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METAMORFOSIS.
La metamorfosis es cambio, evolución e involución, devenir y fluir, es
ciclo de vida-muerte.
En la naturaleza ocurre continuamente: la semilla genera un árbol, que
da flores y frutos, estos frutos maduran, caen a l suelo y la tierra los
acoge en su vientre para generar, regenerar la vida una y otra vez.
El proceso de la metamorfosis ocurre en nuestro cuerpo continuamente.
La mujeres somos cíclicas, el parto es el final de un ciclo, que comenzó
con un enamoramiento, una relación sexual, una entrega y unión
femenino-masculino, óvulo y espermatozoide, intercambio de
informaciones y mensajes, el bebé sintetiza y concretiza un universo de
cosas insondables, que van más allá de lo que nuestra conciencia puede
percibir. El nacimiento del bebé concreta la evolución de la unión de la
mujer con el hombre.
Un cuello uterino apenas visible se expande para dejar pasar al bebé, la
vulva, esa puerta escondida de una cueva más ancha y larga también
cobra dimensiones insospechadas.
El rostro de la mujer, por momentos serena y silenciosa, se contrae y
enrojece, aparece la mujer salvaje, la que grita, la que pierde el control, la
que todos tememos, la que tiene una fuerza infinita…parece otra, está
irreconocible.
Cada embarazo significa una nueva metamorfosis, un nuevo estado de
consciencia. No todos los embarazos son iguales, le toca a cada mujer
descifrar la enseñanza que cada hijo o hija significa en su vida,
incluyendo las pérdidas, los embarazos no llegados a término, los bebés
muertos al nacer o poco después.
SACRIFICIO.
Sacrificar significa entregar, a cambio de un beneficio, algo muy
preciado para nosotras. Es un intercambio de energía, pero no
cualquier intercambio, es entregar una parte a la que estamos apegadas,
que nos representa o identifica, para obtener algo mayor.
El sacrificio pone a prueba la integridad y hasta donde somos capaces
de doblegar nuestra voluntad o nuestro ego con tal de obtener lo que
ansiamos.
1.- pasar a través del dolor;
2.-pasar por la entrega absoluta; el no-control;
3.- enfrentarse a lo desconocido, la muerte;
4.-capacidad de dividirse en dos, desdoblamiento, darle la libertad al
bebé;
5.-integración cuerpo, mente y espíritu.
4.-El hecho de sentir que en el momento del parto ese ser a quien has
estado esperando, finalmente va a salir de tú cuerpo, es una sensación
bien particular.
El bebé ha compartido tú espacio, dentro de ti ha crecido, se ha
desarrollado, y ha comenzado a relacionarse contigo.
En el momento de parir, muchas veces el expulsivo se prolonga más de lo
habitual. He observado esa lucha inconsciente de la mujer por soltar al
bebé, quiere verlo, sin embargo sabe que es una separación. En su
rostro se percibe una lucha interna por darle la libertad a ese bebé que
hasta ese momento le ha pertenecido exclusivamente a ella. No ha
habido ni la habrá jamás, relación más estrecha y unida que la del bebé
con su madre y viceversa.
Sentir sus movimientos, las pataditas, los sobresaltos, es una sensación
indescriptible. Tener consciencia y sentido de pertenencia hacia ese ser
que nos acompaña día y noche, nos da a las mujeres una sensación de
poder, de unión, de completad infinitas. Por eso muchas mujeres no les
importa nada alrededor cuando están embarazadas, sus parejas se
sienten separados, excluidos de la experiencia. Porque su mujer está
indiferente, no quiere tener relaciones sexuales, es que ella está tan
plena en sus sensaciones, que no necesita nada más. Solo sentir la
dicha de estar embarazada, ese estado de gracia en el que ella es la
diosa sagrada por excelencia, la diosa CREADORA, nunca en su
vida estará más cerca de la divinidad que cuando está gestando.
El momento de pujar es el momento de abandonar ese estado de gracia
y por eso a algunas les cuesta tanto…darle la libertad, es la primera entre
muchas separaciones de su hijo o hija.
Cuando el bebé comenzará a gatear será la siguiente, cuando camine,
cuando vaya por primera vez a la escuela, cuando aprenda a manejar,
cuando se vaya de la casa y así…las madres sabemos que es la ley de la
vida, sin embargo tenemos una relación de ambigüedad al respecto, nos
cuesta mucho soltarlos.
Esta es una iniciación al desapego, es un paso a la madurez, a cortar la
dependencia y comenzar una relación sana que conduce a la
individualización, a la creación y formación de la personalidad.
ESPIRITUALIDAD.
Parir es entrar en un estado de conciencia alterada en el que nos
conectamos con ese algo insondable que muchos coinciden en llamar
dios o divinidad.
Independientemente de la experiencia más o menos natural, ella entra en
un espacio al que nunca antes ha accesado, se enfrenta, aún entre
anestesia o plena consciencia, con su espiritualidad.
Con una sensación difusa entre una fortaleza titánica y un abandonarse
hasta disolverse, un estado difícilmente descriptible que yo me atrevería
a llamar éxtasis, experiencia mística, unión con la totalidad o disolución
en el universo, experiencia orgásmica.
Hay instantes en el trabajo de parto en el que el rostro y el cuerpo de la
mujer yace completamente entregado, entre una y otra contracción,
absoluto silencio, el ojo del huracán, para luego dar paso a la amazona
guerrera que lanza un grito espeluznante para quienes no están
acostumbrados.
Pero para quienes hemos estado una y otra vez, es el grito de la gloria,
del aleluya que ya viene el bebé.
Estar tan cercanas a la Creación, enfrentarnos al dolor, tomar
consciencia de este ser que ha llegado a la Vida, nos da una perspectiva
más amplia de la existencia, nos hace darnos cuenta que la vida es
sagrada, y cuando ampliamos esa consciencia al mundo entero, a la
existencia del ser humano en la Tierra ya ningún bebé que nos
encontremos en el camino ni ningún niño o niña en el mundo que sufra, o
sea maltratada nos será indiferente. Cada llanto que escuchemos lo
sentiremos como el de nuestro propio bebé y nos hará sentir más
responsables y conscientes de la importancia de nuestra misión.
Vivir la experiencia del parto nos acercará más al ser femenino, a asumir
un rol que nuestra cultura y sociedad tecnocrática se ha encargado de
subestimar cada vez más y de la cual somos nosotras mismas también
responsables de haber desvalorizado.
Nos aproximará a la sanación de nuestra relación con nuestra madre
biológica y con la Madre Tierra en términos más globales. Porque
sabremos que si no la cuidamos a Ella como dadora de vida estaremos
descuidándonos a nosotras mismas que somos sus hijas portadoras de
sus semillas que tenemos como misión permitir que la vida se siga
propagando y manteniendo desde el amor, el respeto y la reverencia que
la Vida misma se merece.