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APUNTES Y REFLEXIONES…

EL PARTO COMO INICIACION

Durante el embarazo y el parto se desencadenan en el interior de la


mujer una serie de procesos emocionales que van acompañados y son
suscitados por las sensaciones corporales.
Estos cambios van preparando a la mujer hacia su nuevo estatus, van
moldeando su percepción de si misma acorde a su propia visión de la
experiencia de convertirse en madre y a conjugar esta visión con la de su
entorno, la pareja en primer lugar, la familia y la sociedad.
Para la mujer embarazada no es solo la propia carga de pensamientos y
creencias la que juega un papel importante sino también las creencias
familiares, los mensajes sociales y culturales.
En el embarazo no solo se gesta un bebé sino que la iniciación a ese
nuevo estatus de madre se viene gestando también a través de los
cambios que están ocurriendo:
Físicamente: la certeza de que está ocurriendo el embarazo viene dada
por las nauseas, la ausencia de menstruación, el cansancio, la fatiga, el
deseo de descansar más de lo habitual, el crecimiento del vientre. Su
cuerpo no es el mismo, continuamente está recibiendo las señales de que
algo muy diferente a lo que ella acostumbra está sucediendo. Poco a
poco va tomando consciencia de que un ser vivo, su bebé, va creciendo,
formándose. Y que ella es el vehículo a través el cual la vida se perpetua,
puede tomar conciencia de la sacralizad de su cuerpo a través de la
gestación.
Psicológicamente: la gran incógnita que representa el aspecto de
convertirse en madre, que el bebé esté en buen estado, el cambio en la
relación de pareja genera ansiedad, dudas, pero también una sensación
de plenitud, empoderamiento, desarrolla su capacidad de amar y
confianza en si misma. Se alteran sus relaciones con todo su entorno, es
considerada diferente desde el mismo momento que su contexto sabe
que está embarazada. Todos se comportan de otra manera ante la
noticia. Se convierte en el centro de atención, es un acontecimiento que
incluye a todos los miembros de la familia, se generan expectativas, se
remueven las memorias familiares. En particular el embarazo genera
mucho movimiento en la madre y la suegra, en las hermanas y cuñadas, en
el linaje femenino familiar.
Emocionalmente: hay sentimientos ambiguos y dualidad, alegría y
depresión, confianza e inseguridad, miedos y exaltación, éxtasis y
turbulencia. Su mundo emocional se moldea por su entorno inmediato; si
su relación de pareja es estable, si es un bebé deseado y planificado o
fue una sorpresa no planificada, si su carrera se verá afectada. Siente
que hay un conflicto entre sus diferentes roles (maternidad, trabajo,
pareja). Ante la pareja y la familia se pone a prueba su capacidad de ser
buena madre, se genera un contraste entre sus expectativas y la de su
pareja y su familia. Es un suceso en el que se ven involucrados no solo
ella y el bebé, sino toda la constelación familiar. Es un momento en el
que la mujer instintivamente necesita más proximidad con su madre para
que esta le aclare sus dudas, le cuente su historia, su nacimiento. Y cada
miembro del grupo pondrá en su embarazo y parto las emociones
asociadas y derivadas de esas historias y memorias.

Ya aquí empiezan las pruebas iniciáticas:

1.-Su habilidad para adaptarse a los cambios corporales. (Internamente,


aumento del volumen sanguíneo, síntomas, nauseas, dolores extraños,
etcétera.) Dependiendo del embarazo, se exacerban muchos síntomas
que ponen a prueba su resistencia, su capacidad de adaptación, su
disponibilidad para convivir con esos cambios.
2.-Aceptación de un ente simbiótico (bebé) en su cuerpo; el bebé es un
intruso que va tomando espacio, esto implica un desdoblamiento en la
percepción de si misma, alguien ajeno a ella domina su cuerpo generando
sensaciones que ella no puede controlar y con las que se puede sentir
más o menos cómoda, tolerante y relajada.

