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Libro del conde Lucanor

El Libro del conde Lucanor, escrito por don Juan Manuel, es una obra en prosa
compuesta por cinco libros que se pueden dividir en tres grandes partes. La primera
de estas partes se identifica con el primer libro, que consiste en cincuenta y un
cuentos a los que añade al final una sentencia en verso a modo de moraleja. La
segunda parte, abarca desde el segundo libro hasta el cuarto, ambos inclusive, y
presenta, “de forma más oscura”, una serie de proverbios o sentencias,
supuestamente a petición de don Jaime de Jérica. Por último, la tercera parte se
corresponde con el libro quinto, un tratado filosófico de temática,
fundamentalmente, religiosa.
La finalidad del Libro es, aparentemente, la de aportar una serie de consejos
y lecciones morales a los lectores que, según precisa el propio autor 1, pueden ser
no muy letrados, razón por la que escribe en lengua romance y de manera clara, al
menos el primer libro. Pero, a partir del segundo libro, don Juan Manuel indica
que, por petición de don Jaime2, introducirá sentencias de una mayor oscuridad,
prescindiendo de las narraciones mediante las que introducía en la primera parte
los consejos, para los lectores más cultos. Así, al final, en el quinto libro, tratará lo
que él considera que es mucho más provechoso que todo aquello de lo que había
hablado hasta entonces3, es decir, la salvación de las almas.
En lo relativo al contenido, en el primer libro, el conde Lucanor le plantea
a Patronio un problema o duda que tiene, y será respondido con la asociación de
este problema con un cuento de la tradición sapiencial, relación que aceptará el
conde y que dará paso al cuento en sí, tras el cual aportará, por lo general, un
consejo. Estos consejos tratarán fundamentalmente cuestiones terrenales que, al
mismo tiempo acercarían a quien los siguiese a la salvación de las almas4, aunque
el número de sentencias con valor religioso es muy reducido en comparación con

1
“Pero Dios sabe que lo fizo por entençión que se aprovechassen de lo que él diría las gentes
que non fuessen muy letrados nin muy sabidores.” afirma al comienzo del primer libro.
2
“Et porque don Jaime, señor de Xérica, […] me dixo que querría que los mis libros fablassen
más oscuro, et me rogó que si algund libro feziesse, que non fuesse tan declarado.” escribe en el
segundo párrafo del segundo libro.
3
“[…] dígovos que non quiero fablar ya en este libro de enxiemplos, nin de proverbios, mas
fablar he un poco en otra cosa que es muy más provechosa.” aclara en el primer párrafo del
quinto libro.
4
“Este libro fizo don Iohan […] deseando que los omnes fiziessen en este mundo tales obras
que les fuessen aprovechosas de las onras et de las faziendas et de sus estados, et fuessen más
allegados a la carrera porque pudiessen salvar sus almas.” dice al comienzo el primer libro.
el resto de consejos que da5. Además, llama la atención cómo algunos enxiemplos
parecen contradecirse, como el tercero, el XV y el XXXI, que recomiendan tanto
precipitarse y arriesgar la vida por Dios, como no apresurarse pues la virtud está
en quien sabe sufrir y esperar, y, de nuevo, a tratar de hacer lo que nos pueda
favorecer rápidamente, antes de que pueda desaparecer esta posibilidad6. O, por
otra parte, el IX y el XIX, que aconsejan tanto unirse al antiguo enemigo contra un
mal mayor, como no fiarse jamás de quien hubiese sido enemigo7.
Al comenzar el segundo libro, explica don Juan Manuel que, a partir de
entonces, trataría los mismos temas que en el libro anterior, pero, en esta ocasión,
dando una mayor importancia a la salvación de las almas8. Además, comenzará a
alabar la razón sobre los otros bienes9 y a darle una presencia mucho mayor, quizá
como justificación de la mayor oscuridad que presenta en el libro al prescindir de
los cuentos y narraciones que utilizó en el primer libro. En el tercer libro, hace
explícita la importancia que le da al conocimiento al comienzo del libro10, y seguirá
aportando únicamente sentencias, menos que en el libro anterior y con una
“oscuridad” mayor, utilizando juegos de palabras 11 y retórica, en ocasiones un
tanto absurda12, en sus mensajes, que prácticamente no tratan cuestiones terrenales,
frente a los libros anteriores. En el cuarto libro, decide hacer aun mayor la
“oscuridad” y reducir más el número de sentencias, de carácter moral. En esta
ocasión, desordenando las palabras de los distintos proverbios que aporta13.
Por último, el quinto libro abandona la “oscuridad” para tratar la salvación
del alma en un tratado filosófico. Para explicar cómo se deben salvar las almas,

