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Se podría decir de la cábala, corriente mística del judaísmo que se desarrolló a partir
del siglo XII en las comunidades judías del sur de Francia y España, que es una doctrina de la
totalidad, y como tal intenta resolver los enigmas del cosmos y los problemas de la vida
cotidiana mediante un enfoque teológico-místico. La base de la cábala es, por consiguiente,
“el secreto de la ciencia de la Divinidad”; desde sus inicios, persigue descubrir las regiones
ocultas del misterio de la Divinidad y penetrar en sublimes secretos, con el fin de “religar” el
alma del hombre -por cuya naturaleza espiritual pertenece a los mundos superiores- con
Dios.
El misterio, lo oculto está también presente en la denominación que los cabalistas se
dieron a sí mismos: Baalé ha-sod “poseedores del secreto”, y dieron a la cábala: Hojmat ha-
nistar “ciencia de lo misterioso”.
Nuestro objetivo es, ahora, intentar desvelar cuáles son algunos de esos misterios y
secretos de los que trata la cábala, comenzando por definir qué es la Cábala y qué significa
dentro del universo religioso.
La primera dificultad que se nos plantea es intentar dar una respuesta exacta y veraz a
la pregunta de ¿qué es la Cábala?
El Diccionario de la Real Academia Española recoge las siguientes acepciones bajo el
lema “cábala”: 1. “Tradición oral que entre los judíos explicaba y fijaba el sentido de los
libros del Antiguo Testamento, ya en lo moral y práctico, ya en lo místico y especulativo”. 2.
“Arte vano y supersticioso practicado por los judíos, que consiste en valerse de anagramas,
transposiciones y combinaciones de las letras hebraicas y de las palabras de la Sagrada
Escritura, con el fin de descubrir su sentido. La cábala servía de fundamento a la astrología,
la nigromancia y demás ciencias ocultas”. 3. “Fig.: cálculo supersticioso para adivinar una
cosa”. 4. “Fig. y fam.: negociación secreta y artificiosa”. 5. “Conjetura, suposición”.
1
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Eliminando la dos últimas acepciones, reflejo del desconocimiento y la desconfianza que
durante siglos la lengua y el pensamiento judío despertaron en la cultura cristiana de
Occidente, podemos aceptar las otras como ciertas, aunque parciales: la primera apunta a dos
direcciones: por una parte, al significado propio del término hebreo qabbalah “tradición”, sin
ninguna connotación mística o esotérica y por otra, a la acepción más específica que el
término hebreo adquirió a partir de la Edad Media, la adquisición de un conocimiento
esotérico que facilite la unión del alma humana con Dios.
Si acudimos a los especialistas, veremos que hay casi tantas definiciones como
autores que se acercan al tema, lo cual es un ejemplo de la polisemia e imprecisión que
encontramos al intentar acotar el término.
Ofrezco, a continuación, algunas que, desde mi punto de vista, pueden ayudar a
comprender parte del significado de este término. Gershom Scholem, el pionero de los
estudios cabalísticos, define a la cábala como “el término tradicional y el que más
habitualmente se emplea para referirse a las enseñanzas esotéricas del Judaísmo y la mística
judía, en especial para las formas que adoptó en la Edad Media, desde el siglo XII en
adelante” 1 ; Charles Mopsik, en su breve pero clara obrita titulada ¿Qué es la Cábala? 2 habla
de “meditación y profundización intuitivas en la naturaleza de lo divino, basándose en una
enseñanza tradicional, transmitida desde los tiempos más remotos por sabios de la
antigüedad”. Alexandre Safran, por su parte, destaca que “la cábala es una doctrina de la
unidad. La realidad es un todo en el que lo visible y lo invisible, lo material y lo espiritual, se
penetran mutuamente, se unen” 3 . Joseph Dan afirma que la Cábala es sólo una de las muchas
formas del misticismo judío durante sus casi dos mil años de desarrollo. Desde el s. XIII se
impuso como la principal corriente, y su simbolismo se mantuvo y amplió en todas las
expresiones de la mística judía posterior 4 .
