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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia

(Publicado en Estudios Mirandeses XXVI (2006), pp. 81-105

Ha llegado el momento de exponer este misterio que


hasta ahora no se podía divulgar; ahora se nos ha
dado una evidencia de que podemos arriesgarnos a
hacerlo. (Zohar I, 22a)
Quienes quieran penetrar en el misterio de la
sabiduría encontrarán aquí un misterio de misterios
(Zohar II, 151b)

Se podría decir de la cábala, corriente mística del judaísmo que se desarrolló a partir
del siglo XII en las comunidades judías del sur de Francia y España, que es una doctrina de la
totalidad, y como tal intenta resolver los enigmas del cosmos y los problemas de la vida
cotidiana mediante un enfoque teológico-místico. La base de la cábala es, por consiguiente,
“el secreto de la ciencia de la Divinidad”; desde sus inicios, persigue descubrir las regiones
ocultas del misterio de la Divinidad y penetrar en sublimes secretos, con el fin de “religar” el
alma del hombre -por cuya naturaleza espiritual pertenece a los mundos superiores- con
Dios.
El misterio, lo oculto está también presente en la denominación que los cabalistas se
dieron a sí mismos: Baalé ha-sod “poseedores del secreto”, y dieron a la cábala: Hojmat ha-
nistar “ciencia de lo misterioso”.
Nuestro objetivo es, ahora, intentar desvelar cuáles son algunos de esos misterios y
secretos de los que trata la cábala, comenzando por definir qué es la Cábala y qué significa
dentro del universo religioso.
La primera dificultad que se nos plantea es intentar dar una respuesta exacta y veraz a
la pregunta de ¿qué es la Cábala?
El Diccionario de la Real Academia Española recoge las siguientes acepciones bajo el
lema “cábala”: 1. “Tradición oral que entre los judíos explicaba y fijaba el sentido de los
libros del Antiguo Testamento, ya en lo moral y práctico, ya en lo místico y especulativo”. 2.
“Arte vano y supersticioso practicado por los judíos, que consiste en valerse de anagramas,
transposiciones y combinaciones de las letras hebraicas y de las palabras de la Sagrada
Escritura, con el fin de descubrir su sentido. La cábala servía de fundamento a la astrología,
la nigromancia y demás ciencias ocultas”. 3. “Fig.: cálculo supersticioso para adivinar una
cosa”. 4. “Fig. y fam.: negociación secreta y artificiosa”. 5. “Conjetura, suposición”.
1
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Eliminando la dos últimas acepciones, reflejo del desconocimiento y la desconfianza que
durante siglos la lengua y el pensamiento judío despertaron en la cultura cristiana de
Occidente, podemos aceptar las otras como ciertas, aunque parciales: la primera apunta a dos
direcciones: por una parte, al significado propio del término hebreo qabbalah “tradición”, sin
ninguna connotación mística o esotérica y por otra, a la acepción más específica que el
término hebreo adquirió a partir de la Edad Media, la adquisición de un conocimiento
esotérico que facilite la unión del alma humana con Dios.
Si acudimos a los especialistas, veremos que hay casi tantas definiciones como
autores que se acercan al tema, lo cual es un ejemplo de la polisemia e imprecisión que
encontramos al intentar acotar el término.
Ofrezco, a continuación, algunas que, desde mi punto de vista, pueden ayudar a
comprender parte del significado de este término. Gershom Scholem, el pionero de los
estudios cabalísticos, define a la cábala como “el término tradicional y el que más
habitualmente se emplea para referirse a las enseñanzas esotéricas del Judaísmo y la mística
judía, en especial para las formas que adoptó en la Edad Media, desde el siglo XII en
adelante” 1 ; Charles Mopsik, en su breve pero clara obrita titulada ¿Qué es la Cábala? 2 habla
de “meditación y profundización intuitivas en la naturaleza de lo divino, basándose en una
enseñanza tradicional, transmitida desde los tiempos más remotos por sabios de la
antigüedad”. Alexandre Safran, por su parte, destaca que “la cábala es una doctrina de la
unidad. La realidad es un todo en el que lo visible y lo invisible, lo material y lo espiritual, se
penetran mutuamente, se unen” 3 . Joseph Dan afirma que la Cábala es sólo una de las muchas
formas del misticismo judío durante sus casi dos mil años de desarrollo. Desde el s. XIII se
impuso como la principal corriente, y su simbolismo se mantuvo y amplió en todas las
expresiones de la mística judía posterior 4 .
De todo lo dicho podemos concluir que la Cábala es una doctrina mística, teosófica y
esotérica que se da en el seno del judaísmo; es mística, en tanto en cuanto busca una forma
de conocer a Dios -que se basa, no en el intelecto, sino en la contemplación y la iluminación-,
y de establecer un contacto íntimo e inmediato con Él; es una doctrina teosófica que, como
tal, se interesa en la naturaleza de la Divinidad y en las relaciones que se establecen entre

1
G. Scholem, Desarrollo histórico e ideas básicas de la Cábala. Barcelona 1994
2
Ch. Mopsik Buenos Aires 1994.
3
A. Safran, Sabiduría de la Cábala. Barcelona 1998
4
J. Dan, The Early Kabbalah. New Jersey 1986
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Dios y el mundo, su creación; y es doblemente esotérica porque, no sólo se ocupa de un
conocimiento oculto, sino que su aprendizaje está reservado a unos pocos elegidos que
cumplen una serie de requisitos; por último, es una doctrina anclada en el judaísmo y en sus
valores religiosos; se concentra principalmente en la idea de un Dios vivo que se manifiesta
en los actos de la Creación, Revelación y Redención, y en la Torá, o libro de la Ley de
Moisés que, lejos de ser sólo el libro revelado por antonomasia y el libro religioso-histórico
del pueblo de Israel, adquirió pronto unas connotaciones más profundas, sobre todo en los
primeros círculos místicos que se formaron en Palestina. También el hebreo, idioma santo,
del que se sirvió el mismo Dios para crear el mundo, y en el que está escrita la Torá,
constituye uno de los pilares del judaísmo y, por tanto, de la mística judía. Este idioma
contiene las claves para desentrañar los más profundos secretos del Creador y de la creación.
En la descripción de la experiencia mística de los místicos judíos, en todos sus movimientos
místicos, estos elementos ocupan un importante lugar.

