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¿INSURGENCIA CRIMINAL?

:
LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN
ORGANIZADO TRANSNACIONAL EN
MÉXICO Y CENTROAMÉRICA*

Criminal Insurgency? The changing nature of Transnational


Organized Crime in Mexico and Central America

Esteban Arratia Sandoval**

RESUMEN: ABSTRACT:
¿El crimen organizado transnacional está Is transnational organized crime evolving
evolucionando hacia un nuevo tipo de toward a new type of insurgency? This
insurgencia? Este trabajo pretende res- paper attempts to answer this question,
ponder a dicha interrogante, analizando y analyzing and contrasting more substantial
contrastando los elementos teóricos más theoretical elements of the insurgency
substanciales de la insurgencia con orga- with criminal organizations such as gangs
nizaciones criminales como las maras y los and drug cartels operating in Mexico and
carteles de narcotráfico que operan en Mé- Central America’s Northern Triangle. It
xico y el Triángulo Norte de Centroaméri- arises as hypothesis that such groups do
ca. Se plantea como hipótesis que esas not meet requirements established by the
agrupaciones no cumplen los requisitos existing literature about the insurgency
que la literatura existente establece acer- because they do not seek to take control
ca de la insurgencia, pues no buscan apo- of the State, or declare war on any state
derarse del Estado, ni declarar la guerra a or overthrow a government
ningún Estado o derrocar algún gobierno.
Key words: Criminal insurgency, Armed
Palabras clave: Insurgencia criminal, non-state actors, Transnational organized
actores armados no estatales, crimen crime, Weak state, Drug cartels, Gangs
organizado transnacional, Estado débil,
carteles de la droga, maras

*
Recibido: mayo 2015; aceptado: junio 2015
Este artículo es un avance del Proyecto IN201503, “¿Tropas en la calle? Fuerzas Armadas en
seguridad pública en México y El Salvador: Una visión comparada”.
**
Analista en Políticas y Asuntos Internacionales mención en Seguridad y Defensa. Universidad de
Santiago. Mag© en Estudios Internacionales. Universidad de Santiago. Investigador Asociado
ANEPE. Correo electrónico: jarratia@anepe.cl

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 39


Esteban Arratia Sandoval

Introducción

¿Insurrectos con fines de lucro?: Los orígenes de un “nuevo” concepto

Dicen que las comparaciones son odiosas. Es por eso que cuando la ex Secretaria
de Estado estadunidense Hillary Clinton declaró ante el Council on Foreign
Relations en 2010 que las organizaciones criminales en México y Centroamérica
estaban “mostrando cada vez más indicios de insurgencia”1, hasta el punto de
afirmar que México se veía “cada vez más como Colombia hace 20 años, donde
los narcotraficantes controlaban ciertas partes del país”2, las reacciones de los
funcionarios del Gobierno azteca no se hicieron esperar. Es así como el último
Secretario de Gobernación del sexenio calderonista, Alejandro Poiré, rechazo de
plano la analogía argumentando que “no creo que esa caracterización encontraría
suficiente evidencia para ser útil… creo que la mejor manera de describirlo es
violencia de cárteles de droga”3. Mientras que la entonces Canciller mexicana,
Patricia Espinosa, agregó que “en Colombia, las FARC surgieron como un
movimiento con una agenda política y, en diferentes etapas, estableció vínculos
con la delincuencia organizada para allegarse recursos. En el caso de México,
estamos hablando concretamente de un tema de delincuencia organizada”4.

Y pese a que el presidente Barack Obama matizó rápidamente los


comentarios realizados por Clinton, señalando que “México es una democracia
amplia y progresiva, con una economía creciente, y como consecuencia no
puedes comparar lo que está pasando en ese país con lo que ocurrió en
Colombia hace 20 años”5. Lo cierto es que los señalamientos de Clinton
parecían ser un reflejo de las discusiones dominantes no solo en las altas
esferas gubernamentales, sino también en determinados círculos académicos
estadounidenses, los que, producto de la complejización y expansión del
crimen organizado transnacional durante la última década, plantean la

1
AGENCIAS, El País. Clinton irrita a México al compararlo con la Colombia de los ochenta. El País
Internacional [en línea]. 9 de septiembre 2010 [Fecha de consulta: 3 de mayo 2015]. Disponible
en:<http://internacional.elpais.com/internacional/2010/09/09/actualidad/1283983204_850215.
html>
2
Ibid.
3
OLSON, Eric. ¿Los delincuentes de México se han convertido en insurgentes?, en Foreign Affairs
Latinoamérica. N° 2, Vol. 11. México DF. 2011, p. 23.
4
Ibid.
5
EDICIONES, El País. Obama corrige a Clinton y dice que México no es comparable a la Colombia
de los ochenta. El País Internacional [en línea]. 10 de septiembre 2010 [Fecha de consulta: 9
de junio 2015]. Disponible en: <http://internacional.elpais.com/internacional/2010/09/10/
actualidad/1284069602_850215.html>

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necesidad de resignificar el concepto insurgencia a objeto de aplicarlo al


contexto mexicano y centroamericano. De ese modo, como se aprecia en la
Tabla 1, ha surgido un debate entre dos corrientes de pensamiento basadas
en supuestos mutuamente excluyentes sobre la naturaleza y evolución de las
organizaciones criminales transnacionales operativas en dichas latitudes.

TABLA 1
Crimen Organizado Transnacional vs. Insurgencia Criminal

Crimen Organizado
Insurgencia Criminal
Transnacional
Paradigma de Moderno (Estado-céntrico/ Postmoderno (Actores no
Seguridad Realismo) estatales)
Paradigma de Ninguno (insurgencia está Insurgencia está basada en
Insurgencia basada solo en referentes criminalidad violenta
políticos. Ej. Maoísmo)
Carteles/Maras Crimen Organizado/ Nuevos “Hacedores de
como… Crimen Organizado guerra”
Transnacional (Desafían/cooptan al Estado)
Miembros de Empresarios violentos Soldados criminales
Carteles/Maras (Ilícitos) (Insurgentes criminales)
como…
Foco del esfuerzo Mercados hipercompetitivos Creación de enclaves criminales
(Ilícitos) (Áreas de impunidad)
Nivel de politización Ninguno De facto (Libre de influencia
estatal)
Entorno de amenaza Crimen de alta intensidad (No Conflicto de Baja Intensidad
es amenaza directa/ubicua a (Amenaza directa a integridad
integridad del Estado) del Estado)
Destinatario principal Grupos rivales Instituciones/agentes
de violencia (No hay insurgencia en estatales
efecto)

Fuente: Elaboración propia a partir de BUNKER, Robert. Introduction: the Mexican cartel organized
crime vs. criminal insurgency. 2013.

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Por un lado, existe una visión modernista enmarcada en “un paradigma de


seguridad que adhiere al realismo de Morgenthau, Vals y Mearsheimer”6. Uno
de los principios fundamentales promovidos por esa corriente es que solo los
Estados son capaces de desafiar efectivamente a otros Estados, mientras que
otros actores no estatales, como las organizaciones criminales, son incapaces
de representar una amenaza a la seguridad nacional. Según esta aproximación
el crimen organizado carece de cualquier tipo de base política y por lo tanto es
incapaz de comprometerse en una insurgencia con referentes político-ideológicos
como por ejemplo el maoísmo (Sendero Luminoso). Dentro de esta perspectiva,
“los miembros de los cárteles son concebidos como empresarios violentos que
focalizan sus esfuerzos en mercados (ilícitos) hipercompetitivos, oponiéndose a
organizaciones criminales rivales. Asimismo, las instituciones y agentes estatales
no son el destinatario principal de la violencia de los grupos criminales, tratándose
más bien de una criminalidad de alta intensidad cuyo entorno genera batallas que
no son una amenaza directa u oblicua, a la integridad del Estado”7.

Por otro lado, es posible distinguir una visión postmodernista enmarcada


en un paradigma de seguridad que adhiere a un cambio de época Post-Guerra
Fría. Un rasgo característico de esta nueva etapa es el planteamiento de que
los actores no estatales pueden efectivamente desafiar al Estado. Las primeras
voces a favor de esta nueva aproximación son Killebrew y Bernal, quienes en
su obra “Guerras del Crimen: Pandillas, Carteles y la Seguridad Nacional
Estadounidense” sostienen que el crimen organizado ha hecho “metástasis en
una nueva insurgencia que amenaza a los gobiernos del Hemisferio Occidental
y, cada vez más, a Estados Unidos”8.

De acuerdo a Sullivan, la Insurgencia Criminal (Criminal Insurgency) difiere


de la concepción convencional, pues el único motivo de los insurgentes
criminales es ganar autonomía y control sobre el territorio nacional mediante
el ahuecamiento o vaciamiento del Estado y la creación de enclaves criminales
cuyo objetivo es asegurar la libertad de maniobra para llevar a cabo sus ilícitos,
convirtiéndose en una amenaza directa a la integridad del Estado9. Por lo

6
BUNKER, Robert. Introduction: the Mexican cartels—organized crime vs. criminal insurgency, en
Trends in Organized Crime. Nª2 Vol.16. New York. 2013, p.131.
7
Ibid.
8
KILLEBREW, Robert y BERNAL, Jennifer. Guerras del Crimen: Pandillas, Carteles y la Seguridad
Nacional Estadounidense. Washington DC, Center for a New American Security, 2010, p.5.
9
SULLIVAN, John. From Drug Wars to Criminal Insurgency: Mexican Cartels, Criminal Enclaves and
Criminal Insurgency in Mexico and Central America. Implications for Global Security. Washington
DC, 2012, p. 4.

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anterior se puede establecer que la Insurgencia Criminal limita la legitimidad


del Estado al anular su control territorial, capacidad de respuesta y recursos.
Este fenómeno se caracteriza por ser apolítico debido a que desafía al Estado
solo en la medida en que este presente una fuerte capacidad regulatoria. En
consecuencia, la base de Insurgencia Criminal es la economía ilícita, la obtención
de ganancias ocupa el lugar que en el concepto tradicional le pertenece a
la ideología, la religión o la etnia10. Asimismo, esta nueva interpretación se
refiere al “gobierno establecido en un sentido limitado, o sea, a nivel local
y estatal, pero no necesariamente a un gobierno central, oponiéndose a la
noción convencional de insurgencia en la que supuestamente el objetivo es
quitarle el poder al gobierno central con el fin de dirigir el país”11.

Sullivan va más allá planteando que los motivos comerciales ilícitos de las
organizaciones criminales transnacionales están, de hecho, convirtiéndose
en una agenda política nefasta12. Por ende, es irrelevante el que un cartel,
pandilla u otro actor armado no estatal sea específicamente una organización
insurgente o criminal. El denominador común de todas las organizaciones
ilícitas es controlar personas, territorios y gobiernos para garantizar sus propios
fines específicos. Según el autor esa es una buena definición de la insurrección
criminal, una agenda política grave y un choque de valores controlantes.
De esa manera, su análisis sugiere que “en la medida en que las dinámicas
estratégicas y operacionales de la violencia se han desarrollado de manera
novedosa, los actos violentos se han vuelto cualitativamente diferentes a los
cometidos en el pasado. Bajo su punto de vista, sobre esto se debe reflexionar
bajo un nuevo entendimiento conceptual”13.

