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Introducción
INDlCE G E N E R A L
DE M A T E R I A S
Siiiiieios Páginas
Sefior Decano:
Informando Ia memoria presentada por don
Fernando Fueyo Laneri, titul~tda*Ensayo de Diccionario Juridico y
Razonado de! Cbdigo Civil Chileno*, puedo manifestar Lo siguiente:
Los Diccionarios Jurfdicos ofrecen utilidad bajo difereotea
aspectos. A la ves que facilitan el conocimiento de los conceptos
legales, proporcionan valiosos eIementos para procurar la indispen-
sable uniformidad del tenguaje legislativo.
Para confeccionarlos eo forma adecuada, a Ia vez q u e se re-
quiere amplia preparacibn, es necesario realizar una paciente la-
bor q u e permita ubicar las palabras reepectivas en Ios textos le-
gales.
El eefior Fueyo se impuso esa tarea en reiación con U U ~ B -
tro CBdigo Civil. Cotnensó por seleccionar alrededor de 500 pn-
labras de inter&, anotarido los diveratts articulas del Cbdigo en
que bablsn sido ernpieadag, trabajo que por si eólu representa un
gran esfuer~o.Ett ~eguids emprendió el estudio doctrinario y po-
sitiva de las palabras; pero, coma el desarrollo total exigia un
tiempo y una extensibn q u e excedían los límites de una memo-
ria d e prueba, .sblo presenta al examen de la Facultad una pe-
queña parte de su trabajo, con el títiiio de <Ensayo*, y precedida
de u n a Introdticción en que el aiitor da s conocer sus propósitos
y el contenido de la obra.
LIS palabras tratsdae se han agrupado par las afinidades
que entre ellas existen y, para giifa del Iector, se ha agregado
un indice lilfah6tico que permita ~ i ndificultad iihicarlne.
Silbre las palahrae tratadas se ha hecho un estudio positivo,
fiindado en los textos Iegnles y en las o;iiniones de loa comenta-
dores y catedráticas. Cuando el caso lo ha permitida, se hs pre-
cedidp e1 examen positivo de un ansiijis doctrit~ario, ilustrado con
las ideas de importantes juristas.
El trabaja del eeñor Fueya representa un esfuerzo digno do
encomio, y constituye eI primer aporte a una iniciativs de los
Seminarios, tendiente a llevar a cabo un Diccionario de Derecho
Chileno.
Por la ihbor resiizada, por la preparación que revela el aiitor
y como un estímulo para que contiriúe su obra en el futuro, el in-
frascrito aprueba la memoria en examen, declartindola de M ~ R I .
T O 80BRESALIENTE.
LUIS BARRIGA ERRAZURIZ,
Director del Seminario
d e Derccho Privado.
Isforise de Den Rao
in Meza Barahana,
PROBEBOR DE DEBECHO CIVIL
Seiior Decano:
Con el titulo ~ E n e a y ode Diccionario Juridico
del C6digo Civil Chilerios ba presentrido don Fernaado Fueyo Lane-
ri su memoria para optar al grado de Licenciado en Ciencias Juridi-
caa y Sociafea. Es un trabajo de especial interés y nos ea grato infor-
mar sobre 41.
D e ordinario, IRB m~moria8de los candidatos ti licenciados ado-
lecen de uti defecto que podrfa precisarse recordatido la frase del
prestigioso educador don Alejandro Venegas: son Libros hechos con
libros. En efecto las mrmoiias resumen, de ordinario, lo que sobre la
materia escogida han escrito autores de reputacidn. El merito de la
labor personal de1 candidato ee, en el mejor de los casos, la inteligen-
cia m3strada en la recopiIaei6n de esas i~iformaeiones Naturalmente
no es por donde el derecho progresa. Mucho m83 que esas prolijas Y
a veces muy completas recopilaciones de opiniones, valdris Ia del
autor, afianzada en sus puntos personales de vista, por diferentes que
fueren do los genetalmente aceptados. No a610 la verdad ea 6tiI,
tarnbidn suele gerlo el error. Cuando ea un error activo, resultado de
la meditación, vale m8s que 1n verdad que se limita a repetir canclu-
eiones asentadas por otros y admitidas pasivamente, porque remueve
la materia en estudio, proyecta hacea de luz sobre elIa, y d e ese modo
d a un paso hacia la verdad, que nunca alcanzar6 el quietista servii
repetidor de lo que el texto o profesor dijeron.
La pa~ividadde los estudiantea ~ u e l etornar aspectos peno.Qori.
AFI, es frecuente ver que todo un curso repite inecánicamente errores
crasos tomados de un inaI texto, y en tal actitud caen a6n alumnos
bien dotados pera que no han recibido, al cabo de varios años de per-
manencia en la Escuela, e1 estimulo a pasar por el tamiz de Ia pro-
pia, [as opiniones de 10s dein&s..
Naturalmente, hRy sitio para Iris excepciones. Una de ellas es
,Ia memoria del señor Fueyo, que viene a ser como ua primer esfuer-
portada
KODU
AUSENCIA
6.-Art. 83.-Mera ausencia, que dice mi: "Durante los cir=
co años, prescritos en el articulo 81, números 6 y 7, se &ara
el dwparecimiento como mera ausencia, y cuidarán de los in-
t e r e m del desaparecido sus apoderados o sus representantes
legales". De la disposición transmita, en concordancia con los
númercs 6, 7 y 8 del art. 81, (este Stirno número agregado por
la ley número 61621, podemos deducir que nuestro Cóiiigo- nos
da a conocer daramente b que debe entenderse por mera au-
sencia para lcls efectos que se tratan m esta parte.
En consecuencia, podemos decir que debe entenderse por
"mera ausencia" el periodo al término de1 cual se declara la
muerte presuntiva, periodo que comienza con la fecha de las
úItimas noticias del desaparecido y que termina el día en que
decreta la posesión yrovisoria o definitiva de sus bien-, a
los cinco años ,o seis meses, s e g h los casos.
7.-Art. 143.-Ausencia real o aparente d d marido.-Dice
así: "La autorización del marido podrá ser suplida por la del
Juez, con conocimiento de cama, cuando el marido se la naga-
re sin justo motivo, y de ello se siga perju5cio a la mujrr. Podrh
asimismo ser suplida por e1 Juez en caso de algún impedimen-
to del marido, coma el de ausencia real o aparente, cuando de
la demora 93 siguiere perjuicio".
El Código cita en .este artículo la ausencia del marido, co-
mo un caso, por vía de ejemplo, de impedimento del mismo
para dar a su mujer la autorización correspondiente. Y agre-
ga que esta ausencia puede ser real o aparente, que p r a 1:s
ei'ectos del caso lo m m
i da.
%timamos que la ausencla del marido es una cuestión de
hecho que deberá resolverse en cada caso particular, y que la
mujer deberá atestiguarla de alguna manera al momento d e
pedir la autorización judicial que suplirá la del marido.
Con todo, en este caso, a nuestra juicio, esta ausente el ma-
rido q u e se encuentra alejado del lado de su mujer al momento
de necesitar ésta la autorizaciEn que exige la ley, a una mayor
o mencr distancia de ella, sin tener Svta comunicación coa aqu61,
y siendo 10 mismo que tal ausencia sea real o verdadera, o tan
sólo aparente por error o ignorancia + la mujer.
J3e esta manera, e! marido está sucente cuando no se tienen
noticias de él y se ignora su paradero, cuando está fuera del
lugar de su residencia o domicilio, y, aún, cuando, residiendo
en lugar próximo al de su domicilio y el de su mujer, ésta lo
igncrare o no conociera su paradero.
Pensamos así por e l contenido general de la dispcsición en
que se emplea la expresión qué comentamos, y por el fin que
ella S,Q propone cumplir. No debemos olvidar, por otra parte,
que la ausencia, en este caso, y como claramente lo da a enten-
der el mismo artículo, no es sino una forma de impedimento, de
orden físico si se quiere, para que el marido otoi-gue a su mujer
la autorización que necesita. Es bor eso que constituye d e la
misma manera "impedimento" o imposibilidad física del mari-
do, su acisencia más o mencs prolongada que represente un dis-
tanciamiento nayor o menor entre los cónyuges, el que sea
oonocida o derconocida, o la circmstancia de ser real o apa-
rente.
Cabe advertir, finalmente, que el contenido del art. 143 y el
alcance de la ausencia que allí se contempla tienen una limita-
cibn que se deduce especialmente del texto de los arts. 145 y
1758 del C8djgo Civil. No quedan incluidos en lcs casos que
contempla el texto recién citado, aquellos en que se hubiere
nombrado a la mujer curadora del marido o de sus bienes. La
mujer, e n tal caso, administrará extraordinariamente la sociei
dad conyugal y no requerirá de la autorización de su marido
ni la subsidiaria d e la justicia, por regla general.
8.-Arts. 145 y 1758.-"Prolongada ausenciayyo "Larga au-
sencia del marido3'.-Estimamos que ambos artícvtlos dan un mis-
rno alcance a la expresión ausencia, motivo por el cual los he-
mos agrupado.
El art. 145 dice así: "Si por impedimento de larga o inde-
finida duración, como el de interdicción, el de prolongada au-
sencia, o desaparecimiento, se suspende e l eje~ciciode la potes-
tad marital, se observará lo dispuesto en el párrafo 4 del título
"De la sociedad conyugal".
El art. 1758 dice así: "La mujer que en el caso de inkrdic-
ción del marido, o por larga ausencia de éste sin comunicaciOn
can su familia, hvtbiere sido nombrada curadora de sus bienes,
tendrá por e l mismo hecho la administración de la sociedad
conyugal". E s lo que dice en su inciso 19.
Aun cuando €1 Código en estos dos artículos se vale de di-
ferentes fortnas de exyreciia, pues en el caso habla de
"prolongada ausencia del marido", y en d segundo de ('larga
ausencia de éste sin comunicación con su familiay7,e s t i i m s
que el significado y alcance de la ausencia es d mismo en am-
bos casos. P o q w las disposiciones citadas son armónicas y es-
tán destinadas al cumplimiento de un mismo fin, cual es so-
lucimar una cuestibn, de hecho consistente en un impedimento
de larga e indefinida duracidn, de1 marido, para prestar su au-
bwización a su mujer. Y tal impedimento tendria m a misma
causa: la ausencia del marido, que en los cacos de los artículos
citados deberá reunir los mismos caracteres.
Pues bien, en tales casos, y cualquiera que sea el orden de
impedimento, el Código resuelve la cuestión mediante e1 nom-
bramiento de un curador del marido, que puede ser su propia
mujer o en casos especiales un tercero. Y tratándose de Ia au-
sencia del marido, aquél naturalmente será un curador de h:e-
nes del ausente.
Por otra parte, el propio código en su art. 473, se ha en-
cangado de fijar las circunstancias qu~edeben concurrir para
e1 ncmh~amientode un curador de bienes del aus?nte, especial-
mente en su número 1"
Luego, debemos concluiir que la ausencia a que se refieren
los arts. 145 y 1758, n3 puede ser de otra naturaleza ili reunir
otras características que aquellas exigidas por el propio M i g o
para el nombramiento de m curador de la especie anotada. Ec-
tas circunstancias que caracterizan y distinguen la ausencia a
que se refieren los artículos 145 y 1758, y que col~trihugena
fijar el alcance de esta expresión en eses casos, las estudiare-
mos a1 referirnos al art. 473, que: también emplea la palabra en
estudio.
Alessandri opina del mismo rnzdo, pues estima que uno de
los casas en que tiene lugar la administración extraordinaria
de la sociedad conyugal .es el siguie~te:"cuando el marido está
ausente, concurriendo los requisitos qule estabIece el art. 473
del Ckdigo Civif" (1)
Art. 234.-Aiisencia del psdre.-Facultad de corregir y eas-
tigar rnoderadarciente a los hijos. Títufo denominad31"De los de-
rechc*sy ob]igacianes entre los padres y 10s hijos legitimrjs".
E].art, 333 dice que "el p d r e ten&; la facultad de corre-
gir 5, castjgar moderadamente a sus hijos", y el art. siznientc,
cl 234, dice lo qce sigue: "Los derechos concedidos al padre en
el artícuB: precedente sr extienden, en ausencia, etc., de! padre,
(1) TratadoPr6etico de Iaa Cspitc~lacioneshlatrirnoni~ief4,de la Soci ifad
Conyugul g de los Bienes Reriervgos de L Nirjer Casada, N.O710, San-
tiago, 1936.
a la madre o cualquiera otra persona a quien corresponda el
cuidado personal del hijo".
A fin de comprender mejor el contenido de estos artículos,
debemos concordarlos con lo que disponen los artículos 222 y
219, que forman, además, parte del mismo titulo. El art. 222 di-
ce que "toca de consuno a los padres, o al padre o madre sobre-
viviente, el cuidado personal de la crianza y educaci6n de sus
hijos legítimos". Este articulo, en el aspecto que nos interesa
especialmente, nos da a entender que el legislador consideró
tanto al padre como a la madre, indistintamente, y en términos
generales, como suficientemente capaces y aptos para el cui-
dado personal de la crianza, educación y establecimienta de sus
hijos legítimos (1)
El art. 219 dice, por su parte, que "los hijos legitima cle-
ben respeto y obediencia a su padre y su madre; p r o estarán
sometidos especialmente a su padre". Lo Úitimo, y en concor-
dancia con el contenido de las disposiciones a que hemos hechc
referencia recién, nos da a entender q m en el caso de vivir am-
bos padres legítimos, de estar presentes, y, siendo hábiles, ejer-
cerá especialmente la autoridad el padre, porque los hijos están
"especialmente sometidos" a él.
Luego, por regla general, la facultad de corregir y castigar
d e r a d a m e n t e a los hijos legítimos corresponde al padre, y
sólo por excepción, en determinados casos, como el de ausencia
de este último, tal facultad corresponderá a la madre o a cual-
quiera otra persona a q~riense confíe el cuidado personal del
hijo.
¿Y en qué caso de ausencia del padre se permíte conceder
o traspasar la hcultad anotada a la madre u otra persona de-
terminada?
A nuestro juicio, según el espíritu del artículo y del mismo
titulo en que aquél se contiene, queda comprendida en la ausen-
cia, fncluso la no presencia del padre en el lugar en que se encuen-
tra 13 ~xiadreen un momento determinado junto a sus hijos que
serán objeto de correcci6m o de castigo moderado; sin perjuicio
de quedar también cc~~prendidas, como es natural, todas aque-
llas otras formas de aussncia, hasta llegar a los casos que re-
presentan el significado y alcance estrictamente jurídicos de la
expresión.
No es preciso que el padre haya muerto o que sea totalrnen-
te inhábil, para qnr pueda ejercitar la madre con fines bené-
ficos y Útiles, en favor de sus propios hijos, una facultad que
(1) Lo dltirao, el eatsblceimiento, lo ha agregado la doctrina.
no nace o tiene su origen tanta en la letra de la ley como en el
dere&o natural qw pertenece a un padre o una madre.
Por eso pensamos que para estos efectos basta una ausencia
casi mínima del padre, quedando de este modo fijado el alcance
de aquella expresión.
Puede presentarse, con todo, un caso que a primera vista
nos puede hacer dudar y que nos puede llevar a h aplicacih de
un criteria un tanto más jurídico para la resolución del WQ. Y
éste seria, si se pnesentare la oportunidad d e aplicar e1 inciso
segundo del art. 233, que constituye un desprendimiento de la
misma .facultad de corregir y castigar moderadamente que co-
rresponde al padre y que, en ciertas circunstancias, como ya 10
hemos visto, corresponde a la madre o alguna otra persona.
E3 inciso] 2Q del art. 233 dice que cuando lo estimare nece-
sario e1 padre, podrá recurrir a l Tribunal de Menores, a fin de
que éste determine sobre la vida futura del menor por el tiem-
po que estime más conveniente.
Una simple ausencia del lugar en que se Encuentra la ma-
dre junto a sus hijos, por parte del padre, ¿autorizaría a aquélla
para acudir ante el juez con el objeto antes señalado?
Estimamos que esta les una cuestión de hecho que queda
entregada a la spreciacibn di-l jiiw e( mp~ferite,quien determi-
nar5 si esa facultad del padre, por la naturaleza misma de SU
ausencia, ha quedado radicada eu la madre, o si, por e] cmtra-
rio, sólo el padre en ese caso concreto podría intentw e1 pedi-
mento. Inútil sería que nosotros propusiéramos una regla gene-
ral al respecto.
10.-Art. 262.-Larga ausencia del padre.-La patria potes-
iad del padre se suspende.-En el titulo "De la patria Poiestad".
se encuentra ubicado en el art. 262, que dice así: "La patria po-
testad se suspende pcr la minoría de edad del padre, p2r la
prolongada demencia del padre, por estar el padre en entredi-
cho de administrar sus propios bienes y por larga ausencia de1
l siga perjuicio grave en los intereses del hijo
padre, de la c ~ a se
a que el ~ a d r eausente no provee".
Estimamos q u e en este caso queda comprendida incluso la
ausencia del padre del lugar de s u domicilio o residencia ordina-
ria, si11 perjuicio de comprender también 12s demás formas que
van hasta la ausencia en el estricto sentidit furidico de la eu-
presión. Adem,ás, debemos tomar en consideración, tal c o a 0 e1
propio clrticulo que colr,entanios lo expresa, qce la ausencia
este caso debe estar ccndicionada a circui~stanciasespecia-
les, Elías son "el grave perjuicic -.n los intereses del hijo, a
que el padre ausente no provee", las que deben concurrir copu-
lativamente.
Con todo, pensamos que la ausencia misma y las circumtan-
cim que han de radearla c m cuestiones de hecho que deberán
debidamente, q"da"d0 en cada caso entresda al cri-
terio del juez su rwolucián, Corno que el a&. 263, contenido en
el mismo título, establece que la cwensión de la patria PO-
testad, en todo caso, "deberá ser decretada por el juez, con co-
nocimientos de causa", y después de w p l i r algunos trámites
d e rigor que la misma disposición se encarga de señalar.
1 1 . M . 711.-Ausencia del dueño de la cosa.-Posesión vio-.
lenta.-El art. 711, contenido el titula "De la posesión", dice
así: "El que en ausencia del dueño se apodera de la cosa, y vol-
viendo el dueño le repele, es tambih poseedor violento".
