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LA TEORÍA DEL APEGO

Introducción

En los últimos años asistimos a una importante toma en consideración del significado y
el sentido práctico de la Teoría del Apego, formulada inicialmente por J. Bowlby y
enriquecida después por otros autores.

En los estudios sobre el apego convergen distintas disciplinas que la alimentan con
sus experiencias clínicas y prácticas: el Psicoanálisis, la Psicología Evolutiva y las
Neurociencias. Los diferentes estudios exploran el efecto que la formación, la ruptura,
la renovación, las vicisitudes y los trastornos de las relaciones o vínculos tienen para el
desarrollo y el funcionamiento de la personalidad a lo largo del ciclo vital y
particularmente en la infancia y en la adolescencia.

La teoría del apego ha generado dos grandes espacios de desarrollo: de un lado la


investigación, y de otro la intervención psicológica y la Psicoterapia (desde diferentes
corrientes). Cada uno de estos espacios ha experimentado desarrollos a su vez en
direcciones múltiples.

En cuanto a la aplicabilidad de la teoría en la práctica clínica, citaremos entre otras la


importancia que ha adquirido en el campo de la protección infantil. También se trabaja,
de forma transversal a distintas problemáticas, con adultos en intervenciones
familiares, de pareja o individuales.

Definiciones

“Lo que por motivos de conveniencia denomino teoría del apego es una forma de
conceptualizar la tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con
determinadas personas en particular y un intento de explicar la amplia variedad de
formas de dolor emocional y trastornos de la personalidad, tales como la ansiedad, la
ira, la depresión y el alejamiento emocional, que se producen como consecuencia de
la separación indeseada y de la pérdida afectiva”.
John Bowlby (1977).

“La teoría del apego es una forma de conceptualizar la propensión de los seres
humanos a formar vínculos afectivos fuertes con los demás y de extender las diversas
maneras de expresar emociones de angustia, depresión, enfado cuando son
abandonados o viven una separación o pérdida".
John Bowlby (1998).

“Un lazo afectivo entre el niño y quienes le cuidan y un sistema conductual que opera
flexiblemente en términos de conjunto de objetivos, mediatizado por sentimientos y en
interacción con otros sistemas de conducta".
Fases (génesis del apego)

El concepto etológico de período crítico ha sido ampliamente aplicado al desarrollo


infantil, aludiendo a un tiempo limitado de la vida en que el ser humano está
biológicamente preparado para determinados aprendizajes (apego, lengua materna,
idiomas, etc.), a condición de recibir una estimulación apropiada del medio ambiente.
El vínculo de apego se desarrolla fácilmente durante ese período crítico, pasado el
cual puede llegar a ser imposible formar una verdadera relación íntima y emocional.
Bowlby, al observar los problemas emocionales de los niños que se criaban en
instituciones, encontró que éstos tenían una gran dificultad en formar y mantener
relaciones cercanas, y atribuyó este problema a la carencia en estos niños de un fuerte
apego con sus madres durante la infancia.

1) Fase asocial o de preapego (hasta los 2 meses)

El bebé acepta a cualquier persona que le proporcione comodidad. A través de la


mirada, sonrisa y llanto, atrae la atención de otros seres humanos, tratando de
provocar el contacto físico. Existe un reconocimiento sensorial rudimentario de la
madre, prefiriendo la voz y el rostro de ésta a la de cualquier otro adulto, a pesar de no
mostrar un vínculo de apego propiamente dicho.

2) Fase de apego indiscriminado o de constitución del apego (desde los 2 meses


hasta los 7 meses)

El niño responde a su madre de forma más consistente que al resto de las personas: le
sigue la mirada, sonríe, balbucea; sin embargo, a pesar de reconocerla perfectamente,
no muestra ansiedad de separación respecto a ella. Lo que provoca su llanto no es la
privación de la madre, sino la pérdida del contacto humano, como cuando lo dejan solo
en una habitación, o en la cuna. En esta etapa es posible sustituir la figura de apego.

3) Fase de apego específico (desde los 7 meses hasta los 2 años)

El vínculo afectivo con la madre es muy fuerte y el niño siente gran ansiedad e ira
cuando pierde el contacto con ella. Al principio de esta fase el bebé puede rechazar el
contacto físico incluso con un familiar muy cercano, ya que lo único que desea, y lo
que le calma, es estar en los brazos de su madre. La mayor parte de las acciones de
los niños (andar a gatas, por ejemplo) tienen el objetivo de atraer la atención de la
madre y una mayor presencia de ésta.
El comienzo de esta fase coincide con la aparición del miedo a los extraños, que
suele desaparecer alrededor del año y medio. Si una persona desconocida se dirige a
él de forma brusca (sorpresiva), para hacerle alguna gracia, es muy probable que se
ponga a llorar. En este caso es adecuado acercarse a él sin alarmarse, cogerlo y
calmarlo, y a continuación expresarle la proximidad que tenemos con el extraño (que
podría ser un familiar o amigo), a través de gestos cariñosos. Sin embargo, esta
respuesta no se daría si el extraño actúa de una forma suave y cariñosa, y en un
contexto seguro para el bebé.
Los 2 años sería la edad en que el apego que surge del niño hacia la madre alcanza
su pleno desarrollo (Anna Freud y Dorothy Burlingham, 1942), y ésta sería la edad
mínima para llevar al niño a la guardería (ver Separaciones)

4) Fase de formación de relaciones recíprocas (desde los 2 años en adelante)

