigarrillos.
Aún más interesantes que los cambios en el nivel de precios, fueron los cambios en la
estructura o sistema de precios. Cambio en la oferta de un bien debido a cambios en la
ración que nos daban los alemanes o cambios en la composición de los envíos de la Cruz
Roja hacían variar los precios de un bien respecto a otro. Tarros de avena confitada, al
principio un alimento caro y hasta lujoso contenido en las raciones, llegaron a ser comunes
hacia 1943 y su precio real bajo. En tiempo caluroso, la demanda por cocoa bajaba y la de
jabón subía. El descubrimiento de que las pasas y el azúcar podrían servir para fabricar un
licor de alto grado alcohólico, tuvo efecto permanente en el mercado de las frutas secas.
En agosto de 1944, el tamaño de los paquetes con cigarrillos y alimentos fue reducido a la
mitad. Como ambos lados de la ecuación fueron reducidos en la misma proporción, los
cambios en precios no fueron anticipados. Pero este no fue el caso ; la demanda no
monetaria de cigarrillos era menos elástica que la demanda de alimentos y el precio de los
alimentos bajó en alguna medida. Más importante, sin embargo, fue el cambio en la
estructura de precios. La margarina y el jamón de procedencia alemana, hasta entonces casi
sin valor debido al adecuado abastecimiento de mantequilla y mermelada canadiense,
adquirieron valor. El chocolate, de consumo popular y venta asegurada y el azúcar, bajaron

7
de precio. El pan subió de precio. Numerosos contratos de venta de pan no fueron
respetados, especialmente después que la ración de pan fue reducida.
En febrero de 1945, un soldado alemán que manejaba un camión repartidor, estaba
dispuesto a cambiar dos rebanadas de pan a un precio de una barra de chocolate cada una.
Aquellos que los sabían, comenzaron a vender pan y a comprar chocolate, hasta ese instante
prácticamente invendible en un período de seria deflación como el que estábamos pasando.
El pan que costaba 40, comenzó a bajar lentamente de precio y el chocolate comenzó a
subir desde su precio de 15. La oferta de pan no era suficiente para que los dos bienes
llegaran a cambiarse a la par, pero la tendencia de sus precios a igualarse era indudable.
La substitución de margarina alemana por mantequilla canadiense, después que los
paquetes fueron reducidos a la mitad, efecto naturalmente, los precios relativos de estos
bienes. La margarina subió de precio y la mantequilla bajó. Igualmente marcas de leche en
polvo, diferentes en calidad y, hasta ese momento también con una diferencia de cinco
cigarrillos en sus precios, tuvieron una tendencia a igualar sus precios, a medida que la
amplia substitución de la más barata hizo subir su valor.
Bastante se ha dicho ya que demostrar que cualquier cambio en las condiciones afectaba
tanto al nivel general de precios como a la estructura de precios. Este último fenómeno fue
el que arruino nuestra planificada economía.

PAPEL MONEDA- MARCOS FALSOS

Cerca del día “D”, había abundancia de alimentos y cigarrillos, los negocios
estaban muy activos y en el campo se vivía un clima de optimismo. En
consecuencia, el comité de entretenciones creyó oportuno el momento para crear
un restauran donde se vendían comidas y bebidas calientes, mientras una banda
de músicos actuaba y se desarrollaba un espectáculo de variedades. Algunos
experimentos anteriores de este tipo, tanto públicos como privados, habían abierto
camino para este tipo de actividades y , en consecuencia, ellos fueron un éxito. El
alimento era comprado a precio de mercado para abastecer de comida al
restauran y las pequeñas ganancias que este obtenía eran destinadas a un fondo
de reserva que se usaba para pagar propinas a los alemanes, con tal que
abastecieran de elementos al teatro del campo. En un principio, las comidas eran
vendidas por cigarrillos, pero esto significaba que todo el esquema fuera
vulnerable a los períodos de deflación y, además, que los fumadores habituales no
asistieron muy a menudo. Todo el éxito del esquema del restauran dependía del
volumen adecuado de alimentos que ofreciera a los precios adecuados.
Para incrementar y facilitar el comercio y para estimular la asistencia de los clientes y, en
forma secundaria para anular los malos efectos en los periodos de deflación, el restauran y
el almacén organizaron un sistema que permitió la creación y el uso del papel moneda. El
almacén compraba alimentos a nombre del restauran, con billetes emitidos por él que eran
aceptados como los cigarrillos tanto en el almacén como en el restauran y volvían a ser
utilizados por el almacén para comprar mas alimentos. El almacén actuaba como un banco
de emisión. El papel moneda estaba respaldado en un 100% por alimentos, de ahí su
nombre de marcos falsos. No debería haber sobre emisión, como la que hace normalmente
un banco de emisión, ya que el eventual término del campo y el consecuente rescate de los
marcos eran previstos para el futuro próximo.

