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Alimentos que ayudan al cuerpo :

Colesterol alto

Necesitamos bajar el colesterol malo (LDL) y subir el bueno (HDL). Algunos alimentos lo hacen mejor aún que los
medicamentos.
Según la Fundación del Corazón, se diagnostica hipercolesterolemia cuando los niveles de colesterol total superan
los 200 mg./dl., si los de LDL (el "malo" son superiores a 130 mg./dl. o si el HDL (el bueno) es inferior a 35 mg./dl. en
hombres y 40 mg./dl. en mujeres.

Arroz
Un estudio de la Universidad de Rochester (EE.UU.) desveló que el nivel de colesterol LDL disminuye hasta un 62%
tomando tocotrienol, una forma de vitamina E presente en las cáscaras del grano de arroz. Se trata de un poderoso
antioxidante cada vez más estudiado por este gran efecto sobre los lípidos de alta densidad.
Cebolla
Su alto contenido en aliína facilitala circulación del flujo sanguíneo, evitando la formación de placas de colesterol en
las arterias. En general, actúa sobre todo el sistema circulatorio evitando las enfermedades relacionadas.
Manzana
Contiene una sustancia llamada metionina, un aminoácido esencial que participa en el metabolismo de las grasas
regulando los niveles de colesterol en sangre.
Arándanos
Sus antocianinas previenen la oxidación del colesterol y fluidifican la sangre, lo que ayuda en la prevención de placas
de ateroma.
Pescado azul
Los organismos internacionales de nutrición recomiendan una ingesta de 1 a 1,5 g. al día de ácidos grasos esenciales
omega-3, lo que equivale a unas tres raciones de pescado azul a la semana. Estos ácidos grasos tienen una especial
importancia en la inhibición plaquetaria, lo que los convierte en buenos aliados a la hora de mantener en buen
estado la salud de las arterias.
Aguacate
Tiene fama de ser muy calórico (y lo es, aunque sus grasas son muy saludables), pero tomado con moderación, es un
buen regulador del colesterol gracias a sus grasas insaturadas
Cítricos y kiwi
Ricos en vitamina C y E, buenos antioxidantes, evitan la formación de trombos, ya que contrarrestan la oxidación del
LDL, causante de la formación de ateromas, e impiden que los vasos sanguíneos capten el colesterol.

Hipertensión:

La Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA) la
describe como la patología en la que se dan cifras de presión arterial (fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes
de las arterias) por encima de 140/90 mmHg.
Plátanos.
Con gran cantidad de potasio, fundamental para el correcto equilibrio líquido del organismo, lo que garantiza una
presión arterial adecuada. Además, una dosis alta de potasio favorece la eliminación de sodio, que consumimos,
principalmente, en forma de sal, con sus efectos nocivos sobre la tensión.
Leche desnatada.
En la mayoría de los estudios epidemiológicos se observa que una baja ingesta de calcio está asociada a un
predominio de hipertensión. La mejor fuente de calcio es la leche, que, descremada, puede aportar incluso más. Si
no te gusta o eres intolerante a la leche, la opción son los pescados pequeños que se comen con espina o sardinas en
lata.
Chocolate amargo.
Investigadores de la Universidad de Colonia, Alemania, han demostrado que el consumo de chocolate negro produce
una caída significativa de la presión arterial. La explicación radica en el poder antioxidante de sus flavonoides
polifenólicos, produciendo un mejor flujo sanguíneo.
Tomate.
Su principal componente es el licopeno, de gran poder antioxidante; ayuda a mantener la salud de las arterias,
conservando su flexibilidad para dilatarse y contraerse al paso de la sangre.
Berenjena.
Tienen grandes cantidades de magnesio, mineral que evita los edemas y permite que la tensión se mantenga en sus
valores adecuados.
Melón
Contiene bastante potasio, pero sobre todo agua (cerca de un 80%), lo que lo convierte en un excelente alimento
que aporta líquido, ayuda a eliminar toxinas y favorece el flujo sanguíneo.

Diabetes
La Fundación para la Diabetes define esta alteración como el aumento en los niveles de azúcar (glucosa) en la
sangre. Esto es, que se trate de una tasa superior a 110 mg./dl. sanguíneo, situación que se denomina hiperglucemia.

