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HACIA UNA ECO-ETICA CRISTIANA DESDE LA ECOLOGIA INTEGRAL

J. Domínguez

Introducción 2. La crisis ecológica como un reto para la éti-


ca cristiana
El deterioro ecológico ha alcanzado niveles ex-
traordinarios con graves consecuencias como el En su manual sobre «Etica y Vida» López Azpi-
calentamiento global, cambio climático, contami- tarte (1990) dedica un capítulo relativo a la ética
nación ambiental… ecológica junto a otros 18 capítulos referentes a
la bio-ética teológica. El autor constata que este
Actualmente la ecología se convierte en nues- tema no había aparecido en ningún texto de mo-
tra época en una visión omni-abarcante de la ral hasta los años 80. Tal vez radique aquí que no
realidad, una especie de nueva cosmología preo- se encuadre casi nunca nada ecológico al hablar
cupada por el estado de la «casa común» y nues- de Etica de la vida y de la Etica social cristianas.
tro lugar en ella.
La cuestión ecológica introduce en un nuevo
Por su parte la ética cristiana se ve obligada a territorio moral, en buena medida inexplorado. La
re-contextualizar la ética de la vida y la ética so- creación no-humana, la «casa común», debe ser
cial y a ampliar las exigencias de la praxis ecle- cuidada por la amenaza que su uso indiscrimina-
sial. do supone para el bienestar humano y para las
futuras generaciones.

1. La emergencia de una sola y compleja crisis Por tanto la cuestión ecológica sitúa a la teolo-
socio-ambiental. gía moral cristiana, ante un nuevo reto, que es el
de considerar la libertad humana, dentro de su
Hoy día se constata que hay un vínculo entre peculiaridad epistemológica y teológica, en una
las cuestiones ambientales y las cuestiones socia- perspectiva que trasciende las relaciones perso-
les y humanas que no puede romperse1. Por lo nales e intersubjetivas para situarla también en
tanto, es fundamental buscar soluciones integra- el marco de la globalidad del mundo, de la natu-
les que consideren las interacciones de los siste- raleza y del futuro de la humanidad sobre la Tie-
mas naturales entre sí y con los sistemas socia- rra.
les.
De hecho ahora nos encontramos confronta-
La crisis ambiental no es paralela a la crisis dos con el biocidio, el asesinato de los mismos
social, por tanto existe una sola y compleja crisis sistemas de vida, y con el genocidio, el asesinato
socio-ambiental2. El cuidado de la naturaleza im- del planeta Tierra en sus estructuras y su funcio-
plica simultáneamente combatir la pobreza y de- namiento básicos. Son hechos de una maldad
volver la dignidad a los excluidos. mucho mayor que todo lo que conocido hasta el
presente y que exige elaborar principios de refle-
«No hay dos crisis separadas, una ambiental y xión, normas de juicio, y directrices de acción.
otra social, sino una sola y compleja crisis so-
cio-ambiental. Las trayectorias para la solu-
ción requieren una aproximación integral para 3. Una continua renovación de la ética cristia-
combatir la pobreza, para devolver la dignidad na
a los excluidos y, simultáneamente, para cui-
dar la naturaleza»( LS 139). La ética cristiana debe entrar en una nueva
perspectiva que supere los límites y fronteras que
Siendo esto así «el deterioro del ambiente y el ha tenido en el pasado, para adentrarse de forma
de la sociedad afectan de modo especial a los más definitiva en la dinámica de lo que el papa Fran-
débiles del planeta» (LS 48), que son la mayor cisco denomina «ecología integral»3.
parte de la población mundial. Por tanto «un ver-
dadero planteamiento ecológico se convierte siem- a. Teología moral tradicional. Antes del Concilio
pre en un planteamiento social, […] para escu- Vaticano II la moral tradicional o de manuales re-
char tanto el clamor de la Tierra como el clamor presenta una moral cerrada en las relaciones de
de los pobres» (LS 49). corto alcance, es decir, en las relaciones consigo
mismo y, en su caso, con aquellos considerados
como prójimos. Era una ética individualista que
no tenía en cuenta las cuestiones sociales ni con-
2 HACIA UNA ECO-ETICA CRISTIANA

