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Época Colonial
La Guerra de la Triple Alianza (1865-70) significó una conmoción profunda para la cultura
paraguaya. Ciertas artesanías sobrevivieron a la destrucción fundamentalmente porque
estaban ligadas a funciones utilitarias elementales y, como señala Josefina Plá, referidas a la
práctica femenina (ya que casi toda la población masculina adulta fue exterminada por la
guerra). Así, la cerámica y los tejidos, tradicionalmente a cargo de mujeres, se reponen más
rápidamente y crecen con más fuerza que otras artesanías, como la talla y el forjado de
metales, practicadas por varones.
Hoy en día, nos damos cuenta de que combinar nuestro estilo de vida actual con algunas
costumbres ancestrales es una solución al gran problema ambiental y social que estamos
enfrentando. Encontramos respuestas a problemas de agricultura. Para ejemplificar, en las
técnicas que las etnias llevan siglos implementando, sus métodos reflejan sustentabilidad,
fundamental en las organizaciones al corriente, mecanismos altamente efectivos y
replicables. De esta premisa nace la necesidad y el deseo de revivir la cultura y las prácticas
milenarias de cada región. En Paraguay sin embargo, tenemos una gran ventaja, una pequeña
parte de nuestra cultura ancestral sigue viva y aún se practica entre algunos indígenas.
Muchos de los habitantes de ese grupo ancestral tuvieron que marcharse por la escasez de
agua y consecuentemente otros recursos naturales utilizados para abastecerse. “El río era
nuestro supermercado, ahora ya no tenemos eso. Tenemos que salir a trabajar para comer y
muchas veces no nos quieren reconocer el trabajo. Lo que buscamos ahora, es poder vender
nuestras artesanías sin perder nuestra esencia. Queremos que la gente conozca lo que
hacemos y valore nuestro esfuerzo”, dice Daniela, la líder de la comunidad.
Daniela vino a Asunción con sus siete hijos y representa aquí a las mujeres artesanas de su
comunidad. Todavía quedan algunos indigenas Nivaclé viviendo en el Chaco, pero las
condiciones de la zona apuran la obligación de aprender y trabajar en un oficio
“moderno”. Son pocos los que siguen viviendo la cultura Nivaclé pura. Preocupa que los
jóvenes indígenas cada vez elaboran menos sus artesanías nativas. Pasa que no es rentable;
elaborarlas toma demasiado tiempo y las ventas ni son masivas, ni se puede establecer un
precio que justifique el trabajo.
Esa es la realidad de muchos nativos paraguayos. Y la de los demás habitantes de esta tierra
es el desconocimiento sobre nuestra propia cultura y lo poco que se la valora. ¿Cómo
hacemos para que los paraguayos podamos conocer más sobre la cultura indígena, y con esa
base, valorar mas el trabajo que siguen haciendo algunos de ellos? “En mi escuela
prácticamente no se tocaba el tema indígena”, leímos hace unos días en una entrevista a
Norma Ávila. Es muy poca la información a la que tenemos acceso.