En este sentido, Bunker plantea que pese a la ausencia de factores


ideológicos, la Insurgencia Criminal en el caso mexicano constituye
simultáneamente un fenómeno político y paramilitar. Político, en cuanto a
su decisión de enfrentar abiertamente a los agentes estales para preservar
sus negocios; y paramilitar porque a objeto de conseguir ese cometido,
las organizaciones criminales echan mano a verdaderos ejércitos privados
altamente especializados y adecuadamente equipados, incluso mejor que

10
MURILLO, Carlos. Insurgencia no política: La experiencia de Centroamérica y México. Una
aproximación preliminar. Washington DC, 2014, 38pp.
11
OLSON, 2011 op.cit., p. 26
12
SULLIVAN op. cit. p. 3.
13
WILLIAMS, Phil. El crimen organizado y la violencia en México: una perspectiva comparativa, en
Istor: revista de historia internacional. Nª 10, Vol.42. México DF, 2010,p.16

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las propias Fuerzas Armadas y cuerpos policiales aztecas14. De acuerdo con


el autor, organizaciones criminales más evolucionadas como Los Zetas y
Caballeros Templarios son percibidas como nuevos entidades hacedoras de
guerra que utilizan a soldados criminales15, siendo este un rasgo característico
de la Insurgencia Criminal.

Ligado a lo anterior, Felbab-Brown sostiene que si bien la principal


motivación de la insurgencia criminal es el dinero y que su objetivo podría
no ser derrocar al Estado, sin duda moldean la manera cómo la población
se relaciona con él. En consecuencia, la participación estratégica de estos
actores no estatales afecta la legitimidad y el propósito fundamental del
Estado y tiene implicaciones políticas. De ese modo, los insurgentes criminales
pueden convertirse en constructores competitivos de Estado, disminuyendo
la legitimidad, funcionalidad y credibilidad de este, las policías y el Poder
Judicial, y pueden engendrar corrupción endémica al relacionarse con la clase
política16. Por ello, es necesario entender las políticas contra la violencia como
una competencia de creación de Estado entre los organismos públicos y los
actores no estatales. Por ejemplo, las economías ilícitas crean oportunidades a
sectores de escasos recurso que la economía formal no puede absorber.

En consecuencia, “la relación de los criminales con la sociedad es


compleja, puesto que en muchos casos el primero provee a la segunda no
solo de oportunidades económicas sino también de servicios públicos como
salud, educación, seguridad e incluso justicia, que los Estados (especialmente
aquellos en situación de conflicto o con tendencia a fallar no proveen”17. Así,
“mientras más ausente esté el Estado o mientras más deficientes sean los
servicios públicos que proporciona más susceptibles serán las comunidades
de depender de las organizaciones delictivas que promueven el trafico de
drogas y otras economías ilegales y de convertirse en sus partidarios”18. Por
lo tanto, la participación de los grupos criminales en comercios ilícitos puede
ayudarles a acumular un importante capital político gracias a “la aceptación

14
BUNKER, Robert. Fighting Irregular Fighters: Defeating Violent Non-state Actors. En Parameters,
Nº 4 Vol. 43, 2014, s/p
15
BUNKER 2013, op. cit., p. 132.
16
FELBAB-BROWN, Vanda. Conceptualizing crime as competition in state-making and designing
an effective. Conference on Illicit Trafficking Activities in the Western Hemisphere: Possible
Strategies and Lessons Learned [en linea]. 2010 [Fecha de consulta: 2 de julio 2015]. Disponible
en: <http://www.brookings.edu/research/speeches/2010/05/21-illegal-economies-felbabbrown>
17
FELBAB-BROWN, Vanda. Crime–War Battlefields, en Survival. Nº 3 Vol. 55. 2013. pp. 152-153.
18
Ibid., p. 154.

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y legitimidad suficiente de la población para asegurar su tolerancia, si no


directamente, su preferencia por encima del Estado, e incluso su negativa a
cooperar con él en el combate contra los insurgentes criminales, reduciendo
la capacidad de respuesta institucional”19. Es decir, la noción de promover
el apoyo entre las masas se asocia al concepto de construcción competitiva
de Estado, que se traduce en una entidad gubernamental con un grado de
legitimidad y capital político.

En efecto, las insurgencias criminales pueden presentar varios niveles. En


primer lugar está la insurgencia local, en las cuales algunas bandas mantienen
control territorial total de barrios. “Las bandas cobran impuestos y ejercen
un cuasi-monopolio de la violencia a través de violencia simbólica, ataques
a la policía, corrupción y la provisión de servicios sociales; desarrollando un
Estado paralelo”20. Una vez instalado el control criminal del territorio, distintas
organizaciones criminales pueden enfrentarse por el Estado paralelo o el
negocio ilícito. Esto ocurre “exclusivamente dentro del enclave criminal, sin
embargo puede tener consecuencias sobre zonas circundantes al participar
fuerzas estatales para contener la violencia”21. Una vez establecida una
preeminencia o control de una organización en el territorio, el tercer nivel
es “combatir al Estado para asegurar o reforzar su rango de acción, como
respuesta a los esfuerzos del Estado por recuperar el control territorial”22.
Finalmente, el cuarto nivel sucede cuando “se pierde el control sobre el
nivel y alcance de la violencia criminal producto de corrupción y cooptación
sistemática. En este caso el Estado simplemente pierde la capacidad de
responder, y con ello su legitimidad. Con ello se puede decir que el Estado
implota”23, y se vuelve solamente una entidad simbólica.

Por su parte, Grillo postula que el proceso evolutivo de los carteles


mexicanos hacia la categoría de insurgentes criminales radica en que sus
motivaciones definen en muchos aspectos lo que son. Vale decir, si matan
a civiles deliberada e intencionalmente, entonces se comportan como
terroristas. En cambio, si tratan de poseer el monopolio de la violencia en
determinado territorio, actúan como señores de la guerra. Y por último, si están
librando una guerra total contra el gobierno, muchos alegarían que operan

19
FELBAB-BROWN, 2010 op cit.
20
SULLIVAN, 2012 op. cit, pp. 7-8.
21
Ibid. p. 8
22
Ibid.
23
Ibid. p. 9.

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como rebeldes o insurgentes24. Sullivan y Elkus profundizan esa interpretación


aduciendo que a objeto de eliminar la voluntad del Gobierno de enfrentar
activamente sus actividades ilícitas, los carteles llevan a cabo una estrategia
basada en tres principios: Desgaste, guerra psicológica y “descabezamiento”
de organizaciones25.

De esa manera, el primer concepto hace referencia a una guerra de


guerrillas, en la cual se evita el enfrentamiento directo con las fuerzas
estatales desplegadas. Bajo esta lógica, “las tácticas de preferencia son
asesinatos individuales y emboscadas a patrullas, y los oficiales de policía son
comúnmente atacados cuando están de franco y/o carecen de la capacidad
de responder a la agresión”26. Sin embargo, a pesar de esta preferencia se
percibe una “mayor agresividad u osadía por parte de las agrupaciones de
narcotraficantes, destacando ataques a instalaciones militares y policiales y en
algunos casos el uso de bombas”27. El elemento central de estas operaciones
son las bandas al servicio de los carteles, como Los Zetas, sin embargo,
también “requieren como insumo principal la inteligencia provista por
oficiales policiales y militares corruptos”28. La segunda etapa viene a ser una
campaña psicológica orientada a policías y militares, “llamándolos a desertar
o cambiar de bando, a través de carteles, demostraciones de fuerza (llegando
a decapitaciones) e incluso las mismas señales privadas de comunicación por
la radio de la policía”29. Esto ha incidido en un golpe a la moral, y ha resultado
en que localidades completas se queden sin fuerza policial por deserciones
masivas. Finalmente, a través de “la colusión con altos oficiales públicos ha
sido posible atacar (o matar) a los oficiales encargados de la lucha contra las
drogas en todos los niveles del Estado, entre ellos jefes de policía, fiscales, y
jueces”30. El resultado de esto es el descabezamiento de las organizaciones
y el entorpecimiento de su funcionamiento, además del impacto político-
psicológico que genera sobre los potenciales reemplazantes el saber que ni
siquiera los altos oficiales están a salvo.

24
GRILLO, Ioan. El Narco Inside Mexico´s Criminal Insurgency. New York, Bloomsbury Press, 2012.
325 pp.
25
SULLIVAN, John y ELKUS, Adams. State of Siege: Mexico’s Criminal Insurgency, en Small Wars
Journal, Nº 1 Vol. 21, New York 2008, p. 7.
26
Ibid.
27
Ibid.
28
Ibid. p. 8.
29
Ibid.
30
Ibid. p. 9.

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En relación con lo anterior, Bunker y Sullivan aseguran que existen tres


etapas evolutivas en el mundo de los carteles mexicanos tal como se observa
en la Tabla 2.

TABLA 2
Tres Fases Evolutivas de Carteles

Cartel de Primera Fase Cartel de Segunda Cartel de tercera Fase


(Aggressive Fase (Criminal State
Competitors) (Subtle Co-opter) Suuccessor)
Jerarquizado Jerarquía de racimo Amplias conexiones
Internacionales e incluso
Conexiones Dedicado a gran variedad asentados en otros Estados
Transnacionales limitadas de actividades ilícitas y al
tráfico de varios tipos de Estructura de red formada
Especializado en actividad drogas por pequeñas células
ilegal de un producto flexibles y adaptables
Contactos transnacionales
Uso de una violencia más amplios Operan en una gran
indiscriminada cantidad de actividades
Uso de corrupción ilícitas, no solo centradas en
Desafía directamente a la tráfico de drogas
autoridad del Estado Violencia simbólica y
discriminada Uso de corrupción y
violencia discriminada
Ejercicio de violencia se
cede progresivamente Violencia ejercida por
a mercenarios ejércitos privados de
especializados carteles

Fuente: Elaboración propia a partir de BUNKER, Robert y SULLIVAN, John. Cartel evolution revisited:
Third phase cartel potentials and alternative futures in Mexico. 2010.

Los carteles de primera generación son “competidores agresivos del Estado,


con conexiones transnacionales limitadas y especializados en la actividad ilegal
de un producto, altamente violentos, jerarquizados y dispuestos a desafiar
directamente la autoridad del Estado”31.

31
BUNKER, Robert y SULLIVAN, John. Cartel evolution revisited: Third phase cartel potentials and
alternative futures in Mexico. en Small Wars & Insurgencies. Nº 1 Vol. 21. New York 2010. pp. 11-12.

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Los carteles de segunda generación tienen una estructura de jerarquía de


racimo compuesta por diversas células que se dedican a una gran variedad de
actividades ilícitas y al tráfico de varios tipos de droga. En esta categoría, los
contactos transnacionales son más amplios y prevalece el uso de la corrupción
por encima de la violencia, que adquiere un cariz más simbólico y discriminado.
Además, el ejercicio de la violencia se va delegando progresivamente a grupos
de mercenarios especializados. Estos presentan “una estructura mucho más
flexible y menos jerárquica, sin un líder indiscutible. Presenta una mucho
mayor disposición a la corrupción de oficiales públicos que a la violencia
indiscriminada, haciendo menos ruido a nivel de sociedad y coexistiendo con
el Estado”32.

Los carteles de tercera generación, se caracterizan por ser grupos con


amplias conexiones internacionales e incluso asentados en otros Estados, con
una estructura en red formada por pequeñas células flexibles y adaptables a
cada situación que se presenta. Operan en una gran variedad de actividades
ilícitas, no solo centradas en el tráfico de drogas, y utilizan la corrupción y
la violencia discriminada. Esta violencia es ejercida por los ejércitos privados
de los carteles y, en algunos casos, estos brazos armados se convierten en
organizaciones criminales independientes. La diferencia más importante entre
el cartel de tercera fase y las dos categorías anteriores es que el primero
intenta crear un poder paralelo dentro del Estado.