diciones globales de la vida humana y tampoco el d. Etica cristiana y ecología integral. Con la pu-
futuro remoto de la especie. blicación de la encíclica Laudato si’ el papa Fran-
cisco hace que cristalice de modo definitivo el
b. Etica cristiana renovada y surgimiento de la surgimiento de una eco-ética cristiana que asuma
ética social cristiana. El Vaticano II plantea y fun- el paradigma de la «ecología integral».
damenta la misión del Pueblo de Dios ante los
problemas estrictamente sociales. De hecho la En ese nuevo paradigma la responsabilidad
ética social cristiana parte del planteamiento de humana debe dar un paso más en su amplitud,
la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el dado que, además de tener en cuenta la totalidad
mundo contemporáneo (GS, 1965). Es la persona de la vida y los riesgos medioambientales que po-
del hombre la que hay que salvar, es la sociedad nen en riesgo el futuro sobre la Tierra, se adentra
la que hay que transformar (GS. n. 3). Los pro- también en la relación existente entre el deterioro
blemas más urgentes en los que tiene que estar ecológico y las situaciones de pobreza y margina-
presente la iglesia como sacramento histórico de ción. La justicia social queda vinculada con la
salvación son de índole social (GS. IIª Parte). La justicia ecológica.
ética social cristiana aborda por tanto las condi-
ciones económicas y sociopolíticas que impiden la El discurso eco-ético debe pasar de la ecología
posibilidad de una vida digna y en condiciones ambiental a la ecología integral. Esta incluye la
suficientes de humanidad. ecología político-social, la mental, la cultural, la
educacional, la ética y la espiritualidad. Esta vi-
c. Etica cristiana y ecología ambiental. A partir sión integral no debe ser asimilada dentro del
de la década de los años 30 del siglo pasado, la discurso ambiental habitual, no dándose cuenta
ecología se convierte en ciencia y comienza a de que todas las cosas, saberes e instancias están
abordar numerosos problemas desde perspectivas interligadas. Es decir, el calentamiento global tie-
diferentes; autoecología, demoecología, ecosiste- ne que ver con la furia industrialista, la pobreza
ma, biosfera, etc. de buena parte de la humanidad está relacionada
con el modo de producción, distribución y con-
El interés ecológico no ha dejado de crecer sumo, la violencia contra la Tierra y los ecosiste-
desde finales del siglo XX. Así lo evidencian las mas deriva del paradigma de dominación que está
iniciativas para la promoción de energías renova- en la base de nuestra civilización dominante des-
bles y de productos ecológicos, así como las dis- de hace ya cuatro siglos7.
tintas cumbres internacionales que se vienen ce-
lebrando en las últimas décadas4. Si todo está relacionado, entonces la propia
salud humana depende de la salud de la Tierra y
Además, existe la conciencia cada vez mayor de los ecosistemas. Todas las instancias se entre-
de que tanto el ser humano como la naturaleza lazan para bien o para mal. El Papa lo corrobora
son muy vulnerables no solo ante los propios fe- en Laudato si’:
nómenos naturales, sino también ante la des-
trucción que ocasionan las acciones humanas. La “Todo está relacionado y todos los seres hu-
ética cristiana hace ver entonces cómo la respon- manos estamos juntos como hermanos y her-
sabilidad debe unir la justicia con la ecología y manas en una maravillosa peregrinación, en-
cómo ha de tener en cuenta distintos niveles de trelazados por el amor que Dios tiene a cada
incidencia hasta llegar al nivel de la interdepen- una de sus criaturas y que nos une también,
dencia global5. con tierno cariño, al hermano sol, a la herma-
na luna, al hermano río y a la madre Tierra”
También se tiene presente el principio de jus- (LS 92).
ticia entre generaciones –según el cual los pro-
blemas económicos y sociales del presente no se Por tanto para enfrentar los múltiples aspec-
deben solventar sin tener en cuenta la garantía tos críticos de la situación ambiental y social el
de los fundamentos de vida para las generaciones papa Francisco propone la ecología integral. Y le
futuras y la justicia social más allá de las institu- da el fundamento correcto:
ciones propias de los Estados nacionales, en un
marco de desarrollo humano, sostenible e inte- “Dado que todo está íntimamente relacionado,
gral, donde la dimensión económica del desarrollo y que los problemas actuales requieren una
es condición necesaria pero no suficiente. mirada que tenga en cuenta todos los factores
de la crisis mundial, propongo que nos deten-
Así la ecología ambiental hace ver la necesidad gamos ahora a pensar en los distintos aspec-
de una eco-ética cristiana que ha de abrirse, de la tos de una ecología integral, que incorpore cla-
preocupación por la persona y por la sociedad, a ramente las dimensiones humanas y sociales”
la preocupación por el mundo de la naturaleza y (n.137).
por el futuro de la vida sobre la Tierra6.
HACIA UNA ECO-ETICA CRISTIANA 3

