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A mis abuelos, de ellos no supe nada del rabel, pero sembraron en mí una buena
parte de la tradición oral que forma parte de mi pequeña cultura tradicional, ellos
fueron los primeros.
A mi madre, a mi amada esposa y a mis hijas, hay que ver la paciencia que tienen
conmigo cuando me pongo a sacar virutas.
A todos los que de una forma u otra divulgáis las tradiciones leonesas, para vosotros
sea mi agradecimiento y dedicatoria; de veras que en lo relativo a la cultura tradicional,
“quae non datur, amittitur”; lo que no se da, se pierde.
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7.-Lijado.
9.-.-Barnizado
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El tamaño y forma de las manos del rabelista dan la primera nota sobre el
diseño del rabel, de ello depende la ejecución de la nota sobre la cuerda del
rabel, con manos más grandes, más longitud en la cuerda. He conocido rabeles
cuya longitud de cuerda (entre cejuela y puente) varía desde los 33 cm. a los
23 cm. Esta es una aclaración importante, pues esa longitud de cuerda ha de
acomodarse al rabelista. Partiendo de esta base deducimos que el puente del
rabel nunca ha de estar pegado a la tapa, por lo que a la hora de hacer nuestro
diseño debemos prestar atención para determinar, una vez acabado el rabel la
localización del puente. En nuestro diseño la distancia entre el cordal y el
diapasón ha de permitir libertad de movimiento suficiente del puente hasta
decidir su colocación final.
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Entre las medidas que acotan los dos anchos de la tapa y el ancho entre
aros, podremos diseñar las curvas que darán forma a nuestro antojo al cuerpo
del rabel.
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Una vez concluido el prototipo, sugiero recortar la silueta del mismo a lo largo
de una sola mitad, así para pasar el dibujo a la tabla tendremos una plantilla
perfecta que al girar sobre el eje de simetría nos permitirá dibujar de forma
simétrica nuestro rabel.
Tomamos un lapicero del nº2 (es blando, y se borra fácilmente), una tabla de
madera de aproximadamente 60 x 25 x 4.5 cm. Maderas aconsejadas: cedro,
nogal, negrillo, cerezo, …en este caso he elegido chopo, es autóctono y fácil de
trabajar.
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En la parte del dibujo que corresponde al cuerpo del rabel dibujaremos una
línea interna, paralela a la del contorno exterior, separada de esta 1 cm. Ésta
delimitará los aros del rabel
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Este es uno de los pasos en la fabricación del rabel más laboriosos, pero
antes de empezar con ello quiero hacer algunas anotaciones.
Antes de hacer el calado del cuerpo corto la tablilla con la que posteriormente
construiré el arco.
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Tomando la tabla ya marcada en primer lugar realizo el calado del cuerpo del
rabel con una sierra de calar, para ello me ayudo de taladros realizados en las
zonas de curvatura más comprometidas.
Para realizar el vaciado con un cierto orden, marco con cuadrículas las áreas
en las que aplicaré el taladro con broca de boca ancha.
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En la base del cuerpo del rabel he dejado una zona sin vaciar que servirá
como refuerzo al anclado del cordal.
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El mástil es la parte del rabel que el rabelista abraza con la mano para
realizar la acción sobre las cuerdas, por lo tanto ha de ajustarse a la mano del
rabelista, por ello pese a sugerir para él un ancho que ronda los 3-4 cm y un
espesor aproximado de 2,5 cm. en la zona más estrecha, la medida va siempre
en proporción a la mano y al gusto del rabelista; lógicamente se ajustará en su
ancho exactamente al ancho del diapasón.
Por encima del diapasón está la cabeza o clavijero del rabel, donde tenemos
que realizar tantos orificios como cuerdas tendrá el rabel colocados estos en
sentido perpendicular destinados a albergar las clavijas de afinación. También
en el clavijero realizaremos un vaciado con taladro y formón que dejará al aire
la porción intermedia de las clavijas.
El vaciado del clavijero se hará de forma similar ala del vaciado de la caja de
resonancia.
