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Pobreza es la privación del mínimo de bienes que debe tener una persona o grupo de
personas para encontrarse en una situación digna de vida (“Banco Mundial“, s.f). Según
registros oficiales, alrededor del 50 por ciento de los 15 millones de personas que habitan
Guatemala son pobres (Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2011, 2011).
En Guatemala, de acuerdo con la medición del Instituto Nacional de
Estadística realizada en el año 2006 –Encuesta Nacional de Condiciones de Vida
2006-, se categorizaba dentro del umbral de pobreza a toda persona que alcanza a cubrir
el costo mínimo de alimentos en un año pero no el costo mínimo adicional calculado para
otros bienes y servicios básicos. Esta cifra aumenta cada año de acuerdo a diversos
factores (“Presentación de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2006“, s.f).
Dentro del concepto de pobreza también está incluido pobreza extrema, diferenciado en
que en esta última se categoriza a todos los individuos que no alcanzan a cubrir el costo
mínimo de alimentos en un año -3026 quetzales en un año- (“Presentación de la Encuesta
Nacional de Condiciones de Vida 2006“, s.f).
Pobreza en Guatemala
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2006 -ENCOVI 2006- realizada en
Guatemala en el año 2006 estableció que en el país habían 12 987 829 personas, de las
cuales un 51 por ciento vive bajo la línea de pobreza. Esto se traduce en 6 625 892
personas categorizadas como pobres. De esta última cantidad, un 15.20 por ciento se
encuentran en la pobreza extrema -1 976 604- (“Presentación de la Encuesta Nacional
de Condiciones de Vida 2006“, s.f).
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2011 especifica que, según datos de
ese año, dentro del umbral de pobreza extrema se incluye a todas las personas que
durante 12 meses viven con menos 4380 quetzales -esta cifra era en 2006 de Q.3206 y
en 2000 de Q.1911-. Todas aquellas personas que viven con más de esta cantidad
anualmente -Q.4380- pero menos 9030.93 quetzales anuales están en la categoría de
pobreza. (Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2011, 2011).
A continuación se presentan algunos de los resultados principales de dicha encuesta
(Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2011, 2011):
– Un 13 por ciento de la población vive en pobreza extrema, un 41 por ciento lo hace en
pobreza y un 46 por ciento de los guatemaltecos no vive en la pobreza.
– El nivel de pobreza total dentro de la población guatemalteca pasó de un 51 por ciento
en 2006 a un 53.71 por ciento en 2011. Sin embargo, la pobreza extrema pasó de un
15.20 en 2006 a un 13.33 en 2011.
– Alta Verapaz es el departamento con más pobreza extrema dentro del país, con una
tasa de 37.72 por ciento. Lo sigue Chiquimula con un 28.28 por ciento y Zacapa con un
24.96 por ciento. En otras palabras, en Alta Verapaz, casi 4 de cada 10 personas son
pobres en situación extrema.
– Alta Verapaz es también el departamento con más pobreza general, con una cifra de
78.24 por ciento. Es decir que de cada 100 personas, 78 son pobres. Lo sigue Sololá con
77.47 por ciento y Totonicapán con 73.29. Guatemala es el departamento con menos
pobreza general, con un 81.36 porcentaje de personas no pobres.
Según información del Instituto Nacional de Estadística referente al año 2014, adquirir
una Canasta Básica Alimentaria (CBA), es decir alimentos básicos para que una familia
sobreviva durante un mes, tuvo un costo mensual de Q. 3,236.70 (426 dólares). Una
familia que vivió con 430 dólares o menos al mes es considerada como pobre en extremo
o dentro de la categoría de pobreza extrema. Hay 15 por ciento de pobres en extremo en
Guatemala (Guatemala cerró 2014 con 2,95 por ciento de inflación, 2015).
De acuerdo a la misma entidad en el mismo período de tiempo, las familias que cada mes
consumieron gastos en alimentación, y también en educación, salud, vivienda, transporte
y recreación, entre otros, por menos de Q,5,988.50 (778 dólares) cada mes, están dentro
de la categoría de pobreza (Guatemala cerró 2014 con 2,95 por ciento de inflación,
2015).