Lácteos.
Muchas personas con diabetes tipo 2 son deficitarios en zinc, por lo que se aconseja tomar alimentos que aporten
este mineral tan antioxidante. Entre ellos, los derivados de la leche son los más importantes, aunque lo ideal son los
descremados y enriquecidos con las vitaminas que suelen perder, como la E.
Pollo.
Especialmente los muslos, que tienen un alto contenido en zinc. No hay que olvidar cocinarlo sin piel (más grasa).
Tampoco se recomienda frito, para no anular las ventajas de esta carne magra.
Canela.
La medicina china valora mucho esta especia, ya que ayuda a nuestro cuerpo a procesar la insulina de un modo muy
eficaz. Con ello conseguimos necesitar una menor cantidad.
Cebolla.
Tanto si se consume cruda (en ensaladas, gazpachos...) como si está cocida (en infinidad de guisos), la cebolla tiende
a reducir los niveles de azúcar en sangre. La causa podría ser que influye en el metabolismo de la glucosa en el
hígado o en la liberación de insulina.
Polen.
Elaborado por las abejas, es un auténtico multivitamínico natural y una muy buena fuente de zinc. Además, eleva la
resistencia de las paredes capilares, preservando así de las hemorragias cerebrales y de las cardiacas.
Vinagre.
Según un reciente estudio realizado por la Universidad de Arizona, en Estados Unidos, tomar dos cucharadas de
vinagre antes o durante las comidas principales reduce visiblemente la concentración de insulina y de la glucosa en
sangre después de las comidas.
Brécol.
Su riqueza en cromo es la clave de sus beneficios en casos de desequilibrio en el nivel de glucosa en sangre. El cromo
mejora la eficacia de la insulina y tiende a regularizar sus niveles en el organismo.
Pasta integral
La pasta, cuando es integral, sin refinar, es una excelente fuente de energía para los diabéticos. Está compuesta por
hidratos de carbono de absorción lenta, lo que hace que el paso de glucosa a la sangre sea paulatino. En cualquier
caso, si tienes esta alteración, debes ceñirte a las cantidades de pasta a las que te haya autorizado tu médico. Otra
opción es la pasta de espelta, una novedad en nuestros mercados que usa un tipo de trigo entero y que se cocina y
sabe prácticamente igual que la refinada.
Frutos secos para tu corazón
Según el Código Alimentario Español, los frutos secos son aquellos cuya parte comestible posee menos del 50% de
agua. Desde que se incluyeron en la base de la pirámide nutricional de la dieta mediterránea, se les han reconocido
varios beneficios para la salud. Se recomiendan unos 25 g. al día, cinco veces a la semana, para que tenga los efectos
positivos de los que hablamos en este artículo. No mucho más, ¿eh? Que engordan.

Poderosos antioxidantes
Impiden la liberación de radicales libres, protegen del el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, el deterioro
cognitivo y el envejecimiento.
Protectores del corazón
Recientes estudios en nutrición han constatado que consumir nueces, avellanas y almendras reduce el nivel de
colesterol malo, y controla la glucosa y la hipertensión, tres de los factores de riesgo más importantes de las
enfermedades cardiovasculares. Su alto contenido en poli fenoles, oligoelementos y selenio, cobre, zinc y magnesio
ayudan a mantener el grosor del endotelio (la capa más interna de los vasos sanguíneos).
Vigilantes del azúcar
Estudios recientes han desvelado que aquellas mujeres que consumen frutos secos cinco veces a la semana
presentan menor riesgo de diabetes tipo 2 que aquellas que nunca las toman. Aunque en los ensayos clínicos no se
observaron cambios significativos en la glucemia (azúcar en la sangre), la relación directa con una reducción del
colesterol permitía prevenir la enfermedad.
Aliados de una dieta sana
Contrario a lo que se piensa, diversos estudios han demostrado que, tomados con moderación, los frutos secos no
engordan. El mecanismo que explicaría estos resultados son que parte de sus grasas no se absorben por el
organismo y se eliminan por las heces.

Almendras
Tienen altos niveles de ácidos grasos insaturados, que suponen un 93% de sus grasas, siendo el más importante el
oleico. Su consumo ayuda a disminuir el colesterol malo y aumentar el bueno. Además, tienen vitamina E, un gran
antioxidante, y mucha fibra. Aportan calcio, imprescindible para los huesos y dientes: según un estudio, 100 g. de
almendras aportan el doble de calcio que 100 ml. de leche.

Avellanas
Muy energéticas, contienen grasas insaturadas. Su riqueza nutricional se complementa con fibra vegetal, vitaminas y
sales minerales. Su proteína vegetal tiene una elevada concentración de arginina, aminoácido que participa en el
funcionamiento del sistema cardiovascular. Contienen vitamina B6 y ácido fólico: 30 g. de avellanas aportan el 9% de
la cantidad diaria recomendada de éste último.

Nueces
El 90% de sus grasas son insaturadas, y poseen ácidos grasos esenciales omega-3 y 6, que reducen el colesterol y el
riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, lo que las distingue del resto de los frutos secos. Son las más
ricas en fibra vegetal, que favorece el tránsito intestinal.Los segundos en proteínas, después de las almendras.

Pistachos
Son ricos en ácido oleico, vitamina E, ácido fólico, fitoesteroles, cobre, magnesio, fósforo y calcio. Deben tomarse
con más moderación que el resto, por ser los más calóricos. Ideales para quienes realizan ejercicio diario o intenso, o
actividades intelectuales que requieren mucha concentración.

Piñones
De entre sus proteínas vegetales, destaca la arginina, que los convierte en protectores cardiovasculares y con
capacidad para prevenir la arteosclerosis. Reducen los niveles de colesterol y triglicéridos, y, en cuanto a sus
vitaminas, sobresale el contenido en B1 y ácido fólico.