Del contexto de la disposición se desprende, a nuestro jui-
cio, que queda comprendida incluso la ausencia del lugar en
donde se encuentra la cosa de la cual se apodera un tercero en
un momento dado, sin perjuicio de quedar comprendidas, natu-
ralmente, las demás formas más marcadas de ausencia.
Basta un simple alejamiento del dueño, del lugar en que
se encuentra la cosa, para que, en térrilinos generales, un ter-
cero esté en condiciones de apoderarse de ella. Tal alejamiento
hará posible el apoderamiento de la cosa, y éste, unido a las
circunstancias de repelerse al dueño al momento &S regresar
al lugar en donde se encuentra la cosa, dará por resultado, según
lo dispone e l miomo art. 711, Lxna posesión violenta.
Por lo tanto, la palabra ausencia, en este caso, significa no
presencia de una persona del lugar en qwe se encuentra una
cosa determinada en un momento dado.
12.-Art. 1020.-Ausencia u otro impedimento.-Testigos au-
sentes.-El art. 1020, contenido en el titulo "De la ordenación del
testamento", dice que cuando un testamento ha sido otorgado
solamente ante cinco testigos, el jviez competente hará compa-
recer a los testigos para que reconozcan sus firmas y la del ZRS-
tador. Y agrega, en su inciso tercero, que "si uno o más de ellos
no cornpareciere pcr ausencia u otro impedimento, bastará que
los testigos instruznentales presentes reconozcan la firma del tes-
tador, las suyas propias y las de 10s testigos ausentes. En seguida
el articulo agrega que, "en caso necesario, y siempre que el juez
10 estimare conveniente, podrán ser abanadas las firmas d d tes-
tador y de bs testigos ausentes pos dedaraciones juradas de otras
personas fidedignas".
A nuestro juicio, debemos empezar por distinguir el alcance
del substantivo "ausencia" que w p l e a el inciso tercero del art.
1020 y el del adjetivo "ausente" que ecpecifica o califica al subs-
tantivo testigo, en los incisos 33 y 49 del mismo artículo.
En el primer caso, aquella expresión corresponde a la au-
wficia del territorio jurisdiccional del juez competente que co-
noce de la apertura del testamento, unido a ia imposibilidad
de concurrir. A nuestro juicio es ese el alcance del oontenido
de la palabra ausencia que emplea el.inciso 30 al hablar de la
"ausencia u otro impedimento" del testigo instrumental para
concurrir ante el juez con el. objeto ya expresado. B s a m s nues-
tro acerto en el hecho de que la ausencia, en este caso, es una
forma o especie de impedimento del testigo para concurrir, m-
rnri que se habla de "ausencia u. otro impedimento". E. i m p -
dimento empieza a ser, en términos generales, aquel que recul-
ta de la ausencia o alejamiento del lugar en que ejerce s u ju-
risdicción el juez competente, sin perjuicio de salo, también, las
demás formas más prcnunciadas de ausencia y mt6s próximas
al sentido juridico de la expresihn que ya dimos a conocer.
En los otros dos casos del art. 1020, en que se habla de "te''-
tigos ausentes'? al acto d e reconociiniento de las firmas del tes-
tador, las suyas propias y las de los demás testigos instrumental
les, por parte de escs testigos, a nuestro juicio el alcance del
término ausencia es diferente.
Está ausente en este caso, y de acuerdo con la clasificaci6n
general de los ausentes que dimos a conocer en un principio,
aquel que no se encuentra presentr en un lugar determinado,
siendo necesaria su presencia allí para kacer por sí mismo al-
guna cosa.
Por otra parte, confirma nuestro aserto el hecho de que e11
el mismo articulo se contrapone a la idea de kstigo auecnte, Za
de testigo presente a1 acto de recanoeinirento.
13.-Art. 1232.-Ausencia del asignatario, u otro grave mo-
tito-El art. 1232, contenido en el titulo "De Ia apertura de Ia
sucesión, y de su aceptación, repzidiacibn c inventarlo", dice que
todo asignatario estar5 obligado, en virtud de una demanda, a
decllrar si acepta o repudia la asignación, y que tal declaración
deherá hacerla dentro de los cuarenta dias svbsi,auientes a1
de la demanda, En seguida el legislador se pone en el caso d r
situaciones especiales que juzgará juez, y autoriza a este
timo para prorrogar, e n tales casos, el plazo de cuarenta djas
que como regla general. Dice esi esa parte del art. 1232
que ecpecialmente nos interesa: "En caso de altsencia del a s i ~ a -
tario o de estar situados los bienes en lugares distantes, de otro
grave motivo, podrá el juez prorrogar este plazo; Pero nunca
más de un afio".
En cuanto al rquisito mismo de la ausencia que ,exige la
disposición citada para la prÓrr0gri del plazo, estimamos que
en aquélla incluso la ausencia más o menos
del territorio jurisdiccional del juez co*petrntc qUe
conooe actualmente de la apertura de la sucesión, sin perjuicio
de quedar comprendidas, también, las otras formas más pro..
nunciadas de ausencia.
Naturalmente deben concurrir, junto con la ausencia, otras
que la conviertan en un "grave motivo" que im-
pida comparecer a declarar que se acepta 0 que se repudia uria
asignación.
Con todo, estimamos que esta es una cuestión de hecho y
el veredicto en cada caso dependerá de las pruebas que se rin-
dan, de la apreciación que de las circunstancias haga el Juez
y del criterio que aplique este ú l t b ~ o .Inútil es p r o p n e r de
antemano reglas generales y perentorias.
1 4 . A r t . 2315.-Ausencia del dueño.-El art. 2315 dice qtic
tiene xción para pedir la indemnización por daños o perjuj-
cios ocasionados'p~~ u11 delito O cuasidelito, el dueño G pose?-
dor de la cosa que ha suiiido d daño o su hersdero; también,
el usufructcario, el habitador o el usu-ario, si el daño irroga per-
jvjicio a su derecho de usufructo, de habitación o1de uso. Y agre-
ga e l citado artículo en su parte final: "Puede también pedirla
en otras casos el que tiene la cosa con obliiacidn de responder
de ella; pero sólo en airsencia del dueño.
Para aclarar ideas, e m ~ e ~ a r e r n opor
s decir que esa persona
que "tiene obligación de responde?" de la cosa, puede ser un
arrendatario, depositaric, comodal ario, etc. O cza, una persona
que detenta la cosa tri calidad d e m e r o tenedor, reconociendu
por tanto el dominio de otro sobre la misma cosa. Naturalmente,
sin tener sobre ella d e r ~ c h oreal alguno; tan s ó l ~un título que
lo acredita como legiljmo detentSd a Dr.
A nuestro juicio, para que este tenedor pueda pedir la co-
rrespondiente indemnización a narnibre y en representación del
dueiío de la cosa, este último d e h ~cstai ausente del lugar en
que se encuentra la cosa o en qüe deba entablarse 1s acción,
no tener actualmente ,con ese lugar fácil y expedita comuni-
cacibn v no liaber dejado en él representante o procurador que
pueda obrar en su nombre.
Se confirma n u e ~ t r oaserto, ss corlsideramos que el m v c
tenedor que pide en n3inbre del diieño de la cosa la correspon-
diente indemnización, es un representante lega1 de este último.
Y es representante legal, porque el Códiga 101 da a enten-
der claramente y, además, porque en caso alsuno podría tratar-
se de una persona que estuviera c#brando por si y en su pro-
pio nombre eil el juicio ccrrespondiente. El mero tenedcr no
podría obrar de este último modo por n'o ser dueíío de la cosa.
Por otra parte, en caso alguno el mero tenedor trataría de per-
seguir personalmente !a debida indemnización por una supuesta
responsabilidad suya ante el dueño de la cosa por el daño que
recayó sobre es^ Última. AquéI responde de la cosa ante el
dueño, según la naturaleza del título o k estipulación de las
partes. Mas 61, en caso alguno, en ultimo térrníilo, responde de
B m M o s ante el duefio de la cosa si la accióin culpable o do-
losa ha sido ejecutada por un tercero p s el cual el mero tene-
dor no respo~de.E1 mero tenedor se prcsume culpable de1 da-
ño J tendrá que probar debidamente su inculpabilidad G la CUI-
pabilidad de uai tercero determinado; pero cosa muy distinta
es a h a r que es "responsable", que carga con las indemniza-
ciones del caso, que aI ejercitar la mrrespandrente acción ju-
dicial perseguiría la indemnización por supuestos danos que no
ha sufrido y que, finalmente, estaría por eso ejercitando la a+
ción en su propio nombre.
Por lo tanto, debemos admitir previamente que el mero te-
nedor no abra por sí en su propio nombre, sino que, por e1 con-
traliio, b hace en nombre y rqresentacibn del dueño de la
cosa, constituyéndose en representante legal de este Ultímp, co-
mo que otra no podría ser la naturaleza de la representación en
este caso.
También ,se confirma la conclusión a que hemos llegado,
- e n cuanto se requiere que el dueño ausente no tenga comu-
nicacik fácil y expedita can el lugar en que ha d e ejercitarse
Ia aocibn, y que, además, no h y a dejado alli representante o
procurador que pueda obrar en su nombre-, por el carácter
que %a debido quererle dar la ley a esta repre-
smtmibn y, por otra parte, por el espíritu que aquélla nos ha
dado a conocer en innumerables ocasiones a través de su a0n-
texto, consiste en arbitrar todos los medios wibles para que
el que ha sufrido un daño quede siempre- indemne.
Pctr todo ello, penqamos que d mero tenedor puede intentar
la acción en nombre y represmtación del #LE¡% de la cosa que
ha sufrido un daño, sólo cuando aquél está fuera del Itrgar y no
tiene fácil y expedita comunicad& con h jurisdiacibn en qure
deba ejercitarse la correspondiente accih, y, siempre que, ade-
más no haya constituido mandatario o procurador sitficiente-
mente facultado para representarlo. En eso consiste, a nvestro
juicio, la ausencia del dueño.
AUSENCIA
15.-&ódigo Civil -Arts. 81-40,109,137, 184,232, 343,473,474,
475, 476, 477, 478, 479, 480, 487, 488, 538, 633, 1020, 1025,
1326, 1342, 1603, 2125, 2348, 2508.
16.-lirts. 109, 234S, 25E8.-Ausente del territorio de la Re-
pGb!icaP%l e1 títülo "Del matrimonio" se contiene el art. 109,
q u e cstable,~e1c1qce debe entenderse por falta del padre, ma-
dre u otro ascenc5ente que deba, según los casos, prestar su
ccnseiitímiento para que un (menor pueda contraer mati.'moliio.
Y uca de las causas de la falta de alguna de esas personas pue-
de ~ 2 1 .la ?.e "ha!larse ausente del territorio de. la Rt?píiblicaY'.
La palabra ausente, en este caco, está tomada en el iientjdo de
no ~rescnteen nn lugar, región o territc,rio. Está tomada. como
vemos, .en uno de sus sentidos vulgares.
Por otra parte, el complemento del "territorio de la Repú-
blica" nos da a ccnocer precisarfinte cuál es el lugar o espacio
de t,exritorio del cual debe necesariamente estar ausente 13 per-
sona r a r a lcs efectos de este arti.culo. Está ausente, en conse-
cuencia, aquella persona que se-enccentra más allá de las l'ron-
teras del territorio naciona!, no importando en dónde ni por
cuánto tiempo.
Igaal comentario nos merece la palabra ausente que emplea
el art. 2348, ubicado en el t í t ~ l o"De la prescripcián", párrafo
29. "De la prescripción ccn que se adquieren las cosas". Así, di-
ce ese articub que para los efcctos de la están au-
sentes a'quellas personas que "residen en pafs extranjero". En
formt-i. afirmativa se expresa la misma idea que venimos co-
mentando, aunque en este casc el tkrnino ausente, por ,obra de
la definición del Código, coilt+ne él mismo toda la idea que he-
mos expesto, si,n que sea ne,cesario agregar complemanto al-
guno para la c;btenciCn del objeto.
17.-Arts. 137, 343, 473, 474, 415, 476, 477, 478, 479, 450, 437,
458, 491, 538, 1326. - P e r ~ c n - ,arizentes
~ respecto de las cuales
concrTrren las circunstancias ilecwarias para el nombramiento
de un curador de bienes.-En les artí.culos enumerados implea
el Código la palabra ausente con un mismo significado y al-
cance, motivo por el cual los hemos agrupado.
En el art. 137 se hace reizrencia a la curaduría que ejerce
la mujer p c la ~ ausencia dei marido; en los arts. 343 y 473 se
habla de "curaüor de bienes del ausente"; con igual alcance se
hace en los varios cases ccm;-rendidos d,entro del mismo f.itu10
que se inicia con el mencionado art. 473; en los arts. 538 y 1326
también se habla de "curador de bienes del ausente".
En la mayoría de los casos que hemos agrupado se emplea
la palabra en estudio al hacerse referencia a los "curado-
res de bienes del ausente", o bien, empleándola sin otro com-
plemento o aqregado, al hacerse indirectamente alusión a esos
mismos ccrcidorcs. Casi en todos los casos se. emplea p3r vía
enunciativa, sin que podamos desprender' de ellos, en conse-
cuencia, un contenido substantivo o de fondo.
Sin embargo, cuando la emplea el art. 473, - q u e es el ar-
tículo eje o base de este g r u p y que fija e1 significad9 y al-
cance de la palabra para 10s demás casos-, lo hace haciendo
rderenaa a cu conbenido mismo, y dándonos a conocer 10s
elementos de que se co~~~pcne. Ef estudio de este a r t í ~ ! ?y del
t é m i n o ausente que alli se emplea nos sservirá para resolver
los demás casos. En esos otrns casos, como acabamos de decir-
lo, se emplea la palabra haciéndose referencia en forma m&s
o menos directa a la curaduría de bienes del ausente. Luego, es
de supcner, y sin temor a equivomrnoc, que la palabra ausen-
te, en ESCS cases, no tiene otro al~mnceque aquel que el aropio
Código le da con precisión en el art. 473 al fijar las circ~nstan-
cias o condieionec que deben concurrir respecto de una. perco-
para que pueda nombrhsele un curador de la especie anotada.
El art. 413, con el cual, ccmo dijimos, se jnicia el título "De
las curadurl'as de bienes", dice así: "En general, habrá lugar
al nombramiento de curadoy de las bienes de una persona au-
sente cuiando se reúnan las cif:unstancias siguientes:
19-Que no se sepa de su psradero, o que a lo rnenn;; haya
dejado de estar en comun~cacióncon loa suyos, y de la falta de
comunicación se originen perjuicios graves al mismo ausente o
a terceros;
29-Que no h a y s constitd&u procurador, o sólo Ie haya
cuastituido para cosas o negocios especiales.
Del texto de este articulo se desprende que urna persona es-
tá ausente, en el. caso del art. 473 -y en los dan& con los cuales
hemos concordado esta disposicibn, ea cuaquiera de las situa-
ciones siguientes:
19-C~ando no se sabe su paradero y no ha constituído pro-
curador, o sólo lo ha ccnstituído para cosas o negocios especia-
les.
Z0-Cuando ha dejado de estar en commfcación con los suyoi
y ha constituído procurador, o sQ10 lo ha constituido para
cosas o negocios especiales.
18.-Art. 183.-Marido ausente a1 tiempo del nacimiento de
su presunto hijo.-Este articulo, contenido en el título ' B e los
hijos Iegitimos concebidas en matrimonio, párrafo 10 de las "Re-
glas generaIesS',dice que toda reclamfación del marido contra la
legitimidad del 'lija ccncebido por su mujer durante e1 matrimo-
nio, deberá hacerse dentro de los sm?nta días contadas desde
aquel en que tuvo conc-cimientodel pan@.Y agrega en su inciso 30:
"Si al tiempo del nacimiento se hallaba el maridc ausente, se
presumirá que 10 supo inmediatamente dequés de SU vuelta a
la residencia de la mujer".
Estimarnos que está ausente, en este caso, el marid6 que
tiene actualmente residencia en lugar distinto de aquel en que
ocurre el p r t o . Luego, se trata de wi caso en que se ernplea h
palabra ausente en el sentido de persona que no está en el lu-
gar de su residencia ordinaria, tenga o no obligación de estar
en él, y aunque se sepa dónde se halla y no existiendo duda al-
guna sobre el hecho de su existencia.
Lleganios a esta conc!usión luego de observar el contenida
mismo del artículo en qxe se emplea la palabrn que comenta-
mes. Al efecto, en sus incissc 2Q y 39 establece presunciaz~esle-
gales de conocimiento, por parte del miarido, del hecho del par-
to. Así, en el segundo, se dice que tal oonwimiento se presu-
me por el hecho de residir el marido en el lugar del nacimien-
to, a menos de probarse que parte de la mujer ha habido
ocultación del parto; g en el tercero, se dice que se presume el
conocimiento del marido ''inmediatamente después de su vuel-
ta a la residencia de su mujer", con la misma salvedad del in-
ciso anterior.
Luego, podemos concluir que, haciendo &a disposición m
paralelo entre el caso en que el miarido resida en el lugar del
nacimiento y aquel en que resida fuera de ese lugar, en el pri-
mero lo .considera como "presente" y en el segundo se le tiene
por "aiisente", o fuera del lugar de su residencia.
O sea, el marido está avsente p r los efactos del art. 183,
cuando simp!emcente reside en un lugar distinto de aquel en
qw ocurre el parto.
19.-Art. 232.-Hijo menor ausente de Ia casa paterna.-
-En el título "De los derechos y oblignciones entre los padres
y los hijos legitimas" se encuentra ubicado gel art. 232, que en su
inciso 1Q dice lo siguiente: ' S i el hijo menor de edad, airsente
de la casa paterna, se halla eii -irgentenecesidad, 'en que no pue-
de ser asistido por el padre, se presumirá la autirización de
éste para las mlnistraciones q~?ese le hagan, por curIquier
persona, en razcn de alimentos, habida consideracibn a la for-
'tuna y rango social del padre".
A numtro juicio, el hijo legitimo está ausente, en este caso,
cuando se encuentra fuera del lugar de residencia de sus padres,
a una distancia más o menos considerable, sin que haya comu-
nicación entre la casa paterna y el hijo, sea o no que se ignore
la existencia o el paradero del hijo.