Del cartel de tercera generación surgen dos subcategorías que se


distinguen por la forma de lograr dicho objetivo: El primero de ellos es el
cartel “político” que utiliza la corrupción para someter a la autoridad política,
en vez de competir directamente con ella por el poder. Es decir, son resultado
de la corrupción sistemática del Estado, y son una amenaza para el mismo
al presentarse como “Estados Sucesores Criminales”. Son organizaciones
que “gobiernan efectivamente enclaves criminales, desplazando al Estado
legítimamente constituido. Mientras que la segunda subcategoría, el cartel
insurgente criminal, que también podría llamarse cartel de cuarta fase o
cuarta generación, busca crear enclaves criminales bajo su dominio y control
en los cuales el poder del Estado desaparezca a través de la violencia e
intimidación”33. Esta subcategoría es cercana a la definición de insurgencia
criminal mencionada con anterioridad.

32
Ibid. p. 12.
33
Ibid. p. 13.

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Por su parte, Manwaring argumenta que las maras centroamericanas han


atravesado por un proceso similar al experimentado por los carteles mexicanos,
el cual las ha hecho mutar hacia estructuras en red altamente versátiles,
viéndose afectadas por tres factores, a saber: politización, internacionalización
y sofisticación34, como se aprecia en la Tabla 3. Pudiéndose hablar, entonces,
de tres generaciones de pandillas.

La primera generación hace referencia a aquellas bandas pequeñas, con


niveles de violencia comparativamente moderados y orientadas a la protección
de su ambiente inmediato. Son pandillas locales con alcance barrial y negocios
básicamente oportunistas35.

La segunda generación son pandillas orientadas especialmente al


narcotráfico. Presentan un alcance mayor y una agenda política basada en
la protección y expansión de su mercado, para lo cual presentan mayores
grados de sofisticación36. Tienden a presentar una estructura más jerárquica y
en algunos casos proyección internacional.

Finalmente, las pandillas de tercera generación operan a escala internacional


mediante métodos sofisticados para obtener utilidades mayores. En general
presentan comportamientos mercenarios, relacionándose con carteles37.
Desafían la autoridad del Estado activamente, y representan un riesgo a la
soberanía nacional, pues superan la capacidad de respuesta del Estado a
través de la violencia, retan la legitimidad del Estado, actúan como gobiernos
alternativos, controlan las economías informales y se infiltran en los cuerpos
policiales o fuerzas armadas38. Sin embargo, en esta etapa generacional los
objetivos políticos de las bandas se centran cada vez más en la corrupción
gubernamental y en oponerse a la extradición y el debilitamiento de los
lazos con la policía internacional. De esta manera, se convierten de hecho en
insurgencias criminales de alcance transnacional39.

34
MANWARING, Max. La Soberanía Bajo Asedio: Las Pandillas y otras Organizaciones Criminales
en Centroamérica y en México. en Air & Space Power Journal en Español Nº 3 2009. 15 pp.
35
SULLIVAN, 2010. op. cit., p, 13.
36
Ibid.
37
Ibid.
38
Ibid. p. 14.
39
Ibid. p. 15

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Esteban Arratia Sandoval

TABLA 3
Tres Generaciones de Pandillas

Pandillas de Primera Pandillas de Segunda Pandillas de Tercera


Generación Generación Generación
Pandillas callejeras Se dedican a obtener Principalmente mercenarias
tradicionales ganancia económicas en su orientación

Orientación en el control Son empresariales y Buscan ser más explícitas


del territorio centradas en las drogas en sus objetivos políticos y
sociales
Participan en actividades Buscan objetivos políticos
criminales son oportunistas implícitos Se encuentran en la
en su mayoría encrucijada entre el
Liderazgo centralizado crimen, la guerra y la
Alcance local enfocado en tráfico de política cuando hay un solo
drogas y protección del gobierno
mercado
No hay reglas
Funcionan en un área (Anarquía criminal)
geográfica más amplia que
puede incluir ciudades y
países vecinos

Fuente: Elaboración propia a partir de MANWARING, Max. La Soberanía Bajo Asedio: Las Pandillas
y otras Organizaciones Criminales en Centroamérica y en México. 2009.

De ese modo, Sullivan señala que el común denominador que define a


las maras y carteles como mutaciones insurgentes es la necesidad irrevocable
de neutralizar, controlar o destituir al Gobierno titular mediante crecientes
demostraciones de fuerza en un contexto de soberanía dual o contestada.
A raíz de ello, el autor propone la analogía del pato, aplicándola cuando las
organizaciones criminales parecen patos, caminan como patos y actúan como
patos, aunque sean de una especie peculiar, no obstante, ¡son patos!40

¿Puede explicarse la expansión del crimen organizado en México y


Centroamérica bajo un paradigma insurreccional?

40
BUNKER y SULLIVAN, 2010 op. cit. pp. 13-14.

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Los planteamientos señalados con anterioridad adquieren enorme


relevancia en razón de que deconstruyen y resignifican el concepto insurgencia.
Sin embargo, el uso del término insurgencia usualmente posee un determinado
significado, aunque no siempre uniforme en la literatura especializada.

Por ejemplo, la insurgencia puede ser concebida como “un conflicto


político-militar organizado y prolongado, diseñado para debilitar el control y
legitimidad de un gobierno establecido, que ocupa el poder u otra autoridad
política mientras aumenta el control de los insurgentes”41. En cambio,
el Diccionario de Inteligencia y Seguridad establece que el objeto de una
insurgencia es “la alteración radical del orden político establecido empleando
procedimientos violentos de alta intensidad”42. Otros la definen como un
movimiento que busca derrocar, ganar o tomar el control del Gobierno con el
fin de imponer una ideología o religión en particular. Incluso, Tomes establece
tres elementos característicos de la insurgencia43:

• Terrorismo utilizado para promover la inseguridad entre la población y obligarla


a acercarse al movimiento para solicitar protección
• Intentos multifacéticos para cultivar el apoyo de la población general, a menu-
do socavando al nuevo régimen
• Ataques contra el Gobierno

Más allá de sus diversas conceptualizaciones, la insurgencia como fenómeno


ha sido asociada tradicionalmente al “uso prologando de la violencia de baja
intensidad para dejar sin efecto un sistema político o forzar algún cambio
fundamental en su statu quo, es decir, posee una finalidad política que implica
un cambio de gobierno”44. Por lo tanto, la insurgencia cae dentro de la esfera
de la violencia política. Por este motivo, el enfoque de Insurgencia Criminal no
ha concitado la adhesión de la comunidad académica latinoamericana, pues,
desde una perspectiva más reciente, aun cuando las organizaciones criminales
apelen en forma creciente a tácticas similares a las utilizadas por grupos
insurgentes, equiparar a ambos actores implicaría ignorar los siguientes
elementos:

41
OLSON, 2011, op. cit., p. 24
42
DÍAZ Fernández, Antonio. Diccionario LID, inteligencia y seguridad. Madrid, LID, 2013. p. 161.
43
OLSON, 2011. op. cit.
44
METZ, Steven. The future of insurgency, strategic studies institute. Create Space Independent
Publishing Platform, 2012. p. 10.

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Esteban Arratia Sandoval

En primer lugar, aunque no existe una definición consensuada sobre lo que


significa el crimen organizado (ni siquiera la entregada por la Convención de
Palermo logra ese cometido45), las diversas conceptualizaciones del fenómeno
suelen coincidir en el siguiente aspecto: su motivación no es identitaria, ni
religiosa ni ideológica, sino económica, su fin último no es tomarse el poder, sino
emplearlo para el desarrollo de economías ilícitas. Incluso, Buscaglia plantea
que los carteles mexicanos tienen la particularidad de trabajar según un modelo
de empresa46. Por añadidura, no han declarado la guerra a ningún Estado, ni
está entre sus planes intentar derrocar algún Gobierno. En este sentido, cabe
remarcar que la propia incapacidad de las fuerzas de seguridad mexicanas y
centroamericanas para afrontar de manera efectiva su control territorial, ya sea en
áreas rurales o urbanas, ha significado que los carteles y las maras no necesiten
controlar o derrocar al Estado en su totalidad para continuar llevando a cabo sus
actividades ilícitas, sino que sencillamente deben restringir la capacidad de los
agentes estatales para contrarrestar sus operativos. Dado su carácter ilegal, les
resulta inevitable y necesario dejar sin efecto el imperio de la ley para desarrollar
su negocio. En consecuencia, estos actores no pretenden instalar su propia
administración, ni fundar un Estado dentro del Estado, pues solo les basta con
debilitar u obstruir el accionar del Gobierno para enfrentarlos.

Y si bien existe registro de que carteles mexicanos han estado detrás


de asesinatos a funcionarios públicos de diversos rubros47, no es posible
comprobar, desde de ninguna fuente, que estos grupos criminales tengan
como propósito romper los equilibrios de las fuerzas políticas. O sea, los
cárteles han atacado al gobierno, pero hasta el momento lo han hecho de

45
La Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional o
Convención de Palermo creada en 2000 con el propósito de promover la cooperación para
prevenir y combatir más eficazmente la delincuencia organizada transnacional. En su artículo
2 literal a) establece que “por grupo delictivo organizado se entenderá un grupo estructurado
de tres o más personas que exista durante cierto tiempo y que actúe concertadamente con el
propósito de cometer uno o más delitos graves o delitos tipificados con arreglo a la presente
Convención con miras a obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u otro
beneficio de orden material”. Ver: UNODC. Convención de las Naciones Unidas contra la
Delincuencia Organizada Transnacional. Viena, Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el
Delito, 2004. p. 5.
46
Ver: BUSCAGLIA, Edgardo. La paradoja mexicana de la delincuencia organizada: Policías,
violencia y corrupción. en Revista Policía y Seguridad Pública, San Salvador Nº 1 Vol. 2, 2012 pp.
271-282.
47
DAUGHERTY, Aaron. Asesinato en Guerrero despierta temores sobre violencia electoral en
México. Insight Crime Crimen Organizado en las Américas. [en línea]. 6 de mayo 2015 [Fecha de
consulta: 6 de mayo 2015]. Disponible en: <http://es.insightcrime.org/noticias-del-dia/asesinato-
guerrero-despierta-temores-violencia-electoral-mexico>

52 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

manera limitada, centrándose en agencias gubernamentales específicas como


las del sector seguridad y no en el aparato estatal en su conjunto. Por lo tanto,
aunque estos ataques de algún modo representan un reto para la autoridad
del Estado, no califican como insurgencia.

Por otro lado, en México los narcotraficantes han tenido poco impacto en
la educación pública, el transporte municipal, los servicios sanitarios y otros
ámbitos que competen al Estado. Esto es más cierto aun cuando se habla de las
funciones del gobierno federal, como la conducción de la política monetaria,
las relaciones exteriores y la política industrial. Por otra parte, mientras que
la insurgencia en su sentido estricto depende de una alternativa coherente
al Gobierno, la tendencia ha ido en dirección contraria. Individualmente, los
grupos dominantes no han acumulado suficiente poder para sobrepasar al
Estado48. Más bien, se han fragmentado, como consecuencia de la presión
ejercida por parte de las fuerzas de seguridad y las disputas al interior de
las organizaciones criminales. En este sentido, actualmente, México parece
menos capaz de producir un grupo insurgente que desafíe al Estado, de lo
que era al inicio del sexenio de Felipe Calderón.

Igualmente, es posible sostener que la situación mexicana se encuentra


a medio camino entre el crimen organizado y la insurgencia, pero más cerca
del primer término que del segundo. Aunque operan algunas organizaciones
criminales cercanas a la protoinsurgencia, como Los Zetas, que cuenta con
recursos tecnológicos y económicos, el Cartel de Sinaloa, que posee arraigo
territorial, capacidad de capturar instituciones y disponibilidad de recursos,
o Los Caballeros Templarios, que cuenta con arraigo territorial y código de
conducta basado en valores templarios. Ninguna de esas organizaciones
criminales ha sustituido su ánimo de lucro por un proyecto político, ni tienen los
medios ni la intención de instaurar uno insurgente, ni logra el control territorial
en el sentido estricto, salvo zonas de descontrol a escala local, careciendo así
de la intensidad y permanencia que requiere un movimiento insurgente. Vale
decir, siguen el esquema de interacción entre organización criminal y Estado49.

