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Factores que determinan la configuración morfoestructural del antearco de

Arica-Iquique.

Los Andes centrales se formaron durante los últimos 30 Ma. por la subducción oceánica-
continental en un sistema de régimen compresivo. Las características geomorfológicas en
el norte de Chile están bien conservadas y permiten analizar la evolución tectónica del área
de Arica-Iquique. Los Andes centrales han desarrollado una meseta de ~4 km de altura
que es considerada como la respuesta isostática al acortamiento de la corteza con un
engrosamiento entre 60-80 km. Las incisiones formadoras de cañones implican un
descenso del nivel de base, resultado de procesos tectónicos y/o climáticos. Aunque Barnes
y Ehlers (2009) concluyeron que la incisión de 11–8 Ma puede asociarse a un levantamiento
rápido y cambios climáticos, estos reconocieron que el mecanismo de incisión no está claro.
Es por eso que determinar y comprender los factores de configuración morfoestructural del
antearco de Arica – Iquique y cómo el clima repercute en la formación del tipo de cuenca,
son fundamentales para entender la evolución tectónica y morfológica del área.

Las unidades morfoestructuturales que se distinguen de W a E son: la cuenca de Arica,


línea de Costa, Depresión Central, Cordillera Occidental, Cordillera Oriental, y las Sierras
Subandeanas. Otras unidades morfoestructurales entre la Depresión Central y la Puna,
correspondientes a la continuación hacia el sur del Altiplano son: la Precordillera y la
Depresión Preandina. La etapa principal de elevación del flanco Occidental de la Cordillera
Central Andina, comenzó en los últimos tiempos del Oligoceno, finalizando a unos 7 Ma.,
cuando la zona de acortamiento activa se desplazó progresivamente desde la meseta y la
Cordillera Oriental hacia la zona Subandina (Hoke et al., 2004).

Para el estudio morfo-estructural de la zona de Arica e Iquique se utilizaron métodos de


datación de edades de las rocas isocronas de bt-hbl con el objetivo de resolver la
cronología interna de la Formación Altos de Pica, y proporcionar restricciones de tiempo en
su deformación, en conjunto de datos de isótopos sistemáticos Sm/Nd y Rb/Sr se establece
la evolución isotópica en la región fuente del magma, además se utilizaron datos de
reflexión sísmica, que entregan información de las estructuras observadas en el campo,
asociadas a fallas mapeadas relacionadas a monoclinos. Por otro lado el uso de
cronologías paleomagnéticas de cuatro secciones en la Región de Tarapacá se utilizó para
determinar la edad del crecimiento del relieve, mientras que las correlaciones
magnetoestratigrafía establecen un hiato entre las Fm. Oxaya y Fm. El Diablo. Otro autores
utilizaron modelos de elevación digital de las montañas de los Andes construido con
topografía digital, para establecer relaciones transversales entre redes paralelas más
antiguas desarrolladas en superficies con incisión profunda de El Diablo y Oxaya.

El mecanismo de elevación de la meseta occidental del Altiplano es tema de debate. García


et al. (2011) proponen que la incisión se produjo en una región elevada, afectando depósitos
sedimentarios y volcánicos producto de variaciones climáticas. La exhumación de edad
Cretácico-Paleoceno de la Cordillera de la Costa, la deformación por compresión Incaica
en el Eoceno medio-tardío y la exhumación que afecta a la precordillera proporciona
evidencia que el antearco Andino se deformó y su alzamiento ocurrió antes del Neógeno.
Muñoz y Charrier (1996) sugieren que el alzamiento principal del altiplano, del orden de
4000+/-200 con una tasa de 392 +/- 20 m/Ma; se habría desarrollado entre los 15 y 4,8
Ma; producto de un sistema fallado y plegado de alto ángulo con vergencia hacia el W. Sin
embargo, Victor et al., (2004) consideran que el levantamiento del monoclino con vergencia
al W generó una elevación cortical de 2600 m, con una tasa de acortamiento de 0,22
mm/año entre 17 y 10 Ma. Su actividad era en gran parte sincrónica a la erupción de
ignimbritas. El límite de la deformación se encuentra entre la corteza cortical del antearco y
una zona parcialmente rica en fluidos la que se encuentra debajo de la meseta, se puede
evidenciar con una disminución gradual de la edad de deformación y magmatismo hacia el
sur. Von Rotz et al. 2005, interpreta que las ignimbritas de Oxaya resultaron en el
establecimiento de un relieve significativo. Los estudios de magnetoestratigrafía indican un
hiato entre Oxaya y El Diablo Fms. con una extensión posible de c. 8 Ma., donde el relieve
se iguala durante la deposición de la Fm El Diablo, lo que puede explicar por qué la base
de esta unidad es heterocrona en el área. La calibración de las secciones magnéticas
sugiere una edad entre 8-7.5 Ma. para la parte superior de Fm El Diablo indicando una edad
superior a ésta para el momento en que los ríos de la Cordillera Occidental comenzaron a
diseccionar la llanura aluvial previamente depositada. Además la orientación N-S de la
señal magnética para todas las secciones indica una rotación nula del bloque inferior de los
Andes del norte de Chile para el momento de la depositación de la Fm El Diablo, a partir
de los resultados paleomagnéticos la deformación tectónica ocurrió antes de 22 Ma. Por
otro lado, Hoke et al.(2004) indican que las redes de drenajes paralelos de la vertiente
occidental se formaron en un ambiente donde la precipitación cayó directamente sobre la
ladera, además de desarrollarse en paisajes con inclinaciones de 1.5°. Estas redes con
profundidades de 200-250 m son producto del alzamiento tectónico del plateau Altiplano, y
la elevación progresiva de esta meseta contribuyó a la desecación de la ladera occidental.
En conjunto, la reducción de la transferencia de sedimentos desde los Andes a tierras bajas
chilenas, propiciaban un cambio significativo hacia condiciones más áridas.

Se interpreta que los factores morfoestructurales que determinan la configuración del


antearco de Arica-Iquique fueron principalmente tectónicos, evidenciando la existencia de
un sistema de fallas de vergencia occidental en el borde W del Altiplano correspondiente a
una estructura compresiva asimétrica formada por dos sistemas de empuje de vergencias
opuestas (Muñoz y Charrier 1996) finalizando con una modelización climática que afecta la
incisión desencadenada por periodos climáticos semiáridos, que pasaron de un clima árido
a hiperárido permitiendo la preservación de la morfología del área. (García et al., 2011)

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