Desde el punto de vista histórico, se puede ubicar al movimiento místico judío que
llegaría a ser conocido como Cábala, en las postrimerías del siglo XII y comienzos del XIII,
al norte y al sur de los Pirineos orientales, donde surgió de un modo al parecer repentino.
Poco después de su aparición en Provenza, la cábala se trasladó a Gerona, en el condado de
Cataluña y desde allí se extendió por los reinos de la Península Ibérica, donde alcanzó la
cumbre de su desarrollo clásico a finales del siglo XIII con la aparición del Zóhar, el libro
principal de la Cábala. Tras la expulsión de los judíos de España, la cábala conoció un nuevo
impulso en Safed, y desde entonces hasta nuestros días, ha llegado a ser la principal corriente
de la mística judía.
Como resumen y colofón a lo dicho, resaltaremos que la Cábala es un movimiento
místico judío que se desarrolló en contacto con la cultura occidental medieval, pero que
entronca con tradiciones antiguas más o menos esotéricas que formaban parte del legado
cultural y religioso del judaísmo rabínico. Esta postura explica, por una parte, todos los
aspectos novedosos y desconocidos hasta entonces que encontramos en la Cábala, y por otra,
su éxito entre las clases más populares del judaísmo medieval, que la reconoció como algo
propio, pues enlazaba a la perfección con su propio universo religioso. La Cábala es una
forma nueva de mirar las tradiciones antiguas: el cabalista dota de nuevos valores y de
nuevos símbolos a los mismos textos bíblicos, relatos o leyes que el judío piadoso conoce

3
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
desde siempre y asume como propios; y aporta, de esta manera, a la larga cadena de
transmisión de la tradición oral judía, una nueva lectura que la enriquece y la actualiza.

• El misterio de la Torá

En sentido estricto, se denomina Torá –que en hebreo significa “enseñanza” y también


“Ley”- a los cinco primeros libros de la Biblia – el Pentateuco- que contienen la enseñanza
revelada por Dios a Moisés en el monte Sinaí, enseñanza que se convirtió en Ley para el
pueblo de Israel.
En sentido más amplio, es la denominación para todos los libros que componen la
Biblia hebrea: Pentateuco (Torá), libros proféticos (Nebiim) y Hagiógrafos o Escritos
(Ketubim).
Para los judíos, sin embargo, esta definición sería incompleta, pues solo hace
referencia a un aspecto de la Torá, que es la Torá escrita, pero no a la Torá oral.
¿Qué es, pues, la Torá oral? Es toda la tradición judía de sabiduría y enseñanzas dada
por Dios a Moisés, -o incluso a otros antes que él, como Abraham- y transmitida de
generación en generación, de boca en boca, de maestro a discípulo, hasta llegar a nuestros
días.
En las obras características de los círculos esotéricos judíos, que estaban activos en
los primeros siglos de nuestra era, encontramos relatos referidos a la Torá, en los que se le
otorgan unos valores divinos y misteriosos.
Muchos de estos relatos recogen las siguientes tradiciones que nos dan cuenta de esos
“misterios de la Torá” 5 :
1. Moisés ascendió al cielo –sobrepasando el Sinaí- en el interior de una nube
protectora (que le serviría como de vehículo), donde pasó 40 días y 40 noches en éxtasis,
aprendiendo la instrucción y la enseñanza de la Torá que Dios –como un maestro paciente- le
dio desde su trono divino. Antes de descender a la tierra, unos ángeles le entregaron las
claves para interpretar las distintas secciones de la Torá. Según este relato, la Torá no es
exactamente un libro revelado, sino, más bien, un libro enseñado por Dios y explicado o
comentado por los ángeles. El contenido de la Torá no es, por tanto, de tipo histórico o legal,
como se nos manifiesta en una primera lectura, sino que el contenido auténtico está oculto

5
Para un tratamiento más exhaustivo del tema, véase L. Ginzberg, The Legends of the Jews , Philadelphia 1968,
vols. III y VI
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
por debajo de su apariencia externa, y como encriptado, inaccesible para todos excepto para
quienes conocen las claves.
2. Junto con esto, cabe señalar las tradiciones que nos hablan de una Torá celestial,
preexistente a la creación, pues fue creada 2000 años antes del principio del mundo 6 , que
contenía en sí las leyes que rigen el mundo y el orden de la existencia, tal como fue
concebido por el Creador; estaba escrita “con fuego negro sobre fuego blanco” en el brazo
derecho de Dios.
Son muy numerosos los textos del Zohar que reflejan algunas de estas ideas:
Está escrito en la Torá: “Al principio creó Dios los cielos y la tierra”; Él miró
esta expresión y creó los cielos y la tierra. Está escrito en la Torá: “Haya luz”; Él miró
esas palabras y creó la luz; y de esta manera fue creado todo el mundo. Cuando todo
el mundo fue creado así, nada estaba todavía propiamente establecido, hasta que
decidió crear al hombre para que pudiera estudiar la Torá y, gracias a esto, el mundo
pudiera mantenerse con firmeza. Así, mientras concentra su mente en la Torá y en
adentrarse en sus profundidades, la Torá sostiene al mudo; y del mismo modo que el
Santo, bendito sea, miró la Torá y creó el mundo, así el hombre mira la Torá y
mantiene el mundo vivo. La Torá es, pues, la causa de la creación del mundo y
también el poder que mantiene su existencia. Por eso es bendito aquel que se dedica a
la Torá porque es el guardián del mundo 7 .

3. Otro hecho a tener en cuenta que facilitó el carácter esotérico de la Torá es que
originalmente el texto bíblico era sólo consonántico, no estaba vocalizado ni puntuado, lo
cual propiciaba una multiplicidad de lecturas 8 ; así concebido, el texto bíblico consonántico es
siempre susceptible de nuevas lecturas e interpretaciones, lo que le hace ser una fuente
inagotable de revelación para el místico; en su interior, bajo una capa externa de palabras
cuyo significado fue limitado por unas vocales, se encierra “el misterio”, en hebreo, el Sod;
también este vocablo hebreo encierra un misterio, pues el valor numérico de la palabra “sod”
es 70, y es a esto a lo que se alude cuando se habla de las “70 caras de la Torá”; por eso, un
cabalista de Zaragoza, Bajya ben Aser, decía:
“el rollo de la Torá está escrito sin vocales a fin de permitir que el hombre lo
interprete como desee… puesto que las consonantes sin las vocales soportan múltiples
interpretaciones…cuando el texto está vocalizado sólo tiene un significado, pero sin

6
Midrás Génesis Rabbá 8&2
7
Zohar II, 161b
8
Tomemos, por ejemplo, la palabra española formada por las siguientes consonantes: CNTR; al no estar fijadas
sus vocales ni acentos, el número de lecturas y, por consiguiente, de significados que se pueden derivar de ella
es muy numeroso: contar, cantar, cantor, contaré, cantaré, cántaro, cantara, cantaría, contaría, contará, centro,
centra, contra…etc; pero en el momento en que vocalizamos la palabra y le ponemos su acentuación, sólo una
lectura y un significado son posibles.
5
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
las vocales el hombre puede interpretarla haciendo muchas cosas, numerosas,
maravillosas y sublimes” 9 .

En el Midrás Tehillim 10 se recoge la siguiente afirmación:


“Nadie conoce el verdadero orden de la Torá, pues los trozos de la Torá no
nos vienen dados en su secuencia auténtica. En caso contrario, cualquiera que leyese
en ella podría crear un mundo, dar vida a los muertos y realizar milagros. Por ello ha
permanecido oculto el orden de la Torá y solo a Dios le es conocido”.

