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Cameron, Jacobovici, Jesús y María Magdalena (y II) Domingo, 9 de diciembre


01.03.07 | 07:30. Archivado en Jesús histórico BUSCAR Blog Web

Como prometí ayer, aquí va la segunda y última parte del


Editado por
comentario sobre "la tumba de Jesús" inicado ayer.
Antonio Piñero
2. Las relaciones de Jesús con María Magdalena Autor
Contacto
Utilizo aquí, para este apartado, parte del material de un trabajo que
ha aparecido ya en la revista MÁS ALLÁ (número 210, agosto 2006, pp.
20-25), que con gran acierto dirigen Carmen Sánchez Fraile y Javier
Sierra, donde pueden leerlo completo.
María Magdalena es la mujer que más veces se nombra en los
Evangelios canónicos: diecisiete, contando repeticiones y variantes de
los textos. En los Hechos de los apóstoles la Magdalena no aparece en
absoluto.
De todos estos pasajes evangélicos sólo uno, en Lucas 8,1-2, se refiere
a la Magdalena durante la vida pública de Jesús: “Acompañaban a Jesús
los Doce y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus
Síguenos
malignos y enfermedades: María llamada Magdalena, de la que habían
salido siete demonios, Juana…, Susana y otras muchas que le servían
con sus bienes”. ¿A esto se reduce todo?
Blogs destacados
A esto, en verdad. Las mujeres seguían a Jesús porque habían sido
Guillermo Gazanini Espinoza
curadas de enfermedades psíquicas (“espíritus malignos”) o de otras Presupuesto 2019, la gran prueba de
AMLO
dolencias. Seguramente además porque les atraía la predicación de Francisco Baena Calvo
Jesús. A pesar de lo escueto de la noticia, se puede deducir del texto EN BUSCA DE LA NAVIDAD PERDIDA.

lucano que la Magdalena ocupaba entre esas mujeres una cierta Angel Moreno
II Lunes de Adviento
posición relevante: se la nombra en primer lugar y se la señala con su
nombre gentilicio. El que ayudara a Jesús “con sus bienes” indica que la Vicente Haya
¿Qué significa “Hasta la consumación del
Magdalena gozaba una cierta libertad –bien porque fuera soltera, o mundo”?
Ramón Hernández Martín
viuda, o mujer de un marido magnánimo- y que poseía suficientes Audaz relectura del cristianismo (30). La
familia como reto
bienes materiales como para ayudar a Jesús. Pero el texto no señala Josemari Lorenzo Amelibia
ninguna relación especial, sobre las demás mujeres, de la Magdalena VOLVER A EMPEZAR

con Jesús. Francisco Margallo


Los santos no canonizados
La Magdalena durante la pasión y resurrección de Jesús
Jose Gallardo Alberni
Bach, coral BWV 685
El papel de la Magdalena queda resaltado ciertamente por los
evangelistas en los momentos finales de la vida de Jesús. Pero la Agustín De La Torre
@elJartista_172
destacada función a ella atribuida por modernos autores fantasiosos no
se corresponde con la tradición cristiana más antigua.
César Luis Caro
Pablo, que escribe su mencionada 1 Corintios poco más de veinte años Siempre se puede prender una luz
después de la muerte de Jesús –por tanto bastante antes que los > Todos los blogs de Religión
Evangelios- desconoce en absoluto el papel de la Magdalena como
primera testigo de la resurrección: Jesús resucitado se apareció en Categorías
primer lugar “a Cefas/Pedro, después a más de quinientos hermanos a
la vez… luego a Santiago, más tarde a todos los apóstoles (los Hechos Apócrifos de los Apóstoles

Once/Doce), y en último término se me apareció también a mí, como a Antijudaísmo


un abortivo” (15,5-8). Como se ve, Pablo nada sabe de cualquier Antisemitismo
Apolonio de Tiana y el cristianismo
aparición preferencial del Salvador a la Magdalena. La prelacía de Ateísmo
Pedro es evidente para la tradición confirmada por Pablo, quien no Biblia en general
tenía interés ninguno en destacarla ya que Pedro no era precisamente Biblia/Evangelios
de “su cuerda” desde el punto de vista teológico. Más bien le tenía poca CRISTIANISMO
Filosofía antigua
simpatía (Gál 2,11-14). Gnosis y gnosticismo
El primer Evangelio, el de Marcos, concluye del siguiente modo: tres Índice de "Preguntas y Respuestas" / "Compartir"
Islam
mujeres, Magdalena, María la de Santiago (¿su madre?) y Salomé van Jesús histórico
a la tumba de Jesús para ungir su cadáver. La encuentran vacía y se les Judaísmo
aparece un ángel que les dice: “No os asustéis. Buscáis a Jesús de Libros
Libros / Islam
Nazaret… ha resucitado… Id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá Maniqueísmo
delante de vosotros a Galilea: allí lo veréis, como o dijo. Ellas salieron Orfismo
huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se había Pablo de Tarso
apoderado de ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo”. Palabras y conceptos
Religión y Mundo Contemporáneo
Como se ve, la primera tradición evangélica no dice que mujer alguna Religiones orientales. Budismo
fuera la beneficiaria de la primera aparición de Jesús, y niega Sobre el autor
expresamente que la féminas asumieran la función de transmisoras de Textos Zen
Zoroastrismo
tan importante noticia. Con otras palabras: esta primera tradición no
abona en absoluto la imagen posterior de una Magdalena “apóstola de
Hemeroteca
los apóstoles”.
