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Teología Arminiana Modificada

UNA TEOLOGÍA ARMINIANA MODIFICADA


A. B. BROWN

Introducción

El alma de cualquier sistema teológico, no importa su etiqueta, siempre ha de ser la gracia


maravillosa e incomparable de Dios Todopoderoso. El centro de toda la teología bíblica que
afirma ser verdaderamente leal a la Biblia debe ser el del Dios de gracia que toma la iniciativa
en rescatar al hombre caído e indigno de su condición desesperada e impotente. Aquel sistema
que trata de aplacar al ego humano negando los efectos condenatorios y desastrosos del
pecado sobre el hombre caído o que niega las exigencias de un Dios santo y justo del pago
completo por el pecado no es verdadero o leal a la Biblia. La salvación bíblica es, y debe ser,
centrada en Dios y nunca centrada en el hombre. Es enviada de Dios no realizada por el
hombre. Es decretada por Dios y no merecida por el hombre. Nadie va a cielo subiendo una
escalera de buenas obras, sino se le lleva al cielo sobre las alas de la gracia. La única entrada a
la ciudad celestial va por la puerta que se llama “gracia”. Todas las demás “entradas”, a pesar
de sus títulos, son falsas y en el fin deben ser llamadas la puerta del “Yo” cuyo sólo destino es el
lago de fuego eterno.

Obviamente estas verdades importantes no definen totalmente la fe cristiana. Se las escriben


aquí como base para las cosas que se van a discutir en esta obra. Nunca se debe permitir que
esta época tan centrada en el “yo” construya una salvación que rehusa humillar el corazón
humano orgulloso y negarlo totalmente cualquier mérito para su salvación. Como nuestros
antepasados, Adán y Eva, que cosieron hojas para cubrirse en un intento vano de hacerse
presentables delante de Dios, durante todas las edades el hombre ha buscado, a través de sus
esfuerzos personales, de encontrar la aprobación de Dios, y ha rechazado buscarla por medio
de ser aceptado en el Amado. Los hombres siguen cosiendo sus hojas. Esas hojas son de todo
tipo de color, tamaño y forma, dependiendo de la mente que las fabrique, pero el corazón
orgulloso del hombre caído busca algún medio de auto justificación. Por lo tanto, se requiere
una vigilia constante sobre la doctrina de la gracia. La Iglesia de Jesucristo debe ser siempre
advertida del hecho de que el Diablo usará cualquier medio posible para contaminar el arroyo
de gracia que fluye del manantial del Calvario. La doctrina de la gracia, que también es la
doctrina de la Reforma de la sola grace, requiere una vigilia eterna. Es la salvación por la gracia
por la fe y sin nada más. Si no permanece constantemente en guardia este siglo grave y
observante, el Maligno contaminará este arroyo con uno o mil aditivos, fuertes o menos fuertes
que a menudo aparecerán muy inocentes, pero seguirán contaminando el arroyo de pura
gracia.

Uno de los métodos mejores para detectar lo falso es conocer bien lo genuino. La manera mejor
para descubrir el error teológico es saber la verdad. Lo lamentable es que vivimos en una edad
de ignorancia teológica. El miembro pro medio que se sienta en los cultos evangélicos tiene
poco entendimiento de las grandes doctrinas de la fe cristiana y por lo tanto es muy vulnerable
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Introducción
al líder astuto de una secta falsa que puede mezclar la verdad con el error y hacer que tenga
una apariencia sana y ortodoxa. El propósito de esta obra principalmente es exponer la
diferencias entre dos sistemas teológicos que son totalmente conservadores u ortodoxos, pero
al mismo tiempo también tiene como meta la de educar al pueblo de Dios en cuanto a algunas
de las doctrinas claves de la fe cristiana. Es un intento de proveer una exposición y una
explicación de la posición arminiana sobre cada una de las doctrinas siguientes: (1) la
depravación total; (2) la elección condicional; (3) la expiación ilimitada; (4) la gracia resistible;
y (5) la seguridad condicional.

