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ABC color 2013!
Edición Impresa - Suplementos - Cultural - !
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Dejemos que el Mariscal descanse en paz!
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Asunción, 31 de Julio de 2016!
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Por Mario Maestri!
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Analizar los secretos históricos profundos que los discursos lopistas y antilopistas encubren es la
propuesta de este artículo del historiador e investigador brasileño Mario Maestri!
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En memoria de Richard A. White!
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La historiografía de la Guerra Grande se sigue debatiendo entre el lopismo y el
antilopismo. Ya se ha dicho que la historia la hacen los hombres determinados por
circunstancias, sobre todo sociales. La historia explica más a los hombres de lo que
los hombres explican a la historia. Sin embargo, la visión propia del siglo XIX de la
construcción del pasado por protagonistas excelentes se mantiene hoy como una
especie de cadáver historiográfico en putrefacción.!
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Es habitual presentar a Juan E. O’Leary como inventor del lopismo positivo. Se ha
llegado al extremo de proponer que lo hizo asalariado por Enrique Solano López para
favorecer la reivindicación de los inmensos territorios transferidos a Elisa Lynch en los
tramos finales de la guerra. ¡Sin el revisionismo histórico de O’Leary, no tendríamos el
lopismo! (1) El político mitrista argentino Estanislao Zeballos, que fue todo menos
historiador, visitó parte del escenario de la guerra y Asunción en los años 1887 y 1888.
En sus apuntes, registró disgustado el «culto a la memoria» de Solano López en
Asunción, donde paredes de residencias eran adornadas con retratos del Mariscal. (2)!
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En 1887, pues, el lopismo estaba vivo y fuerte. Y O’Leary tenía ocho años.!
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Nos faltan estudios historiográficos sobre el nacimiento del lopismo. Posiblemente el
culto a la memoria de Solano López comenzó el 2 de marzo de 1870, en oposición
desorganizada a la hegemonía de las explicaciones aliadas, legionarias y liberales,
que execraban la resistencia y al Paraguay de antes de la guerra, y hacían al Mariscal
responsable de todos los males del país.!
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O’Leary tuvo éxito en su revisión de esas lecturas hegemónicas porque interpretó un
fuerte sentimiento ya existente, sobre todo en los sectores populares. Es paradójico
que sus fuentes iniciales fueran, entre otras, los positivistas ortodoxos brasileños, que
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desde antes de la República en Brasil se oponían a la monarquía, la esclavitud y la
prepotencia del Imperio hacia Uruguay y sobre todo Paraguay, y exigían la devolución
de los trofeos y la extinción de la deuda de guerra. (3)!
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El Partido Colorado y el estronismo utilizaron la memoria paraguaya de la guerra, no la
crearon. No pongamos el carro delante de los bueyes.!
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LA BATALLA POR LA MEMORIA!
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La memoria de la Guerra Grande fue y es un campo de batalla ideológico y político
que interesa también a los Estados brasileño y argentino. Ni O’Leary inventó el
lopismo ni López explica los hechos de 1864-70. Ya es hora de dejar al Mariscal
reposar en paz, y de buscar los secretos históricos profundos que los discursos
negativos y positivos sobre él encubren. Es un hecho que la pequeña y pobre
República de Paraguay, con unos 450.000 habitantes, enfrentó, por cinco años, al
Imperio de Brasil y la República Argentina, con más de once millones de almas. La
inmensa desproporción de armamento creció durante la guerra. El Paraguay lopista
fabril jamás existió. Con la apertura comercial del período de Carlos Antonio la
producción artesanal de tejidos de algodón retrocedió. (4) La producción
manufacturera y artesanal no abastecía de los calzados, uniformes, tiendas, etc.,
necesarios. Soldados paraguayos murieron durante las marchas del terrible invierno
de 1865 sin el equipamiento de campaña indispensable. (5) Años después de la
guerra, el mayor Pedro Duarte recordaba que su tropa dormía «sin carpa y sin más
abrigo que la camiseta y la manta chica de bayetas, ya usadas y rotas». (6)!