48
CORCORAN, Patrick. Caballeros Templarios ponen a prueba teoría de narcoinsurgencia, Insight
Crime Crimen Organizado en las Américas [en línea]. 15 de octubre 2013 [Fecha de consulta:
3 de mayo 2015].Disponible en: <http://es.insightcrime.org/analisis/knights-templar-test-narco-
insurgency-theory>
49
PÉREZ Caballero, Jesús. La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y
la Persecución de los cárteles mexicanos. Con el tipo penal de los crímenes contra la humanidad:
¿dos alternativas a la “guerra al narcotráfico” en México? En: REQUENA, Miguel. La seguridad un
concepto amplio y dinámico V Jornadas de Estudios de Seguridad. Madrid, Instituto Universitario
General Gutiérrez Mellado, 2013. pp. 891-924.

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 53


Esteban Arratia Sandoval

En efecto, Los Zetas en sus típicas operaciones propagandísticas publicaron


un mensaje en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo negando que el grupo
tuviera planes de hacer frente a los gobiernos mexicano o estadounidense.
De ese modo, las pancartas o narcomantas, colgadas en al menos 10 lugares
diferentes alrededor de esa ciudad, firmadas con el nombre de Miguel Ángel
Treviño, alias “Z-40”, declaran lo siguiente: “No gobernamos este país, ni
tenemos un régimen; no somos terroristas o guerrilleros. Nos concentramos
en nuestro trabajo y lo último que queremos es tener problemas con cualquier
gobierno, ni mexicano, ni mucho menos con el de Estados Unidos”50. Ese
mensaje indica claramente que Los Zetas no representan una amenaza para
el Estado mexicano como suele argumentarse. Los comentarios de Treviño
sugieren que el grupo reconoce no tener ningún interés en sustituir al Estado.
Aunque sí están interesados en la cooptación de los organismos encargados
de hacer cumplir la ley en todo el país. Esto significa que organizaciones
criminales como Los Zetas fundamentalmente tienen objetivos más limitados
que los grupos tradicionalmente definidos como insurgentes.

En segundo lugar, las organizaciones criminales no cuentan con una


representación simbólica como defensores del pueblo. Como se señaló, los
insurgentes buscan incrementar su legitimidad cultivando una percepción
popular de que son protectores sociales, los grupos criminales no. Por
ejemplo, el grado de aceptación o identificación de la Barrio 18 con un barrio
o colonia específica no implica necesariamente un apoyo generalizado por
parte de esa comunidad. Sin embargo, suele suceder que en países como
Guatemala o El Salvador esta mara sea más temida que apoyada, esa situación
de “normalidad” puede deberse a la incapacidad de la propia comunidad
para remediarla, ante la cual se produce una aceptación reacia de la autoridad
ejercida por este actor armado no estatal. Incluso, ante la incompetencia de la
Policía Nacional Civil (PNC) para reducir la violencia de esta pandilla, decenas
de salvadoreños han abandonado sus hogares en busca de un barrio más
seguro donde vivir51.

50
CORCORAN, Patrick. Zetas: We are not Terrorists, Nor Guerrillas’, Insight Crime Crime Organized
in the Americas [en línea]. 15 de diciembre 2011 [Fecha de consulta: 1 de julio 2015]. Disponible
en <http://www.insightcrime.org/news-analysis/zetas-we-are-not-terrorists-nor-guerrillas>
51
MARTÍNEZ, Óscar. Huir de las pandillas de El Salvador ante la mirada de la Policía Antipandillas,
Insight Crime Crimen Organizado en las Américas [en línea]. 2 de febrero 2015 [Fecha de
consulta: 5 de mayo 2015]. Disponible en: <http://es.insightcrime.org/analisis/huir-pandillas-
mirada-policia-antipandillas>

54 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

Mientras que muchos de los elementos subyacentes tradicionales de la


insurgencia no se aplican a México, en la medida de lo posible, algunos de
estos elementos sí son visibles en Los Caballeros Templarios, que se centran
más en influir en la población más amplia que sus rivales. Otros grupos
criminales simplemente buscan intimidar a la población local para que toleren
su presencia, pero ninguno de los competidores de Los Caballeros ha ido tan
lejos como para afectar su imagen ante la opinión pública. Ninguno tampoco
ha invertido tanto tiempo en imprimirle un sello propio a sus actividades
ilícitas. Pero nuevamente este cartel parece ser una manifestación excepcional
y no constituye, en lo absoluto, un movimiento insurgente o ideología que
pretenda controlar al Estado52.

Si bien Los Caballeros Templarios afirman que defienden los intereses de


las comunidades locales, se han posicionado a sí mismos como un movimiento
social popular, y el uso de tales tácticas, como atacar la infraestructura
energética, hace eco a los métodos empleados por insurgentes como las
guerrillas izquierdistas de Colombia. No obstante, aparte de los ataques contra
las fuerzas de seguridad, los grupos criminales de México no suelen centrarse
en el Estado y tampoco ofrecen una alternativa coherente al Gobierno
tradicional, por lo que aunque empleen tácticas similares a las usadas por
los grupos guerrilleros, no cumplen con los más básicos criterios de una
insurgencia que sí buscan derrocar al Gobierno . Esencialmente, como plantea
Sullivan, están compitiendo con el Estado, buscando apartarse de cualquier
control estatal y, en algunas ocasiones, buscar crear un poder paralelo53.

A partir de este caso, es posible realizar un paralelo de cómo funciona la


insurgencia en tanto forma de guerra centrada en la población. Los teóricos
clásicos de la insurgencia, desde los revolucionarios como Mao Tse-Tung
hasta líderes contrainsurgentes como David Galula, han reconocido que el
campo de batalla en una insurgencia no es una porción territorial en estricto
rigor. El ganador del conflicto depende del apoyo de la población local. Esto
no es válido para México, donde la población en general también se opone
firmemente a los grupos criminales como un todo, que pasan poco tiempo
buscando ganarse “los corazones y las mentes” de la comunidad54.

52
CORCORAN, 2013, op. cit.
53
SULLIVAN 2010, op. cit.
54
CORCORAN, 2013. op. cit.

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 55


Esteban Arratia Sandoval

En tercer lugar, las organizaciones criminales no pueden ser definidas


únicamente a partir de las acciones violentas que ejecutan o métodos agresivos
que utilizan para responder a la ofensiva estatal o confrontar a sus rivales. En
este sentido, la violencia constituye una herramienta del crimen organizado,
no un fin en sí mismo. Como se indicó, su motivación es económica en tanto
busca proteger o expandir territorialmente sus actividades ilegales. En
consecuencia, el objetivo de la violencia también es totalmente diferente a la
empleada por grupos insurgentes.

Pese a que Killbrew argumenta que “un asesinato es un crimen, una


orgía de asesinatos contra toda una población es terrorismo y emboscadas
a agentes policiales y efectivos militares”55 es una muestra de Insurgencia
Criminal, esto no se condice con los acontecimientos. Por ejemplo, en lo
que va de 2015, la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18 han llevado a cabo
más de 250 ataques contra agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) y la
Fuerza Armada (FAES) en El Salvador56, estadísticas que sugieren que el país
se encamina hacia una nueva fase similar a una guerra de baja intensidad.
Pero el aumento de las agresiones entre ambas partes ha sido producto del
rompimiento de la tregua entre pandillas en 2013, así como de los esfuerzos
gubernamentales por restringir o suprimir las actividades de las pandillas, es
decir, han tenido su origen en el Estado. Esta situación pone en evidencia que
las maras no parecen estar interesadas en sostener confrontaciones violentas
con las fuerzas de seguridad, lo cual sería una actitud esperable si desearan
deponer al gobierno salvadoreño como lo hizo el Frente Farabundo Martí
para la Liberación Nacional durante la guerra civil (1980-1992). En resumen,
“la ausencia de una propuesta política con base ideológica deslegitima a
la violencia a los ojos de la ciudadanía, constituyendo un punto débil”57 del
enfoque Insurgencia Criminal.

De igual manera, la situación de México no resulta comprensible desde un


paradigma insurreccional, puesto que no se percibe el uso de fuerza como una
decisión con fines políticos en ambos bandos, mientras que “las fuerzas de

55
KILLEBREW, Robert. Crime & War. en United States Naval Institute. Proceedings, Nº 137. Vol. 10,
2011. p. 23.
56
GAGNE, David. Más de 250 ataques de pandillas contra las fuerzas de seguridad de El Salvador
en 2015, Insight Crime Crimen Organizado en las Américas. [en linea]. 19 de mayo 2015 [Fecha
de consulta: 25 de mayo 2015]. Disponible en: <http://es.insightcrime.org/noticias-del-dia/mas-
ataques-pandillas-contra-fuerzas-seguridad-el-salvador>
57
SAMPÓ, Carolina y BARTOLOMÉ, Mariano. Reflexiones sobre el cumplimiento de la tregua entre
maras en El Salvador, en Estudios Internacionales, Santiago Nº 177, 2014. p. 101.

56 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

seguridad intentan acabar con la existencia de Estados paralelos en manos de


los narcos, estos últimos pretenden asegurar su supervivencia”58.

La intensificación de la violencia en México durante la última década también


es reflejo de un cambio en el contexto político, ya que el Gobierno pasó del
consentimiento e incluso colusión con el tráfico de droga, a una actitud más
reactiva. En cierta manera, entonces, México sufre de la violencia producto de
la transición: tras la llegada del Partido de Acción Nacional, los acuerdos tácitos
existentes entre las organizaciones criminales y el Gobierno se derribaron, siendo
reemplazados por una rivalidad abierta entre el crimen organizado y el Estado.
En este escenario, los ataques por parte de los carteles contra de jefes de policía,
jueces y soldados están pensados como una forma de presionar al Estado para
que evite la confrontación y restablezca un espacio en que las organizaciones
delictivas puedan gozar de un alto grado de impunidad como antaño. “Con un
gobierno menos permisivo era natural que los enfrentamientos entre los diversos
cárteles se volvieran más frecuentes”59. Aún así, se ha abierto una discusión en
torno a si la respuesta de Felipe Calderón en contra de las organizaciones de
tráfico de drogas generó un aumento en los niveles de violencia intercartel. En
parte, esto refleja que entre más se presione a las organizaciones criminales,
mientras mayores sean sus limitantes y menores las ganancias, más intensa se
tornará la competencia y por ende la violencia. Por lo tanto, la violencia se explica,
mayoritariamente, a partir de conflictos entre carteles y no a un conflicto entre las
organizaciones criminales y el Estado, que se podría esperar si efectivamente se
tratara de una insurgencia en el sentido tradicional.

En esa dirección, Lessing plantea que el enfrentamiento directo contra


fuerzas de seguridad, solo sobreviene cuando el umbral de supervivencia de la
organización criminal se encuentra amenazado por un entorno hostil. Incluso,
el sentido común sugiere que estos actores prefieren evitar la confrontación
con el Estado ya que resulta ser demasiado costosa y perturbadora para el
desarrollo de sus economías ilícitas. Es decir, la violencia sistémica, organizada
y estratégica surge cuando a los traficantes les resulta más rentable o ventajoso
utilizar la violencia. Tales decisiones están relacionadas con complejas
interacciones entre las organizaciones criminales y las fuerzas de seguridad, y
no solamente en función del tamaño o rentabilidad del mercado ilegal60.