Para instalar las futuras clavijas de afinación podemos optar por diversos
sistemas; el más perfecto es hacer un taladro trasversal y ajustarlo con un
escariador, cuya forma tronco-cónica se ajuste al mismo tamaño de la futura
clavija. Otra forma es hacer el taladro y cabecear la broca con suavidad para
que en uno de los extremos no se mueva, y en el opuesto obtengamos un
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orificio más ancho. Y el tercero consiste en hacer el taladro con dos anchos de
broca, uno para cada extremo, el más ancho de 8mm, y el más estrecho de
6mm.
Construiré cuatro clavijas, tres para la afinación de las cuerdas del rabel, y una
que utilizaré más adelante para graduar la tensión del arco.
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Posteriormente y con ayuda de una lima redonda para los orificios y papel de
lija, ajusto las clavijas a la cabeza del rabel.
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Es la parte del rabel que vibrará bajo la acción de las cuerdas y que
indudablemente dará más carácter al rabel.
Su forma se ajustará a la del cuerpo del rabel, por lo que para cortarla
partiremos de la misma plantilla que utilizamos previamente.
Otra variedad es la tapa de piel, que una vez curtida se fija, mojada, a la caja
de resonancia con puntas cortas, al secarse se obtiene un tensado natural.
Para que el sonido del rabel salga a través de la piel se practican orificios en
ésta con un alambre “al rojo”.
Para conseguir una tabla y sacar de ella la tapa armónica de las dimensiones
descritas, a menos que tengamos una herramienta propicia, no tendremos otro
remedio que ir a la carpintería o bien adquirir tablas para la construcción de
instrumentos que ya se venden en estos espesores para tal fin. Una vez
alguien me preguntó si se podría construir la tapa de un rabel con
contrachapado (okume), mi única respuesta es que existen multitud de
instrumentos hechos con este tipo de madera (contrachapada), si bien la tapa
de madera maciza imprime notoriedad al instrumento.
Mi decisión en este caso es utilizar una tabla de abeto que cortaré con la
forma del cuerpo del rabel.
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Del ancho de los oídos tampoco hay nada escrito. Un servidor tiene
preferencia por que no sean muy exagerados, y los coloca entre los límites del
cuerpo del rabel y unas líneas imaginarias que recorrerían el rabel en sentido
longitudinal pasando por los puntos de apoyo del puente.
Hay quien dice que unos oídos, o en su defecto cualquiera de los orificios que
traspasan la tapa, si son anchos, o hacemos varios, “apagan” el sonido del
rabel para que éste no tape la voz acompañante.
Con una tapa para el rabel de madera blanda y además con espesor por
debajo de los 2-3 mm. corremos el peligro de que ésta ceda bajo la presión de
las cuerdas, sin embargo una tapa fina vibra más, incluso con un tenue
rozamiento sobre las cuerdas; por ello, si decidimos instalar una tapa fina, dar
más resistencia a la tapa, o símplemente porque nos apetece, se pueden
instalar por debajo de la tapa del rabel unas varetas que le den resistencia.
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Los violines llevan por debajo de la tapa una vareta longitudinal llamada barra
armónica y a la par también se le instala alma; y no me seáis turriones, no es
pecado colocar en el rabel estos elementos, el rabel seguirá sonando a rabel.
En éste otro modelo opté por la barra armónica, también señalo el alma y el
lugar donde posteriormente irá colocada.
La tapa una vez confeccionada (con o sin varetas, con o sin barra armónica
hacedlo a vuestro gusto), ha de ser pegada al cuerpo, aconsejo utilizar buena
cola blanca de carpintería o cola de calidad para instrumentos musicales, la
marca Titebond (que no nos patrocina) es muy conocida.
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Las dimensiones del diapasón, como para todo el rabel, son anárquicas, pero
sugiero un largo de 23 cm, un ancho en la parte estrecha de 3cm, y 4cm para
la parte ancha, su superficie puede ser plana o curvada, al gusto, pero siempre
perfectamente lisa, logrando un buen tacto con lijas de varios gruesos,
procediendo desde granos medios a muy finos.
Las maderas autóctonas que suelo aconsejar son el haya, cerezo, roble,
castaño y nogal, pero si nos queremos ir a maderas tropicales, que tienen una
densidad tremenda, también tenemos la puerta abierta.
Para elevar el diapasón por encima de la tapa y con el fín de que ésta vibre
alegremente, podemos optar por colocar una cuña que se sitúa por debajo del
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Una vez terminado se encola al mástil con presión para garantizar la sujeción.