De todo lo dicho podemos concluir que la Cábala es una doctrina mística, teosófica y
esotérica que se da en el seno del judaísmo; es mística, en tanto en cuanto busca una forma
de conocer a Dios -que se basa, no en el intelecto, sino en la contemplación y la iluminación-,
y de establecer un contacto íntimo e inmediato con Él; es una doctrina teosófica que, como
tal, se interesa en la naturaleza de la Divinidad y en las relaciones que se establecen entre
1
G. Scholem, Desarrollo histórico e ideas básicas de la Cábala. Barcelona 1994
2
Ch. Mopsik Buenos Aires 1994.
3
A. Safran, Sabiduría de la Cábala. Barcelona 1998
4
J. Dan, The Early Kabbalah. New Jersey 1986
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Dios y el mundo, su creación; y es doblemente esotérica porque, no sólo se ocupa de un
conocimiento oculto, sino que su aprendizaje está reservado a unos pocos elegidos que
cumplen una serie de requisitos; por último, es una doctrina anclada en el judaísmo y en sus
valores religiosos; se concentra principalmente en la idea de un Dios vivo que se manifiesta
en los actos de la Creación, Revelación y Redención, y en la Torá, o libro de la Ley de
Moisés que, lejos de ser sólo el libro revelado por antonomasia y el libro religioso-histórico
del pueblo de Israel, adquirió pronto unas connotaciones más profundas, sobre todo en los
primeros círculos místicos que se formaron en Palestina. También el hebreo, idioma santo,
del que se sirvió el mismo Dios para crear el mundo, y en el que está escrita la Torá,
constituye uno de los pilares del judaísmo y, por tanto, de la mística judía. Este idioma
contiene las claves para desentrañar los más profundos secretos del Creador y de la creación.
En la descripción de la experiencia mística de los místicos judíos, en todos sus movimientos
místicos, estos elementos ocupan un importante lugar.
Desde el punto de vista histórico, se puede ubicar al movimiento místico judío que
llegaría a ser conocido como Cábala, en las postrimerías del siglo XII y comienzos del XIII,
al norte y al sur de los Pirineos orientales, donde surgió de un modo al parecer repentino.
Poco después de su aparición en Provenza, la cábala se trasladó a Gerona, en el condado de
Cataluña y desde allí se extendió por los reinos de la Península Ibérica, donde alcanzó la
cumbre de su desarrollo clásico a finales del siglo XIII con la aparición del Zóhar, el libro
principal de la Cábala. Tras la expulsión de los judíos de España, la cábala conoció un nuevo
impulso en Safed, y desde entonces hasta nuestros días, ha llegado a ser la principal corriente
de la mística judía.
Como resumen y colofón a lo dicho, resaltaremos que la Cábala es un movimiento
místico judío que se desarrolló en contacto con la cultura occidental medieval, pero que
entronca con tradiciones antiguas más o menos esotéricas que formaban parte del legado
cultural y religioso del judaísmo rabínico. Esta postura explica, por una parte, todos los
aspectos novedosos y desconocidos hasta entonces que encontramos en la Cábala, y por otra,
su éxito entre las clases más populares del judaísmo medieval, que la reconoció como algo
propio, pues enlazaba a la perfección con su propio universo religioso. La Cábala es una
forma nueva de mirar las tradiciones antiguas: el cabalista dota de nuevos valores y de
nuevos símbolos a los mismos textos bíblicos, relatos o leyes que el judío piadoso conoce
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
desde siempre y asume como propios; y aporta, de esta manera, a la larga cadena de
transmisión de la tradición oral judía, una nueva lectura que la enriquece y la actualiza.
• El misterio de la Torá
5
Para un tratamiento más exhaustivo del tema, véase L. Ginzberg, The Legends of the Jews , Philadelphia 1968,
vols. III y VI
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
por debajo de su apariencia externa, y como encriptado, inaccesible para todos excepto para
quienes conocen las claves.
2. Junto con esto, cabe señalar las tradiciones que nos hablan de una Torá celestial,
preexistente a la creación, pues fue creada 2000 años antes del principio del mundo 6 , que
contenía en sí las leyes que rigen el mundo y el orden de la existencia, tal como fue
concebido por el Creador; estaba escrita “con fuego negro sobre fuego blanco” en el brazo
derecho de Dios.
