Sie sind auf Seite 1von 3

Bona nit, mister Gray

Alma: ...¿Quién dijo que...?


¿Oh, algo tan hermoso! "Todos vivimos en el arroyo...
pero algunos miramos las estrellas!"
John: El señor Oscar Wilde.

Tennessee Williams
Verano y Humo

Yo también pretendo el círculo. Yo también


he viajado junto a maldad,
sobre la esfera,
fuera de esquinas. Yo también
exprimo almas para sobarle la pulpa; yo también
cavé pozos donde a la corteza magrear. Yo también...
entre sueños y oasis... como un insomne...
yo también deambulé...

Yo también
fui cetro, Príncipe Encantador,
y me perfumé de valiente
y tuve un futuro, bah, un alba,
que de tan astillado fue cuerpo humano
a punto de amar. Yo también
me desvelé por odios y amores y celos y temblores
dentro del mismo cráter,
desde inmaculado satélite,
soñador y eterno,
tensa la hebra que lo sostiene, vacilantes sus latidos,
contemplándome como desde un sepulcro...

Yo también
soy góticamente inabarcable; yo también
soy catedral; yo también
descreo de otro dios. Yo también (e
incluso antes que tu sombra)
opté por refugiarme debajo
de escalinatas más cobardes,
pero eso es en lo que los desamparados nos transformamos
cuando el secreto se revela,
y como la concha de plata que será ceniza fulgurante
chispea
al agotar su furor contra el océano en calma
(porque también lo perpetuo
virtualmente se transforma), abriéndole
un tajo a las carnes palpitantes
del horizonte, que por una única vez
sonríe,
cuando piensa en ti,
en mí,
en los favores de un vicio,
en el pavor de enamorarse
desnudo como un símil,
en la envidia hacia lo inabarcable,
en esta misma mañana
que peca de quietud
y que no acaba de despuntar y azotar o gozar,
en este poema que como la mañana
la desnudez o el descobijo,
no chilla tanto
como pretendía escapar...
Yo también fui catedral...

Yo también
sufro impulsos de pestillo. Yo también
olvidé cubrir con mi capa lo más preciado,
lo intenso (en realidad, apenas un puñado
de pétalos de trébol que supo ser
bosque antes de entregárseme). Yo también
guardo la llave maldita, oxidada...

Yo también
tengo desvanes a los que no ir. Yo también
agacho la crisma cuando no sueño. También
me flagelo contra flores púrpuras
por ser yo posible,
en extendidas ceremonias que embalsamaron
cualquier peligro que no sacro,
no bautizado,
bendigándome frente a ningún coro mágico. Yo también
fui dueño de mis huellas...

Yo también
maté a mi hermano frente a una hoguera como tú,
eterno rostro de amarga frescura
eterno alma, espléndida escoria
que como arena poco tamizada
trasvasas el tejido de todo sentido,
la urdimbre de un dios asesinado;
Yo también
me perdí de ser humo por temor a pasar inadvertido...

Yo también
me diviso entre la lluvia amante
como un peligro rubio y bello,
plenamente amarillo,
verdeamarillento, blanquecino,
pálido y cetrino,terminal, indivisible, fallecido,
un peligro tan cúpula,
tan vitreaux,
que por espejos no puedan verse
brillantes sus propios párpados
como puras gotas de un oro rubio
que desconoce su esplendor...

(acabado, si es que acabaré,


colmado por una multitud
de sueños extranjera
que puja por atravesarme,
vejar mis mejores ganas
mi bella almita
mi bestia esplendor;
una jaula de confusas similitudes...
tanto látigo sin para qué tajos...
tanto nudo sinfín...
tanta redondez negada...)

Yo también llevo y traigo mi corazón


a la diestra yo también,
y me suicido cada tanto
cuando, zurdo,
recupero su naturaleza.

Alejandro Feijóo

Das könnte Ihnen auch gefallen