4. La eco-ética cristiana y la ecología integral integral servicio del ser humano, sobre todo al
servicio de quien más lo necesita.
Se hace necesaria una articulación entre la
categoría «ecología integral» y los principios fun- Si la ética social cristiana desde el Concilio
damentales de la ética social cristiana (cf. LS 156- Vaticano II dialogó con las ciencias sociales –con
158): la opción preferencial por los pobres, la so- la economía, la sociología, la política–la eco-ética
lidaridad, el destino común de los bienes, la justi- debe ampliar el número de interlocutores para
cia social, la irrenunciable dignidad humana… asignar su lugar propio a las ciencias naturales –
a la biología, la física, la química o la climatolo-
El punto de partida de una eco-ética integral gía– y, de paso, estimular un diálogo interdisci-
está en una teología de la creación en la que, plinar entre dos ámbitos de conocimiento –el so-
además, se asume la evidencia científica de que cial y el natural– que han trabajado de forma ex-
«todo está conectado» (n. 16), de manera que es cesivamente aislada.
preciso buscar la manera de integrar todas las
cosas, es decir, de articular adecuadamente las
relaciones fundamentales de la persona con Dios, b. Una adecuada antropología
consigo misma, con los demás seres humanos y
con el conjunto de la creación. De algún modo, se puede decir que la cuestión
ecológica se ha convertido en una cuestión antro-
Se pueden indicar solo algunos de los rasgos pológica, dado que afecta a nuestra manera de
más relevantes del paradigma de la ecología inte- entendernos y a la forma de vivir nuestra relación
gral que también la ética cristiana debe asumir con los demás y con la naturaleza. La eco-ética
en su labor futura. debe tener presente que «no hay ecología sin una
adecuada antropología» (n. 118).
a. Una ciencia y una técnica éticamente orientadas
Por una parte el antropocentrismo coloca la
Una buena ética necesita buenos datos: los razón técnica por encima de la realidad y pierde
conocimientos científicos deben estar a la base de así la posibilidad de comprender cuál es el lugar
la ética cristiana en general y de la eco-ética cris- del ser humano en el mundo y su relación con la
tiana en particular. naturaleza: «la forma correcta de interpretar el
concepto del ser humano como señor del universo
La ciencia es el instrumento privilegiado a tra- consiste en entenderlo como administrador res-
vés del cual podemos escuchar el grito de la Tie- ponsable» (LS 116).
rra; pero ella sola no puede plantear adecuada-
mente las cosas ni resolverlas, porque estamos Una de las principales consecuencias del an-
ante un problema moral que pide tener en cuenta tropocentrismo desviado es el relativismo prácti-
la pluralidad de actores implicados y la diversidad co: «todo se vuelve irrelevante si no sirve a los
de tradiciones culturales y religiosas, así como, propios intereses inmediatos». Este lógica explica
por supuesto, las diversas perspectivas científi- «cómo se alimentan mutuamente diversas actitu-
cas, no solo las naturales, sino también las socia- des que provocan al mismo tiempo la degradación
les y humanas, con la profundidad de la filosofía ambiental y la degradación social. […]
y la teología.
Por otra parte para el biocentrismo, Dios no
Las ciencias proporcionan verdades impres- hizo todas las cosas en función del ser humano.
cindibles que interpretan el mundo en sus áreas Las demás creaturas tienen un significado propio
de conocimiento; pero son verdades parciales, en sí mismas, a partir de los planes del Creador.
pues ninguna de ellas nos entrega su último sen- La naturaleza precede al propio ser humano. El
tido. biocentrismo inadecuado también debe ser supe-
rado por «una antropología adecuada» (LS 118)
Por otra parte, confiar solo en la tecno-ciencia que mantenga en primer plano «el valor de las re-
para resolver todos los problemas supone «es- laciones entre las personas» (LS 119 y la custodia
conder los verdaderos y más profundos proble- y el cuidado de toda vida humana como condición
mas del sistema mundial» (LS 111), visto que «el sine qua non para cuidar toda la creación.
avance de la ciencia y de la técnica no equivale al
avance de la humanidad y de la historia» (LS En cualquier caso, «no se puede proponer una
113). relación con el ambiente aislada de la relación
con las demás personas y con Dios. Sería un in-
Hay que reconocer el valor del progreso cientí- dividualismo romántico disfrazado de belleza eco-
fico o tecnológico, pero uniéndolo inseparablemen- lógica y un asfixiante encierro en la inmanencia»
te a la necesidad de una criteriología ética que sea (LS 119).
capaz de poner todo este progreso al verdadero e
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La eco-ética basada en una ecología integral social que debe incorporar la justicia en las dis-
reclama el respeto hacia todos los seres –dado cusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto
que todo lo creado tiene un valor intrínseco que el clamor de la Tierra como el clamor de los po-
no debe someterse a esa visión utilitarista y tec- bres» (LS 49).
nocrática que domina el mundo–, pero especial-
mente hacia el ser humano, reconociéndole ade- Un verdadero planteamiento ecológico «debe
más «sus capacidades peculiares de conocimien- integrar la justicia en las discusiones sobre el
to, voluntad, libertad y responsabilidad» (LS 118). ambiente, para escuchar tanto el clamor de la
Ello exige la protección especial de los más débi- Tierra como el clamor: de los pobres» (LS n. 49).
les y, consecuentemente, evitar eso que el Papa Al afrontar ética y práxicamente los desafíos eco-
denomina «cultura del descarte», favoreciendo lógicos actuales «las líneas para la solución re-
una ética consistente y coherente de la vida quieren una aproximación integral para combatir
la pobreza, para devolver la dignidad a los exclui-
dos y, simultáneamente, para cuidar la naturale-
c. La justicia social valor ético fundamental za» (n. 139).

