Sie sind auf Seite 1von 4

Análisis de “Entre los Muros”

17JUL
En el siguiente trabajo se analizan algunos fragmentos de la película “Entre los muros” a
partir de la lectura de una serie de textos propuestos en la materia Trabajo Docente
(Maddonni):

Análisis “Entre los muros”


La película “Entre los muros” narra un año lectivo en una escuela de un barrio de París, en la clase que nos
muestran podemos ver a jóvenes de trece y catorce años, de distintas nacionalidades, con diferentes culturas,
equipos de fútbol y gustos estéticos que conviven diariamente en ese espacio. Al mismo tiempo, la película nos
muestra lo que sucede en la sala de profesores y en sus reuniones, y los diferentes momentos que éstos van
transitando a lo largo de un año escolar.

A continuación, analizaré distintas escenas de la película, a partir de algunos conceptos como las distintas
tradiciones docentes presentadas por María Cristina Davini; los tipos de docente que nos sugiere Isabelino
Siede; la tensión existente entre el ser profesionales y ser funcionarios del Estado que plantean distintos
autores y los conceptos de “poderoso subalterno” e “Intelectual transformador” propuestos por Graciela
Batallán y Henry Giroux.

Para comenzar, tomaremos la primera escena de la película, en la que el Profesor Marin se encuentra en la
puerta de la escuela con otros docentes. Se saludan antes de entrar, y mantienen un diálogo: el Prof. Marin le
pregunta cómo está a un profesor y éste le contesta: “Acá, al pie del cañón como siempre”.

A partir de esta escena podemos empezar a pensar en qué significa “ser docente” y de qué formas se puede
serlo. En primer lugar, tomemos algo que dice Giroux [1]:

“(…) los profesores necesitan desarrollar un discurso y un conjunto de hipótesis que les permitan actuar más
específicamente como intelectuales transformativos. (…) deberán combinar la reflexión y la acción con el fin de
potenciar a los estudiantes con las habilidades y los conocimientos necesarios para luchar contra las injusticias
y convertirse en actores críticos entregados al desarrollo de un mundo libre de opresiones y explotación.”
(Giroux 1997:35).

Es decir, el “ser docente”, en el sentido de intelectuales transformativos tiene que ver tanto con el trabajo
intelectual como con la acción, pareciera que en el ser docente hay que “poner el cuerpo”. Entonces, si decimos
que un docente es un trabajador intelectual que pone el cuerpo, en el diálogo que mantienen los profesores
aparece la expresión metafórica “Al pie del cañón como siempre” dando a entender una forma de poner el
cuerpo que tiene que ver con la lucha, se podría pensar que ese docente está parado ahí, “al pie del cañón”, pase
lo que pase. En este sentido, pensando los estereotipos de docente que propone Siede [2], el peligro de ese
profesor sería convertirse en lo peor de un “docente-Sandokan”: un luchador empedernido que ha perdido la
ternura de tanto luchar y que en su carácter romántico se enceguece o pierde la vida en la batalla.
Sin embargo, más adelante en la película, veremos otra escena en la que el mismo profesor entra a la sala de
profesores y critica muy duramente a los alumnos. Él dice que lo tienen harto y que no quiere darles más clase,
que no quieren aprender, que no les interesa nada y que a él no le importa si se quedan en su barrio (de
mierda) toda la vida.

Esta escena nos hace pensar en lo complejo del trabajo docente con todas sus particularidades y matices.
Pareciera que el desgaste de los profesores progresa a medida que avanza el año lectivo.

En la primer situación este profesor se presentaba como “al pie del cañón” y nos hacía pensar en un “docente-
Sandokán” y, en cambio, en esta última el mismo profesor pareciera convertirse en un “docente-genio de la
botella”: “alguien que ha tenido ilusiones y apostó su esfuerzo y su tiempo a que alguna vez mejorarían las
condiciones de su tarea. Una larga experiencia de desencantos fue desgastando su optimismo hasta tomarlo
ácido y descreído.” (Siede 2007:243).
Siguiendo con el análisis, a lo largo de toda la película se puede ver una fuerte tendencia normalizadora, tan
enraizada en la institución educativa como en el Prof. Marin.