'E1 alcance de la palabra ausente que emplea tanto el inci-
so 19 del art. 232, que hemos tranpcritn, como el inciso siguicii-
te de esa misma disposición, se desprende del conterlido #osig.
nificadc, del propio artícuío y de las £~acesque cada caso
comp1ementan el término en estadio.
20m-Arts. 1020 y 1025, contenidos en el titulo 'aela ordena-
ei6n del testamento", ~ á r r a f o29, "Del testamenta solemne y
@meramente del otorgado en Chile" (V. número 12, ausencia,
art. 1020).
21.-Art. 1342.-Persona ausente que no ha nombrado apo-
derada- El art. 1342, contenido en el título "De Ia partición de
bienes", dice, haciendo mencibn del término en estudio, que
"siempre que en Ia particik de la masa de bienes, o de una
porcitin de ella, tengan interés personüs ausentes que no hayan
nombrado apoderados, será necesario someterla, terminada que
sea, a la aprobación judicial".
A nuestro juicio, la palabra ausente, en este c m , está em-
pleada en el sentido de persona que no está en donde su pre-
sencia es necesaria para que haga alguna cosa por si misma, de
acuerdo con la clasificación general que hicimos en un comien-
zo.
22.-Arts. 1603 y 2125.-Ef artfculo 1603, contenido en el pá-
rrafo ?Del pago por consignaeiÓn", se pone en el caso de que el
acreedor se "hallare ausente del lugar en que deba hacerse el
pago, y no tuviere allí legítimo representante".
O sea, está ausente el acreedor qve reside en un lugar dis-
tinto de aquel determinado en que deba hacerse el pago.
En este caso, el complemento "del lugar en que deba hacerse
el pago", determina éi lugar del qce &be encontrarse ausente
el acreedor.
El Art. 2125, ubicsdo en el tittilo "Del mandato", párrafo 19:
"Definiciones y reglas generaZes", en su primera parte dior así:
"Las personas que por su profesión u cficio se encargan de ne-
gocios ajends, están obligados a declarar, la más pronto posible,
si aceptan o no el encargo que utna persona ausente les hace", etc.
Al i;ual que en e! caso antericr, entendemos que una per-
sona está ausente cuando reside en un lugar distinto de alguzlo
detaminado. Según el art. 2125, cstaría ausente la persoQa que
residiere en rjtro lugar de aque! en que reside la p e r s ~ n aque
se encarga de negocios ajenos.
23.-Art. 589 (6331, del Código de Procedimiento Penal-
Este articulo del Codigo de Procdimknto Penal, con el cual
se inicia el título de~orninado"el procedimiento por crimen o
simpIe delito contra perscnas au.wntes", estableor lo que debe
entenderse por ausente para estos efectos. Dice así: "Será con-
siderado ccmo ausente le1 inculpado o reo cuyo ~ a r a d e r ofuere
desconccido, o que reridicre en el extranjero, ~ i nque sea posi-
índice
índice
lidad natural de ciertas cosas, de las cuales el hombre no pirede
sacar el provecho que naturalmente deben ofrecerle, sin coiisu-
rnirlas, sin destruirlas y hacerlas desaparewr materialmente;
sea porque se trandorman en otras cosas de valor %mejante,
sea p r q u e se convierten en cosas de valor escaso o nulo, sea
porque desaparecen físicamente. Por otra parte, la consumibili-
dad e n su forma civil, consiste en el efecto de desaparece un
valor determinado del patrimonio del titular de u n derecho so-
bre la cosa, camo rewltado de un usa civil de esta Última.
Cualquiera de las formas de que se trate, natural o civil, el
resultado es la destrucción o desapareclmiento de la cosa a cau-
sa de su uso. O se destruye o transfcrrna la cosa misma en su
materialidad, o decaprece del ~atrimc)~iio del titular el derecho
sobre la cosa.
Esa es la obra o e1 resultado del uso de la cosa, y ello tiene
par causa, tratándose de la consumibilidad natural, el uso de
una cosa que por naturaleza es consumible. Por lo demás, nadie
podría evitar o alterar esos efe@tas.Tratándose de la consumibi-
lidad civil, el uso que hará desaparecer el derecho que se tiene
sobre la cosa consistirá en la enajenacih del total de ese dere-
cho sotj~ela cosa, o de una parte de él. PodrB ser un derecho
,real o uno personal, y su eriajenación podrá s e en todo o en
parte.
Naturalmente que en el patrimonio del titullar de un dere-
&o que se ha consumido, seguirá en adebnto figurando un de-
recho de la misma especie o de otra diferente so5re una cosa
determinada que vendrá a reemplazar a la anterior, que para
esa persona se destruyó.
Cabe advertir que tratándose de la consumibilidad civil de
una cosa, esta última se consume o destruye para el titular del
respectivo derecho solo en cuanto deja de pertenecerle en la for-
ma que acabamos de indicar. Mas la cosa no se destrziye mate-
rialmente en la vida real, para nadie. Tampoco se altera su for-
ma o disminuye su valor por este hecho. Lo que se destruye o
desaparece es u n derecho determinado sobre una cosa también
determinada, en un patrimonio dado, al mismo tiempo que en
este último ingresa otro derlrcho, también sobre una cosa deter-
minada.
Este último efecto, este ingreso de m valor de reemplazo,
tendría una excepción. No se produciría cuando la enajenación
tuviera por causa una mera liberalidad, como por ejemplo en el
caso de una danación entre vivos; y las razones son fáciles de
comprender.
Msamos, en consecuencia, que no es en todo muy exacto
aquello de que la consumibilidad dependa tan sdlo de la natll-
raleza de la cosa que al usarse se destruye. Así ocurre en el caco
de la consumibilidad natural; mas no ten el otro caso, el de la
consumibilidad civil de las cosas.
A las rosas consumibles se oponen las no consumibIes, que
son aq'uellas que admiten o resisten un uso más o pro..
longado, como una casa, rrn carruaje, un utensilio. No se destru-
yen al primer uso, como ocurre con las consumibles, sino y a ~ ,
~ o elr contrario, scbreviven al primer uso y a todos Iris que le
sigan, sin que se destruyan o se &esgasten apreciablemente.
27.-E1 Código Civil alemán da a entender un concepto pre-
Gso y exacto sobre la idea de consmibilidad; si bien además
de considerar las cocas que son susceptibles de consumirse natix-
ral y civilmente, reconc,ce otra forma espcial de consumibiti-
dad, a diferencia de los demk Códigos.
Son cansumibTes en primer término, para ese Código, "las
cosas muebles cuyo uso conforme a su destino consiste en el con-
sumo o en la enajenación" (par. 92 ap. 1).
Naturalmente que no sólo son m a s concurnibles el vino, el
aceite, los granos, los comestibles en general, sino también el
dinero, los billetes, los cupones vencidos, etc. (1).
El Código Civil alemán a s i d e r a , adem6s, como cosas con-
sumibles, aquellas que pertenecen a un almacén de mercancías,
o a ctro cogjunto de cocas destinadas a la enajenacihn por obje-
tos singulares. (par. 92, ap. 2). Corno por ejemplo, l a ganadería
de un tratante, o las baratijas de un vendedor ambulante.
Y la característica radica zqui, en la actitud del propietario.
S b h son cc.nsumibles los caballos del tratante destinado a la ven-
ta; mas no los que dedica a sus labores agrícolas. Si se szprime
la circwlstancia de pertenecer al conjunto destinado a la ven-
ta como cosas singulares, desapareoe tambien la nota de fungi-
biIidad (2).
28.-tfrnpartancia de la elasificaci0n.-Esta clasificación de
las cosas corporaks en consumibles y no consumibIes tiene im-
portancia, porque hay actos jurídicos que por s u naturaleza no
~ u d e ntener por objeto sino casas no consurr-ibles, comc ei
arrendamiento y el comodato o préstamo de uso; en cambio, hay
otros que no pueden recaer sino sobre casas consumibles, como
el mutuo o préstamo de consumo.
Esta distinciCn también presenta importancia en el caso del
usufructo, pues éste ~610puede recaer sobre cosas no cor,sumi-
Mes. Al recaer siübxe una cosa eonsumible nos encontramos, no
ya en el caso de un usufructo propiamente, sino en el de uri cua-
(1) T.udwig Ein~crerus. Tratado de Derecho CiviI,tomo 1 O, PBgins 556.-
Tra6uccibn.-Barcelona 1934.
(2) Misma cita anterior.
índice
presada esa int=ción no podsía suscitarse cuestión ni duda a1-
p í a sobre la cosa precisa que hubiera que devolver, ni sobre
la calidad de f u n g Z ~ !o~no fungibie que correspondería atribuir-
le 'como consecuencia de la ~estipukción.
A falta de una cieclaraci9n expresa, debemos acudir a las
presiincíohes que arrancarían de ciertos hechos: las circunstm-
cias o la nat~ralezadel contrato respectivo.
En id ejemplo propuesto debemios presumir que la inten-
cibn de las partes es que el Código se devuelva en especie. Y así
lo presumimos cuando pensamos en e1 vaior mhltiple que repre-
senta ese C6digo para su dueño. Fuera del valor que Ie repre-
senta por su precio de adquisición, tise ~Cidigole significa a su
dsieño, sin duda alguila, un elemento de trabajo miry útil y miry
personal. Seguramente en él ha hecho anotaciones o mncordan-
.cias interesan&; aseguramente Ie es más c6modo manejar ese
COdigo y no otro, por una infinidad de razones; tal vez hace mu-
cho tiempo que Io tiene en su poder, y se ha "encariiiado" c m
éI. A 30 mejor le sirvió de valiosa zyuda para adquirir Ios pri-
meros conocimientos de la ley y el Derecho.
Entonces, jno estamos acaso en presencia de un caso en que
ambas partes debieron entender de una manera más o menos
pmcisa, más o menos profunda, que la cosa debe restituirse en
especie; que debe restituirse el mismo Código prestado? Natu-
ralmente que sí.
Se trata, pues, de un préstamo de uso. P o ~ q u ela intención
de las parbes es que se restituya l,a misma cosa prestada, en es-
pecie.
Y de aquí, por vía de deducciirn, podriamos mncluir que
préstamo de uso, es aquel que tiene por objeto una cosa no £un-
gible.
Recordemos ahora un ejemplo en que se pon,e en eviaencia
la hngibilidad de una cosa, que citan también Baudry-Lecan-
tinerie.
{Entra a una librería un asiduo diente con el propósito de
comprar un 'determinado libro. Toca Ia casualidad que la obra
q u e busca d cliente ya no existe en esa libreria por haberse ags-
kdo. En semejante circunstancia el librero, ,que a todo trance
quiere complacer a su favorecedor, le ruega a éste que aguarde
unos instantes, pues se lo conseguirá de alguna manera. Y acto
continuo, el librero ~ n v i aa un dependiente suyo adonde otro
Iibrero, buen amigo y cercano del l ~ g a r ,con el objeto de que
obtenga el libro que necesita. Fste ultimo le envía a aquél la
obra que precisaba para su cliente.
Ahora nos preguntamos, la cosa, el libro, ¿debe restituirse
en especie de un librero al otro? ;Es ccsa fungible o n o
fungible? ¿Cuál fué la intención de las partes?
Si por un acaso en esos momentos hubiera mediado una de-
claraaión de wl~intadde las parites, de los libreros, la cosa se-
ria fungible o no fungible de acuerdo con tal declaración. No
hay problema en este supuesto,
Mas esa declaración faltó, lo que es más corriente qiie ocu-
rra, y entonces nace la necesidad de presumir la i n t e n ~ i bde las
partes.
Sin duda ese libro, en m c e p t o de las partes, es cosa fungi-
ble y en consecuencia no debe restituirse en especie. E1 primer
librero seguramente compensará a su amigo del ramo el valor
dsl libro con otro ejemplar de la obra proporcionada, si la lle-
gara a tener; con otros Lib~os;con otros bienes, o con algún ser-
vicio de la misma especie.
Ese libro es una cosa fungible. Y estamos en presencia, en taI
oaco, de un préstamo de consumo (1). Y podemos deducir, de
acuerdo con las ideas expuestas, que préstamo de consumo es
~ u e quel tiene por objeto una cosa fuagible.
31.-En qué forma se determina la intención de las partes.-
Como vemos, el carácter fungible o no fungible de una cosa
determinada, depende de la intención de las partes. Por es9 in-
teresa e imparta conocer esa intención.
Si las partes la han declarado, el carácter de ld cosa queda
fijado. No hay problema que resolver.
Sin embargo, 'encaso contrario, en el silencio de las partes,
que será lo más frecuente, debe acudirse a presunciones que nos
revelarán esa intención. Ellas estarán constituídas por las cir-
cunstancias, o bien, por la naturaleza del contrato respectivo.
De las circunstancias, la más significativa es sin duda la na-
turaleza de la cosa objeto del contrato. Al efecto, casi siempre
las partes considerarán que la cosa es fungible, cuando el objeto
sea de aquellos que se consuman por al primer uso, natural 13
civrilnlente, y esto Úli.imo sea conocido C, presumido p9r ambas
partes.
Ltis cosas q u e se entregan y que se consumen por el uso, se dan
de ordinario bajo la condición de recibir a cambio otras tantas d e
la mi- especie y calidad; mientras tanto que aquellas cosas
que n o se consumen por el primer uso, se entregan comifrimen-
te bajo la eondicibn de que se restituyan en su individualidad
misma.
Es de p r m m i r que a juicio de las partes las primeras se
(1) Ls cosa ñe consume civilmente ea manos del primer librero, aquel que
pidi6 el libro.
reputen fungibles y las segundas no fungibles, a menos que re-
sulte lo contrario de la voluntad expresa de las en
,-aso no cabría aplicar presunción alguna, o de la voluntad táci-
ta deducida. de otro modo (1).
Estas observaciones, por o-tra parte, explican cómo se ha
llegado a ccnfundir tan a menudo las dos clasificacimes a que
hemos bwho referencia; la de cosas .consumibles y no consumi-
bles, con la de fumgihles y no fungibles (2) .
32.-Consrunibilidad y wbiüdad.-Natwahente, una m-
sa puede ser fmglble sin ser eonsumib!e al p r k e r uso y r d p r c -
camente, puede ser también consumible sin que por eso, nece.%-
riamente, tenga c:ue ser kingible. ,Sin embargo, esto no autoriza
para confundirlas.
Como sabemos, es la natu~alezade la cosa la que 'hace que
ce distinga las cosas consumibles de las no consumibles. Si se
concumen, natural o civilmente, en nz primer uso, serán mnsu-
mibles. En caso contrario, serán no connimibles.
Por otro lado, es Ia intención de las partes, dada a' conocer
expresa o tácitamente, la que en un caso dado determga la £un-.
gíbilidad o no fungibilidad de la casa. La naturaleza dse la cosa
es, como sabernos, sólo una circunstancia que permite en este
caso presumir la intención de las partes cuando éstas no la hu-
bieran declarado expresamente (3)
Desgraciadamente, estas clasificaciones de las cosas han si-
do prácticamente confundidas por autores y Códigos, y La ma-
yoria de las primeros las explican obscuramente o incurren en
confusiones lamentables, y precisamente cuando procuran ada-
rar las ideas. Los autores que hemos citado e.n_eL_textoson quie-
nes han explicado can mayor cfaridad y precisión estas materias,
raz6n suficiente por la cual los hemos prefe~idopara este cstu-
dio.
33.-CODIGO CNfL; generalidades.-Nos perm'timos pen-
sar que nuestro Código, eon ser uno de los más completes y per-
fectos en esta materia, es medianamente deficiente.
Y decimos así, porque no es de los más imperfectos a este
respecto, pues existen otros que incurren en mayores y más
lamentabIes equivocaciunes o confusiones.
El nuestro, por otra parte, acierta en algunos casas, y em-
pIea 10s términos que venimos comentando en su verdadero
sentido jurídico. Naturalmente que con un poco de buena volun-
tad de parte del intérprete que conoce el verdadero alcance de
-
(1) Aubry Rau, Coiira de Droit Civil: tomo 2.0, p8g. 32.-Paris 1868,
(2) Potbier. Des Obli~ations,N.O 624.
.
(3) Bandry Lecantinerie, Das Biens, p8g. 19, 3.. Ediciba-Paris 1905,
estas palabras, en la mayoría de los casos se puede llegar a c m -
twguir que correspondan sus aplicaciones al concepto doctrina-
rio que informa la materia.
En 10 que se refiere al término "coiiswnibilidlad", nuestro
Código en cierto modo acierta. Porque si bien se refiere a este
punto al hablar de los frutos s u clasificación, y no al hablar de
las cosas y sus diferentes clases, en cambio al émplearlo lo hacr
ajustándose al concepto doctrinario de comumibilidad. Con to-
do, no vu~elvea emplear este t.&mjno en forma que nos permita
canfirmar este buen empleo de la expresión.
En manto al término "fungibilidad" o "fungible", podemos
decir que lo emplea mal al definir la expresión, b hace bien en
otros casos, y en algunos se desvía un tanto del concepto doctri-
nario que ya conocemos, dándole otros alcances que cs posible
deducir o adivinar.
A continuación analizaremos b s casos en que emplea el
Código las expresiones en estudio. Eknpezaremos con el térrni-
no "Consumible".
34.-Consumible, Código Civil.-Art. (645) (consurmir) .-
&t. (575) (destruyan).
35.-Art. 645.-En el titulo "De la accesiáln", párrafo lo,"De
ias accesiones de frutos", se encuentra ubicado el art. 645, que
se encarga de clasificar los frukos naturales en pendientes, per-
cibido~y consumidos. Dice lo siguiente respecto de estos últimos,
en su parte final: se llaman consumidos "cuando se han consumi-
do verdaderamente o se han enajenado".
Como vemos, el Códiqo no se ha referido a esta dase de co-
sas al tratar en general sobre estas últimas en el título 1 del Li-
bro LI, sino que lo ha hecho tan súlo al hablar de los frutos, y
entre ellos, los naturales, significando que uno de los cstados
en que puden encontrarse esos frutos es el de consumidos; :la-
tura1mnt.e que para su dueño, sea porque se ha11 consumido
verdaderamente, sea porque se han enajenado.
Hechas las obcervac_iones que hemos dejado anotadas, po-
damos d e c i ~que si comparamos el concepto que sobre 13 expre-
sión da a entender el Código al referirse a los frutos naturales
en sus diferentes estados, c m el conceptc doctrinario de consu-
mibilidad, vemios que aqsrél y éste correspanden d2bidamente.
