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No es difícil llegar a formar una impresión negativa de Jonás, porque por ejemplo
en los vs. 2-3 se dice lo siguiente. Para ver el impacto de esta información hay que
remontarse al primer versículo, que dice así:
Y habríamos esperado que dijese para ir a Nínive porque eso es lo que hacen los
profetas. Y dice el texto “se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis”. Y un
vistazo al mapa mundi nos convencerá rápidamente de que Tarsis está en dirección
opuesta a Nínive.
Es muy llamativo que un profeta del Señor al oír la palabra del Señor huya de la
presencia del Señor, lejos de la presencia del Señor en dirección a Tarsis.
La inmensa mayoría de los comentaristas evangélicos cargan las tintas con cierta
saña contra Jonás. Todavía recuerdo aquella cancioncita que cantábamos cuando éramos
pequeños de “Jonás no hizo caso a la Palabra de Dios”. Incluso José María Martínez le
califica de racista en su libro “Hermeneútica Bíblica”. Es infrecuente leer una palabra
positiva en torno a su persona, lo cual contrasta con las únicas dos referencias que hay
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de Jonás en las sagradas escrituras donde ambas son altamente positivas. La primera se
encuentra y, vamos a ir rápidamente a ella, en 2ª Reyes 14: 25. Es un libro un poco más
fácil de localizar que el de Jonás, no mucho pero algo, y está en la página 389 de mi
Biblia.
“El año quince de Amasías hijo de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Jeroboam
hijo de Joás sobre Israel en Samaria, y reinó cuarenta y un años. E hizo lo malo ante los
ojos de Jehová, y no se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que
hizo pecar a Israel.”
Es decir que estamos en el reinado de un hombre malo que además hizo pecar a
Israel. Esto es muy grave, esa sí que es una descalificación radical. Un hombre malo que
hace pecar y que no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat. Y no obstante
seguimos leyendo:
“Él restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el mar de
Arabá, conforme a la palabra de Jehová Dios de Israel, la cual él había hablado por su
siervo Jonás hijo de Amitai, profeta que fue de Gat-hefer”.
“Porque Jehová miró la muy amarga aflicción de Israel; que no había siervo ni
libre, ni quien diese ayuda a Israel; Y Jehová no había determinado raer el nombre de
Israel de debajo del cielo; por tanto, los salvó por mano de Jeroboam hijo de Joás.”
Ahora bien, en este reinado se cumple una palabra profética, es decir que Jonás
es un profeta auténtico y un siervo de Jehová auténtico. Y si Jehová no rayó de la faz de
la tierra a Israel fue porque no había determinado hacerlo, no porque Israel
colectivamente no lo mereciera, sino simplemente porque Jehová no había determinado
hacerlo. Se trata pues, de una época negra en la historia de Israel, espiritualmente
calamitosa y en medio de este ambiente un hombre brilla con luz propia y ese hombre es
un siervo y un profeta llamado Jonás, hijo de Amitai de Gat-hefer.
Pues bien el apunte del cronista es altamente positivo. Dicho sea de paso que
algunos comentaristas contemporáneos opinan que este Jonás no es el Jonás de nuestra
historia, incluso a pesar de que se le llame Jonás hijo de Amitai. No quiero entrar en
ninguna demostración pero parece evidente, desde el canon, que se trata del mismo
Jonás.
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Es decir, que si bien Jonás pasó absolutamente desapercibido en Israel puesto que
el rey era malo y pecador, el pueblo absolutamente desorientado, en cambio, en la ciudad
pagana, gentil y sanguinaria de Nínive, ante la sola palabra de Jonás se provocó un
arrepentimiento y una conversión a una escala sin precedentes y que creo que no ha
tenido paralelo en la historia posterior.
La señal de Jonás
Podemos ver como el Señor Jesucristo con toda la intención del mundo también
contrasta la actitud moral de Nínive con la actitud moral de Israel (esta generación). Y si
la generación de Jonás era mala, esta generación era especialmente mala, y si a Jonás no
le hicieron caso, a éste que está entre vosotros que es más que Jonás en este lugar que no
le harán, que no le harán.
