Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador Padre y Redentor mío; por
ser Vos quien sois, Bondad Infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de
todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las
penas del infierno. Ayudado de vuestra Divina Gracia, propongo firmemente nunca más
pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta.
R. Amén.
C. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
C. ¡Dios mio, ven en mi auxilio!
R. Señor, date prisa en socorrerme.
C. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ofrecimiento
Señor Dios nuestro, dirige y guía todos nuestros pensamientos,palabras y obras a mayor
Honra y Gloria Tuya.
Y Tú, Virgen Santísima, alcánzanos de tu Hijo, que con toda atención y devoción
podamos rezar tu Santo Rosario, el cual te ofrecemos por la exaltación de nuestra Fe
Católica, por las necesidades espirituales y temporales, por el bien de los vivos y
sufragio de los difuntos que sean de Tu agrado y de nuestra mayor obligación.
R. Amén.
Me uno a todos los Santos del cielo, a todas las almas justas de la tierra, a todos los
fieles que rezan el Rosario en la presente hora. Me uno a Ti, Jesús mío, para alabar
dignamente a Tu Madre y a Ti en Ella y por Ella. Renuncio a todas las distracciones que
me vinieren durante el rezo de este Rosario, el cual propongo rezar con modestia,
atención y devoción, como si fuera el último de mi vida.
R. Amén.
Pasado el sábado, al rayar el alba, el primer día de la semana, fueron María Magdalena y
la otra María a ver el sepulcro. De pronto hubo un gran terremoto, pues un ángel del Señor
bajó del cielo, se acercó, hizo rodar la losa del sepulcro y se sentó en ella. Su aspecto era
como un rayo, y su vestido blanco como la nieve. Los guardias temblaron de miedo y se
quedaron como muertos. Pero el ángel, dirigiéndose a las mujeres, les dijo: “No temáis;
sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado, como dijo. Venid, ved
el sitio donde estaba. Id en seguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los
muertos y va delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis. Ya os lo he dicho”.
(Mt 28,1-7)
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al
cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Segundo Misterio: La ascensión de Jesús.
Después de su pasión y muerte, Jesús se presentó a los apóstoles que había elegido,
dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y
hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios. Les prometió que serían bautizados
en el Espíritu Santo: «Recibiréis –les dijo– la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre
vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines
de la tierra». Y entre las muchas instrucciones que les fue dando, San Mateo recuerda que
les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced
discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy
con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al
cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Tercer Misterio: La venida del Espíritu Santo.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al
cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Recitar la jaculatoria:
Recitar el Salve (Salve Regina):