Sie sind auf Seite 1von 8

2.2.

1 Debido Proceso de Ley

Actualmente, la expresión debido proceso, tiene amplio, claro y profundo


significado. Hoy en día no se trata tan sólo de que el proceso esté ajustado a
derecho, que sea legal, puesto que la legalidad puede estar reñida con la justicia,
sino de que sea adecuado, apropiado. El término debido, por ende, hace
referencia a lo que debe ser el proceso según las normas que exige la dignidad
del ser humano de cara a la justicia. Por lo que en la actualidad, al hablar de
debido proceso, estamos hablando de proceso justo.

La doctrina conceptualiza al debido proceso, como aquella garantía


general mediante la cual se va a dotar de rango constitucional a todas aquellas
garantías específicas que no han sido reconocidas expresamente en la
Constitución, pero que se encuentran destinadas a asegurar que el proceso se
configure como un proceso justo, conforme a los fines constitucionales y típicos
de un Estado de Derecho.

La garantía del debido proceso es uno de los mayores logros alcanzado


por los ordenamientos jurídicos democráticos y una aspiración de realización
material exigida de manera constante por la civilidad moderna.

En el ámbito de la doctrina, mucho se ha escrito acerca de qué es el


debido proceso y en el plano normativo podríamos asegurar que todos los textos
constitucionales democráticos reconocen y consignan esta institución jurídica,
como una garantía destinada a controlar y limitar el poder de persecución del
Estado frente al ciudadano destinatario de la ley.

Valarezo, M. (2009) expresa que el primer indicio que hace referencia al


debido proceso lo encontramos en la Carta Magna, expedida por el Rey Juan de
Inglaterra en Runnymede en el año 1212. En ella se estableció que el poder del
Rey no era absoluto.
Los Estados Unidos de América obtuvieron su independencia en el año
1776, y para el año 1787 ya tenían estructurada su Constitución, de hecho está
fue la primera nación en tener una Constitución escrita.

En el año 1791 se ratifican diez enmiendas a la Constitución, texto que se


conoce como The Bill of Rights. En la Quinta Enmienda de este documento, se
instituye el Due process of law (El debido proceso de Ley); posteriormente en la
décimo cuarta enmienda se incluyen más elementos sobre el mismo tema.

Si bien la noción de Debido Proceso, Como expresa Carvajal Oviedo


(2011) se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas, en
materia Procesal constituye su fundamento esencial y resulta a la vez una
exigencia del ordenamiento de los Derechos Humanos.

En los Tratados Internacionales de Derechos Humanos, se consagran los


requisitos del Debido Proceso, en el artículo 10 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos dispone que “toda persona tiene Derecho en condiciones
de plena igualdad a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal
independiente e imparcial para la determinación de sus Derechos y obligaciones
o para el examen de cualquier acusación contra ella”.

La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, señala


en su artículo XXVI, Titulado Derecho al Proceso Regular, “Toda persona
acusada de delito tiene el derecho a ser oída en forma imparcial y pública, a ser
juzgada por Tribunales anteriores establecidos de acuerdo con leyes
preexistentes”.

La Convención Americana, también consagra el Debido Proceso, cuando


establece en su Arto 8, Apartado 1, “que toda persona tiene Derecho a ser oída
con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable por un Juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley,
en la sustentación de cualquier acusación formulada contra ella o para la
determinación de sus Derechos y obligación de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter”.
El artículo 14 numeral 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos disponen, “toda persona tendrá derecho hacer oída públicamente con
las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial
establecido por la ley en la sustanciación de cualquier acusación formulada
contra ella o por la determinación de sus derechos y obligaciones de carácter
civil”.

Para los principales tratados sobre los Derechos Humanos, el debido


proceso es un requerimiento fundamental e ineludible al momento en que el
Estado decide perseguir y enjuiciar a cualquier ciudadano.

En el ámbito judicial dominicano, se entiende como debido proceso aquel


que encierra todas las garantías necesarias para procesar justamente a una
persona, éste se contempla en la Constitución, en donde se señalan las
condiciones siguientes:

2.2.1.1 Garantías Procesales Reconocidas en el Debido Proceso

El artículo 68 de la Constitución dominicana dispone que esta “garantiza


la efectividad de los derechos fundamentales, a través de los mecanismos de
tutela y protección, que ofrecen a la persona la posibilidad de obtener la
satisfacción de sus derechos, frente a los sujetos obligados o deudores de los
mismos. Los derechos fundamentales vinculan a todos los poderes públicos, los
cuales deben garantizar su efectividad en los términos establecidos por la
presente Constitución y por la ley”.