5
Únicamente las de los enxiemplos I (la segunda sentencia), XIIII, XVIII, XXXIII, XL, XLV,
XLVIII, XLIX y LI.
6
“Qui por caballero se toviere, /más deve desear este salto, /que non si en la orden se metiere /o
se encerrasse tras muro alto.” Dice en el tercer enxiemplo; en el XXXI, “Si muy grand tu pro
puedes fazer, / nol des vagar que se puede perder.”, frente al XV “Por quexa non vos fagan ferir,
/ ca siempre vençe quien sabe sofrir.”
7
“Guardatvos de ser conquerido del estraño, / seyendo del vuestro hien guardado del daño.”
Dice don Juan Manuel tras aconsejar que dos antiguos enemigos se junten contra un mal mayor,
frente al enxiemplo XIX, en el que aconseja que “Al que tu enemigo suel seer, /nunca quieras en
l’ mucho creer.”
8
“[…] fablaré en este libro en las cosas que yo entiendo que los omnes se pueden aprovechar
para salvamiento de las almas et aprovechamiento de sus cuerpos et mantenimiento de sus onras
et de sus estados.” dice en el prólogo del segundo libro.
9
“Más vale seso que ventura, que riqueza, nin linage.”
10
“[…] naturalmente de tres cosas nunca los omnes se pueden tener por pagados et siempre
querrían más dellas: la una es saber, […] et porque el saber es tan buena cosa, tengo que non me
devedes culpar por querer ende aver yo la mayor parte que pudiere”.
11
“Por onra reçibe onra qui faz onra”, “La razón es razón de razón.”, entre otros ejemplos.
12
“Vida sin vida, non es vida.”
13
“De mengua seso es muy grande por los agenos grandes tener los yerros pequeños por los
suyos”, “En el medrosas debe señor ydas primero et las apressuradas ser sin el que saliere lugar,
enpero fata grand periglo que sea”, entre otras muchas de las sentencias de este libro.
primero decide explicar por qué la fe cristiana es la verdadera14, utilizando como
argumentos distintos sucesos bíblicos, y añade que debe ser seguida sin dudar
nunca de ella. Después, será necesario actuar bien y no actuar mal, y explicará que,
para actuar bien, es necesario querer hacerlo, hacerlo bien y por decisión propia,
diciendo que, si no se dan estas condiciones, la acción no será completamente
buena15. No obstante, lo mismo ocurrirá con las malas acciones y, por tanto, no
serán completamente malas aquellas que no se haya querido realizar por decisión
propia16. Para justificar esta lógica, hará uso de un cuento como los que usó en el
primer libro. Una vez ha tratado cómo salvar las almas, decide que, además,
aconsejará dos cosas que, según dice, todo aquel que las conozca y entienda, sabrá
por qué debe hacer caso a todo lo que hasta entonces ha planteado17: qué es el
hombre y qué es el mundo. Es justo cuando comienza a hablar de qué es el mundo,
cómo se mueve el hombre por él y que recompensa obtienen por sus acciones, que
se deja ver con mayor claridad la posible intención de don Juan Manuel. Ya
introducida al decir que no toda mala acción es mala como tal, al hablar de cómo
hasta el que no trata de salvar su alma puede de todos modos salvarse intenta
justificar, tras la enumeración de dogmas religiosos que supone el comienzo del
quinto libro, la preocupación por la honra y la riqueza frente a la búsqueda de la
salvación de las almas18.
Estos cinco libros se estructuran, pues, tanto en función de la forma en que
presenta el contenido, como por el contenido que se trata a lo largo de los mismos.
Desde el punto de vista del contenido, se observa una elevación progresiva de los
temas tratados, yendo desde la preocupación por lo mundano y las riquezas hasta
la forma de salvar las almas19. Pero, desde el punto de vista de la forma, el proceso

