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CONCHA GARCÍA: La vida, es decir, el transcurso de mi tiempo, no está fuera de la poesía.

No
es que la poesía sea algo que yo tomo para formar un libro y después lo dejo porque el libro ya está
escrito. La poesía es percibida, de lo contrario corremos el riesgo de escribir bajo estereotipos; la
poesía se percibe con los sentidos. En mi poesía la mirada ocupa un espacio significativo.Todo esto
para decirte que nunca sé cuándo voy a escribir, ya que la mente no deja de percibir el mundo;
llega un día en que te das cuenta de que necesitas escribirlo, y en esa necesidad también hay una
toma de conciencia de que nunca eres la misma. Acontecimiento se quiebra en lo cotidiano, aunque
esté inmerso en los gestos que nos atraviesan cada día, el yo se diluye en el errabundeo y el
asombro. La existencia surge en lo que acontece, que es lo inesperado. Sucesiones constantes de
aquello que se vive y se imagina, lejos de los grandes ideales. No encontrar el sitio y el viaje hacia
un no-lugar son las metáforas de Acontecimiento, también el desarraigo. No hay nada más
etnocéntrico que creerse a salvo si te hacen sentir que estás en un grupo bien sea familiar o
territorial, eso es falso y hace que la gente se sienta segura en una ficción, por eso la poesía
despierta la conciencia. El día anterior almomento de quererle, aunque no se hace explícito a qué
lugar, es como un viaje, y ya en el segundo de los poemas aparece una maleta y enseguida un
aeropuerto y el taxi hacia el hotel y más adelante se reitera la mención del mapa. Pero, como enseña
la tradición, el tema del viaje es simbólico, el viaje es la vida, es la adquisición de la experiencia y
también, al menos en ocasiones, es un viaje al interior de uno mismo hacia el propio
conocimiento… Con todo, no faltan en estas páginas abundantes menciones de las cosas más
sencillas de la vida diaria, como el armario ropero, o las notas paisajísticas, pero han de entenderse
como anclajes mínimos para que el discurso fluya sin caer en abstracciones.
Por lo tanto, se abre al campo y el yo se convierte en un nosotros porque a todos nos afecta la
prepotencia de quienes están destruyendo este planeta poco a poco y desde hace años. No es un
poemario ecológico, eso es como decir que un poemario es de amor. No me gustan esas etiquetas.
La trilogía se cierra con Las proximidades, aquello que está próximo pero no le prestamos atención,
es decir, mirar lo próximo, y mostrar que hay espacios más abiertos que el propio yo reconcentrado
en el dolor y en la pérdida que ya pasaron por mi poesía. Vivir es recorrer diversas perplejidades.

ECDP: Y, por tanto, ¿en qué se parecen y diferencian los dos libros últimos con el que está a
punto de aparecer?

CG: Tal como te he dicho, el parecido en estos tres libros es siempre el rescate del instante. Se trata
del yo que percibe asombrado, viéndose como ser separado, pero también formando parte de la
masa de gente, también percibiendo pensamientos que se hacen reales en el acto mismo de ser
pensados, poemas –como ha dicho Candelas Gala- que son claroscuros y hacen perder el equilibrio
llenándonos de incertidumbre sobre nuestro sentido del lugar y del tiempo. Podemos confiar en la
naturaleza porque ella se regenera sin necesidad de que nadie venga a darle coordenadas, confiar y
cuidar de ella.
ECDP: Tu peculiar forma de utilizar los pronombres para
dibujar tu personaje poético es lo que siempre ha llamado la
atención de tus lectores y de alguna parte de la crítica.
Imaginamos que también estará presente en Las proximidades
esa búsqueda e investigación de voces poéticas apropiadas a
cada momento del verso.

