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Lenguaje infantil

Las holofrases son amalgamas, unión de varias palabras adultas en un solo signo con
valor comunicativo oracional, es decir, tienen el valor de una frase completa. Por
ejemplo, "magua" equivale a "mamá, dame agua". Estas son las primeras unidades
lingüísticas que aparecen a partir de los 12 meses en la adquisición morfosintáctica.
Los signos se aprenden memorísticamente, a modo de etiquetas, y se utilizan en
contextos específicos, siempre similares.

Uno de los argumentos más aducidos en defensa de la holofrase es la capacidad que


tiene el niño en esta etapa de compresión de oraciones sencillas. En estas emisiones
prevalecen determinantes sintácticos, ya que reflejan frases completas de la
estructura profunda y equivalen a oraciones. Los niños poseerían ya un conocimiento
gramatical básico y un conocimiento de la estructura sintáctica de las oraciones. Todo
ello supone que existe una continuidad entre esta etapa y el resto de la adquisición
morfosintáctica (McNeill:1970).

Desde la postura contraria, se aboga por una discontinuidad y por la no equivalencia


de estas emisiones con oraciones completas. Bloom indica la necesidad de tener en
cuenta el contexto situacional en la interpretación de las emisiones holofrásticas.
Slobin (1971) señala que no se podría hablar de gramática infantil hasta que no
aparecen las combinaciones de palabras. Asimismo, para Piaget (1952), las palabras
aisladas son etiquetas no susceptibles de diferenciación lingüística.

Otros autores como Greenfield (1968) o Smith (1970) se inclinan por una continuidad,
pero no de base sintáctica, sino semántica y conceptual. Las emisiones del niño
derivan de una base semántica subyacente y responden a conceptos semánticos
tales como agente, objeto, acción, etc. El niño aprendería la lengua aprendiendo
reglas que relacionan intenciones semánticas con relaciones de superficie.
Efectivamente, un enfoque en términos de funciones semánticas resulta más plausible
si consideramos la enorme dificultad de analizar sintácticamente las emisiones de una
palabra.

Crystal et al (1978) rechazan, por un lado, el término holofrase porque asume sin
discusión que las emisiones de una palabra son oraciones, y rechaza también esta
perspectiva semántico-cognitiva y la caracterización del Estadio I sobre la base de
significados, funciones, o intenciones. Esto no está reñido con la continuidad, en favor
de la que se aduce:

 Que la etapa de una palabra no es monolítica, sino que se observa en ella una
gran progresión lingüística.

 Que no es fácil deslindarla de la que le sigue ya que a menudo en ella aparecen


combinaciones de palabras y, a la inversa, en la etapa de dos palabras a veces se
emiten palabras aisladas.
 Que una holofrase puede ir acompañada de una entonación que le dé un carácter
secuencial.

 Que el tránsito de las emisiones de una palabra a las emisiones de dos palabras
supone una extensión de las holofrases y no una sustitución de las mismas.

Lenguas polisintéticas
Algunas lenguas con un grado extremo de aglutinación poseen palabras fonológicas
que incorporan información sobre todos los participantes en una acción verbal al
punto que dicha palabra puede designar por completo todo un estado de hechos. Este
tipo de característica gramatical se presenta con mucha frecuencia entre las lenguas
indígenas americanas de caracter más aglutinante. De hecho el famoso políglota
William James Sidis afirmó que todas las lenguas americanas comparten una
"estructura holofrástica". Aunque esta afirmación parece sostenible ya que no parece
ser una característica de todas las lenguas americanas.

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