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El machismo en México

Por: Alejandro Avila Ramírez Grupo:616

En las siguientes líneas, se explicará el machismo en México a través de la historia dentro


del país y como influyó en la sociedad mexicana dependiendo de la época. Primero, se
necesita saber el siguiente concepto; se escribirá la definición de la RAE.

Machismo:

1. m. Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres.


2. m. Forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón.

Es importante mencionar que el machismo es una suerte de estereotipo en le que


causan heridas que difícilmente sanan, y en el proceso de feminismo es el que más
aportes he hecho al análisis riguroso de los estereotipos de tipo masculino y femenino.

Desde el nacimiento, los padres, la familia y la sociedad asignan atributos prefigurados;


si es niña: bonita, soñadora, delicada, muy femenina, con moños, calcetas y cosméticos.
Si es niño: valiente, seguro, triunfador, el que toma las decisiones y “muy hombrecito”.

Por muchos años, en México los estereotipos masculinos caracterizaban al hombre


como: proveedores del hogar, jefes de familia, tomadores de las decisiones. El apoyo de
los estereotipos en la sociedad misma discrimina, lesiona la dignidad, obstaculiza la
equidad y el progreso en una sociedad y el desarrollo de esta.

Aunque el término “macho, machismo” se empezó a utilizar a principios del siglo XX, la
practica se ha realizado desde siempre en México

Una vez entendido esto, partiremos desde México colonial donde no se puede considerar
el papel femenino en la colonia, sin hacer distinción entre las mujeres criollas, las
indígenas y las esclavas negras, pues cada grupo enmarca valores que, forzosamente,
delimitan su participación dentro de las comunidades granadinas.

La educación de la colonia era diferencial y excluyente para todas las mujeres, ya que
alejaba la mujer de las aulas y se enfocaba primordialmente a prepararla para el
matrimonio y la maternidad, argumento que defendió la iglesia.
Para las criollas y españolas la soltería era una desgracia para la familia; su destino
forzoso era el matrimonio, pero no tenían derecho a elegir al pretendiente, pues los
padres arreglaban la boda previa concertación de la dote y los bienes que aportara la
mujer.

La mujer indígena no se preocupaba por dotes ni por matrimonio eclesiástico; se unía a


quien quería con bendición o sin ella. Era el pilar de la familia en su mundo trágico y difícil,
donde tenía que trabajar para sostener a los hijos y pagar los gastos, pues el aporte de
su pareja, mísero peón en minas y haciendas, era insuficiente para asegurar la
subsistencia.

En cuanto a las mujeres negras, su calidad de esclavas las convertía en un bien al


servicio de los patronos. No disponían del presente ni del futuro de sus hijos, eran objetos
sexuales del amo y ni siquiera podía escoger pareja, pues ello dependía de la
conveniencia de sus propietarios.

Se puede notar las expresas diferencias entre el hombre y la mujer en esta época, aunque
eran más o menos notables dependiendo del estrato social al que pertenecían.

Durante el México independentista la mujer participó como espías, mediadoras,


guerreras, enfermeras y cocineras. Mientras los hombres eran los que luchaban y hacían
las cosas de “peligro” para ellas. En el México independiente, en la elite, los cargos de
poder eran otorgados a los hombres, mientras las mujeres, se quedaban en casa
esperando por sus maridos; en la clase baja de esa época, los hombres trabajaban en
las milpas, en el sembradío de las cañas de azúcar, recolectando café, como peones o
como jimadores; por el contrario, las mujeres se quedaban en casa esperando a los
esposos mientras cuidaban a sus hijos, y hacían labores del hogar, aunque en minoría,
había mujeres que salían a trabajar en las maquilas.

Durante toda la revolución se fundaron clubes femeniles y las mujeres realizaron


servicios de espionaje y transportaron pertrechos de guerra, se alistaron en la Cruz Roja,
fueron alimentadoras y acompañantes de las tropas; además disputaron a los hombres
la exclusividad del espacio político de la guerra, empuñaron las armas como soldadas y
obtuvieron sus grados y ascensos militares. Se pudo ver un acercamiento hacia la
igualdad entre el hombre y la mujer con las llamadas “Adelitas”, mujeres valientes que
luchaban junto a sus hombres en la revolución; a pesar de eso, las mujeres seguían
consideradas como menores a los hombres.

Durante el periodo colonial se verán los antecedentes del machismo en México y el


termino se va a popularizar en el cine de oro mexiano, según Machillot, Didier; y cito:

… [el término macho surge durante los acontecimientos revolucionarios, con mayor
precisión entre 1910 y 1915, pero su popularidad es un poco posterior, puesto que
vendrá con una literatura y, sobre todo, con un cine de inspiración nacionalista de los
años 50’s, que pondrá en escena a una región idílica, Jalisco, habitada por jinetes,
machos a la vez, valientes y seductores: los charros]…

En ese fragmento se evidencia que los “machos” no surgen de la noche a la mañana,


sino que son producto de un cambio al interior de las mentalidades, que va depositando
de un estereotipo a otro, cualidades, habilidades, defectos, valores, etcétera a lo largo de
los años y van transformando a la sociedad mexicana del siglo XX.

Durante los años 40’s a los 50’s cada actor le imprimirá atributos y características a
nuestra idea del macho: Pedro Infante, Jorge Negrete, Fernando Soler, Mauricio Garcés
o Vicente Fernández contribuyen a esto. En el cine se distinguen tres tipos de machos:
el noble y valeroso, incluso simpático; el problemático, celoso, alcohólico y violento; y el
conquistador.

En la actualidad para luchar contra el machismo se avocan las feministas, que no sólo
comparten la crítica radical a esta ideología sino que se proponen combatirla. No basta
comprender las causas de que los mexicanos sean machos, sino que hay que denunciar,
castigar y erradicar las violencias cotidianas infringidas por los hombres y sufridas por las
mujeres.

A pesar del ello, en algunas partes de México, el nivel de violencia contra las mujeres, es
alarmante: 2 de cada 3 mujeres han sido víctimas de un acto de violencia emocional,
económica, física, sexual o en algún ámbito en el que se desarrolla la mujer en México.
Los estudios realizados en México sobre el machismo son de muy diferente nivel y de
muy diferente enfoque. Se refieren, en general, más al ámbito rural que a las ciudades, y
más a las clases bajas que a las medias y altas. Independientemente, la violencia no
debe caber en ningún estrato social o en ninguna región del país.

Entre los años 2012 y 2017 han fallecido 78 mil 312 mujeres por accidentes, homicidios
y suicidios. Asimismo, la prevalencia de violencia en general en su contra registró en
2017 prácticamente el mismo indicador que en 2005: 66.1% de las mujeres ha
experimentado al menos un episodio violento. Esto es lamentable.

Acabar con la violencia contra la mujer en México comprende necesariamente diversos


frentes, sobre todo, a mi parecer, en el educativo y en el legal, así como por un verdadero
diseño y seguimiento de una política pública en la materia. Tenemos mucho camino por
recorrer. Es urgente comenzar a andarlo.

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