La garantía del debido proceso está plasmada en la Constitución


dominicana en su artículo 69, que afirma que “toda persona tiene derecho a
obtener una tutela judicial efectiva y describe en detalle todo lo que se debe
considerar a este fin”. La misma consiste en respetar todo lo que la Constitución
exige en beneficio de la legítima defensa, la oportunidad de interponer recursos;
el ajuste de las normas al acto que se imputa, la competencia, la aplicación del
principio de favorabilidad, el derecho a una resolución que defina las cuestiones
planteadas sin dilaciones injustificadas, entre otras que pueden colegirse en el
texto constitucional mencionado. Señala además el Artículo 69 en su numeral 10
de la Constitución que las normas del debido proceso se aplicarán a toda clase
de actuaciones judiciales y administrativas.

Jorge E, (2003, p.45) señala que "El debido proceso configura la garantía
de que las personas puedan hacer valer sus derechos ante la justicia en igualdad
de condiciones, a través de un procedimiento que contenga los requisitos
mínimos y esenciales, lo que la Constitución denomina "las garantías mínimas",
(Artículo 69), para asegurar un fallo justo." Ya que los derechos serían letra
muerta sin un procedimiento jurisdiccional efectivo, y en consecuencia "el debido
proceso en tanto garantía de la garantía jurisdiccional es la garantía por
excelencia".

De manera particular la Constitución establece la Acción de Amparo como


mecanismo judicial de proteger los derechos fundamentales frente a cualquier
violación, perturbación o amenaza de violación de cualquier persona, incluyendo
a la administración pública. Sobre el particular nuestra Constitución dispone que
en el Artículo 72:

“Toda persona tiene derecho a una acción de amparo para reclamar ante
los tribunales, por sí o por quien actúe en su nombre, la protección
inmediata de sus derechos fundamentales, no protegidos por el Hábeas
Corpus, cuando resulten vulnerados o amenazados por la acción o la
omisión de toda autoridad pública o de particulares, para hacer efectivo el
cumplimiento de una ley o acto administrativo, para garantizar los
derechos e intereses colectivos y difusos. De conformidad con la ley, el
procedimiento es preferente, sumario, oral, público, gratuito y no sujeto a
formalidades.”

Como se deriva del texto anterior, la Carta Magna también consagra dos
acciones especiales para la protección de derechos fundamentales particulares:
Hábeas corpus y Hábeas Data. La acción de Hábeas Corpus es una acción
constitucional especializada contra violaciones o amenaza de violación al
derecho a la libertad y seguridad personal.

De manera expresa la Constitución dispone que “toda persona privada


de su libertad o amenazada de serlo, de manera ilegal, arbitraria o irrazonable,
tiene derecho a una acción de Hábeas Corpus ante un juez o tribunal
competente, por sí misma o por quien actúe en su nombre, de conformidad con
la ley, para que conozca y decida, de forma sencilla, efectiva, rápida y sumaria,
la legalidad de la privación o amenaza de su libertad”

Asimismo, en su Artículo 70, la Constitución consagra el Habeas Data, en


los términos siguientes: “Toda persona tiene derecho a una acción judicial para
conocer de la existencia y acceder a los datos que de ella consten en registros
o bancos de datos públicos o privados y, en caso de falsedad o discriminación,
exigir la suspensión, rectificación, actualización y confidencialidad de aquellos,
conforme a la ley”. Esta acción está abierta para cualquier persona que requiera
la reivindicación al derecho de acceso sus datos o bien, corrección de los
mismos, independientemente del lugar en donde estos se encuentren
almacenados. De no cumplirse con ello, las personas podrían establecer
demanda en daños y perjuicios en contra de cualquier entidad o persona física
que atente contra las mismas.

El debido proceso al estar incluido en la Constitución de la República


Dominicana vigente, constituye importantes garantías constitucionales, que
también pueden ser entendidos como mecanismos que la Ley pone a disposición
de la persona para que pueda defender sus derechos, reclamar cuando corren
peligro de ser conculcados o indebidamente restringidos; y, por último, obtener
la reparación cuando son violados.

Es así como en nuestra carta magna se establece en el Artículo 68, las


garantías de los derechos fundamentales, en este sentido la Constitución
garantiza la efectividad de los derechos fundamentales, a través de los
mecanismos de tutela y protección, que ofrecen a la persona la posibilidad de
obtener la satisfacción de sus derechos, frente a los sujetos obligados o
deudores de los mismos.

Los derechos fundamentales vinculan a todos los poderes públicos, los


cuales deben garantizar su efectividad en los términos establecidos por la
presente Constitución y por la ley.