La siguiente conclusión se deriva de lo dicho hasta ahora: la Torá tiene un significado


abierto, para todos los hombres, pero tiene, además, un significado oculto que sólo algunos
podrán descubrir. Una exposición detallada sobre los diferentes planos de sentido de la Torá
se encuentra descrita en un célebre pasaje del Zóhar que se ha convertido en un locus
classicus de los cabalistas.
...En efecto, la Torá deja salir una palabra de su funda, y ésta aparece por
un momento y se oculta enseguida. Y siempre que sale de su funda y se vuelve a
esconder con rapidez, lo hace tan sólo para aquellos que la conocen y están
habituados a ella. Porque la Torá es como una amada hermosa y bien
proporcionada que se oculta en un recóndito aposento de su palacio. Tiene un
único amante -cuya existencia todo el mundo ignora- que permanece escondido.
Por amor a ella merodea el amante continuamente ante la puerta de su morada y
deja vagar sus ojos buscándola en todas direcciones. Ella sabe que el amado está
constantemente alrededor de la puerta de su morada. ¿Qué hace? Entreabre
ligeramente la puerta en el escondido aposento donde se encuentra, desvela por
un instante su rostro al amado e inmediatamente lo oculta otra vez. Todos los
que pudieran estar junto al amado nada verían ni percibirían. Únicamente él lo
ve, y su interior, su corazón y su alma van en pos de ella, pues sabe que por su
amor la amada se ha manifestado un instante y ha ardido en su amor. Lo mismo
ocurre con las palabras de la Torá. Sólo se revela a quien la ama. La Torá sabe
que un místico deambula cada día alrededor de la puerta de su morada. ¿Qué
hace? Le muestra su faz desde su oculto palacio y le hace señas, y regresa
inmediatamente a su lugar y se esconde. Todos los que allí se encuentran no ven
ni saben nada; sólo el místico, con toda su intimidad, su corazón y su alma se
dirige en pos de ella. y por esto es la Torá manifiesta y hermética y se enciende
en amor por su bienamado y despierta el amor en él. Ven y mira: así es el
camino de la Torá. Al principio, cuando desea por primera vez revelarse al
hombre, le hace brevemente una seña. Si él comprende, tanto mejor; si no la
comprende, manda a alguien en su busca y lo tacha de insensato. La Torá dice a
aquel a quien ha hecho su mensajero: “Di a aquel necio que debe venir aquí para
que yo le hable”. De ahí estas palabras: El insensato retorne aquí, dice ella a los
que tienen el entendimiento oscurecido (Proverbios 9:4). Cuando por fin viene a

9
En Mopsik, Qué es la cábala p. 67
10
Comentario al Salmo 3
6
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
ella, comienza a decirle detrás de una cortina palabras que hablan a su
entendimiento, hasta que llega muy lentamente a vislumbrar y penetrar el
sentido, y esto se llama derasá (interpretación homilética). Entonces conversa
con él a través de un delgado velo de palabras alegóricas y a esto se le conoce
bajo el nombre de aggadá (narración). Sólo en este momento, cuando se ha
familiarizado con ella, se manifiesta a él cara a cara y le habla de todos sus
secretos ocultos y de todos los caminos escondidos que se encuentran en su
corazón desde los más lejanos días. Entonces se considera a un hombre perfecto,
se le llama “Maestro”, lo que quiere decir en sentido propio “esposo de la Torá”,
como el señor de la casa al que ella revela todos sus secretos y nada le oculta ni
le calla. Le dice: Comprueba ahora cómo en la seña que te mandé al principio en
una palabra se encuentran encerrados tantos misterios, y cuál es la verdadera
realidad. y entonces se convence de que, efectivamente, nada se puede quitar ni
añadir a esas palabras. y sólo entonces se esclarece para él, tal como es, el
verdadero sentido de las palabras de la Torá, a cuyo texto no se puede añadir ni
quitar una sola letra. y por ello deben los hombres poner gran esfuerzo en
ocuparse de la Torá, a fin de convertirse en sus amados de la forma que ha sido
descrito 11 .

¿Cómo desentrañar los misterios de la Torá?


Así pues, la Torá tal como nos ha llegado es, según estas tradiciones mencionadas, un
texto codificado, que esconde bajo su capa más externa una verdad universal y eterna, a la
que sólo unos pocos elegidos pueden acercarse.
El deseo de descubrir esa verdad, o parte de ella, ha guiado a muchos hombres de
todos los tiempos. Los métodos de interpretación que los rabinos aplicaban al texto bíblico
desde los primeros siglos de nuestra era, perseguían, en última instancia, penetrar las distintas
capas de lectura de la Torá para llegar a la más oculta.
El siguiente texto, representativo de la actividad esotérica que se llevaba a cabo en los
primitivos círculos místicos del judaísmo rabínico, es rico en simbolismos: en él, el estudio
de la Cábala se compara con la entrada en un jardín espléndido, pero peligroso, el Pardés,
nombre hebreo con el que se denomina al Paraíso. Pero además las cuatro consonantes de la
palabra PaRDéS representan, según la regla del notaricón (o acrología) los cuatro niveles de
interpretación de la Torá: la P alude a Pesat, el significado literal del texto, el más simple e
inmediato; la R alude a Remez, el significado alegórico del texto, un nivel más elevado de
interpretación, llevado a cabo principalmente por filósofos; la D alude a Derás, nivel
exegético, inquisitivo, que interpreta el significado real del texto, y por último, la S de Sod

11
Zohar II, fol. 99a-b

7
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
“secreto”, el significado místico, esotérico del texto, nivel relacionado con la teosofía, la
metafísica y la revelación de cosas sobrenaturales, secretas y misteriosas.
Cuatro entraron al Pardes: Ben Azay, Ben Zoma, Ajer y Rabí Aquiba. Ben Azay echó
una mirada y murió. A él se refiere el versículo: Preciosa es a los ojos de YHWH la
muerte de los que le aman (Sal 116,15).
Ben Zoma echó un vistazo y perdió la razón. De él dice la Escritura:¿Has hallado
miel? No comas más de lo que necesitas. (Pr 25,16).
Ajer echó un vistazo y cortó los tallos. De él dice la Escritura: No permitas que tu
boca haga pecar a tu carne (Qoh 5,5)
Rabí Aquiba entró en paz y salió en paz. De él dice la Escritura: Llévame en pos de ti.
Corramos (Can 1,4) 12

El relato advierte, también, de los peligros que corren quienes se lanzan a la


experiencia mística sin una preparación adecuada. Según este relato, tan sólo Rabí Aquiba
salió ileso de la experiencia, lo que le permitirá ser considerado como figura central de las
corrientes místicas y esotéricas, junto con Rabí Yismael, del que también se cuentan en el
Talmud algunas experiencias de tipo místico.

