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La eficiencia energética: una revolución a paso de tortuga JMC

2015

La eficiencia energética:
una revolución a paso de tortuga
José Maria de Cuenca
© 2015
La eficiencia energética: una revolución a paso de tortuga JMC
2015

En 2010, la Comisión Europea acordó una estrategia para separar dos variables que
tradicionalmente están íntimamente ligadas: el crecimiento económico y el consumo
energético. Las principales preocupaciones para adoptar esta estrategia fueron tres: la
necesidad de disminuir los riesgos de desabastecimiento que podrían producirse de continuar
la proyección de consumo de los últimos años; la necesidad de reducir el importe de las
cuentas por costes energéticos, y la exigencia de reducir la presión sobre el medio ambiente.

Una de las vías para hacer más fácil la transición de una economía del crecimiento hacia una
economía circular sostenible es el incremento de la eficiencia energética. De esta manera se
aprovechan mejor los recursos y se gana un tiempo precioso para el desarrollo de energías
alternativas y tecnologías más respetuosas con el entorno.

En el desarrollo de esta estrategia, la Unión Europea publicó hace poco más de 2 años la
Directiva Europea 2012/27/UE, que en la actualidad es su primera palanca para incrementar
nuestra eficiencia energética. Por ello esta Directiva comienza fijándonos a todos los europeos
un objetivo principal de eficiencia energética, consistente en alcanzar el 20% de ahorro sobre
los valores previstos en 2007 para el horizonte del año 2020.

Por otra parte, esta misma directiva incide en que el 20% de todo el Producto Interior Bruto de
la Unión se destina a gasto público. Y considera esto razón suficiente para obligar a las
administraciones públicas de los estados miembros tanto a considerar la eficiencia energética
en la contratación de servicios, productos y suministros; como a revisar la eficiencia de sus
edificios y modos de trasporte, incluidas las posibilidades para utilizar en ellos energías
renovables.

En España, existe desde enero del año pasado, un proyecto de Real Decreto -que dicho sea de
paso, no acaba de cuajar- para la transposición de esta Directiva. Sin embargo, una parte ya ha
sido transpuesta aprovechando que ya había legislación anterior sobre este tema. Aunque esta
trasposición parcial se ha realizado mediante normativas de amplio alcance, como la L15/2014,
de Racionalización del Sector Público, precisamente en lo que hace referencia a considerar la
eficiencia energética en la contratación de la administración pública referente a obras,
suministros y servicios.

Esta misma norma, en su artículo 8 define los requisitos que deben tener las auditorías
energéticas para que sean una herramienta útil en la identificación de oportunidades de
mejora. Pero también obliga a que, a partir del 5 de diciembre de este año 2015, todas las
empresas realicen auditorías energéticas como mínimo cada 4 años, salvo que sean PYMES, o
cuenten con un sistema de Gestión Energética según ISO 50.001.

Pero en su artículo 7 la directiva también obliga al poderoso sector eléctrico, por el que los
distribuidores y minoristas deberán someterse a un sistema de obligaciones para contabilizar,
controlar y alcanzar el objetivo de ahorro de energía, que se fija en el 1,5% de las ventas a los
clientes finales. Este artículo junto con el 20, que establece un Fondo Nacional de Eficiencia
Energética con el que sufragar actuaciones de mejora, se pueden considerar traspuestos a la
normativa nacional en otra normativa “cajón de sastre” por la diversidad de asuntos que
incluye, el Real Decreto-ley 8/2014, de 4 de julio, de aprobación de medidas urgentes para el
crecimiento, la competitividad y la eficiencia. Y además, la directiva en su artículo 11 obliga
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también a suprimir las tarifas eléctricas que menoscaben la eficiencia en el trasporte y


distribución de electricidad, impulsando la cogeneración de alta eficiencia.

Esto no parece muy alineado con los incrementos en el término de potencia, el peaje de
respaldo o en los recargos sobre las facturas de los últimos tiempos, en vez de sobre el precio
de la energía. Incrementar la recaudación es necesario para eliminar y prevenir el déficit del
sistema eléctrico en España, pero hacerlo donde los consumidores no pueden actuar
inicialmente puede desincentivar la eficiencia energética, dificultando el logro de los objetivos
estratégicos de la directiva. Igualmente, aunque toda reducción de la fiscalidad sea bienvenida,
como la de la reciente Ley 28/2014 que autoriza una merma del 85% en el impuesto eléctrico
para ciertas actividades industriales, si no está ligada a una mejora de la eficiencia, también
podría desincentivar la búsqueda de otras reducciones de consumo.

Podría ser que la Directiva 2012/27/UE incida en aspectos que pueden tener repercusiones
económicas difíciles de encajar, aunque seguramente el asunto sea más complejo y con
derivadas competenciales entre las diversas administraciones… Lo cierto es que ya hemos
incumplido el plazo de transposición, que se acabó el día 5 de junio de 2014. Esto a pesar de
que según el Artículo 28 algunos de las disposiciones de la directiva pueden trasladarse a la
legislación nacional en el plazo elegido por cada país, en España si no corregimos pronto
podríamos ir camino de una sanción. Porque hay aspectos de la directiva que aún no se han
legislado en nuestro país, aunque otros se hayan recogido durante el pasado verano con los
decretos generales ya comentados.

