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1
Infancia
2
Laguna
No vi el mar.
No sé si el mar es lindo,
no sé si es feroz.
El mar no me importa.
Vi la laguna.
La laguna, sí.
La laguna es grande
y serena también.
En la lluvia de colores
de la tarde que explota
la laguna brilla
la laguna se pinta
de todos los colores.
No vi el mar.
Vi la laguna...
3
En medio del camino
4
Cuadrilla
5
Corazón numeroso
Fue en Río.
Yo paseaba por la Avenida casi a medianoche.
Latían pezones en los faroles estrellas innumerables.
Había promesa de mar
y los tranvías tintineaban
ahogando el calor
que soplaba en el viento
y el viento venía de Minas.
6
Nota social
7
Poema de la purificación
8
Poema patético
9
No te mates
10
Secreto
La poesía es incomunicable.
Quédese retorcido en su rincón.
No ame.
11
Soneto de la perdida esperanza
No sé si estoy sufriendo
o si es alguien que se divierte
¿por qué no? en la noche escasa
12
Sentimiento del mundo
ese amanecer
más noche que la noche.
13
Confesión del itabirano
14
De la mano
15
Los hombros soportan el mundo
16
Elegía 1938
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La polilla
No necesitaba tanto.
Necesitaba una mujer
que entrara en este minuto,
recibiera este cariño,
salvase de la aniquilación
un minuto y un cariño locos
que tengo para ofrecer.
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Tengo tantas palabras tiernas,
conozco voces de bichos,
sé los besos más violentos,
viajé, luché, aprendí.
Estoy rodeado de ojos,
de manos, afectos, anhelos.
Pero si intento comunicarme
lo que hay es sólo noche
y soledad espantosa.
Compañeros, ¡escúchenme!
Esa presencia agitada
queriendo romper la noche,
no es tan sólo la polilla.
Es más bien la confidencia,
que se exhala, de un hombre
19
La vaca
20
Tristeza en el cielo
21
Viaje por la familia
En el desierto de Itabiraí
la sombra de mi papá
me agarró de la mano.
Tanto tiempo perdido.
Pero no decía nada.
No era de día ni de noche.
¿Suspiro? ¿Vuelo de pájaro?
Pero no decía nada.
Caminamos largamente.
Acá había una casa.
La montaña era más grande.
Tantos muertos apilados,
el tiempo roe a los muertos.
Y en las casas en ruina
desprecio frío, humedad.
Pero no decía nada.
En el desierto de Itabira
las cosas vuelven a existir,
irrespirables, súbitas.
El mercado de deseos
muestra sus tesoros tristes;
mis afanes de huida;
mujeres desnudas; remordimiento.
Pero no decía nada.
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engañada con las esclavas,
un rechinar de sedas en la alcoba.
Pero no decía nada.
Vi tristeza, incomprensión
y más de un antiguo enojo
que nos dividía en lo oscuro.
La mano que no quise besar,
el plato que me negaron,
resistencia a disculparse.
Orgullo. Terror nocturno.
Pero no decía nada.
23
eran nuestras vidas difíciles
y una gran separación
en la pequeña área del cuarto.
24
Congreso Internacional del Miedo
25
La flor y la náusea
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burla a la policía, rompe el asfalto.
Hagan silencio absoluto, paralicen los negocios,
les garantizo que nació una flor.
Su color no se distingue.
Sus pétalos no se abren.
Su nombre no está en los libros.
Es fea. Pero es realmente una flor.
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Búsqueda de la poesía
No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te fastidies.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
sus mazurcas y supersticiones, sus esqueletos familiares
desaparecen en la curva del tiempo, son algo inútil.
No reconstruyas
tu infancia sepultada y melancólica.
No osciles entre el espejo y la
memoria que se disipa.
Lo que se disipó, no era poesía.
Lo que se quebró, no era cristal.
28
Tené paciencia, si son oscuros. Calma, si te provocan.
