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Guajardo Sanhueza Gabriel

Universidad de Concepción
Lunes 3 de Diciembre, 2018

Asignatura: Historia de Chile en el siglo XX


Curso: 4to año académico
Profesor: Danny Monsálvez Araneda
Ayudante: Pedro Altamirano Castillo

Gabriel SALAZAR, Julio PINTO (Coordinadores), Historia contemporánea de Chile II.


Actores, identidad y movimiento, LOM EDICIONES, Santiago, 1999, 173 pp.

Resumen

El presente libro es un ensayo de síntesis general sobre los principales actores sociales del
Chile contemporáneo, obra que sitúa su marco cronológico desde principios del siglo XIX,
con la construcción del Estado en Chile, hasta fines del XX con la ‘transición a la
democracia’. El objetivo de los autores es analizar la heterogeneidad en la identidad y el
dinamismo en el accionar de los principales actores que dan cuerpo a la sociedad —las clases
sociales—, para ello utilizan fuentes primarias como ensayos de historia y en menor medida
memorias y entrevistas, como también un amplio marco de fuentes secundarias considerando
los respectivos matices e intenciones que les caracterizan. Salazar y Pinto, parten de la
hipótesis de que las clases sociales —clase gobernante, clase media y el mundo popular,
caracterizadas por su heterogeneidad y contradicciones, han sido la entidad colectiva
fundamental del Chile contemporáneo.

Palabras clave: Sociedad, actores, identidad, movimiento.


Gabriel Salazar Vergara posee el grado académico de Doctor en Historia Económica y Social,
obtenido el año 1984 en la University of Hull, Inglaterra. La línea de investigación que
caracteriza a sus obras corresponde a la Historia Social del Chile Contemporáneo (Siglos XIX
y XX), mientras que sus investigaciones más reconocidas son:
- Construcción de estado en Chile (1760-1860): democracia de "Los pueblos",
militarismo ciudadano, golpismo oligárquico, Sudamericana, Santiago, 2006.

- Labradores, peones y proletarios, formación y crisis de la sociedad popular chilena


del siglo XIX, Santiago, LOM Ediciones, 3ª edición, 2000.

- Ser niño huacho en la historia de Chile (siglo XIX), LOM Ediciones, Santiago, 2006.

- La historia desde abajo y desde dentro, Universidad de Chile, Facultad de Artes,


Departamento de Teoría de las Artes, 2003.

Por su parte, Julio Pinto Vallejos posee el grado académico de Doctor en Filosofía con
mención en Historia, obtenido el año 1991 en la Universidad de Yale, Estados Unidos. La
línea historiográfica que caracteriza a sus obras corresponde, al igual que la de Salazar, a la
Historia Social y Política del Chile contemporáneo. Sus investigaciones más destacadas son:

- Trabajos y rebeldías en la pampa salitrera (Editorial Universidad de Santiago,


Santiago, 1998).
- ¿Chilenos todos? La construcción social de la nación (1810-1840) (LOM Ediciones,
Santiago, 2009).
- Su revolución contra nuestra revolución (LOM Ediciones, Santiago, 2006 y 2008).

Tanto Salazar como Pinto, no sólo han sido reconocidos por la obtención del Premio Nacional
de Historia los años 2006 y 2016 respectivamente, sino que además por ser fundadores, entre
otros/as historiadores/as de lo que se ha denominado como la Nueva Historia Social 1,
otorgando principal énfasis al estudio de las clases sociales, reconociendo la heterogeneidad
en sus composiciones y a favor de una mayor atención a la historicidad de los sujetos, en
particular los sectores populares2 (pp.85-86).

1
Corriente historiográfica que surge del trabajo de historiadores/as pertenecientes a las filas de la izquierda
durante la Dictadura cívico-militar en Chile.
2
Julio Pinto, Cien años de propuestas y combates. La historiografía chilena durante el siglo XX. Universidad
Autónoma Metropolitana, México D.F, 2006.