Marzo 2007
L M X J V S D
Reacciones de otros autores cristianos 1 2 3 4
5 6 7 8 9 10 11
El abrupto final del Evangelio de Marcos, tan negativo, suscitó una 12 13 14 15 16 17 18
19 20 21 22 23 24 25
fuerte reacción entre los escritores cristianos posteriores. Ésta se 26 27 28 29 30 31
muestra de varios modos: en el añadido tardío de un final << < > >>

suplementario al primer evangelio, el texto de Mc 16,9-20, y en las Archivo


correcciones a la imagen de las mujeres por parte de Mateo, Lucas y
Diciembre 2018
Juan. Lo vemos a continuación. Noviembre 2018
Octubre 2018
Mateo 28,8 afirma todo lo contrario a Marcos (¡una de las muchas Septiembre 2018
contradicciones de los Evangelios, sobre todo en los relatos de la Agosto 2018
resurrección!): “Las mujeres partieron a toda prisa del sepulcro (vacío) Julio 2018
con miedo y gran gozo y corrieron a dar la noticia a los discípulos”.
Lo mismo Lucas en 24,9-11: “Regresando del sepulcro anunciaron
todas estas cosas a los Once y a todos los demás…”. Ni Mateo ni Lucas
dicen que las mujeres fueron agraciadas con una aparición del
Resucitado. Sólo vieron a un ángel.
El añadido al Evangelio de Marcos: unos cincuenta, o más años,
después de la conclusión del texto original del Evangelio de Marcos, un
escritor anónimo tuvo la osadía de añadir un complemento al
Evangelio: los versículos 9-20. Con un estilo muy diferente, el anónimo
interpolador se inspira en Mateo, Lucas y Juan y contradice
descaradamente el texto anterior del propio Evangelio: sostiene que las
mujeres sí anunciaron la nueva de la resurrección a los discípulos.
Luego añade otras noticias que toma decididamente de los otros
evangelios. Del de Juan recoge la idea de que Magdalena fue la
afortunada que recibió la primera aparición del Resucitado (Mc 16,9; en
contra de Mateo y Lucas). Del de Lucas toma la noticia de que Jesús
había expulsado siete demonios de la Magdalena y que se había
aparecido a los discípulos de Emaús (Mc 16,12), y del de Mateo asume
lo del encargo de la misión universal de los apóstoles (Mc 16,15-18).
Es claro, por tanto, que en el siglo II, y gracias al Evangelio de Juan, se
había impuesto ya la idea –contraria a la tradición defendida por Pablo
y el Evangelio de Marcos primitivo- de que la Magdalena era una
persona importante en el entorno de Jesús. Gracias a esta rectificación
y al acto osado del interpolador que manipuló al primitivo texto de
Marcos, Magdalena adquiere una posición dominante entre las mujeres
del entorno de Jesús.
El caso especial del Evangelio de Juan
El Evangelio de Juan es reconocidamente un escrito difícil y
misterioso…, tan profundamente diferente a sus predecesores. Es un
Evangelio que conoce ciertamente la tradición anterior a él, pero que la
reinterpreta, la reescribe, la alegoriza y la carga de símbolos buscando
siempre el lado más profundo, espiritual y místico de la figura de Jesús.
Igual ocurre cuando dibuja a María Magdalena. El autor del IV
Evangelio invierte a menudo lo que han dicho sus predecesores.