Esperá que cada uno se realice y se consume
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No levantes del suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Aceptalo,
como él aceptará su forma definitiva y concentrada
en el espacio.
Mirá:
despobladas de melodía y concepto,
ellas se refugiaron en la noche, las palabras.
Todavía húmedas e impregnadas de sueño,
van por un río difícil y se transforman en desprecio.
29
Madurez
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en una tierra al fin despojada de plantas inútiles,
en un país extraordinario, desnudo y tierno,
a su manera melodioso,
aunque mudo,
más allá de los desiertos por donde pasan tropas, de los cerros
donde alguien colocó banderas con enigmas,
y decido embriagarme.
Retrato de familia
31
Este retrato de familia
está un poco polvoriento.
Ya no se ve en la cara del padre
cuánta plata ganó.
En el semicírculo de sillas
se nota cierto movimiento.
Los chicos cambian de lugar,
pero sin hacer ruido: es un retrato.
32
Podrían evaporarse
en el claroscuro del salón,
ir a vivir al fondo de los muebles
o en el bolsillo de viejos chalecos.
El retrato no me responde,
me mira fijo y se contempla
en mis ojos polvorientos.
Y en el cristal se multiplican
33
Movimiento de la espada
Vida menor
34
La fuga de lo real,
más lejos todavía, la fuga de lo fantástico,
lo más lejos de todo, la fuga de uno mismo,
la fuga de la fuga, el exilio
sin agua ni palabra, la pérdida
voluntaria del amor y la memoria,
el eco
que ya no corresponde al llamado, y éste que se hunde,
la mano que se vuelve enorme y que desaparece
desfigurada, todos los gestos al fin imposibles,
si no inútiles,
la innecesariedad del canto, la limpieza
del color, sin brazo que se mueva ni uña que crezca.
Aún así, no la muerte.
Residuo
35
De todo quedó un poco.
De mi miedo. De tu asco.
De los gritos tartamudos. De la rosa
quedó un poco.
36
un poco de mí en algún lado?
¿En la consonante?
¿En el pozo?
37
y bajo vos mismo y bajo tus pies ya duros
y bajo los goznes de la familia y de la clase,
queda siempre un poco de todo.
A veces un botón. A veces una rata.
38
Los últimos días
El placer de estirarse; o de
enrollarse, quedar inerte.
39
Seguro tiene un olor, particular entre mil.
Un diseño, que se reproduce al infinito,
y cada hoja es diferente.
40
Que la enfermedad no me intimide, que no pueda
llegar hasta ese punto del hombre donde todo se explica.
Una parte de mí sufre, otra pide amor,
otra viaja, otra discute, la última trabaja,
soy las comunicaciones, ¿cómo puedo estar triste?
41
42
Canto esponjoso
Hermosa
esta mañana sin necesidad de mito,
y miel sorbida sin blasfemia.
Hermosa
esta mañana u otra posible,
esta vida u otra invención,
sin, en la sombra, fantasmas.
Hermoso
el pasaje del cuerpo, su fusión
con el cuerpo general del mundo.
43
Canción amiga
Yo distribuyo un secreto
como quien ama o sonríe.
Del modo más natural
dos cariños se buscan.
44
Tarde de mayo
Como esos primitivos que llevan a todos lados el maxilar inferior de sus muertos,
así te llevo conmigo, tarde de mayo,
cuando, al rubor de los incendios que consumían la tierra,
otra llama, imperceptible pero mucho más devastadora,
sordamente labraba bajo mis rasgos cómicos,
y una a una, disjecta membra, dejaba todavía palpitantes
y condenadas, en el suelo ardiente, porciones de mi alma
nunca antes ni después heridas en su nobleza
sin fruto.
45
La mesa
46
e interrogabas en vos
un recuerdo nostalgioso
y no del todo lejano,
y riendo por dentro y viendo
que habías tendido un puente
entre el abuelo y sus pasos
alocados y la falta
de templanza de los nietos,
sabiendo que toda carne
busca su degradación,
pero en camino de fuego
y bajo un arco sexual,
tosías. Ey, ey, ey, chicos,
no sean bobos. ¿Los chicos?