CG: ¿Somos siempre los mismos? Repetimos algunos síntomas que condicionan nuestros actos y a
veces, y por lo tanto, la misma historia se repite porque el inconsciente es un baúl que guarda todo
lo que nos ha ocurrido y saca casi siempre los mismos trapos. El yo, en mis poemas, es cambiante,
se va de aquí para allá y mira de cerca y de lejos. Me cuesta mucho analizar mi poesía. La crítica ha
dicho en algún momento que en mis obras hay un pensamiento poético fragmentado. Pero no estoy
del todo de acuerdo, porque un fragmento es parte de una unidad. Y en mi poesía el sujeto es la
visibilidad que se esconde en una totalidad, pero no es fragmento, porque no está roto.

ECDP: ¿Qué va encontrar de novedoso el lector en Las proximidades? ¿O en la poesía no


existen las novedades?

CG: La idea que recorre el poemario transita entre la sensación de tiempo como una velocidad que
en un momento te detiene, también hay una idea de que la naturaleza es más sabia que nosotros y, a
la vez, se siente cierta inquietud ante algo que todavía no ha sucedido. Las proximidades son
aquellas distancias que nos separan de lo inmediato, como por ejemplo cuando crece un barrio y
engulle el campo, cuando se aproxima una amenaza porque estamos dentro de la naturaleza y se
está abusando de ella. Formamos parte, y no somos sus dueños. Son instantes de revelación que
contienen contradicciones y se asientan en la certeza de que los sentidos desbloquean conceptos
porque formamos parte de todo lo que existe y la angustia no nos deja saberlo porque vivimos
distanciados de la sensación y de la lentitud.
En poesía existen novedades pero estas llegan cuando cambian los condicionantes históricos, o
bien porque alguien genial se adelanta a su tiempo. No se puede leer a Pedro Salinas o a Rafael
Alberti como se leía en los años treinta. El tiempo ha pasado sobre cierta poesía. Sin embargo,
tenemos también lo contrario y es que con el paso del tiempo la poesía muestra que no estaba
equivocada.

ECDP: La melancolía surge cuando el objeto extraviado es una misma. El poeta se sumerge
dentro del poema para intentar encontrarse, entendemos. ¿Estos versos podrían servirnos de
poética para Acontecimiento?

CG: No, no confío en las poéticas. Se trata de una detención diferente. Fíjate, cuando salimos de los
marcos donde vivimos y nos enfrentamos a situaciones nuevas lo que cuesta aceptar es que algo de
nosotros queda en el camino, se extravió para siempre, por eso la melancolía es un afecto triste. Yo
soy algo melancólica, por qué no.

ECDP: ¿Y cómo ha conseguido encontrarse a sí misma Concha García a través de


Acontecimiento?
CG: Acontecimiento recoge ráfagas de escenas que suceden en aviones, habitaciones de hotel,
apartamentos, o en automóviles recorriendo la estepa argentina; también en autobuses. Es decir,
lugares donde la mirada sigue el recorrido y lo que se mueve no es quien mira sino lo que es
mirado. Ese hallarse es un peligroso encontrarse, como decía Clarice Lispector, porque acabas
comprendiendo que los lugares forman parte del movimiento de nuestras vidas y que mucha gente
se tuvo y tiene que ir de sus casas contra su voluntad. El nomadismo es eso. Mi familia fue nómada
porque se fue de Córdoba a Barcelona. Acontecer es tener conciencia de todo lo que ocurre desde
afuera hacia adentro, salir del automatismo cotidiano, algo que te zarandea, sin cronología ni lugar.
Como decía Derrida, un tiempo que desafía el tiempo hasta el punto de hacerlo posible.

ECDP: En “Ordenando los libros” hablas del orden del mundo desde el símil de una
estantería repleta de libros. Para ti, por tanto, hay una correspondencia entre esos dos
órdenes.

CG: Quizás sea lo contrario, el mundo es caótico, mantener un orden solo puede hacerse desde lo
que nosotros ordenamos como la invención del reloj o la de los calendarios. Ordenar la estantería es
una metáfora de intentar no sucumbir al caos. Tenebrosa alcancía es el orden dado, el poema se
desarrolla en un plano distinto al título del mismo para que el contraste sea más evidente. Es algo
que he trabajado en mis diarios, como Los antiguos domicilios, complementarios de
Acontecimiento.