La Constitución garantiza la efectividad de los derechos fundamentales a


través de los mecanismos de tutela y protección que ofrecen a la persona la
posibilidad de obtener la satisfacción de sus derechos frente a los sujetos
obligados o deudores de los mismos. Los derechos fundamentales vinculan a
todos los poderes públicos que habrán de garantizar su efectividad en los
términos establecidos por la Constitución y por la ley. Es por eso que en su
Artículo 69, la Carta Magna establece la tutela judicial efectiva y debido proceso,
estableciendo que toda persona, en el ejercicio de sus derechos e intereses
legítimos, tiene derecho a obtener la tutela judicial efectiva, con respeto del
debido proceso que estará conformado por las garantías mínimas que se
establecen a continuación:

1) El derecho a una justicia accesible, oportuna y gratuita;

2) El derecho a ser oída, dentro de un plazo razonable y por una jurisdicción


competente, independiente e imparcial, establecida con anterioridad por la
ley; es decir la facultad que tiene el justiciable de ser escuchado por el órgano
competente (autoridad judicial, fiscal, policía).

3) El derecho a que se presuma su inocencia y a ser tratada como tal,


mientras no se haya declarado su culpabilidad por sentencia irrevocable;

4) El derecho a un juicio público, oral y contradictorio, en plena igualdad y con


respeto al derecho de defensa;

5) Ninguna persona puede ser juzgada dos veces por una misma causa;

6) Nadie podrá ser obligado a declarar contra sí mismo;


7) Ninguna persona podrá ser juzgada sino conforme a leyes preexistentes
al acto que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia
de la plenitud de las formalidades propias de cada juicio;

8) Es nula toda prueba obtenida en violación a la ley;

9) Toda sentencia puede ser recurrida de conformidad con la ley. El tribunal


superior no podrá agravar la sanción impuesta cuando sólo la persona
condenada recurra la sentencia;

10) Las normas del debido proceso se aplicarán a toda clase de actuaciones
judiciales y administrativas.

En todo Estado de Derecho como el nuestro, la aplicación de las normas


se deben hacer teniendo en cuenta dos cosas: en primer lugar el rango que éstas
tengan y de acuerdo a esto aplicarse y, en segundo lugar, que dichos dispositivos
se deben aplicar observando obligatoriamente la Constitución. En ese contexto,
y adentrándonos dentro de lo que es el proceso, debemos concluir que dicho
proceso y la normatividad que la regula debe llevarse a cabo conforme a la
Constitución.

Más aun que la aplicación de un derecho diáfano, licito y completo donde


la aplicación para las demandas en reparación de daños y perjuicios, sean
valoradas en la dimensión establecidas de los numerales 1, 2 y 10 del Artículo
69, precedentemente descrito.

La Constitución política, como es sabido además de ser la norma con


mayor rango, regula los derechos y garantías de todo individuo, y es en ese
sentido que las leyes procesales, deben apuntar al respeto de dichos derechos
y garantías.

Podríamos decir que la Constitución tiene una vinculación directa en el


proceso, pues en el caso dominicano por ejemplo, encontramos que regula
garantías procesales en general, y éstas deben ser observadas y aplicadas por
todo juzgador, sobre todo en los procesos en donde está en juego derechos
fundamentales como la libertad de las personas.

En ese orden de ideas, son muchos los autores que se pronuncian por el
desarrollo de un proceso conforme a la constitución; y es que la interpretación
que se le debe dar a todo proceso, debe ser considerando a esta Norma
Suprema.

GIL (2010, p. 65) plantea que: “el debido proceso es, tal como establece
el artículo 69 de la Constitución, una garantía de los derechos fundamentales,
conformada por “un conjunto de garantías procesales mínimas mediante las
cuales se procura la tutela judicial efectiva de los derechos fundamentales”.

En otras palabras, la efectividad de los derechos fundamentales descansa


en la tutela judicial de estos derechos, la cual se logra mediante el debido
proceso, por lo que el debido proceso viene a ser el instrumento procesal
empleado para garantizar la efectividad de los derechos fundamentales, dejando
claro que la observancia del debido proceso, deben descansar y ser tomada en
cuenta partiendo de nuestra carta magna.

Se puede argumentar que el Debido Proceso, no es sólo una garantía


procesal, pues éste abarca todos los demás derechos y garantías que goza todo
individuo inmerso en un proceso. Si atentamos contra cualquiera de los derechos
que goza el sujeto procesal, automáticamente a vulnerado el debido proceso, y
al vulnerar el debido proceso, todo el transcurso de ese proceso ya está
invalidado por dicha vulneración, por tanto, la decisión final que se tome
independientemente de ésta, ha sido mal llevado y tramitado, debiéndose
declarar la nulidad de la misma, y por ende un nuevo proceso judicial.

Das könnte Ihnen auch gefallen