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1. Introducción1
En los siglos XVII Y XVIII se inició lo que ha sido llamado “el segundo periodo
cristológico” con el liberalismo teológico, fuertemente influido por el racionalismo de la
época. En el siglo XIX se hizo popular la “búsqueda del Jesús histórico” y la cristología
adoptó un carácter fuertemente praxiológico y social. Es en el siglo XX, con la Teología
de la Liberación y otros teólogos de vanguardia, cuando se puede decir que estamos en
algo así como un “tercer periodo cristológico”, donde ese carácter praxiológico de la
cristología adquiere dimensiones políticas revolucionarias. Hay también un
redescubrimiento de la humanidad de Cristo.
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Tomado de lic. David Suazo, Apuntes de cristología, Notas de clase (Guatemala: Seminario
Teológico Centroamericano, 2007).
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2.1.2.1 Habla de la encarnación en términos tales que busca rechazar toda idea
de docetismo o apariencia de humanidad. Hace énfasis en la “realidad” de la
encarnación, sin especular sobre los significados más profundos de ésta.
encamado y que los filósofos griegos que desarrollaron ese concepto eran
precristianos. Justino llamó a esta el Logos seminal.
2. Eutico enseñaba que Cristo tenía una naturaleza mixta, es decir, ni totalmente
humano ni completamente divino. Algo semejante a decir que Cristo era “mitad y
mitad”.
3. La enseñanza ortodoxa afirma que Cristo es una persona con una naturaleza
divina completa y a la vez una naturaleza humana completa. Cristo es una persona:
prosopon, hypostasis. Las naturalezas de Cristo son:
Tomado de Buswell, 3. 0. A Systemaik Theology of the Christian Religion, II, págs. 46-
47.
Este fue un intento de tratar el asunto de Eutico, pero el resultado fue desastroso
para la ortodoxia, porque la representación alejandrina, que apoyaba a Eutico, se impuso
de tal manera que Eutico fue declarado ortodoxo. El obispo de Roma no asistió, pero
había enviado una carta en la que explicaba la doctrina para ayudar a resolver el
problema. Este concilio se conoce como el de los ladrones.
2.3.6.2 La Tomé
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Este es el nombre oficial con que se conoce la carta que León 1, obispo de Roma,
envió para ser leída y tratada en el concilio de Efeso de 449 AD. Esta carta refleja la
cristología enseñada en Occidente desde tiempos de Ireneo y Tertuliano; es decir, se
trataba de una cristología ortodoxa. La carta sirvió de base para la formulación del credo
de Calcedonia.
En la Iglesia Oriental continuó la controversia que había sido iniciada por Eutico
y así surgió el monofisitismo. Más tarde también apareció el monotelismo.
3.1.1 El Monofisitismo
3.1.2 El Monotelismo
Este movimiento también se deriva de las controversias cristológicas del siglo V,
pero surgió en el siglo VII. Los proponentes de esta doctrina aceptaban la fórmula de
Calcedonia de “dos naturalezas”, pero enseñaban que Cristo solamente tenía “una
voluntad”. Esta doctrina fue definitivamente condenada por el III Concilio de
Constantinopla en 681 AD. De esta manera fue terminada la controversia cristológica y
sus reminiscencias en la Iglesia Oriental.
3.2.1 Adopcionismo
3.2.1.1 Definición
El nombre adopcionismo parece referirse a la vieja herejía monarquiana del siglo
III, que se refería al la Trinidad. Sin embargo, en realidad este movimiento está más
emparentado con el nestorianismo del siglo V. Se enseñaba que Cristo, respecto a su
divinidad era Hijo de Dios, pero respecto a su humanidad lo era solamente por
adopción.
3.2.1.2 El problema
3.2.1.3 El resultado
4.2 El protestantismo
Tanto Juan Calvino como las confesiones de fe reformadas, entre las que se
encuentran las siguientes: Primera Confesión Helvética (1536); Confesión Galicana
(1539); Confesión escocesa (1560); y Confesión de Westminster (1647) afirman de
diferentes maneras la cristología ortodoxa del Credo de Calcedonia. Calvino se expresa
con algún detalle en contra de las herejías cristológicas del pasado, especialmente las de
Nestorio y Eutico. Lo mismo hacen algunas de las confesiones de fe arriba
mencionadas.