58
SULLIVAN y ELKUS, 2008, op. cit., p. 4.
59
WILLIAMS op. cit., p. 27.
60
LESSING, Benjamin. When Business Gets Bloody: State Policy and Drug Violence. En: Small Arms
Survey 2012: Moving Targets. Ginebra, Graduate Institute of International and Development Studies,
2012, pp. 40-77.

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 57


Esteban Arratia Sandoval

Si bien los aspectos económicos del mercado de la droga (demanda, oferta


y precio) parecieran estar relacionados con el aumento de la violencia entre
carteles y el Estado, los cambios en las políticas estatales también juegan un
rol gravitante. En este contexto, resulta particularmente importante reconocer
que el Estado desempeña un papel clave en la definición de las reglas del
juego. En consecuencia, lo que cambió desde 2006 fue la política antinarcóticos
del Gobierno mexicano: el ex presidente Felipe Calderón llamó al ejército
para combatir a los carteles de la droga, y los carteles respondieron con
violencia. Una cuestión clave es las decisión respecto dónde y cuándo aplicar
medidas represivas, o sea, si el Estado aplica el mismo nivel de fuerza a todas
las organizaciones criminales, independientemente de su comportamiento
(represión generalizada) o si el Estado ejecuta la represión en proporción a
la cantidad y gravedad de la violencia empleada por los carteles (respuesta
proporcional)61. Mientras que el gobierno de Felipe Calderón rara vez realizó
tal distinción, investigaciones recientes plantean que la represión generalizada
no genera desincentivos para el uso de la violencia por parte de los actores
armados no estatales, incluso puede ejercer una influencia fundamental en las
acciones de los narcotraficantes como la decisión de generar una escalada de
violencia62. De hecho, entre 2006 y 2011 existió una correlación entre el número
de ataques al Ejército por partes de los carteles, el nivel de fragmentación de
estos últimos y los homicidios vinculados con el narcotráfico, como puede
observarse en el Gráfico 1.

61
Ibid.
62
GUERRERO-GUTIÉRREZ, Eduardo. Security, Drugs, and Violence in Mexico: A Survey. Washington
DC, 2011. 140 pp.

58 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

GRÁFICO 1
Fragmentación de los carteles y violencia relacionada con las drogas
en México (2006-2011)

Fuente: Elaboración propia a partir de LESSING, Benjamin. When Business Gets Bloody: State Policy
and Drug Violence. 2012.

Por otra parte, como organizaciones racionales, las organizaciones


criminales transnacionales aplican la violencia no como un fin en sí mismo,
sino como un medio para un propósito. Para aplicar la fuerza física con el
fin de lograr un objetivo, las organizaciones criminales transnacionales
deben controlar su personal con las habilidades y el equipo necesario para
poder usar esa fuerza de una manera predecible, racional y controlada. Sus
habilidades para aplicar violencia de una manera racional son directamente
proporcionales a los recursos disponibles que les permita ser capaces de
entrenar, organizar y equipar. En consecuencia, los carteles utilizan la violencia
como una opción entre muchas otras. A veces prefieren cooptar a miembros
de las fuerzas de seguridad a título individual. Otras logran la protección
progresiva de las instituciones, como en la infiltración de Los Caballeros
Templarios en Michoacán. También hay cárteles que apoyan a las fuerzas de
seguridad contra otros, como el cartel Jalisco-Nueva Generación63.

63
PÉREZ Caballero, 2013, op. cit.

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 59


Esteban Arratia Sandoval

De ese modo, la violencia relacionada con el narcotráfico también puede


tener un fin intimidatorio, o bien entrar en una espiral de crímenes con el
objetivo de causar temor o terror en la sociedad. Este fenómeno es conocido
como narcoterrorismo. En esa dirección, Haupt distingue dos diferentes formas
de narcoterrorismo: el cometido por narcotraficantes con diversos fines; o
bien, el involucramiento de organizaciones terroristas en el narcotráfico para
financiar su causa y operaciones contra el Gobierno. En el caso de México, el
narcoterrorismo es perpetrado por los diferentes carteles, cubriendo todo el
espectro de objetivos, es decir: a) en contra de las organizaciones rivales; b) en
contra de la autoridad; y c) en contra de la población civil64.

Un ejemplo que suele utilizarse para ilustrar esta conceptualización es el ataque


ocurrido en septiembre de 2008. En esa ocasión, tres sujetos arrojaron granadas de
fragmentación a personas que participaban en la ceremonia del 198º aniversario
del “Grito de la Independencia” en una abarrotada plaza central de Morelia,
capital del estado de Michoacán. Los asistentes creyeron que “las explosiones
eran petardos hasta que vieron a personas cayendo al suelo cubiertas en sangre.
Ocho murieron y más de 100 sufrieron heridas por impacto de los explosivos”65.
El incidente “provocó una condena generalizada: incluso algunos narcotraficantes
se deslindaron públicamente del hecho y ofrecieron recompensas para capturar
a los responsables”66. No obstante, el narcoterrorismo como categoría analítica
carece de valor explicativo, pues la intersección de ambos términos (narcotráfico
y terrorismo), imprecisa desde el punto de vista teórico, genera distorsiones
conceptuales que dificultan la adecuada comprensión del fenómeno de la violencia
en México. Es decir, si bien en el contexto de los conflictos intracartel, intercarteles
y carteles-Estado fue apareciendo una nueva víctima: la población civil, el uso de la
violencia se dirigió progresivamente hacia ese segmento producto de la escalada,
desprofesionalización del conflicto y un nuevo tipo de vínculo establecido por
“el crimen organizado en sus dos variantes, narcotráfico y extractores de rentas
sociales”67. Esto significa que la violencia provocada por dinámicas propias de
la criminalidad organizada no puede confundirse con aquella perpetrada por
organizaciones terroristas.

64
HAUPT, David. Narco-Terrorism: An Increasing Threat to U.S. National Security. Norfolk, VA: Joint
Forces Staff College, 2009. pp. 5-6.
65
POLÍTICO, Animal. Liberan a detenidos por atentado en Morelia en 2008; les fabricaron pruebas,
Animal Político [en línea]. 27 de mayo 2015 [Fecha de consulta: 5 de Junio 2015]. Disponible
en: <http://www.animalpolitico.com/2015/05/liberan-a-detenidos-por-atentado-en-morelia-en-
2008-por-fabricacion-de-pruebas/>
66
WILLIAMS, 2010, op. cit., p. 30.
67
VALDÉS Castellanos, Guillermo. Historia del narcotráfico en México. México DF, Aguilar, 2013. p. 324.

60 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

Como se indicó con anterioridad, en México existen algunos actores


armados no estatales que se caracterizan por exhibir ciertos rasgos de proto-
insurgencia, tendiendo a militarizar sus acciones y utilizar tácticas terroristas que
generan alarma social, como Los Zetas68. Empero, esta organización criminal se
aproxima más bien a lo que se denomina Oponente Hibrido que “simultánea
y adaptativamente utiliza una mezcla que fusiona armas convencionales,
tácticas irregulares, terrorismo y comportamiento criminal en el espacio de
batalla”69. En efecto, su caso es muy similar al grupo delictivo colombiano Los
Urabeños. Sin embargo, cabe aclarar que ese tipo de adversario no constituye
una amenaza a la seguridad nacional ni una insurgencia que amenace con
desestabilizar al Gobierno mexicano.

Cabe remarcar que en México el crimen organizado en general y el tráfico de


drogas en particular, guardan muchas características distintivas provenientes
de la cultura, la política y la cercanía del país con Estados Unidos, que ha
resultado ser una maldición geográfica. Existen, sin embargo, similitudes
tanto en el contexto como en el modo de operar, lo que sugiere que los
acontecimientos en México son parte de un patrón más generalizado del
crimen organizado. En definitiva, el ataque de Morelia es un caso excepcional
o anómalo y no un precursor. Por lo tanto, las demás acciones llevadas a cabo
por parte de los cárteles no son más que un intento de proteger su espacio de
operación de la presión gubernamental, las cuales no requieren ser redefinidas
bajo conceptualizaciones como Insurgencia Criminal ni tampoco pueden ser
consideradas como expresiones de narcoterrorismo.

En cuarto lugar, los insurgentes pueden (y suelen) ser considerados como


interlocutores válidos por el Estado en una negociación tendiente a resolver
conflictos armados intraestatales, trato que no es aplicable a las organizaciones
criminales. Por ejemplo, en El Salvador, entre 2012 y 2013, se llevó a cabo una
tregua entre la MS-13 y Barrio 18, tal proceso contenía un peligroso mensaje
que fue descifrado por las maras: el Gobierno podía ser tomado como rehén
mediante la violencia y las actividades criminales, pudiendo ser usadas para
construir capital político70. Tal como indica Hope, los procesos de pacificación

68
PÉREZ Caballero, 2013, op. cit.
69
HOFFMAN, Frank. Future Hybrid Threats: An Update. Washington DC, Center for Strategic
Research, Institute for National Strategic Studies, 2012 p. 3.
70
CAWLEY, Marguerite. Pandillas de El Salvador recurren al nuevo gobierno para revivir la tregua.
Insight Crime Crimen Organizado en las Américas [en línea]. 6 de junio 2014 [Fecha de consulta: 6
de mayo 2015]. Disponible en: <http://es.insightcrime.org/noticias-del-dia/pandillas-el-salvador-
recurren-nuevo-gobierno-para-revivir-tregua>

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 61


Esteban Arratia Sandoval

negociada con grupos criminales son moral y políticamente muy complejos


debido a que implica ceder en una convicción básica: la no negociabilidad de la
ley. Una vez que empieza la negociación, se produce un riesgo importante: las
organizaciones criminales pueden percibir que, si se vuelven suficientemente
violentos, pueden recibir un trato de privilegio de parte del Gobierno. Es
decir, la paz conseguida hoy puede provocar aún más violencia mañana71. En
palabras de Villalobos, “toda tregua, cuando no está resolviendo un conflicto
lo está acrecentando, porque permite acumular fuerzas. En este caso, dado
que el Estado inició la tregua sin un plan para fortalecerse, serían las pandillas
que han acumulado fuerzas mediante el potenciamiento de su organización,
reclutamiento, control territorial y capacidad de financiarse”72. Por esa razón
es que el ex presidente Mauricio Funes (2009-2014) tardó meses en reconocer
que el gobierno también estaba siendo participe de la tregua, pues hacerlo
significaba, en esencia, un reconocimiento tácito de que había dado su brazo
a torcer ante las pandillas73.