Son muy numerosos los textos del Zohar que reflejan algunas de estas ideas:
Está escrito en la Torá: “Al principio creó Dios los cielos y la tierra”; Él miró
esta expresión y creó los cielos y la tierra. Está escrito en la Torá: “Haya luz”; Él miró
esas palabras y creó la luz; y de esta manera fue creado todo el mundo. Cuando todo
el mundo fue creado así, nada estaba todavía propiamente establecido, hasta que
decidió crear al hombre para que pudiera estudiar la Torá y, gracias a esto, el mundo
pudiera mantenerse con firmeza. Así, mientras concentra su mente en la Torá y en
adentrarse en sus profundidades, la Torá sostiene al mudo; y del mismo modo que el
Santo, bendito sea, miró la Torá y creó el mundo, así el hombre mira la Torá y
mantiene el mundo vivo. La Torá es, pues, la causa de la creación del mundo y
también el poder que mantiene su existencia. Por eso es bendito aquel que se dedica a
la Torá porque es el guardián del mundo 7 .
3. Otro hecho a tener en cuenta que facilitó el carácter esotérico de la Torá es que
originalmente el texto bíblico era sólo consonántico, no estaba vocalizado ni puntuado, lo
cual propiciaba una multiplicidad de lecturas 8 ; así concebido, el texto bíblico consonántico es
siempre susceptible de nuevas lecturas e interpretaciones, lo que le hace ser una fuente
inagotable de revelación para el místico; en su interior, bajo una capa externa de palabras
cuyo significado fue limitado por unas vocales, se encierra “el misterio”, en hebreo, el Sod;
también este vocablo hebreo encierra un misterio, pues el valor numérico de la palabra “sod”
es 70, y es a esto a lo que se alude cuando se habla de las “70 caras de la Torá”; por eso, un
cabalista de Zaragoza, Bajya ben Aser, decía:
“el rollo de la Torá está escrito sin vocales a fin de permitir que el hombre lo
interprete como desee… puesto que las consonantes sin las vocales soportan múltiples
interpretaciones…cuando el texto está vocalizado sólo tiene un significado, pero sin
6
Midrás Génesis Rabbá 8&2
7
Zohar II, 161b
8
Tomemos, por ejemplo, la palabra española formada por las siguientes consonantes: CNTR; al no estar fijadas
sus vocales ni acentos, el número de lecturas y, por consiguiente, de significados que se pueden derivar de ella
es muy numeroso: contar, cantar, cantor, contaré, cantaré, cántaro, cantara, cantaría, contaría, contará, centro,
centra, contra…etc; pero en el momento en que vocalizamos la palabra y le ponemos su acentuación, sólo una
lectura y un significado son posibles.
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
las vocales el hombre puede interpretarla haciendo muchas cosas, numerosas,
maravillosas y sublimes” 9 .
9
En Mopsik, Qué es la cábala p. 67
10
Comentario al Salmo 3
6
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
ella, comienza a decirle detrás de una cortina palabras que hablan a su
entendimiento, hasta que llega muy lentamente a vislumbrar y penetrar el
sentido, y esto se llama derasá (interpretación homilética). Entonces conversa
con él a través de un delgado velo de palabras alegóricas y a esto se le conoce
bajo el nombre de aggadá (narración). Sólo en este momento, cuando se ha
familiarizado con ella, se manifiesta a él cara a cara y le habla de todos sus
secretos ocultos y de todos los caminos escondidos que se encuentran en su
corazón desde los más lejanos días. Entonces se considera a un hombre perfecto,
se le llama “Maestro”, lo que quiere decir en sentido propio “esposo de la Torá”,
como el señor de la casa al que ella revela todos sus secretos y nada le oculta ni
le calla. Le dice: Comprueba ahora cómo en la seña que te mandé al principio en
una palabra se encuentran encerrados tantos misterios, y cuál es la verdadera
realidad. y entonces se convence de que, efectivamente, nada se puede quitar ni
añadir a esas palabras. y sólo entonces se esclarece para él, tal como es, el
verdadero sentido de las palabras de la Torá, a cuyo texto no se puede añadir ni
quitar una sola letra. y por ello deben los hombres poner gran esfuerzo en
ocuparse de la Torá, a fin de convertirse en sus amados de la forma que ha sido
descrito 11 .
11
Zohar II, fol. 99a-b
7
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
“secreto”, el significado místico, esotérico del texto, nivel relacionado con la teosofía, la
metafísica y la revelación de cosas sobrenaturales, secretas y misteriosas.
Cuatro entraron al Pardes: Ben Azay, Ben Zoma, Ajer y Rabí Aquiba. Ben Azay echó
una mirada y murió. A él se refiere el versículo: Preciosa es a los ojos de YHWH la
muerte de los que le aman (Sal 116,15).