La primera noticia importante sobre María aparece en 19,25: “Junto a
la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la
de Clopás, y María Magdalena”. La escena, tal como la pinta el
Evangelista, no puede ser plenamente histórica. Es totalmente
inverosímil que los romanos, en una ejecución pública y nada menos
que de tres personas peligrosas, permitieran a los familiares de los
ajusticiados estar al pie de la cruz. Los amigos y parientes sólo podrían
permanecer a lo sumo en la lejanía, tras un fuerte cordón de soldados,
a mucha distancia de los ajusticiados. Entonces ¿qué quiere significar el
Evangelista poniéndolos al lado mismo de la cruz? Claramente, dar
cuerpo a la idea de que mientras los demás discípulos huyen sus
parientes y María Magdalena son fieles a Jesús a riesgo de su muerte. Y
este dato puede ser histórico, a saber la Magdalena, seguidora de
Jesús, fue especialmente fiel a su Maestro mientras los demás
discípulos, varones, huían a la desbandada.
El capítulo 20 de este IV Evangelio, que trata del día de la resurrección
de Jesús, es sorprendente. la historia es bien conocida: Magdalena
corre al sepulcro para ungir el cadáver del Maestro; lo halla vacío; se lo
comunica a Pedro; vuelve al sepulcro y allí cuando está dispuesta a
todo por recuperar el cadáver, se le aparece Jesús a ella sola. No lo
reconoce a la primera, pero cuando escucha su voz, sí. Quiere tocar a
Jesús, pero este no se lo permite con misteriosas palabras: “No me
toques porque aún no he subido al Padre”. Esta escena es bella, pero
¿es real?
Hoy día la inmensa mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que
este relato es probablemente una escena ideal, es decir no histórica,
compuesta por el Evangelista más con intención de transmitir teología
que historia. No se extrañe el lector, pues Juan compone también otras
escenas ideales en su Evangelio, por ejemplo la “Conversación con
Nicodemo” (cap. 3,1-11) -cuyo significado es: no basta ser judío para
salvarse; hay que prestar atención a las revelaciones del Salvador-, y
el “Diálogo con la mujer samaritana”: el Salvador/revelador se revela
al mundo no judío representado en esa samaritana. La fémina
simboliza también, y especialmente, el paso de la fe imperfecta a la
perfecta gracias a las palabras reveladoras de Jesús.
La escena con María Magdalena junto al sepulcro es de un significado
simbólico parecido: lo importante para el Evangelista es poner de
relieve que la mujer pasa de un estado de fe imperfecta (no piensa que
Jesús ha resucitado, sino que han robado su cadáver; confunde a Jesús
con un hortelano) a otro de fe perfecta gracias a las palabras del
Revelador. Entonces lo proclama “Maestro mío”, es decir, su salvador
por medio de la enseñanza reveladora. María pasa también del deseo
imperfecto de querer retener al Revelador en el mundo terrenal
(simbolizado por su deseo de tocarlo) a aceptar la enseñanza de que él
ya no pertenece al mundo de la materia. Mientras está aquí, en el
mundo, tras la resurrección, se presentará a los discípulos y les
enseñará. Luego subirá al Padre.
Pero, como decimos, es muy probable que la escena no sea histórica
ya que contradice al testimonio de Pablo y del Evangelio de Marcos
genuino. Queda, sin embargo, en pie que el Evangelista Juan escoge a
María Magdalena, y no a otra mujer para transmitir la tremenda noticia
de la resurrección. ¿Por qué a ella? No lo sabemos exactamente, pero
sí podemos afirmar que es inútil ver en la escena cualquier significado
erótico. Ello sería no entender el IV Evangelio. Ahora bien, sí hay que
admitir que la escena ideal se justifica si la Magdalena tenía una
especial relación de discípula respecto a Jesús. Peros sólo esto. Y hay
que admitir además que –aunque no se corresponda con la realidad de
la historia- esta rectificación del IV Evangelio presentando a María
como la primera mujer que ve al Resucitado y que transmite la noticia
a los apóstoles (es decir, es la “apóstola de los apóstoles”), tuvo éxito
grande y dio pie para que los autores de los evangelios apócrifos
gnósticos, que apreciaban mucho al IV Evangelio, desarrollaran esta
idea.