Bajo esa lógica, Douglas Farah argumenta que la tregua entre la Mara
Salvatrucha (MS13) y Barrio 18 representó una “apuesta política alta” pues
al ofrecerle a los líderes pandilleros encarcelados mejores condiciones de
reclusión a cambio del cese a las ejecuciones, extorsiones y el reclutamiento
infantil, la administración Funes corría el riesgo de empeorar la situación de
seguridad pública a largo plazo. Según el autor, la tregua empoderó a las maras,
al otorgarles una cuota de poder político, la cual radicó en el mejoramiento de
los indicadores de seguridad que se registraron durante la tregua. Es así como
en los primeros 100 días posteriores a la entrada en vigencia de la cesación, el
promedio de homicidios diarios en El Salvador pasó de 14 a 574. Cabe señalar que
“la tregua de maras logró bajar los homicidios porque las pandillas se dividieron

71
HOPE, Alejandro. Pactar con delincuentes: Q&A. Animal Político [en línea]. 4 de junio 2012 [Fecha
de consulta 5 de mayo 2015]. Disponible en: <http://www.animalpolitico.com/blogueros-plata-o-
plomo/2012/06/04/pactar-con-delincuentes-qa/>
72
VILLALOBOS, Joaquín. Tregua de maras, la revolución lumpen, El País Opinión. [en línea].
17 de junio 2013 [Fecha de consulta: 8 de junio 2015] Disponible en: <http://elpais.com/
elpais/2013/06/13/opinion/1371120944_177354.html>
73
YAGOUB, Mimi. ¿Está el nuevo presidente de El Salvador enterrando la tregua entre pandillas?,
Insight Crime Crimen Organizado en las Américas. [en línea]. 11 de junio 2014 [Fecha de consulta:
6 mayo 2015].Disponible en: <http://es.insightcrime.org/noticias-del-dia/nuevo-presidente-el-
salvador-enterrando-tregua-entre-pandillas>
74
RAMSEY, George. Las Maras de El Salvador Buscan Ser Actores Políticos. Insight Crime Crimen
Organizado en las Américas [en línea]. 14 de septiembre 2012 [Fecha de consulta: 3 de mayo
2015].Disponible en: <http://es.insightcrime.org/investigaciones/las-maras-de-el-salvador-
buscan-ser-actores-politicos>

62 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

los territorios bajo intermediación de terceros con anuencia del Estado, con
ello ya no necesitaron matarse”75. Es decir, estos actores armados no estatales
podían forzar un colapso en cualquier momento simplemente amenazando con
incrementar el número de homicidios. Incluso, Farah va más allá agregando
que los mareros “sorprendidos y satisfechos con los resultados de las
negociaciones, sus líderes están empezando a entender que el control territorial
y la cohesión hacen posible que expriman concesiones del Estado, mientras
mantienen la esencia criminal de su carácter. Ya se encuentran discutiendo
el posible apoyo a ciertos candidatos para elecciones locales y nacionales
a cambio de protección y el control de parte de la agenda del candidato”76.

Sin embargo, esto no significa necesariamente que las maras tengan una
ideología específica o intención de sustituir al Gobierno como lo haría un
grupo insurgente. En efecto, aunque quisieran, los cabecillas de las maras
no pueden influenciar las elecciones locales y nacionales, pues no cuentan
con los recursos necesarios para ese cometido. Por ejemplo, mientras que
los líderes del cartel de Sinaloa obtienen millones de dólares anualmente,
gran parte del financiamiento de la MS-13 y Barrio 18 proviene de la extorsión
y el narcomenudeo, actividades ilícitas que no otorgan el nivel de ingresos
necesario para ejercer un grado de influencia política determinante77.
En definitiva, falta mucho aún para que las maras sean capaces de apoyar
candidatos políticos a gran escala. De momento, las pandillas de El Salvador
solamente están en posición de entregar barrios o territorios bajo su control
a cualquier candidato que les prometa concesiones específicas y les dé cierto
tipo de apoyo. Empero, en esta situación no se observa ningún rasgo o
característica que contribuya a conceptualizar a los mareros como insurgentes.

Por otro lado, el concepto Insurgencia Criminal presenta el inconveniente de


otorgar legitimidad política a los carteles ya que potencialmente estos serían
considerados como partes beligerantes frente al Gobierno, convirtiéndolos
en un poder de facto. Lo cual supondría tener la capacidad de firmar un cese
al fuego, elemento crucial para reducir el impacto sobre la población civil. Sin
embargo, el Gobierno y la sociedad civil se muestran escépticos ante la idea
de promover un diálogo con organizaciones criminales, a pesar de la creciente
indignación y el imperativo de hacerlo. La posibilidad de que los “líderes e
integrantes de este particular gremio estén dispuestos a renunciar al uso de

75
VILLALOBOS, 2013, op. cit.
76
RAMSEY, 2012, op. cit.
77
Ibid.

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 63


Esteban Arratia Sandoval

mecanismos de intimidación y tortura, no suma muchos adeptos”78. Ante todo


predomina la postura (no menos fundada) de que la dignidad humana es la
última de las prioridades de los narcotraficantes. Más aún, la herramienta que
estas organizaciones criminales usan para establecer su presencia, dominio
y administrar sus actividades ilícitas, consiste precisamente en quebrantar la
dignidad humana. Y debido a que su aspecto organizacional es incierto, no
queda claro si están en posición de firmar acuerdos o entregar armas en el
caso de que existiera voluntad de dialogar con ellos.

¿Conexión perversa? El continuo crimen - Insurgencia

Los insurgentes deben distinguirse de otros actores no estatales que utilizan


métodos similares pero cuyos objetivos son fundamentalmente diferentes. En
efecto, entre la insurgencia y el crimen organizado poseen una fisionomía con
suficiente potencialidad diferenciadora para conceptualizarlos y trabajarlos
como dos fenómenos independientes79. Sin embargo, la aparición de una
diversidad de actividades ilícitas transnacionales y su impacto en grupos
insurgentes, junto con el creciente número de conflictos alimentados por
ambos actores armados no estatales con proyección internacional han abierto
la siguiente interrogante: ¿Hasta qué punto convergen o se pueden desarrollar
vínculos entre la insurgencia y el crimen organizado transnacional?

Existen numerosas investigaciones sobre la relación entre insurgencia y


criminalidad organizada, usualmente esos trabajos indican que en un eventual
nexo es la primera la que suele incursionar en actividades criminales, no al
revés. En este sentido, Makarenko postula que el crimen organizado y la
insurgencia son fenómenos distintos, sin embargo, existe un nexo crimen-
rebelión que no es estático, sino que evoluciona, adoptando la forma de un
continuum, con el crimen situado en el extremo izquierdo y la insurgencia
ubicada en el lado derecho como fenómenos distintos, separados y lejanos
conforme al entorno en el que operan, pudiendo ocurrir entre ambos una
amplia gama de interacciones80, como se observa en la Figura 1.

78
ALBUJA, Sebastián y RUBIO Díaz-Leal, Laura. Los olvidados de la guerra contra el narcotráfico en
México. en Foreign Affairs Latinoamérica, México DF, Nº 4, Vol.11, 2011. p. 30.
79
PULIDO Gragera, Julia y SANSÓ-RUBERT, Daniel. A Phenomenological Analysis of Terrorism and
Organized Crime from a Comparative Criminological Perspective. en Journal of Law and Criminal
Justice, Nº 2, vol. 2 pp. 113-131, 2014.
80
MAKARENKO, Tamara, Criminal and Terrorist Networks: Gauging Interaction and the Resultant
Impact on Counter-Terrorism. En: BRIMMER, Edward. Five Dimensions of Homeland and
International Security. Washington DC Johns Hopkins University, 2008. pp. 58-72.

64 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

FIGURA 1
Continuum Crimen – Insurgencia

Fuente: Elaboración propia a partir de MAKARENKO, Tamara. The Crime-Terror Continuum: Tracing
the Interplay between Transnational Organized Crime and Terrorism. 2008.

Cabe destacar que el nexo de crimen-rebelión se coloca en un continuo


precisamente porque con dicha figura se busca rastrear cómo la dinámica
organizacional y operacional de ambos fenómenos ha mutado durante la
post-Guerra Fría. Además, resulta útil a efectos de graficar el desplazamiento
de un grupo hacia un extremo u otro del plano. Cabe destacar que en la mitad
del continuo se encuentra un punto denominado convergencia motivacional,
donde un actor armado no estatal exhibe simultáneamente características
criminales e insurreccionales. En consecuencia, durante la evaluación de
las diversas relaciones que se han desarrollado entre los grupos criminal e
ideológicamente motivados, se disciernen las siguientes categorías:

Alianza con insurgentes

La colaboración entre grupos insurgentes y el crimen organizado admite


dos formas y niveles diferentes. Se da cuando un grupo u organización criminal
decide apoyar a una organización insurgente por razones de afinidad ideológica o
religiosa. Es una opción abstracta, con pocas ilustraciones empíricas. La segunda
forma de colaboración se debe a “un interés netamente práctico e implica una
transacción económica. La compra de armas, explosivos o documentos falsos de
los grupos criminales es un recurso que los insurgentes pueden utilizar cuando
carecen de habilidades u oportunidades de obtener por otros medios”81.

81
PULIDO Gragera y SANSÓ-RUBERT, 2014 op. cit. p.124.

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 65


Esteban Arratia Sandoval

Uso operacional de la violencia

A pesar de la existencia de alianzas entre crimen organizado y grupos


insurgentes, los grupos han buscado renunciar a la creación de estas en la medida
de lo posible. A partir de los 90, se hizo evidente que los grupos criminales e
insurgentes estaban buscando “mutar su propia estructura y organización, en
lugar de cooperar con grupos que ya son efectivos en esas actividades”82. La razón
principal para la adquisición de capacidades internas era garantizar la seguridad
de la organización, así como asegurar las operaciones de la organización. De
esta forma, las organizaciones criminales e insurrectas han tratado de evitar los
problemas inherentes a todas las alianzas, entre ellos: las diferencias sobre las
prioridades y estrategias, la desconfianza mutua, el peligro de las deserciones y
la amenaza que las alianzas podrían crear futuros competidores.

Como se señaló previamente, existen algunas agrupaciones criminales que


usan tácticas insurgentes como una herramienta operativa, o bien insurrectos
que participan en actividades criminales como herramienta operativa. El
involucramiento de insurgentes en actividades criminales para costear su
lucha armada no surgió como un problema grave sino hasta principios de los
90. En ambos casos, sin embargo, la post-Guerra Fría llevó a muchos grupos
criminales e insurgentes a cambiar su enfoque operativo. Como resultado, los
grupos criminales se enfocaron progresivamente en modelar las condiciones
operativas presentes en Estados Débiles. En tanto, los insurrectos se volcaron
a actividades criminales en busca de una opción pragmática que les permitiera
suplir la pérdida de los recursos brindados por las dos superpotencias83.

Convergencia motivacional

Esta fase está compuesta básicamente por dos elementos autónomos,


pero asociados. En primer lugar, incorpora organizaciones criminales
impulsadas por motivaciones políticas. Y en segundo orden, se refiere a grupos
insurgentes interesados en obtener beneficios económicos, para los cuales el
lucro derivado de actividades ilícitas puede llegar a convertirse en la meta
de parte o la totalidad de la organización, aunque no abdique públicamente

82
MAKARENKO, Tamara. The Crime-Terror Continuum: Tracing the Interplay between Transnational
Organized Crime and Terrorism. en Global Crime. Nº 1, vol. 6, 2004. p. 133.
83
PULIDO Gragera y SANSÓ-RUBERT, 2014, loc cit.

66 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

de sus banderas o retóricas políticas para perpetrar actividades delictivas sin


perder el apoyo de sus seguidores o simpatizantes84.

La primera categoría puede subdividirse en dos partes. En primer lugar,


incluye grupos que han utilizado tácticas insurgentes para ganar influencia
política más allá de la interrupción de los procesos judiciales o intentos
de bloquear la legislación en su contra (una táctica común utilizada por el
crimen organizado a objeto de asegurar sus operaciones). En segundo
lugar, están interesados en la consecución del control político mediante la
participación directa en procesos políticos e instituciones del Estado. En
segundo lugar, incluye a organizaciones criminales que utilizan inicialmente
tácticas insurgentes para establecer un monopolio sobre sectores económicos
lucrativos de un Estado. En el control de sectores económicos, incluyendo
los recursos naturales estratégicos y las instituciones financieras, estos actores
proceden a ganar en última instancia el control político sobre el Estado. Este
proceso se basa en la premisa de que en un escenario donde prevalece la
economía de libre mercado, la fortaleza económica constituye un requisito
previo al poder político; y el poder político, posteriormente, sostiene tanto
la vida de la organización y sus actividades ya sean criminales y/o políticas.
Como señala Xavier Raufer, “agarrando el control de las instituciones
financieras pueden llevar a casa dinero en efectivo que les permita avanzar
en sus ambiciones políticas. Muchos grupos, por supuesto, conservan una
gama estrecha de objetivos, metas y métodos; mientras que otros están
convirtiéndose en conglomerados de causas”85.