36.-Art. 575 "Destruyan".-Al tratar de definir nuestro
Chdigo el concepto de fungibilidad en su artículo 575, fuera 'de
dar a conocer equivocadamente y en forma más o menos jm-
perfecta la idea de consurnibilidad, hace referencia a la "des-
trucción" de las cosas, término que a nuestro jiiicio podría reem-
plazarse por otro qiiivalente, sin que por ello cambiara el sen-
tido de la frase. Así, la f ~ r m arefleja "se destruyan" que emplea
el Cbdigo m la disp~sicióncil;ada, bien podría reemplazarse por
"se ;consuman9',y lo que dijo o quiso decir e1 Código no sufri-
ría modificaciones en tal caso.
En efecto, ,dice el ,Código en el art. 575 que las cosas mne-
b1es-e dividen en fungiblec y nq rUn,gbles. Y agrega: "_4las
primeras pertenecen aqirellas de qu,e no puede hacerse el uso
conveniente a .sunaturaleza sin que se destruyan".
La forma "se destruyan", en este caso, bien podría reem-
plazarse por "se consuma:i", en cuyo caso SU conte~idooriginal
no cambiaría. Por otra parte, este artículo, a pesar de contener
un conc~pt.oeqcivor'zdo, concordá;l7_dclo con d 645, guardaria
con él cierta armonia.
SE ccnfirma tairit;%ri lo E;iT,e acabaos de afirmar, si obser-
vamos e1 dcance que el pro$o Cíidigo le da generalmente al
término destruirse o destrucción. A través de su contexto se
puede &observar que por destruirse o destrucción entiende el CÓ-
digo el efecto de desaparecer algo de un patrimonio deterrnina-
do, n o importando cuál sea la causa. Es la forma más genérica
de expresar el desaparecimieno de algo, sea porque se ha ena-
jenado, sea Forqtze se ha destruído o deteriorado considerable-
mente, sea, finalmente, y a nuestro juicio, porque se ha "con-
sumido".
Vaya un caso, por ejernolo: En el título "De las Persmac
Jurídicas" se encuentra el art. 564, con el cual termina ese títu-
lo, y que se refiere especialmente a las fundaciones y a una forma
de terminarse o extinguirse. Dice así el cktado artículo: "Las
fundaciones p.erecen por la destrucción de los bienes destinados
a su mmtenci6n". Vernot en este caso, pues, una coilfirmaciói~
del alcance que :!'en@el téminfo señalado, y del pasible reem-
plazo de la forma "se destruyan" qne emplea el art. 575.
Esto no quiia, n a f u ~ a l r n ~ t eque
, puedan reconocerse a
trav&sde todo el Ctdigo, otros Iiom6nL%os del término destruir.
3?.-Fuqfble, CGdigo Civil.--Arts. 575, 764, 777, 789,
1112, 1656, 1739, 1808, 2084, 2196, 2195, 2205, 2228, 230C;: y art. 143
de1 Código dz Comercio.
38,-Ast. 575, que define las cosas furigib1es.-Este artícula,
ribicado en e! tít;ido lo, "De Ias varias cIasesde bienes", emplea
el térmi.no fungfSle y trata de definirlo. Sin embargo, corno ya
sabemos, confunde este concepto don el de consuxiibilidaá. Tanl-
Sikn da un ejen:-lo de cosa fiingible, en e1 inciso final; pero
vuelve a incurrir en vri error al intentar esto riltimo.
Dice el artictzlo inen,cionad,oque cosas fiuiglblcs son "aque-
llas de q=e rio puede hzcerse el uso conveniente a su naturale-
za sin que se destruyan". Y agrega el incisa 30: "Las ecrpecies
monetarias en , u n t o perecen para el que las emplea como ta-
les, son cosas fuilgibles".
C m o sabenws, la definición que da el Cádigo no corres-
ponde al concepto doctrinario de fungibilidad. Corresponde al
de consumibiliclad; mas sólo a la consunibilidad natural.
En manto al ejemplo que da el CCOdigo en el inciso final de
este articulo, pod emas decir que constituye igualmente un error.
Señala a las espe;:ies monetarias como cosas fungibles "en cuan-
to perecen para el que las emplea como tales".
Naturalrnen'~,las Mrsas Eungibles "perecen" para su due-
ño que las emplea, en d sentido de que no1 vuelven a él consi-
deradas en su pi'9pia individualidad; se reemplazarán por otras
riquival~nteen virtud de la intención de las partes, que las coc-
bideraron fungibies. Esas m a s no se reintegrarán al patriino-
r-rio que abandonaron, individualmente consideradas; volverán
otras equivalentes que las rwmrplazar&n. Pero cesa muy dis-
tinta, es decir, que una cosa es fungible por el heoho de perecer
o desaparecer dc un patrimonio, o como dice d Código, "en cuan-
to perecen para el que las emplea".
ELlo implica nada menos que tomar a usa consecuencia par-
ticular de la fungibilidad, - e l desaparechiento de la cosa indi-
vidualmente considerada, respecto de un patrimonio-, potr el
concepto esencial de fmgibilidad. Ello significa confundir una
;riera cmsecuencia con el concepto mismo, y eso constituye un
error.
Aun cuando el ejemplo del dinero que señala el Código,
fia contribuye ;I propxionamos um claro ejemplo de fungibi-
lidad, no termiriaremos este comentario sobre nuestra palabra
sin antes referir~iosal carácter fungibile o no fmgible del di-
nero, lo cual noc; parece útil aclarar.
39.-E1 dinero puede ser cosa fungible o no fungible.-Regla
general.-En verdad, das especies monetarias, por regla gene-
ral, son cosas fm-gibles, no pcr su naturaleza m i m a , como con-
secuencia, directa e inmediata de ella, sino porque casi en la
totalidad de los casos prácticos las partes entienden que el di-
nero, esas cosas o especies, son reemplazables por otras de la
misma especie y ralidad. Muy raro es el caso en qzie el diner:,
en especies sea cosa no fungible; e310 es realmente excqcional,
aunque posible.
Al efecto, recordaremos im ejemplo que señalan los auto-
res franceses, de dinero en especies, el cual e considerado co-
m cosa no fun$ble. Un individuo de escasos medios econámi-
css le pidr a otrz perscna que le facilite por unos instantes o
olgunas horas, cierta cantidad de dinero ep tilletes o monedas
oro, de gran valor, a fLz de quedar en condiciones de poder
hacer en público darde u ostentaeiijn de forkim, de la cual
n a t u ~ a h e ~ carece
te (1).
Esas especie,^ que se facilitan por un espacio de tiempo más
o mencs breve y mn el objeto ya indicado, json cosas Tungibles
o no fungibles?
Soni cosas no fungibh, porque deben restituirse e n su pro-
pia individualidad, sea porque las partes lo declararon expre-
s m . e n k lo que es probable, sea porque ello se presrime a to-
das luces de las circnnstacias o naturaleza del contrato.
Vemris, pues, que el dinero en especies monetarias puede
tener en ciertos casos el carácter de msa no fungible. Vemos
también, así, el error en que se incurre muy a menudo cuando
se dice que "ejemplo tipico de cosa fiingible es el dinero en es-
pecies monetariüs", como si para calificar una a3sa de Eungi-
Me se atendiera a su sola naturaleza, y como si el didinero, en
todo caso, siernp~eh e r a cosa fungible.
40.-Art. 794.-Se empieza 4 titulo denominado 'Be1 dere-
cho de usufructo", con el articuIo 764, que dice así: "El derecho
de usuf??&o es un derwfi~real que consiste en la facultad de
gozar de vaa cosa con cargo de conservar SIL forma y substati-,
cia, y restituirla a su dueño, si la cosa no es fungible; o con car-
go de devolver igual cantidad y ealiidad del mismo género, r, de
pagar su valor, si Ia cosa es fungible,
En consecuencia, según el temor del artículo recién trans-
crito, lacosa que se da en usufructo se restituirá en especie in-
dividualanente considerada o se deberá restituir igual can-
tidad y calidad del mismo género, o en dinero igual tralor,
s e g h sea la cosa no fungible o fun&.le, en el prinzor caso o
m los r~stariies,respe&vamente.
Si la cosa que se da en usuff-ucto es irreemplazable por otro
a l momenbo de la restit~~ción, esa casa es no fungibIe. Por el
contrario, si ec reemplazable por otra u otras, será fungible
La intencióli de las partes se encargará de fijar una de las
dos formas de restitución antes señaladas. Si las partes de-14% ~ran
su voIuntad sohre este particular, no puede prwentarse cues-
tión acerca de lo que debe restituirse precisamente, ni en con-
r m ~ n c i ascbre el carácter fungible o no fungible de la cosa
que se da en usufructo.
Si nada dicen las partes, esa intención debe presumirse.
La naturaleza de (la cosa objeto del usufructo servirá, na-
turalmente, para establecer la presunta intención de las parte.,,
y en consecuencia el carácter fungible o no fungible de aqué.
lla. Las partes considerarán a la cosa como fungible, t8cits-
ínente, cuando ella sea de aquellas que se consumen natural..
(1) Casi demas estd decir que fa persona que facililn el di~ieroseguramente
tratsrá de no perder de viatr ai solicitnnte.
mente por el primer uso. Si la coca no es de aquellas que se
consumen por slz p r i m ~ ruso se entenderá que las partes la
consideran, tácitamente, a m o no fungible; a menos que exis-
ta una declaración expresa en sentido contrario o que de otros
hechos, c m 6 las circunstancias del acto, pueda presumirse la
idea opuesta.
En el caso de ser fung2ble la cosa, para los efectos de su
restitución, el Círdigo dice que se devolverá igual ca~itidad
y calidad del mismo género, o se pagará el vabr de la cosa, na-
turalmente, en dinero.
41.-Art. 777.-Comprar o vender las cosas fuiigiblez; si el
usufructuario no ha rendido cauci6n.-El art. 777, contmido en
el micxo título denominado "Del derecho dc usufructo", esta-
blece las consecc~enciasque se puleden derivar del hecho d e que
e1 mf.ructuario de una dosa no rinda la caución a que es &li-
gado ,por la ley.
En tal caso el juez, a instancia del propietario de la cosa
le adjudicará a iste la adminisbación de la misma, con cargo de
cumplir ciertas obligaciones frente al usufruc.tuario, y que el
artículo a que rlos venimos refiriendo se encarga de wñalar.
Entre das facultades que la ley confiere al propietario que
administra la wLa a nombre del usufructuario, se cuenta la de
"comprar o vender las cosas fungibles y tornar o da^ pres-
+&OS a interés !m dineros que de ello prc vengan. Obrando en
t d o , de acuerdo con el usufru~tuario".
Estimarnos conveniente estudiar previamente el alcance y
sentida del inciso recién transcrito, antes de liacer lo mismo
respecto del término fungible que en él se emplea.
Debemos considerar que, según el inciso 29 del art. 777, dos
son 'las clases de operaciones qu6 puede llegar a realizar al prc:-
pietario mientras el usufructuario no rinda la caución del cas?.
y para las cuales está autorizado pur la ley. Ellas san, por una
parte, la compr:: o la venta de cosas fungibles; y por la otra, la
toma o la daciki en préstamo de los dineros que de ello pro-
vengan. Sin pmjuicio, naturalmente, de las demás operaciones
que puede Uev:;r a cabo el usufructuario y se contemplan en
ese mismo artículo.
Considcrimclc que el dominio de la cosa dada en usufrccto
pertenece naturdmente a su dueño, que administra mientras el
usufructuario n3 rinde caución, y que por otra parte es a este
Último a quien ccrresponde el gwe de la a s a que se da en usu-
fructo o qce la reemplaza, llegamos a la m~clusión que la
64
campra de cosas fungibles" a que se refiere el inciso que co-
mentamos debe necesariamente ser hecha por quien administra,
y a nombre del irsufructuario, pues para él compra. Y esas co-
sas fungibles de que se habla deben, naturalmente, ser de pro-
piedad del usufructuario y deben además estar comprendl-
das en el ~ f r u c t o De
. otra manera no se podría explicar có-
mo una persona, - e n este caco el propietario que administra
la cosa a nombre del usufruduario-, podría adquirir para sí y
en su propio nolmbre una cosa que actualmente le pertenme en
dominio.
Adquiere la cosa que al mismu tiempo se da en usufructo,
y de carácter fmgible, para el usufructuario y a nombre de
este ÚItinw. El precio de la compraventa, por otra parte, lo po-
drá tomar a inteseses él m i m o o lo podrá dar en la misma for-
ma a un tercero. Los intereses del mutuo naturalmente perte-
necerán al usuf i uctuario.
Es distinta Fcr b d d s el caso de la "venta" de cosas £un-
gibles de que st: habla en el inciso que venimos comentando.
Aquí el propio propietario que administra la cosa dada en usu-
fructo as quien vende, por si y en nombre propio. El productc
de la venta, por atra parte, y como en el caso anterior, lo pue-
de mcibir a intereses o puede darb en la misma forma a un
tercero. k s intereses del mutuo también pertenecerán al usu-
fructuario, camr; es natural.
Cabe destacar que en el caso de la compra o de la venta de
cosas fungibles dadas en usufructo y en el caso del pr6stamo de
ias ¡dineros que de ello provengan,-hecho al mismo propieta-
rio- niando dichas operaciones se llevan a cabo por el dueño
de la cosa, que a la vez es representante del &duar?o; y,
por lo tanto, en cj.rcunstanciís en que una persona obra scxla y
representando su propio patrún~nioy el de otra, ello implica
un acto jurídico consigo micunlo o autocontrato. Es el caso del
mepresentante legal o voluntario que tiene a su disposición su
prapio patrimonio y el patrimonio de la pert:ana a quien repre-
senta, y constituye una de las formas de autocontratacibn, Un
acto realizado por una sola persona, y en el cual ella actúaconir>
parte &recta y c m o representante1 de Ia otra parte.
Previa esta solmera explrcación, diremos que la palabra fiin-
gible está empleada en el caso del inciso 49 del d. 777. Como
consecuencia de la compra o la venta de ciertas cosas dadas er,
usufructo, ya no podrán restituirse las mismas cosas que se die-
ron en usdructe, individualmente consideradas. El usuí'ructuarin
restituirá cosas que reemplazarán a aquellas. Propietario y usu-
fructuario determinarán expresa o tácitamente el carácter furi-
@blede las cosas al mc.rnento de acordar la conlpra o la venta de
esas cosas. Naturalmente, el solo hecho de acordar mutuamente
esas operatimes Implica considerarlas fungibles, es decir, reem-
plazable~por otras tantw del mismo género jr calidad o por va-
Ior en dinero, como lo expresa el 764.
42.-Art. 789.-Este artículo, contenido eri el mismo título
"Del derecho de usuf1-ucto", dice así: "Si el usufrwto se consti-
tuye sobre cosas fungibles, el usufrudario se hace dmño de das,
y el propietario se hace meramente acreedor a la entrega de otras
especies de igual cantidad y calidad, o del valor que éstas tengan
al tiempo de terminarse el &W".
~ s t artlculo
e conviene concordarlo con el 764, que define d
derecho real de u.;ufnicto, piorque en él se t r o b de los efectos
de! uufri~ctc,safbre cosas fun*gibles.
El mi~fructuario,de acuerdo con el art. 789, se hace dueño
dc las cosas que recibe en usuifnicto y nace entonces un valor
de rscnqlaza al cual se hace acreedor el propietario de la cosa
fungi5!e que se ha dado exi us-to. El undmcrtuario, entün-
CM, restituirá ctrae especies de igual cantidad y calidad o ei
valor d e :a cosa al tiempo de terminarse el
Las partes se encargarán al momento de constituirse el
us~&ucto, -segiin sea su intencih-, de darles a las cosas el
carácter de fungibles o no i'ungibles, expresa o tdcitamente, ea
la i ' m a que ya hemos estudiado.
Uiia vez determinado el carácter de las cosas, los efectos del
M r u & o en cuanta a la restitución d e la cosa serán los que se
encarga de señalar este art. 789.
43.-Art. 1112.-Legado de cosa fungib1e.-Este articulo es-
tá ubicado en el titulo "De las asignaciones testamentarias", pá-
mdo 69, "De las asignaciones a tíklo singular". Su extensión,
por desgracia, no nos +te coipiarlo íntegramente, por más
que consideramos que su conteniido y alcance es indispensable
para mejbtr comprender este caso de aplicacih del té+o en
examen.
Debemos empezar por reconocer que el significado que se
le da en esta d i q x s i e i h es diverso de aquel que le da el Códi-
go en otras oportunidades, en las cuales se cuentan las que ya
hemos estudiado.
"Casa fungible" tiene aquI \almismo significado que "cosa
detenninada en cuanto a su género". No está tomada la expre-
sión "cosa fungibje", pues, en su sentido estrictamente jurídi-
co, que ya conocemos.
Cuando menos, en e1 caso del artículo 1112, no se ha confun-
dido el concepto de fungibilidad can d de consumibilidad, m-
mo ocurre en otras oportunidades; sino qule a la palabra fungi-
ble se le ha dado un Sgnifimdo diverso al de su contenido es-
trictamente jurídico.
Sin embargo, si bien ello p u d e significar un error, admite
en cierto modo una explicación. La distinción de cosas fungi-
Mes y no fungibíec tiene grandes analogías con la de cosas de
génem y especie (1).
En efecto, las cosas no fwlgibties deberán considerarse siem-
pre en especie o cuerpo 'cierto, como que se las considera en si
mismas, en m individualidad. Por el contrario, las cosas fungi-
Mes se consideran siempre en su génertct.
C m o d e c í m , el propio texto del artículo 1112 nos da a
entender claramente qu'e el significado que se le da allí a cosa
fungible, es el mismo que tiene "cosa genérica" o "determinada
en cuanto- a su género',.
Confirma nuestro aserto el primer inciso de Ia disrpcst-
ci6n mencionada, cuando dice que "El legado de cosa fungiblq
cuya cantidad no se determine de dgÚn modo, valdrá.
Del m i m o ~r.c.doel inciso 20, que no copiamos por ser un
tanto extenso. Igualmente el nimero 19 del inciso 49, al decir
que "Valdrá siempre el legado &e cosa hngible tuya cantidad
se d e t e r m i n e por el testador, a favor de las personas desimadas
en el art. 1107".