Antioxidantes
Los antioxidante son sustancias presentes en numerosos alimentos que nos protegen frente a los radicales libres,
causantes del envejecimiento y de algunas enfermedades.
Los aguacates.
Su capacidad antioxidante tiene que ver con su altísimo contenido en vitamina E: 3,2 mg./100 g. Esta vitamina
liposoluble (soluble en grasa) previene la oxidación de las sustancias oleosas que protegen las células, incrementa la
respuesta inmune, previene la formación de cataratas y puede reducir el riesgo de daños a la arteria coronaria.

Las bayas.
Las moras, fresas, frambuesas, arándanos..., son ricas en vitamina C, betacarotenos y otros antioxidantes como las
antocianinas. La vitamina C actúa como anticancerígeno pero también como agente reductor cuando ya se sufren
cánceres como el de vejiga o el de pulmón. El pterostilbeno de arándanos y moras previene el cáncer de colon.

El brécol.
Contiene distintas sustancias de carácter antioxidante: vitamina C, beta-carotenos, vitamina E, además de distintos
tipos de fitoquímicos. Entre ellos están los indoles, los que le dan ese color verde, y que parecen inactivar los
estrógenos, reduciendo el riesgo de cáncer de ovario y seno.

El repollo
y todas las coles en general. Las llamadas crucíferas son antioxidantes tanto por su contenido en vitamina C como en
otros compuestos azufrosos, así como por sus betacarotenos precursores de la vitamina A. Con estos alimentos hay
que tener precaución cuando se cocinan, pues un exceso de cocción elimina parte de sus propiedades.

Las zanahorias.
Su color naranja se lo debe a su riqueza en betacarotenos. Aunque hay muchos tipos de carotenos, en general
actúan atrapando radicales libres y moléculas de oxígeno libre; de ahí su efecto protector. Diferentes estudios han
intentado demostrar su capacidad preventiva contra el cáncer de pulmón, por su efecto protector en la defensa
sobre la pared epitelial. Algunos autores confirman incluso su efecto de reversión sobre células ya sensibilizadas a
tumores, es decir, que los betacarotenos pueden conseguir que los tumores disminuyan de tamaño.

Los cítricos.
Tanto por su riqueza en vitamina C como en bioflavonoides, los cítricos son muy antioxidantes. La naranja, por
ejemplo, tiene más de 500 mcg./100g. de carotenos y 50 mg. de vitamina C. Recientemente se ha descubierto que
incluso en la cáscara de naranjas y mandarinas hay sustancias capaces de actuar contra cánceres como el de piel.

Las uvas
(que contienen hasta veinte antioxidantes). Antocianos, taninos, flavonoides... Todas estas sustancias las convierten
en una fruta súper antioxidante. Un flavonoide, el reverastrol, es uno de los más potentes. Se ha demostrado que los
flavonoides son un factor protector del sistema cardiovascular. Además, activan las enzimas glutatión peroxidasa y
catalasa, antioxidantes naturales.

Las espinacas.
Gracias a la luteína y zeaxantina, son especialmente interesantes para la protección de la vista. Digamos que actúa
ncomo unas gafas de sol naturales que bloquean parte de la luz dañina y, además, como potentes antioxidantes que
detienen el daño que produce la liberación de radicales libres.

LOS TOMATES

El agente antioxidante más conocido del tomate es el licopeno. Un elevado consumo de licopeno se ha relacionado
con la prevención de algunos tipos de cáncer, como el de próstata.
El tomate es el alimento que lo concentra en mayor cantidad, y se debe considerar que hay factores que afectan a su
asimilación en el organismo, como su madurez, las distintas variedades o la forma de cocinarlo, todos influyentes en
la cantidad y el grado de aprovechamiento del licopeno.
De todos ellos, es el tomate frito la forma en la que mejor se asimila esta sustancia, ya que, además del calor, hay
cierta cantidad de grasa, lo que hace que el licopeno (soluble en grasa) se asimile mejor. En concreto, su presencia
en el tomate frito es de unos 25 mcg. por cada 100 g, mientras que en el tomate fresco es de en torno a los 2 mcg.
por cada 100 g.

¿POR QUÉ TOMAR ANTIOXIDANTES?


Los radicales libres producen el deterioro de las células, pero el cuerpo produce unas sustancias llamadas enzimas
que cumplen la función de antioxidantes.

El problema se presenta cuando hay un exceso de radicales libres, y los antioxidantes naturales no pueden
contrarrestar su acción, lo que causa la muerte celular, el envejecimiento, y algunos tipos de cáncer.
Ese aumento de radicales libres puede deberse a varios motivos: consumo excesivo de tabaco y alcohol,
alimentación grasa, sedentarismo, exceso de radiación solar, ejercicio muy intenso (deportistas profesionales) o una
dieta poco equilibrada.

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