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República Bolivariana de Venezuela

Universidad Nacional Abierta

Dirección de Investigaciones y postgrado

Maestría en Educación: Mención Administración Educativa

LA ÉTICA PROFESIONAL Y LOS VALORES, UNA APROXIMACIÓN A SUS


ELEMENTOS IMPORTANTES
Ensayo. Actividad 3

Autor: Orlando Méndez


C.I: 18.235133

Caracas, Noviembre de 2017.


LA ÉTICA PROFESIONAL Y LOS VALORES, UNA APROXIMACIÓN A SUS
ELEMENTOS IMPORTANTES

Los elementos importantes y transversales de la dinámica humana han surgido de la

razón y el deseo intrínseco de una mejor adaptación e interrelación entre iguales, no

obstante, dentro de estas lides, temas como el bien y el mal, lo justo e injusto o lo correcto

e incorrecto ganan preponderancia en el accionar humano, ya que con el pasar del tiempo

y las generaciones los individuos concientizan que su proceder tiene una influencia sobre

el medio en donde se desenvuelve y es por ello que se necesitan mecanismos, opciones

y medios para regulen los mismos, es aquí, donde la ética hace su aparición como una

ciencia moral que estudia y contiene las normas morales que emergen del ser y que son

proyectadas desde la razón y además de que no son estipuladas o forjadas por el

contexto (intrínsecas)

La ética como disciplina transversal y transdiciplinar ha estado en un constante

cambio y adaptación de sus medios en respuesta y vanguardia a los desafíos y demanda

de las sociedades a lo largo de la historia. En la antigüedad la preocupación derivada de

la necesidad humana era establecer la aplicabilidad y repercusión del bien y el mal como

dimensiones del comportamiento, sin embargo, la ética en esa época estaba permeada

por repercusiones y arbitrariedades religiosas pero al ser la ética y la moral dimensiones

aplicativas del ser y el hacer para una mejor adaptación y actuación entre individuos la

misma ha tenido una evolución adaptativa de medios y principios en lo que va del tiempo.

La ética como dimensión y enfoque se utiliza de manera cotidiana en la esfera de lo

humano pero al ser tan subjetiva y personal sus alcances y concreciones se diluyen en
la ambigüedad o la aplicabilidad inconsciente y poco significativa, no obstante, la ética se

consolida cuando el ser social internaliza las normas de comportamiento y acción que

orientan su proceder como un ser racional, único e irrepetible con un papel a desempeñar

en su contexto y basado en decisiones personales y singulares . En relación a esto, la

ética se ocupa de esa dualidad llamada el bien y el mal a través de saberes prácticos en

donde su importancia radica en analizar las normas de comportamiento y proponer

nuevos y mejores modos de aplicarlas sin utilizar elementos coercitivos más bien

orientativos y permitiendo al individuo una toma de decisiones consciente y articulada en

cuanto a que normas acatar, cuales aplicar y que consecuencias afrontar, en tal sentido

cualquier norma está regulada por el valía que da el hombre a las cosas, y a su vez los

valores que permean en ellas, profundizando un poco más en este apartado los valores

son convicciones profundas de los seres humanos que determinan su manera de ser y

orientan su conducta y sus decisiones. Valores, actitudes y conducta están relacionados,

y nos ayudan a superarnos en donde los mismos pueden ser religiosos, filosóficos,

políticos o sociales. En este orden de ideas "Vivir conforme a las normas es vivir

moralmente" Cortina (2001). La norma es la condición necesaria para que se logre algo

es una orientación para proceder moralmente, es la expresión operativa de los principios,

y ambos proceden de los valores la moralidad es el ejercicio existencial con apego a

ciertas normas. En relación a esto, los valores se jerarquizan por criterios de importancia.

Cada persona construye su escala de valores personales, esto quiere decir que las

personas prefieren unos valores a otros. Los valores más importantes de la persona

forman parten de su identidad, orientan sus decisiones frente a sus deseos e impulsos y

fortalecen su sentido del deber ser.


Considerando lo anteriormente planteado cada individuo percibe la realidad de

manera singular, basado en su experiencia y convicciones desarrolladas a lo largo de

esa complejidad inter y tras subjetiva llamada vida, esto a su vez forma, reforma y modela

la particularidad del ser, donde la toma de decisiones, la relación con los iguales y su

interacción permite la interpretación del mundo a través de visiones y proyecciones

contrastantes y sensibilizantes como lo son la ética y la moral.