Pelotudos cincuentones,
calvos, vividos, usados,
pero guardando en el pecho
la inocencia juvenil,
ese escaparse al bosque,
el hambre por lo prohibido,
y el deseo más sencillo
de pedirle que cosiera
a mamá no la camisa,
sí el alma, floja y rasgada…
Qué gran comida mineira
sería ésa… Comíamos
y comer daba más hambre,
la comida era un pretexto.
Tampoco era necesario
tener hambre, que las cosas
se dejaban masticar,
mañana te quiero ver.
Nunca rechaces el tutu.
Comete un torresmo más.
¿Y qué me contás del pavo?
La farofa hay que bajarla
con una buena cachaça
sin olvidar la cerveza
esa ilustre camarada.
El otro día… ¿Comer
será algo tan importante
que sólo el plato revele
lo mejor, lo más humano
de los seres en su sombra?
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¿Beber será tan sagrado
que mi hermano sólo ebrio
da rienda suelta a sus quejas
y tiende su mano abierta?
Sorber, papar: qué comida
más olorosa y profunda
en su raíz luso-árabe,
y qué bebida más santa
que a todos nos une en
un centímano glotón
embustero y seductor.
Tampoco falta la hermana
que se fue antes que los otros
y tenía nombre de rosa:
nació un día como hoy
para adornarte la fecha.
Su nombre sabe a camelia,
y siendo una rosa-amelia,
flor mucho más delicada
que una simple rosa-rosa,
Vivió bastante más tiempo
de lo que indica su nombre,
aunque seguía guardando
en lo íntimo la rosa
dispersa. Mirá, a tu lado
florece otra vez con fuerza.
Acá se sento el más viejo.
Un tipo manso y ladino,
no servía para cura,
siempre andaba en cosas raras;
después el tiempo hizo de él
lo que hace con todo el mundo;
y a medida que envejece
extrañamente se vuelve
tu retrato sin ser vos,
de forma que si lo veo
de repente, sin aviso,
sos vos el que reaparece
pero en otro sesentón.
Este otro es abogado,
el doctor de la familia,
pero sus letras más doctas
son las que escribe en la sangre
o en el tronco de los árboles.
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Sabe el nombre de las flores
y no olvida el de la fruta
más rara que se prepara
en casamiento genético.
En él vive la nostalgia,
citadino, por lo agreste,
y, paisano, por las letras.
Así llegó a ser patriarca.
Más allá tenés a ése
que heredó de vos la dura
voluntad, el estoicismo.
No te quiso repetir.
Pensó: no vale la pena
reproducir en la tierra
lo que la tierra se traga.
Amó. Y ama. Y amará.
Aunque no quiere un amor
que sea cárcel de dos,
un contrato entre bostezos
y cuatro pies en pantuflas.
Feroz a un breve contacto,
a segunda vista, seco,
a tercera vista, franco,
se diría que tiene miedo
de ser, fatalmente, humano.
Se diría que tiene rabia,
aunque la miel la trasciende,
y qué astutas, ingeniosas,
sus maneras de engañarse
sobre sí mismo: ejercita
una fuerza que no sabe
llamarse, apenas, bondad.
Ésa se calló. No quiso
sumarle palabras nuevas
al coloquio subterráneo
que recorre en un susurro
a gente más desatada.
Se calló, vos no te enojes.
Si es que tanto la querías,
algo en ella aún te quiere,
de la forma retorcida
que nos es consustancial.
(No ser feliz todo explica).
Sé bien cuán penosos son
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esos lances de familia
y ponerse a discutir
sería matar la fiesta,
matándote –no se muere
sólo una vez, ni por siempre.
Quedan siempre muchas vidas
que habrán de ser consumidas,
culpa de los desencuentros
de nuestra sangre en los cuerpos
por donde va dividida.