ECDP: Los poemas contienen varios acertijos / que resultan ser llaves. Son versos deEl día
anterior al momento de quererle. ¿Pero qué le abren esas llaves al lector de Concha García?
¿Son las mismas llaves de la Concha García de Cuántas llaves?

CG: La poesía no es discursiva, tampoco nos explica conceptos, precisamente lo que la hace tan
diferente y arrebatadora es que es pura verbalidad. ¿Qué quiero decir con eso? Generalmente rebasa
la conciencia. Los grandes acontecimientos de la vida pasan casi sin que nos demos cuenta.
Precisamente porque el inmenso campo de la realidad experimentada pero no conocida opera en la
poesía. Por eso la poesía es un gran caer en la cuenta.
Las palabras serían una metáfora que demuestra la dependencia de la escritura. Pero las palabras en
algunos poemas son acontecimientos. El texto recoge el pensamiento; no todo, porque el pensar no
se detiene. Vivir es un acontecimiento, lo que se abre iluminando aquí y ahora, lo que me afecta, lo
que sólo es en mí, no poniéndome delante, cosificándome, sino lo real en mí, no siendo yo, sino en
comunión con lo real.
Los títulos de mis poemarios están incluidos en anteriores poemas, la palabra poética salta de un
lugar para irse a otro, hay un continuum en la poesía que no acaba de saltar a otro lugar porque la
poesía no es un discurso y se acerca más a lo que lo irracional.

ECDP: En este poemario dices que la metáfora es el propio viaje. Y es verdad que el motivo
del viaje es un importante actor secundario dentro de él. Estos viajes de los que hablas,
además de variar el poema, ¿también te han cambiado la forma de entender la Poesía o,
siendo menos pretenciosos, tu poesía?

CG: Sí, el viaje interior y exterior. Viajar ha hecho entender la poesía. Por ejemplo en la Patagonia
argentina la mayoría de los poetas tienen un yo más versátil, pueden colocarse en distintas
posiciones, además, son mucho menos rígidos que nosotros. Eso solo es posible si eres de allí, yo
no podría ser de otro lugar pero viajar me permite verme mucho mejor.

ECDP: El mapa se extiende dentro. ¿Qué mapa conforman tus poemas?

CG: Te refieres a unos versos de El día anterior al momento de quererle, libro que me gusta mucho.
El poemario es justamente un mapa de experiencias, se divide en siete partes muy significativas: un
día, otro día, una mujer, otra, un encanto, un desencanto, y el triunfo de lo caduco. El mapa señala
lo cotidiano y en lo cotidiano se desarrolla la experiencia poética ensanchando los límites hasta
formar una cartografía porque escribir forma parte del deseo, sin deseo no hay escritura posible.
ECDP: Acontecimiento también habla del viaje. Has dicho que
es un posible viaje hacia un no-lugar, más un traslado
emocional o espiritual. El viaje como necesidad interior. ¿Es
esta, por lo tanto, la chispa que desemboca en el poema?

CG: Hablamos mucho de Acontecimiento, y sin embargo, en El día anterior al momento de


quererle se producen también esos traslados emocionales yo diría que con mayor intensidad. El
viaje recupera la lentitud, aunque parezca paradójico, en el viaje tesitúa en otra realidad y puedes
vivir experiencias diferentes por eso el viaje nos transforma. Claro está que no me refiero a los
viajes organizados y al todo incluido tan de moda ahora.

ECDP: Han pasado casi 20 años de aquella antología, Ellas tienen la palabra, que tantas
maldades provocó. Además de revalorizarse, literalmente (ha pasado de las primeras tres mil
pesetas a los veinticinco euros), ¿qué ha quedado de ella, aparte de evidenciar la fuerza de un
tipo de poesía a la que no estaban muy acostumbrados los academicistas de la época?