Así, el Cádigo se pone en el caso de que la cosa legada esté
detenninada tan sólo en su género, o como él dice, "coca fungi-
ble a y a cantidad no se determine de al& modo". En tal case,
el legado no vale; a menos que la cantidad de especies perte-
neimtes al género de 3a cosa que se lega, se determine de algu-
na manera directa U indirecta, tendiente a presumir la voluntad
verdadera del testador, de lo cual se encarga, en líneas genera-
Bm, el propio artículo, o a mlenos que la asignación haya sido
hecha en favor de ciertas personas, aquellas que precisamente
señala el articulo 1101.
En los arts. 1739 y 1808, ubicados en los títulos "De las Ca-
pitulaciones Matrimoniales y de la Sociedad conyugal" y "De
la Cumpraventa", rqectivamente, se emplea la palabra fungi-
blie en el mismo sentido que el señalado. Oportunamente nos re-
feriremos a estos casas.
44.-Art. 1656. Cosas fungibles. Compensación Iega1.-Ef ar-
tículo 1656, contenido en el título "De h compensación" (Z), di-
ce así: "La compensación se @perapor el solo ministerio de la
ley y aún sin cowcimiento de los deudores, y ambas deudas se
extinguen rwiprocamente hasta la concurrencia de sus valores,
desde el momellto que una y otra reúnen las calidades siguien-
tes:
1QQue sean ambas de dinero o de cosas fungibles o indeter-
minadas de igual género g calidad;
29 Que ambas deudas sean líquidas;
--
índice
DOMICILIO, RESIDENCIA,
HABITACION, AVECINDARSE
- asunto (5)
( 1 ) Marcarlb. Explication de Code Civil 7 edicr., t. 1.0, p6g. 254.
(2) M~rcadB,Explic~tionde Corle Civil 7: cdir., t . 1.O, p 6 q . 268.
(3) MarcsdB Exnlicntion de Code Civil 7.8 e d i ~, t. I . O , pdg. 254.
(4) Art. 104, Código F r a n c 6 ~ .
(5: bubry ~t Raii, Voii?s rip Dr ) i t Civil, t. 1 .O, pLr. 583.-Pxrfs 1869
61.-Momento en que opera e1 cambio de domicilio.-Refe
rente al momento preciso en que opera un cambio de domici-
lio, debemos decir que una vez reunidos los requisitos que he-
mos me~wionado,tal cambio opera inrnedratamente, en el acto.
No es necesario a1 efecto que la persona traslade su fortuna, que
haya vendido previamente los bienes que poseía en d lugar que
abandona, que por otra parte adquiera otros en lugar de su
nuevo domicilio, etc. Nada de esto es necesario. Basta la inten-
ción de establecerse en el nuevo lugar, y el solo hecho del arri-
bo es suficiente (1).
62.-La constitución y supresion de domicilio iio constitri-
yen actos jurídicos,-Antes de finalizar este aspecto doctrina-
rio del contenido de la expresián domicilio, d i r e m c que la
constitución y la supresión del mismo, estrictamente, no cons-
tituyen actos juridicw.
Para que se produzcan los efectos propios de la cons4itu.
d ó n de wi nuevo domicilio o de la supresión de un domicilio
actual no se mquiere directamente d e la "voluntad" de consti-
tuir o suprimir WI domicilio determinado, en o1 sentido juri-
dico, sino sólo la voluntad o intención de establecerse perma-
nentemente o de abandonar el establecimiento actual en al-
lg52 lugar.
El que tiene el establecimiento constituye el dmjcilio por
el hecho d e establecerse permanentemate, aún cuando su vo-
luntad sea contraria a la cunstitución d e domicilio e n ese lugar.
No quiere decir esto último que para la c o n s t i ~ c i ó nde
domicilio pcdamos prescindir del ánimo. No, porque precisa-
mente es ése uno de los elementos eseilciales. Lo que se quie-
r e decir con la frase, "aún cuando su voluntad sea contraria
a la constitución de domicilio en ese lugar", es que e1 individuo
es incapaz de poder influir en el efecto fatal que en virtud de
Ja ley se produce por el hecho Ce 13 residencia y por el ánimo
de permanecer allí. Su voluntad carece de la fuerza suficiente
para impedir que el efecto que estableció la ley se prdiusca.
En este aspecto, k voluntad de la persona, no es capaz dg
alterar los efectos que deberán de producirse por mimdato del
Iagialador. La voluntad de este último es más fuerte y supera
a la volwtad del caristitmyente.
En consecuencia, podemos concluir diciendo que la cons-
tit;uci&no la supresión del domicilio no son alctos jurídicas, por-
que en tales casos la voluntad no se dirige dirwtamente a pro-
ducir tales efectos; por el contrario, los efectos que hayan que
producirse no podrá evitarlos la voluntad de la persona, sino
que esa voluntad, ese ánimo o intención, tan sólo alcanza al
(1) Marcel Planiol. Trrité Practique de Droit Civil, t . 1.0, piig. 213.-París
1920.
heaho de resídir en un lugar habitualmente, con intencióc de
permanecer en él.
Por consiguiente, pensamos que los acontecimientos en es-
tudio constituyen mteros hechos jurídicos, en el estricto senti-
do de la expresión,
63 -Definiciones que dan algunos autores.-Son jnnurnera-
bles las definiciones que se conocen de d~~micilio. La mayoría de
ellas dan a entender un misma contenido, y sólo m e n t a n li-
geras variantes de forma o de redacción.
6 e exceptúar, de lo dicho ciertas definiciones dadas por al-
gunos autores franceses, c-iyo contenido es diverso y que, co-
mo ,dice Planiol, han obscurecido el ccnce~toen referencia.
Ncsotros daremos a conocer las más interesantes y en cier-
tos cascs a,oreLbrcmos wr pequeño comentario. Más adelante nos
referiremos a las definiciones que dan abgunos códigos, exclu-
yendo aquellas que han sido tomadas casi a la letra de otro u
otros códigos.
Bien decíamos que una de las acepciones que da el Diccio-
nario de la Real Academia Española de la Lengua era más o me-
nos exacta d e d e el punto jurídico. Dice así: "Lugar en que le-
galmente se oonsidera establecida a una persona para el cum-
plimiento de sus deberes y el ejercicio de sus derechos".
Esta definición, a iiiieatio juicio, expresa bien algunos as-
pectos o partes del contenido jurídico de la expresión. Sin en;r
bargo. creemos que nadie dudaría para calificarla de incom-
pleta.
Savigny decía que domicilio L'es el lugar que una persona
ha elegido para sn residencia permanente y, por lo tanto, para
centro a la vez de sus relaciones y sus negocios".
Semejante a la anterior es la que da Winscheid, quienaafir-
ma que "el hombre tiene su domicilio en el lugar donde tiene
el centro de s u s relaciones y de sus actividades". No sr ~ e f i e r e
este Último a los elementos constitutivos del domicilio; más bie:i,
limita a dar a conocer las consecuencias de carácter okjetivo
que resultan de tener un domicilio.
Endemann dice que "domicilio, en sentido jurídico, es el Iu-
gar en donde se encuentra el centro de la vida doméstica y de
las relaciones civiles de una persona". Si Men esta Última defi-
niciGn explica mejor el aspecto a que se refiere la anterior, a
nuestro juicio merece el mismo comentario.
Bevilaqua: "el lugar donde la persona establece de un m+
do definitivo su residencia o centro principal de su actividad".
Ennecceums da una definición breve y exacta. Dica así: "do-
micilio es el lugar que el derecho considera como centra de las
relaciones de una persona" (1) 12).
(1) Ludwig Enneccerus, Derech3 Civil, tomo 1, p8g. 403.-Brrcelona 1934.
(2) Algunas de las defiriicioneq que ae citan en el texto hsn si<io tomadn# de
Chtlxto Vulverde y Valverde. Trats,ls da Derecho Civil Espaíi,l, to-
ma 1, p-igs. 317 y 318. -\T>iiladolid l 9 J j /d6.
Colih e t Cspitant: "doin~cilioes el lugar que la ley reputa
eumo e1 ~;relcisopara el ejercicio de cicrtos derechos y el cuw+
plimiento de ciertos actos de las personas (1).
Aubry et Rau han dado una definición de domicilio que ha
sido m~otivode criticas de fondo por parte d e 10sautores, esp-
cialmente Planiol (2). Dice así esa definición: "el domici.lio es
L relacién jurídica que existe entre una persona y el lugar en
qve está, en cuanto al ejercicio de sus derechos y el cutnplr-
m i m t o de sus obligaciones, aunque ella no se encuentre allí en
un momento dado (3).
Demante dió una definición que reprodujo el contenido de
la primera $arte de la definición de Auljry et Rau, diciendo que
"el dcmic:lio consiste en la relacitn establecida por la ley entre
la persona y el lugar".
Marcadé critica el contenido de la defmnición dada por De-
mante, e indirectamente también lo hace respecto de la dada por
Aubry et Rau, en cuanto esas definiciones expresan que e x i s ~ e
una relacién jurídica entre persona y lugar.
Dice al respecto Marcadé (4) "esta idea es inexacta, a nues
tro juicio". Y agrega: "El domicilio no es una relación estst~ble-
cida por & ley entre una persona y un lugar, sino que es el
asiento que la ley crea con el objeto de conseguir una relación.
E,l domic~liono es la relación".
"Del domicilio resulta el bendicio de la relación, la cual
es posible gracias a ese domicilio de que está investida una per-
sona en un niqmento dado". (No olvidemos que el domicilio e s
u n atributo de la personalidad). Sin embargo, muy distinto
decir que €1 domicilio constituye el beneficio resultmte de la
relación de la persona con el lugar.
Sabemos. claro está, que existe una cierta interdepend~q~ia
(no1 digamos relacibn) entre la persona g el lugar, como que es
allí y no en o t ~ aparte en donde tiene su asiento legal, de ca-
rkcter ficticio g que re~recentasu domicilio; pero ello no al-
canza a determinar una relacióln jurídica entre persona y Irigar,
constitutiva precisamente del domjcilio.
Planiol (6) estima qtie la definicrón más exacts es la dada
por Potliier, que dice así: "El domicilio es el lugar en el cual
una p:rsona ha establecido el asiento principal de su resirtencTa
v de sus negocios". Planjol estlnla que la definicibn recién trans-
crita tiene, adema, de su daridad, otro mérito más: "El de hacer
ver la doble idea q u e comprende la nricibn de domicifío; corres-
ponde al lugar de residenda habitual de una perszna y ser a1
( 1 ) Corirs E l p r n p n $ t i r ~de Droit Civil Francaiee. t. l.*. phe. 4'20.-París :936.
(2) Narcel Planiul, Traité Pracfiqrl~,t . 1, pág 201 .-Parta 19-8.
(3) Aiíhry e t R R ~Cnrirs , dt. Drnit Civil, t . 1, p a ~ ,578.-Parh
. 1869.
(4) 3 l ~ r e n r l 6 ,ExpIic~tionde C o d ~Civil, 7." edic., t. 1, p6g. 252.-Paris 1873.
( 5 ) Trnit&Practique, t. 1, pBg- 201.
mismo tiempo el centrd de sus hegocios o asuntos". Por otra
parte, esta dualidad, a juicio de Marcel Planiol, aparece nitida-
mente mando se estudia la utilidad práctica del domicilio Es-
t o es, cuando Se le estudia en relación con Las cuestiones ccn-
cernientes a las personas, y con aquellas relativas a los bienes",
Estimamos por nuestra parte que Pothier, y Planiol, que
lo interpreta y lo sigue e n esta materia, san quienes han defi-
nido con maycr daridad el concepto de domicilio; y contraria-
mente a lo qi;e paede observarse en las definiciones que dcn
otros autores, ellos han exprescido dentro del estrecho margen
de palabras que permite una definición, un concegto completo
sobre el significado y alcance jurídicos de la cxibreaióri d,,mi-
cilio.
64.-Definiciones que dan al,-os códigos.-El1 Código Civil
francés define el domicilio en su art. 102, que dice así: "El da-
m'icilio de todo francés eil cuanto al ejercicio de n s derechos
civiles, lo constituye e! lugar en dcnde tiene su principa! esta-
blecimiento (Etablissement) ,
El Código Civil Español define el domicilio di<lendo que '[es,
el lugar d e residencia habitual de la persona".
Pensamos que "la residencia habitual" de que habla el CÓ-
digo español corresponde en el fondo a la idea que expresa nues-
tro Código Civil al hablar de "residencia con ánimo! d e perma-
nwer e n ella". Esta "habitualidad" o residencia permanente in-
dica el ánimo de permanecer en un lugar por u n tiempo inde-
finido, establecer alli el centro de sus negocios y aperaciones,
y esto hace pesurnir que la persona ha querido adquirir un do-
micilio para todc s los efectos legales.
En seguida nos referiremos a los términos "residencia", "ha-
bitación" y "avecindarse" (o acción de hacerse vecino), para
luego entrar al. estudio de estos conceptos, junto con el de "do-
micilio", dentro del Código Civil chileno.
Debemos adelantar que el estudio doctrinario de lcs tres
términos que com,pletarán este c u p o compuesto de cuatro. no
ofrece mayores dificultades; por dos razones sencillas. Porque
estos .imltimos tres términos forman parte en mayor o menor
grado del coritenido del vocablo "domicilio", a que "a nos hemos
referido. Ccnstituyen, por decirlo así, verdaderas fracciones d e
aquél. Y además, no ofrece mayores dificultades el estudio d e
las palabrhs a que nos venimos refiriendo, porque ellas tienen
un contenido jurídico escaso.
65.-Cbdigo Civil.-Domicilio.-Arts. 15, 59, 60, 61, 62, 65. 68,
67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 81, 311, 447, 455, 497, 514, 690,
691, 955, 1009, 1012, 1016, 1023, 1028, 1029, 1046. 1588.
1589, 2350, 2432.
Domiciliarse.-Art. 135.
66.-Art. 59, que define el domicilio.-Nuestro Código Civil
en SU art. 20, párrafo de la "lnteqretación de 'la ley", dice que
*'das palabras de la ley se entenderán en su sentida natural y
obvio, se& el uso general de las mismas palabras; pero cuzndo
el legislador las haya definido expresamente para ciertas mate-
rias, se les dará en éstas su significado legal".
La palabra "domicilio" es precismente de aquellas que el
legislador se encarghl de definir. Y así lo hace en el art. 59 del
m i m o Cbdigo, que dice así: "El domicilio c~nsisteen la resi-
dencia acompañada, real, o presuntivamente del ánimo d e per-
manecer en ella".
Por 10 tanto, dekinos entenlder la palabra domicilio en e!
sentido expresado en la derfinición transcrita.
hiuestro Código hace buen uso de la expresión; vale decir.
la w,plra ajustándose a la definición que él mismo $a, y s u
contradeichla. No analizaremos ni comentaremos artículo por
articulo en particular; sin embargo, y sólo en razón de m6todo,
agruparemos cacos en que el Código e~npleael término miran-
do el concepto desde un mismo punto de vista,
67.-Art. 15.-Empezaremos por destacar el acertada m-
Neo que el Cbdigo hace d e la palabra domicilro en el art $15,
inciso 19, y lo mismo respecto del térmllio residencia que tam-
bién se emplea en esa misma disposición.
En esa parte, dice así el artim'lo 15: "A las leyes patrias
que reglan las obligaciones y derechos civiles, permanecerán su-
jetos los chilenos, no obstante su resideiicia o domicilio en país
exiranjero".
Contrariamente a la que pudiera pensarse a primera vista,
y olvidando el alcance jurídico de los vocablos en estuds, ellos
no representan en esta caro ana misma idea por encontrarsz
unidos por la preposicihn "o", sino que están claramente dife-
renciadcs For el concepto juridico que aisladamente represen-
tan, y porque condncen a situaciones de hecho que el legisla-
dor en esta dis~osiciónquiso a todas luces prever: se puso en
el caso de que un chileno residiera en país extranjero, o bien,
se encontrara darnicifiado fuera del territorio narimal. L a pre-
p c ~ i c i ó n"o)' qne une los dos tém;nos en la disposicih citada
es dieyvntiva.
En los ~ t í c n l o sque comprenden el párrafo s~guie-ite,la
palabra dcmicilio, en la mayoría de las veces, desem~iiíciel pa-
, ~ded,%jeto de la oracikn, o bien, desempeñando el papel se-
ñalado, aparece especificada por medio de otras palsbras, come
"p!itico" 08 "civil".
En todo caso, su empleo en estos artículos n o oi'rece proble-
ma alguno de interpretación.
68.-Arts. 81, 955, 10% y 1046.-En ellos se habla del "Úftirno
domicilio". Naturalmente el término domicilio está empleado en
su estricto sentido legal.
69.-Arts. 447, 455, 690, 691, 1016, 1023 y 2432.-En estos ar-
tículos la pdabra domicilio, si bien conserva m estricto signi-
ficado legal, está empleada mirándose el concepto desde un
punto de vista especial. Vale decir, como atributo de la perso-
nalidad, formando parte de ella.
El Código en esos casos recurre a ese atributo de la perso-
nalidad llamado domicilio, y exige su mención, - e n a1-p;ií.n ac-
to o algún instrumento que se otorga o al val concurren las
personas-, como medio de completar su individualizac!óil.
Así, para citar sólo un caso, dice el Córiigo al fijar reglas
especiales relativas a la curaduría del disipador, que los de-
cretos de interdioción deken hscribirse en el Registro de! Con-
semador y notificarse al público. Y agrega el inciso 2 O del art.
447 a que nos venimos refiriendo: "La. inscripcihn y notifica-
ción deberán reducirse y expresar que tal individuo, designado
por su nombre, apellido y domicilio, no tiene la libre adminis-
tración de sus bienes".
70.-Arts. 491 inc. 69 y 1029.-En ellos se emplea la palabra
en el sentido de domicilio político, tal como entiende este último
concepto el propio Código en su art. 60. Debemos reconocer, eso
sí, que en los casos citados no es la s d a palabra "domicilio" la
q u e propiamente da la idea de domicilio político, sino que SOR
los complementos de que va seguida en los casos los que producen
ese efecto. Así, dice el art. 1029, en su inc. 39, que "no conacién-
dme al testador damicilio en Chile..?', etc. El art. 487,en su NQ
69, por otra parte, habla dec'domiciilio en la República". El art.