El sistema económico imperante es una de las


muestras más claras de la vinculación entre la 5. Exigencias eco-éticas desde la ecología in-
degradación ambiental y la degradación humana, tegral
y «no podremos afrontar adecuadamente la de-
gradación ambiental si no prestamos atención a El movimiento de liberación de las diversas
causas que tienen que ver con la degradación formas de opresión y el movimiento de restaura-
humana y social» (LS n. 48). ción ecológica son fundamentalmente idénticos8.
Una liberación no se procesa sin la otra. Y este
La eco-ética en perspectiva de ecología integral proceso de liberación deberá darse simultánea-
(ecología ambiental, económica y social; ecología mente en tres direcciones: en dirección a las cria-
cultural; ecología de la vida cotidiana) es insepa- turas; en dirección a los demás seres humanos;
rable de la noción de justicia global. en dirección a un tipo de sociedad.

La solidaridad y la justicia tanto intra como a. Convivir y no dominar.


intergeneracional exigen hoy también ser pensa-
das no solo dentro de los Estados nacionales o de Todo el drama ecológico resalta la incapaci-
las relaciones interestatales, sino como justicia dad de convivir del ser humano con las demás
global, con instituciones que actúen como sujetos criaturas9. Y es incapaz porque, no pudiendo
efectivos de las demandas de la equidad a nivel descubrir el ser profundo de las cosas, se siente
global o interdependiente para favorecer y prote- como señor absoluto de todo. Las criaturas per-
ger los bienes públicos o comunes globales. tenecientes a cualquiera de los reinos (mineral,
vegetal, animal) son portadoras de una parte de
Si hay una vinculación entre las cuestiones la casa de la que formamos parte y, como tales,
ambientales y las cuestiones sociales, la eco-ética deben ser respetadas en su sentido profundo.
cristiana está vinculada a una ecología económi-
ca, política, social, cultural y personal, de manera El ser humano tiene la misión de adminis-
que se busque la forma de posibilitar un desarro- trar a las demás criaturas, pero no de dominar-
llo integral, solidario y sostenible. las, la administración se caracteriza por la convi-
vencia inteligente con ellas; la dominación por la
explotación irracional de las mismas.
d. La opción por los pobres y contra la pobreza
La actitud de dominación de las criaturas se
La eco-ética cristiana exige también promover manifiesta especialmente en el desperdicio del
un diálogo sincero en favor de los más pobres, de consumismo. Por eso, la reconciliación del ser
la justicia social y de la creación. humano con su medio ambiente sólo es posible
por medio de un cierto ascetismo.
El seguimiento de Jesús como opción funda-
mental cristiana requiere «una aproximación in-
tegral para combatir la pobreza, para devolver la b. Transformarse en hermano y hermana de todos
dignidad a los excluidos y, simultáneamente, pa- y de todo
ra cuidar la naturaleza» (LS 139). La opción prefe-
rencial por los pobres no puede ya desligarse de La lucha en favor de la ecología pasa por un
la opción por la Tierra: «hoy no podemos dejar de modo nuevo de ser frente a las criaturas, pero so-
reconocer que un verdadero planteamiento ecoló- bre todo por un nuevo modo de ser ante los seres
gico se convierte siempre en un planteamiento humanos. La fraternidad, o será total, y por lo
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mismo extensiva a todos los seres humanos, o no la Iglesia, «para que los cristianos sepamos asu-
será fraternidad. La degradación no existe sólo a mir los compromisos con la creación que nos
nivel ecológico. La degradación ecológica pone al plantea el Evangelio de Jesús» (LS 246).
descubierto la degradación de los hombres entre
si. Por esto se hace necesaria una «conversión