María Magdalena en los evangelios gnósticos y otros apócrifos
Los evangelios gnósticos fueron descubiertos en 1945 en Nag
Hammadi, cerca de Luxor, en Egipto. Están publicados en castellano,
traducidos directamente del copto, con introducción y notas (Editorial
Trotta, Madrid, 22001, citados como “Biblioteca de Nag Hammadi” =
BNH) por mí mismo junto con un selecto equipo de estudiosos entre los
que destacan José Montserrat, Francisco García Bazán y Fernando
Bermejo. Son, pues perfectamente accesibles en castellano.
El Evangelio de Tomás menciona dos veces a María (Magdalena), en las
sentencias 21 y 114 (BNH II 83 y 97). Dice así: “Dijo María a Jesús: ¿A
quién se parecen tus discípulos? Él dijo: Son semejantes a niños
pequeños…” (21); Dice Pedro: “Que salga María de entre nosotros
porque la mujeres no son dignas de la vida. Jesús dijo: Mirad: yo la
impulsaré para hacerla varón, a fin de que llegue a ser también un
espíritu viviente semejante a vosotros los varones; porque cualquier
mujer que se haga varón entrará en el reino de los cielos”. El
significado de este último texto es: todo espíritu que no tiene la
revelación perfecta (la gnosis) es femenino, imperfecto, pues lo
femenino es para los gnósticos el símbolo de la materia, el escalón más
degradado del ser. Vosotros, mis discípulos varones, habéis llegado a la
masculinidad, es decir habéis recibido la revelación/gnosis. A María
Magdalena le queda aún un camino por recorrer. Por tanto: aquí
aparece María muy lejos de ser la discípula que recibe los misterios
más sublimes del Salvador. Otros los han recibido antes.
Por el contrario, otros apócrifos enfatizan la sabiduría de la Magdalena,
como el Diálogo del Salvador, donde aparece mencionada doce veces
como interlocutora de Jesús, formulándole preguntas diversas. La más
interesante es la cuestión 60 (BNH II 183): “Dime, Señor, ¿para qué he
venido a este lugar?… Dijo el Señor: Tú manifiestas la abundancia del
Revelador”. La respuesta es enigmática, pero se refiere sin duda a la
excelencia de la discípula perfecta, María, que todo lo entiende bien. El
Primer Apocalipsis de Santiago la presenta también como discípula
gnóstica de Jesús junto con otras cuatro mujeres, aunque sin distinción
especial alguna (BNH II 94). El Segundo Apocalipsis de Santiago dice al
principio que la revelación de Jesús a su hermano fue “puesta por
escrito por Mareim”, es decir Mariamme = María Magdalena (BNH III
103, nota 2). En el Evangelio de María Pedro tiene que reconocer que
ella “conoce ciertas palabras del Salvador que nosotros no hemos oído”
(BNH II 135).
En el tratado gnóstico titulado Pistis Sophia, en los que el autor cuenta
cómo Jesús se pasa doce años tras su resurrección adoctrinando a sus
discípulos, se le formulan al Revelador 46 preguntas, de las cuales 39
están planteadas por María Magdalena. Esta proporción da idea de que
la Magdalena está al mismo nivel de sabiduría gnóstica, o superior, que
los otros apóstoles. En otra obra, la Sabiduría de Jesucristo, se afirma
que sólo los Doce apóstoles y siete mujeres (sin mencionar los
nombres) seguían a Jesucristo tras su muerte. Desde Jerusalén se
retiran a Galilea y allí se les aparece el Salvador como el Gran Espíritu
Invisible, bajo la forma de una gran luz. Más tarde, en el texto habla
María Magdalena, con lo que sabemos que era una de las siete. De
nuevo y al mismo nivel que los apóstoles Mateo, Felipe y Bartolomé,
María formula dos preguntas técnicas a Jesús (sobre la diferencia
esencial entre lo corruptible y lo incorruptible; sobre la suerte de los
gnósticos: BNH II 197 y 204) y recibe respuesta del Maestro. Así pues,
encontramos una vez más la misma relación Maestro/Revelador
gnóstico-discípula perfecta. Pero nada más.
Hay dos evangelios, sin embargo, que además de este aspecto del
discipulado destacan un especial afecto de Jesús por María Magdalena.