60, por último, habla directamente de "domicilio político".
71.-Arts. 1028 y 1588.-En ellos se mira el concepto de do-
Mcilio, -si bien no alcanza a destonccerce el sentido jurídico
de la expresibn-, desde un punto de vista especial. Se le con-
sidera por ser representativo o determinativo de un lugar.
Así, dice el art. 1588, en su inc. 29, que si no se ha estipu-
lado un lugar para el pago, y no se trata de un cuerpo cierto,
"se hará el pago en el domicilio del deudor".
72.-Art. 2350.dEsi.a disposiición presenta el caso de un do-
micilio especial y convencional exigicio por Ia ley (l), y dice asi.
"El obligado a prestar fianza debe dar un fiador capaz de obli-
P;8W como tal; que tenga bienes más que suficientes para ha-
cerla efectiva, y que esté domiciliado o elija domicilio dentro
de 1s jurisdiccibn de la respectiva Corte de Apelacionesi'.
73.-Art. 135.-Domiciliarse.-Vrrbo reflexivo o reflejo, em-
pleado en el inciso 29 del art. 135, que dice así: "Los que se ha-
yan casado en país extranjero y pasaren a domiciliarse en Chi-
le, se mirarán como separados de bienes, siempre que en con-
( 1 ) Lnu frnnceees euclen denominar a esta alase de domicilio; (lornicilio de
elecribn.
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persona fija w habitación por un tiemp". Y agrega: "Todo lu-
gar en que una ,persona vive durante an tiempo más o menos
prolongado se convierte en su residencia, aún cuando1 su domi-
cilio permanezca estab1,e en un Jugar distrnto.
Generalmente la resid'encia se confunde con el domicilio;
sin embargo, ambos térrn;inos pueden separarse. Y es entonces
cuando la palabra "residencia adquiere un valor técnico".
76.4aracteres.-La residencia, co,nsiderada distintamente
del ,domicilio1,y en cuanto ,al contenido y alcance que le atri-
huye el Derecho, preseata oaractere,~particulares:
19 La residencia no está reglamentada especialmente por la
ley. El Derecho se ha ac~paciodel donG'cilio bajo múltipltes as-
pectos, firera de que ha creado un con,cepto idead espe~c:.alrnentc
para él; lo ha %metido a reglas precisas; ha establecido con-
dicicnes para su establecimiento y cambio. El Derecho, así le
ha dado el carácta jurídico al dcmicilio. Por el contrario, la re-
sidencia ha permanecido en el carhcter de un simple hecho.
29 La residencia tiene una estaliilidad menor que la del
domicilio, por razones fáciles de comprender. En principio, se
pierde cuando se le abandona.
7 7 E f e c t o s de la residencia.-la residencia carece de la
importancia del doniicilio, sin embargo ,de producir algunos
efectos en ciertcs casos previstos por la ley.
En principio, no produce propiamente "efectos" jurídicos. Ek,
al domicilio a quien se le asignan esos efectos; sido i.1 tiene por
si mismo u n valor legal. La residencia, no es más que un hecho
que la ley no reglamenta (ne tient pas compte).
Por derogacián a ,este principio, la ley atribuye a la resi-
dencia ciertos efeetos, y que son reconocidos de un modo u otro,
P
en mayor o menor grado, por todas las legk4aciones.
En Francia, por ejemplo:
19 Reempla~aal dcmicilio cuando éste es desconorido.
29 Permite el matrimonio dentro de una comuna determi-
nada cuando ella ha alcanzado un mínimo de 6 meses de dura-
ci6n (art. 74 C. C.).
39 En ciertcs casos da competencia a los tribunales para
juzgar a una persona deteminaaa.
78.-Residencia, Código Civil, baen emplea de la palabra.-
El ruso qc'e el Có.digo Civil hace de la-expresión residen~eaco-
rresponde precisamente al concepto dortr-nario que sobre ella
h,emai dado. Lo mismo podemos decir respecto del verbo resi-
dir. En lcs artículos que se empl~ean&as expreinones, y que ya
hiem~sseñalado, no encontramos particdaridades dignas de
rnencián, ni casos en que el sentido de ellas deje de correspon-
der o armonizar con el concepto. doctrinario.
79.-,Irt. 68.-"Mera residencia".-Sin embargo, nos referi-
remos al casc del art. 68, que di* así: "La mera residencia hará
las veces de domicilio civil respecto de las personas que no tu-
vieren domicilio civil en otra parte".
En cuanto al contenido de l a disposición, dirm.los que co-
rresponde a la disposición del CCCidígo francés qce dice que
"aquellas personas que no tienen domicilio en algún punto del
territorio nacional, o su dwicilio es desmnociclo, su residencia
equivale d domicilio" (1).
El adjetivo "mera", que antecede al nombre substantivo "re-
sidencia", en nuestro art, 68, no altera el significado o alcance
del vccablo en estudio.
Lo m i m o que el nombre en olposrcián, e'l adjetivo que como
atributo se refiere a un substantivo, puede complementar l a sig-
nificacikn de &te de des maneras: unas veces lo especifica, y
otras lo eqlica. En el primer caso el adjetivo restringe la sig-
nificacijn del substantivo, disminuyendo su extensión y aumen-
tando su compresión. En el segu&o, no hace más que desenvol-
ver o explicar el concepto del substantivo, expresando una nota
o cualidad característica y propia del mismo.
Por otra parte, el complemento del nombre, por la índole
de la sintaxis castellana, exige que se coloque detrás del nom-
bre cuya significación ccmplementa. Sin embargo, esta regla
general sufi-e una excepción entre otras en el caso d d adjetivo
"mero" o "mara", que va siempre, para los fines indicados, de-
lante del nombre.
En el caso de mera residencia,eI adjetivo "mera" que com-
plementa la significacibn del nombre "resideficia", explicativa-
mente, en nada altera el contenido de la expresión. Si algún pa-
pel Útil desempeña el adjetivo ''mera" en este caso, es e1 de
hacer destacar la diferencia que existe entre domicilio y ~ e s i -
dencia, asignándole a este último término un alcance menor,
juridicamente,
Finalmente creemos de interés traer a colaciiin la defmicián
que da la ley rcbre iipuesto a la renta (2), o rmás bien dicho,
lo que entiende esa ley par Residente y "persona que no tiene
residencia dentro d d pais''.
El art. 6 O dice así: "Por la palabra residente, se entiende
una pisolla que habita provisionalmente o permanmtemente
en el ~ a i s siempre
. que viva en él más de seis meses .al año.
Dice asi el art. 79: "La expresión "personas que no tengart
residencia dentro del país", comprende toda persona domicilia-
da en el extranjero que permanezca menos de seis meses al año
en Chile".
(1) Citado por Aiibry e t Rau, Cours de Droit Civil, tomo l.*,p8g. 577.-Farts
1869.
(2) I.ri. 6 437, pui>liradsel 10 d e Enprn de 1910 y modiacsda por Ley 7.750,
de 7 dz Enero de 1944.-Arta. 6.' y 7.".
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GARANTIAS O SEGURIDADES
86.-Intmdueci6n.-EI significado o alcance de fos térmi-
90s del rubro es muy amplio. Comprende toda obligación, bien,
patrimonio, persona, organismo, institución u disposición que
tenga por objeto a constituya una garantia -en mma directa
b hdirecta-, contribuyendo así al cumplimiento efectivo de
las obligaciones.
Comprende a tcdas las obiligaeiones acce~orias;a las cosa:,
que responden *deuna obügacáóni propia o ajena, c m 1% cbje-
tos muebIes o irmuebles que, según los casos, se dan en prenda
o en hipoteca; .al patrimonio de una persona, en cuanto aqwL
representa una seguridad para el cumplimiento de las obliga-
ciones y e1 ejercicio del llamado derecho de prenda general de
las acreedores; a Ias personas mísrrnas que con su patrimonio,
seriedad y honorabilidad sirven de garantía a sus propias obli-
gaciones o a ob11gaciones ajenas que afianzan; a los organismolr
del Estado que mntribuyen directa o indirectamente al fiel
cumplimiento de las obligaciones o que impiden que ellas que-
den sin cumplirse; finahenk, a la propia Ley que, mediante
luna disposición determinada acuerda ventajas o garantías en
favor del acreedor, como ocurre con el d e i r d o de retención
legal, las medidas de seguridad o conenratoria6, etc., que m
fza&i&n ''se~uridades".
Por m, comprendemos bajo la denomina&& genérica de
"Garantías o seguridades" a todos los medíos que de alguna ma-
nera cumplen con 1% requisitos antes anotados y que están di-
rigidos a un mismo fur.
NatwaImente, no nos ser6 posible, por varias razones,c m -
prender en nuestro e'st:ñlio a tdos los medios que a1 efecto
exlten, ni a6n siquiera a tados aquellos que se estdecen en
nuestro Cirdígo Civil. =o, en todo caso, sobrepasar& en mu-
cho los límites de extensión que nos es permitido darle a este
trabajo,
Nos bastara, sin embargo, referimos a los medios m& h-
portantes dentro de una ordenada clasificaci6n, y remarcar la
idea, por dernh conocida, en que bajo el nombre de "Garan-
tias o seguridades" se envuelven muchas materias afines por su
naiuraleza o por PU objeto, cosa que hemos tratada de bacw
en esta breve introdniccih
87.-Generalidade9 sobre las Garantías o seguridades de Ias
cr&ditos.-Todas las legislaciones consagran lo que se ha deno-
minado en doctrina el derecho de prenda general en favor de
todo-acreedor, que autoriza a este Último para perseguir la eje-
cución de la o b l i g a u h sobre todos los bienes raíces o muebles
del deudor, sean presentes o futuros, exceptuándose solamente
los no emibargables.
Nuestra legjslación lo reconme en d art. 2465 del C a i g o
Civil, espddmente. L a legislación francesa lo hace en el art.
2092 del Código de Napoldn, dando forma legal al adagio fran-
cés que dice así: "qui s'oblige, oblige le sien".
Esto constituye, sin duda, una verdadera ,garantía para el
acreedor; sin embargo, no es bastante como para tranquilizarlo
en cuanto a la suerte de su crklito, sujeto lecmo se halla a las
vicisitudes del patrimonio de su deudor, susceptible, llegado el
caso y por múltiples razcnes, de no ser suficiente para cubrir
íntegramente todas las acreencias del d e u d ~ r ,
Este último puede haber efectuado enajenaciones que ha-
gan disminuir su patrimonio, no importando si ellas son inob-
jetabks u fraudulentas, o por otros mot~vosatacablec.
El d e u d l p u e d e .dejar de perder deredios con el mismo re-
sultado y no interesandp si por d e s a d o o por inadvertido, cc.
,modejando de operar en su contra una prescripción.
Puede dejar de ejercw otros, c o m en el caso de la acción
chlicua.
Puede no hacer por mejorar su estado ,de fortuna, renun-
ciando facultades o mostrándose remiso.
Puede hacer aumentar &1 pasivo, acreciendo sus obliga-
ciones o afectando 14 plenitud de su dominio sobre sus bienes,
con limitacicnes o desmembraciones al mimm; como contra-
yendo nuevas deudas, gravando sus bienes con,prendas o hl-
potecas o acordando servidumbres o m f r m t o s e p favor de
otras personas.
Puede el deudor, en fin, resultar víctima de las circunstan-
cias adversas a que está expuesta incluso la persona más hábil
y diligente.
Todo ello, unido a la necesidad imperiosa de desarrollar el
crédito y las relaciones jurídicas entre los individuos, tendien-
tes e n último témino a la creacitm de nuevas riquezas, dió por
resultado el nacimiwto de las garantías do los créditos.
Esas garantías o s~guridades,sin embargo, no quedan cir-
cunscritas Únicamente a lo que se coruc~cen doctrina por cau-
ciones personales y resles, clasificación a la que nos referire-
mos más adelante; sino que garantías o segürida.des lo son tam-
bién para el acreedor otras instituciones más de D e i d o , las
leyes en general, l o s organismos del Estado, ek., etc., C O ~ Lya
tuvimos ocasión de decirlo en una breve intrducción. a eFta
materia.
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de perse-wir, constituye una obligación accesoria y una especie
de caución, personal naturalmente, y sirve de garantía al cum-
i,limiento de una obligación. Como tal nos interesa.
Considerando este segundo objeto - e l de servir de garan-
iia al cumplimiento de una obligación-, el Código Civil la de-
finió en su art. 1535, con & l se inicia el titulo "De las obli-
cual
gaciones con cláusula penal", y que dice así: "La ~Iáueulap n a l
es aquella en que una persona, para asegurar el cumplirriiento
de una obligación, se sujeta a una Fena, que consiste en dar o
hacer algo en caso de no ejecutar o de retardar la obligación prin-
cipal".
92.-Personas que pueden contraer esta obligación acceso-
ria.-Pueden contraer esta obligación el prapio deudsr o un ter-
cero. Si la cbligsción penal la contrae .un t e ~ e r o ,ella pre.sen-
ta semejanzas con la fianza, especialmente, y también con la
solidaridad pasiva.
Q3.-Garantía que ofrece la Cláusula P e n a l l ' L a cláusula
penal difiere en cierto modo d e la fianza y de la solidaridad
pasiva. Si la obligación penal la contrae un tercero presenta
semejanzas con aquéllas, pues el acreedor también tendrá a su
alcance dos patrimonios scbre los cuales podrá ejercitar suc ac-
ciones; el del deudor para hacer efect~vala d3ligacihn princi-
pal, y el del tercero para reclamar ekpago de la pena".
"Pero si a la pena se sujeta el propio deudor, entonces la
garantía debemos buscarla en algo distinto: en el heahu de que
aquél, para no incurrir en la pena -lo que en ciertos casos le
puede ocasionar hasta un doble pago-, pondrá cuidado y es-
mero en el cuimplimiento de la obligacián. Naturalmente, da-
das las circunstancias, la garantía es aquí más débil" (1).
94.-Cláusula Penal en los Esponsales.--¿Es una cláusula
penal en el sentido de contituir un medio que garantiza o asegu-
ra el cumplimiento de la promesa de matrimcnio mutuamenk
aceptada?,
Sabemos que al celebrarse una promesa de matrimonio,
se puede estipular una multa para el caso de que alguno de los
esposos se n i e p e a contraerlo. En tal evento, conforme a lo di+
puesto en e! art. 99, no podría demandarse la pena estipulada;
pero si ésta se hubiere pagado, no podría exigirse su devolución.
Nosotros nir: intentaremos, por ahora, determinar si los efe2-
tos recién señalados son o no los propios de las obligaciones na-
turales, y en tal caso, si estamos o no en presencia de una obli-
gación de esta naturaleza. Dejaremos de mano esta cuestión,
que ha sido bastante debatida en la doctrina, pero que no tiene
relación directa con nuestro objeto.
Limitándonos únicamente al punto de si dicha cláusula, por
( 1 ) M ~ n i ~ cSomarriva
l U., eTrataiio de las Cuucione~~,
pig. 10.-Santiago
t945.
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varios deudores O varios acreedores, y que tiene p6r objeto
una prestación que, a pesar de Ser divisible, p u d e exigirse to-
talmente por cada uno de los acreedores o a cada uno de los
deudores, por d~sponwloasí la ley o la voluntad de l a s partes,
en términos que el pago efectuado a uho de aquellos o por uno
de éstos, extingue toda la obligación respecto de los demás (1).
Esta cieí'inicibn es un tanto larga; pero es explicativa y fácil
ae comprender,
La solidaridad es pasiva, por otra parte, citando, s i e d o la
obligacikn solidaria, existen varios deudores y un solo acree-
dor.
Las fuentes de la solidaridad pueden ser la convención, ;el
testamento o la ley, y debe ser declarada expresamente en to-
dos los casos en que no la establece la ley. Así lo dispone el
art. 1511.
De ella se desprenden. lors siguientes caracteres: a) plura-
iidad de sujetos; b) unidad de prestación, y que ésta sea de co-
sa divisible; c) disposicibn de la ley o declaración de las par-
tes creando la solidaridad; d) se extingue la solidaridad y la
obligaciíin por el pago total efectuado por uno de los deudores
a uno de los acreedores.
97.-La Solidaridad Pasiva como garaiitia.-Como garantía,
la solidaridad pasiva es indiscutiblemente la más e b i w de to-
das las garantías personales, por regla general y en la mayork
de los calsos. El acreedor va a poder hacer afectivo el derecho
de prenda general en tantos p a ~ o n i o scuantos sean los deu-
dores solidarios, los que podrá elegir a su arbinio, según más
le convenga, y sin que a los deudores les sea licito oponer los
beneficios de divisi&? y de excusrón.
El carácter de garantía de la solidaridad aparece de ma-
nifiesto en s u grado más alto cuando la obligación se contrae
por personas q u e no tienen interés en la deuda, sino que con-
cuxren a ella para garantizar su pago.
98 - La Solidaridad Pasiva Legal.-En seguida entraremos
al estudio de los casos en que la ley establece que las obljgacio-
ncs de dos o más deudores con solidarias, por quererlo así la
ley, y a fin de tomar precauciones o seguridada en favor cie
ciertas personas que gozan de ciertos créditos, teniendo siem-
pre en vista el orden público. En todo caso, se crea con ello una
garantia o seguridad.
En el estudio de !cs casos de solidaridad pasiva establecida
por la ley nos limitaremos -muy a pesar nuestro- a aquellos
comprendidos por nuestro Gédigo Crvil, para cumplir con el
objeto de este trabajo y no extendernos demasiado. Natural-
mente, en la Constitución Politiea del Estado, en el Código de
Procerl~miento~iii'1,en el de Procedimjento Penal, en el C&
digo de Comercio, y en otros especiales, a más de otras leyes
que S- gran número, ce e s t a b l w tambibn la mPdaridad
pasiva legal.
También haremos referencia general a los ccass en que se
amplea el término o la idea de solidaridad pasiva en el Tíhilo
IX,'?Delas obligaciones solidarias'', que comprende los artículos
1511 a 1523, inclusive, título que tiene bastante importancia,
porque ceglamenta la institución y es de aplicacibn general.