VIOLENCIA
Guatemala está atravesada por un sinnúmero de expresiones violentas. En muy buena
medida a partir de las matrices de opinión generadas por los medios masivos de
comunicación, tiende a i-dentificarse "violencia" con "delincuencia". Pero la realidad es
mucho más compleja que esa simplificación. Esa identificación es, cuanto menos,
errónea, si no producto de una interesada manipulación. Los poderes fácticos, en mayor o
menor medida, se siguen beneficiando de ese clima generalizado de violencia. Combatir
las violencias implica desmontar esos poderes; es decir: una tarea tanto política como
sociocultural. Para ello el fortalecimiento del Estado juega un papel crucial e
imprescindible.
La situación actual
La violencia constituye un problema de salud pública. La Organización Mundialde la
Saludconsidera que existe una epidemia en términos sanitarios cuando se da una tasa
superior a los diez homicidios por cada 100.000 habitantes en un período de un año
(OMS, 2002). En Guatemala esa tasa se encuentra en el orden de los 40 homicidios, con
un índice de 13 muertes violentas diarias promedio. De mantenerse esta tendencia, en los
primeros 25 años luego de la firma de los Acuerdos de Paz en 1996 que pusieron fin a
una guerra que, según el Informe de la Comisiónpara el Esclarecimiento Histórico, costó
la vida a alrededor de 250.000 personas (CEH, 1998), el número de muertos superará al
registrado en esas casi cuatro décadas de enfrentamiento armado, período en el que el
promedio de muertes diarias era de diez. "La violencia es una de las amenazas más
urgentes contra la salud y la seguridad pública", afirma el mencionado organismo técnico
de Naciones Unidas. Con estas estadísticas se considera que la situación en Guatemala
está en una condición de gravedad particularmente sensible y preocupante. Sin ánimos
de ser pesimistas ni agoreros, técnicamente se puede decir que desde el punto de vista
de la seguridad y la convivencia cotidiana, ahora la sociedad está en una situación
comparativa que no es sustancialmente mejor que durante el conflicto armado. Aunque
formalmente no hay guerra, la percepción dominante hace sentir la vida cotidiana como
que sí, efectivamente, se vivieran un clima quasi bélico.
Y si no se está "peor", al menos la actual explosión de violencia abre inquietantes
interrogantes sobre la sociedad post conflicto que se está construyendo y las perspectivas
futuras. En ese sentido, preocupan altamente dos cuestiones: de hecho, las causas
estructurales que pusieron en marcha ese enfrentamiento interno en la década de los ‘60
en el siglo pasado no han cambiado, a lo que se suma la pesada carga dejada por uno de
los más sangrientos conflictos internos con características de "guerra sucia" que vivieron
las sociedades latinoamericanas en el marco dela GuerraFría, secuelas que han sido muy
poco abordadas, lo que refuerza una cultura de impunidad ya histórica en el país. En ese
escenario, la debilidad estructural del Estado obra como un elemento que, en vez de
facilitar procesos, los complica especialmente.
Hoy día, repitiendo y superando los índices de violencia que se podían encontrar durante
la guerra, la situación cotidiana nos confronta con nuevas formas de violencia. No hay
enfrentamientos armados entre Ejército o fuerzas estatales y movimiento guerrillero
insurgente, pero la situación de inseguridad que se vive a diario, en zonas urbanas y
rurales, comparativamente es más preocupante. Han aparecido nuevas expresiones de
violencia en estos últimos años: además de la tasa extremadamente alta de homicidios,
asistimos a una explosión del crimen organizado manejando crecientes cuotas de poder
económico, y por tanto, político. Se ven nuevas modalidades, como el surgimiento y
crecimiento imparable de las pandillas juveniles –las "maras"– (que, según estimaciones
serias, manejan por concepto de chantajes y cobros de impuestos territoriales cantidades
millonarias), el auge de los carteles del narcotráfico, el feminicidio (con un promedio de
dos mujeres diarias asesinadas, muchas veces previa violación sexual), (INE, 2011), las
campañas de la mal llamada "limpieza social", los linchamientos. Complementando esto,
es imprescindible mencionar que, si bien no aparece contantemente en los medios de
comunicación, hay una cantidad de muertes por hambre que supera a los muertos por
hechos violentos, según informes oficiales del Procurador de Derechos Humanos (PDH,
2011). En estos momentos, según datos de UNICEF (2011), Guatemala es el segundo
país en Latinoamérica y sexto en el mundo en orden a la desnutrición. Es decir: la
violencia homicida asienta en un trasfondo de pobreza estructural histórica, y un elemento
no puede disociarse del otro, aunque en la vivencia cotidiana –en buena medida
manipulada– la criminalidad delincuencial aparece escandalosamente como el principal
"pandemonio".
