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La novela comienza con un grupo de estudiantes que visitan la central de condicionamiento de Londres,

donde un científico les muestra la técnica de la reproducción artificial, en un edificio gris y nubloso, en el
se dan cuenta de la organización perfecta de la sociedad que es determinada desde el nacimiento, así el
gobierno manipula la reproducción para garantizar la mecánica social, los niños desde muy pequeños se
condicionan mediante ordenes en el sueño para que acepten su lugar en la sociedad y haya armonía,
luego va apareciendo los diversos protagonistas, que empiezan a cuestionar un mundo en aparente
calma, entre ellos Bernard Marx y Lenina Crowne.

En cuanto a la historia que narra esta novela, básicamente se puede decir que Trópico de Cáncer es el
diario del bagaje sin rumbo de Henry Miller por el París de 1930. Sin embargo, este no es un viaje o un
deambular por los grandes salones y la aristocracia parisina, sino que por el contrario, Miller dirige sus
pasos hacia los lugares más pobres y deprimidos de la capital francesa, logrando entonces retratar con
palabras sus callejones, lupanares, cafés, así también como los habitantes de estos espacios marginados.

De hecho, el propio Miller narra ser uno de estos seres, que además de rondar por estos callejones de
los márgenes parisinos, sufre en carne propia el hambre. Al punto, que la propia novela termina por
demostrar cómo para este escritor, ansioso de encontrarse con la Literatura, termina por ser más fácil
encontrar un cuerpo de mujer que un bocado de comida, de ahí que Miller se detenga y explore
lingüísticamente sobre el tema del sexo.

Finalmente, el hambre y el sexo terminan también retratando la humanidad del escritor,

El protagonista es Peter Kien, un sinólogo, cuya vida está consagrada al estudio y que no conoce otra
pasión que los libros. Teme cualquier contacto social y físico. Su departamento es una inmensa biblioteca
de 25.000 volúmenes. Kien no puede abandonar su departamento sin llevar consigo algunos títulos y no
se ausenta más que durante una hora cada mañana. Es considerado un especialista a nivel mundial,
aunque rehúsa participar en el más mínimo coloquio.

Vive satisfecho hasta que contrae matrimonio con su sirvienta, Teresa, una mujer ignorante que se revela
como un personaje abyecto, dispuesta a todo para conseguir dinero, inclusive a vender los libros de su
esposo, cuando ésta consigue echarlo de su propia casa. Ella tendrá la ayuda de Benedikt Pfaff, el
conserje proto-fascista de su condominio.
Kien desciende a las profundidades de la sociedad, donde conoce al enano Ficherle, un gigoló y hampón
obsesionado con el ajedrez y con poder derrotar en Estados Unidos a Capablanca. Posteriormente su
hermano, George Kien,[1] famoso psiquiatra de Paris, trata en vano de curarle, logrando recuperar el
apartamento usurpado. Luego de que George se marcha para su Hospital Psiquiátrico en Francia, del
cual es Director, Peter Kien encuentra un final apocalíptico en el laberinto de su biblioteca, mientras
busca por la alfombra los restos de Teresa, que su imaginación daba por muerta por autofagia.

La novela cuenta la historia de un sacerdote católico quien se encuentra en el estado mexicano de


Tabasco durante la década de 1930, un tiempo en que el gobierno mexicano luchó por suprimir a la
Iglesia católica en varias áreas del país, época conocida como la Guerra Cristera.

Meursault, un chico joven recibe un telegrama anunciando la muerte de su madre, a quien había
decidido enviar a un asilo de ancianos puesto que, como admitirá ulteriormente, ya no tenían más nada
que decirse. El joven Meursault toma un par de días de descanso de su trabajo, el autor no da una idea
concreta de cual es su trabajo (solo que se encuentra en una oficina en el puerto), y asiste al funeral de
su madre durante el cual no siente ni manifiesta congoja alguna y sólo le incomoda el calor implacable
del verano argelino y el no poder fumar delante del féretro. De vuelta en la ciudad se encuentra con una
antigua compañera de trabajo con quien inicia una relación y a la que manifiesta estar dispuesto a
casarse con ella a pesar de estar convencido de no amarla (da la impresión que solo sea una relación de
placer propio.) En esos días traba amistad con Raymond, un sujeto que aparenta ser un proxeneta y que
se halla en problemas con un grupo de árabes. En un paseo a la playa el nuevo amigo de Meursault es
amenazado por un grupo de árabes, pasado el incidente Meursault regresa a confrontar a sus
adversarios, revolver en mano y deslumbrado por el sol dispara varias veces sobre uno de ellos hasta
matarlo.