2
La principal entidad colectiva del Chile contemporáneo son las clases sociales, cuya
composición heterogénea, intereses, necesidades y experiencias constituyen identidades,
configuran ‘estructuras’ y ‘rebeldías’, dan cuerpo a la sociedad y la ponen en
movimiento. Las tres grandes clases sociales, a juicio de los autores, son las clases dirigentes,
las clases medias y el vasto mundo de lo popular 3 (p.9). En definitiva, los pilares de este
volumen son: los actores sociales, la identidad y el ‘movimiento’ social.

Las identidades de los actores sociales son heterogéneas, relacionales y dinámicas, con
una base cultural que las consolida y las proyecta en el tiempo. El caso de las clases
gobernantes en el primer siglo republicano, en particular el de la oligarquía es idóneo para
sostener esta idea, pues se ha argumentado que en el Chile del siglo XIX no es posible hablar
de una aristocracia, sino de una “oligarquía con rasgos burgueses y mercantiles, con un
pasado latifundista y terrateniente […] con un modo de ser algo paradojal, que oscilaba entre
los valores burgueses del trabajo , la sobriedad y los buenos negocios, y una tendencia o
debilidad por los modos de ser aristocráticos, ostentadores y europeizantes” (pp.38). La
condición heterogénea responde a una identidad que se modifica (el caso de la influencia
europea en los modos de vivir oligárquicos), mientras que lo dinámico se aborda desde la
relación que posee con otras clases sociales.

3
Gabriel SALAZAR, Julio PINTO (Coordinadores), Historia contemporánea de Chile II. Actores, identidad y
movimiento, LOM EDICIONES, Santiago, 1999. Aclaro que cada vez que sea utilizada esta cita, se pondrá la
página entre paréntesis, esto último para evitar confusiones.

3
El marco temporal de la obra coincide, al menos en su última parte, con el contexto en el que
se elabora, pues el proceso de ‘transición a la democracia’ y los dos primeros gobiernos de la
Concertación se ajustan al año en que fue publicada la investigación: 1999. El contexto
político de Chile durante los años 90’s proporcionó un piso fértil para el estudio sobre los
pilares ideológicos de la dictadura, como para la investigación sobre las relaciones sociales y
el dinamismo de los sujetos entre los años 73’-90, pero también para reflexionar sobre el éxito
o fracaso de los gobiernos concertacionistas en su labor de promover una democracia
realmente participativa, de ahí que surjan dos posturas contrapuestas al respecto: una
“gobiernista” y otra desencantada”4

Por otra parte ambos autores, tras la represión ejercida por la dictadura cívico-militar, se
vieron obligados a historiar de forma verdaderamente clandestina, Salazar fue exiliado a
Reino Unido, mientras Pinto aún residente en Chile continuaba sus trabajos historiográficos.
Con la llegada de la ‘democracia’ a Chile, ambos autores asumen posturas críticas respecto a
la primera década de gobierno, donde la Concertación habría actuado política y
económicamente a partir de las ataduras de la dictadura: La constitución y el modelo
neoliberal. En consecuencia, se redefine el marco temporal y el análisis social de los autores a
partir del contexto de fines del XX.

El tomo II de la Historia Contemporánea de Chile forma parte de una obra completa de cinco
tomos, en lo particular estamos frente a un volumen que posee una riqueza significativa, en
cuanto al análisis de las clases sociales del Chile republicano como también por reconocer la
historicidad de sujetos que, ante la mirada de las corrientes historiográficas precedentes, no
habían sido considerados como tal, hablamos de los sectores populares y la diversidad en su
composición. Se atreve además a abordar la historia reciente, cuyos relatos, memorias y
testimonios aún viven en el consciente de gran parte de la población chilena, superando con
creces lo que Fernand Braudel denominaría una Historia Evenemencial, dejando al margen el
discurso elitista, de los grandes personajes y los grandes acontecimientos como una verdad en
sí misma, esta es —a lo menos— una de las características de mayor aporte a la disciplina
histórica de parte de la Nueva Historia Social.

Por último, la categoría de lo ‘social’, pese a la dificultad reconocida por los autores al
abordarla, ha sido clave como aporte a la historiografía, pues como sabemos, las corrientes

4
Julio Pinto, Cien años de propuestas y combates. La historiografía chilena durante el siglo XX. Universidad
Autónoma Metropolitana, México D.F, 2006.