En cuanto a estas doctrinas, la Iglesia conservadora actual se divide en dos campos teológicos
principales. Los dos grupos son ortodoxos excepto en el caso de considerar los extremos de
cada campo. Se llaman los dos campos con los títulos del arminianismo y calvinismo. Reciben
sus nombres respectivos de los hombres considerados como sus portavoces principales. Se
considera a Juan Calvino (1509-1584) como el portavoz principal para el calvinismo y a Jacobo
Arminio (1556-1609) para el arminianismo. Sin embargo, ninguno de los dos sistemas tenía su
comienzo con esos hombres. Los dos movimientos pueden encontrar sus raíces mucho más
allá de las vidas de Arminio y Calvino. Ninguno de los sistemas en su origen es herético aunque
cualquiera de los dos, llevado a sus extremos, puede hacerse hereje. Actualmente hay, y
siempre han habido durante la historia de la iglesia, buenos hombres en cada banda de los
temas. Dios les ha bendecido y los ha usado grandemente a los dos grupos. Una ilustración
puede ser la de las vidas y los ministerios de Juan Wesley, arminiano en su teología, y Jorge
Whitefield, calvinista en su teología. Los dos fueron contemporáneos e igualmente fueron
usados y bendecidos por Dios. Parece cierto que Dios acepta y usa en su servicio a creyentes de
los dos campos. Este hecho en sí debería decirnos algo sobre los dos campos.

El calvinismo recibe su nombre de Juan Calvino porque fue él que realmente expandió y
sistematizó la teología agustina en su INSTITUCIÓN DE LA RELIGIÓN CRISTIANA que se ha hecho una de las
obras teológicas más influyentes de toda la historia de la iglesia. Sin embargo, muchos no se
dan cuenta de que el calvinismo fue parcialmente una reacción a la edad en que vivía Calvino.
(Todos de nosotros somos, a un grado u otro, productos de nuestra era.) Calvino vivía en la
Edad de la Razón, o el Siglo de las Luces. Fue el tiempo del resurgimiento del humanismo. Fue
la edad cuando el mundo iba rompiendo sus ligaduras de la supresión y la superstición de la
Edad de las tinieblas (o, la Alta Edad Media), y el hombre iba reafirmándose como individuo de
valor que podía pensar por sí mismo. Y, como se suele ocurrir con cualquier reacción a los
errores del pasado, las cosas fueron al otro extremo resultando en una exaltación exagerada de
la razón humana.

La filosofía humanista del filósofo griego, Protágoras (ca. 485-415 a.C.) de que “el hombre es la
medida de todas las cosas” se hizo la filosofía de la época de Calvino. La razón humana se hizo
la niña mimada de la época. Se creía que el hombre, por medio de su propio intelecto y aparte
de la Biblia, podía resolver todos los problemas de la humanidad y podía contestar todas las
cuestiones profundas de la vida, aún las cuestiones espirituales. Se creía que podría explicar
todos los fenómenos del universo a la luz de la ley natural usando la razón humana sola. La ley
natural se hizo el dios de la edad. Tal ley, durante eones enormes de tiempo, produjo y controla
todas las cosas. El intelecto humano fue deificado en el sentido de que el hombre de razón sólo
podría tomar y usar la ley natural para poder dar una definición a la verdad y la moralidad.

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Teología Arminiana Modificada
Calvino no sólo tenía que contener con un humanismo renaciente, sino también se le
confrontaba una teología predominante de la edad que aseveraba que el hombre podía ganar
su entrada al cielo por medio de buenas obras. Fue la teología de la Iglesia Católicorromana.
Igualmente el humanismo y el catolicismo exaltaron la habilidad humana más allá de su
potencial real. Si se analiza la teología de Calvino a la luz de esos dos sistemas de pensamiento
predominantes de su día, se la entenderá mejor como un antídoto a las enfermedades
intelectuales corrientes del tiempo. El calvinismo fue una reacción a su edad. Rechazó
cualquier mezcla de ley y gracia como un medio de ganar la salvación (como enseñó el
catolicismo). Su doctrina de la depravación total negó aún más que la razón del hombre sola le
podía capacitarle para llegar al conocimiento de la verdad aparte de la revelación especial, a
saber, la Palabra de Dios, una revelación especial que sólo podría comprenderse por medio de
la obra regeneradora del Espíritu Santo.