El primero es el ya aludido Evangelio de María. El autor es desconocido,
pero desde luego no es María (Magdalena; aunque siempre se la
denomina por su nombre, sin más). Los estudiosos lo datan, por su
contenido, entre el 150-200 d.C. En este escrito María consuela a los
discípulos que sienten la ausencia de Jesús. Pedro confiesa que el
Salvador “la ama más que las demás mujeres” y que ha sido agraciada
con conocimientos que los demás ignoran (BNH II 135). Luego le pide
que transmita lo que ella sabe. María refiere entonces una visión
otorgada a ella por el Salvador y comunica a los apóstoles las
enseñanzas secretas (a saber, sobre cómo las almas ascienden al
cielo). Al concluir, Pedro se enfada con María y le dice duramente: “¿Ha
hablado Jesús con una mujer sin que nosotros lo sepamos?… ¿Es que la
ha preferido a nosotros? Entonces María se echó a llorar… Pero Leví
habló y dijo a Pedro: ‘Siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo
ejercitándote contra una mujer como si fuera un adversario. Sin
embargo, si el Salvador la hizo digna ¿quién eres tú para rechazarla?
Es cierto que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó
más que a nosotros’” (BNH II 137).
Parece claro por el contexto que el verbo “la amó” no tiene connotación
erótica alguna. Jesús la ama porque ella “conoce”: acepta su revelación
o “gnosis”. María es sólo y de nuevo la discípula perfecta exactamente
como lo es Santiago en sus dos Apocalipsis o Tomás, en el Evangelio de
Tomás.
El Evangelio de Felipe es el más explícito en el tema del afecto. El
primer pasaje importante (59,6-11: BNH II 31) es: “Tres mujeres
caminaban siempre con el Señor: María, su madre, la hermana de
ésta, y Magdalena, denominada su compañera. Así pues María es su
hermana, y su madre, y es su compañera”. El texto es por lo menos
ambiguo y de difícil interpretación. Los términos copto/griegos
empleados por el autor, koinonós y hotre, “compañera/consorte”,
valen en los textos de Nag Hammadi tanto para designar una unión
sexual como una unión espiritual de un gnóstico aún en la tierra con su
contrapartida o esposo celeste que le aguarda en el cielo. Alude al
llamado matrimonio espiritual o “misterio de la cámara nupcial
celeste”.
A este propósito ha escrito nuestro compañero Fernando BERMEJO, que
escribe con nosotros en este BLOG, que el pasaje del Evangelio de
Felipe está influenciado por Juan 11,5 + 19,15 + 20,1ss, pues en este
Evangelio María Magdalena asume el papel del discípulo amado de la
tradición johánica, y que debe interpretarse a la luz de estos textos y
sobre todo de Mc 3,35 + Mt 12,50. “Si Mc 3, 31-35 convierte en
parentesco decisivo la relación espiritual y no la carnal, entonces con
toda probabilidad el texto del Evangelio de Felipe está haciendo lo
mismo: María es “compañera” de Jesús en el mismo sentido en que es
“hermana” y “madre”, es decir, en tanto que posee con él un íntimo
vínculo espiritual. Además, al igual que en Mc 3, 35 la expresión “mi
hermano, hermana y madre” no enfatiza ninguno de estos tipos de
parentesco (pues precisamente los hace indistintos: quien tiene un
vínculo espiritual con Jesús merece ser llamado simultáneamente su
“hermano” y “hermana” y “madre”), así también en Evangelio de Felipe
el énfasis no recae en la expresión “compañera” (o, si se prefiere,
recae tan poco como en “hermana” o “madre”): lo que se enfatiza es
que quien tiene un vínculo espiritual con Jesús es –en el sentido
genuino del nombre– su “madre” y “hermana” y “compañera””
= F. BERMEJO: “Los Evangelios gnósticos: ¿fuentes para el Jesús
histórico?” ( ¿Podemos fiarnos de los Evangelios?, libro que
aparecerá en Ediciones El Almendra de Córdoba quizá en el 2008.
El segundo texto parece más claro: “La compañera del [Salvador es]
María Magdalena. El [Salvador] la amaba más que a todos los
discípulos y la besaba frecuentemente en […]. Los demás discípulos
dijeron: ‘¿Por qué la amas más que a nosotros?’ El Salvador respondió
y les dijo: ‘¿Por qué no os amo a vosotros como a ella?” (63-64; BNH II
35).