3.-Cambio de auto-imagen, vientre abultado, pechos se engrandecen,


acumulación de grasa. Cada mujer posee su relación con su cuerpo muy
particular, en el embarazo su relación con el espacio se ve afectada por
el vientre abultado, tropieza más fácilmente, se siente torpe, el caminar,
sentarse, acostarse y dormir se ven afectados por el bebé y su posición
en el útero. Su auto imagen se puede percibir desmejorada por el
aumento de peso, la mayoría se percibe a si misma como una ballena
aunque sus parejas y las demás personas las vean y perciban más
sensuales que nunca. Algunas pueden vivir obsesivamente estos
cambios en el peso corporal sintiendo frustración y desmejora en su
relación consigo misma.

El periodo de embarazo es un tiempo especial de la vida, Así como en


las iniciaciones, los candidatos o aspirantes pasan un tiempo alejado de
su grupo familiar y son entrenados por un maestro o chamán que va a
determinar sus habilidades.
Si tomamos la definición del rito de iniciación como cambio en el estado
de conciencia, como un antes y un después, entendemos ese momento
previo de nueve meses como parte preparatoria de la iniciación que va a
ser el parto, en la que la mujer, aunque no es aislada físicamente de su
entorno, tiene que o si o si, entrar en contacto consigo misma. Es un
período de movimiento interior en el que se se confronta con ella misma y
de alguna manera, al interiorizar su proceso, está aislada de quienes la
rodean.
EL PARTO.
El punto álgido y trascendental es el parto, es la cima de la montaña, es
el tránsito que la somete a la máxima prueba. Luego de haber recorrido
una previa preparación, el momento del parto es el momento de la
verdad, de enfrentarse a sus miedos, a lo desconocido, a la muerte, es un
momento de gran cambio.
En términos de rituales iniciáticos estos tres aspectos se conforman en
las pruebas rituales por las que transita toda mujer en el parto:
METAMORFOSIS
SACRIFICIO
ESPIRITUALIDAD

Intento circunscribir una experiencia cuya magnitud para cada persona


es personal y especial, cada persona es única en todas sus dimensiones.
Sin embargo, he observado algo común en esa experiencia, en ese
tránsito.
La conexión o el acceso a dimensiones diferentes de la realidad.
El contacto con la intuición, el instinto, la voz interna.
El trance espiritual, se abre un espacio atemporal, un portal de acceso a
la sacralidad de la creación, y su propia sacralidad.
Es el trance para el bebé de la encarnación, el pasar de un estado de
gracia, perfección y equilibrio, el nirvana, a un estado de caos, lucha por
sobrevivir, enfrentamiento y separación de un mundo en el que reinaba la
paz.

METAMORFOSIS.
La metamorfosis es cambio, evolución e involución, devenir y fluir, es
ciclo de vida-muerte.
En la naturaleza ocurre continuamente: la semilla genera un árbol, que
da flores y frutos, estos frutos maduran, caen a l suelo y la tierra los
acoge en su vientre para generar, regenerar la vida una y otra vez.
El proceso de la metamorfosis ocurre en nuestro cuerpo continuamente.
La mujeres somos cíclicas, el parto es el final de un ciclo, que comenzó
con un enamoramiento, una relación sexual, una entrega y unión
femenino-masculino, óvulo y espermatozoide, intercambio de
informaciones y mensajes, el bebé sintetiza y concretiza un universo de
cosas insondables, que van más allá de lo que nuestra conciencia puede
percibir. El nacimiento del bebé concreta la evolución de la unión de la
mujer con el hombre.
Un cuello uterino apenas visible se expande para dejar pasar al bebé, la
vulva, esa puerta escondida de una cueva más ancha y larga también
cobra dimensiones insospechadas.
El rostro de la mujer, por momentos serena y silenciosa, se contrae y
enrojece, aparece la mujer salvaje, la que grita, la que pierde el control, la
que todos tememos, la que tiene una fuerza infinita…parece otra, está
irreconocible.
Cada embarazo significa una nueva metamorfosis, un nuevo estado de
consciencia. No todos los embarazos son iguales, le toca a cada mujer
descifrar la enseñanza que cada hijo o hija significa en su vida,
incluyendo las pérdidas, los embarazos no llegados a término, los bebés
muertos al nacer o poco después.

