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desaprovechado
por Phil Butler
Muchos proyectos son demasiado grandes para ser abordados por un solo grupo.
Trabajar en equipo con otras entidades es el camino más lógico y atractivo para no
abandonar estas empresas.
Lo primero que nos debe motivar, es saber que Dios diseñó a su pueblo, para trabajar
juntos. Al obrar así, los resultados serán más eficaces y más sólidos. Una idea con
potencial
Las Escrituras señalan este camino. La idea de trabajar juntos para alcanzar algo que no
podemos lograr solos, se remonta a los primeros registros históricos. Dios nos diseñó
para vivir como él lo hace, en unidad, trabajando juntos: «Hagamos al ser humano a
nuestra imagen» (Gn 1.26). Luego Dios, el Señor, dijo: «No es bueno que el hombre
esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» (Gn 2.18). Este mismo mensaje se
observa a través de todas las Escrituras. A Moisés le dijo: «te pongo por Dios ante el
faraón. Tu hermano Aarón será tu profeta» (Éx 7.1). Del mismo modo vemos el poder
del trabajo en equipo en el libro de Nehemías: «la mitad de mi gente trabajaba en la
obra, mientras la otra mitad permanecía armada con lanzas, escudos, arcos y corazas.
Los jefes estaban pendientes de toda la gente de Judá. Tanto los que reconstruían la
muralla como los que acarreaban los materiales, no descuidaban ni la obra ni la
defensa» (Ne 4.16–17). Salomón nos recuerda que «uno solo puede ser vencido, pero
dos pueden resistir. «¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!» (Ec 4.12)
En el Nuevo Testamento Jesús reunió a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos.
(Marcos 6.7b). Pablo declara que «el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y
ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro» (Ef
4.16). Asimismo afirma que trabajamos en equipo con el Señor, pues «nosotros somos
colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el
edificio de Dios. Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como maestro constructor,
eché los cimientos, y otro construye sobre ellos» (1Co 3.9–10). Lo primero que nos
debe motivar, entonces, es saber que Dios diseñó a su creación, a su pueblo, para
trabajar juntos. Al obrar así, los resultados serán más eficaces y más sólidos. Los pocos
pasajes mencionados aquí son solo un indicio de la intención de Dios, y del poder y
bendición que recibimos cuando seguimos su diseño.
Un concepto reconocido
Las alianzas estratégicas ofrecen acceso a muchos más recursos que cualquier
compañía aislada pueda poseer o comprar por sí misma. Esto expande, en gran medida,
su habilidad para crear nuevos productos, reducir costos, introducir nueva tecnología,
incursionar en nuevos mercados, adelantarse a los competidores, alcanzar la escala
necesaria para sobrevivir en los mercados internacionales, y generar más efectivo para
invertir en habilidades clave. Esas mejoras son cada vez más el resultado de las alianzas.
Las alianzas poseen distintos significados para diferentes personas. Ya sean dos
individuos que se unen a beneficio de alguna causa local, o una iniciativa bastante
compleja de cooperación internacional entre agencias. Si se posee un compromiso
consciente de qué es una alianza, puede ser una poderosa motivación, llena de
beneficios prácticos. A continuación se dan unos ejemplos:
Fortaleza: Las alianzas permiten que las organizaciones lleven a cabo lo que saben
hacer mejor. Esto es, maximizar su contribución al cumplir lo que mejor hacen, en lugar
de tener que realizar múltiples tareas que, a menudo, llevan a cabo de manera mediocre.
Efectividad: Las alianzas nos obligan a centrarnos en todo el panorama, para identificar
lo que se requiere para alcanzar la visión y, luego, precisar los pasos necesarios para
realizarla. Una receta segura para obtener mejores resultados es reunir todas las piezas
juntas y enfocarse en un objetivo común.
Mayores recursos: Cuando unimos las manos con otros a menudo se descubren
habilidades diferentes y complementarias. Solo el hecho de unirnos muchas veces nos
permite identificar qué otros recursos humanos son necesarios y así, juntos, estimular la
participación de los mismos.
Más opciones de acción: Cuando se trabaja solo, existe un límite en cuanto a lo que se
puede lograr, sin importar qué tan sofisticados o sustanciales sean esos recursos. Pero,
cuando se trabaja con otros que complementan sus fortalezas, se expande su potencial y
sus horizontes. Esto puede significar nuevos productos, nuevos servicios, o nuevas áreas
geográficas dónde trabajar.
Conclusión
La caída del hombre afectó seriamente la relación de equipo que sostenía la primera
pareja. De la cooperación pasaron a la competencia, cada uno velando solamente por
sus propios intereses. En Cristo, sin embargo, Dios desea volver a enseñarnos cómo
trabajar juntos en los proyectos del Reino. Los esfuerzos unidos, fruto de alianzas
estratégicas, pueden lograr un impacto mucho más profundo y duradero que las
mejores empresas individuales. Anímese a acercarse a otros para trabajar juntos en la
extensión del reino de los cielos.
Adaptado del libro Bien conectados, Editorial Patmos, © 2006. Se usa con permiso
©Apuntes Digital, Volumen II - Número 5, todos los derechos reservados.