A modo de ejemplo, en una de las primeras escenas de la película, cuando ya estamos dentro del aula vemos al
Prof. Marin diciendo a sus alumnos cosas como: “Sacate la gorra” “Para hablar hay que levantar la mano” “Lo
primero que van a hacer es sacar una hoja y poner su nombre”. En estas intervenciones podemos observar el
carácter civilizador y disciplinario del docente normalista, inserto en una “escuela cargada de símbolos
abstractos, rituales y rutinas homogenizadoras” [3] (Davini, 1995:27). El problema que surge a partir de esto es
que el profesor aparece como funcionario del Estado, el cual reproduce una serie de normas y rituales sin
haberlas pensado previamente representando la idea normalizadora de que el orden trae progreso. El peligro
actual en relación a estas formas de ser docente es la tendencia a modelizar la realidad sin considerar la
heterogeneidad. En palabras de Davini: “El problema estiba en que la homogeneidad social, cultural e
interindividual no existe, y al distanciarse de lo ‘distinto’ se pierde el diálogo de la pedagogía, que supone
siempre una relación entre sujetos diferentes.” (Davini, 1995: 27)
En otra escena, los alumnos discuten con el Prof. Marin sobre el “verbo imperfecto del subjuntivo”. Los
alumnos plantean que en la actualidad nadie utiliza esa forma de hablar y el profesor sostiene que sí. Los
alumnos dicen que en la calle no se habla así que la gente como ellos no habla así, que son los burgueses los que
hablan así. A partir de esta situación, podemos ir un poco más allá y pensar qué significa en la actualidad que
un docente trabaje desde un mandato normalista, disciplinador y homogenizador. Desde esta perspectiva, lo
que sucede es que se piensa en términos abstractos, a partir de modelos. Esto es lo que sucede cuando el Prof.
Marin les enseña algo a sus alumnos que probablemente no utilicen nunca pero que “debe enseñar”.

Cuando los alumnos concretos no encajan en ese modelo (casi siempre) son virtualmente borrados,
homogeneizados: los que encajan se quedan, los que no encajan se van. Desde esta perspectiva se pretende
borrar las subjetividades, las diferencias, las particularidades de cada uno con el objetivo de alcanzar ese
modelo abstracto e inexistente.

En una segunda parte de la misma escena, el Prof. Marin reconoce que casi nadie habla así en la actualidad,
excepto los esnobs. Pero que lo importante es que ellos sepan que hay distintos registros (el familiar, el
cotidiano, el culto, el oral y el escrito) y que deben poder alternar entre ellos. En esta parte, podemos pensar
que el Prof. Marin se corre un poco de la tradición normalizadora y, de alguna manera, puede observar a los
sujetos concretos que tiene enfrente y reflexionar un momento sobre por qué les enseña lo que les enseña.
Davini plantea que “(…) una buena enseñanza debiera asentarse en un ejercicio sustantivo y consistente sobre
estas dimensiones, incluyendo cuestiones de ideología y de compromiso con la problemática sociocultural de
alumnos concretos” (Davini, 1995: 56)

En esta escena también resulta interesante para el análisis, que el Prof. Marin les enseña a sus alumnos un
contenido del cual éstos son muy lejanos. Podemos tomar el concepto de “subalternos poderosos” propuesto
por Graciela Batallán[4] para analizar esta situación: cuando el profesor, frente a las preguntas de sus alumnos,
comienza a justificar por qué les enseña ese contenido, él explica que casi nadie habla así pero que igualmente
deben aprender que existe esa forma de expresarse aunque tal vez nunca la usen. En los gestos del profesor
podemos ver que más allá de la explicación que les da a sus alumnos, él también se cuestiona el porqué de
enseñar ese contenido. Pareciera que el Prof. Marin no sabe claramente por qué lo hace, si porque él considera
que es un contenido valioso o simplemente por inercia o porque la institución le exige que ese contenido esté
dentro de la aurícula. Aparece la idea de “subalternos poderosos”, que plantea que si bien el docente tiene un
poder dentro del aula, que se vincula con su autonomía intelectual en el ejercicio de su actividad, este poder
entra en contradicción con la burocracia que rodea al trabajo docente y que lo subordina a ser un funcionario
del Estado.
En otros momentos de la película esta tensión entre el ser profesionales y ser funcionarios del Estado vuelve a
aparecer. Por ejemplo, en una escena en la que se muestra una reunión de profesores, éstos tienen un temario
que incluye; por un lado, pensar si es conveniente incorporar un carnet de puntos (como el registro de
conducir) para controlar las malas conductas de los alumnos (el cual estaría vinculado al ser profesional) y, por
otro lado, el aumento de la ficha para la máquina de café (tema que los interpela directamente como
funcionarios del Estado). Al ver la escena, resulta agobiante el poco tiempo que tienen para discutir, motivo
que lleva a que el tema (importante) del carnet de amonestaciones quede en un simple intercambio de algunas
opiniones y el de la máquina de café en una explicación de por qué había aumentado el valor. De alguna forma,
ninguno de los temas es resuelto, lo cual remarca más fuertemente esta tensión: cuando los profesores deben
resolver problemas que los interpelan directamente como profesionales de la educación y al mismo tiempo
problemas que acarrean por ser funcionarios de Estado, pareciera que el resultado es no llegar a nada.