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No merecen atención las justificaciones aliadas del tiempo que llevó vencer a un
adversario de tan pocos recursos –los aliados no conocían el territorio; fanáticos, los
paraguayos temían más al Mariscal que al enemigo, etc. ¡Se sigue afirmando que el
ejército imperial de primera línea era minúsculo, sin hablar de que la Guardia Nacional
brasileña superaba en número a la población paraguaya! En 1860, solo la Guardia
Nacional de Río Grande del Sur tenía casi 40.000 hombres. (7). Muchas explicaciones
paraguayas nacionalistas de la impresionante resistencia también son fantasiosas –
así, Manuel Domínguez (1869-1935) pintó al paraguayo como un superhombre, y al
país como el paraíso en la tierra. (8)!
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SIN VOCACIÓN GUERRERA!
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Bajo los gobiernos de Francia y de Carlos Antonio el paraguayo no demostró gran
vocación guerrera, por no decir más. Las operaciones de Francia contra Corrientes
fracasaron; las tropas al mando del joven Solano López se sublevaron en Payubré, en
Corrientes, en 1846. (9) En 1865, la campaña ofensiva, según el propio Mariscal, fue
un fiasco. Se cerró «sin que un [solo] oficial haya tenido la ocasión de distinguirse en
un encuentro [militar]». (10) La fácil ocupación del sur del Mato Groso fue obra de los
oficiales imperiales que dieron la espalda al enemigo y a sus propios hombres. (11)
Estigarribia cruzó el Río Grande sin que David Canabarro le disputase el paso. El
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brigadier riograndense y otros dos oficiales fueron a consejo de guerra por la inaudita
alevosía. La rendición en Uruguayana se atribuyó a la traición de Estigarribia. Si no
hubiera entregado la plaza, sus soldados, ya decididos a no luchar, posiblemente lo
hubieran matado. (12) No fueron pocas las deserciones paraguayas en la campaña
ofensiva de 1865.!
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¿Por qué, entonces, los soldados paraguayos lucharon como leones cuando la guerra
llegó al territorio nacional? ¿Por simple patriotismo? ¿Y por qué no hizo lo mismo la
población imperial cuando la invasión del sur del Mato Groso y del Río Grande? ¿No
eran patriotas? Y si no lo eran, ¿por qué?!
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A Manuel Domínguez se deben los mayores absurdos y algunas de las
interpretaciones más certeras de su época sobre el pasado paraguayo. Al hablar de
las causas de la resistencia al invasor recordó que el soldado paraguayo defendía
sobre todo su pequeña propiedad y, ciertamente, lo que representaba. El Paraguay
tuvo, sí, una Edad de Oro, fantaseada por autores de ayer y hoy. La singular
formación social paraguaya permitió, ya en el período colonial, la universalización de
la propiedad o de pequeñas chacras de subsistencia. Oscar Creydt integró ese
fenómeno a su esbozo de explicación sociológica de la sociedad paraguaya. (13)!
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REPÚBLICA CAMPESINA!
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El francismo se apoyó en el carácter campesino de la sociedad paraguaya y lo
radicalizó, como ha demostrado Richard A. White. (14) La consolidación de la
sociedad campesina permitió el dominio pleno del «guaraní paraguayo» pese a la
promoción del español por Francia como lengua administrativa, como señala B. Melià.
(15) La vocación restauradora (mercantil-latifundista) de los López nunca cuestionó las
raíces de la sociedad campesina. Pero era esa su orientación general, realzada en
forma patológica por la guerra.!
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En general escapa a los analistas que el ejército que enfrentó a los aliados consistía
sobre todo en milicias de partidos del interior, organizadas en el período francista.
Formadas principalmente por campesinos que luchaban al lado de sus familiares y
vecinos. El ejército profesional fue desarticulado en la campaña ofensiva, en 1865, y
en las primeras batallas de 1866. Creemos que la guerra de defensa nacional se
transformó cada vez más en una guerra campesina de defensa de lo ya conquistado,
sobre todo en el período francista.!
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Carlos A. López impulsó sistemáticamente el castellano en la administración y en los
sectores sociales llamados superiores, en auge en su larguísimo gobierno. Promovió
la educación elemental, media y superior, la edición de libros y la creación de un teatro
nacional –en castellano, lógicamente-, fundó un semanario estatal y envió estudiantes
a Europa para fortalecer la administración pública. (16) El castellano era la lengua de
la administración burocrática y de mando en el ejército.!
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En 1867, contra todo lo hecho desde 1842, el periódico militar-patriótico Cabichuí
adoptó el guaraní; luego se fundó El Cacique Lambaré, totalmente en esa lengua. (17)
Dos actos indiscutibles de reconocimiento por parte del comando militar de la
importancia de los sectores campesinos, guaraníes monolingües, con un conocimiento
a lo sumo pasivo del español, en la composición del ejército. Si la guerra empezó con
proclamas en castellano, posiblemente terminó con gritos, vivas, órdenes en «guaraní
paraguayo».!