Delincuencia En Guatemala
Guatemala atraviesa actualmente por uno de los períodos más difíciles de su historia en
lo atinente a la evidente incapacidad del gobierno para proveer a los habitantes un mínimo
de seguridad frente al desbordado Vandalismo que impera en todo el país especialmente
y en una dimensión que raya en la barbarie a nivel de la ciudad capital y municipios
aledaños, es tal el poder que han logrado alcanzar la delincuencia y las maras, que la
autoridad titular encargada (PNC) de atender tal situación confiesa (y aun no lo hiciera) no
disponer de la capacidad necesaria para ejercer algún control sobre tales grupos de
maleantes mucho menos para reducirlos.
Los guatemaltecos presenciamos con horror como cada día crece, se amplía y se afianza
el poder de la delincuencia común y las maras, los pandilleros se están haciendo
poderosos a costillas del ciudadano honrado e indefenso, cobran arbitrios para no matar,
amedrentan a los vecinos que en resguardo de su vida abandonan sus viviendas
cediéndoles mas territorio, las maras intimidan, extorsionan, secuestran, roban, violan,
asesinan y frente a esta desolación, el ciudadano descubre que esta totalmente
desprotegido, no solo se siente impotente realmente lo esta, porque no tiene la posibilidad
de defenderse o de enfrentar a estos grupos criminales.
El clima de zozobra generado por la empeñosa actividad de las maras y la incomprensible
pasividad de los entes gubernamentales encargados unos de ejercer su autoridad para
proteger a los guatemaltecos y otros de impartir pronta justicia nos está llevando al caos
total. Ante el panorama incierto que plantea la manifiesta ingobernabilidad que alienta la
flojera del Gobierno y como consecuencia de su situación desesperada el ciudadano
común, cae en la tentación de organizarse (y talvez armarse) por su cuenta para hacer
justicia por propia mano, cegado por la desprotección que afronta no logra visualizar los
riesgos inherentes a esta nueva amenaza, la organización que inicialmente se inspira en
los nobles postulados de proteger y resguardar la vida y los bienes de quienes la integran
pudiera en algún momento llegar a ser poderosa, ese mismo poder a su vez será capaz
de corromperla y Dios no lo quiera, un día no muy lejano convertirla en un nuevo enemigo
de la comunidad que la creo y alimento esperanzadamente.
¿Quién paga?
Alrededor de 92% del sector privado funciona con base en pagos de bolsillo, mientras
que sólo la población perteneciente a los dos quintiles más ricos y predominantemente
urbanos tiene acceso a planes privados de salud. En años recientes ha aumentado la
participación de las remesas enviadas por los guatemaltecos residentes en el
extranjero en el financiamiento de la salud.19
El gasto en salud de Guatemala como porcentaje del PIB asciende a 7.1%. Esta cifra
representa un incremento de un punto porcentual del PIB en los últimos 10 años. El
grueso del gasto es privado (62.1%).8 Ningún país de América Latina depende tanto
del gasto privado en salud como Guatemala. El 90% del gasto privado es gasto de
bolsillo. Las donaciones externas representan 2.3% del gasto total en salud.
El gasto per cápita en salud es de 337 dólares PPA (paridad de poder adquisitivo) y ha
aumentado de manera consistente toda está década. En el año 2000 era de 191
dólares PPA.