Ben Zoma echó un vistazo y perdió la razón. De él dice la Escritura:¿Has hallado
miel? No comas más de lo que necesitas. (Pr 25,16).
Ajer echó un vistazo y cortó los tallos. De él dice la Escritura: No permitas que tu
boca haga pecar a tu carne (Qoh 5,5)
Rabí Aquiba entró en paz y salió en paz. De él dice la Escritura: Llévame en pos de ti.
Corramos (Can 1,4) 12
12
En Hejalot Zutarty, “el Libro menor de los Palacios celestiales”. Los mss. de todos esos textos fueron
publicados por P. Shäfer, Synopse zur Hejalot Literatur (Tübingen 1981); hay una ed. crítica publicada por
R.Elior, Jerusalem Studies in Jewish Thought, Supplement I, 1982.
13
Por ejemplo, en el tratado misnaico Abot 5,1
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
mundo es una expresión de la palabra or. De hecho, Dios hace que surja la luz utilizando
precisamente esta combinación de sonidos. La palabra para “luz” (or) no es sólo una palabra,
sino un nombre propio para la luz, un nombre fijo que pertenece a la luz; esta palabra (or)
constituye una expresión de la naturaleza de la luz.
Cuando Dios creó la luz pronunciando el sonido de la palabra or, estaba empleando,
al mismo tiempo, la combinación de letras alef-waw-res (que componen en hebreo esa
palabra). El nombre “luz”, alef-waw-res, es una fórmula por medio de la cual se puede crear
la luz. Esta combinación específica de letras representa la naturaleza de la luz. Cada uno de
los diez actos divinos de creación implica la pronunciación de unas letras en una secuencia y
combinación concretas. Según eso, todo lo que descubrimos alrededor de nosotros en el
mundo constituye el resultado de una combinación de letras pronunciadas por Dios en una
secuencia particular; en resumen, el mundo entero, todo lo que existe, ha sido creado
mediante una combinación de letras.
El siguiente texto del Zohar es elocuente en este sentido:
Dijo Dios: que haya luz, y la luz fue. Estas palabras indican que ya había luz.
La palabra Or (AWR) contiene en sí misma un significado oculto. La fuerza expansiva
procedente de los recovecos ocultos del éter superior abrió una senda y produjo de sí
misma un punto misterioso, o mejor dicho, el En Sof (Ilimitado) rajó su propio éter y
descubrió este punto, la Yod. Cuando éste se expandió, lo que quedó del misterioso
éter (AWYR) se vio que era luz (AWR). Cuando el primer punto se desarrolló a partir
de él, se mostró por encima de él, entre tocándolo y no tocándolo. Cuando se
expandió, emergió en ser, y fue luz (AWR) surgida del éter (AWYR); Y a eso nos
referimos cuando decimos que “había sido” previamente y así subsistió. La luz brotó,
se separó y se ocultó, peró quedó un punto al que continuamente se acerca por sendas
invisibles, tocándolo y no tocándolo, iluminándolo a la manera del primer punto del
cual salió. De esta manera, todo está unido entre sí, alumbrándose mutuamente.
Cuando (la luz) se eleva, todas las cosas se elevan y se unen a ella, hasta conseguir
alcanzar el lugar de En Sof, donde se guarda y todo se vuelve uno. Este punto de la
palabra Or (AWR) es Luz 14 .
En uno de los más antiguos textos místicos del judaísmo, el Sefer Yetsirá, se describe
el proceso cosmogónico mediante la combinación de letras hebreas, que son algo así como
los ladrillos de los que se sirve el Arquitecto Divino para la construcción de su mundo:
Veintidós letras de fundamento: las grabó, las talló, las combinó, las pesó y las
permutó, y con ellas formó todos los seres que existen y existirán.... ¿Cómo lo hizo?
14
Zohar I,16b
9
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Las combinó, las pesó y las permutó, alef con todas y todas con alef, bet con todas y
todas con bet, y así sucesivamente; y todo ser y toda palabra emana de un Nombre. 15
15
Aryeh Kaplan, Sefer Yetsirá , El libro de la Creación, Madrid 1994
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Un ejemplo de la utilización de la guematria en la literatura rabínica se encuentra en el
Talmud babilónico (Yomá 20a), donde se afirma que Satán no tiene poder sobre los hombres
durante el Día de la Expiación. Como prueba de ello se aduce el hecho de que el valor de las
letras de la palabra “el Satán” (ha-Satan: he-5, sin-300, tet-9 y nun-50) es exactamente 364.