• Los misterios de la lengua hebrea

Otra característica de la mística judía, íntimamente relacionada con el punto anterior,


y a la que ya hemos hecho alguna referencia, es la concepción de la lengua hebrea como
lengua santa (leshon ha-qodesh), y la diferencia que se establece con las otras lenguas, las
lenguas profanas, que son resultado de una convención; la lengua hebrea, de la que Dios se
sirvió para crear el mundo, refleja, en su forma más pura, la naturaleza espiritual básica del
mundo; todo lo que existe es una expresión del lenguaje de Dios, del que el lenguaje humano,
aunque sea el hebreo, es un mero reflejo. Los primeros capítulos del libro del Génesis nos
presentan la creación del mundo como un acto lingüístico: “Dijo Dios: haya luz, y hubo luz”
y la tradición rabínica afirma que Dios creó el mundo mediante diez palabras (maamarot) 13 .
Según Gen 1, 3, Dios creó la luz cuando dijo en hebreo esa palabra: “luz” (or). La luz pudo
empezar a existir de esta forma porque, en opinión de los rabinos, existe una conexión entre
el sonido de la palabra or y la luz en cuanto tal. El sonido de ese término (or) contiene de
hecho la fórmula, el paradigma de la luz, mientras que, a la inversa, toda la luz que hay en el

12
En Hejalot Zutarty, “el Libro menor de los Palacios celestiales”. Los mss. de todos esos textos fueron
publicados por P. Shäfer, Synopse zur Hejalot Literatur (Tübingen 1981); hay una ed. crítica publicada por
R.Elior, Jerusalem Studies in Jewish Thought, Supplement I, 1982.
13
Por ejemplo, en el tratado misnaico Abot 5,1
8
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
mundo es una expresión de la palabra or. De hecho, Dios hace que surja la luz utilizando
precisamente esta combinación de sonidos. La palabra para “luz” (or) no es sólo una palabra,
sino un nombre propio para la luz, un nombre fijo que pertenece a la luz; esta palabra (or)
constituye una expresión de la naturaleza de la luz.
Cuando Dios creó la luz pronunciando el sonido de la palabra or, estaba empleando,
al mismo tiempo, la combinación de letras alef-waw-res (que componen en hebreo esa
palabra). El nombre “luz”, alef-waw-res, es una fórmula por medio de la cual se puede crear
la luz. Esta combinación específica de letras representa la naturaleza de la luz. Cada uno de
los diez actos divinos de creación implica la pronunciación de unas letras en una secuencia y
combinación concretas. Según eso, todo lo que descubrimos alrededor de nosotros en el
mundo constituye el resultado de una combinación de letras pronunciadas por Dios en una
secuencia particular; en resumen, el mundo entero, todo lo que existe, ha sido creado
mediante una combinación de letras.
El siguiente texto del Zohar es elocuente en este sentido:
Dijo Dios: que haya luz, y la luz fue. Estas palabras indican que ya había luz.
La palabra Or (AWR) contiene en sí misma un significado oculto. La fuerza expansiva
procedente de los recovecos ocultos del éter superior abrió una senda y produjo de sí
misma un punto misterioso, o mejor dicho, el En Sof (Ilimitado) rajó su propio éter y
descubrió este punto, la Yod. Cuando éste se expandió, lo que quedó del misterioso
éter (AWYR) se vio que era luz (AWR). Cuando el primer punto se desarrolló a partir
de él, se mostró por encima de él, entre tocándolo y no tocándolo. Cuando se
expandió, emergió en ser, y fue luz (AWR) surgida del éter (AWYR); Y a eso nos
referimos cuando decimos que “había sido” previamente y así subsistió. La luz brotó,
se separó y se ocultó, peró quedó un punto al que continuamente se acerca por sendas
invisibles, tocándolo y no tocándolo, iluminándolo a la manera del primer punto del
cual salió. De esta manera, todo está unido entre sí, alumbrándose mutuamente.
Cuando (la luz) se eleva, todas las cosas se elevan y se unen a ella, hasta conseguir
alcanzar el lugar de En Sof, donde se guarda y todo se vuelve uno. Este punto de la
palabra Or (AWR) es Luz 14 .

En uno de los más antiguos textos místicos del judaísmo, el Sefer Yetsirá, se describe
el proceso cosmogónico mediante la combinación de letras hebreas, que son algo así como
los ladrillos de los que se sirve el Arquitecto Divino para la construcción de su mundo:
Veintidós letras de fundamento: las grabó, las talló, las combinó, las pesó y las
permutó, y con ellas formó todos los seres que existen y existirán.... ¿Cómo lo hizo?

14
Zohar I,16b
9
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Las combinó, las pesó y las permutó, alef con todas y todas con alef, bet con todas y
todas con bet, y así sucesivamente; y todo ser y toda palabra emana de un Nombre. 15

Técnicas para descubrir el secreto:


Entre las técnicas exegéticas que desarrollaron los rabinos y que aplicaron a la
interpretación del texto de la Biblia, se encuentran algunas relacionadas con las letras
hebreas: las principales son la guematria, o valor numérico de las letras, el notaricón o
acrología y la temurá, o permutación.
La técnica de la guematria, aplicada a la interpretación bíblica, consiste en sumar el
valor de las letras que componen las distintas palabras y establecer relaciones entre aquellas
que tengan el mismo valor numérico.
El Notaricon o la acrología consiste en considerar una palabra como formada por
varias, interpretando, por ejemplo, cada letra que la compone como la inicial de otra palabra,
con la que se puede establecer fácilmente asociaciones. Esto hace que se multipliquen los
sentidos de una misma palabra.
La técnica de la Temurá, o permutación, consiste en sustituir las letras de una palabra
por otras en función de un código dado. Así, el sistema ATBaS se basa en la sustitución de la
primera letra del alfabeto (alef) por la última (taw), la segunda (bet) por la penúltima (sin)
etc.
Ejemplos de Guematria y Notaricón
El valor normal de una palabra se calcula sumando todos los valores numéricos de las
letras de la palabra. Por ejemplo, el valor normal de la palabra adam, “hombre”, que se
escribe alef (1), dalet (4) y mem (40) es 45. Pero las palabras tienen, además, un valor pleno
(milluy), que se obtiene escribiendo el nombre completo de las letras que componen una
palabra y calculando luego su valor numérico ordinario. Para calcular el valor pleno de la
palabra adam hay que escribir los nombres de sus tres letras hebreas. El nombre de la primera
letra, alef, se escribe alef (1), lamed (30) y pe (80), que dan un total de 111. El nombre de la
segunda letra, dalet, se escribe dalet (4), lamed (30) y taw (400), en total 434. Y finalmente
el nombre de la tercera letra, mem, se escribe mem (40) y mem (40), en total 80. El valor
pleno de adam es según eso 111 + 434 + 80 = 625.
El valor oculto de una palabra (neelam) se calcula restando el valor ordinario del valor
pleno. El valor oculto de adam es por tanto 625 – 45 = 580.