El gasto público en salud representa poco menos de 37% del gasto total en salud. El
MSPAS concentra 40% del gasto público, el IGSS 59% y el resto corresponde al
presupuesto de la Sanidad Militar.
Los encargados de reunir y asignar los recursos financieros del sector público son el
MSPAS, la Sanidad Militar y el Hospital de la Policía Nacional. La asignación se basa en
presupuestos anuales. De acuerdo con la rendición de cuentas del MSPAS en 2006, los
principales rubros de gasto fueron los recursos humanos, los medicamentos, el
material médico quirúrgico y el equipamiento. En el sector público el gasto en salud se
dirige de manera preponderante al pago de salarios y al mantenimiento de la
infraestructura.
En consecuencia, una de las tareas fundamentales que toda sociedad debe esforzarse
por cumplir es la de establecer un eficiente sistema de seguridad social, basado en una
combinación de principios de responsabilidad individual, solidaridad y subisidiariedad, que
beneficie a toda la población trabajadora y a sus familias.
Esta tarea, en las condiciones actuales por las que atraviesa el régimen de seguridad
social, cuya aplicación, por mandato constitucional, corresponde al Instituto Guatemalteco
de Seguridad Social (IGSS), aparece como algo inalcanzable, pues después de 52 años
de haberse creado, los resultados son poco menos que desalentadores.
En este número de Momento presentamos la primera parte del estudio titulado Seguridad
social en Guatemala, elaborado por el doctor Carlos Gehlert Mata, Coordinador del Área
Social de ASIES. En la primera parte se abordan los aspectos conceptuales que sirven de
fundamento a la seguridad social y se presentan las acciones concretas, consideradas
imprescindibles, para impulsar una política nacional en materia de seguridad social y
salud integral y sobre las cuales prácticamente hay consenso entre los diferentes actores
sociales.
Con este estudio en general, y en especial con las conclusiones que se presentan al final
de la segunda parte, ASIES espera hacer un aporte al proceso de diálogo y búsqueda de
consenso, en el encuentro de soluciones que permitan alcanzar las nobles metas que
impulsaron la creación del régimen de seguridad social.
ENFERMEDADES
La neumonía —infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones—, es común en
menores de 5 años y personas de la tercera edad.
Los síntomas son: fiebre alta, escalofríos, dolor intenso en el costado afectado del tórax,
tos y expectoración.
Así la puede prevenir: lavarse las manos regularmente, limpiar las superficies que se
tocan con frecuencia, cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo desechable o la parte
interior del codo o la manga al toser o estornudar entre otros.
El Infarto agudo al miocardio se debe entre muchos aspectos, a una mala
alimentación, inactividad física, consumo de tabaco y alcohol. Entre los síntomas están:
dolor intenso en el pecho, malestar general, mareo, náuseas y sudoración.
Síntomas: dolor de pecho en el centro o a los costados, también puede extenderse o
presentarse en el brazo izquierdo, cuello, abdomen o espalda.
Así lo puede prevenir: Llevar un estilo de vida saludable, practicar ejercicio por un mínimo
de 30 minutos, evitar el consumo de tabaco, verificar y controlar el riesgo cardiovascular,
medirse la tensión arterial, los lípidos en la sangre y el azúcar en la sangre.
La diabetes ocurre porque los niveles de glucosa (azúcar) de la sangre están muy
altos. Hay dos tipos. Tipo 1, —el cuerpo no produce insulina— y Tipo 2 que es la más
habitual y se caracteriza porque el cuerpo no produce o no usa la insulina de manera
adecuada. Sin suficiente insulina, la glucosa permanece en la sangre.
Síntomas: sed intensa, orinar frecuentemente, aumento de apetito, aumento o baja de
peso sin motivo aparente, entre otros.
Así la puede prevenir: llevar un estilo de vida saludable, practicar ejercicio por un mínimo
de 30 minutos, evitar el consumo de tabaco, hacerse pruebas de glucosa una vez al año.
La diabetes se desencadena cuando el organismo pierde su capacidad de producir
suficiente insulina o de utilizarla con eficacia. Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)
Para evitar la diarrea -evacuaciones constantes en las cuales se eliminan los minerales y
nutrientes del organismo— hay que lavarse las manos antes de manipular alimentos,
evitar comer en los puestos que hay en la calle, lavar y cocer bien las verduras.