14
“[…] diré un poco cómmo es et cómmo puede seer que los Sacramentos sean verdaderamente
assí commo lo tiene la Sancta Eglesia de Roma.”
15
“[…] pero todas estas buenas obras, para que omne por ellas aya gloria de Paraýso, ha mester
que se fagan en tres maneras: lo primero, que faga omne buena obra; lo segundo, que la faga
bien; lo terçero, que la faga por escogimiento”.
16
“[…] non puede omne fazer cosa que de todo en todo sea mal sinon faziéndose assí: que sea
mala obra, et que se faga mal, et que se faga escogiendo en su entendimiento omne que es mala,
[…] ca non seyendo ý estas tres cosas, non sería la obra del todo mala”.
17
“[…] fablarvos he un poco en dos cosas porque entendades que todo omne, que buen
entendimiento oviesse devía fazer esto que yo digo.”
18
Tras indicar tres maneras de vivir en el mundo: poniendo interés solamente en lo mundano,
queriendo actuar por salvar el alma pero sin poder dejar de cuidar su honra y sus estados, y
dedicando la vida únicamente a Dios; dice, refiriéndose a la última manera de vivir: “Et si todas
las gentes pudiessen mantener esta carrera, sin dubda ésta sería la más segura […] mas, porque
si todos lo fiziessen sería desfazimiento del mundo, […] por ende non se puede escusar que
muchos omnes non pasan en l’ mundo por estas tres maneras dichas.”
19
Tal como plantea Joaquín Gimeno Casalduero en “El conde Lucanor: composición y
significado”, NRFH, XXIV (1975), págs. 101-112.
de oscurecimiento queda cortado al aparecer la última parte del Libro al plantearlo
como un tratado pensado para que no sólo el más culto pueda leerlo, como él
mismo indica.
Para entender cuál puede ser la finalidad de la obra teniendo en cuenta las
observaciones hechas sobre el último libro, es conveniente repasar todo el Libro
del conde Lucanor para ver si realmente se trata de un intento de justificación
moral de aquellos que velan por guardar sus haciendas antes que por salvar sus
almas.
En el primer libro, las distintas sentencias se introducen como respuesta a
un problema que tiene el conde. Siguiendo la estructura planteada en clase,
aparecería primero el caso del conde, que pide consejo a Patronio, el cual establece
una conexión entre el caso y un cuento o una narración. Tras ser aceptada esta
relación, Patronio procede a contar el cuento para, al final, hablar explícitamente
de cómo se podría aplicar lo acaecido en el cuento al caso. Finalmente, don Juan
Manuel, considera que la aplicación es adecuada y cree que es posible universalizar
la lección mediante unos versos. No obstante, este intento de pasar de una situación
particular a una máxima universal conlleva el problema de que esta máxima estará
necesariamente condicionada por unas circunstancias concretas (las del propio
caso). Esto llevará a don Juan Manuel a escribir algunos enxiemplos
contradictorios, como los ya indicados anteriormente o la existente entre los
enxiemplos IIII y el XXXVII, en los que recomienda tanto no arriesgarse e ir a una
situación “de muy grant aventura” como no parar a descansar tras un
enfrentamiento para ir a otro. Además, la situación ya se ve deformada por el hecho
de ir estableciendo distintas relaciones, primero, de un caso real a un cuento,
segundo, del cuento a una solución al problema, y tercero, de la aplicación a una
sentencia de, por lo general, dos versos. En cualquier caso, la relación quedaría
invalidada en tanto que, aunque se plantee el cuento como respuesta a la pregunta
del conde y como ejemplificación de la sentencia final, la naturaleza del elemento
inicial en estos dos posibles procesos es diferente: concreta, en el primer caso, y
universal, en el segundo. Es posible que este intento de universalización de lo
concreto sea, efectivamente, una forma de tratar de justificar ciertos hechos que
pudieren llevar a cabo las personas que no se preocupan exclusivamente por la
salvación de las almas como, por ejemplo, el propio don Juan Manuel, que daba
gran importancia a la honra, las haciendas y el linaje.
Al eliminar todo tipo de cuento en los libros segundo, tercero y cuarto, estos
problemas dialécticos desaparecen, y don Juan Manuel decide centrarse
fundamentalmente en consejos morales y de carácter religioso, cada vez más
“oscuros”. No obstante, la primera sentencia del segundo libro20 parece aludir a su
otro libro, quizá como forma de justificar las contradicciones que presenta.
La estructura del quinto libro llama la atención por dedicar tanta atención a
una serie de dogmas religiosos que don Juan Manuel afirma que hasta una
vejezuela sabe que son ciertos y que, por supuesto, todo cristiano conoce, antes de
contar lo que él considera relevante para la salvación de las almas, esto es, la forma
de actuar. Sin embargo, no habla sólo de cómo actuar bien para realmente estar
realizando buenas obras, sino que define algunas malas acciones como no malas
en sí y, una vez ha terminado de explicar cómo puede alguien llegar a la vida eterna
en el paraíso, continúa y añade que, a pesar de que una persona no pueda dedicar
toda su vida a la salvación, sino también a preocuparse por su honra y las riquezas,
puede también salvarse. E incluso afirma que, a pesar de dedicar la vida a Dios sea
el camino más deseado, como si todos fuesen religiosos el mundo no podría
funcionar, es justificable dedicarse a lo mundano y, aun así, obtener la salvación.
Tras una lectura de todo el Libro del conde Lucanor, resulta difícil no ver
cómo trata don Juan Manuel de justificar, si no sus propios actos, sí aquellos de
otros nobles. Por tanto, creo que no es conveniente afirmar que la finalidad última
del Libro es el de transmitir conocimiento a todo aquel que pudiese leer el libro,
sino que sería la de justificar y normalizar una serie de comportamientos de, sobre
todo, los nobles21. Además, se podría concluir que parte de la finalidad del libro
quinto es la de enmarcar a don Juan Manuel en las personas que presta atención
tanto a sus haciendas y su honra como a la salvación de las almas, sirviendo a la
vez de unión de los contenidos de las otras dos grandes partes del Libro (la de lo
mundano de la primera, compuesta por el primer libro; y la de lo espiritual de la
segunda, compuesta por el segundo, tercer y cuarto libro).

20
“En las cosas que ha muchas sentençias, non se puede dar regla general.”
21
Conviene recordar que gran parte de los enxiemplos hacen referencia a este estamento social,
o que alguno como el XXXIII no presta ninguna atención a aquellos a quienes Dios no les ha
proporcionado “sigurança”.

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