De aquí deducían los rabinos que Satán tenía poder durante 364 de los 365 días del año, pero
no en el día restante, el Día de la Expiación.
Un ejemplo de notaricon puede hallarse en el Talmud babilónico (Sotá 5a): “Rabí
Yojanán dijo: el término para ‘hombre” (adam, escrito como alef-dalet-mem) hace referencia
a “polvo” (efer, cuya letra inicial es alef), “sangre” (dam, cuya letra inicial es dalet) y “hiel”
(mara, cuya letra inicial es mem).
[...] Esta imperfección (causada por la caída) se podía ver en la luna, hasta
el momento en que Israel esperó ante el Monte Sinaí, cuando la luna se vio libre de su
defecto y pudo brillar continuamente 19 .
17
Segunda letra del alfabeto hebreo, con valor numérico de dos; es la inicial de Bereshit, primera palabra del
Génesis.
18
Zohar I, 32a
19
Zohar I, 53a
12
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
borde? Como Dios era todo, Él no podía ni agrandarse ni disminuir. Pero como la luz
de Dios es de una tal pureza y un tal esplendor que eclipsa todo, entonces, a fin de
hacer posible la existencia de los dos mundos, el celestial y el material, el Señor sacó
su poderosa luz de una parte de Sí mismo...Así nos explicamos la formación de cuatro
mundos: Emanación (Azilut), Creación (Beriá) Formación (Yezirá) y Acción (Asiyá) 20
Pero, para poder llegar a comprender algo de todo esto, es necesario analizar
previamente la doctrina básica de la Cábala. De forma esquemática, que ampliaré en la
medida de lo posible a continuación, podemos decir que esta doctrina se basa en las
siguientes reglas:
1. Hay un principio único y eterno, la única Realidad, que es la Causa de todo lo que
es, fue o será. A esta causa, identificada con Dios, los cabalistas le dan el nombre de En Sof,
lo Ilimitado, lo Infinito.
2. De esa Causa primera surgen, por emanación, tres primeras esencias (tres primeras
sefirot) que son manifestaciones del Ser oculto: dos se oponen y se complementan y la tercera
las equilibra.
3. A partir de estas tres se desarrollan las siguientes, en una multiplicidad infinita de
sucesivas emanaciones.
4. El cosmos entero surge de este plan de emanaciones o manifestaciones: es el
llamado macrocosmos.
5. El hombre es un microcosmos, pues contiene en sí los mismos elementos del
cosmos, del que es la imagen..
6. Ambos, macrocosmos y microcosmos, están sometidos a las leyes divinas.
Todos estos conceptos se materializan en la cábala mediante la elaboración de un
mundo simbólico, cuya imagen más representativa es el árbol sefirótico, y de una teosofía
basada en una idea de Dios diferente a la tradicional del judaísmo. O dicho de otra manera:
con los conceptos de En Sof y las Sefirot.
Desde sus inicios la cábala muestra un gran interés por describir la naturaleza del
remoto e inalcanzable Dios infinito (al que denomina En-sof), y de su aspecto revelado,
manifiesto a los hombres en una estructura compleja y dinámica de los poderes divinos
conocida generalmente como Sefirot.
En Sof, “lo infinito, lo que no tiene fin”, es la denominación acuñada por la Cábala
para referirse al Dios trascendente, al Dios oculto, a la Causa Primera de los racionalistas o al
20
Citado en A. Bension, El Zohar. Revelaciones del “Libro del esplendor” Barcelona,2000, pág. 33
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Uno de los neoplatónicos. En la Edad Media, los pensadores judíos, influidos por las
doctrinas de la filosofía grecolatina, elevaron a Dios hasta unos niveles de abstracción
inaccesibles para el hombre; es cierto que el Dios de la religión judía, el Dios creador, que se
revela a su pueblo y se comunica con él por medio de los profetas, que se da a conocer en la
Torá, resulta un Dios a veces demasiado personal, demasiado cercano, demasiado “humano”,
pero el Dios de los filósofos es un ser tan alejado, tan absolutamente trascendente, que
difícilmente el hombre místico puede tender a El: “ninguna criatura -dice Scholem- puede
aspirar a un Dios desconocido y oculto. En última instancia, todo conocimiento de Dios está
basado en una forma de relación entre Él y su criatura; es decir, en una manifestación de Dios
en otra cosa, y no en una relación entre Él y Él mismo” 21 . Los cabalistas no quieren renunciar
a la idea del Dios oculto y trascendente de los filósofos, pero necesitan confirmar la presencia
viva de Dios, del Dios creador que se preocupa de todas sus criaturas, el Dios bueno, sabio y
justo, del que habla la Biblia y del que se pueden predicar una serie de atributos que se
corresponden con la escala de valores morales del propio místico.
