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La telenovela es un fenómeno de entretenimiento basado en el melodrama, que ha logrado

traspasar fronteras y contar historias que pasan de lo imaginario a lo real. Sin embargo, a lo largo
de su existencia, ha sido cuestionada y encasillada a una forma mediocre de entretener a los
telespectadores, se ha criticado su ya tan desgastada fórmula y su historia de la “cenicienta”, el
cuento de nunca acabar.

Párrafo introductorio a una sentencia casi segura, digo para la telenovela.

Es viernes por la noche y tú lo cuerpo lo sabe, es por eso que hay un chimpancé subido en el borde
de tu cama, esperando a que prendas la televisión y te pongas al día con la telenovela de moda:
“hay un queso muerto en la habitación”, donde la repetida formula de cenicienta y los 101 ganzos,
ha sido vista hasta el cansancio. Pero se trata de no solo de ver los argumentos ya cansados, sino
también de ver a los actores y poder al finalizar el capítulo hacer una revisión de cada palabra
dicha, poner en tela de juicio cada escena y hacer apuestas sobre el destino de cada personaje, cada
intriga y gritar como aficionado al futbol cuando hay algo que nos sorprende, irrita y enfada. Y
claro poner en la red lo que te pareció el ultimo capitulo, y compadecer a las pobres almas mortales
que no siguen esta joya de la televisión.

Párrafo de conclusión para el karachay

Entre 1978 y 1986, el lago fue rellenado con 10,000 bloques de concreto, para evitar que los
sedimentos sigan filtrándose a los alrededores. El trabajo continuó en el 2000, mediante el
programa “cuidado frente a la radiación nuclear del 2008 al 2015”; con el resto del lago finalmente
siendo rellenado en noviembre de 2015. El trabajo de conservación fue completado en diciembre
de 2016 con una capa final de rocas y tierra, convirtiéndola así en una instalación de
almacenamiento de residuos nucleares permanentes y secos cerca de la superficie. El “aguas
negras”, karachay, es un recordatorio del impacto negativo que puede llegar a tener el ser humano
en la naturaleza y cuan insignificante es nuestro conocimiento; y cuán grande es nuestra sed de
destrucción.

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