Igual como el calvinismo fue una reacción a su edad, el arminianismo fue una reacción a los
extremos del calvinismo. Jacobo Arminio (1556-1609) fue un estudiante brillante que estudió
en Lieden, Ginebra, Basel e Italia. Fue doctorado en teología. El reaccionó cuando su patria,
Holanda, hizo que el calvinismo fuera la religión oficial del estado. Habiéndose ocupado unos
quince años como uno de los pastores reformados más destacados de Amsterdam, donde él se
había enfocado en el estudio de Romanos, Arminio había desarrollado unas reservas serias
acerca de los puntos de vista de Calvino en cuanto a la predestinación y al alcance de la
depravación. Arminio llegó a ver que el calvinismo, como sistema, había convertido el hombre
a un robot. El hombre era escasamente más de una pieza de ajedrez sobre la tabla siendo
manipulado por Dios sólo para realizar sus propósitos. Tal acción negó la realidad de la
voluntad del hombre y últimamente no le hizo responsable en cuanto a sus acciones propias.
Para Arminio, el Dios de Calvino fue forzado a degradar al hombre al estado de robot para
poder mantener su propia soberanía. El hombre fue poco más que un actor en el escenario que
simplemente repetía sus líneas y hacía el papel que Dios había escrito por él en la eternidad
pasada. Arminio reaccionó a un sistema de teología, que según su percepción, resultaba en la
negación de la libertad humana que en turno últimamente negaba la responsabilidad humana.
Arminio pidió que aconteciera un debate formal en el país sobre el tema, y él prometió
contestar cada uno de los argumentos de Calvino. Sin embargo y desgraciadamente, Arminio se
enfermó y murió antes de que se pudiera celebrar tal reunión. Después de su muerte, algunos
de sus seguidores trataron de exponer sus puntos de vista. Sin embargo, esos puntos nunca
fueran desarrollados completamente ni fueron organizados de la misma manera sistematizada
como lo fueron los puntos de Calvino. El hecho que la teología de Arminio nunca fue realmente
sistematizada y organizada como la de Calvino, que fue adiestrado en la ley, probablemente ha
sido uno de los factores negativos en cuanto a su impacto general. La mente humana
naturalmente se mueve en la dirección de aquel que está organizado de una manera lógica
como lo fueron LAS INSTITUCIONES de Calvino.

Sólo fue después del ascenso del calvinismo y la publicación de las obras de Calvino que la
doctrina de una expiación limitada realmente ganó mucho terreno en la Iglesia. Aún hoy en día
no es el punto de vista predominante de la Iglesia conservadora aunque el calvinismo en sus
formas variadas y modificadas controla casi todas las editoriales cristiana (en los E.U.A.), y la
mayoría de los seminarios evangélicos tienden a ser calvinistas. La creencia que Jesús murió
por la humanidad en general (expiación ilimitada) pero que los efectos de su muerte sólo se
aplican a los que por fe le reciben ha sido la posición histórica de la Iglesia. Es el punto de vista

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Introducción
sostenido por la inmensa mayoría de los teólogos, reformadores, evangelistas y padres de la
iglesia. La oferta universal del evangelio fue aceptado por Clemente de Alejandría (150-220),
Eusebio (c. 260-340), Atanasio (c. 293-373), Cirilo de Jerusalén (c. 315-386), Gregorio
Nacianceno (324-389), Basilio (c. 330-379), Ambrosio (c. 340-407), Cirilo de Alejandría (376-
444), Richard Hooker (1553-1600), James Ussher (1581-1656), Richard Baxter (1615-1691),
John Bunyan (1628-1688), John Newton (1725-1807), Alfred Edersheim (1825-1889), B. F.
Westcott (1825-1901), J. B. Lightfoot (1828-1889), Augustus H. Strong (1836-1921), A. T.
Robertson (1863-1934), y por muchos otros.