Otro ejemplo que muestra esta tensión puede ser cuando los alumnos están en la sala de computación
transcribiendo unos autorretratos y el Prof. Marin les dice a sus alumnos: “los que están escribiendo apúrense
así pueden escribir sus compañeros”. Aquí se vuelve a evidenciar que el docente debe lidiar con problemas
institucionales como la falta de computadoras para todos los alumnos, lo cual dificulta nuevamente su trabajo
pedagógico.
Por último, me parece interesante abordar el conflicto que muestra la película en relación al alumno
Souleymane.

En primer lugar, los profesores tienen una reunión en la cual hay dos alumnas de la clase como delegadas. En
la siguiente escena, en una clase en la que el Prof. Marin esta trabajando “poesía”, se ve que las delegadas, las
cuales, según el Prof. Marin no han tenido una conducta correcta en la reunión, les han contado a sus
compañeros las cosas que se hablaron en la reunión. Souleymane lo confronta al profesor preguntándole si es
cierto que él en la reunión lo había criticado duramente y el docente le dice que no pero que habían hablado de
que si seguía teniendo la conducta que tenía se “iba a buscar problemas”. A partir de esto, Souleymane plantea
que los profesores, cuando le dicen cosas como esas lo que buscan es venganza. El Prof. Marin se defiende:
“aquí no estamos para vengarnos de la gente sino para intentar que reine la disciplina”.

En esta situación podemos ver nuevamente cómo cuando el docente no se reconoce a sí mismo como un
intelectual transformador y sigue repitiendo en su práctica tradiciones como la normalizadora y disciplinadora,
queda relegado a cumplir el rol de un mero ejecutor de reglas y rituales que nada tienen que ver con la realidad
de sus alumnos y de las instituciones educativas actuales.

Avanzando en la escena, vemos que el Prof. Marin se pone nervioso, se enoja con las delegadas y las insulta y a
partir de esto comienzan a discutir varios de sus alumnos. En el aula la situación se vuelve cada vez más
confusa hasta derivar en que Souleymane y el Prof. Marin discuten fuertemente. El profesor le dice a
Souleymane que no puede tutearlo ya que es una falta de respeto y el alumno se defiende diciendo que el
profesor no puede decirle las cosas que le está diciendo porque “se está pasando”. Los alumnos le piden a su
compañero que se calme pero éste no lo hace, se ve que el Prof. Marin también está nervioso, hasta que
finalmente Souleymane se enoja por algo que le dicen y violentamente se levanta de su silla y se dirige hacia la
puerta. En el medio forcejea con un compañero y con el Prof. Marin, quien le dice: “No te podes ir de mi clase
de esta manera”. En el tironeo, Souleymane le golpea la nariz accidentalmente a una compañera y finalmente
sale del aula.

En esta escena, al Prof. Marin se presenta distinto que en el resto de la película. A lo largo de toda la historia, el
profesor se muestra disciplinario, como un mero ejecutor, en este momento, en cambio, pareciera que se
desarma, que la situación lo desborda y él se muestra distinto. Siede dice que “Los docentes somos trabajadores
intelectuales, pero intelectuales que ‘ponemos el cuerpo’ (las emociones, el contacto físico, el espacio
compartido) por delante o por detrás de nuestras ideas” (Siede 2007: 247). En esta escena, vemos al Prof.
Marin poniendo el cuerpo de todas las formas: las emociones, el contacto físico y el espacio compartido se
vuelven protagonistas de la situación.

Esto nos ayuda a pensar que definir el “ser docente” es muy complejo y que en cada docente en particular
confluyen distintas características de todas las posibles formas de definir a un docente (las tradiciones; los
modelos de docentes que propone Siede; las tensiones entre ser profesionales, intelectuales transformadores,
por un lado, y funcionarios del Estado, por el otro; etc.). Es por esto que si bien el Prof. Marin a lo largo de la
película presenta una práctica docente más referida a un estilo normalizador, en esta situación se muestra algo
más cercano a un intelectual transformador.