CG: La publicación de Ellas tienen la palabra, teniendo en cuenta que hablamos de 1998, fue
necesaria. La coyuntura era ideal ya que no se respetaba nada la poesía de las mujeres. Noni
Benegas y Jesús Munárriz hicieron posible que los medios se ocuparan de ello y aquella antología,
así como un número de Ínsula que se dedicó por completo a la poesía escrita por mujeres y la
coordinamos Noni Benegas, Carlos Álvarez-Ude y yo misma, dieron la visibilidad necesaria gracias
a la excelente reputación de la que gozaba tanto la editorial que la publicó como los antólogos, y,
por supuesto, algunas de las poetas antologadas. La poesía ha salido de los encierros académicos y
canónicos, se abre y extiende; por ejemplo encuentros como los de Moguer forman parte de estos
movimientos que desterritorializan lo académico. Además, esto ocurre simultáneamente a la
proliferación cada vez más abundante de programas para ordenadores o móviles que son concebidos
para que la gente no piense. Todo ocurre al mismo tiempo.

ECDP: También has confesado que te sientes marginada si te incluyen en una antología
femenina. ¿Te sigue pareciendo bien haber sido incluida, entonces, en ella? ¿Has rechazado
ser incluida en alguna específica?

CG: Como he dicho antes, en 1998 fue necesario. Creo que muchas antologías de poesía escrita por
mujeres en la actualidad no son más que catálogos, en muchos casos repetitivos, del mismo
sonsonete. Lo ideal es que dejen de ser necesarias y punto. La poesía escrita por mujeres, por cierto,
me parece que se ha arriesgado mucho más y lo sigue haciendo. Las transformaciones son muy
lentas.

ECDP: Otro de los rasgos que suelen resaltarse en su poesía es la cotidianeidad. Un concepto
machacado y sobredimensionado hoy en día, pero de una importancia capital en los ochenta,
en los años previos que derivaron en la poesía de la experiencia y en sus falsos epígonos e
icónicos maestros. Sobre esto, has comentado que te vetaron una publicación por utilizar
palabras tan renovadoras como “bragas”. ¿Erais conscientes de que estabais rompiendo
demasiados moldes y que eso os llevaría a un segundo plano?

CG: No, no era por eso que estábamos en un segundo plano, y menos quienes carecíamos de un
marido o amante varón que nos mostrara agarradas del brazo del insigne protector. He visto muchas
cosas en ese terreno y las reservo para mis diarios. Cuando vetaron la publicación de mi poemario
Diálogos de la hetaira, en los años setenta, en la colección de poesía de la Diputación de Córdoba
en efecto, se escandalizaron porque les pareció poco poética la palabra, como si no fuese algo tan
común como unos calcetines o unas gafas de sol. En los ochenta dominaba la crítica el trío de los
García, y a muchas no nos podían ni ver. Yo era consciente de que rompía moldes, hasta me
llegaron a decir que dejara de escribir así y que me cambiara el nombre por un seudónimo ya que
Concha García era poco poético. Ah, cuántas cosas nos pasaron. Éramos tan temerosas en el fondo,
tan miedosas. Nos tuvimos que unir para abrirnos paso y nacieron los encuentros de Mujeres
Poetas, el primero se celebró en Vigo en 1998.
ECDP: ¿No aburre que cada equis tiempo las poetas tengan que salir a defender que saben
escribir poesía muy bien?

CG: En general, me aburren los poetas que salen a defender que escriben poesía muy bien.
Pareciera que la necesidad de explicarlo sea una pseudoayuda para las mujeres, que no tienen
confianza en su propia escritura.

ECDP: ¿Qué libros tienes ahora en la mesilla?

CG: Topofilia, de Yi.FuTuan; los Diarios últimos (1951-1956) de Zenobia Camprubí; el último
poemario de Selva Casal: Abro la puerta de un jardín de plata, y los libros que conseguí en
Moguer: el tuyo, que es muy bueno, Los hijos de Ulises; el de Antonio Orihuela o el de Juan
Gabriel Jiménez… Ah, y Las formas del Olvido, de Marc Augé. Me gusta leer varios libros a la vez,
los elijo dependiendo del momento y la circunstancia.

Muchas gracias por todo, Concha.

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