Creo que es digno de mención, que es este profeta Jonás el único con el Cristo se
identifica explícitamente como tipo anticipativo de él, el único. Como estuvo Jonás en el
vientre del gran pez así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra. Y lo que esta
generación me va a hacer a mí será condenado por los hombres de Nínive que se
arrepintieron ante la predicación de Jonás y el Señor pudo haber añadido creo “los
hombres de Nínive se levantarán también en el juicio contra aquel pueblo de Israel que a
Él le rechazó también”.
Pues bien, estas dos referencias a Jonás nos coloca ante un problema de
interpretación y ante una cuestión espiritual muy práctica. Y la pregunta es ¿Es lícito, es
legítimo analizar el relato de Jonás desde Cristo, desde las palabras de Cristo?
Yo creo que la mayoría de los creyentes de a pie contestarían y sin reservas por
supuesto que sí, porque Jesucristo es el hermeneuta, el exégeta por excelencia y su
opinión de Jonás vale mucho más que la opinión de cualquier otro. Y yo desde luego
ratificaría plenamente esa opinión.
Pero esa opinión, si bien me parece válida, nos obliga a hacer otra pregunta y es:
¿Si la interpretación de Jonás desde Cristo respetará con exactitud, con rigor y con
honestidad los parámetros del relato original, es decir, si la lectura desde Cristo de
alguna manera manipulará o tergiversará o falseará el desarrollo histórico del relato en sí,
forzándonos a contemplar a Jonás desde un prisma positivo cuando el narrador le pinta
desde colores más bien sombríos y oscuros?
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honesta del relato original sino que incluso nos permitirá arrojar una luz insólita sobre el
relato de manera que aquellas áreas contradictorias ahora resulten absolutamente
brillantes, fácilmente comprensibles. Os daré un ejemplo de lo que quiero decir. Nuestra
tesis es que Jonás es una figura altamente valorada por el cronista inspirado de 2ª Reyes
y es un siervo y profeta encumbrado por el Señor Jesucristo como un hombre que, de
una manera única y sin precedentes, pasó por la experiencia de la muerte en el vientre del
pez sólo comparable con su propia experiencia de la muerte.
¿Es ello posible? ¿Cuadra esto con el relato y tal y como pintan a este siervo
Jonás? O invirtiendo la pregunta ¿Cuadra una visión negativista de Jonás con la alta
valoración de Cristo hacia su siervo? He dicho que la inmensa mayoría de los
comentaristas evangélicos cargan las tintas fuertemente contra Jonás (no es difícil
hacerlo). También he de decir que la mayoría también de los comentaristas Católico
Romanos y judíos hacen lo mismo.
Jonás valorado a mi modo de ver por el Espíritu Santo y por Jesucristo fue,
curiosamente, históricamente despreciado e ignorado por los judíos. Esto lo podremos
apreciar si recordamos que Gat-hefer es una aldea pegando a Nazaret. Es decir que
Jonás era galileo, de hecho nació muy cerca de Nazaret. No obstante, los fariseos si
queréis sin buscarlo, os lo leo, le dijeron:
Y qué os parece el verbo que emplean los sarcásticos fariseos cuando dicen ¿Eres
tú también galileo? Ve que de Galilea nunca se ha levantado, es el verbo que domina,
predomina en los primeros compases de Jonás, que de galilea nunca se ha levantado
profeta. Bueno se levantó uno pero fue en dirección contraria. Ahora bien ¿Por qué
pensáis vosotros que ellos no consideraban y de hecho no consideran a Jonás como
verdadero profeta? ¿Por qué? Porque no hizo la voluntad de Jehová. Yo sospecho que la
razón es la contraria, porque la hizo, pero lo que hizo fue precisamente convertir a
cientos y miles y cientos de miles de enemigos, y eso no se lo perdonaron nunca. ¿Eres tú
también galileo? De Galilea nunca se ha levantado profeta y parece ser que los rabinos de
la época de Cristo no le tenían por verdadero profeta porque él comulgó con el enemigo,
como Alberto Herreros cuando se pasó del Estudiantes al Real Madrid. ¿Qué os parece?