15
Aryeh Kaplan, Sefer Yetsirá , El libro de la Creación, Madrid 1994
10
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Un ejemplo de la utilización de la guematria en la literatura rabínica se encuentra en el
Talmud babilónico (Yomá 20a), donde se afirma que Satán no tiene poder sobre los hombres
durante el Día de la Expiación. Como prueba de ello se aduce el hecho de que el valor de las
letras de la palabra “el Satán” (ha-Satan: he-5, sin-300, tet-9 y nun-50) es exactamente 364.
De aquí deducían los rabinos que Satán tenía poder durante 364 de los 365 días del año, pero
no en el día restante, el Día de la Expiación.
Un ejemplo de notaricon puede hallarse en el Talmud babilónico (Sotá 5a): “Rabí
Yojanán dijo: el término para ‘hombre” (adam, escrito como alef-dalet-mem) hace referencia
a “polvo” (efer, cuya letra inicial es alef), “sangre” (dam, cuya letra inicial es dalet) y “hiel”
(mara, cuya letra inicial es mem).

 Los misterios de Dios y su creación


Hasta ahora hemos comentado algunos de los aspectos presentes en la cábala y en la
mística judía de todos los tiempos. Pero lo que de verdad interesa a la Cábala es descubrir la
naturaleza de la divinidad, de su vida interior, para hallar vías de comunicación entre este
mundo terrenal y los mundos superiores y encontrar las claves para conseguir resolver los
misterios más profundos del cosmos junto con los problemas de la vida cotidiana. La
solución de todos estos misterios proporcionará al hombre la capacidad de influir de forma
positiva en todo el sistema y elevarse desde su naturaleza terrenal al nivel celestial para el que
fue creado.
Si decimos que por su obra se conoce al autor, hemos de reconocer que la Creación
entera nos habla de su Autor; es su reflejo, la forma en la que Dios se hace perceptible al
hombre, como afirma el salmista: Los cielos proclaman la gloria de Dios, el firmamento
pregona la actividad de sus manos 16
El relato de la creación que aparece en los primeros capítulos de la Biblia describe las
sucesivas etapas por las que Dios, el Infinito, el Eterno, trajo a la existencia, por puro acto de
su voluntad, algo distinto a Él: el mundo.

La Creación según la cábala:


El autor del Zohar, obra cumbre de la cábala medieval, parte del concepto del punto
primordial como fuente de la que van brotando las Sefirot o cualidades divinas y a partir de
16
Sal 19
11
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
las cuales se va desarrollando la creación. La creación, que comienza con la letra Bet 17 , tiene
como ésta, un valor doble, se muestra bajo dos aspectos del mismo acto, es decir, en el
momento de la creación aparece un mundo superior, el de las Sefirot, que representaría la
unidad dinámica de Dios, y otro mundo inferior o de la separación, donde la diferenciación
de las cosas empieza a desarrollarse y donde se expresa la creación visible. La verdadera
esencia de Dios se encuentra tanto en el mundo superior como en el inferior, pues todo está
ligado a todo, todos los elementos de la creación son eslabones de la misma cadena.
En su origen, cada cosa estaba en relación mística con todas las demás, como un gran
todo; se podía aprehender esa realidad sin necesidad de utilizar símbolos; toda la creación era
de naturaleza espiritual. Fue la “Caída”, o la aparición del mal, lo que hizo que estas formas
espirituales que habían sido creadas adoptaran formas materiales, ya que Dios, con motivo
del pecado, o de la incursión del mal, se volvió trascendente – se alejó-, perdiéndose, de este
modo, la unión armónica original: entonces empezó la diferenciación de todas las cosas y su
existencia aislada.
Los siguientes textos son un ejemplo del tratamiento que estos temas tienen en el
Zohar:
Dijo R. Isaac: ‘La luz que el Santo, bendito sea, hizo en el momento de la
Creación iluminaba el mundo de un extremo al otro, pero pronto fue ocultada. Así, los
enemigos del mundo no pudieron gozar de ella, y por su culpa, tampoco los mundos
pudieron disfrutarla. Está, desde entonces, reservada para el justo, como está escrito:
La luz ha aparecido para el justo (Sal 97,2); entonces los mundos exhalarán sus
perfumes y todos volverán a ser uno, pero hasta que llegue el mundo futuro, esta luz
permanecerá oculta y guardada. Es la luz que salió de la oscuridad, que fue tallada
por los golpes del Más Oculto; del mismo modo, de esta luz que fue guardada, tomó
forma una vía de acceso secreta hacia el mundo inferior de la oscuridad en el que
pudo residir la luz. ¿Cuál es la oscuridad inferior? Es a lo que llamamos “noche”, de
la que está escrito:...y a la oscuridad, llamó noche (Ge 1,5) 18

[...] Esta imperfección (causada por la caída) se podía ver en la luna, hasta
el momento en que Israel esperó ante el Monte Sinaí, cuando la luna se vio libre de su
defecto y pudo brillar continuamente 19 .

Cuando pensamos que Dios es infinito y que Él llena todo, podemos


comprender que cualquier idea de creación hubiera sido imposible sin el Zimzum
(contracción). Pues ¿cómo se puede meter agua en un vaso que está lleno hasta el

17
Segunda letra del alfabeto hebreo, con valor numérico de dos; es la inicial de Bereshit, primera palabra del
Génesis.
18
Zohar I, 32a
19
Zohar I, 53a
12
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
borde? Como Dios era todo, Él no podía ni agrandarse ni disminuir. Pero como la luz
de Dios es de una tal pureza y un tal esplendor que eclipsa todo, entonces, a fin de
hacer posible la existencia de los dos mundos, el celestial y el material, el Señor sacó
su poderosa luz de una parte de Sí mismo...Así nos explicamos la formación de cuatro
mundos: Emanación (Azilut), Creación (Beriá) Formación (Yezirá) y Acción (Asiyá) 20

Pero, para poder llegar a comprender algo de todo esto, es necesario analizar
previamente la doctrina básica de la Cábala. De forma esquemática, que ampliaré en la
medida de lo posible a continuación, podemos decir que esta doctrina se basa en las
siguientes reglas:
1. Hay un principio único y eterno, la única Realidad, que es la Causa de todo lo que
es, fue o será. A esta causa, identificada con Dios, los cabalistas le dan el nombre de En Sof,
lo Ilimitado, lo Infinito.
2. De esa Causa primera surgen, por emanación, tres primeras esencias (tres primeras
sefirot) que son manifestaciones del Ser oculto: dos se oponen y se complementan y la tercera
las equilibra.
3. A partir de estas tres se desarrollan las siguientes, en una multiplicidad infinita de
sucesivas emanaciones.
4. El cosmos entero surge de este plan de emanaciones o manifestaciones: es el
llamado macrocosmos.
5. El hombre es un microcosmos, pues contiene en sí los mismos elementos del
cosmos, del que es la imagen..
6. Ambos, macrocosmos y microcosmos, están sometidos a las leyes divinas.
Todos estos conceptos se materializan en la cábala mediante la elaboración de un
mundo simbólico, cuya imagen más representativa es el árbol sefirótico, y de una teosofía
basada en una idea de Dios diferente a la tradicional del judaísmo. O dicho de otra manera:
con los conceptos de En Sof y las Sefirot.
Desde sus inicios la cábala muestra un gran interés por describir la naturaleza del
remoto e inalcanzable Dios infinito (al que denomina En-sof), y de su aspecto revelado,
manifiesto a los hombres en una estructura compleja y dinámica de los poderes divinos
conocida generalmente como Sefirot.
En Sof, “lo infinito, lo que no tiene fin”, es la denominación acuñada por la Cábala
para referirse al Dios trascendente, al Dios oculto, a la Causa Primera de los racionalistas o al