El segundo elemento de la convergencia motivacional alude a grupos


insurgentes que se involucran activamente en actividades delictivas pero que
solo mantienen su retórica política como una fachada para perpetrar actividades
delictivas en una escala más amplia, tal como se mencionó previamente. Cada
vez más la evidencia indica “que a pesar de focalizarse en actividades criminales,
algunas insurrecciones mantienen una fachada pública, apoyada por una retórica
y declaraciones, pero en el fondo, se han transformado en otro actor con un
juego final diferente”86. En efecto, determinadas características organizacionales
y/u operacionales que comparten la insurgencia y la criminalidad organizada
facilitan ese proceso, entre ellas destacan la racionalidad; el accionar secreto;
el desafío al Estado y al imperio de la ley; el uso asimétrico de la violencia y la

84
MAKARENKO 2004, op. cit., p. 134.
85
Ibid. p. 135.
86
Ibid. p. 136.

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 67


Esteban Arratia Sandoval

capacidad de adaptación. No obstante, cabe mencionar que en ningún momento


los insurgentes traicionan el carácter político de sus objetivos, ni renuncian a
publicitar y/o difundir sus acciones, mientras que, tal como señalamos líneas más
arriba, las organizaciones criminales actúan en función de metas económicas y
buscan mantenerse en el anonimato o clandestinidad87.

Ya no impulsados por una agenda política, sino por la ganancia del delito,
estos grupos antiguamente tradicionales continúan empleando un modo de
operar propio de grupos insurgentes básicamente por dos razones: Primero,
para mantener a las autoridades gubernamentales y policiales concentradas
en las cuestiones y los problemas políticos, en vez de iniciar investigaciones
criminales. En segundo lugar, ese tipo de tácticas son una herramienta útil
para reafirmar su identidad entre grupos criminales rivales. Además, estos
grupos son capaces de manipular su red de apoyo. Por ejemplo, ellos
siguen centrándose en reivindicaciones políticas (combinado con incentivos
monetarios) para reclutar nuevos integrantes que justifican lo que normalmente
se considera como actos netamente criminales. Por lo tanto, al centrarse en
objetivos criminales y políticos simultáneamente, estos actores armados no
estatales son capaces de utilizar dos conjuntos de redes que les permitan
llevar a cabo un enfoque para pasar desde la insurgencia a otro campo de
aplicación, o bien perseguir múltiples aplicaciones a la vez.

Participación instrumental

También podría ser llamado “convergencia mediante apropiación de


métodos”. Ocurre cuando los grupos u organizaciones insurgentes se
involucran en actividades que son típicas de la criminalidad organizada. De
manera tal que el vínculo suele iniciarse a raíz de una necesidad específica
del insurgente, esta puede ser financiera o logística. Por ejemplo, mediante
el involucramiento en el narcotráfico o la incursión en la comercialización de
armas ilegales, respectivamente88.

87
BARTOLOMÉ, Mariano, Más Allá del Crimen Organizado: la reformulación del concepto de
insurgencia y su Impacto en el entorno estratégico sudamericano. en Austral: Revista Brasileira
de Estratégia e Relações Internacionais, Nº 3, vol. 2, pp. 47-77. 2013.
88
MAKARENKO. 2004, op. cit., p. 137.

68 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

Alianza/Imposición

La naturaleza de las alianzas entre grupos varía, y puede incluir una


relación a corto plazo o mediano plazo. Por otra parte, las alianzas incluyen
lazos establecidos por una variedad de razones, tales como la búsqueda de
conocimiento experto (es decir, lavado de dinero, falsificación o fabricación
de bombas) o apoyo operativo (es decir, acceso a rutas de contrabando).
En muchos aspectos, las alianzas formadas son semejantes a las relaciones
que se desarrollan en entornos de negocios legítimos. Como Makarenko
señala sucintamente con referencia específica al crimen organizado, la
cooperación con los insurgentes “puede traer importantes beneficios para
las organizaciones criminales mediante la desestabilización de la estructura
política, minado de las fuerzas de seguridad y la limitación de las posibilidades
de cooperación internacional”89. De lo anterior se deduce que el interés de los
grupos criminales e insurgentes en formar alianzas radica principalmente en
asegurar un entorno favorable para sus metas. Es decir, la inestabilidad reviste
interés para los insurrectos, pues disminuye la legitimidad de los gobiernos
a ojos de la misma población que tratan de obtener su apoyo; y a su vez
es también interesante para los grupos criminales que buscan maximizar sus
ganancias sin ser acosados por las fuerzas de seguridad.

A pesar de todas esas modalidades de interacción entre crimen organizado


e insurgencia, lo cierto es que no suelen producirse con regularidad, sino más
bien son de carácter limitado, esporádico o específico, ya que no se adaptan a
todos los ambientes90. En efecto, las posibilidades y formas que adoptan son
de naturaleza e intensidad variada, dependiendo principalmente de lo que el
liderazgo de las organizaciones estimen más beneficioso para la consecución de
sus respectivas metas, cuando estas no son capaces de alcanzarlas en solitario,
es decir, “qué tan buen negocio sea para ambas partes”91. Sin embargo, no se
puede negar que a veces la cooperación inicial puede conducir eventualmente
al fortalecimiento de los nexos o establecimiento de alianzas estratégicas con
mayor proyección temporal. Por otra parte, cabe subrayar que asumir la existencia
de una variada taxonomía de interacciones entre ambos actores armados no
estatales con diferentes intensidades y longitud en el tiempo, no implica
equiparar conceptualmente a la insurgencia con el crimen organizado, pues,

89
Ibid. p. 132.
90
PULIDO Gragera y SANSÓ-RUBERT, 2014 op. cit. p. 129.
91
FELBAB-BROWN, 2013, op. cit., 2013, p. 157-158.

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 69


Esteban Arratia Sandoval

en cualquier caso, la identificación de la hibridación entre ambos fenómenos


constituye una salvedad que se genera bajo determinadas condiciones.

De lo anterior se desprende que la importancia de la reinterpretación de la


insurgencia bajo la modalidad de Insurgencia Criminal radica en que omite su tradicional
connotación política, resaltando únicamente su efecto más nítido: debilitamiento o
impedimento del ejercicio pleno de las funciones estatales, independientemente
de su fin último. Vale decir, no se trata de una incursión por parte de organizaciones
insurgentes en el ámbito criminal, sino exactamente lo contrario.

En esa dirección, Villalobos señala que un movimiento insurrecto que


supuestamente cuenta con un proyecto político-ideológico como las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) mutó en una narco-guerrilla
al ser partícipes del narcotráfico, extorsión y minería ilegal producto de un
proceso de descomposición social, moral y político en sus filas92, lo cual resulta
lógico por tratarse de una degradación de insurrección a criminalidad. También
podría decirse que otros grupos rebeldes como los remanentes de Sendero
Luminoso en Perú ya se han criminalizado, pues parecen comportarse más
como narcotraficantes que como una organización motivada ideológicamente.
De hecho, actualmente el principal flujo de ingresos para la insurrección de
inspiración maoísta proviene del cobro de impuestos a las diferentes fases de
la cadena de producción y suministro de drogas situadas en la región del Valle
de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM)93. Incluso, el grupo rebelde de
más reciente data en América Latina, el Ejercito del Pueblo Paraguayo (EPP)
está recurriendo a actividades ilícitas como el tráfico de armas, secuestros y
extorsión a los productores de marihuana que operan en su zona de influencia
como mecanismos de financiamiento94, aun cuando también cuenta con un
discurso político que plantea abolir el “sistema parlamentario liberal burgués”
y sustituirlo por un “régimen de congresos populares”95.

92
VILLALOBOS, Joaquín. De Los Zetas al Cartel de La Habana, en Foreign Affairs Latinoamérica,
México DF, Nº 2, vol. 11, 2011, p.10.
93
TOBARY, Sam. Estados Unidos incluye a Sendero Luminoso en lista negra de traficantes de
drogas. Insight Crime Crimen Organizado en las Américas [en línea]. 3 de junio 2015. [Fecha de
consulta: 9 de junio 2015]. Disponible en: <http://es.insightcrime.org/noticias-del-dia/estados-
unidos-incluye-sendero-luminoso-lista-negra-traficantes>
94
CAWLEY, Marguerite. Narcos intercambian armas por protección del EPP: Funcionarios. Insight
Crime Crimen organizado en las Américas [en línea]. 27 de agosto 2013. [Fecha de consulta: 9
de junio 2015]. Disponible en: <http://es.insightcrime.org/noticias-del-dia/narcos-intercambian-
armas-por-proteccion-del-epp-funcionarios>
95
MCDERMOTT, Jeremy. Ejército del Pueblo Paraguayo ¿un nuevo grupo insurgente o simples bandidos?
Bogotá, Programa de Cooperación en Seguridad Regional- Friedrich-Ebert-Stiftung (FES), 2015. 16 pp.

70 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

Sin embargo, cabe mencionar que en México y Centroamérica el proceso


degradativo experimentado por las FARC o Sendero Luminoso tendría que
suceder a la inversa y eso carece de sentido, pues los actores que nacen y
evolucionan como grupos criminales impulsados netamente por una agenda
económica (ilícita) no pueden mutar hacia estructuras insurgentes con una
causa política. Esto significa que el empleo de una estrategia similar al
insurrecto no modifica la naturaleza ni los propósitos de las maras y carteles de
la droga ya que se trata de actores que carecen de demandas hacia el Estado
y/o agravios históricos que motiven su accionar.

¿Puede aplicarse una estrategia contrainsurgente para combatir a los


carteles y maras?

Ampliar la definición de insurgencia al campo del crimen organizado


transnacional no solo contribuye a la confusión en torno a la naturaleza de los
desafíos que enfrentan México y Centroamérica, sino también puede llevar
a la formulación de soluciones inapropiadas por parte de los gobiernos. Por
ese motivo, se ha abierto una discusión sobre cuáles son los antídotos más
efectivos para combatirlo conforme a las corrientes de pensamiento descritas
al inicio del presente trabajo, como se observa en la Tabla 4.

TABLA 4
Respuesta institucional
Crimen Organizado Transnacional vs. Insurgencia Criminal

Crimen Organizado Transnacional Insurgencia Criminal

Paradigma Aplicación de la ley (Vigilancia de Militar


de respuesta alta intensidad (Amenaza a la seguridad
institucional nacional)
Llevar criminales a la justicia Identificar/neutralizar a
líderes

Objetivo de Prevenir aumento del crimen Desmantelar organizaciones


respuesta violento dominantes
institucional
Restablecer legitimidad/
Crimen de baja intensidad como presencia estatal en zonas
estado final deseado perdidas/disputadas

Fuente: Elaboración propia a partir de BUNKER, Robert. Introduction: the Mexican cartels-organized
crime vs. criminal insurgency. 2013.

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 71


Esteban Arratia Sandoval

De ese modo, el paradigma de respuesta prevaleciente de acuerdo al enfoque


modernista que define a carteles y maras como una expresión de criminalidad
organizada transnacional consiste en una combinación entre aplicación de la ley
y vigilancia de alta intensidad para crear un nivel más manejable de violencia
criminal producto de llevar a los delincuentes ante la justicia96.

En cambio, la conceptualización de las organizaciones criminales como


movimientos insurrectos que representan una amenaza directa a la integridad del
Estado postulada por la aproximación posmodernista implica que su combate y
la resistencia de estas a la coerción gubernamental adquieran rasgos propios
de un conflicto de baja intensidad. Y dado que la Insurgencia Criminal surge
en un entorno de conflicto de baja intensidad, la respuesta apropiada incluye
un enfoque militarizado para identificar y neutralizar a objetivos de alto valor
buscando desmantelar las principales organizaciones criminales y restablecer la
legitimidad del Estado en áreas disputadas y perdidas97.