El hueco (señalado por […]) que hay en el manuscrito se suele rellenar
con la palabra “boca” o bien con “mejillas” o “frente”. Es más verosímil
“boca” (Jesús besaba en la boca a María Magdalena), porque tenemos
otro texto en Nag Hammadi, en el Segundo Apocalipsis de Santiago,
56,10-20 (BNH II 107), en donde el hermano del Señor afirma que
Jesús “Me besó en la boca y me abrazó diciendo: Amado mío, he aquí
que voy a revelarte aquellas cosas que los cielos no han conocido,
como tampoco los arcontes”. Parece bastante claro que estos dos
textos presentan el amor especial y que el beso en la boca es un signo
de un ritual de iniciación especial en la sabiduría revelada. El besado es
amado especialmente no por una relación sexual (¡impensable con
Santiago!), sino por ser el recipiendiario de una revelación especial. Por
tanto, tenemos de nuevo en grado excelso la relación Maestro/discípulo
perfecto… nada de alusiones sexuales.
Si se tomaran estas expresiones al pie de la letra habría que afirmar
que Jesús era bígamo. En efecto, otra autoridad, el Evangelio de
Tomás, afirma que Salomé era la consorte de Jesús, no María
Magdalena. Salomé dice: “¿Quién eres tú, hombre (Jesús) y de quién
procedes? Has subido a mi cama y has comido de mi mesa. Jesús le
dijo: Yo soy el que procede del Igual. Me ha sido dado de mi Padre.
[Salomé dijo]: Yo soy tu discípula”… (Dicho 61 = BNH II 90). Aquí
pocos comentarios son precisos: o bien Jesús es bígamo, o bien el
significado es simbólico: se comparte cama y mesa espiritualmente -la
unión con el esposo espiritual en la cámara nupcial celeste- por la
participación en la doctrina perfecta.
Y si apuramos más, existe otro evangelio apócrifo, el Evangelio secreto
de Marcos, en el que se pinta a Jesús adoctrinando a un bello joven, en
casa de éste, sobre los misterios del reino de Dios. Al cabo de seis días
de revelaciones, cuando cayó la tarde, el joven vino al aposento de
Jesús desnudo, cubierto sólo con una fina túnica. Toda la noche
permanecieron juntos el Maestro y él, mientras Jesús remataba su
tarea con la enseñanza del final de los misterios del reino de Dios.
Si entendiéramos estos textos al pie de la letra, como hacen los que no
se han tomado la molestia de estudiar el gnosticismo, tendríamos que
afirmar que el Salvador/Revelador Jesús no sólo era el marido de María
Magdalena, sino también de Salomé (¡!) y, que además, para no
privarse de nada, tendría ciertas veleidades homosexuales… Pero todo
ello parece evidentemente absurdo y los textos no permiten tales
interpretaciones.
Los celos de los apóstoles por María Magdalena apoyan también esta
interpretación. Cuando se manifiestan celosos, Jesús les pregunta en el
Evangelio de Felipe: “¿Por qué no os amo a vosotros como a ella?”
(BNH II 35). La pregunta implica la respuesta siguiente: si los Doce se
hacen tan buenos discípulos del Salvador como la Magdalena, éste los
amará tanto como a ella. Como se ve, el contenido erótico está
ausente.
Por último, para dar más fuerza a esta interpretación, examinemos qué
opina del matrimonio y del sexo el Evangelio de Felipe. Su estimación
es profundamente negativa: el matrimonio es una mancha (65,1 =
BNH II 36); el acto de la generación se hace en lo oculto, como con
vergüenza; el matrimonio físico mancilla al ser humano y se opone al
matrimonio espiritual que es inmaculado. El segundo es puro/el
primero, carnal y material (por tanto, degradado y pésimo); el
segundo pertenece a la luz; el primero a las tinieblas (81,20-82,15 =
BNH II 48). El matrimonio físico es obra de los espíritus impuros y sólo
tiene el deseo de que siga subsistiendo el mundo, la materia, lo cual no
es deseable (BNH II 36). Otro texto de Nag Hammadi, emparentado
con el Evangelio de Felipe, la Paráfrasis de Sem, afirma brutalmente
que el acto de la generación es perverso y la define como un
“frotamiento impuro” (34,20 = BNH III 157).