Siguiendo con la historia, luego de esta situación tensa que se vive en el aula, la película nos muestra una
reunión de profesores donde éstos discuten sobre lo sucedido. Los profesores justifican de distintas formas el
hecho de que los que hizo Souleymane estuvo mal y que debe tener un Consejo de disciplina, mientras que el
Prof. Marin ensaya justificativos para evitar se deba llegar a esa instancia, considerando que lo más probable es
que Souleymane sea expulsado. El Prof. Marin invita a sus colegas a reflexionar sobre la situación, sobre lo que
ellos pudieron haber evitado y no lo hicieron, sobre lo que significa un Consejo de disciplina y sobre lo que
podría pasarle a Souleymane de ser expulsado.

En esta escena el Prof. Marin se muestra como un profesional, como un intelectual reflexivo que cuestiona y es
crítico con las decisiones que él y sus colegas han ido tomando y que los ha llevado a que su alumno tenga un
Consejo de disciplina. En palabras de Davini, el Prof. Marin aparece como: “(…) un docente reflexivo, crítico,
capaz de descentrarse del lugar del poder instituido, de revisar sus propias creencias y de fundar su labor en la
confianza en los alumnos.” (Davini 1995: 58).

Finalmente, llega el día del Consejo de disciplina. El director de la escuela explica los motivos del Consejo de
disciplina y aclara que creen que Souleymane es un “buen chico”. Luego, algunos profesores le hacen algunas
preguntas al alumno, le explican que quieren escucharlo hablar, que está ahí para defender su punto de vista.
Souleymane dice que le da lo mismo, que hagan lo que quieran. Luego la madre de Souleymane lo defiende. Los
profesores vuelven a preguntarle al alumno si quiere decir algo. Él dice que no sabría que decir (como si nada
de lo que dijera pudiese cambiar algo). La madre habla por él, repite lo que dijo antes: que Souleymane es un
buen chico. Y les pide perdón por él.

Finalmente, Souleymane es expulsado de la escuela. Tal vez del sistema educativo. Tal vez vuelva a su país de
origen. En este punto, me parece interesante retomar la analogía que hace Isabelino Siede entre el Dr.
Frankenstein y el trabajo docente. El autor explica: “Hay un segundo gesto autoritario de Frankenstein quien,
cuando entiende que no puede imprimir al otro los rasgos que se le antojan, lo abandona y renuncia a
orientarlo.”(Siede 2007: 238) y muestra que en nuestras escuelas sucede algo similar: “O bien los estudiantes
aceptan lo que la escuela les propone o no sirven para la escuela.” (Siede 2007:238).

En la escena siguiente vemos una de las últimas clases del año lectivo en la que el Prof. Marin le pregunta a sus
alumnos qué aprendieron en el año y luego les regala los autorretratos, que habían escrito al comienzo del año,
impresos y encuadernados. Los alumnos se ponen contentos.

A continuación, nos muestran a los docentes y los alumnos jugando en el patio: algunos jugando al fútbol, otras
cantando y alentando, otros caminando por ahí.

Considero que esta película con su estilo de documental ficcional logra mostrar la complejidad del trabajo
docente, sobre todo en el día a día, en el trabajo en el aula.

La película nos muestra lo dificultoso que puede resultar para un docente en la actualidad valerse como un
intelectual transformador, que le imprime un sentido político a su trabajo pedagógico. Como dice Giroux “el
hecho de ver a los profesores como intelectuales nos capacita para empezar a repensar y reformar las
tradiciones y condiciones que hasta ahora han impedido que los profesores asuman todo su potencial como
académicos y profesionales activos y reflexivos.” (Giroux 1997:175). Es decir que es importante que los docentes
se reconozcan a sí mismos como intelectuales, ya que nos hace preguntarnos nuevamente por el significado del
“ser docente”.

[1]
Giroux, “Los profesores como intelectuales. Hacia una pedagogía crítica del aprendizaje”, Paidós, Barcelona,
1997.
[2]
Siede, “La educación política”, Paidós, Buenos Aires, 2007.
[3]
Davini, “La formación docente en cuestión: política y pedagogía”, Paidós, Buenos Aires, 1995.
[4]
Batallán, G., “Docentes de infancia”, Paidós, Buenos Aires, 2007.

Das könnte Ihnen auch gefallen