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EDWARDO CAMACHO
Historia del Arte Teatral 8
Profesora: Dra. Didanwy Kent Trejo
a) la realidad se concebía de antemano como “caos”, incognoscible, inaprehensible y que existe sin
leyes; b) el método para la captación de la “esencia” había de ser el aislamiento, la ruptura y la
destrucción de todas las cosas, cuya confusión constituía precisamente el “caos”; c) el “órgano” de la
captación de la “esencia”, o sea, la “pasión”, era aquí desde el principio algo tradicional y opuesto
rígida y exclusivamente a lo inteligible. Concebir la realidad como caos significaba, según Lukács,
renunciar a su comprensión y aspirar a una realidad otra, que no podía ser sino invención, fantasía.
(Sánchez, 1992)
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Brecht creó su propia teoría del teatro épico que se apoya en la idea de que los hechos
deben ser expuestos y no dramatizados (Tello, 2006), es decir, el recurso de la narración.
También, aportó el efecto distanciador con el espectador y el gesto del actor. Este efecto
distanciador es un recurso político que transforma la actitud aprobatoria del espectador en
una actitud crítica, de modo que empiece a tomar conciencia ideológica. La narración se
presenta a sí misma como imagen distanciadora: reconoce al objeto pero al mismo tiempo lo
ve extraño, afuera (Tello, 2006). El gesto (gestus social) en el actor se sitúa entre la acción y
el carácter. Para ser más concreto, se refiere a lo siguiente:
[…] es más que el simple gesto; se sitúa entre la acción y el carácter. En tanto acción, muestra al
personaje comprometido en una praxis social; en tanto que carácter, representa un conjunto de rasgos
propios de un individuo. Para reproducirlo en la escena, el gestus social debe ser estudiado
aisladamente, reducido a sus elementos esenciales y expresados física y verbalmente. (Tello, 2006, p.
129)
Además de la narración, dentro del teatro de Brecht se recurría a tres recursos más: la
fábula (historias paralelas), la demolición del héroe (afirma su grandeza a expensas de
quienes no son grandes) y la interpelación (dirigirse directamente hacia el público) (Tello,
2006).
Recordando que el expresionismo deforma la realidad, que expresa la naturaleza del
ser humano, que su colores son violentos y que refleja amargura, puedo decir que en La
medida (representada por primera vez en Berlín en 1930) Brecht deforma la realidad, dado
que la dramaturgia rompe con las estructuras convencionales, por ejemplo, no escribe
personajes definidos con trayectorias dramáticas progresivas, incluso hay diálogos que se
dicen a cuatro o tres voces. La naturaleza se muestra mediante los hombres con las jerarquías
y diferencias sociales, a través de la preocupación de los obreros, policías, militares, culis,
proletariado y todos los reprimidos; Brecht se adentra en esta naturaleza donde estas
diferencias son naturales, son parte del sistema, sin embargo, pretende llegar a una igualdad.
Por último, a pesar de que el texto no tiene colores literales sí se perciben colores violentos
y amargos en su lectura, las confrontaciones entre todos los hombres de la obra conducen a
un ambiente violento, en especial cuando el Capataz azota a los culis y cuando se revela que
“la medida” es matar.
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Una constante en las críticas a La medida desde los periódicos de izquierdas fue la alabanza de la
aportación que el drama suponía para el movimiento de los grupos proletarios, en un momento en que
el partido vio con buenos ojos la colaboración de los intelectuales burgueses en la lucha contra el
nazismo, y los grupos acudían a aquéllos en busca de textos dramáticos (Sánchez, 1992).
Nerio Tello (2006) hace una distinción entre la forma dramática y la forma épica del teatro,
estos elementos hacen comprender más el teatro brechtiano.
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Teniendo claro el enfoque del teatro épico de Brecht, se aprecia una gran preocupación por
el espectador, es decir, se le empieza a tomar como un agente activo que reflexiona con lo
que contempla. Esta relación que se crea cuando los actores le hablan directamente al público,
o a los espectadores da paso a la copresencia.
Respecto a la estructura dramática, La medida no es una obra lineal porque desde su inicio
se enuncia el conflicto que se va explicando a lo largo de las escenas. Comienza con una
apelación del coro, que recuerda los procedimientos de la tragedia griega y restablece el
contacto con el proletariado, situación que algunos expresionistas tomaban como una
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posibilidad de vínculos (Sánchez, 1992). Considero que cumple con lo que Macgowan define
para el teatro expresionista.
En sus materiales, la obra expresionista era una curiosa mezcla de lo abstracto y lo concreto. Trató de
presentar valores subjetivos, de ver más allá de la realidad para llegar a la verdad emotiva. […] Sus
personajes por lo regular eran tipos en lugar de seres humanos bien delineados.
(Macgowan y Melnitz, 2004, pág 309.)
Respecto a lo actoral, esta obra se presta a todo un debate porque en el texto hay personajes
que no son un personaje definido. Sin embargo, cada personaje tiene su presentación al decir
yo soy... tal; aunque a la vez no son personajes sino ¿subpersonajes? Sánchez (1992)
menciona que los personajes eran personificación simplificada de ideologías: el proletario,
el capitalista, el terrateniente, el cura, el oficial, el juez, el cacique, el socialdemócrata, etc.