En relación a lo planteado en este ensayo y contextualizando los requerimientos

y competencias técnico aplicativas del curso de ética profesional facilitado por la Dra.

María Ortega, es indudable que Existe una demanda creciente de una adecuada

formación ética por parte de la sociedad; se viene observando que durante los últimos

años se está resaltando de manera generalizada e intencionada la naturaleza

intrínsecamente moral de la educación en todos los ámbitos, especialmente en el que

nos incumbe de la formación profesional.

Al respecto, Silva (2001) aduce que “las profesiones han surgido a lo largo de la

historia, al igual que en la actualidad, como interpretaciones del potencial

implementativos del individuo con la finalidad de responder a las necesidades sociales

de su entorno”, De este modo, y en función de las circunstancias sociales y particulares,

cada profesión modifica y adecua sus metas y accionares, para así garantizar medios y

opciones (tanto individuales como grupales) que consoliden buenas prácticas o ejercicios

de la profesión para así incentivar y promover en el profesional la conciencia de aporte y

servicio a la sociedad, donde el carácter, personalidad y valores éticos sean la premisa

y alcance de todos estos procesos de comportamiento y acción humana.


Del mismo modo cada profesional adquiere y ejercita sus competencias en respuesta

a las necesidades personales y contextuales, de esta forma se construye la imagen

individual y grupal caracterizada por la ciudadanía y el desempeño moral en aras de

consolidar y proyectar la excelencia del ser y el hacer en todo sentido de la palabra. De

este modo, la excelencia en una profesión es entendida y debe estar enmarcada

transversalmente hablando por el momento histórico en el que se desempeña, así como

por el ámbito donde se ejerce la actividad en sí y los valores y normas éticas

intervinientes.

Por ello, no se puede elaborar un planteamiento ético generalizado y

estandarizado de lo que se debe hacer en todas las profesiones, ni establecer

arbitrariedades que no contemplen la diferencia y la diversidad, sino que “la ética

profesional tiene que construirse desde sus propias fuentes” como lo establece Ríos

(1994), tomando en consideración lo expuesto es importante resaltar que desde la

profesión docente, la cual es el pilar y eje de donde emergen las normas y

comportamientos deseados y esperados para los demás estratos y caracterizaciones de

la sociedad, la ética profesional vinculada a lo pedagógico ha venido evolucionando

desde las teorías o reflexiones morales de los pensadores éticos de vieja y nueva data,

hasta llegar a la fuente principal aplicativa y reactiva, que está constituida por los actores

y demás personas vinculadas a la docencia, estudiantes, familia, instituciones educativas,

etc. La dimensión social de toda profesión requiere una deontología (código), y más aún

aquellas como la docencia, que incide directamente sobre las personas y el desarrollo de

su potencial en aras del bien individual y colectivo.


Según Angulo (2004), describe que “no es posible educar de cualquier manera y a

cualquier precio, se demandan los principios y normas que regulen esta acción

profesional”, por ello, la formación en ética y valores es una demanda indiscutible no sólo

para los educadores, sino para los mismos educandos que son la prioridad y el legado

generacional de lo que se espera como sociedad en desarrollo. Los entes y responsables

de la formación ética en los diferentes nivel de la educación han planteado la necesidad

marcada y próxima de ejercitar y concienciar a la población estudiantil sobre el actuar

ético deontológico como medio de consolidar valores, conductas y principios que

fortalezcan la inclusión, la convivencia y el desarrollo plural de todas y todos, diversas

acciones se han ejecutado pero la concreción más evidente y plausible ha sido la

presencia de una unidad curricular de ética profesional en las mallas de avance

pedagógico a nivel universitario por citar un ejemplo, sin duda, esta acción no va a llenar

el vacío existente en cuanto a las cuestiones y valoraciones ético-morales por sí sola pero

es un comienzo, ya que dicha unidad curricular como eje de reflexión y acción

pedagógico-social, instruye, orienta y ejemplifica el deber ser de todo profesional o

aspirante a la docencia en nuestro país; sin embrago y haciendo un contraste, sin ética

profesional y sus derivaciones no podrán afrontarse seriamente y significativamente esta

marcada ausencia de valores y principios derivados de la ética y la moral que padece la

globalizada sociedad del hoy caracterizada por el relativismo moral. La ética profesional

propone una reflexión profunda sobre las consecuencias y alcances de la acción del

mismo quehacer laboral, y como es su incidencia a multinivel en los otros profesionales

dependientes o intervinientes, por lo tanto la conciencia de la responsabilidad no se

adquiere al ingresar en el profesionalismo sino que va emergiendo y asentándose con el

desarrollo paralelo de la inteligencia y de la voluntad de la praxis. La responsabilidad


inherente y estipulada en la función de la carrera docente, el compromiso, confianza y la

generosidad hacen responsable inherente del otro al docente y esto sin esperar

reciprocidad. Por lo tanto, es la “universidad la que tiene no sólo como finalidad, sino

como principio de sus acciones la generación de estudiantes que sean “ellos mismos”,

seres autónomos que puedan llegar a convertirse en buenos profesionales. Garcia (2007)