Quedan siempre muchas muertes
que han de esperar largamente
reencarnar en otro muerto.
Pero estamos todos vivos.
Y más que vivos, alegres.
Estamos todos como éramos
antes de ser, y no habrá
quien te diga que faltó
algún hijo. Por ejemplo:
ése que está ahí a un costado,
no por humilde, y tal vez
por ser el más vanidoso,
y por defender incómodas
y bohemias posiciones,
vendría a ser yo. ¿Qué tal?
Tranquilo: tengo trabajo.
Al final, la buena vida
se volvió, apenas, la vida
(ni siquiera era tan buena
y no resultó tan mala).
Pues ése soy yo. Fijate:
tengo todos los defectos
que no te pude encontrar,
pero no los que tenías;
ni hablar de las cualidades.
No importa: yo soy tu hijo,
aunque sea una manera
negativa de afirmarte.
Y mirá que nos peleamos,
no era joda; sin embargo
los caminos del amor
sólo el amor los conoce.
Tan magro placer te di,
tal vez ninguno...o si no
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la esperanza del placer,
y puede ser que te diera
la neutra satisfacción
de sentir que un hijo tuyo
de tan inútil sería
al menos mala persona.
Yo no soy mala persona.
Si acaso lo sospechabas,
tranquilo, no soy así.
Recorta algún que otro afecto
mi corazón ofuscado.
¿Si me ofusco? Demasiado.
Ése es mi mal. No heredé
esa falta de vos. Bueno,
no me mires demasiado,
todavía quedan muchos.
Hay ocho, y todos minúsculos,
todos frustrados. Qué triste
flora fuimos a encontrar
para adorno de esta mesa.
Pero no. De tan lejanos,
de tan puros y olvidados,
ahí en el suelo que chupa
y que transforma, son ángeles.
¡Qué luminosos que son,
qué rayos de amor irradian,
y entre los vagos cristales
el de ellos tintinea
y su sombra reverbera.
Ángeles que se dignaron
a venir a este banquete,
a alisar el taburete,
a vivir vida de chicos.
Son ángeles; no sabías
que un mortal devuelve a Dios
un poco de su divina
sustancia aérea y sensible
si tiene un hijo y se pierde.
Contá: catorce en la mesa.
¿O treinta? ¿Serán cincuenta?
No lo sé. Si llegan más,
una carne cada día
multiplicada, cruzada
con otras carnes de amor.
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Son cincuenta pecadores,
si nacer es un pecado,
y probar, entre pecados
los que nos fueron legados.
La procesión de tus nietos,
alargándose en bisnietos,
vienen a que los bendigas
y a comer de tu comida.
Fijate un poquito en ésta,
en la forma del mentón,
y en la mirada, en el gesto,
y en la conciencia profunda
y en esa gracia infantil,
y decime, a fin de cuentas,
si no es, entre mis errores,
una verdad imprevista.
Es ésta mi explicación,
mi mejor verso, o el único,
mi todo lleno de nada.
Ahora la mesa llena
es más grande que la casa.
Con la boca llena, hablamos
e intercambiamos insultos,
nos reímos a rabiar,
olvidamos el respeto,
terrible e inhibidor,
y toda nuestra alegría
resecada en tantas negras
fiestas conmemorativas
(mejor no acordarse ahora),
los gestos acumulados
de efusión fraterna, atados
(mejor no acordarse ahora),
las palabras leves, tiernas,
que dichas en ese entonces,
habrían cambiado la vida
(mejor no cambiar ahora),
todo en la mesa se esparce
como inédita vitualla.
Ay, qué cena celestial
y qué placer más terrestre.
¿Quién la preparó? ¿Quién fue
la vocación innegable
de sacrificio que puso
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la mesa y tuvo los hijos?
¿Quién se apagó? ¿Quién pagó
la pena de este trabajo?