8
En un principio, un marco falso (Bully Mark = B.M.) valía un cigarrillo y por algún tiempo,
ambos circulaban libremente, tanto dentro como fuera del restauran.
Los precios se expresaban en B.M o cigarrillos indistintamente y, por un corto tiempo, los
B.M. mostraron indicios de estar reemplazando a los cigarrillos como dinero. Los B.M.
estaban ligados a los alimentos, no a los cigarrillos, ya que eran emitidos contra alimentos,
digamos 45 B.M. por un tarro de leche y así para las demás cosas. Cualquier reducción en
los precios de alimentos expresados en B.M. hubiera significado que había B.M. en
circulación sin respaldo. Pero, el precio tanto de los alimentos como de los B.M., fluctuaba
con la oferta de cigarrillos.
Mientras el Restauran fue un éxito, el esquema monetario también lo fue. El Restauran
compraba en grandes partidas, todos los alimentos eran comerciales y los precios eran
estables.
En agosto de este año, los paquetes de alimentos y las entregas de cigarrillos fueron
reducidas a la mitad y el campo fue bombardeado. El restauran cerró durante un corto
tiempo y las ventas de alimentos se hicieron difíciles. Aún cuando el restauran reabrió sus
puertas, la escasez de alimentos y cigarrillos había llegado a ser tan grande, que la gente no
quería transformar sus tan valioso bienes en papel y mantener este para ser gastado en lujos
en el Restauran. Cada vez se vendió menos alimentos apropiados para el Restauran y el
almacén se fue llenando de fruta seca, chocolate, azúcar, etc. Que el Restauran no
compraba. El nivel y la estructura de precios cambiaron. Los B.M. bajaron de precio hasta
4/5 de un cigarrillo y aún más y llego a ser inaceptable y muy costoso ahorrar en papel del
almacén. Se abandono el B.M. que no fue más convertible en cigarrillos o alimentos de uso
popular. El cigarrillo volvía a ser el único dinero.
El B.M. se termino. El restauran cerró para el año nuevo debido a una escasez progresiva
de alimentos y a las largas noches sin luz, debido a la intensificación de los ataques aéreos
aliados y los B.M. sólo se pudieron gastar en un pequeña cafetería ubicada a un costado del
Restauran, o en algunas partidas impopulares de alimentos que había en el almacén, y
cuyos dueños estaban dispuestos a recibirlos de vuelta, a cambio de su dinero. Al final, a
todos los dueños de B.M. les fue pagado su valor en tazas de café o fruta seca. La gente que
había recibido B.M. por cigarrillos, jamón o pasteles en los días de auge, se sintió agraviada
aunque pudo evitar las pérdidas mediante su elección restringida de tazas de café u otras
cosas no tan valiosas, que aún quedaba en el almacén. Pero ellos no sufrieron una perdida
medida a los precios de mercado de los diferentes alimentos.

FIJACIÓN DE PRECIOS

Al nivel que se elaboraban estos esquemas, se hicieron presentes ciertos intentos