99.-CODIGO CIVIL-"rt. 201.4biigados solidariamente
a la indemnización de perjuicios.-En el Tít-do VII, denomina-
do "De los hijos legitirnw concebidos en matrimonio", ~e con-
tiene el párrafo 4, "Reglas relativas al caso de pasar la rnrijer a
otras nuyclas", que ccnsta d e dos articules, entre los cuales se
cuenta el 201, que es el que nos interesa. Dice así este artículo-
"Serán obligados selidariamente a la indenmización de todos
los pe~juiciosy costas ocasionados a terceros por la incertidum-
bre de la paternidad, la mujer que antes del tiempo debido ~ X I -
biere pasado a otras nupcias, y su nuevo marido.
Para comprender la frase "la ~ u j e quer antes del tiempo
debido h-Ubiere pasado a otras nupcias", en lo que se refiere a
"tiempo debido", debemos recordar lo que dice el art. 128. cori-
tenido en el t í i ulo "De las segundas nupcias".
Establece lo siffüiente ese artículo: "Cuando un matrimo-
nio haya sido disuelto o 'declarado nulo, la mujer que está em-
barazada no podrá pasar a otras nupcias antes del parto, o (no
habiendo señales de preñez) antes de cumplirse Ics doscientos
setenta dias subsiguientes a la dis~~lucibrio declaracibn de ru-
lidad.
Pero se pcdrSx rebajar de este plazo todos lcs días que ha-
yan precedido i~mediatamentea dlcha disoluciQn o declaraci8n,
y en los cuatzs haya sido absolutamente imposible el acceso del
marido a la m d jer".
Ccmo vemos, este último articulo establece una prohibición
para l a a¿ijer cuyo matrimonio se Ea disuelto, por cualquier
causa, no pudknd0 Fasar a otras riupcias antes del parto, si
hubiere qcedado preñada, os antes de un plazo legal de doscien-
tcs setenta d í a , que se aplica por regla general.
Ahora blcn, si una mujer, q r d m d o comprendida en la sid
Zuacian ccntemplada en el art. 128, pacare a nuevas nupeias,
ccntravi~iendola yrchibición que se establece en este último
articulo, y durante el nrevo matrimonio n ~ e i e r aun hijo de du-
d o s paternidad por cuanto scg6.n las presunciones del caso po-
dria tener por padre tanto al primero como al segundo de-los
maridos, tiene apljcacián, en lo que se refiere a indemnización
de perjuicios ocasicnacIos a terceros por dicha inrertidzm?re, e1
art. 201 del lctccdigo Civil, eh el cbal, coma hemds visto, se cOn*
tiene e l término en estudio.
Del texto de este últirno articulo, que ya conocemos, se des-
p e n d e que quedan obligados al pago de las indemnizadones del
caso la mujer y mi nuevo mmiido, mlidariamente.
La solidaridad de esta obligación de indmpiizar la ha esta-
blecido el legislador como sanción a k mntravencián de una
norma que tiene carácter prohibitivo; y al mimo tiempo, a fin
de propamionar a los terceros, que con motivo de la incerü-
dumbre de la paternidad hubieran sufrido un daño, un medio
que garantice y haga más eficaz la correspondiente acción de
pmjuicios. Dicha acción, sn este caso, por disponerlo así la ley,
podrá ejercitarse contra la mujer o su nuevo marido, indistin-
tamente, y por el total de Ics perjuicios ocasionados.
100.-Art. 419.-Reponsabilidad salidaria de los tutores y
curadores que administran conjuntamente-El art. 419, conte-
nido en el título "De la administración de los tutores y curado-
res relativamente a los bienes", dice así en sui pr'mera parte:
"La responsabifidad de los tutores y curadores que administran
conjuntamente es solidaria". En seguida, este mismu artículo es-
tablece que cuando la acidnistracibn se ha dividido entre lcs
varios tutores G ouradores, cada uno de ellos responderá sok-
mente par sus propios actos, y par exceq>cih, en ciertos casos,
subsidiariamente por los actos de las otros tutores o curadores.
La responsabilidad de los tutores y w a d o r e s es solidaria,
como vemss, mando administran colnjuntammte. Es decir,
cuando existen dos o más tutores o curadores que ejercen una
misma tutela o curaduria, y no se ha dividido la administra-
cibn. En ese caso administran conjuntamente y su responsabi-
lidad es solidaria.
Al establecer la solidaridad respecto de la rqmnsabilidad
que pueda afectar a uno o varios de los tutores y curadores que
administran conjuntamente, el legislador ha creado una garan-
tía bastante eficaz para hacer valer los daños y perjuicios que
se hubieren causado por los guardadores en el patrimonio del
pupilo con mot :vo de su administración conjunta.
Además, esta disposición compensa en cierto modo la con-
fianza qw se deposita en la persona de los tutores o curadores
al nombrárseles para el cargo, estableciendose medio5 seguros
y eficaces para hacer valer las responsabilidades que a aquéllos
pudiera afectar en el ejercicio sus cargos.
Por otra parte, finalmente, dicha medida tiende a proteger
d patrirnor,~~ de un incapaz, a y a administración está expuesta
al fiesgo de c.wr en manos de personas que no cumplan su co-
metido .cama corresponde.
Por lo tanto, la correspondiente acción del pupilo puede di-
rigirse contra c-udquiera de las tutores o curadores que han ad-
ainistradt: e~njuntamente,aunque aquel contra el cual se dirige
ja acciOn no seú precisamente el guardador autor material de
los heshos ilicitos. Nada de esto último interesa para íos efectos
de haow vüler la obIigaciÓn solidaria de respender de los per-
juicios que se hayan causado en el patrimonio del pupilo.
101.-Arf. 549.-Responsabilidad soIidaria de los miembros
de una corporación, si se estipula expresamente la solidaridad.-
El art. 549, contenido en el Título "De las personas jurídicas",
en su primera parte, ccnfirma y recalca indirieidamente la idea
furidamenta1 de que la persona jurídica y los asociad% que per-
tenecen a ella constituyen personas jurídicas distintas; idea que
se manifiesta expresa y directamente, para el caso de la perso-
na juridica llamada sociedad, en el art. 2053, que define esta
institucih, y que dice así en suminc. 2Q: "La sociedad forma u?a
persona juridica distinta de los socios individualmente conside-
rados*.
En esa primera parte de1 art. 549 se establece que lo p r t e -
neciente a una corporación no pertenece ni en todo ni en parte
a ninguno de los individuos que la cmiponen; y recíprocamente,
las deudas de una corpo~a~ción no dan derecho a nadie para de-
mandarlas, en todo o parte, a ninguno de los individuos que
mmponen la corporación; ni dan acción sobre los bienes pro-
pias de ellos, sino sobre los bienes de la corporación.
Y m el inciso 29, .que es donde se enpIea el bina en
estudio, se agrega lo siguiente: "Sin embargo, los miembros
pueden, elopresándolo, obligarse' en particular, al mismo tiempo
que la corporación se obliga coleativamente; y la responsabili-
dad de los miembros será entonces solidaria, si se estipuIa ex-
presamente la solidaridad".
En la primera parte de este inciso 29 debernos observar la
posibilidad de que los miembros pertenecientes a una corporación
se obliguen con ella, conjunta o subsídiariamente; y de la SE-
e n d a parte debernos desprender la posibilidad de que esas in-
dividuos se obliguen solidarimente junto con la corporación.
En ambos casos debe manifestarse q u e se obligan particu-
larmente los miembros que componen la corporación; s:n em-
bargo, en el segundo debe agregarse que eUos se obligan soli-
dariamente. Es decir, debe estipuiarse expresamente la solida-
ridad.
Lo irltirno no constituye sino una confirmación del princi-
pio fundamental que informa la solidaridad y que se enuncia
la parte final del art. 1511. La salidqidad no nace sino en
virtud de una declaración expresa contenida en el testamento
o la convenei6n, o cada vez que el legislador así lo disponga ex-
presamente.
En el caso del inc. 29 del art. 549, mal ~ o d r í a nobligarse soli-
dariamente los miembros de una corporación, en consideración
a las regks generales que ul£orman la sulidaridad, si ella, en
cada caso, no se estipulara expresamente.
Finalmente, debemm reconocer que mediante el-pacto de
solidaridad ce establece en favor de los acreedores de la mr-
poración una caución personal bastante eficaz, que fcuvorece el
crédito de la corporación y que en algunos casos puede m s t i -
tuir la Única forma mediante la cm1 sea posible entrar arl re-
laciones contractuales con una corporación, las que muchas ve-
ees poseen escasos bienes.
102.-Art. 927.-Querella de Rertituci6n.- Obligados solida-
riamente a la indemnización de perjuicios.-El art. 927, conteni-
do en el Título '?)e las accimes posesorias", se refiere a la que-
rella de restitución, y establece lo siguiente: "La acción para la
restitución puede dirigirse, no &lo contra el usurpador, sino
contra toda persona cuya posesión se derive de la del usurpa-
dor por cualquier titulo".
Y agrega el inc. 29: "Pero no serAn obligados a la indern,
nización de perjuic;os, sino d usurpador mismo o el tercero de
mala fe; y habiendo varias personas obligadas, W s lo serán
insólidum".
El inciso lQ de este artículo establece quiénes pueden ser
obligados a la indemnización de los perjuicios que resulten de
haberse privado indebidamente a una persona de su l p m s i Ó ~
sobre bienes raíces o derechos reales constituídos en elles. Esas
personas son: el usurpador mismo y cualquier tercero de mala
fe que haya estado en posesión de la cosa w p a d a , derivando
su ,posesión de la del usurpador, por cualquier titido.
Se establece en el h e . 29 de este artiaulo 927 la respcnsabi-
lidad solidaria de las personas obligadas e irdeminizar, cada vez
que sean dos o más: "todas lo serán insólidum".
Por una parte, esta disposición constituye una sanción pa-
r a el usurpador y bs terceros de mala fe qzre le ñayan sucedi-
do, pues a la obligación de indemnizar los perjuicios se agrega
el hecho de quedar obligados en forma solidaria. En conse-
cuencia, al momento de ejercitarse la comespondiente &5n
de indemnizacic'tn de perjuicios, el obligado contra el cual se
dirigiere la acción se verá forzado al pago de lo q u e le pudiera
corresponder a él particularmente y en defiiiitiva, y al pago de
lo que correspondiera a todos los demás obligados a indemni-
zar.
Todos y cada uno de los obligados, por lo .tan$o, quedan su-
jetos al evento de ser forzados al pago total. Por eso decimos
que la solidaridad es, en cierto m d o , una s a n c i b q u e recae so-
bre los obligados a indemnizar los perjuicios de1 caso.
Por &a parte, es una garantía que establece la ley en fa-
vor del que injustamente ha sido privado de su posesión sobre
bienes raíces o derechos reales constituídos en ellos. En tal sen-
$!?o cckstituye aila c a u c i h personal en forma de solidaridad
pasiva, establecida por e1 le&Iador, que proporciona al per-
juldicado mayores seguridades para obtener en defiitiva la co-
rre~ondienteindemnización a que tuviere derecho.
103.-Art. 1281.-Responsabiticlad solidaria de los dbaceas,
cuando son varíos.-En el Título VIII, denominado ''De los eje-
cutores testamentarios", w ccuitlene el art. 1281, que dice así:
"Siendo muchos las albaceas, todos son solidariamente respon-
sables, a menos que el testador los haya exonerado de la soli-
da-idad, o que el mismo testador o el juez hayan CTi.vidido sus
atribucicnes, y cada uno se ciña a las qae le incumban".
Este articulo constituye un caso m&s de solidaridad pasiva
establecida por la ley, y que consiste en hacer solidariamente
respcnsaklts a los albaceas cuan& son varios y siempre que
no se encuantren en .alguno de los casos de exceprión que el
mismo artículo se encarga de señalar.
Por Io tanto, siendo varios los azbaceas, por regla genexal,
f d a s y Irada uno de eltos reqonden solidariamente de las ac-
tos u omlsfones da cualquiera de esos albaceas, conlo también
da las 03Egacimes propias de 10s ejewtores testamentarios,
que la prapia ley les señala.
Esta disposición contribuye a que los albaceas, siendo va-
rios, desempeñen d cargo debidamente y con el mayor cela, cui-
dando, por otra parte, que los demás hagan otro tanto. De lo
contrario mialquiera de ellos podrá ser forzado a l ru~nilimien-
to de las okligaciones del caso, totalmente, n o fmportando, para
&:S efe¿.:os, si el albacea contra el cual se dirige la accihn ha
sido precisamente el causante del daño o el obligado defini-
tiva.
POTd r a parte, esta solidaridad establecida por disposición
de la ley, rcnslituye una garantla que se otorga en favor de los
herederos, Iegat arios o fideiccrinisarios, pos sus derechos actua-
les o eventuales, respectivamente.
Pcr rtgla general, esta garantía recaerá en favor de los he-
rederos, p5es ellcs ejercitarán la acciún en contra de loa res-
yoncables solidarios, reclamando y exigiendo el a~mplirnimto
ce! total ¿le la obligaci6n.
Del mirm3 modo, por regla gene~al,éllos serán los más
interesados en e1 fiel y exacto cwnplimiento de las obligacio-
nes de lcs albaceas, y en tal sentido en ellos recae especlalmen-
te el kentficio de la solidaridad,
104.-Arts. 1514, 1515, 1516, 1517, 1518, 1519, 1520,
1521, 1522, 1523, y 1526 inciso 19-Disposiciones que se r e f i e
ren a la solidaridad pasiva en gened.-Los articulas citados,
contcnido~en el Tít~113IX "De las oblipclones sdidariasH, a
c'el último, qife queda comprendido en título s i g ~ e n -
te, ''De 12,s OLligacionec divisibles e indi~$sibles",diwn rela-
dón con la soiidaridad pasiva en gmeral y se encaTgan de es-
tablecer sw afectoc. NaZUrahente, se trata de djcfposiciones
fundamentales, de interés y de aplicación general.
Sin embargo, no entraremos al estudio de cada. una de ellas,
por cuanto eUo ímportaría un estudio directo de la coIidaridad
pasiva en sí misma, y no en cuanto representa una especie de
",garantía o seguridad", aual es nuestro aetual propósito. Nos
remitimos, en consecuencia, a lo di&o al empezar nuestro es-
tudio sobre la solidaridad pasiva.
105.-Art. 2189.-Comodato.-Responsables solidarios, cuan-
do son varios los comodatarios.-El =t. 2189 está contenido en
el título denominado "Del eomodato o préstamo de uso'', y dice
así: 'Si la casa ha sido prestada a muchos, todos son -lidaria-
mente responsables".
En este artículo se dice que las obligacicnes que nacen pa-
na los comodatarios, siendo vmios, son solidarias, no distir-
guiendo SI se trata de obligacioilec nacidas para estos Altimos
al mornena de celebrarse el contrato, o si se trats de obliga-
ciones nacidas para los mismas con posterioridad a ese mcimen-
to.
Si la Ic-y no distingue, a nosotres tampoco nos correspnde
hacerlo, aplicando un conocido aforibmo. Luego, quedan com-
prendidas todas las obligaci~cnesque nazcan para los comodata-
rios al mornento'de celebrarse el contrato o posteriormente, las
que, como sabemcs, por disposición de la ley, serán solidarias.
Diohas obligaciones pueden ser varias; pero entre las más
importantes se cuenta la obligaciCin de indemnizar al cumodan-
t e por los deterioros que haya sufrido la cosa, o por su pérdida.
Bien sabemos que en el caso del ~ r n o d a t oel deudor responde
hasta de la culpa levisima; ello conforme a 10 que dispone el
art. 2178.
También puede naces para los comodatarios la obligación
d e indemnizar al comodante de "todo perjuicio" que se haya wa-
simada con motivo del empleo de la cosa en nrn uso distinto
del convanida 0,s falta de canvención, en un uso distinto del
ordinario de las casas de su clase, conforme b establece el art.
2177.
Con todo, sabemos que la única obligación que nace para
el o los cmmdatarios al m3)unmto de celebrarse el contrato es
la de restituir la casa prestada en el tiempo convenido, o a fal-
rta de convencih, después del uso para que ha sido prestada,
ain perjuicio de podérsele obligar a la restitución aún antes de
las épocas indbcadas, si aconteciese alguno de los hechos que
señala el art. 2180.
Por lo tanto, esta obligación de restituir es la única qt?e
nace al momento de celebrarse el contrato, y la única que de-
berá nacer en cada caco. Las demás son eventuales; pvede ocu-
rrir que no lleguen a exi.stir.
Ahora bien, siendo varios los comodatarios, jcbmo se exí-
gkia esta obligaiiCm de restituir, y qué efecto prodnciria la so-
lidaridad d e esa obligacith que corresponde a los vari0.s corno-
claterios?
S&Ún Ssmarríva ( 1 j esta obligación de restituir, siendo
varios los comodatarios, jamás puede en el hecho ser solida-
ria, Faes 'dicha .obligación, a juicio de ese axtor, tiene el carác-
ter de Indivisible por disponerlo así el N9 29 del art. 1526. En
consecuencia, sjIo "el comodakrio que poseyere el objeto dado
en ,ccmadato estaría robligado a entregarlo al comodante". A
erntrerio sensu, los demás no tendrian tal obligación, no pu-
6i~nctoE n tal caro existir obligación solidaria.
Ccnlo ccnroc~.?er-,cia&e esto, y siendo la 0bligari9.~referi-
da la biUc3 -re recasria sobre el o 10s .con>odatariosa juicio
de Somsrrisra, r,o ter,&ia aplicación la respsmabliidad solida-
ria que estabiece el Código en este caco.
A nuestro juicio; to,doc y :cada uno de los cornodatarios e-
tán obligados a restituir, solidariamente.
Por ser la resl-itucih una obligación que nace con m~otivo
dc la celebzación del contrato, obliga a todo c~modatario.Más
i~¿~ciavia, si son varios los comodatarios, Ia obligación de resti-
tuir *es solidaria, l;c>rque el art. 2189 &,mqzie "si la coza ha si20
prestada a mucl,,os, todos s c : ~soIIda~jzn~ente
-.
responsaklcs". d ~ s -
l:90ricióil que no p e c e ser m i s clara.
E1 ~ i o f e z o rEcmarriwi, sin embargo, c m o acabamos de
'
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ir atrás
CAUCIONES REALES
PHENDA - HIPOTECA - ANTICBESIS
124-Generalidades-Las cauciones reales tienen por obje-
to afectar un bien determinado al cmplhiento d*euna obli-
gacián, bien mueble o inmueble, de propiedad del deudor prin-
cipal o de un tercero.