Y por lo tanto con estas cuestiones sobre la mesa volvemos al texto y leemos de
nuevo esto: “y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis”. Esto es
muy importante, Jonás huyó de la presencia de Jehová. Una lectura negativa de Jonás
diría lo siguiente, y creo que además con cierta razón y no desprecio en absoluto esta
interpretación, pero diría que Jonás cae en la desobediencia, si queréis en el pecado y
paga las consecuencias y es cierto. Quien desobedece la Palabra del Señor pagará las
consecuencias. ¿Y cuáles son estas consecuencias? Estas consecuencias son que al
embarcar en Jope para huir a Tarsis fue acorralado porque Jehová levantó una gran
tempestad y el barco se hundía y él fue arrojado por la borda y así se calmó el viento y le
tragó un gran pez. Y así fue. Él no quiso ir a Nínive y fue hacia Tarsis, y el profeta y
siervo que dice no a la palabra al Señor si se precia, si es auténtico, si es verdadero, será
reconducido pero a qué precio. El precio que pagó Jonás sólo lo sabe el Señor. De hecho
el Señor lo sabe, pues Él le contrastó y sabe muy bien en qué consistió esa traumática y
terrible experiencia. Pero ¡ojo!, Jonás fue un profeta y siervo auténtico, y el texto nos lo
demuestra con insistencia. Veamos:
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“Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suerte, para que sepamos
por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre
Jonás. Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal.
¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres? Y Él les
respondió” y su testimonio es claro y contundente: “Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios
de los cielos, que hizo el mar y la tierra”. Temo a Jehová. No es esta la confesión a
regañadientes de un fugado, de un renegado, de un falso e inauténtico. Soy Hebreo y
temo a Jehová.
Es decir que les había declarado que ante la palabra de Jehová él no había
obedecido. Se lo había dicho, no se lo había ocultado.
“Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el
mar se iba enbraveciendo más y más. Él les respondió: Tomadme y echadme al mar, y
el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad
sobre vosotros.”
Notad que no dice por mi culpa sino por mi causa. Él sabe que esta tempestad
viene como la Palabra de Jehová, de la mano de Jehová por su causa. Y se ofrece a sí
mismo en voluntario sacrificio para calmar la ira de Dios para que aquellos hombres sean
salvados.
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“Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás
en el vientre del pez tres días y tres noches.”
Terminamos con una pregunta pues: ¿Por qué huyó de la presencia de Jehová? Es
la pregunta clave. Es la pregunta que abre este libro. Me llama la atención que él huyera.
No es normal que un hombre huya lejos de la presencia de Jehová. ¿Por qué dice el texto
lejos de la presencia de Jehová? No porque él pensara que Jehová no existía en Tarsis.
Eso sería ridículo. La presencia de Jehová es una frase que significa el ámbito de la
voluntad de Dios, el ámbito del ministerio. Es una frase que se repite en la experiencia de
Elías y de Eliseo, otros dos profetas y no he apuntado las citas, pero allí ellos refieren
esta misma frase y dicen “Jehová Dios en cuya presencia estoy”, es decir, en una relación
de fluida comunión. ¿Por qué huir?
¿Por qué no quiso ir? Se suele decir por que odiaba a los ninivitas y no quería que
se salvasen. Pero eso no es muy pausible, no es muy pausible. ¿No había salvado él a
costa suya a los marineros paganos, igualmente paganos? ¿No fue por fin a Nínive y ante
su predicación se arrepintieron al Señor todos ellos? Este no es un hombre lleno de odio
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“Oye, qué señal nos muestras. ¿Ninguna?” Ninguna. Haréis conmigo lo que
hicisteis con Jonás. Bueno a él vosotros no lo echasteis en el vientre del pez pero casi
casi. Hermanos, EL VERDADERO PROFETA NO TIENE CABIDA EN ISRAEL, no
tiene cabida en Israel.