En su confesión de fe más formal y completa del siglo XVI, los Treinta y nueve
Artículos, la Iglesia Anglicana establece la cristología ortodoxa tradicional, siguiendo al
credo de Calcedonia.
5.1.1 Schleiermacher
La importancia de estos teólogos radica en que ellos explican a Jesús desde sus
estudios de los Evangelios, a los que aplican la crítica literaria. Según ellos el Jesús de
los Evangelios no es el Jesús histórico, sino un personaje irreal, idealizado por la
comunidad de fe postpascual. Con este planteamiento se abre la “búsqueda del Jesús
histórico” como uno de los conceptos más relevantes de la cristología contemporánea.
Se hace diferencia entonces entre el Jesús de la fe, del kerigma y el Jesús histórico.
Strauss desarrolló la idea de la desmitologización del Cristo, dando a entender que los
relatos de los Evangelios son un ropaje mitológico del que hay que deshacerse para
encontrar al verdadero Jesús histórico. Los mitos son un obstáculo para descubrir al
Jesús histórico.
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5.2.1 La encamación
Barh afirmaba que la declaración bíblica “el Verbo se hizo carne” es el centro de
la doctrina cristológica. Dios se hizo hombre. El auténtico Dios se hizo auténtico
hombre. No hay lugar a dudas respecto a la encamación. Cristo es verdadero Dios y
verdadero hombre.
Barth rechaza las ideas liberales que descartaban las obras milagrosas en la vida
de Jesús. El empieza por afirmar la concepción virginal de Jesús y, de hecho, afirma los
milagros, sobre todo la resurrección.
Aunque no hay tal cosa como “tercer período cristológico” en los manuales de
historia de las doctrinas, es válido aplicar la expresión a la situación más contemporánea
en cristología. Realmente estamos ante una nueva era, un nuevo acercamiento a la
cristología, que, en parte retorna a algunos elementos de la teología liberal clásica, del
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Se ha considerado que Karl Rahner fue el iniciador del “tercer período cristológico” al
publicar el famoso artículo Calcedonia ¿final o comienzo? en el 1500 aniversario del
Concilio de Calcedonia en 1951 (Escritos de Teología, tomo 1, Taurus, 1967, pág. 167).
En ese artículo Rahner dice que aunque todo esfuerzo teológico termina con una
formulación doctrinal exacta, toda formulación teológica debe ser también un comienzo,
no sólo un final. En términos cristológicos eso significa que el Credo de Calcedonia
debe ser punto de partida para mayor reflexión cristológica. El credo no debe
considerarse como algo final y absoluto que no pueda mejorarse. El nuevo enfoque de
Rahner es un redescubrimiento de la humanidad de Cristo, la cual, según él, ha sido
obscurecida por el enfoque ontológico de la cristología a partir del Concilio de
Calcedonia.
Küng hace eco de las palabras de Rahner y, recogiendo ideas del liberalismo
clásico, propone un acercamiento “desde abajo” a la cristología. Küng afirma que la
forma tradicional de explicar la persona de Cristo dentro de la Iglesia es helenística y
medieval. El dice que aunque eso sirvió en el pasado ya no es útil en la moderna
sociedad occidental. La terminología y el lenguaje “ontológico” debe ser sustituido por
algo más moderno, más a tono con la modernidad. Llegar a Cristo “desde abajo’
significa despojarse de esas concepciones filosóficas acerca de la deidad de Cristo. Lo
que Küng propone es entonces un nuevo acercamiento a la cristología. Estas ideas
hallarán eco en teólogos latinoamericanos que recogen las ideas de Küng y las aplican a
su manera al contexto latinoamericano. Lo importante aquí es señalar el acercamiento
“desde abajo” que por momentos podría desembocar en una exaltación de la humanidad
de Cristo a expensas de su divinidad, tal como ya sucedió en el pasado.
6. Conclusión
A partir de 1951 con Rahner, se abre una nueva etapa en la reflexión cristológica
con la inclusión del concepto “desde abajo”, que es particularmente importante en
América Latina y el Mundo de los Dos Tercios. Los evangélicos que sostenemos las
doctrinas descritas en Calcedonia, también hemos estudiado los otros conceptos y
experimentamos, especialmente en América Latina, los retos de los nuevos
acercamientos. Se ha dicho que la cristología evangélica es algo doceta porque exalta al
Cristo divino y minimiza al Cristo humano. Una especie de cristología “desde abajo”
desde las convicciones evangélicas se hace necesaria ahora en América Latina.