Para intentar conciliar esos dos extremos, y para explicar el proceso de salida del
ocultamiento divino hacia su manifestación y la subsiguiente creación de algo ajeno al propio
Dios, los cabalistas recurren a unas entidades intermedias, perfectas en cuanto que emanan de
Él, pero limitadas e imperfectas en sí mismas; estas entidades denominadas sefirot,
constituyen el sistema de las diez emanaciones que sirven de puente entre el Infinito
trascendente y el mundo creado.
A esta doble búsqueda del pensamiento especulativo y religioso responde la distinción
fundamental entre En Sof, trascendencia absoluta, oculta e infinita, y las diez Sefirot que
denotan la Divinidad en tanto en cuanto se relaciona con las criaturas.
El término hebreo Sefirá (plural, Sefirot), que aparece por primera vez en el Sefer
Yetsirá, ha sido interpretado de diversas formas; etimológicamente, la palabra deriva de la
raíz hebrea SaFaR, “contar”, pero pronto se puso en relación con otras, como la griega sfaira,
“esfera”, o la hebrea sappir “zafiro”, que aportaron al término nuevos matices de significado
relacionados la luz y el resplandor.
21
G. Scholem, Las grandes tendencias... p. 31
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Las Sefirot constituyen el mundo de Atsilut, o de la Emanación, concepto tomado por
los cabalistas de la filosofía neoplatónica que tuvo un gran impacto en el misticismo judío y
en el misticismo cristiano de finales de la Edad Media;
En resumen: el sistema sefirótico viene a ser un puente entre el Infinito trascendente y
el mundo creado, un canal de energía Divina por el que Dios se da a conocer al hombre bajo
distintas manifestaciones que representan, además, secuencialmente, las distintas etapas del
proceso creativo, mediante el cual Dios generó, desde el mismo núcleo de Su ser infinito, la
progresión de reinos creados que culminan en nuestro universo físico finito.
En palabras del Zohar:
“Antes de que Dios creara una forma en el Universo, antes de que produjera una
imagen, estaba solo, sin figura ni semejanza con nada. ¿Quién podría comprenderle
tal como era antes de la creación si no tenía ninguna forma?... Pero cuando creó la
imagen del hombre ideal (denominación de las Sefirot en su conjunto) se sirvió de ella
como de una Carroza para descender. Quiso ser nombrado bajo esta figura, y a ella
corresponde el santo tetragrama. Quiso ser nombrado según sus atributos, y ser
conocido por cada uno de ellos en particular, a saber: El, Elohim, Shadday, Sebaot y
YHWH, siendo cada uno de ellos un símbolo para el hombre de sus diferentes
atributos divinos, y manifestar que el mundo se sostiene por la Gracia (El) y la
Justicia (Elohim) según las acciones humanas. Y si no hubiera derramado sus luces
sobre todas sus criaturas, ¿cómo podríamos conocerle? Así pues, cada imagen bajo la
cual nos lo imaginamos designa solamente su imperio sobre tal o cual orden de las
criaturas. Cuando se le despoja de todo esto, no hay en Él ningún atributo, ninguna
semejanza, ninguna forma” 22 .
22
Raya Mehemna 42b
23
En A. Bension, El Zohar… p. 66; Zohar I, 32a
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Cada eslabón en la cadena de las Séfirot es descrito como una nueva eclosión de luz;
el descenso del influjo divino es un torrente de luz; y el mundo de la emanación en su
conjunto es un mar de brillante esplendor. La diferenciación entre las luces de la emanación
se produce por su coloración por la kav ha-middah (la medida estándar), que actúa en el
dominio de la primera sefirá.