Otro factor que afecta la influencia del calvinismo es el hecho de que el arminianismo no se ha
recuperado todavía del ataque del liberalismo teológico de la misma manera en que se ha
recuperado el calvinismo. Cuando el movimiento metodista, el portavoz principal para el
arminianismo, se arrodilló delante del altar del intelectualismo falso al principio de este siglo
(20º.), y comenzó a emborracharse de la teología atea-evolucionista liberal, el movimiento
arminiano perdió su voz más fuerte y evangelística. Perdió también sus editoriales cristianas y
sus instituciones cristianas de estudio de alto rango. Mientas todavía estaba tambaleándose del
golpe este, gran parte del movimiento que quedaba fue llevado volando hacia el movimiento
carismático, un movimiento que tiende a no prestar mucha atención a la teología. Estos dos
factores, la influencia dominante calvinista sobre las editoriales cristianas y sobre los
seminarios y las universidades cristianas, quieren decir que el sistema calvinista ganará
finalmente la ascendencia teológica (en los E.U.A.) si los arminianos no ponen empeño en
producir un buen cuerpo de literatura y en establecer más seminarios buenos (a través del
país).

Antes de comenzar la discusión de las diferencias entre los dos sistemas, será bueno
comprender que los dos están de acuerdo en cuanto a los fundamentos de la fe. No estamos
discutiendo un sistema de la verdad en contra de un sistema hereje. Además, tendrá valor para
el lector entender que en cada sistemas existen variaciones. Así que, cuando se dice en esta
obra: “los arminianos creen”, esta frase representa principalmente la posición arminiana
modificada expuesta en esta obra. El lector ha de entender que el sistema teológico expuesto
en esta obra es una forma modificada del arminianismo.

También será provechoso comenzar con un entendimiento claro que no es ético a caracterizar
todo un sistema por sus extremos. El calvinismo llevado a su extremo lógico resulta en el
fatalismo, y hay grupos dentro de este movimiento que adscriben abiertamente a la idea
fatalista de “qué será, será”, y denuncian cualquier tipo esfuerzo evangelístico o misionero.
Pero esto no es verdad del calvinismo en general, y representar lo extremo como la norma es
deshonesto. También hay aquellos que pervierten el último punto de Calvino en cuanto a la
perseverancia del creyente al tal punto que llega a ser una licencia franca para pecar. Tal
doctrina de seguridad eterna llega a ser la doctrina no bíblica de la “seguridad carnal”. Sin
embargo, una vez más, este grupo no es el calvinismo verdadero que reconoce una vida de
santidad como una señal de ser uno de los elegidos.

Por la otra parte, el arminianismo llevado a sus extremos lógicos resultan en una salvación por
las obras. Hay grupos dentro del campo arminiano que enseñan que si un cristiano peca
después de su conversión vuelve a estar perdido, o por lo menos, existir en algún estado de
“limbo” donde no está salvado ni perdido. Pero, si no se arrepiente y muere en tal estado, irá al
infierno. (Si muere en tal estado no arrepentido y va al infierno tiene que estar perdido puesto

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Teología Arminiana Modificada
que solamente los perdidos van al infierno.) Pero, tal creencia no es la norma. La salvación es
iniciada por Dios sobre la condición de la fe personal en Cristo y en su obra expiatoria, y se
continúa basada en la misma fe. De nuevo, no es de ético representar todo un sistema por sus
extremos.

