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Los orígenes del Grupo Adolfo Domínguez se remontan desde mediados del siglo XX,
con una empresa de confección de trajes fundada por Adolfo Domínguez padre. Pero en
1973, debido a su éxito, se inauguró la primera tienda en Orense, dando lugar a la
constitución de la sociedad Adolfo Domínguez e Hijos. En su comienzo, la composición
de la sastrería es de una estructura sencilla en la que las decisiones estratégicas eran
tomadas por el propio Adolfo Domínguez padre.
Esto es lo que llevaron a cabo en la empresa Adolfo Domínguez cuando, a la muerte del
fundador, se hace cargo Adolfo Domínguez hijo, estableciendo una estrategia
innovadora con productos de diseño y tejido ecológico, proyectando una campaña
publicitaria con el eslogan “La arruga es bella” que supuso un punto de inflexión en las
campañas de los diseñadores españoles y situándose al frente de la renovación del sector
en España al impulsar una tendencia pret-â-porter. A partir de los años ochenta
comienza el despegue empresarial con un posicionamiento en las principales ciudades
españolas y una expansión internacional. Se lanza la línea AD Básico y los primeros
perfumes. A finales de los 80 se cuenta con 7 tiendas propias, 300 clientes en España y
200 en el resto del mundo, lo que hace replantearse el canal comercializador. En los
primero años de la década de los 90 se abandona el sistema tradicional del sector de
colecciones estáticas y distribución mediante intermediarios, dirigiéndose a una gestión
integrada y global. Se establece un sistema de gestión vertical que engloba el diseño, la
producción y la distribución, todo ello gestionado a través de una extensa red de tiendas
propias y franquicias. En 1993 adopta una nueva estrategia de distribución y establece el
sistema just in time en la producción, lo que supone un ahorro en costes del 30% y
40% del precio al público y un mayor poder de mercado, logrando una gran
implantación en el sector textil, con una imagen de marca muy diferenciada y asociada a
un determinado estilo de vida.
Recibe una gran acogida en sus comienzos con la salida a Bolsa y se centran en la
diversificación de su oferta aumentando su gama de complementos, piel, lencería,
decoración, relojes, gafas y una línea de cosmética, perfumes y fragancias de hombre y
mujer. La década de los 90 finaliza con la empresa consolidada tanto a nivel nacional
como internacional y se sigue haciendo una apuesta muy fuerte por la expansión
internacional, que ha llevado a tener más de 700 tiendas por todo el mundo. Estos
últimos años Adolfo Domínguez ha demostrado ser una empresa consolidada, que
controla todas las fases del proceso productivo y comercial, donde se da gran
importancia a la selección, formación y motivación del personal, con la incorporación
de las últimas tecnologías para lograr un modelo de diseño, fabricación y distribución
integral, y así poder satisfacer las preferencias del mercado. Su patrón organizativo pasa
a ser una estructura híbrida entre funcional y multifuncional formada por una amplia red
de tiendas propias y franquiciadas, y contando la sociedad con un sistema de gestión
compuesto por un Consejo de Administración que mantiene un fuerte compromiso con
los accionistas y los potenciales inversores.
Sin embargo, la diversificación no siempre significa una ventaja. Los peligros que
parecen comunes a estas estrategias de diversificación se basan principalmente en la
creación de barreras que dificulten la salida, un exceso de valoración de las sinergias,
procesos obsoletos, pérdida de información de proveedores y negocios no rentables.
Las formas de ampliar el negocio son muchas, por lo tanto se debe saber seleccionar
cuál es la que mejor se adapta a los objetivos y filosofía de empresa. Querer crear
nuevos productos o abrirse a nuevos mercados sin hacer un estudio previo o sin
conocer realmente la organización, puede llevar a un rotundo fracaso comercial y
financiero. Decidir embarcarse en un proceso de diversificación debe ser estudiado
minuciosamente por la empresa y respaldado por análisis de viabilidad que garanticen
la supervivencia de la empresa en caso de fracaso.