No obstante, los despliegues militares aún no consiguen controlar o


disminuir la violencia asociada a este nuevo tipo de insurrección. Al contrario,
a pesar de la reciente tendencia a mexicanizar98 las políticas de seguridad, la
cifra total de homicidios ligados a la criminalidad organizada en el Triángulo
Norte de Centroamérica se encuentra en ascenso, pues el nivel de intensidad
de los enfrentamientos intramaras e intermaras se ha acrecentado y con ello el

96
BUNKER, 2013. op. cit. p. 132.
97
Ibid.
98
Se define como las políticas de seguridad establecidas en un sistema democrático que utilizan a
las fuerzas armadas de forma temporal y transitoria para combatir al crimen organizado. Es preciso
aclarar que la definición de Mexicanización se refiere solo a la lucha contra el crimen organizado,
cuyo objetivo principal es el beneficio económico, y se excluye de ella a grupos terroristas, que se
mueven por motivaciones políticas, y grupos insurgentes, cuyo objetivo es derrocar a un gobierno
constituido. Una segunda aclaración consiste en que la Mexicanización de la seguridad no es
comparable con otras iniciativas que recurren a las fuerzas armadas como el caso colombiano.
En el caso de la Mexicanización, el crimen organizado es la única causa que provoca la utilización
del instrumento militar. Mientras que en Colombia, tanto antes como después de la aprobación
del Plan Colombia en 2000, la política de seguridad moviliza al ejército para luchar contra los
carteles y contra los grupos guerrilleros como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
y el Ejército de Liberación Nacional, y también contra grupos paramilitares. Además, dentro de
la política de Mexicanización de la seguridad, el crimen organizado pasa de ser considerado
un problema de seguridad pública, a ser declarado un asunto de seguridad nacional que
amenaza directamente al Estado. En términos de seguridad, el crimen organizado es un actor
no estatal considerado dentro de las nuevas amenazas porque tiene el suficiente potencial para
desestabilizar la cohesión interna de un Estado y los componentes de poder del mismo como el
social, el económico, el político y el militar, debilitando su soberanía y autoridad. Ver: SERVITJA
ROCA, Xavier. El crimen organizado en México y el Triángulo Norte durante el mandato de Felipe
Calderón, Madrid, Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), 2012. p. 17.

72 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

nivel de violencia99. En efecto, aquel panorama ha hecho surgir algunas voces


críticas sobre la real efectividad de este enfoque. En este sentido, es posible
sostener que las estrategias de decapitación y eliminación contempladas en el
paradigma postmodernista crean, en mayor o menor grado, cadenas de vacío
al interior de las organizaciones criminales, convirtiéndolas en blanco fácil para
sus rivales. Por lo tanto, entre más extensas sean estas cadenas de vacío y
mayores sean las incertidumbres sobre sucesión interna o eventual reemplazo,
más intensa se tornará la competencia generando un mayor nivel de violencia100.

En México, por ejemplo, descabezar un cartel usualmente desata el


impulso de sus competidores por eliminarlo o bien reemplazarlo. Vale decir,
el desmantelamiento parcial de organizaciones de narcotráfico por parte de
las Fuerzas Armadas causa perturbaciones aún mayores en el mercado ilícito,
y sus integrantes luchan por ocupar ese vacío de manera intensa, competitiva
y voraz101. Por lo tanto, esta respuesta institucional resulta ser absolutamente
contraproducente en la consecución de su objetivo.

Otro resultado contraproducente que genera esta respuesta institucional


es el denominado efecto cucaracha102. Este evidencia que una estrategia
contrainsurgente puede llegar a ser efectiva en su cometido de lucha contra
el crimen organizado a escala nacional, pero no así en el ámbito vecinal o
subregional. En este sentido, los enfoques militarizados no consiguen eliminar
a los cárteles, pues la utilización de las Fuerzas Armadas en determinados
estados de México, sobre todo fronterizos, ejerce una presión sobre los
grupos criminales que operan en los mismos. Entonces, cuanta más presencia
militar exista, menos pasos de frontera quedan habilitados como rutas para
el tráfico de drogas, ocasionando un efecto embudo o cuello de botella,
es decir, la convergencia de las rutas en unas pocas vías de entrada, y los

99
CAWLEY, Marguerite. ¿Es la violencia de pandillas en Centroamérica una crisis humanitaria?
Insight Crime Crimen Organizado en las Américas [en línea]. 18 de julio 2014 [Fecha de consulta:
10 de junio 2015]. Disponible en: <http://es.insightcrime.org/analisis/violencia-pandillas-
centroamerica-crisis-humanitaria>
100
WILLIAMS, 2010, op. cit. pp. 27-28.
101
Ibid.
102
Efecto cucaracha o teoría del desplazamiento se refiere específicamente al desplazamiento de
los grupos criminales de una ciudad, Estado o región, a otra dentro de un mismo Estado, o su
desplazamiento de un Estado a otro, buscando un contexto mejor para establecerse y llevar a
cabo sus actividades criminales. En el efecto cucaracha, cuando se eliminan las oportunidades
para que se cometa un delito en una zona determinada, ello no impide que el delincuente se
desplace a otra área donde la situación sea más propicia para cometerlo. De este modo, el delito
se comete de todas formas. Ver: SERVITJA ROCA, 2012, op. cit., p. 28.

ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015 73


Esteban Arratia Sandoval

consiguientes enfrentamientos entre los diferentes carteles para controlarlas


o facilitar el acceso de sus productos ilícitos. De esa manera se incrementan
los costos humanos y materiales de las organizaciones criminales, así como el
grado de peligrosidad en las rutas producto de la violencia generada en las
disputas, debiendo buscar en algunos casos rutas alternativas103. Ante este
escenario, las agrupaciones criminales optan por desplazarse hacia territorios
donde la presencia y autoridad estatal sean más débiles a objeto de instalar
en ese sitio su nuevo centro de operaciones. Un ejemplo de esta consecuencia
no deseada es el arribo de Los Zetas a Guatemala, a causa de la ofensiva
militar iniciada durante el gobierno calderonista104. Otro caso es la migración
recientemente detectada de Barrio 18 y MS-13 hacia Costa Rica, producto de
las agresivas políticas antipandillas implementadas en el Triángulo Norte105.

Por otro lado, Felbab-Brown matiza ese planteamiento argumentado que


los gobiernos requieren conceptualizar su respuesta institucional contra los
insurgentes criminales como una competencia entre ambos por la lealtad
de la población, pues, según la autora, este actor armado no estatal opera
como un constructor competitivo de Estado106. Es decir, una respuesta política
adecuada a este fenómeno no puede basarse única y exclusivamente en la
vigilancia, la aplicación de la ley en el sentido clásico o la puesta en marcha de
operativos policiaco-militares. Si bien el elemento represivo es un componente
crucial de la estrategia, a menudo es posible que deba complementarse con
otras políticas socioeconómicas, de modo que se rompa la dependencia de
las poblaciones en relación a los enclaves criminales creados por este nuevo
tipo de insurrectos. En efecto, una política gubernamental adecuada también
podría incluir la participación de otros actores no estatales que proporcionen
vías de acceso alternativas a bienes públicos con el propósito de que las
personas transfieran su lealtad al Estado, fortaleciendo los lazos entre este
último y los ciudadanos, de manera tal que los vínculos existentes entre la

103
Ibid. p. 29.
104
HOOPER, Karen. The Mexican Drug Cartel Threat in Central America, Stratfor Global Intelligence.
[en línea]. 17 de noviembre 2011 [Fecha de consulta: 2 de junio 2015]. Disponible en: <https://
www.stratfor.com/weekly/20111116-mexican-drug-cartel-threat-central-america>
105
GAGNE, David. ¿Es Costa Rica el próximo destino de las maras? Insight Crime Crimen Organizado
en las Américas [en línea]. 16 de junio 2015. [Fecha de consulta: 29 de junio 2015]. Disponible en:
<http://es.insightcrime.org/noticias-del-dia/costa-rica-proximo-destino-maras>
106
FELBAB-BROWN, Vanda The Purpose of Law Enforcement is to Make Good Criminals? How to
Effectively Respond to the Crime-Terrorism Nexus. Brookings Institute. [en línea]. 21 de noviembre
2013 [Fecha de consulta: 2 de junio 2015]. Disponible en: <http://www.brookings.edu/research/
presentations/2013/11/21-how-effectively-respond-crime-terrorism-nexus-felbabbrown>

74 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


¿INSURGENCIA CRIMINAL?: LA CAMBIANTE NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO...

población y los actores armados no estatales como las insurrecciones criminales


se debiliten107. Por lo tanto, existe una serie de opciones que deben formar
parte de la caja de herramientas de los responsables políticos al momento de
afrontar esta amenaza.

CONCLUSIONES

El concepto Insurgencia Criminal ignora por completo la naturaleza política


de las metas de quienes protagonizan, los movimientos insurreccionales,
relativizando así su ubicación al interior de la esfera de la violencia política.
Al extender el concepto de insurgencia a campos ajenos para incluir a todas
las expresiones criminales motivadas por un interés económico con el fin de
corromper, neutralizar o defenderse de los agentes encargados de aplicar la
ley, se genera un vaciamiento de contenido, de manera tal que el término
pierde prácticamente su significado original en razón de que esta categoría
englobaría fenómenos tan diversos como la Yakuza, ETA, Los Zetas, Al Qaeda,
MS-13, Barrio 18 o Los Urabeños.

Por otro lado, tampoco repara en que un eventual nexo entre insurgencia
y crimen organizado, es el primero de esos factores el que muta a efectos de
incursionar en el campo del segundo. Adicionalmente, esta nueva lectura de la
insurgencia enfatiza su impacto reflejado en el debilitamiento o socavamiento
de las funciones estatales, en especial, el control efectivo sobre la totalidad del
territorio nacional. De ese modo, los aspectos instrumentales de la insurgencia
pasan a ocupar el eje central de la cuestión, desplazando de esa ubicación a
la naturaleza de las metas perseguidas por los actores no estatales. Como se
indicó, en el proceso convergente entre insurgencia y crimen organizado, es el
segundo factor el que suele adoptar la fisionomía del primero, no a la inversa.

Por último, es oportuno mencionar que analizar el caso de México y


América Central desde la óptica de la Insurgencia Criminal conlleva asumir
las siguientes consideraciones teórico-metodológicas sobre la evolución del
fenómeno:

• Se trata de un fenómeno emergente y en ascenso.

• Sus implicancias son multidimensionales.

107
Ibid.

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Esteban Arratia Sandoval

• Deja de circunscribirse solamente a la región andina (como es el caso de


las FARC y Sendero Luminoso) o suramericana (considerando a EPP) como
se ha hecho hasta el momento, sino que resulta extensivo a otras áreas del
subcontinente.

• Deja de concebirse como un fenómeno exclusivamente referido al ámbito


rural como la región de Cauca (FARC), el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y
Mantaro (Sendero Luminoso) o Arroyito y Kurusu de Hierro (EPP), sino que
incorpora entornos urbanos como Acajutla (MS-13) Mexicanos (Barrio 18)
Nuevo Laredo (Los Zetas) Ciudad Juárez (Cartel de Sinaloa) o Apatzingan
(Los Caballeros Templarios).

• Su combate implica adoptar un enfoque militarizado basado en tácticas


propias de un conflicto de baja intensidad como la neutralización
de objetivos de alto valor, descartando el empleo de herramientas
convencionales como la aplicación de la ley.

76 ESD. Estudios de Seguridad y Defensa Nº 5, jun. 2015


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