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UN ESTADO MODERNO!
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Aún hoy, Paraguay, para la historiografía nacionalista brasileña, era una nación de
nativos guaraníes semicivilizados. En su obra mayor, Doratioto abusa del vocablo
«guaraní» como sinónimo de «paraguayo» (país guaraní, independencia guaraní,
ejército guaraní, etcétera). (18) En las universidades brasileñas el desconocimiento de
la historia paraguaya sigue siendo enorme. A contracorriente, la historiadora Wilma P.
Costa atribuyó la dificultad del Imperio de imponerse a Paraguay a la «modernidad»
de este en relación a sus vecinos, percepción magistral ignorada por la historiografía
de Brasil. (19)!
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Bajo Francia, la República de Paraguay se constituyó en el único Estado-nación de
Suramérica sin dejar de ser una nación de economía rural orientada fuertemente a la
subsistencia. La difusión de la propiedad o tenencia de chacras, el guaraní paraguayo
como lengua nacional, el dominio de la cultura y la tradición hispano-guaraníes y un
ejército popular-nacional son algunos de los fenómenos que sostenían la vigencia de
tradiciones y derechos plebeyos y ciudadanos en Paraguay. (20) La dictadura francista
era más democrática que el liberalismo parlamentario del imperio esclavista brasileño.!
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El Estado-nación paraguayo estaba atravesado por contradicciones sociales
fortalecidas por el impulso a la gran propiedad y la economía mercantil en la era
lopista (1842-1864). La disolución de los pueblos de indios en 1848; la apropiación de
propiedades públicas por el círculo familiar López, estricto y amplio; la promoción de la
gran propiedad; la imposición tributaria creciente; la facilitación de las importaciones,
etc., apuntaban a una sociedad mercantil exportadora primaria y al debilitamiento de la
estructura campesina. (21) Nada sabemos de las posibles soluciones de esa
contradicción social si no hubiese ocurrido la guerra.!
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Al inicio de la guerra, en 1864, la orientación mercantil aún era solo una tendencia en
desarrollo, que no cuestionaba la estructura campesina de base de la sociedad, de la
cual dependía la defensa de la autonomía del país, amenazada por los intereses
liberal-unitarios porteños y por el Imperio de Brasil, que ya había emprendido una
campaña militar contra el país, sin éxito, en 1854-5. (22)!
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La Guerra Grande agudizó las contradicciones externas e internas de Paraguay. Fue
una guerra de defensa nacional contra las fuerzas aliadas y al mismo tiempo una

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lucha social entre los segmentos plebeyos y las facciones de las clases dominantes
que se movilizaron contra la resistencia. (23)!
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LAS TABLAS DE SANGRE!
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La represión de las conspiraciones contra la continuación de la guerra es el tema
abordado en forma más apasionada y menos racional por la historiografía de la
Guerra Grande. Desde 1868, se transformó en el principal argumento de la denuncia
aliada de la inhumanidad del Mariscal. Hasta hoy se propone la inexistencia de esas
conspiraciones o, en el mejor de los casos, la desproporción del castigo en relación a
los hechos. Solano López sigue siendo presentado como el único inspirador de los
enjuiciamientos y ejecuciones.!
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Las pruebas de las conspiraciones son indiscutibles y la represión fue decisión del
comando superior de la guerra sobre las órdenes de Solano López. El padre Maíz, por
ejemplo, logró que el obispo Palacio fuera condenado a muerte, interesado en el
obispado paraguayo. (24) Fuera de los excesos de los enjuiciamientos, el terror que
se pretendió imponer, sobre todo a las clases dominantes, tuvo objetivos políticos:
mantener la cohesión social que empezaba a ser corroída por la deserción de las
clases propietarias, que procuraban negociar con el enemigo la rendición. (25)!
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Los ejecutados por conspiración fueron una ínfima minoría en relación a los soldados
caídos. La conmoción que causaron sus muertes se debió a que pertenecían a las
clases llamadas superiores. Pocos historiadores se han detenido en la casi
inexistencia de actos de solidaridad de la población y las tropas hacia ellos. El
prusiano Von Versen, preso con los infortunados, dijo que la falta de empatía de los
soldados paraguayos hacia los cientos de opositores enjuiciados se debía sobre todo
a la «antipatía de razas» O sea, a la oposición entre los segmentos campesinos de
origen guaraní y las clases dominantes españolizadas. «Los guaraníes [soldados]
asistían con disfrazado pero natural placer a la completa eliminación de los españoles
que los habían esclavizado». (26)!