Tampoco en los primeros y más importante Hechos apócrifos de los
apóstoles -“historias” noveladas donde se cuentan las andanzas
misioneras de Pedro, Pablo, Andrés, Juan y Tomás, y sus martirios- la
figura de María Magdalena está ausente en absoluto. Estos Hechos
apócrifos, continuadores de la obra de Lucas, son los mejores
representantes de la teología popular cristiana desde el 140 hasta el
250 d.C. aproximadamente, que es su fecha de composición. A este
cristianismo –que en buena parte también es gnóstico- no le interesó
en absoluto la persona ni el significado de la Magdalena, que no
aparece ni una sola vez. El lector interesado puede consultar el índice
analítico de la edición española de estos Hechos (publicada por la
Biblioteca de Autores Cristianos, números 646 y 656, Madrid 2004 y
2005, edición de A. Piñero y G. del Cerro, página 1238) y observará
cómo siendo mujeres los personajes principales de estas obras –aparte,
claro está, de los apóstoles mismos-, y mujeres autónomas y
“liberadas”, que obran independientemente y en contra de sus maridos,
no hay mención alguna a la Magdalena. El mito comienza mucho más
tarde.
En conclusión, a pesar de lo que afirmen tantos autores tendenciosos,
apesar de lo que digan el támdem Cameron-Jacobovici no se puede
sostener que “los evangelios gnósticos prueben inequívocamente que
hubo una relación carnal entre Jesús y María Magdalena”, y mucho
menos la inscripción de un sarcófago, encontrado entre micjhos otros
de los inicios de ls era cristiana. Y si no se puede probarse este
extremo, tampoco puede ser cierta la aventurada hipótesis de que los
dos personajes, Jesús y la Magdalena, tuvieron varios hijos.
3. ¿Son fiables históricamente los relatos de la resurrección?
Tomo aquí parte de este material de la Guía para entender el Nuevo
Testamento, Trotta, Madrid, 22007, 161-162; 228-229.
Los análisis de múltiples comentaristas han puesto de relieve entre
otras las siguientes divergencias:
• La recogida del cadáver de Jesús es concedida por Pilato (Mt, Lc, Jn);
en Mc es el centurión quien otorga el permiso.
• La historia del enterramiento no es nada clara. Según los Sinópticos,
el enterramiento de Jesús fue sencillo, y casi oculto (el texto básico,
probablemente premarcano queda luego embellecido con la idea de
que la tumba está tallada en la roca, es nueva y nadie había sido antes
colocado en ela). Por el contrario el Evangelio de Juan hace intervenir a
un personaje nuevo, Nicodemo, desconocido para los Sinópticos en eta
escena, que trae aromas y especias en cantidades colosales (unos 50
kilos) para embalsamar el cuerpo de Jesús. Juan present, pues, una
versión inconciliable del enterramiento con la de sus predecesores,
pues hace de éste un enterramiento noble en el que Jesús queda
dignificado casi como triunfador.
• Las escenas, los personajes y las acciones de los momentos
posteriores a la resurrección son diferentes, según cada evangelista:
- En Mc tres mujeres van a ungir el cuerpo de Jesús; no hay mención
de ningún terremoto; la piedra de la entrada está ya removida;
aparece un joven dentro del sepulcro; no hay mención de guardias
romanos; las mujeres, a pesar de recibir un mensaje del joven (ángel)
no avisan a nadie, por miedo.
- En Mateo son dos las mujeres que van al sepulcro; se produce un
terremoto; un ángel desciende del cielo, remueve la piedra del
monumento funerario y se dirige a las mujeres anunciándoles la
resurrección; los guardias romanos quedan como muertos; el sanedrín
soborna a los soldados para que mientan.
- En Lc las mujeres son tres, pero la tercera no es Salomé (Mc) sino
Juana; no hay mención del terremoto ni de los soldados romanos; en
vez de un joven son dos los hombres que anuncian la resurrección;
salvo la del camino de Emaús, sólo hay apariciones en Jerusalén;
además no hay ninguna en Galilea; Pedro da testimonio de la
resurrección.
- En Jn no hay visita de dos o tres mujeres al sepulcro, sino sólo de
María Magdalena; ésta no va a ungir el cadáver de Jesús; avisa a dos
apóstoles, Pedro y Juan, que corren a la tumba y certifican que está
vacía; María Magdalena queda llorando fuera; se inclina hacia el
sepulcro y ve a dos ángeles sentados a la cabecera y a los pies del
lugar donde había estado el cuerpo de Jesús; éste se aparece a M.
Magdalena; no hay mención de terremoto ni de guardias.
• Las escenas de las pariciones de Jesús son también inconciliables
entre sí: Lucas las presenta sólo en Jerusalén. Mateo y Marcos casi
todas en Galilea, y la tradición recogida por el apócrifo Evangelio de
Pedro en 38-40 presenta una aparición de Jesús ¡a los soldados
romanos!