¿Quién fue la mano invisible
que dibujó este arabesco
de flor en torno al budín
como se traza una aureola?
¿Quién tiene aureola? ¿Quién no
la tiene, pues, siendo de oro,
ya planea repartirla
y si lo piensa lo hace?
¿Quién se sienta ahí a tu izquierda,
tan encorvada? ¿Qué blanca,
tan blanca que es más que blanca,
efigie de pelo blanco,
les retira a las naranjas
y al café en polvo el color,
y el brillo a los serafines?
¿Quién es toda luz, y blanca?
En verdad no presentías
cómo el blanco puede ser
otro tinte diferente
de la blancura… Un albor
elaborado en tu ausencia
que aún así quedó perfecto,
concreto, frío, lunar.
¿Cómo puede nuestra fiesta
ser de uno y no de dos?
Ahora están reunidos ambos
en una alianza más fuerte
que el mero lazo terrestre.
Están juntos a la mesa
de madera, más de ley
que cualquier ley del país.
Y encima están de nosotros,
encima de esta comida
a la que los convocamos,
porque mucho los queremos,
y, al amar, nos engañamos
junto a la mesa
vacía.
53
54
Convivencia
Cada día que pasa le doy más cuerpo a esta verdad: que ellos no viven más que en nosotros
y por eso viven tan poco; tan entrecortado; tan débil.
Tal vez sea que dejaron de vivir fuera de nosotros, en lo que llamamos tiempo.
Y esa eternidad negativa no nos llena de tristeza.
Por poco y mal que vivan, dentro de nosotros, sigue siendo vida.
Y ya no nos enfrentamos a la muerte, porque siempre la llevamos con nosotros.
O tal vez existamos solamente en ellos, que han sido omitidos, y nuestra existencia,
apenas una forma impura de silencio, que prefirieron.
55
Campo de flores
56
hay que amar diferente. De una grave paciencia
enladrillar mis manos. Y tal vez la ironía
haya despedazado el mejor de los dones.
Hay que amar y callar.
Hacia afuera del tiempo arrastro mis despojos
y estoy vivo en la luz que baja y me confunde.
57
Amar
58
Una vaca ve a los hombres
59
Domicilio
60
El cuarto en desorden
61
Eterno
¡Eterno! ¡Eterno!
El Padre Eterno,
la vida eterna,
el fuego eterno.
62
o ni siquiera eso.
Y que yo desaparezca pero quede este piso barrido donde se posó una sombra
y que no quede el piso ni quede la sombra
pero que la necesidad urgente de ser eterno flote como una esponja en el caos
y entre océanos de nada
engendre un ritmo.
63
Elegía
Y me pregunto y me respiro
en la fuga de este día que era mil
para mí que esperaba
los grandes soles violentos, me sentía
tan rico de este día
que ahí se fue, secreto, al cerro frío.
Y voy a retirarme
al cofre de fantasmas, adonde la noticia
de los perdidos no llegue ni incite
los ojos policiales del amor vigía.
No me busquen, que me perdí yo mismo
como se matan los hombres, y las anguilas
se retiran a su escondite, en el agua fría.
64
Día,
espejo de proyecto no vivido,
y, con todo, vivir era flamante
en la promesa de los dioses; y es tan ríspido
en medio de los oratorios ya vacíos
en que el alma barroca intenta reconfortarse
pero sólo vislumbra el frío en otro frío.
65
(De Fazendeiro do ar, 1954)
66
Desnudez
67
tal como mis pecados, cuánto más me escapé
de lo que finalmente capturé,
ya no apuntando a blancos inmortales.
68
Especulaciones en torno a la palabra hombre
¿Cómo va el hombre
junto a otro hombre
sin perder el nombre?
¿Y no pierde el nombre
y la sal que come
en nada le acrecienta
ni le quita
lo que el padre le dio?
¿Cómo se hace un hombre?
¿Apenas acostarse,
copular, a la espera
de que del abdomen
de hacer al hombre?