Valorando lo expresado de manera pretérita, el profesional de la enseñanza tiene

y tendrá un arduo trabajo por hacer, ya que a las democracias y sistemas sociales

modernos les falta sensibilidad ética y capacidad crítica en valores y principios morales,

subsistimos sobre un vacío que se expande y que hace un llamado próximo y con

urgencia a precisar y rescatar el constructo de los valores, ya que los mismo han perdido

fuerza y presencia en el accionar humano hoy en día. La ética profesional está

establecida en principios y/o requisitos relacionados con normativas de trabajo por el

Ministerio de Educación de cada país, siendo ya numerosos los países que poseen un

código deontológico. No obstante, la elaboración de un código deontológico para los

profesionales de la educación según García, (2007) no puede realizarse desde un

ambiente cerrado, ni exclusivamente por los profesionales docentes. Las necesidades

actuales muestran la interacción de la ética cívica y la ética profesional.

El docente en el desarrollo de su profesión debe ejercer con estricto apego y

respeto, las consideraciones éticas y valores individuales y sociales, de acuerdo con la

evolución que experimenten dichos conceptos en la sociedad; respetando la dignidad de

todas las personas, el pluralismo, la lealtad, la colaboración y la justicia con todos los

integrantes de la comunidad partiendo como eje fundamental el respeto mutuo y la

tolerancia. Así, en la medida de lo posible se debería evitar tanto la mezcla indiscriminada


como la separación alienada e irresponsable de distintas morales que orientan su obrar

según los ámbitos de Ia privacidad, lo profesional, la docencia e investigación, lo

institucional -público o privado-, con respectivas ideologías u orientaciones, teniendo en

cuenta que se trata de un "difícil equilibrio debido a las modas sociales" (Román, 2003,

p. 24.)

En definitiva, la profundización en el estudio de la identidad ética y su vinculación

con la profesionalidad, puede ser una interesante aportación a la mejora de la praxis

docente, siempre y cuando logre estimular la reflexión, personal y compartida, sobre la

propia actitud pedagógico-vivencial, sobre los propias valores ético-morales como

profesionales, y como estas aserciones permean en el contexto moral que rodea a la

enseñanza y sobre las posibilidades que tenemos de cambiar en positivo lo que nos

parezca mejorable.

REFERENCIAS

Angulo, Nerkis (1990). Ética del Docente. Revista educación en valores. [Articulo] Facultad de Ciencias de
la Salud. Escuela de Medicina. Universidad de Carabobo. Pág 13-17.
Cortina, Adela (2001). Ética Mínima. Introducción a la Filosofía Práctica. Séptima Edición. Editorial Tecnos.
Madrid. Cap. I- 1ª parte Ética como filosofía Moral y Cap. I.- 2ª parte- Panorama Ético
Contemporáneo. ¿Tiempos de Ética Domesticada?
García M, Domingo (2007) Cómo elaborar un código de ética. Compilación: Programa
Institucional rescate de valores y construcción de los mismos. [Página en línea] recuperado de
http://www.info.ccss.sa.cr/rescval/rv0026.htm. [Consulta: 27 noviembre 2017].
Ríos, Álvarez Lautaro. La ética profesional. Perfeccionamiento docente [Página en línea] recuperado de
http://www.abogados-valparaiso.cl/ensayos2.htm. [Consulta: 27 de noviembre 2017].
Román Maestre, B. (2003). Apuntes para una ética del profesor universitario. [Artículo en línea] recuperado
de http// www. Redalyc.org/pdf. [Consulta: 28 de noviembre 2017] pag 24.
Silva J. (2001) Qué es eso de Ética profesional. Revista Contaduría y Administración. Nº 205. Abril-Junio.
Disponible en: http // www. Biblioteca. Org.ar/libros. [Consulta: 27 de noviembre 2017]

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