SACRIFICIO.
Sacrificar significa entregar, a cambio de un beneficio, algo muy
preciado para nosotras. Es un intercambio de energía, pero no
cualquier intercambio, es entregar una parte a la que estamos apegadas,
que nos representa o identifica, para obtener algo mayor.
El sacrificio pone a prueba la integridad y hasta donde somos capaces
de doblegar nuestra voluntad o nuestro ego con tal de obtener lo que
ansiamos.
1.- pasar a través del dolor;
2.-pasar por la entrega absoluta; el no-control;
3.- enfrentarse a lo desconocido, la muerte;
4.-capacidad de dividirse en dos, desdoblamiento, darle la libertad al
bebé;
5.-integración cuerpo, mente y espíritu.

1.-El dolor es parte de todos los rituales, es una forma como el


aspirante demuestra fortaleza, capacidad, preparación. Sondear el
portal del dolor nos hace como mujeres darnos cuenta de nuestra
vulnerabilidad, nos desmonta el control de la situación, nuestro útero es
más poderoso que nuestra voluntad, la intensidad de una contracción
(prefiero llamarla expansión para voltear el paradigma) tras otra, tolerar
las sensaciones corporales, enfrentar el miedo a no poder más, nos
cambian la perspectiva idílica y romántica del parto. En ese momento
ponemos en práctica todas las herramientas que conocemos, aunque por
momentos pedimos una anestesia, una cesárea, pensando que nos va a
aliviar. Ya el suceso internamente ocurrió, recorrimos ese lugar del dolor
y le vimos cara a cara, no hay que juzgar a una mujer si en ese momento
dijo:”No puedo más, necesito anestesia”. Ella dio lo máximo que pudo y
que su cuerpo estaba preparado para tolerar. Solamente ayudarla a no
juzgarse a si misma cobarde ni que se enjuicie ella misma, hacerla ver que
cada una tiene la experiencia que debe tener, para lo que estaba lista de
asumir y ya.

2.-Cuando el trabajo de parto empieza a complicarse y no ocurre según


la expectativa de la parturienta ella se enfrenta al aprendizaje de que no
puede controlarlo todo, de que la mera voluntad no es suficiente para
obtener lo que se anhela, de que hay cosas que van más allá de lo
planeado. Depende también del lugar y la forma como hayamos decidido
vivir el parto, si hemos escogido un hospital convencional en el que las
rutinas médicas se guían por la masificación de la atención, en el que la
tecnología es la que tiene el control de la situación, las máquinas son las
que indican que el proceso va bien o si escogimos una casa de
nacimientos en donde atienden médicos humanizados, parteras, doulas y
se practica el parto vertical o en agua. En ese caso sabemos que la
pareja podrá tener el protagonismo y se hará responsable de su
experiencia, tomando las decisiones desde otra perspectiva.
En cualquiera de los casos, depende de la mujer, su conexión consigo
misma y su relación con su cuerpo lo que determinará como ella
entenderá que el trabajo de parto implica el dejarse ir, el soltar, que
mientras más tensión ella tenga en su cuerpo más difícil le resultará el
proceso.
Y que mientras más se conecte con su lado intuitivo y animal, más será
posible que aflore su lado instintivo (cerebro reptil) que es el que rige el
proceso natural y fisiológico del parto.

3.-Enfrentar el parto es enfrentar a la muerte. De la madre, del bebé.