ecológica», algo que afecta a nuestro estilo de vida
c. Liberarse de los engranajes del sistema y también a las instituciones que rigen y forman
la sociedad11. En este sentido, es cierto que la po-
Hoy, el problema del capitalismo neo-liberal se lítica debe tener un papel más relevante, y el diá-
torna aún más grave pues este sistema socioeco- logo se vuelve imprescindible para la toma de
nómico no tiene contrincantes hoy, y por eso medidas globales, pero también estamos ante un
mismo, impone implacablemente sus dogmas reto que afecta a nuestra vida personal, a nues-
económicos y sociales. tros hábitos de consumo y a nuestro estilo de vi-
da, incluso en las decisiones aparentemente más
El esquema económico implantado no está re- sencillas12. La ecología afecta también a la vida
gido por las necesidades reales de la población; cotidiana.
muy por el contrario, genera necesidades artifi-
ciales, dejando sin respuesta a las reales. Produ- Se trata de algo importante y que no es ajeno
ce, sobre todo, lo que interesa a las naciones y tampoco a la dimensión global de la crisis ecoló-
grupos dominantes, es un innegable darwinismo gica, dado que detrás de las estructuras existen
social. personas concretas que actúan y deciden, dando
lugar a una relación compleja que no podemos
De hecho, la crisis ecológica contemporánea ocultar responsabilizando de todo a los poderes
esconde una crisis ética, socio-económica y polí- económicos o políticos. Es más, «un cambio en los
tica, generada por las injusticias tanto a nivel na- estilos de vida podría llegar a ejercer una sana
cional como internacional. presión sobre los que tienen poder político, eco-
nómico y social» (LS n. 206). Porque, ciertamente,
detrás de la crisis ecológica existen estructuras
d) Justicia y solidaridad entre generaciones10. de pecado que la favorecen, pero también perso-
nas concretas que colaboran con tales estructu-
Debe haber a un diálogo entre todos los acto- ras y para lo que necesita conversión y compro-
res involucrados en esta crisis que afecta a nues- miso por la transformación.
tra casa común, dado que lo que está en juego ya
no es únicamente nuestra vida, sino el tipo de La transformación de hábitos mentales y pa-
mundo que dejamos a las generaciones del futu- trones de comportamiento, producción y consu-
ro. mo que precisamos con urgencia no se iniciará
solo con informes científicos más precisos, con un
«¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quie- mejor conocimiento de las amenazas que nos ace-
nes nos sucedan, a los niños que están crecien- chan o con la invocación de grandes principios
do?» (LS 160). «Esta pregunta no afecta solo al éticos –aunque todos ellos, sin duda, tienen su
ambiente de manera aislada, porque no se puede importancia–, sino con una actitud básica: la gra-
plantear la cuestión de modo fragmentario», sino titud; «es decir, un reconocimiento del mundo
que nos lleva a interrogamos sobre el sentido de como un don recibido del amor del Padre, que
la existencia y los valores que fundamentan la vi- provoca como consecuencia actitudes gratuitas
da social. de renuncia y gestos generosos, aunque nadie los
vea o los reconozca» (LS 220).
La dimensión intergeneracional pone de relieve
que los problemas económicos y sociales del pre-
sente no se pueden realmente solventar sin tener A modo de conclusión
en cuenta la garantía de los fundamentos de vida
para las generaciones futuras y que ponga a los Una ética cristiana de autonomía teónoma en
empobrecidos del presente en el centro. clave de liberación es capaz de ayudar al com-
promiso de los cristianos y de la iglesia como
pueblo de Dios y sacramento histórico de salva-
e. Exigencia de conversión ecológica ción por una ecología integral.