Al pegar el diapasón cuidaremos mucho su centrado.
El cordal tiene como única función fijar las cuerdas a la base del rabel, y está
sujeto a cierta tensión. Tampoco tiene dimensiones fijas, aconsejo 4x9 cm para
las dimensiones del rabel que estamos haciendo, en cualquier caso ha de estar
proporcionado al tamaño de la caja armónica para que no quite espacio a la
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Si bien es uno de los procesos de acabado, el lijado es una labor ardua que
iremos realizando a lo largo de la construcción del rabel, primero con lijas de
grano grueso, para terminar con las de grano fino y muy fino.
También para devastar las imperfecciones más grandes, como por ejemplo al
igualar la tapa al cuerpo, podemos ayudarnos de escofina y lima, a mí también
me gusta usar una navaja bien afilada antes de lijar, nuestros abuelos también
utilizaban trozos de cristal roto. La lija por aquel entonces no se conseguía tan
fácilmente.
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Para su construcción sugiero madera dura, nos sirven las aconsejadas para
el diapasón.
…La cejuela, que algunos llaman silleta, es el elemento colocado por encima
del diapasón donde se apoyan las cuerdas, está fijado mediante un leve
acanalado (entre diapasón y cabeza), tiene incisiones que marcan la
separación entre ellas (0,9 mm) y las proyecta hacia el puente. Su longitud es
la misma del diapasón, ancho aconsejado ente 2 y 4 mm. y grosor suficiente
para elevar las cuerdas aproximadamente1/2 mm. por encima del diapasón.
Debe de estar hecha en material duro, madera, fibra o hueso.
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rabel. Hay rabelistas que apoyan directamente el puente del rabel en el alma a
través de uno de los oídos.
Si optamos por colocar alma en nuestro rabel, elegiremos una madera dura,
de ancho aproximado 4 mm. y longitud marcada por la distancia entre tapa
armónica y fondo
La colocación del alma en la forma clásica, es a través del oído del lado de la
cuerda más aguda con ayuda de una pinza curvada, el alma se sujeta a
presión, nunca va pegada. Se apoya en su parte superior a la zona
correspondiente al apoyo del puente del lado de la cuerda más aguda.
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en el timbre del rabel, reparte las vibraciones a lo largo de la tapa. Lo dicen los
expertos.
Para construir varetas y barra armónica suelo utilizar restos de madera que
me sobran de los otros elementos del rabel.
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9.-BARNIZADO
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10.-ENCORDADO Y AFINACIÓN
En este caso optaré por usar cuerdas de violín,( 2ª,3ª y 4ª), que insertaré a
través de tres sendos orificios practicados en el cordal.
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A través de ellos pasaré el otro extremo de las cuerdas que tensaré y afinaré.
En el rabel la afinación es libre, y si bien una de las más clásicas es LA, RE,
SOL, no olvidemos que está íntimamente sujeta a la tesitura vocal del rabelista,
ya que al fin y al cabo es un instrumento que de acuerdo a la tradición siempre
a compaña a su voz. También, y para los más exigentes aconsejo preguntar en
las tiendas de música sobre cuerdas y tensiones, para una misma tesitura
existen varios tipos de cuerda.
Quiero también señalar en este apartado, que el rabel al estar construido con
madera, ésta es muy vulnerable a cambios de temperatura y humedad. La
madera recoge y libera la humedad que tenemos en el ambiente, esto da lugar
a cambios que afectan directamente a la afinación. Lo mismo ocurre con la
temperatura, que contribuye a la dilatación y contracción del rabel. Y claro está
que humedad y temperatura también afectan directamente a las cuerdas del
rabel, por lo que aconsejo que antes de tocar, siempre lo expongamos a las
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Entre el mango del arco y el arco propiamente dicho colocaremos una de las
clavijas de afinación que previamente habíamos construido, esta vez con el fín
de hacer de tensor del arco.
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Para que las cuerdas del rabel suenen hemos de impregnar las fibras del arco
(ya sea de sedal o de crin) con resina, a fin de que las cuerdas del arco froten
las del rabel y vibren.
Y por fin ya tenemos nuestro rabel y nuestro arco listos para tañer.
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MEDIDAS FINALES
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