El tema de la muerte es un tema tabú, nunca se nombra esa posibilidad.
Uno de los aspectos en los que la obstetricia ha profundizado es en el
minimizar los riesgos tanto para la madre como para el bebé.
Afortunadamente, en este punto debemos ser agradecidos con tantas
máquinas y exámenes que pueden detectar a tiempo ciertas
complicaciones o problemas para que sean atendidos y así salvar vidas y
mejorar la salud de las embarazadas y sus bebés.
Sin embargo, es importante darse cuenta que la muerte puede ocurrir en
cualquier momento y por cualquier razón; esto nos da la conciencia de
saber valorar más los instantes que vivimos.
No hay mujer que en el embarazo no tenga sueños o pensamientos de
muerte. Es normal sentirlos porque en el momento del parto nos
enfrentamos a la vida, y la muerte forma parte de la vida.
En un sentido simbólico, algo muere dentro de la mujer para dar la vida.
Es un ciclo de transmutación, la placenta muere en el parto, y es el
órgano que ha sostenido la vida del bebé.
En un sentido espiritual, la mujer deja atrás a la niña que ella fue para
ver nacer su adultez.
Para el bebé, abandonar el útero es abandonar el lugar de perfecta
armonía en el que todas sus necesidades eran satisfechas, sentir que su
espacio se comprime, que el oxígeno llega con más dificultad en cada
contracción uterina, que algo lo empuja con cierta violencia hacia un
lugar desconocido es la muerte de su Arcadia, aquel lugar mitológico en
el que los árboles siempre estaban en flor y en el que reinaba la absoluta
felicidad.
Para llegar a un lugar en el que siente frío, en el que la luz excesiva lo
ciega, un espacio duro como lo puede ser la cuna del retén, sin
movimientos que lo mecen ni sonidos que lo acompañen. Leboyer
hablaba de la muerte de su mundo asaltado por el monstruo del hambre
que le retuerce la barriguita.
“Si los bebés aúllan cada vez que se despiertan, no es porque el hambre
los atenace. No están muriendo de inanición. Están aterrados por la
novedad de la sensación. Por ese algo dentro que toma proporciones
inmensas justamente porque, afuera, el mundo ha muerto.”

4.-El hecho de sentir que en el momento del parto ese ser a quien has
estado esperando, finalmente va a salir de tú cuerpo, es una sensación
bien particular.
El bebé ha compartido tú espacio, dentro de ti ha crecido, se ha
desarrollado, y ha comenzado a relacionarse contigo.
En el momento de parir, muchas veces el expulsivo se prolonga más de lo
habitual. He observado esa lucha inconsciente de la mujer por soltar al
bebé, quiere verlo, sin embargo sabe que es una separación. En su
rostro se percibe una lucha interna por darle la libertad a ese bebé que
hasta ese momento le ha pertenecido exclusivamente a ella. No ha
habido ni la habrá jamás, relación más estrecha y unida que la del bebé
con su madre y viceversa.
Sentir sus movimientos, las pataditas, los sobresaltos, es una sensación
indescriptible. Tener consciencia y sentido de pertenencia hacia ese ser
que nos acompaña día y noche, nos da a las mujeres una sensación de
poder, de unión, de completad infinitas. Por eso muchas mujeres no les
importa nada alrededor cuando están embarazadas, sus parejas se
sienten separados, excluidos de la experiencia. Porque su mujer está
indiferente, no quiere tener relaciones sexuales, es que ella está tan
plena en sus sensaciones, que no necesita nada más. Solo sentir la
dicha de estar embarazada, ese estado de gracia en el que ella es la
diosa sagrada por excelencia, la diosa CREADORA, nunca en su
vida estará más cerca de la divinidad que cuando está gestando.
El momento de pujar es el momento de abandonar ese estado de gracia
y por eso a algunas les cuesta tanto…darle la libertad, es la primera entre
muchas separaciones de su hijo o hija.
Cuando el bebé comenzará a gatear será la siguiente, cuando camine,
cuando vaya por primera vez a la escuela, cuando aprenda a manejar,
cuando se vaya de la casa y así…las madres sabemos que es la ley de la
vida, sin embargo tenemos una relación de ambigüedad al respecto, nos
cuesta mucho soltarlos.
Esta es una iniciación al desapego, es un paso a la madurez, a cortar la
dependencia y comenzar una relación sana que conduce a la
individualización, a la creación y formación de la personalidad.