Hacer creíble la propuesta de la eco-ética teo- Lo específico de la ética cristiana no está en


lógica significa, en este caso, iniciar un proceso los contenidos concretos (lo que hay que realizar),
de «conversión ecológica» (LS 116-221), en lo que sino en la intencionalidad o cosmovisión (el cómo
tiene de ampliación de miras para la ética misma, se realiza). Estos dos factores se integran en la
para el magisterio episcopal, y para la misión de unidad de la ética de los cristianos dando lugar a
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una moral «de los cristianos». Por tanto no «moral ción es el horizonte ético-religioso de la existencia
cristiana», sino visión y vivencia cristiana de la cristiana. Las dos categorías encajan dentro de la
moral13. unidad estructural y funcional de un modelo de
moral. Modelo de moral que se puede denominar
La autonomía es la estructura de lo humano y como paradigma de autonomía teónoma en clave
el supuesto imprescindible de la ética. La libera- de liberación.14

10 MARTINEZ, J. L., Laudato si’ y la cuestión socio-


«Hoy el análisis de los problemas ambientales es in-
1
ambiental. Clamor de la Tierra y de los pobres, en: Sanz,
separable del análisis de los contextos humanos, fami-
E. (ed.), Cuidar de la Tierra, cuidar de los pobres. Lau-
liares, laborales, urbanos... y de la relación de cada per-
sona consigo misma» (LS 141). dato si’ desde la teología y con la ciencia, Santander
2015, 28-29; 34-44.
2 LS c. V 11 Así lo dice Francisco: «la conciencia de la gravedad

3 Cf. CAAMAÑO, J. M., La encíclica Laudato si’ y la teo- de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en
nuevos hábitos» (n. 209).
logía moral, en: Sanz, E. (ed.), Cuidar de la Tierra, cui-
dar de los pobres. Laudato si’ desde la teología y con la 12 «Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo su-
ciencia, Santander 2015, 141-168.
pone cambios profundos en “los estilos de vida, los mo-
4 Destacan el informe del Club de Roma de 1972 titu- delos de producción y de consumo, las estructuras con-
lado Los límites del crecimiento, el de la Comisión Mun- solidadas de poder que rigen hoy la sociedad”» (LS n. 5).
dial del Medio Ambiente y del Desarrollo publicado en 13 TORRES QUEIRUGA, A., Moral y religión: de la moral
1988 con el título Nuestro futuro común –más conocido
religiosa a la vivencia religiosa de la moral, en: La teolo-
como Informe Brundlant–, así como la Conferencia Mun-
gía después del Vaticano II. Diagnóstico y propuestas,
dial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, que tuvo lugar
en 1992 en Río de Janeiro, la llamada Cumbre de la Tie- Herder, Barcelona, 2013, 89-119.
rra o Cumbre de Río. 14 VIDAL, M., Fundamentación de la ética teológica,

Por ejemplo, los manuales de bioética a partir de los


5 CFET, Trotta, Madrid 1992, 233-251.
años 80 de M. Vidal, E. López Azpitarte, J. Gafo, J.-R.
Flecha.

6 Un oncólogo de Wisconsin, llamado V. R. Potter, pu-

blica en 1971, un libro titulado Bioética: un puente hacia


el futuro6, cuya idea de fondo es establecer un puente
entre el mundo de los hechos científicos y el mundo de
los valores humanos: algo urgente, si se quiere evitar
llegar a una situación catastrófica para el futuro de la
humanidad. De aquí deriva su preocupación por una
nueva ética de la Tierra, de la población, del consumo,
etc. Se trata, en el fondo, de que nuestras acciones so-
bre el planeta no se realicen al margen de los valores
humanos, especialmente desde una perspectiva global.

7 La encíclica Laudato si’ afirma: Cuando se habla de

«medio ambiente», se indica particularmente una rela-


ción, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que
la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como
algo separado de nosotros o como un mero marco de
nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de
ella” (n.139). Y continúa dando ejemplos convincen-
tes: “Hoy el análisis de los problemas ambientales es in-
separable del análisis de los contextos humanos, fami-
liares, laborales, urbanos, y de la relación de cada per-
sona consigo misma, que genera un determinado modo
de relacionarse con los demás y con el ambiente” [115].

8
Cf. la amplia reflexión eco-teológica de L. Boff desde
la Ecología: Grito de la Tierra, grito de los pobres, Madrid
1993; Nueva Era: la civilización planetaria, Estella 1995;
Ethos do humano e compaixao da Terra, Petrópolis 1999
hasta sus más recientes reflexiones.

9 Cf. Moser, A., La ecología en una perspectiva teológi-

co-franciscana, CuadFranc 99 (1992) 143-154.

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