Junto al lenguaje, el niño adquiere la capacidad de representarse mentalmente a la


madre, lo que le permite predecir su retorno cuando ésta se ausenta, decreciendo la
ansiedad de separación. El niño entiende ya que las ausencias de la madre no son
definitivas, y que regresará a casa. En esta fase los niños a los que su madre les
explica el por qué de su ausencia, y el tiempo aproximado de la misma, suelen llorar
mucho menos que los niños a los que no se les da ningún tipo de información.
El comportamiento de apego permanece rápidamente activable hasta cerca del final
del tercer año de vida; si el desarrollo es sano, se va haciendo poco a poco menos
fácilmente activable.
A partir de los 3 años, el niño despliega una serie de estrategias con las que intenta
controlar la interacción con su madre, “obligándola” en determinados momentos a
pactar las entradas y salidas del hogar.
El final de estas 4 fases supone un vínculo afectivo sólido entre madre e hijo, que no
necesita de un contacto físico ni de una búsqueda permanente por parte del niño, ya
que éste siente la seguridad de que su madre responderá en los momentos en los que
la necesite.

Conclusiones

Como se pudo observar el apego es un concepto fundamental en el desarrollo del


niño, que implica aspectos biológicos, emocionales y físicos. Desempeñando un rol
fundamental en la regulación del estrés en momentos de ansiedad o angustia. Así
como también el estilo de apego del niño es un puntapié inicial para la construcción de
subjetividad que va a ir desarrollando a lo largo de la vida. Por parte de los psicólogos
estar en conocimiento de ésta y tenerla presente en el trabajo con niños es a mi
entender esencial. Como vimos la relación madre-hijo es un pilar fundamental en la
vida del niño. Asimismo es importante tener en cuenta que muchas de las
problemáticas que lleva el paciente a la consulta están relacionadas con el vínculo y
las prácticas que se ejercen en su casa, por eso se dice que este aspecto que está
ligado ineludiblemente a la consulta con niños. Por otro lado se puedo observar que
una parte de la tarea del psicólogo está condicionada por la disposición y voluntad que
tengan los adultos para modificar algunas prácticas cotidianas, cuando el profesional
hace señalamientos o interpretaciones. En el entendido de que para lograr cambios
psíquicos en un niño se debe trabajar “con las manos que moldean ese psiquismo” y
esos son los cuidadores principales. Esto quiere decir que requiere se requiere de
ambas partes para lograr cambios positivos. Por esta razón es que algunas veces se
corta el proceso diagnóstico, debido a que los adultos no creen conveniente o no
tienen la disposición para cambiar aquellos aspectos que les señala el psicólogo. En
esta misma línea se sabe que en muchos casos los adultos ponen todo el trabajo
sobre el psicólogo pensando que éste podrá resolver todas las conflictivas, sin saber
que se debe trabajar en equipo para lograr objetivos comunes. Asimismo la “batería de
técnicas” que se desarrollaron a lo largo de la monografía fueron pensadas para la
articulación de esta, sin embargo existen muchas otras herramientas que también
podrían aportar aspectos sobre el apego del paciente las cuales no fueron
mencionadas. Si bien existen técnicas específicas para evaluar el apego en niños,
muchas no son conocidas en nuestro país. Por lo que se utilizó para la sistematización
de esta monografía algunas que son aplicadas a los adultos responsables y no a los
pacientes en sí como por ejemplo las “e2p”. Sabiendo también que las técnicas por sí
solas no deben utilizarse sino que deben pensarse en base a una estrategia de trabajo
en base al sujetopaciente. Es imprescindible tener en cuenta que cada paciente es
único por lo cual no hay reglas ni guías en la práctica, más bien se debe pensar en la
singularidad de cada paciente y de cada familia para poder hacer el mejor proceso
posible teniendo en cuanta las posibilidades de cada caso y actuar en función de esto.
31 Finalmente se quiere concluir que la mayoría de pacientes (niños o adolescentes)
no se consulta por problemáticas de apego en específico en muy pocos casos la
demanda puede ser por algún problema vincular, en general se puede decir que el
motivo de consulta está puesto únicamente en el niño y sus síntomas. Desligándose
los cuidadores principales de esto. Sin embargo Bowlby (1989) se refiere a que los
estilos de apego de un niño si bien tienden a persistir debido a que se da un ciclo
vicioso donde el niño con apego inseguro es propenso a las quejas y el aferramiento o
a mantener distancia, se pueden modificar si hay colaboración y un cambio por parte
de los adultos responsables “si los padres tratan al niño de un modo distinto, la pauta
{estilo de apego} cambiará de acuerdo con ello”.

Bibliografía

Altmann de Litvan, M (2015). Encuentros clínicos madre-infante: estructuras


relacionales subyacentes en procesos psicoterapéuticos breves. Buenos Aires:
Ediciones Biebel.

Asociación Americana de Psiquiatría (2003). Manual diagnóstico y estadístico de los


trastornos mentales (DSM-IV TR). Barcelona: Masson.

Badury, J & Dantagnan, M (2005). Los buenos tratos en la infancia: parentalidad,


apego y resiliencia”. Barcelona: Editorial Gedisa.

Berry Brazelton, T & Cramer, B (1993) La relación más temprana: padres, bebés y el
drama del apego inicial. Paidós psicología profunda.

Bowlby, J (1986). Vínculos Afectivos: Formación, Desarrollo y Pérdida. Madrid:


Ediciones Morata.

Bowlby, J (1989). Una base segura. Aplicaciones clínicas de una teoría del apego.
Barcelona: Paidós Psicología Profunda.

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