20
Citado en A. Bension, El Zohar. Revelaciones del “Libro del esplendor” Barcelona,2000, pág. 33
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Uno de los neoplatónicos. En la Edad Media, los pensadores judíos, influidos por las
doctrinas de la filosofía grecolatina, elevaron a Dios hasta unos niveles de abstracción
inaccesibles para el hombre; es cierto que el Dios de la religión judía, el Dios creador, que se
revela a su pueblo y se comunica con él por medio de los profetas, que se da a conocer en la
Torá, resulta un Dios a veces demasiado personal, demasiado cercano, demasiado “humano”,
pero el Dios de los filósofos es un ser tan alejado, tan absolutamente trascendente, que
difícilmente el hombre místico puede tender a El: “ninguna criatura -dice Scholem- puede
aspirar a un Dios desconocido y oculto. En última instancia, todo conocimiento de Dios está
basado en una forma de relación entre Él y su criatura; es decir, en una manifestación de Dios
en otra cosa, y no en una relación entre Él y Él mismo” 21 . Los cabalistas no quieren renunciar
a la idea del Dios oculto y trascendente de los filósofos, pero necesitan confirmar la presencia
viva de Dios, del Dios creador que se preocupa de todas sus criaturas, el Dios bueno, sabio y
justo, del que habla la Biblia y del que se pueden predicar una serie de atributos que se
corresponden con la escala de valores morales del propio místico.
Para intentar conciliar esos dos extremos, y para explicar el proceso de salida del
ocultamiento divino hacia su manifestación y la subsiguiente creación de algo ajeno al propio
Dios, los cabalistas recurren a unas entidades intermedias, perfectas en cuanto que emanan de
Él, pero limitadas e imperfectas en sí mismas; estas entidades denominadas sefirot,
constituyen el sistema de las diez emanaciones que sirven de puente entre el Infinito
trascendente y el mundo creado.
A esta doble búsqueda del pensamiento especulativo y religioso responde la distinción
fundamental entre En Sof, trascendencia absoluta, oculta e infinita, y las diez Sefirot que
denotan la Divinidad en tanto en cuanto se relaciona con las criaturas.
El término hebreo Sefirá (plural, Sefirot), que aparece por primera vez en el Sefer
Yetsirá, ha sido interpretado de diversas formas; etimológicamente, la palabra deriva de la
raíz hebrea SaFaR, “contar”, pero pronto se puso en relación con otras, como la griega sfaira,
“esfera”, o la hebrea sappir “zafiro”, que aportaron al término nuevos matices de significado
relacionados la luz y el resplandor.

21
G. Scholem, Las grandes tendencias... p. 31

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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Las Sefirot constituyen el mundo de Atsilut, o de la Emanación, concepto tomado por
los cabalistas de la filosofía neoplatónica que tuvo un gran impacto en el misticismo judío y
en el misticismo cristiano de finales de la Edad Media;
En resumen: el sistema sefirótico viene a ser un puente entre el Infinito trascendente y
el mundo creado, un canal de energía Divina por el que Dios se da a conocer al hombre bajo
distintas manifestaciones que representan, además, secuencialmente, las distintas etapas del
proceso creativo, mediante el cual Dios generó, desde el mismo núcleo de Su ser infinito, la
progresión de reinos creados que culminan en nuestro universo físico finito.
En palabras del Zohar:
“Antes de que Dios creara una forma en el Universo, antes de que produjera una
imagen, estaba solo, sin figura ni semejanza con nada. ¿Quién podría comprenderle
tal como era antes de la creación si no tenía ninguna forma?... Pero cuando creó la
imagen del hombre ideal (denominación de las Sefirot en su conjunto) se sirvió de ella
como de una Carroza para descender. Quiso ser nombrado bajo esta figura, y a ella
corresponde el santo tetragrama. Quiso ser nombrado según sus atributos, y ser
conocido por cada uno de ellos en particular, a saber: El, Elohim, Shadday, Sebaot y
YHWH, siendo cada uno de ellos un símbolo para el hombre de sus diferentes
atributos divinos, y manifestar que el mundo se sostiene por la Gracia (El) y la
Justicia (Elohim) según las acciones humanas. Y si no hubiera derramado sus luces
sobre todas sus criaturas, ¿cómo podríamos conocerle? Así pues, cada imagen bajo la
cual nos lo imaginamos designa solamente su imperio sobre tal o cual orden de las
criaturas. Cuando se le despoja de todo esto, no hay en Él ningún atributo, ninguna
semejanza, ninguna forma” 22 .

Las Sefirot y las luces


El símbolo fundamental y más empleado en la cábala para referirse a las Sefirot es el
de la luz y el esplendor. La concepción de la Divinidad como una enorme fuente de luz que
propaga esferas luminosas a su alrededor, es un elemento recurrente en las obras cabalísticas.
Todas las características que la ciencia atribuye a la luz -fuerza de energía pura, fuera
del tiempo y del espacio, que se difunde por todo el universo en una infinidad de destinos y
movimientos- son notablemente similares a las que los cabalistas, que consideran a Dios
como la luz suprema, le atribuyen.
Es como una lámpara que lanza luz en todas direcciones; pero cuando nosotros nos
aproximamos a la brillantez hallamos que nada hay fuera de la lámpara. Así es la Luz de
todas las luces 23

22
Raya Mehemna 42b
23
En A. Bension, El Zohar… p. 66; Zohar I, 32a
15
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Cada eslabón en la cadena de las Séfirot es descrito como una nueva eclosión de luz;
el descenso del influjo divino es un torrente de luz; y el mundo de la emanación en su
conjunto es un mar de brillante esplendor. La diferenciación entre las luces de la emanación
se produce por su coloración por la kav ha-middah (la medida estándar), que actúa en el
dominio de la primera sefirá.
En las primeras obras de la literatura cabalística solo aparecen mencionados los
colores de algunas sefirot: Kéter, un blanco radiante, Geburá, de color rojo intenso, Hesed,
blanco y Tiféret, amarillo:

Los colores misteriosos y no revelados que están enlazados en “un lugar”forman


una unidad superior; los colores de la inclinación hacia abajo en la que se unen
blanco, rojo y amarillo, correspondientes a los otros colores misteriosos, forman otra
unidad señalada por la fórmula “y su nombre es Uno” 24

El pecado es rojo, como está dicho: Aunque tus pecados sena como la
grana…(Is 1,18) el hombre pone al fuego, que también es rojo, la víctima expiatoria;
el sacerdote asperja la sangre roja alrededor del altar, pero el humo que sube al cielo
es blanco. De este modo, lo rojo se vuelve blanco: el atributo de Justicia se transforma
en el atributo de Gracia 25