En las primeras obras de la literatura cabalística solo aparecen mencionados los
colores de algunas sefirot: Kéter, un blanco radiante, Geburá, de color rojo intenso, Hesed,
blanco y Tiféret, amarillo:
El pecado es rojo, como está dicho: Aunque tus pecados sena como la
grana…(Is 1,18) el hombre pone al fuego, que también es rojo, la víctima expiatoria;
el sacerdote asperja la sangre roja alrededor del altar, pero el humo que sube al cielo
es blanco. De este modo, lo rojo se vuelve blanco: el atributo de Justicia se transforma
en el atributo de Gracia 25
“Y cerró con carne su espacio” (Ge 2,21): la carne, que es de color rojo
simboliza a Gueburá (Fuerza)… 26
Hemos dicho que las Sefirot emanan de En Sof una tras otra, y son, en cuanto
emanaciones suyas, perfectas como Él, pero limitadas e imperfectas en sí mismas.
El proceso de emanación se puede ilustrar con la imagen de la llama de la que las
velas toman la luz, sin que disminuya en nada la potencia de la llama, es decir, el Emanador;
la unión entre las Sefirot y la Divinidad se expresa con la imagen de las llamas y el carbón
ardiendo: del mismo modo que del carbón ardiendo, que es uno, salen muchas llamas, así de
la Divinidad surgen las Sefirot; y así como las llamas no existen sin la fuente de calor, estas
Sefirot no tienen su existencia alejadas de Dios; más aún, aunque el carbón existe sin la
llama, su poder latente sólo se manifiesta en la luz de ésta ; así, las Sefirot son como mundos
de luz en los que se manifiesta la naturaleza oscura de En Sof.
24
Zohar I, 18b
25
Zohar II, 20b
26
Zohar I, 28a
16
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
Los misterios del hombre: el hombre celestial y el hombre terrenal
Insistiendo en ese aspecto revelador de la Divinidad oculta, las sefirot son descritas
también como las vestiduras que se pone el Santo para poder ser aprehendido por el hombre.
En su conjunto, son representadas, con frecuencia, como la figura humana del Adam
Cadmón, hombre primordial, creado a imagen y semejanza de Dios; este Adam Cadmón
ocupa un lugar intermedio entre el mundo superior y el inferior. Según una interpretación de
su nombre, Adam procedería de la raíz hebrea DMH que significa “asemejarse, parecerse”;
Así pues, Adam Cadmón sería el nombre que conviene a ese mundo primordial creado a
imagen de Dios. Con el pecado el hombre perdió esa figura excelsa que tenía y quedó
reducido a una copia de la copia; el hombre terrenal es, si se nos permite la expresión, una
imagen a menor escala del hombre celestial.
No obstante, no hay lugar para el pesimismo; el hombre terrenal puede recuperar esa
forma sublime primera; por eso, sigue siendo el príncipe de la creación y su finalidad, el pilar
que sostiene el mundo. Desde su origen el hombre está destinado a ocupar un lugar
privilegiado en la creación: fue creado a imagen de Dios, y eso significa para los cabalistas
dos cosas:
a) que el poder de las Sefirot, el paradigma de la vida divina, existe y opera también
en el hombre;
b) que el mundo de las Sefirot puede hacerse visible en la imagen del hombre, el ser
más perfecto de la creación.