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son
enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a sus hijos, como la gallina junta sus polluelos
debajo de las alas, y no quisiste!”
Mateo 23:37
Cuan terrible el destino de Israel. Pues bien, he dicho y me gustaría que estas
palabras hubiesen provocado en vosotros una reflexión. Creo que la lectura que hemos
hecho de Jonás es verosímil desde estas páginas. Jonás visto como un fugitivo,
atemorizado, inauténtico, como alguien rebelde, desobediente y carnal pudiera verse,
pero otro Jonás como un hombre en crisis total, tan auténtico que prefiere ir al otro lado
del mundo que no permanecer en su inautenticidad en Israel. Brilla en este capítulo como
un hombre de Dios, verdadero testigo, verdadero profeta y verdadero salvador de esos
marineros. Decir que una lectura desde Cristo que manipulase el texto y le hiciese decir
lo que no dice a todas luces no puede ser auténtica, pero Cristo sí supo aquello y desde
su perspectiva todo es claro.
Para finalizar una pequeña reflexión. Dijo Cristo “más que Jonás en este lugar”,
más que Jonás. Sólo hay uno más que Jonás. Yo posiblemente no habría ido a Nínive
porque les tendría miedo. Me matarán. Esa no fue la razón por la que él no quiso ir. Él
no era cobarde. Lo demostró en el mar y lo demostró en Nínive. Él fue a Nínive, él fue a
Nínive. Y tan potente fue su predicación que se convirtieron todos. ¿Quién se atreve a
despreciar a Jonás cuando ningún evangelista en la historia del mundo ha provocado tal
convulsión en una sola ciudad nunca?
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Pero resulta que el capítulo 4 dice toso lo contrario. Y no una, ni dos veces sino
tres veces Jonás reitera enojadísimo su primera intención de huir dice “¿No es esto lo
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que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque
sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande
misericordia, y que te arrepientes del mal”. Quiero morir, “que me quites la vida” y
claro no hay quién entienda esto, de modo que los interpretes tratan de explicarlo desde
un síndrome de depresión post-natal (post-parto). Con tanta emoción ahí en Nínive, pues
ahora está deprimido, pero creo que no es esa la clave de este libro y leyendo el libro
hacia atrás podríamos decir que el propósito del capítulo 4 entre otros es simplemente
recalcarnos el hecho de que lo que Jonás hizo lo hizo en contra de su propia voluntad.
Yo no quería ir a Nínive pero fui. Y permitidme sugeriros que un hombre que obedece en
contra de su voluntad, en contra de todos sus propios impulsos personales y vitales, un
hombre que huye porque haría cualquier cosa menos ir a Nínive y ahora quiere morir
porque haría cualquier cosa menos volver a Israel, ¿Qué es? ¿Es un desobediente? Pues
no señores. Jonás no es el profeta desobediente que le llaman todos (es el sambenito que
se le ha colgado, “Jonás el profeta desobediente”). Todo lo contrario. Es el profeta que
obedeció y prefería morir a obedecer.
Hemos hecho una breve aproximación al libro de Jonás pero, como a estas
alturas ya habréis descubierto, no era de Jonás de quién yo pretendía hablaros. Ese otro
personaje que se lee entrelíneas cuando estudiamos el libro de Jonás. Os he querido
hablar de otro siervo y profeta de Dios que es más que Jonás en este lugar.
Y sudando sangre, decide dar ese paso. Sudando sangre. Por amor a unos
gentiles, paganos y pecadores. Por amor de nosotros, pueblo suyo gracias a su
ofrecimiento.
El capítulo 4 de Jonás.
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