“Y cerró con carne su espacio” (Ge 2,21): la carne, que es de color rojo
simboliza a Gueburá (Fuerza)… 26

Hemos dicho que las Sefirot emanan de En Sof una tras otra, y son, en cuanto
emanaciones suyas, perfectas como Él, pero limitadas e imperfectas en sí mismas.
El proceso de emanación se puede ilustrar con la imagen de la llama de la que las
velas toman la luz, sin que disminuya en nada la potencia de la llama, es decir, el Emanador;
la unión entre las Sefirot y la Divinidad se expresa con la imagen de las llamas y el carbón
ardiendo: del mismo modo que del carbón ardiendo, que es uno, salen muchas llamas, así de
la Divinidad surgen las Sefirot; y así como las llamas no existen sin la fuente de calor, estas
Sefirot no tienen su existencia alejadas de Dios; más aún, aunque el carbón existe sin la
llama, su poder latente sólo se manifiesta en la luz de ésta ; así, las Sefirot son como mundos
de luz en los que se manifiesta la naturaleza oscura de En Sof.

24
Zohar I, 18b
25
Zohar II, 20b
26
Zohar I, 28a
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Los misterios del hombre: el hombre celestial y el hombre terrenal
Insistiendo en ese aspecto revelador de la Divinidad oculta, las sefirot son descritas
también como las vestiduras que se pone el Santo para poder ser aprehendido por el hombre.
En su conjunto, son representadas, con frecuencia, como la figura humana del Adam
Cadmón, hombre primordial, creado a imagen y semejanza de Dios; este Adam Cadmón
ocupa un lugar intermedio entre el mundo superior y el inferior. Según una interpretación de
su nombre, Adam procedería de la raíz hebrea DMH que significa “asemejarse, parecerse”;
Así pues, Adam Cadmón sería el nombre que conviene a ese mundo primordial creado a
imagen de Dios. Con el pecado el hombre perdió esa figura excelsa que tenía y quedó
reducido a una copia de la copia; el hombre terrenal es, si se nos permite la expresión, una
imagen a menor escala del hombre celestial.
No obstante, no hay lugar para el pesimismo; el hombre terrenal puede recuperar esa
forma sublime primera; por eso, sigue siendo el príncipe de la creación y su finalidad, el pilar
que sostiene el mundo. Desde su origen el hombre está destinado a ocupar un lugar
privilegiado en la creación: fue creado a imagen de Dios, y eso significa para los cabalistas
dos cosas:
a) que el poder de las Sefirot, el paradigma de la vida divina, existe y opera también
en el hombre;
b) que el mundo de las Sefirot puede hacerse visible en la imagen del hombre, el ser
más perfecto de la creación.
Los siguientes textos extraídos del Zohar, ilustran todo lo dicho:
“¡No creáis que el hombre no es más que carne! Lo que realmente hace al hombre es
su alma. Y lo mismo que Dios forma el punto oculto de todas las huestes celestiales y todas
las regiones superiores forman la cubierta, así también está el hombre representado por su
más interna alma, de la cual todas las partes del cuerpo forman su envoltura. La carne, la piel,
los huesos y el resto no son sino un vestido, un velo. No son el hombre. Y cuando el hombre
deja este mundo él se desprende de todos los velos que lo cubren. A pesar de todo esto,
nosotros no debemos despreciar nuestro cuerpo, pues las diversas partes del cuerpo se
conforman a los secretos de la divina sabiduría: la piel representa el firmamento, que se
extiende sobre todo y cubre todo como un vestido; la piel recuerda el lado malo del universo,
esto es: el elemento, que es tan sólo externo y sensible. Los huesos y las venas son como la
carroza celeste: las fuerzas que existen internamente, y que nosotros consideramos como los
sirvientes de Dios. No obstante, todo esto es todavía un vestido, pues es tan sólo en su ser
interno donde nosotros hallaremos el misterio del hombre celestial. Exactamente lo mismo
que el hombre terrestre, así es, por dentro, el hombre celestial. Pues todo lo que tiene lugar
aquí abajo es tan sólo la imagen de todo lo que tiene lugar arriba. Es en este sentido en el que
comprendemos que Dios creó al hombre a su propia imagen. Y así como en el firmamento
vemos diferentes figuras formadas por las estrellas y los planetas, que nos informan de cosas
ocultas y de profundos misterios, así también sobre la piel que envuelve nuestros cuerpos hay
17
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
líneas y formas que pueden mirarse como las estrellas y planetas del cuerpo. Y todas ellas
tienen un significado oculto” 27

“La esencia de la suprema sabiduría está compuesta de tierra y de cielo, de lo divino y


de lo humano, de lo material y de lo inmaterial, lo mismo que el hombre está compuesto de
cuerpo y alma. El hombre es la síntesis de todos los santos nombres. En el hombre están
encerrados todos los mundos, tanto el superior como el inferior. El hombre incluye todos los
misterios, aun aquellos que existieron antes de la creación del mundo” 28 .

“Puesto que la forma del hombre comprende todo lo que está arriba, en el cielo, y
abajo, sobre la tierra, Dios la ha escogido como su propia forma. Nada podía existir antes de
la formación de la forma humana, que encierra todas las cosas. Y todo lo que existe es por la
gracia de la existencia de la forma humana. Pero nosotros debemos distinguir el hombre
superior del hombre inferior, puesto que el uno no puede existir sin el otro. De la forma del
hombre depende la perfección de la fe. Lo que nosotros llamamos hombre celestial, o la
primera manifestación divina, es la forma absoluta de todo lo que existe, el manantial de todas
las formas e ideas: supremo pensamiento. El hombre es el punto central alrededor del cual
gira toda la creación. Su figura es la más noble de todas las que se han enjaezado en la carroza
de Dios.

“Cuando Dios creó al hombre, le imprimió la imagen del reino santo en su totalidad, lo
que significa la imagen de todas las cosas. Esta imagen es la síntesis de todas las cosas, tanto
las superiores como las inferiores. Es también la síntesis de todas las Sefirot, y todos sus
nombres, sus denominaciones, sus formas y sus variantes. Dios creó al hombre a su propia
imagen a fin de que pudiera dedicarse al estudio de la Torá”