4
precedentes sólo habían dado énfasis al elemento político, económico e inclusive cultural,
más no a lo social.

A partir de la lectura del ya mencionado volumen, es posible afirmar que los autores sí han
respondido las preguntas de investigación: “¿Quiénes son las personas o grupos que dan
cuerpo a la sociedad, y la ponen en movimiento?, ¿Quiénes son los que escenifican aquel
complejo drama que es la vida sociedad?, ¿Cómo se constituyen estos actores, y cómo se
configuran sus identidades de ser tales actores? “ (p. 7). La respuesta queda evidenciada en la
hipótesis que fue señalada con anterioridad, no obstante aquello, es necesario problematizar
¿La categoría de clase social abarca a todos los sujetos que forman parte de la sociedad?, se
ha señalado que la condición étnica no cabe dentro de dicha categoría, y que la condición de
género no se ajusta a lo que se ha entendido como ‘social’ (pp. 10-11), sin embargo de forma
contradictoria se explicita que una de las características fundamentales de la categoría de clase
social es la heterogeneidad, por lo tanto se asume que la composición de dichos grupos no se
limita a la mera participación de hombres, sino que también de mujeres y que, por ejemplo en
Chile, los sectores políticos partidarios5, sectores intelectuales e inclusive la formación de
movimientos sociales estuvieron acompañados del protagonismo —en sus diferentes formas
— de las mujeres. Se aborda este punto como una falencia pues, pese a que los autores
reconocen no tener la intención de crear verdades consensuadas y de discrepar con quienes
critican a través de la pregunta “¿Cómo podría ser de otra forma?” (pp.11) se propone
humildemente abordar la temática sea de forma trasversal o como un elemento más (al igual
que lo étnico) dentro de la obra.

La segunda falencia presentada en el texto corresponde a la indefinición de un marco espacial


en la investigación, si bien se explicita que el marco temporal responde a los dos siglos de
vida republicana en Chile, no se encuentra presente una delimitación de los límites
geográficos que, a mi juicio, son fundamentales pues determina el énfasis otorgado a uno u
otro territorio. Al juzgar este aspecto en el desarrollo de la obra no es de ardua dificultad
percatarse la cualidad centralista que le caracteriza, ya que enfatiza el estudio en la zona
central, Santiago específicamente, optando por considerar el estudio del norte y el sur de
Chile de forma auxiliar. Cabe señalar, que la crítica no está enfocada a expandir los límites
espaciales de la investigación sino más bien a definirlos previamente.

5
Jorge Navarro, El lugar de la mujer en el Partido Obrero Socialista. Chile, 1912-1922, Rev. Izquierdas,
Santiago, 2016.

5
Ahora bien, el surgimiento e influencia de los movimientos sociales y de mujeres esta última
década ha obligado a las corrientes historiográficas a considerarlos como verdaderos
fenómenos de cambio y continuidad. Por la fecha de elaboración de la presente obra, no fue
posible considerarles, no obstante, es posible en las siguientes ediciones. A propósito, una
obra más actual de Salazar y Pinto6 correspondiente al tomo IV de la misma obra aborda las
condiciones de género, la niñez y la juventud, temas que son considerablemente relevantes de
abordar. No cabe duda de que la experiencia de vida de ambos autores impactaron en sus
formas de historiar, retomamos lo que se planteó anteriormente: durante la dictadura cívico-
militar el historiar se había convertido en una profesión clandestina, y mientras Pinto hacía los
mejores esfuerzos por elaborar sus investigaciones en Chile, Salazar junto a Luis Ortega,
Jorge Hidalgo y otros/as desarrollaban una historiografía del exilio.

Por último, se coincide con los autores en razón de que “un mejor conocimiento de estos
grupos y su historia ayuda a una mejor comprensión del país que vivimos, y de problemas que
tanto ha costado resolver” (p.11)

6
Gabriel SALAZAR, Julio PINTO (Coordinadores), Historia contemporánea de Chile IV Hombría y
Feminidad, LOM EDICIONES, Santiago, 2002.

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