Meursault es procesado en una atmósfera absurda y en el Tribunal se establece que no ha llorado por la
muerte de su madre, que tiene relaciones sexuales extramaritales con una mujer apenas dos días tras el
fallecimiento de su progenitora y, según su propio testimonio, que ha disparado contra el árabe porque
le dolía la cabeza y la luz del sol le había deslumbrado. Es hallado culpable y condenado a muerte. Frente
al capellán de la prisión, la víspera de su ejecución manifiesta su ateísmo, su falta de temor ante la
muerte y la conciencia de la indiferencia absoluta entre morir un día u otro, en aquel momento o
cincuenta años más tarde. Su único deseo, al final, es acudir al patíbulo rodeado por los gritos de odio de
la multitud enfebrecida.

Adriana es una muchacha sencilla y pobre, muy hermosa, que trabaja posando desnuda como modelo
para un pintor, acepta regalos de los hombres y no sabe muy bien cuándo abandonó su sueño de tener
un hogar e hijos para convertirse en prostituta. Giacomo es un estudiante universitario y revolucionario
fallido que rechaza la idea de estar enamorado de Adriana. Astarita es un oficial de la policía secreta
obsesionado con la muchacha y Sonzogno es un burdo criminal que trata a Adriana como su propiedad
privada.

relata las historias de dos familias estadounidenses, los Hamilton y los Trask, a lo largo de tres
generaciones. Ambientada en el Valle de Salinas en California, como muchas otras obras de Steinbeck -el
escritor era natural de allí-, el título de la novela hace referencia al mito bíblico de Caín y Abel.

El gran tema que vertebra la novela es el amor, en cualquiera de sus facetas: no solo el amor filial, el
fraternal, el sentimental… sino también la falta de amor -el rechazo- o la deshumanizadora incapacidad
para sentirlo. El lector avanza por esta gruesa historia, densa en simbolismo, y descubre con horror cómo
los personajes tropiezan con las mismas piedras que hicieron caer a sus padres. La sangre, por tanto, es
también importante: Caleb -uno de los Caínes de nuestra historia- siente dentro de sí el mal heredado de
su madre -que podemos relacionar fácilmente con Eva- pero lucha por derrotarlo con la ayuda de
quienes le recuerdan que el ser humano ni es blanco ni es negro.

Resulta difícil hablar de esta novela sin desvelar detalles de la trama que quisiera que sorprendieran al
lector cuando lea el libro, y no cuando se acerque a él a través de esta reseña. Esta fue considerada por
su autor como su mejor obra, la más completa, como si todas las anteriores no hubieran sido más que
una preparación para esta. Lo único que le echo en cara -y debéis perdonar que sea tan quisquillosa con
estos aspectos narrativos- es la alternancia entre un narrador omnisciente y un narrador testigo que,
sinceramente, no creo que aporte nada. La voz de este último aparece de vez en cuando sin motivo
aparente.

John Steinbeck nos regala unos personajes supurantes de matices, en lucha constante consigo mismos,
siempre alerta, y nos ofrece una redentora visión de uno de los mitos bíblicos que mejor supieron captar
los entresijos de la naturaleza humana.

El libro No soy Stiller (publicación original: Stiller, 1954) nos lleva hasta comienzos de la década de los
cincuenta, cuando Jim White es detenido en Suiza porque alguien le reconoce como Anatol Stiller, un
escultor suizo desaparecido sin rastro unos años atrás. Jim reflexiona sobre su condición de preso ante
las páginas de un cuaderno, sobre la vida en general y sobre su pasado, repleto de acontecimientos que
a sus ojos deberían demostrar que él no es quien los demás piensan, mientras la justicia, amigos y
familiares del artista desaparecido actúan como si realmente fuese él

Humbert Humbert, un hombre culto, refinado y hedonista con debilidad por las niñas pre-adolescentes,
acepta a la viuda Charlotte Haze como casera, y como esposa para poder compartir techo e intimidades
con la hija de ésta, una chiquilla de 12 años que responde al nombre de Lolita. La muerte de Charlotte,
atropellada por un coche a las pocas horas de descubrir el diario (y, en consecuencia, los perversos
intereses) de su marido, dejara vía libre a Humbert para disfrutar de la compañía de su hijastra.

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