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Una paciente con personalidad múltiple fue tratada por la psiquiatra Cornelia
Wilbur, quien después de varias sesiones con Sybil, descubrió en ella una
enfermedad extraña, que dio ocasión no solamente a un tratamiento
especializado, sino a la publicación de un libro, en el que se narra la historia de
la paciente y parte del tratamiento. No está dirigido a especialistas de la salud,
está escrito con una narración de fácil acceso para el lector. El documento
resultó revelador, crudo, por momentos aterrador y explosivamente
deslumbrante.
El relato provocó una gran polémica, sobre todo entre los estudiosos de los
trastornos mentales. Sybil fue diagnosticada como paciente con personalidad
múltiple. Con una enfermedad tan extraña, que resulta increíble, que un ser
humano pueda realmente tener tantas personalidades diferentes, sin consciencia
de ellas. Algunos psiquiatras pusieron en tela juicio la veracidad de la historia,
acusando a la doctora Wilbur de crear situaciones ficticias en la vida y
tratamiento de su paciente, motivada por la idea de ganar brillo y
reconocimiento entre sus colegas de profesión. El debate tomó tal forma, que se
escribieron varios documentos sobre el tema. El ataque fue creciendo contra la
doctora, y las acusaciones la señalaban de forma particular. Tengo un libro
especializado sobre Homosexualidad, escrito entre otros autores, por la Doctora
Cornelia B. Wilbur. Esto hace pensar en su seriedad y profesionalismo; además,
ella era miembro de diversas instituciones Psiquiátricas y de la sociedad
Psicoanalítica.
Sin embargo, hay quienes piensan que la historia ha sido manipulada, pero
también los que opinan que es totalmente real. Lo que resulta indiscutible, es
que leer el libro es fascinante.
Flora Rheta mantenía amistad con la Dra. Wilbur y después de conocer a Sybil y
reunirse con ella en varias ocasiones, desarrollo amistad también con ella. El
verdadero nombre de Sybil, se guardó en el anonimato durante mucho tiempo,
pero posteriormente se dio a conocer. Durante el proceso de tratamiento, se
fueron descubriendo las diferentes personalidades de Sybil, en total 16. Sybil no
era consciente de las diversas personalidades, con frecuencia tenía ausencias. En
ocasiones se encontraba en una ciudad, o en un hotel, sin saber que había
ocurrido, o cómo había llegado allí. En la escuela, llegó a tener ausencias hasta
de un año escolar a otros. Se describe como en una de sus vivencias, de pronto
regresa de la ausencia en un salón de clases. En ese momento, no se podía
explicar la razón por la que sus compañeros de grupo, se veían más altos y de
mayor edad. Al terminar la clase Sybil no entendía qué estaba pasando, se puso
de pie y se dirigió al perchero para tomar su ropa de abrigo. Afortunadamente en
la escuela les exigían poner nombre a las prendas, lo que le permitió
reconocerla. Las ausencias se presentaban con mucha frecuencia, sin que pudiera
entender lo que le estaba ocurriendo. En cada ausencia, una de las diferentes
personalidades se hacía cargo. Sybil tenía personalidades en las que se mostrada
totalmente diferente a su verdadero yo, las conductas y la forma de pensar eran
totalmente distintas y hasta antagónicas. Alguna se mostrada segura,
determinada y hasta agresiva y explosiva, otra podía ser tímida e introvertida.
Podía aparecer una personalidad infantil, lo que muestra que la edad de las
personalidades era diferente. Una de sus personalidades tocaba el piano. Sybil no
sabía hacerlo. Tenía personalidades que dibujaban, pero los dibujos, eran
diferentes, con un toque distintivo entre ellos, que permitía deducir a que
personalidad pertenecían. Era como si los dibujos fueran realizados por personas
diferentes, con rasgos de personalidad distintos. Una de las personalidades se
percibía a sí misma, más hermosa, glamorosa y sofisticada que las otras, vestía a
la moda y hablaba con un acento distinto. Cuando Sybil volvía de alguna de las
ausencias, vivía una intensa guerra interior. Encontraba a su alrededor objetos
que no reconocía, y no tenía idea de cómo habían llegado a su bolso, habitación
o casa. Frecuentemente no sabía en dónde se encontraba y, tampoco era capaz
de identificar quiénes eran las personas que le hablaban con tanta familiaridad,
enojo o molestia, dependiendo de la situación.
En una de las sesiones la Dra. Wilbur le preguntó a Sybil sí sabía que ocurría
durante las fugas, concretamente le planteó; ¿qué haces durante las ausencias?
Sybil respondió que no hacía nada. Claro que haces cosas, hablas y te relacionas
con la gente, pero no te das cuenta, es como si fueras sonámbula, le respondió.
Poco a poco, sesión tras sesión, Sybil fue reconociendo, que durante las fugas la
conducta se seguía manifestando, pero en un estado de inconsciencia para ella
misma, pero no para las otras personalidades. Mientras ella perdía la
consciencia, otra persona tomaba el relevo. Era como si ladrones le robaran
tiempo. Al volver de las ausencias, podían haber pasado lapsos de tiempo muy
grandes, sin que ella tuviera conocimiento de todo lo ocurrido, vivir experiencias
sin vivirlas realmente.
La vida de Sybil nunca fue fácil, su madre era una mujer dura y exigente, sobre
todo con desequilibrios mentales. Un día después del colegio, llegó a casa
entusiasmada al terminar una de sus clases de anatomía. Entró corriendo a casa
para explicarle a su madre como funcionaba el corazón. Su madre le dijo que no
le interesaba charlar sobre el tema, pero como Sybil estaba tan excitada
continuó explicando lo que había aprendido. Su madre le respondió ¿Cuántas
veces tengo que decirte qué no me interesa hablar de eso?, le gritó a todo
pulmón y le propinó un golpe tan fuerte que la derribo, cayó de lado sobre la
mecedora, para después estrellarse contra el piso, lastimándose seriamente las
costillas. Desde aquel momento, Sybil le tuvo terror a la clase de ciencias y tuvo
dificultades para aprobar la materia, tanto en la escuela como en la Universidad.
Por supuesto que también le tenía un miedo especial a su madre. Un día
caminado por la calle, vio unos listones de colores en el aparador de una tienda,
deseando con todas sus fuerzas, que su madre le preguntara si deseaba un listón.
Sybil nunca pedía nada, siempre esperaba pacientemente a que su madre le
ofreciera algo, pero como en esa ocasión el ofrecimiento no llegó nunca, una de
las personalidades tomó el control, para pedirle a su madre que le comprara uno
de esos listones.