5.- Retornar luego de la experiencia del parto a la vida, a la rutina, la


adaptación a los cambios, es un paso de la iniciación. Luego de un
momento de caos, como un huracán que arrasa o una inundación, un
desastre de magnitudes infinitas, ahora es cuando viene el mayor reto.
Reacomodar la vida entorno a un nuevo centro, el bebé.
Ya no es la madre ese centro que acapara cuidados, atención, hermosos
comentarios…es el bebé, sus demandas continuas las 24 horas, darle el
pecho, no tener tiempo para otra cosa, y además ajustar las hormonas, y
además enfrentar el cuerpo y lo que ha cambiado luego del embarazo.
Es agobiante y asfixiante, pero lo hacemos de buena gana, estamos
felices, tratando de integrar la experiencia, a veces traumática y
complicada, esta es la próxima iniciación.
El día a día con un bebé en casa. Saber que todo ha cambiado dentro y
fuera de si misma, es un proceso que amerita mucha atención, fortaleza y
madurez (aunque en ese momento ella siente que no le queda tiempo
para nada). Las mujeres necesitamos tanto o más apoyo en este
momento de la vida. Como muy bien nos lo explica Laura Gutman en su
artículo El puerperio”.

ESPIRITUALIDAD.
Parir es entrar en un estado de conciencia alterada en el que nos
conectamos con ese algo insondable que muchos coinciden en llamar
dios o divinidad.
Independientemente de la experiencia más o menos natural, ella entra en
un espacio al que nunca antes ha accesado, se enfrenta, aún entre
anestesia o plena consciencia, con su espiritualidad.
Con una sensación difusa entre una fortaleza titánica y un abandonarse
hasta disolverse, un estado difícilmente descriptible que yo me atrevería
a llamar éxtasis, experiencia mística, unión con la totalidad o disolución
en el universo, experiencia orgásmica.
Hay instantes en el trabajo de parto en el que el rostro y el cuerpo de la
mujer yace completamente entregado, entre una y otra contracción,
absoluto silencio, el ojo del huracán, para luego dar paso a la amazona
guerrera que lanza un grito espeluznante para quienes no están
acostumbrados.
Pero para quienes hemos estado una y otra vez, es el grito de la gloria,
del aleluya que ya viene el bebé.
Estar tan cercanas a la Creación, enfrentarnos al dolor, tomar
consciencia de este ser que ha llegado a la Vida, nos da una perspectiva
más amplia de la existencia, nos hace darnos cuenta que la vida es
sagrada, y cuando ampliamos esa consciencia al mundo entero, a la
existencia del ser humano en la Tierra ya ningún bebé que nos
encontremos en el camino ni ningún niño o niña en el mundo que sufra, o
sea maltratada nos será indiferente. Cada llanto que escuchemos lo
sentiremos como el de nuestro propio bebé y nos hará sentir más
responsables y conscientes de la importancia de nuestra misión.
Vivir la experiencia del parto nos acercará más al ser femenino, a asumir
un rol que nuestra cultura y sociedad tecnocrática se ha encargado de
subestimar cada vez más y de la cual somos nosotras mismas también
responsables de haber desvalorizado.
Nos aproximará a la sanación de nuestra relación con nuestra madre
biológica y con la Madre Tierra en términos más globales. Porque
sabremos que si no la cuidamos a Ella como dadora de vida estaremos
descuidándonos a nosotras mismas que somos sus hijas portadoras de
sus semillas que tenemos como misión permitir que la vida se siga
propagando y manteniendo desde el amor, el respeto y la reverencia que
la Vida misma se merece.

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