El simbolismo de las Sefirot

Ya en los primeros escritos cabalísticos en que aparecía formulado el sistema


sefirótico, encontramos una gran unanimidad en cuanto a la denominación 29 de las 10 sefirot
y a su representación más habitual. Los cabalistas concibieron dos poderes opuestos entre sí:
uno activo, expansivo y masculino y otro pasivo, restrictivo y femenino; de la confluencia de
estos dos poderes surgen el equilibrio y la armonía que permiten la existencia de la creación.
La representación más característica de las sefirot es en tres columnas o pilares: el central,
llamado pilar del equilibrio, de la Gracia o de la Voluntad, donde se unen y se equilibran las
fuerzas de las Sefirot procedentes de los otros dos pilares; el de la derecha, también llamado
Pilar de la Misericordia y el de la izquierdo, o Pilar de la severidad.
La primera sefirá se llama Keter Elyón (corona suprema) o simplemente Keter. Es la
primera manifestación de la divinidad oculta; desde el s. XIII se la identifica con la Voluntad
divina primordial, que expresa en ella su deseo de revelarse. Contiene todo lo que fue, es y
27
Zohar II, 76a
28
Ibid.
29
Algunos de estos nombres están tomados de la Biblia (1 Cr 29, 22), y otros, de la literatura rabínica.
18
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
será: es la primera emanación y el último retorno. A veces, a Keter se le llama Ayin (la nada)
y está muy cerca de En Sof.
De ella emanó la segunda sefirá, Hojmá (sabiduría). En Hojmá se manifiesta la
voluntad divina de crear, que se expresaba en Keter; contiene las ideas divinas, los
“arquetipos” de todas las cosas que llegarán a existir. Toda nuestra realidad visible yace en el
interior de Hojmá como en un prototipo espiritual. Y como la voluntad divina, presente en
Keter, se despliega en Hojmá, los hombres podemos, gracias es esta sefirá, llegar a conocer la
voluntad divina.
La tercera sefirá es Biná (inteligencia). Por medio de esta sefirá, el prototipo todavía
indiferenciado de la creación, que se contenía en Hojmá, empieza a distinguirse en cada uno
de sus componentes. Todos los seres alcanzan aquí una identidad más o menos definida. En
gran parte de la literatura cabalista, Hojmá y Biná vienen caracterizadas por los símbolos de
abba (padre) e imma (madre), de cuya unión “nacerán” las siete sefirot siguientes.
La cuarta sefirá, Hesed (amor) (o Guedulá, “grandeza”) representa la infinitud de la
gracia y el amor divinos, que son mantenidos, gracias a la quinta sefirá, Din (juicio) (o
Gueburá, “poder”), dentro de unos determinados límites que aseguran que este amor no
sobrepase su objetivo y entre en conflicto con la justicia. Sólo cuando estas dos sefirot
opuestas se armonizan puede abrirse un espacio para la creación. En estas dos sefirot radica,
según los cabalistas, el origen de los muchos opuestos, aparentemente irreconciliables, que se
dan en la vida humana como, por ejemplo, el bien y el mal, al amor y el odio, lo sagrado y
lo profano, el premio el castigo…
La sexta sefirá, Tiferet (Belleza) es, como acabamos de decir, la receptora de las
energías opuestas procedentes de Hesed y Din, y la que las reconcilia en un todo armonioso.
Y así como la reconciliación de dos fuerzas opuestas es posible en el mundo espiritual,
también en nuestra realidad visible y material se puede hallar la paz entre los contrarios
Las sefirots séptima y octava, Netzah (Eternidad) y Hod (Majestad) aparecen de nuevo como
dos poderes opuestos, que se unen en una síntesis armoniosa en la novena sefirá, Yesod
(Fundamento). Estas tres sefirot pertenecen al nivel de acción en el mundo físico. El orden en
la naturaleza, la alternancia del día y la noche, la sucesión de estaciones… todo esto tiene su
origen en estas tres sefirot.Yesod es la base o el fundamento de todas las fuerzas activas en
Dios. Contiene todo lo que ha habido antes, y es generativo, pues a partir de aquí se generan
nuevos árboles.

19
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
La décima y última sefirá es Maljut (reino), es descrita por lo general como la Keneset
Israel, el arquetipo místico de la comunidad de Israel, o como la Shejiná, manifestación de
Dios en el mundo sensible. En esta sefirá confluyen todos los procesos dinámicos que se han
desarrollado en las nueve sefirot anteriores y constituye, por tanto, la totalidad de las sefirot.
La sefirá Maljut es la última de un sistema jerárquico de diez sefirot, en el que podemos ver
un proceso de diferenciación y densidad crecientes. Desde En Sof fluye una corriente
ininterrumpida de vida divina hacia las sefirot que culmina en Maljut. Esta décima y última
Sefirá es la más cercana a nuestra propia realidad: constituye la frontera entre Dios y el
mundo y marca el proceso final de revelación de En Sof; es la presencia providencial del
Creador en medio de su reino, la creación, en el que puede ser percibido por los hombres.
Maljut constituía para el místico el punto de contacto, el primer paso en el camino que lleva a
la recuperación de Dios.

La obra del cabalista: el ticcún


En su estado paradisíaco original el hombre tenía una relación directa con Dios, por
eso el hombre refleja en su organismo el organismo oculto de la propia vida de Dios. En sus
orígenes el hombre era un ser puramente espiritual: la forma etérea que lo envolvía y que más
tarde se transformó en los órganos de su cuerpo material tenía una relación totalmente distinta
con su propia naturaleza de la que tiene ahora con su cuerpo. La existencia corpórea que ha
adquirido el hombre es producto de la contaminación de la materia etérea que le recubría con
el pecado. El pecado destruyó, también, la relación directa del hombre con Dios que se daba
en el momento de su creación, y fue entonces cuando se produjo la distinción entre Creador y
creación.
Los pecadores en este mundo dañan la influencia del mundo superior, pues
cuando pecan, la gracia y la luz supremas parten, y la corriente de bendiciones no
desciende a este mundo, y este grado de gracia no recibe las bendiciones de arriba
para hacerlas llegar al mundo inferior. Entonces Dios actúa “por sí mismo” para que
el flujo de bendiciones no se detenga. Por eso está escrito: Ved ahora que soy Yo, Yo
mismo (De 33,39), para enseñar que no hay división entre lo superior y lo inferior.
Observa, en el mismo sentido, que cuando hay hombres rectos en el mundo, llegan
bendiciones a todos los mundos. Cuando llegó Abraham, vinieron bendiciones al
mundo, como está escrito: Yo te bendeciré y tú serás una bendición, es decir, que por
él habrá bendición arriba y abajo. 30

30
Zohar I, 87b
20
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
La restauración de la armonía existente antes del pecado, es el significado del término
hebreo ticun, acuñado por los cabalistas posteriores al Zohar para designar la misión del
hombre en este mundo. Todo lo que el individuo o la comunidad hacen en este mundo tiene
su reflejo en la región superior, en el mundo de la Divinidad. Dice el Zohar: “el impulso de
abajo llama al de arriba”. La realidad terrestre actúa misteriosamente sobre la celeste pues
todo, incluso la actividad humana, tiene sus raíces superiores en el reino de las Sefirot. Una
buena acción produce superabundancia de vida en las Sefirot superiores y esta
superabundancia es dirigida hacia las inferiores y hacia los canales secretos que conducen al
mundo inferior.
Es decir, el hombre puede influir en el sistema mismo de las sefirot, logrando que la
luz divina emane abundantemente y que la felicidad y la armonía se expandan. Es necesario,
por tanto, un proceso de restauración cósmica y reintegración, en el que puede y debe
participar el pueblo judío, liberando a la luz divina, y llegando a la comunión mística. La
aparición del Mesías significará la consumación del proceso cósmico.

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