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Fe para perdonar

Mar 11:12 -14 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo desde lejos
una higuera que tenía hojas, se acercó para ver si hallara en ella algo. Cuando vino a ella, no
encontró nada sino hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces Jesús dijo a la higuera:
"¡Nunca jamás coma nadie de tu fruto!" Y lo oyeron sus discípulos.

Mar 11:19 – 25 Y al llegar la noche, Jesús y los suyos salieron de la ciudad. Por la mañana,
pasando por allí vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Entonces Pedro,
acordándose, le dijo: —Rabí, he aquí la higuera que maldijiste se ha secado. Respondiendo
Jesús les dijo: —Tened fe en Dios. De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte:
"Quítate y arrójate al mar," y que no dude en su corazón, sino que crea que será hecho lo que
dice, le será hecho. Por esta razón os digo que todo por lo cual oráis y pedís, creed que lo
habéis recibido, y os será hecho. Y cuando os pongáis de pie para orar, si tenéis algo contra
alguien, perdonadle, para que vuestro Padre que está en los cielos también os perdone a
vosotros vuestras ofensas.

Tiempo antes de confesar a Jesús como mi Señor y mi salvador, quedé impactado por este
pasaje de la higuera sin fruto. Quedé convencido que era como la higuera con solo hojas y sin
fruto. Tuve temor de Dios. La higuera se secó. Se ha enseñado que la higuera es Jerusalem,
que no dio fruto a su Señor, sino que allí murió el Santo y Justo. Quedó por muchos siglos
hollada por los gentiles, hasta que fue tomada por Israel hace pocos años.

Hay una enseñanza de fe. Cuando alguien recibe fe para decir algo y no duda en su corazón, le
será hecho. La fe es don de Dios, la duda es fruto de la carne. Al declarar una palabra de fe
se pasa sobre la duda y el temor. Varias veces he sido enviado a predicar en un evento de
sanidad física. Cuando viene una palabra de conocimiento sobre algo que está haciendo el
Señor en el evento, vienen pensamientos que se oponen originados en la carne. Pero tomo la
decisión de decir lo que recibo de Espíritu Santo y sucede. Tengo que superar el pensamiento
que me dice ¿si me equivoco?, ¿si la palabra no es de Dios sino de mi mente?, ¡qué vergüenza
si no pasa nada!, ¡estás loco Edgar, cómo vas a decir eso!, etc. Pero decido obedecer y decir
esas cosas en que estoy convencido que vienen del Señor, tal como que una columna vertebral
está siendo restaurada o alguien que está diagnósticado de VIH y que no lo había contado a
nadie está siendo sanado o que una pierna mas corta se estira para que una persona pueda
caminar bien o algún corazón enfermo que es cambiado por uno sano como el de un niño. Cosas
como estás suceden y nos gozamos oyendo los testimonios del poder de Jesús que los restauró
físicamente. A veces me equivoco, pero las menos. Pero las dudas y temores vienen como un
bombardeo. Solo hay que decidir ser valiente y fiel para transmitir lo que se escucha de
Espíritu Santo.

Pero vi algo más en estos versículos. Cuando habla de ordenar a un monte arrancarse y
plantarse en el mar, también habla de perdonar. Es porque en muchos casos se necesita más
fe para perdonar que para estirar una pierna corta o mandarle aun tumor disolverse en el
nombre de Jesús. Hay rencores más grandes y pesados que un monte. Y millones de personas
que andan con su monte de rencor cargado sobre sus espaldas, pesando como una montaña en
su vida a cada paso. Y no están dispuestos a perdonar, o no creen que puedan perdonar. Pero si
se pide la fe necesaria al Señor Jesús, que es el autor y consumador de la fe, seguro que
viene. Fe para que puedas limpiarte del rencor y el odio, para mandar a ese monte pesado y
amargo de la falta de perdón que se quite de tu vida y se plante en lo más profundo mar. Todo
es posible para el que puede creer. Dios está interesado en que sanes de tu alma, quitando
toda amargura de espíritu. El te da la fe necesaria para perdonar, si lo pides. Vendrán
dudas y temores, pero decide perdonar en el nombre de Jesús. Luego podrás dar un paso mas
y bendice a los que te persiguen, a los que te han hecho mal. Pero no por tu voluntad o tu
esfuerzo, sino por su Santo Espíritu. No devolviendo mal por mal, sino bendiciendo a nuestros
enemigos. Esto trae a la mente el temor que si tu perdonas, te van a tomar por tonto y se van
a aprovechar de ti. Solo son temores. Dice la escritura que haciendo bien a los que te
ofenden, amontonarás ascuas de fuego sobre sus cabezas. Aún si alguien quiera aprovecharse
de tu perdón, Dios es fiel y te respaldará.

Es la voluntad de Dios que perdonemos siempre, incondicionalmente. No esperes a que te pidan


perdón, dalo inmediatamente. Cuando asesinaron a mi hija Rebeca en marzo del 2004, llegué al
hospital, su cuerpo aún calientito. Primero intenté resucitarla en el nombre de Jesús. El
Señor no me había hablado nada de levantarla, fue por reacción paternal. Lo segundo que hice
fue perdonar y bendecir a los que me habían quitado este tesoro de tres disparos en su
rostro. Dos días después escribí a la sección Voces de los Lectores, del Prensa Libre de
Guatemala el siguiente mensaje que fue publicado una semana después:

El día 2 de marzo fue asesinada mi hija Rebeca Franco por delincuentes. Salía del gimnasio como
todos los días cuando fue interceptada. Le dispararon estando desarmada y siendo mujer. Mi
familia y yo los perdonamos y los bendecimos en nombre de Jesucristo. Escrito está: no devolver
mal por mal, sino vencer al mal con el bien. Rebequita fue ejemplar desde niña. Recta y radical
respecto a Dios. Era servidora de la iglesia siendo ejemplo de excelencia. Era líder de jóvenes en
el cual dejó ejemplo y enseñanza. Era estudiante de licenciatura en Nutrición con premios de
excelencia académica todos los años. Con su último curso, se esforzaba para lograr 90 de
promedio en toda la carrera. Su promedio era 89. Hacía su EPS. Excelente y esforzada, ejemplo
en todo. Se fue con su amado Jesús, con quien tenía una relación tan hermosa. Si aún viven
ustedes que dispararon a mi hijita, les digo: reconozcan sus pecados, Jesús murió en una cruz
hace mucho para perdón de pecados, el resucitó. Entréguenle su vida a Jesús para que les de
una nueva y eterna. Solo díganle que perdone sus pecados y que sea su Señor y su Dios. Aún
hay oportunidad que cambien de muerte vida, de la potestad de Satanás al reino de Dios. El
tiempo es corto, aunque nosotros perdonemos, Dios toma venganza. Tengan compasión de
ustedes mismos y hagan lo que les aconsejo.

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