Los siguientes textos extraídos del Zohar, ilustran todo lo dicho:
“¡No creáis que el hombre no es más que carne! Lo que realmente hace al hombre es
su alma. Y lo mismo que Dios forma el punto oculto de todas las huestes celestiales y todas
las regiones superiores forman la cubierta, así también está el hombre representado por su
más interna alma, de la cual todas las partes del cuerpo forman su envoltura. La carne, la piel,
los huesos y el resto no son sino un vestido, un velo. No son el hombre. Y cuando el hombre
deja este mundo él se desprende de todos los velos que lo cubren. A pesar de todo esto,
nosotros no debemos despreciar nuestro cuerpo, pues las diversas partes del cuerpo se
conforman a los secretos de la divina sabiduría: la piel representa el firmamento, que se
extiende sobre todo y cubre todo como un vestido; la piel recuerda el lado malo del universo,
esto es: el elemento, que es tan sólo externo y sensible. Los huesos y las venas son como la
carroza celeste: las fuerzas que existen internamente, y que nosotros consideramos como los
sirvientes de Dios. No obstante, todo esto es todavía un vestido, pues es tan sólo en su ser
interno donde nosotros hallaremos el misterio del hombre celestial. Exactamente lo mismo
que el hombre terrestre, así es, por dentro, el hombre celestial. Pues todo lo que tiene lugar
aquí abajo es tan sólo la imagen de todo lo que tiene lugar arriba. Es en este sentido en el que
comprendemos que Dios creó al hombre a su propia imagen. Y así como en el firmamento
vemos diferentes figuras formadas por las estrellas y los planetas, que nos informan de cosas
ocultas y de profundos misterios, así también sobre la piel que envuelve nuestros cuerpos hay
17
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
líneas y formas que pueden mirarse como las estrellas y planetas del cuerpo. Y todas ellas
tienen un significado oculto” 27
“Puesto que la forma del hombre comprende todo lo que está arriba, en el cielo, y
abajo, sobre la tierra, Dios la ha escogido como su propia forma. Nada podía existir antes de
la formación de la forma humana, que encierra todas las cosas. Y todo lo que existe es por la
gracia de la existencia de la forma humana. Pero nosotros debemos distinguir el hombre
superior del hombre inferior, puesto que el uno no puede existir sin el otro. De la forma del
hombre depende la perfección de la fe. Lo que nosotros llamamos hombre celestial, o la
primera manifestación divina, es la forma absoluta de todo lo que existe, el manantial de todas
las formas e ideas: supremo pensamiento. El hombre es el punto central alrededor del cual
gira toda la creación. Su figura es la más noble de todas las que se han enjaezado en la carroza
de Dios.
“Cuando Dios creó al hombre, le imprimió la imagen del reino santo en su totalidad, lo
que significa la imagen de todas las cosas. Esta imagen es la síntesis de todas las cosas, tanto
las superiores como las inferiores. Es también la síntesis de todas las Sefirot, y todos sus
nombres, sus denominaciones, sus formas y sus variantes. Dios creó al hombre a su propia
imagen a fin de que pudiera dedicarse al estudio de la Torá”
19
Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
La décima y última sefirá es Maljut (reino), es descrita por lo general como la Keneset
Israel, el arquetipo místico de la comunidad de Israel, o como la Shejiná, manifestación de
Dios en el mundo sensible. En esta sefirá confluyen todos los procesos dinámicos que se han
desarrollado en las nueve sefirot anteriores y constituye, por tanto, la totalidad de las sefirot.
La sefirá Maljut es la última de un sistema jerárquico de diez sefirot, en el que podemos ver
un proceso de diferenciación y densidad crecientes. Desde En Sof fluye una corriente
ininterrumpida de vida divina hacia las sefirot que culmina en Maljut. Esta décima y última
Sefirá es la más cercana a nuestra propia realidad: constituye la frontera entre Dios y el
mundo y marca el proceso final de revelación de En Sof; es la presencia providencial del
Creador en medio de su reino, la creación, en el que puede ser percibido por los hombres.
Maljut constituía para el místico el punto de contacto, el primer paso en el camino que lleva a
la recuperación de Dios.
30
Zohar I, 87b
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Los misterios de la cábala Amparo Alba Cecilia
La restauración de la armonía existente antes del pecado, es el significado del término
hebreo ticun, acuñado por los cabalistas posteriores al Zohar para designar la misión del
hombre en este mundo. Todo lo que el individuo o la comunidad hacen en este mundo tiene
su reflejo en la región superior, en el mundo de la Divinidad. Dice el Zohar: “el impulso de
abajo llama al de arriba”. La realidad terrestre actúa misteriosamente sobre la celeste pues
todo, incluso la actividad humana, tiene sus raíces superiores en el reino de las Sefirot. Una
buena acción produce superabundancia de vida en las Sefirot superiores y esta
superabundancia es dirigida hacia las inferiores y hacia los canales secretos que conducen al
mundo inferior.
Es decir, el hombre puede influir en el sistema mismo de las sefirot, logrando que la
luz divina emane abundantemente y que la felicidad y la armonía se expandan. Es necesario,
por tanto, un proceso de restauración cósmica y reintegración, en el que puede y debe
participar el pueblo judío, liberando a la luz divina, y llegando a la comunión mística. La
aparición del Mesías significará la consumación del proceso cósmico.
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