¿Fabricar al padre
y al padre y a otro padre
69
¿Vale menos, viejo?
se parece al chicle
que masca, al ponche
que sorbe, al sueño
70
¿O lo mata el miedo
71
¿Y sabe el diablo?
¿Cómo quiere el hombre
ser destino, fuente?
72
Destrucción
73
Cerámica
Sin uso,
nos espía desde la alacena.
74
Ciencia ficción
75
El dios mal informado
76
Comunión
77
Declaración en juicio
78
más que en proyecto. Aplazamiento.
Calendario del año próximo.
Nunca noté que estaba viviendo
cuando, a mi alrededor, cuántos vivían. Cuánto.
Alguna vez los envidié. Otras, sentía
pena por tanta vida que se agotaba en el vivir,
mientras que el no vivir, el sobrevivir
duraban, perdurando.
Y me ponía a un costado a esperar,
contradictoria y simplemente,
que llegara la hora de también
vivir.
No llegó. Digo que no. Fueron puros ensayos,
pruebas, ilustraciones. La verdadera vida
sonreía lejana, indescifrable.
Desistí. Me retiré
cada vez más, caracol, al caparazón. Ahora
soy sobreviviente.
El sobreviviente incomoda
más que el fantasma. Sí: a mí mismo
me incomodo. El reflejo es una prueba feroz.
Por más que me esconda, me proyecto,
me devuelvo, me provoco.
En vano amenazarme. Vuelvo siempre,
todas las mañanas me vuelvo, dado vuelta,
con la exactitud de un cartero que reparte malas noticias.
Todo el día es día
de verificar mi fenómeno.
Estoy donde no están
mis raíces, mi camino:
donde quedé,
insistente, reiterado, penoso
sobreviviente
de la vida que aún
no viví, juro por Dios y el Diablo, no viví.
79
Si soy sobreviviente, soy sobreviviente.
Hay que reconocerme esta cualidad
que, a fin de cuentas, lo es. Soy el único, ¿entienden?,
de un grupo muy antiguo
del que no hay memoria en las calles
y en los videos.
El único que permanece, duerme,
come, orina,
tropieza, incluso sonríe
en rápidas ocasiones, pero les aseguro que sonrío,
como en este momento estoy sonriendo
por ser –¿con deleite?– sobreviviente.
80
Paisaje: cómo se hace
Paisaje, país
hecho de pensamiento del paisaje,
en la creativa distancia espaciotiempo,
al margen de grabados, documentos,
cuando las cosas existen con violencia
81
más de lo que existimos nosotros: nos pueblan
y nos miran, nos clavan los ojos. Contemplados,
sumisos, de ellas somos pasto,
somos el paisaje del paisaje.
82
Buscar qué
83
Cuidado
La puerta cerrada
no abras.
Puede ser que encuentres
lo que no buscabas
ni esperabas.
En la oscuridad
puede ser que te topes
con la pareja de pie
intentando amarse
apresuradamente.
84
Mujer vestida de hombre
85
de noche por las calles paseando
el disgusto del mundo malformado.
86
Las contradicciones del cuerpo
Mi cuerpo no es mi cuerpo,
es ilusión de otro ser.
Sabe el arte de esconderme
y es sagaz hasta tal punto
que me esconde a mí de mí.
Mi cuerpo no es mi agente,
sino mi sobre cerrado,
mi revólver de asustar.
Se volvió mi carcelero,
me conoce más que yo.
87
Mi placer más refinado
no soy yo el que va a sentirlo
Es él que, por mí, rapaz,
le da restos masticados
a mi apetito absoluto.
Si me trato de alejar
o, abstrayéndome, ignorarlo,
vuelve a mí con todo el peso
de su carne corrompida,
de su tedio, su desánimo.
88
El minuto después
89
Ausencia
90
Verdad
91
Unidad
La piedra es sufrimiento
paralítico, eterno.
92
La casa del tiempo perdido
93