muy determinados a planear la economía del campo, mediante la fijación de
precios. La Oficina Médica estuvo durante largo tiempo con la preocupación de
controlar la venta de alimento debido al temor de que algunos prisioneros
vendieran demasiados alimentos por cigarrillos, en detrimento de su salud. Los
períodos deflacionarios y sus efectos en los precios, eran inconvenientes para
todos y eran peligrosos para el Restauran que tenia que guardar stocks. Además,
a menos que los B.M. fueran convertibles en cigarrillos a la par, tenían poca
opción de ganar la confianza de los prisioneros y, por lo mismo, de tener éxito
como dinero. Como ha sido expuesto, los B.M. estaban fijos en valor respecto de
los alimentos pero no respecto de los cigarrillos, los que fluctuaban de valor.
9
Entonces, mientras los precios de los alimentos estaban fijos en B.M. variaban los
precios de los alimentos y de los B.M. en términos de cigarrillos.
El almacén estaba en una posición de reforzar el control de precios tanto dentro como fuera
de él. En consecuencia, un precio standard se fijaba para los alimentos que se dejaban para
la venta en el almacén y, los precios afuera estaban aproximadamente en conformidad con
la escala que fijaba el almacén y que era recomendada como una guiá a otros vendedores,
pero fluctuaban bastante alrededor de ella. Las ventas en el almacén a los precios
recomendables, eran lentas, aunque en ellas se obtenía un buen precio. Las ventas afuera
podían hacerse más rápidamente aunque en precios menores (si las ventas afuera se
hicieran a precios mas altos, los bienes serían sacados del almacén y vendidos afuera hasta
que el precio recomendado subiera, pero los precios eran poco flexibles y no podían seguir
el mercado muy de cerca en razón de su propósito, que era mantener la estabilidad). Las
noticias publicadas en la pizarra de la bolsa, quedaron bajo el control del almacén. Los
avisos cuyos precios excedían o estaban por debajo en más de 5% respecto del precio
recomendado, podrían ser borrados por la autoridad. Ciertas ventas no fueron autorizadas
por la autoridad y también la opinión pública del campo estaba fuertemente a favor de
precios justos y estables. (Los precios recomendados eran fijados, en parte por los datos del
mercado y, en parte por consejo de la Oficina Médica).
En un principio, la escala de precios recomendada fue un éxito. El restauran, un gran
comprador, mantuvo los precios estables alrededor de ese nivel, la opinión pública que
toleraba un 5% de diferencia, ayudó bastante. Pero cuando el nivel de precios bajó debido a
las disminuciones de abastecimientos del mes de agosto, y cuando la estructura de precios
cambió, la escala recomendaba se hizo más rifada. Al principio inalterada, porque no se
esperaba deflación, la escala fue bajada tardíamente, pero los precios de los bienes en la
nueva escala permanecieron en la misma relación entre ellos, debido a los B.M., mientras
en el mercado la estructura de precios había cambiado. La escala fue movida hacia arriba y
hacia abajo varias veces, siguiendo lentamente los periodos de inflación y deflación, pero
que rara vez se ajustaba a los cambios en la estructura de precios. Más y más avisos en la
bolsa debieron ser borrados y las ventas en el mercado negro se incrementaron. Al fin, la
opinión pública se puso en contra de la escala recomendada y la autoridad perdió la batalla.
En las ultimas semanas, con una deflación sin paralelo en la historia del campo, los precios
cayeron con una rapidez alarmante, no existió escala recomendad y las fuerzas de oferta y
demanda solas, sin intervención, determinaron los precios.

OPINIÓN PÚBLICA

Aún cuando la opinión pública era confusa y sobre el tema del comercio, siempre
se manifestaba, pero es difícil y arriesgado hacer generalizaciones respecto de su
dirección. Una íntima minoría sostenía que todo comercio era indeseable ya que
engendraba una atmósfera desagradable en el campo. Fraudes ocasionales y
algunas “vivezas” eran citados como prueba de tal aserto. Algunas formas de
comercio eran, sin embargo, condonadas más generalmente: el comercio con los
alemanes era criticado por muchos. Los artículos de toilett que entregaba la Cruz
Roja, que escaseaban y eran entregados en caso de verdadera necesidad,
estaban excluidos del comercio por ley y la opinión pública compartía ese criterio.
En una oportunidad, cuando se había presentado numerosos casos de
desnutrición entre los fumadores más asiduos, fue prohibido el comercio derivado
10
de las raciones que entregaban los alemanes, ya que las víctimas constituían una
carga adicional para las escasas reservas de alimentos del Hospital. Pero,
mientras algunas actividades eran condenadas como antisociales, el comercio era
practicado y su utilidad apreciada por casi todo el mundo dentro del campamento.
Más interesante era la opinión acerca de los intermediarios y los precios. En general la
opinión pública era hostil a los intermediarios. Su función y su duro trabajo de juntar y
tener de acuerdo al comprador y vendedor eran ignorados. Las utilidades de ellos no eran
miradas como una recompensa al trabajo, sino como el resultado de maniobras más o
menos astutas. A pesar del hecho que su existencia constituía una prueba en contrario, el
intermediario era considerado como una redundancia en vista de la existencia de una bolsa
oficial en que se anunciaban las compras y ventas. Sólo era apreciado cuando el
intermediario otorgaba crédito por las compras o ventas que hacía. En esos casos, el
elemento de riesgo era obvio para todos y la conveniencia del servicio lo hacía acreedor a
cierta remuneración.
Eran particularmente impopulares los intermediarios con elementos monopólicos, el
hombre que tomaba contacto con el camionero que repartía las raciones y el hombre que se
aprovechaba de su conocimiento del idioma hindú. El intermediario, como grupo, era
condenado porque reducía los precios. No obstante la opinión pública la mayoría de los
prisioneros trataba con intermediarios, conciente o inconscientemente, en una u otra
oportunidad.
Había un fuerte sentimiento de que cada cosa tenía su justo precio en cigarrillos. Aunque la
fijación del justo precio- el que variaba entre los diferentes campos- era imposible de
explicar, este precio era, sin embargo, más o menos conocido. Podría ser mejor definido
como el precio normal de un bien en tiempos normales y cuando había muchos cigarrillos.
El “Justo precio” cambiaba lentamente. No era afectado por variaciones de corto plazo en
la oferta, y, a pesar de que la opinión aparecía resignada a aceptar desviaciones del justo
precio, un fuerte resentimiento persistía. Una definición mas satisfactoria era imposible.
Todo el mundo sabía cual era, pero nadie podía explicar por qué.
Tan pronto como los precios comenzaban a bajar debido a la escasez de cigarrillos, se
levantaba un clamor contra aquellos que mantenían reservas o podían comprar a precios
bajos. Los vendedores a precios bajos también eran criticados y se hablaba de ese mercado
como mercado negro. En cada período de escasez se discutía, sin provecho, la explosiva
cuestión de si los no fumadores debían recibir raciones de cigarrillos.
La popularidad del esquema de fijación de precios y el relativo éxito que tuvo, fue, sin duda
el resultado de una opinión pública como la descrita. En varias ocasiones la baja de precios
fue postergada por el apoyo dado a la escala de precios recomendada. El anuncio de
deflación provenía de un comercio casi paralizado. Los precios se mantenían altos pero
nadie compraba. Entonces los precios caían en el mercado negro y el volumen de comercio
se reestablecía en ese mercado, aún cuando la escala recomendada era revisada, el volumen
de comercio oficial en el almacén, permanecía bajo. La opinión pública era siempre
arrasada por lo hechos del mercado.
Se dieron argumentos muy curiosos para justificar las fijaciones de precios. Algunos
recomendaban precios que estuvieran relacionados con el valor calórico de los alimentos.
Entonces algunos alimentos quedaban con precios muy altos y no se vendían. Un
argumento decía lo siguiente: no todos los prisioneros reciben regalos privados de
cigarrillos, entonces cuando los precios eran altos y el comercio activo en el verano de
1944, sólo los ricos podrían comprar. Esto era injusto para los hombres con pocos
11
cigarrillos. Cuando los precios caían en el invierno siguiente, los precios deberían ser
mantenidos altos, de tal manera los ricos, que habían ganado de la vida en el verano,
pusieran muchos cigarrillos en circulación. El hecho de que aquellos que vendieron a los
ricos en el verano, gozaron también de la vida y el hecho de que en invierno siempre había
alguien dispuesto a vender a precios bajos eran ignorados. Tales argumentos eran
calurosamente debatidos cada noche después que las maniobras de los aliados obligaban a
apagar las luces del campamento a partir de las ocho de la noche. Pero los precios seguían
variando con la oferta de cigarrillos y rehusaban mantenerse fijos de acuerdo a las teorías
de los moralistas.