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AY DE LOS VENCIDOS!
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Al final de la guerra, la resistencia al invasor era casi exclusiva de los sectores
plebeyos y campesinos. En las villas de la Cordillera, el Conde d’Eu y sus oficiales
alternaban en animados bailes con señoras y señoritas de las «mejores familias».
Todas hispanohablantes. (27) En Cerro Corá, Inocencia y Rafaela López se metieron
bajo las sábanas de los comandantes imperiales, según algunos autores, ya en la
noche de 1º de marzo. (28) Lo que me parece demasiado.!
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La guerra significó la masacre, destrucción y desorganización de los sectores
campesinos, que lucharon hasta el fin conscientes de que la derrota supondría la
pérdida irreparable de sus conquistas y derechos históricos.!
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Y así fue. Con el fin de los combates, se cerraba la Edad de Oro paraguaya, los
tiempos en los que cientos de miles de campesinos nacían, crecían, se reproducían y
morían en sus pequeñas chacras, entre los suyos, con su propio trabajo. Para muchos
esto puede parecer poco. Para ellos valía la pena defenderlo aun a costa de su vida.!
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¿Fue el Mariscal un líder de los campesinos, como Villa y Zapata en México o el
confuso Antonio Conselheiro en Brasil? No lo creo. Los combatientes descalzos lo
acompañaron –¿o lo empujaron?– pero librando su propia lucha. En buena parte,
también Solano López luchaba por razones solo suyas. Al final de la guerra, dejó
tierras a su compañera e hijos, y no pensó en reconocer la propiedad de los
campesinos sobre las tierras públicas que arrendaban. Parece correcto decir que
Francisco Solano López y los campesinos lucharon juntos, la misma guerra, por
razones diversas.!
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LA GRAN DERROTA!
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Después de perder la guerra contra las tropas aliadas y legionarias, la última batalla
que, en forma desorganizada, libraron los veteranos plebeyos paraguayos, sus
familias y sus descendientes, fue por la memoria. En cierto modo, al callar las armas,
nacía el lopismo. Aún más porque la reconstrucción y regeneración del país se hizo
contra los campesinos sobrevivientes, expulsados de las tierras públicas que
ocupaban, para privatizarlas, como ocurrió en 1883 y 1885, y obligados a vender su
fuerza de trabajo a precio vil, a veces fuera de la frontera del país. (29)!
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Humillados y atacados en sus tradiciones, en su lengua, fueron presentados como
responsables del atraso del país, tras haber demostrado creatividad y perseverancia
en una resistencia que asombró y sigue asombrando al mundo. ¡Los delirios de la
regeneración liberal propusieron crear un pueblo nuevo importando inmigrantes! En
verdad, más que despreciados, eran temidos por los nuevos señores, que pasaban a
administrar el país en provecho en gran parte foráneo. No es raro que entre sus
nuevos verdugos estuvieran los oficiales que los comandaron en combates épicos.
Vistieron de nuevo la blusa roja sin tenerla ya en el corazón. Entonces, como ahora,
son traiciones habituales.!
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La gran derrota paraguaya en la Guerra Grande fue la pérdida de lo que el país tuvo
de más singular: la autonomía de hecho de su clase campesina de cultura hispano-
guaraní. Así lo percibió con curiosa clarividencia Manuel Domínguez cuando propuso,
en 1922, como principal medida para levantar al país, la expropiación de mil leguas de
tierra para elevar el escaso número de propietarios campesinos a doscientos mil. (30)!
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NOTAS!
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(1) F. Doratioto: Maldita guerra, Sao Paulo, Companhia das Letras, 2002, pp. 80 y ss.!
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(2) E. Zeballos: Historia de la guerra del Paraguay. Relatos y memorias en primera persona.
Fondo Estanislao Zeballos. Buenos Aires, Ministerio de Relaciones Exteriores, 2015. Carpeta
121-1.!
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(3) Teixeira Mendes: Benjamin Constant: esboço de uma apreciação sintética da vida e da obra do
Fundador da República Brazileira, vol. 1, Río de Janeiro, Sede Central da Igreja Pozitivista do
Brasil, 1892, pp. 93-138.!