Consecuencias: deshidratación incipiente, moderada y grave.
Así la puede prevenir: lavarse las manos con agua y jabón después de ir al baño, hervir
durante 20 minutos el agua para beber o consumir agua embotellada, lavar frutas y
verduras con agua y jabón, consumir únicamente alimentos bien cocidos o fritos,
preparados higiénicamente.
Casi todo el mundo padece de diarreas de vez en cuando pero si se presenta
repentinamente y dura más de dos días es necesario acudir al médico. (Foto Prensa
Libre: Hemeroteca PL)
La hipertensión es una patología crónica que consiste en el aumento de la presión
arterial. El incremento de esa puede ocasionar infartos.
Síntomas: dolores de cabeza, taquicardia, ansiedad y estrés.
Así la puede prevenir:disminuya el nivel de sal en la preparación de sus comidas. Evite los
alimentos salados, reduzca al mínimo las grasas animales de su dieta y hágala rica en
verduras, legumbres, fruta y fibra, no fume y evite los ambientes contaminados por humo
de tabaco y modere el consumo de bebidas alcohólicas.
Inseguridad Alimentaria
Situación de desnutrición aguda en Guatemala permanece grave
Guatemala pasa por una prolongada crisis de inseguridad alimentaria agravada por el
fenómeno climático El Niño, el cual ha provocado una sequía inesperada en los departamentos
del corredor seco del país: Chiquimula, Santa Rosa, Jalapa, Jutiapa, El Progreso, Zacapa, Baja
Verapaz, además Izabal y Quiché. Las secuelas de esta sequía se han visto reflejadas en los
cuadros de desnutrición aguda que presentan niños menores de 5 años y mujeres en edad
fértil.
Según este llamamiento internacional, la OPS/OMS apoyará el sector salud, junto con el
Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), por un monto de US$ 5.7 millones.
Mediante este proyecto se pretende complementar la acción de otros aliados en la detección
temprana de niños menores de 5 años y mujeres en edad fértil; y la atención médica y
nutricional de casos detectados de desnutrición aguda, a través de la red de servicios de Salud.
"OPS/OMS y nuestros socios del Sistema de Naciones Unidas en Guatemala hemos sido
testigos de la emergencia por inseguridad alimentaria, que según datos recientes amenaza la
salud y la vida del 11 por ciento y del 14 por ciento de los niños y las mujeres, respectivamente,
de los departamentos afectados — expresó Pier Paolo Balladelli, Representante de OPS/OMS.
"Las Naciones Unidas, las ONGs y los socios donantes — afirmó Balladelli — trabajarán en
estrecha coordinación con el Ministerio de Salud y la Secretaría de Seguridad Alimentaria para
desarrollar un sistema de detección temprana y referencia para el tratamiento inmediato a los
casos detectados".
Según cifras oficiales de 2009, los servicios de salud reportaron un aumento de casos de niños
con desnutrición aguda severa, en las áreas antes mencionadas, y 238 muertes de menores de 5
años, asociadas a la desnutrición aguda.
Para 2010 el escenario es preocupante por mantenerse el fenómeno de sequía, y sólo en enero
pasado se registraron más de 200 casos de niños afectados, quienes tuvieron que ser trasladados
a centros especializados.
Esta situación humanitaria se da en Guatemala en medio de una crisis económica mundial que
determinó una importante reducción de las remesas, de las fuentes de empleo y un aumento de
los precios de insumos para la producción. Además, el fenómeno El Niño provocó altos
porcentajes de perdida de cosechas, especialmente, maíz, frijol, sorgo y yuca, alimentos
principales de esas familias. En noviembre de 2009 el 77% de las familias informó que no
contaban con reservas de alimentos.
Las agencias del Sistema de Naciones Unidas y el Gobierno de Guatemala, concentran sus
esfuerzos en la activación de recursos que permitan atender esta emergencia de inmediato para
evitar muertes en los grupos poblacionales más vulnerables.