Es por tanto razonable pensar que España podría ser sancionada conforme al Tratado de
Lisboa, aunque eso no es lo que más me preocupa. Me parece mucho más importante el
tiempo perdido y los retrasos que acumulamos en aplicar exigencias como las auditorías
energéticas o los sistemas de gestión de la energía conforme a ISO, la cogeneración de alta
eficiencia, o la promoción de los servicios municipales de calor y frío; que contribuirían a
reducir nuestro consumo de energía primaria y la competitividad nacional.

Si nos libramos de la multa será porque reaccionamos antes y porque al menos en primera
instancia se han aceptado los argumentos del Plan Nacional de Acción de Eficiencia Energética
2014-2020 (PNAEE 2014-2020), que considera que en el pasado 2012 se cumplieron ya los
objetivos de eficiencia que deberían lograrse en 2020. Con las curvas de previsión de
crecimiento actuales, como las que realiza el Observatorio de la Energía de la Fundación
Repsol en la página 31 su último informe de 2014, esos niveles no van a alcanzarse tampoco en
2020. Por ello, cualquier esfuerzo adicional resultaría desproporcionado en situación de crisis,
y un obstáculo para la recuperación…. Este argumento me parece razonable, aunque –si se me
permite la licencia- algo chocante con la existencia del mismo PNAEE 2014-2020. Además, lo
veo poco sólido, ya que el dato de consumo en 2012 era precisamente una anomalía de la
contracción económica. Es más, con la actual bajada de precios del petróleo, está repuntando
aún mejor de lo esperado. Por otra parte, ahora que en 2015 parece que salimos de la crisis,
parece mucho más razonable invertir en eficiencia para impulsar la economía hacia el futuro..
En cualquier caso, deberíamos mejorar nuestra diligencia para la trasposición de las
normativas europeas.
La eficiencia energética: una revolución a paso de tortuga JMC
2015

Además, hay otro problema de fondo. El haber logrado los objetivos de una directiva no se
contempla a la hora de justificar la no necesidad de transposición. Sí sería un argumento válido
ya tener legislado el asunto al menos en los mismos términos de la directiva, si no más
restrictivos. O sea, que en mi opinión hay que esperar no tardando la aparición de una norma
específica en la línea del proyecto de RD para la trasposición; o en su defecto nuevos decretos
generales que completen las actuales carencias, como por ejemplo las auditorías y los sistemas
de gestión energética. De otra manera, encontraríamos que el Estado no puede exigir a los
particulares su cumplimiento, pero los consumidores sí podrían recurrir a los tribunales para
reclamar aquello en lo que les afecte (protección ambiental, gestión activa de la demanda),
siempre que la parte demandada sea el mismo Estado y no otros particulares. Aunque quizá lo
más grave es que si no se traspone todo el contenido de la directiva, el mismo Estado perdería
legitimidad a la hora de exigir el cumplimiento de todas las leyes ante las CCAA ya que él
mismo se habría saltado los tratados comunitarios. La tramitación de un asunto complejo y
con tantas derivadas es muy difícil, pero teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde la
presentación del proyecto de Real Decreto para la trasposición y las últimas noticias parece
que -por fin- ese momento está ya cerca.

Es lógico entonces prepararse para aprovechar todas las oportunidades que en breve
presentará una transposición total de la directiva de eficiencia energética, que en mi modesta
opinión serán:

- Reducción de los costes asociados al consumo de energía, tanto en la administración pública


como en el sector privado y en los hogares.

- Aparición de oportunidades relacionadas con la potenciación del autoconsumo y el


aprovechamiento de energías renovables: reducción de la dependencia del exterior y del
impacto derivado del uso de combustibles fósiles.

- Empoderamiento del consumidor que adquiría roles de auto-gestor y micro-productor.

- Potenciación de los servicios de auditorías energéticas, certificación de sistemas ISO,


certificación de edificios… y en general de las actividades de asistencia técnica y consultoría
especializadas.

- Impulso al desarrollo de nuevas tecnologías (contadores inteligentes, Smart homes, micro-


generación, almacenamiento de energía, etc.) que posibiliten la creación de nuevos motores
de innovación en la economía.

- Impulso de nuevos servicios, fundamentalmente a nivel municipal y regional, asociados a


modelos de negocio de nueva creación o ya existentes -como las calefacciones de distrito- más
respetuosos con el medio ambiente y con mayor capacidad para asegurar el servicio.

- Inyección de grandes cantidades de dinero en la economía, procedentes de Fondos


Estructurales de la Unión Europea, para la financiación de proyectos integrales relacionados
con la directiva, que aborden varios objetivos en una sola estrategia urbana sostenible. España
ha pedido 10.000 millones de euros solamente para eficiencia energética.
La eficiencia energética: una revolución a paso de tortuga JMC
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- Impulso a los sistemas de gestión de activos, al obligar a considerar análisis OPEX CAPEX y los
costes a través de todo el ciclo de vida de los aparatos consumidores de energía; lo que
indirectamente contribuye a extender estas buenas prácticas y mejorar la eficiencia en el uso
de recursos y la competitividad de todos los sectores….

Esperemos que no nos hayamos demorado demasiado, y confiemos en que gracias a nuestro
carácter activo, el resto de países no nos haya tomado ventaja, para que nuestras empresas
ganen más competitividad aprovechando la modificación del escenario energético.

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