CONCLUSIÓN

La organización económica descrita fue elaborada y funciono en el verano de


1944. Después vino la reducción de agosto y la deflación. Sus precios cayeron, se
recuperaron algo con la llegada de partidas de cigarrillos en septiembre y
diciembre, y volvieron a caer. En enero de 1945 los envíos de cigarrillos de la
Cruz Roja se terminaron y los precios bajaron aún más. En febrero el
abastecimiento de los alimentos se había prácticamente terminado y la depresión
fue un hecho. Los alimentos se habían, prácticamente terminado. Los escasos
alimentos eran casi regalados con tal de abastecer la demanda no monetaria de
cigarrillos Las lavanderías cesaron de operar o sólo lo hicieron por libras
esterlinas o marcos.
El restauran era solo un recuerdo y los marcos falsos un chiste. El almacén estaba
vacío y la bolsa de anuncios estaba llena de ellos, anunciando comprar de cigarrillos. El
trueque creció transformándose en una alta proporción de un escaso volumen de comercio.
Esta, la primera y prolongada escasez de alimentos, en la experiencia del autor, hizo que la
estructura de precios cambiara nuevamente, en parte porque las reacciones oficiales que
entregaban los alemanes no eran fácilmente divisibles.
Una ración de margarina fue bajando gradualmente su valor hasta que se cambio
directamente por una ración de miel. El azúcar bajo igualmente. Sólo el pan retuvo su
valor. Varios miles de cigarrillos, el capital del almacén, fueron distribuidos sin tener
efecto notorio. Unos pocos y reducidos paquetes de alimentos y cigarrillos, tales como un
sexto de ración, y doce cigarrillos para cada uno, produjeron recuperaciones momentáneas
en los precios y el comercio, especialmente cuando coincidían con buenas noticias del
frente Occidental. Pero la depresión general no se alteraba notoriamente.
En Abril de 1945 el caos había reemplazado al orden económico. Las ventas eran difíciles,
los precios muy inestables. La economía ha sido definida como una ciencia de distribuir
medios limitados entre fines competitivos e ilimitados. El 12 de abril, con la llegada de la
30ª división de Infantería de los Estados Unidos, la aparición de una era de abundancia
desconocida, demostró la hipótesis de que si los medios son limitados, la organización y
actividad económica serían redundantes, ya que cualquier deseo podría ser satisfecho sin
esfuerzo.

12

Das könnte Ihnen auch gefallen