Cosa que es cierta porque los personajes de esta obra son: agitadores, trabajadores textiles,
el vigilante, policía, comerciante y jefe de partido, entre otros. El juego de su representación
se resume de la siguiente manera.
[…] los cuatro agitadores se suceden en la corporeización de los diversos personajes, entre ellos el
Joven Camarada, en cada ocasión representado por un actor distinto. ¿Qué se conseguía con ese modo
de representación? Se evitaba, ante todo, el riesgo de una caracterización personalizada. […] El sujeto
era reducido así a una unidad de acción, sobre la que se podía aplicar un juicio imparcial (Sánchez,
1992).
El recurso de la máscara como signo de la desindividuación es interesante, porque fue utilizado por
Brecht con el mismo fin que expresionistas [y] proletarios, […] pero dándole una función dramatúrgica
de primer orden. La máscara en el expresionismo o en los proletarios era utilizada como medio de
abstracción del personaje, pero meramente para indicar que aquél era un tipo con tales características.
En La medida la máscara cumplía la función dramatúrgica de mostrar cómo los individuos decidían
olvidarse de sí como personas privadas y cómo uno de esos individuos fracasaba en su intento
(Sánchez, 1992).
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Las realizaciones escénicas no son un artefacto material fijable ni transmisible, son fugaces, transitorias
y se agotan en su propia actualidad […], es decir, en su continuo devenir y desvanecerse, en la
autopoiesis del bucle de retroalimentación. Esto no excluye en ningún caso que en ellas algunos objetos
materiales –decorado, atrezo, vestuario- tengan función, que haya objetos que al final de la realización
escénica se mantengan como tales.
(Fischer-Lichte, 2011, p. 155)
Brecht justificó así la vuelta a los orígenes practicada por el teatro proletario, el uso de la máscara, la
sustitución de acción y escenografía por narración y descripción, la auto-presentación de los personajes
[…] como alternativa a la caracterización (Sánchez, 1992).
Del lado de la sonoridad tenemos que la incorporación de las canciones no era cosa gratuita,
sino que estaban para que el espectador pudiera reflexionar y sacar conclusiones sobre la
escena (Tello, 2006). Las canciones que se aprecian en La medida son confrontadoras por su
contenido y percibo una crítica al periodo de guerras en el cual era común ver a un hombre
como una mercancía, una mercancía con vida que estaba destinada a ser explotada, por
ejemplo:
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CANCIÓN DE LA MERCANCÍA
[…]
Un hombre así come demasiado
y por eso el hombre se hace más caro.
Para conseguir comida hacen falta hombres.
Los cocineros abaratan la comida, pero
Los que comen la hacen más cara.
Porque los hombres son demasiados pocos.
¿Qué es en el fondo un hombre?
¿Sé yo quién lo sabe?
No sé qué es un hombre
sólo sé lo que vale.
(Brecht, 2012, p. 505)
EL COMERCIANTE: ¿Por qué lo consigo todo más barato que otros? ¿Y por qué trabaja un culi para
mí por casi nada?
EL JOVEN COMPAÑERO: No lo sé.
EL COMERCIANTE: Porque soy listo. También vosotros sois listos, porque sabéis hacer que los culis
os paguen. […] A un culi hay que darle arroz suficiente para que no se muera, porque si no, no podrá
trabajar para ti. ¿No es cierto?
(Brecht, 2012, p. 504)
Como lector, la reflexión que me queda por hacer es descubrir quién tiene la razón, si el joven
compañero o los cuatro agitadores; dado que el primero funge como el espíritu inocente
revolucionario que comete errores graves, y los segundos como los planeadores maduros del
cambio social.
La obra invita a una reflexión sobre qué o quién está bien y qué no, sin embargo,
percibo a un Brecht tibio que no tiene postura en su propia crítica y que se queda en medio;
no veo una postura clara. Pienso que él se interesó por la clase baja desde su trinchera
burguesa, sé que sufrió y que fue exiliado pero siento que su interés de concientizar (al menos
en esta obra) por medio de su enfoque marxista sólo fue para crearse un estatus de defensor
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intelectual; es decir, ayudar o aportar desde la distancia sin realmente involucrarse. Por ello,
entiendo lo controversial de la obra.
Y para cerrar, el final me dejó estupefacto sólo con tres líneas:
LOS CUATRO AGITADORES: […] Por eso debemos matarlo y tirarlo al pozo de cal. […]
Es horrible matar. […]
Esa medida.
(Brecht, 2012, p. 504)
BIBLIOGRAFÍA
Alcázar, Josefina. (2011.) La cuarta dimensión del teatro. Tiempo, espacio y video
en la escena moderna. México: INBA.
Brecht, Bertolt. (2012.) Teatro Completo. España: Cátedra.
Fischer-Lichte, Erika. (2011.) Estética de lo performativo. (D. González Martín, &
D. Martínez Perucha, Trads.) España: Abada Editores.
Macgowan, K. y Melnitz, W. (2004.) Las edades de oro del Teatro. México: Fondo
de Cultura Económica.
Ministerio de Educación del Perú. (s.f.). Recuperado el 01 de Abril de 2018, de
http://www.minedu.gob.pe/pdf/ed/historia-del-teatro.pdf
Sánchez, José A. (1992.) Brecht y el Expresionismo. Reconstrucción de un diálogo
revolucionario. España: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La
Mancha.
Tello, Nerio. (2006.) Historia del Teatro para principiantes. Argentina: Era Naciente.