• Las concepciones sobre cómo era el cuerpo resucitado de Jesús son
también diferentes:
- Lc 23,42, “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, parece retener indicios
–según los comentaristas- de una glorificación de Jesús
inmediatamente después de su muerte, sin enterramiento, como un
espíritu etéreo
- 1 Corintios 15, 35ss: el cuerpo de Jesús es cuerpo, sí, pero
pneumático o espiritual. Pablo no explica bien este concepto en sí
contradictorio.
- Lc 24, 39 (“Palpadme, mirad: un fantasma no tiene carne ni huesos
como veis que yo tengo”) parece presentar una tradición de un cuerpo
del Resucitado absolutamente craso, aunque con propiedades
especiales como la luminosidad, penetrabilidad a través de las paredes,
etc.
Sorprende en extremo al lector cuidadoso que un suceso tan
importante en la constitución del cristianismo primitivo como la
resurrección de Jesús esté atestiguado de una manera tan confusa y
contradictoria. ¿No interesó a la comunidad al principio reunir los
testimonios más importantes y contrastarlos? ¿Fue la resurrección un
evento de orden espiritual e íntimo de modo que cada uno de los
testigos contó a su manera, tal como lo percibía?
Por tanto la historia sólo puede constatar la creencia en la resurrección
entre los primeros cristianos y que ésta explica el hecho de las
apariciones. No es necesario insistir en explicación alguna, psicológica o
espiritual, de este fenómeno de las apariciones porque no es tarea de
un historiador. La historia trata de fenómenos repetibles y
comprobables, y la resurrección y las apariciones no lo son. Lo único
que el historiador debe constatar una vez más es que sin la firmísima
creencia en que Jesús seguía vivo entre sus discípulos, que había
resucitado, no se explica el origen del movimiento de sus seguidores
que en pocas decenas de años iban a formar un grupo bien diferenciado
entre los judíos piadosos del entorno.
La disparidad e incluso contradicciones de los testimonios que nos
hablan de la resurrección de Jesús hace que muchos de los
historiadores del cristianismo primitivo piensen que es imposible que la
creencia en esta resurrección se generase en Jerusalén: un grupo
cohesionado y pequeño no pudo dar lugar a tradiciones tan dispares y
contradictorias. Pero este mismo argumento es válido para negar su
nacimiento en cualquier otro lugar, Antioquía por ejemplo. A pesar de
la disparidad de tradiciones textuales sobre este evento, no es
imposible que tras un período de dudas se apoderara pronto del grupo
apiñado en Jerusalén la idea de que el Maestro seguía vivo de algún
modo: la vivencia era la misma en todos (la creencia en la
resurrección), pero la expresión de esa vivencia (las tradiciones que
hablan de ella) se realizó por personas diferentes y en lugares
diferentes, allí donde se creía haber gozado de una aparición del
Resucitado… en Emaús, en Jerusalén, más tarde en Galilea…. Esto
explica que la vivencia fuera común pero que se generaran tradiciones
muy dispares y en el fondo inconciliables y contradictorias: cada uno
contaba su experiencia como le parecía, lo que dio origen a líneas
diversas de tradiciones y leyendas complementarias; por ello los
relatos de las apariciones son tan diferentes y contradictorios. Unos
afirmaban que Jesús se había presentado ante ellos como dotado de un
cuerpo etéreo y casi transparente, que podía atravesar las paredes
(Lc,24,36-37); otros que lo habían visto como un cuerpo real que podía
comer (Jn 21,12) y ser palpado (Jn 20,17.25). Poco a poco a estos
relatos de apariciones se unieron otras historias –también provenientes
de diversas personas y por tanto diferentes— acerca de la tumba vacía
de Jesús.
Conclusión:
Como sólo llegamos a esto por medio del análisis riguroso de los textos
de los que disponemos, no se puede afirmar que se pueda probar
históricamente que Jesús resucitó. No se puede.
En parte, y por otras vías totalmente distintas, llegamos a una
conclusión similar a del documental sobre "La tumba perdida de Jesús".
Por último y como conclusión general de toda esta historia generada
por el támdem Cameron-Jacobovici un trío de preguntas que incitan a
la tristeza:
• ¿Por qué la gente cree cosas tan tontas?
• ¿Por qué algunos periodistas se empeñan en presentar estas noticias
como: “se acaba de demostrar que…”, “Se ha descubierto que…” “Una
noticia que va a revolucionar toda la historia del cristianismo
primitivo…”
•¿Tienen alguna relación estas dos preguntas entre sí?
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