Así que, será apropiado comenzar con un vistazo breve de los temas sobre los cuales los dos
grupos están de acuerdo para que el lector pueda comenzar con un punto de vista positivo de
cada sistema. Los dos creen en la soberanía absoluta de Dios. Los dos confiesan que la
salvación es totalmente por la gracia de Dios condicionada sobre la fe aparte de cualquier
mérito humano. Los dos creen que el hombre, dejado a sí mismo, no puede volver a Dios para
creer. Creen que es necesaria la obra del Espíritu Santo en el hombre antes de que pueda
acudir a Cristo en fe, aunque quizás haya diferencia en cuanto al alcance de la obra divina en
este área. Ambos campos afirman la necesidad del nacimiento de nuevo. Creen en la muerte
expiatoria de Jesucristo, el Dios-hombre quien fue totalmente Dios y totalmente hombre, como
la única paga aceptable por el pecado del hombre. Creen que el pecado no corta la relación del
creyente con Dios, que la relación se ata inevitablemente con la fe y no con las obras. Los dos
grupos creen en el poder de Dios para guardar a los creyentes aunque diferencian en cuanto a
que si él les guarda condicional o incondicionalmente. Los dos creen en la resurrección
corporal de Cristo y en su regreso por su iglesia. Creen en un juicio final, y en un cielo para los
salvos y un infierno para los perdidos.

Hay mucho terreno en común entre los dos sistemas aunque también hay grandes diferencias
(como se expondrán en esta obra). Esta obra será simplemente un intento por parte del autor
de exponer, de manera lógica y razonable, lo que cree que la Biblia enseña en cuanto a las
grandes doctrinas de la salvación. No es un intento de sugerir que la posición arminiana
modificada no tenga pasajes problemáticos. Es un intento de exponer un modelo teológico que
parece crear menos problemas de interpretación y de lógica. Es la opinión franca de este autor
que la posición arminiana modificada como expuesta en esta obra es la clave que contesta
mejor, con menos dificultades, las cuestiones bíblicas más importantes.

Los dos sistemas sacan conclusiones distintas en cuanto a cómo Dios seleccionó a los que se
salvarían. Estas diferencias existen porque los dos puntos de partida son distintos. El
calvinismo comienza con un Dios soberano mientras el arminianismo empieza con un Dios que
salva. El calvinismo es un sistema teológico construido alrededor de la soberanía de Dios,
mientras el arminianismo es un sistema teológico construido alrededor del amor de Dios. Son
estos puntos de partida fundamentales y divergentes que conducirán últimamente a las
conclusiones distintas en cuanto a cómo se eligió a aquellos que Dios salvaría.

Los cristianos que comienzan con la soberanía de Dios llegan a la conclusión de una elección
incondicional mientras que aquellos que empiezan con el amor de Dios son conducidos a la
conclusión de una elección condicional. Sin embargo, y extrañamente así, el debate no suele
centrarse en estas premisas fundamentales que gobiernan el sistema, sino suele tener que ver
con las doctrinas que resultan de estos dos puntos de partida distintos. La batalla
normalmente se centra en cuanto a cómo Dios escogió a aquellos que salvaría, pero esta
conclusión está dictada por la cuestión de que si la persona comience con la soberanía de Dios
o con el amor de Dios. Los dos grupos reconocen lo que Biblia enseña en cuanto a la elección, a
saber, que antes de crear el mundo, Dios escogió a ciertas personas para ser salvas (Ef. 1:4). El

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Introducción
desacuerdo surge en cuanto a cómo Dios llegó a escoger o elegir a ciertas personas para ser
salvas. Esta es la cuestión central ( y no la de la seguridad del creyente como creen muchos) de
la diferencia entre el arminianismo y el calvinismo.

El arminianismo empieza con la suposición de que Jesucristo es la revelación suprema de Dios


y que ve a Dios desde la perspectiva del Calvario. Juan 3:16 es el punto de enfoque de la
teología arminiana. El que ha visto al Hijo ha visto al Padre (Jn. 14:9). La encarnación no fue
sola una demostración de la soberanía de Dios, sino también de su amor. Jesús dijo que él vino
a buscar y a salvar a lo que se había perdido. Su meta final fue la redención que salió del
corazón amante de Dios.

El énfasis del calvinismo se cae en un Dios gobernador soberano, más bien que en un Dios
redentor soberano.

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