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(4) Thomas Jefferson Page: El Río de la Plata, la Confederación Argentina y el Paraguay,
Asunción, Intercontinental, 2007, p. 231.!
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(5) W. Jardim: Longe da Pátria: a invasão paraguaia do Rio Grande do Sul e a rendição em
Uruguaiana (1865). Porto Alegre, FCM Editora; Passo Fundo, PPGH UPF, 2015.!
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(6) Memorias y recuerdos de Pedro Duarte, en: E. Zeballos, op. cit., carpeta 129.!
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(7) Conselheiro Joaquim Antão Fernandes Leão, Relatório apresentado à Assembléia Provincial
de São Pedro do Rio Grande do Sul na 1ª Sessão da 9ª Legislatura pelo [...]. Porto Alegre,
Typographia do Correio do Sul, 1860, p. 16.!
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(8) Manuel Domínguez: El alma de la raza, Buenos Aires, Ayacucho, 1946, pp. 18 y ss.!
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(9) M. Maestri: Paraguay, la república campesina, Asunción, Internacional, 2016, p. 210.!
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(10) E. Cardozo: Hace 100 años. Crónicas de la guerra de 1864-1870, Asunción, Emasa, 1968, vol
2, p. 278.!
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(11) O. Miranda Filho: O Primeiro Tiro. Invasão paraguaia no Sul do Mato Grosso durante a
Guerra da Tríplice Aliança (1864-1870), Porto Alegre, FCM Editora; Passo Fundo, PPGH, 2016.!
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(12) Exército em Operações na Republica do Paraguay […]. Sob o Comando em Chefe do Exmo.
Sr. Tenente General Manuel Marques de Souza. Conde de Porto Alegre. […]. Ordem do dia n° 24,
3 de outubro. Gabinete do Ministro da Guerra, Uruguaiana, 27 de Setembro de 1865, pp. 83-96.!
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(13) Oscar Creydt: Formación histórica de la nación paraguaya, Asunción, Servilibro, 2007.!
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(14) R. A. White: La primera revolución popular en América. Asunción, Carlos Schauman, 1989.!
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(15) Bartomeu Melià: La Guerra Grande y la lengua guaraní en: Más allá de la guerra, Asunción,
Secretaría Nacional de Cultura, 2016).!
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(16) Peter Heinz: El sistema educativo paraguayo desde 1811 hasta 1865, Asunción, Instituto
Cultural Paraguayo-Aleman, 1996.!
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(17) Mauro C. Silveira: A Batalha de Papel, Florianópolis, UFSC, 2009.!
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(18) Doratioto, op. cit., pp. 30 et passim.!
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(19) W. Peres Costa: A espada de Dâmocles: O exército, a guerra do Paraguai e a crise do
Império, São Paulo, Hucitec-Unicamp, 1996, pp. 145-151.!
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(20) Maestri, op. cit., pp. 107 y ss.!
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(21) Ib., pp. 201 y ss.!
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(22) F. B. Teixeira: A primeira guerra do Paraguai, Passo Fundo, 2012.!
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(23) Papeles del tirano del Paraguay tomados por los Aliados en el asalto del 27 de diciembre de
1868, Buenos Aires, Imprenta Buenos Aires, 1869.!
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(24) Juansilvano Godoi: El fusilamiento del obispo Palacios y los tribunales de sangre de San
Fernando, Asunción, El Lector, 1996.!
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(25) M. Maestri: «Tribunais de Sangue de San Fernando. O Sentido Político-Social do Terror
Lopizta», en: História. Debates e Tendências, v. 13, nº 1, enero-junio 2013, pp. 124-149.!
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(26) Max von Versen: História da Guerra do Paraguai, Sao Paulo, EdUSP, 1976, p. 134.!
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(27) Alfredo d’Escragnolle, Vizconde de Taunay: Diário do exército, Río de Janeiro, Biblioteca do
Exército, 2002, p. 185.!
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(28) P. Guimarães: Um voluntário da Pátria, Río de Janeiro, José Olympio, 1958, p. 44.!
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(29) Carlos Pastore: La lucha por la tierra en el Paraguay, Montevideo, Antequera, 1949.!
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(30) Manuel Domínguez: La traición a la patria y otros ensayos, Asunción, FF. AA. de la Nación,
1959.!
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Historiador!

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