Las cauciones reales denominadas prenda o hipioteca otor-
gan al aicreedcr el derecho de peweguir en manos de quien sea
el bien dado en garantía y de pagarse preferentemente con el
producto del remate, valor de la expropiaci6n o monto del
seguro.
Así el acreedor queda a cubierto de la enajenación que del
bien pueda hacer el deudor, ya que puede perseguirlo en ma-
mas de terceros, o de las d a d a s que contraiga y puedan colo-
carlo en estado de insdvencia, pues goza de preferencia para
el pago de su crédito.
"Efi otros t k d n o s , esta clase de garantfas elimina la in-
mficiencia que, aunque en menor escala, p u d e presentarse en
los ca.50~de cauciones personales. Contribuye a proporciona-,
pues, una mayor tranquilidad acreedor" (1).
Las caucicnes reales más características con la prenda y la
hipotec?. Hermanadas en su origen, diferenciadas después, en
la actualidad presentan líneas de demarcación cada vez más
sutiles.
En efecto, teniendo ambas su origen en la e n a j w c i o n
con pacto de fiducia y en e1 pignus, desrpués se separan, carac-
teriz+dose: la hipoteca por referirse a los inmuebles, que que*
dan en poder del deudor, y la prendz por aplicarse a los mue-
bles, que deben entregarse a l acreedor" (2).
"Estas dos garantias reales por excelencia, como vemos,
tienen un origen común, no siendo en los primeros tiempos dos
instituoiones diferentes, sino una sola. Despues se van diferen-
ciando: prheramente'en que la hipoteca dejaba los bienes da-
dos en garantia en p d e r del deudcr y la prenda fos hacía pa-
sar For las manos del acreedor; y con posterioridad, en cuan-
.to a los bienes sobre que recaían estas garantías: la hi~otecñ
(1 1 B ~ x ~ I I : PSornarrivu
I U. Tratado de 1s.i C~uovnes,?&g. 10,-Santisgo 1943.
(2) SIismr cita :raterior,
sobre los inmuebles y la prenda sobo% los muebles. Estas ca-
racterísticas de ambas instituciones las cont;aigirui las b a l a -
ciones tanto del siglo p a d o como del presente" (1).
"Hoy en día estas características, por otra parte, no son ex-
clusivas, pues hay hipotecas s o i b muebles, como la que recae
sobre naves, y prendas en que los bienes quedan en poder del
deudor, como acontece en las prendas sin dqlazamiento, de
más reciente creación y que nacieron para satisfacer im@t)l-
sas necesidades de la vida práctka; tales como la prenda agra-
ria, la industrial, la que nace del contrato de compraventa de
cosas muebles a plazo, etc.".
"Pero estas distinaones que acabamos de anotar, json de
la esencia? En cuanto a que la hipoteca se aplique a los bie-
nes raíces y la prenda a los muebles, no puede sostenerse qxe
así sea; prueba de ello es que las naves, consideradas unánime-
mente por la doctrina y el legislador como muebles, son
susceptibles de hipoterrarse".
"En cuanto a qce en la prenda sea forzoso el desplaza-
miento, podernos afirmar otro tanto. Hcy en día las prendas
sin desplazamiento mn mzy corrienDrs y gozan d d favor del
legislador, qx7e gustoso las ha acqtado por razones de conve-
niencia práctica".
Algunos autores cpinan lo ccjntrario a este último respec-
to. Así, Flaniol (2) estima que la entrega de la m a al acre?-
dor en la preric'a es de la eseiicia de ella, y por esu a las pren-
das sin deq1;lazamicnto las llama hipsteczs mobiliarias.
Refiriéndose a eEüs manifiesta: "Tales innovaciones Fue-
den ser bnenas o Útiles; ~clarnenteque el 1egis:ac'oi se equi-
voca: eso no es prenda bajo ningún aspecto: son hipoteiras mo-
biliarias que no confieren más q w el derecho de preferencia.
Es atribución d d legislador cambiar las condiciones de va-
lidez de un acto; pero no puede desconocerse las definiciones
científicas que dependen de la sola razón".
Y agre* a este respecto Somrriva: "Pero la mayoría de
los autores disccerdan de este modo de pensar. As:, Co!ln ct
Capitant, refiRéndose a las ideas de Planiol, d i lo siguien-
te: "Nosotros no c m ~ a r t ~ semejante
os parecer. En resumi-
das cuentas. nada se cpone a la creacX&n de una prenda sin
deq!nzmiento, y avn diremos más: la constitución de un de-
recho sal sobre un objeto, sin tradición, está c e n f m e con
los principios de Derecho" (3). D e s p é s agregan: "En absoluto
(1) Manuel Sornarriva U. Tratado de Iira Cauciones, p6g. 203.4antiago
----.
lQ42.
(2) Trait6 Elernentaire de Droit Civil, t. 2.0, N.o 2405, pkg. 745. Citado por
Manuel Somarriva U.
(3) Sin dudn, Colin et Capitant ae pone en el cano especial del anteins qua si.
giic d l G6.iigo Civil franc6a.
ir atrás índice
ni inquietan las garantíais, >xri&des o cauciones a quien
cumpla debidamente sus obligaciones y está amtumbrado a
hacerlo así.
F) También se habla del "de~exhode prenda general". Con
&lo no se quiere dar a entender que se trata de un derecho real,
como 10 es el de prenda. Es, sin embargo, una q e s i ó n con-
sagrada por la doctrina, que no ~epwSen5ziO t r a cosa que el de-
recho que tiene .todo acreedor de perseguir la ejecucib forza-
da de la obligación sobre todos las bienes raíces o muebles del
deudor, sean presentes o ktusos, e x 1 3 e i ~ d msolamente los
no embargables. Nuestro Código C i d , como sabemos, reconc-
ce especialmente este derecho general de prenda en su art. 2465.
127.-Definicih de la prenda, eomo contrato.-SegÚn So-
marriva (l), la definicih que da nuestro C X i g a en su art. 2384
podría completarse de la siguiente manera: "Por el contrato de
empeño o prenda se entrega una cosa mueble a un acreedor
para la seguridad de su credito, dándole la facultad de vender-
la y pagarse p&ferentamiente con el producido de la venta si
el deudor no cumple su obligación".
A juicio del autor citado1 esta defin:ción, a más de com-
pletar la que da el Codigo, alcanzaría igualmente a las prendas
sin desplazamiento, siempre que la palabra entrega compren-
da a la vez tanto la entrega real como la simbólica, ya que la
inscripción del contrato de prenda de esta especie en los dife-
rentes registros no constituye otra cosa que una entrega sim-
bólica.
128.-Características de la prenda c m contrato:
A) Es un contrato accesorio, p r q u e tiene por objeto garan-
tizar una obligacih prinaipal. Por lo demás, lo confirma el
art. 2385, cuando dice que "el contrato de prenda supone siem-
pre una obligación principal a que amede".
3) Es un contrato m i l a t a a l , porque de él emanan obli-
gaciones sblo para izno de los contratantes, para el acreedor
prendarioi cbligación que consiste en devolver la cosa dada en
prenda una vez que el deudor haya cumplido toidmente !a
obligación ~rincipala la cual accede la prenda.
Requisitos del contrato de prenda.-Debe cumplir con los
requisitos genmales inherentes a todo dsntmto, y con los es-
peciales que se indican a continuacl6n:
A) Puede empeñar una cosa sólo quien tiene f a d t a d de
enajenarla, según lo dispone el art. 2387.
B) L a entrega de la cosa que se da en prenda, tratándose
de la prenda cidl.
- C ) Cosa susceptible d e darse en prenda. Sólo los bienes
(1) Tratado de Iaa Caucimeu, p6g. 205. Afiv 1943.
muebles, preentes, n o futuros, pueda darse en prenda. Las
cosas i n c o ~ o r a l ~ , decir, 1% derediios o créditos, w i E n
pueden darse en prenda.
129.-Características de la prenda cierno derecho red."a-
kmnos qne la ~ r m d a es uno de Iw derechos reales que reconn-
ce el Cádigo en su art. 577, que se encarga de definir el dere-
cho real como "el que tenemos sobre una cosa sin respecho a
determinada persona" y que tennina .por enumerar bxativa-
mente los derechs reales, entre los cuales se cuenta, repeti-
mos, el de prenda.
A) Es un derecho real mrreble, porque "los derechos g ac-
ciones se r e ~ u t a nbienes muebIes o imuebles, según lo sea la
fosa en que ha de ejercerse o que se debe. Es así que la WWL-
da no puede recaer sino sobre bienes muebles por dispo6ció.n
de la ley; lulego el respectivo derecho será simprie mueble.
3) Es m derecho privilegiado, por mandato de Ia ley.-
El de~echoreal de prenda Uwa consigo una ventaja que aprc.
v.echa al acreedor prendario. De pmol le valdría al acreedor po-
der perseguir la cosa en manos del deudor o de terceros si pa-
r a pagarse de su cr&ito, en presencia de otros acreedores y
siendo insuficientes los bienes del deudor, no contara con una
prefereilcia para el pago.
Es así c o m se ha establecido que e1 acreedor prendario
goza del privilegio de 28 clase sobre la cosa dada en prenda.
Privilegio llamado especial por recaer sobre un bien deter-
minado, y que be permite a1 acree.dor pagarse preferentemente,
según lo dispuesto en el título denominada "De la prelacih de
créditos''.
3%- por eso que se ha dicho que d derecho real de prenda
es un derecho priviIegiad~en manto Umra concigo U n privile-
gio por dispo&cibn de la ley, aunque estrictamente es el créd:-
to correwmdiente el privilegiado, y no el derecho.
Naturalmente, el Iegisador a1 mear un privilegio de 2." cla-
se en favor del créditol del acreedor prendano tuvo en vista
proporcionarle a aquél un oognplemeato útil del derecho real
que le permite perseguir la cosa en manos de quien se encuen-
tre. Pero ello no nos au~brizariapara decir que e.L derecho real
es el privilegiado, en vez de deuik que es e1 crédito correspon-
dien te el priyilegiado.
Nosotros hemos incluido el privilegio del crédito corres-
pondiente entre las caracterfsticas del derecho real de prenda
porque ello nos permite reunir t o d a las caracterkticas pro-
pias de él, y ademas nquelios compIementos que el legislador ideó
dentro del sistema general y que, en definitiva, dan por re-
sultado m a sólida garantía o seguridad en manos del acre=-
dor prendario, aspecto que evidentemente nos interesa.
C) Indivisíbilidad Be Is prenda.-Es pr& distinguir dos
aspectos en la indivisibilidad de la prenda:
lQ La prenda en sí misma, el bien considerado en si mis-
m, es indivisible. Todo e1 bien y cada una de sus partes, si s
hubiere dividido, responden del monto total de la obligación
que se garantiza, o de algún saldo incduto de ella, si la hubiera.
Todo el bien fntegramente o todas y cada una de las parteo en
que @ehubiere dividido, responden de Ia obligación.
Por consiguiente, si la cosa pasare íntegramente a manlis
de un tercero o todas o algunas de sus partes pasare a manos
de otras personas, es posible perseguir toda la msa o todas y
cada una de sus partes.
De tal manera que en virtud de este primer aspecto del
principio de la indivisibilidad de la prenda, prácticamente re%
ponderán de toda la obligación garantizada o de un saldo inso-
luto de ella, todo el bien dado en prenda y todas y cada una de
sus partes.
Y del hecho de que la prenda garantiza d total de la obli-
gación asegurada o de cualquier saldo úisoluto, se desprende
que, prácticamente, no podrá extinguirse el derecho real de
prenda mientras subsista la deuda íntegramente o en parte,
aunque el saldo sea ínfimo.
2Q El segundo aspecto de la indivisibilidad de la prenda
dice relación con el carácter que kit indivisibilidad ;Le imprime
a la correspondiente acci0n.
Así como todos los derechos están provisltas de su m e s -
pondiente acción, del mismo miodo lo está el de prenda, la que,
además, por así disponerlo el legislador, tiene el carácter de in-
divisible.
¿Y en qué consiste la in&ivisib.ilidadde la acción que m a -
na del derecho real de prenda? qu.6 consiste la indivisibi-
lidad de Ia acción que en definitiva tiene su origen en el cm-
trato accesorio de prenda?
Consiste tal indivisibilidad en poderse perseguir la cosa,
--en el legítimo ejercicio del derecho de persecución que lle-
va aparejado el dereaho r e d de prenda- íntegramente o en
alguna de sus partes, para cubrir hasta d monto total de la
deuda garantizada o su parte hsaluta, según fuere del caso.
JaPniás podrá dividirse k acción que persigue la rwpnsa-
biIidad de la cosa, sea porque se persigue una o más partes de
la cosa, sea parque ella ha pasado a poder de dos o más perso-
nas. Nunca podrá alegarse un beneficio de división directa-
mente a fawr de la cosa dividida, ni tampoco podrá d e g a ~ s e
un beneficio de división directamente en favor de los varios
~oseedoresde la ccsa gravada.
Ello resulta así como consecuencia de perseguirse la res-
pombrlldad, de la cosa, y que mcid exz virtud del contrato y
la respectiva tsadiu6n -no la re~~ponszbilidadpersonal de al-
gún obligado-, y d d carácter indivisible del bien mismo, de
la m i m a prenda, Iia vimos al referirnos al primer aspecto
de la indivisibilidad.
La ddrina expuesta en shtesis sobre Ja indivisibiIidad
de la prenda se desprende, dentro de nuestra legislación, del
contexto de Ios a r ~ o 1526,
s N9 19, 2396 y 2405 del Código
Civil.
130.-La prenda en cuanto representa una garantía o se-
guridad para d acreedor prendario.-De todo lo dicho se des-
prende que la prenda -ceilebraao el contrato y lLevada a cabo
la entrega real 0 simbólica-, representa una valiosa y eficaz
garantía o seguridad para el acreedor.
Constituyen verdaderas seguridades dentro de la mismz
prenda y según b h m o s visto:
a) El derecho a pedir que se venda la prenda en pUb.Iica
subasta para pagarse con el producido;
b) El derecho de persecucib de la cosa en manos de ter-
ceros, como c o m e n c i a del carácter real de1 derecho de pren-
da;
c) La preferencia de qrre goza e3 crhdrito del acreedor pren-
dario para m pago en caso de concurrir otros acreedores y sien-
do insuficientes los bienes del deudor para ;pagarles íntasra-
mente a todos;
d) La indivisibilidad de la prenda, que, según hemos vis-
to, rqorta apreciables ventajas tendientes a la mayor eficacia
de la cerrespondiente acción.
1 3 1 . 4 Ó d í g o Civil.-Arts. 577, 2384, 2388, 2389, 2390, 2391,
2392, 2393, 2394, 2395, 2396, 2397, 2398, 2401, 2402, 2403, 2401,
2405, 2406, 2407, 2474.
Para el estudiicr, de los casos en que se emplea esta expre-
si& en el C M g o Civil, clasificaremos los m k m o s seg.jirn 10s
diferentes puntos de vista desde las cuales puede tamrse 13
palabra penda.
132.-A) Prenda, derecho red de .- ArQ. 577, 2396 inciso
29; 2405, 2406, 2407.
Art. 577. Derecho red de prenda.-El articulo 577, cante-
nido en el párrafo "De las cosas incorpralec", y pertieneciente
al título 19 del Libro II,denominaid'o "De Ias varias clases de We-
nec", dice como sigue: "Derecho real es el que tenemos sobre
una cosa detenninada sin respecto a determinada persona".
"Son derechos reales e1 de d&~, el de- herencia, los de usu-
Fmcto, usa o habitacih, los de d d b l m b r e s activas, eI de
~ r e i l d ~ya el de hipcteca. De es@ d e r d ~ o snacen las ac@iixnes
r~ales".Com-. %-anos, el propia Código incluye entre los derc-
C::ZF I-CPICS a l de prenda.
L a prenda, coxm derecho real, nace para. el acreedor pren-
dario al momento de la entrega de la cosa sobre la Cual se
constituye prenda; entrega que puede ser real, tratándose de la
prenda civil, o simbólica, si se trata de alguna de las prendas
llamadas sin desplazamiento, y en cuyo caso la correspondien-
te inscripción en los Registros especiales de la prenda, repre-
senta la entrega simbólica de la cosa.
La entrega de la cosa, en el contrato de prenda, es un re-
quisito para que se entienda perfeccionado el contrato, y antes
de llevarse a cabo, el contrato aún no está perfecta. Así lo coti-
firman los artículos 1t43 y 2386 de nuestro Código, que guar-
dan armonía entre sí.
Sin embargo, la entrega de la cosa a l acreedor no desempe-
ña únicamente el papel de requisito esencial para el perfec-
cionamiento del contrato. La entrega también importa tradi-
ción del derecho real de p r a d a , que existiendo en calidad cic
facultad en potencia en manos del deudor prendario, es trans-
ferido por éste, en dorninio, al acreedor suyo. Tratándose de
'la prenda civil dicha traaciácn está representada por la entre-
ga real o manual de !la cosa mueble sobre la cuaJ se wnstituye
prenda, y si se trata de alguna de las modernas prendas lla-
madas sin desplazamiento o con registro, la respectiva inscrip-
ci6n en el registro especial constituirá tradición.
Todo ello se desprende claramente, en general, de nuestrn
sisteuria de adquisicibn de los derechos reales, en el cual es
preciso distinguir entre título y modo de adquirir, y, especia:-
mente,' de lo que dispone el inciso 29 del art. 670, artículo que
se encarga de dei'inir la tradición y que termina dici,endo coma
sigue: "Lo que se dice del dominio se extiende a todos los de-
reichos reales", entre los cuales, c m o sabemos, también sc
cuenta el de prenda.
Por lo tanto, el derecho r e d de prenda nace en el momen-
to de la entrega de la cosa, sea ésta real o simbólica.
Art. 2396, inciso 3Q-Dice que "si el acreedor abusa de ella
(de la cosa), perderá su dereche de prenda, y el deudor podrá
pedir la restitución inmediata de la cosa empeñada". Lo que
pierde el acreedor, e m o vemos, es su derecho real de pren-
@a, y desde ese punto de vista, está tcunada la palabra prenda
en esta disposición.
Art. 2405.-Ya vimos en qué consiste el principio de indi-
visibilidad de la prenda, y dijimos también que el art. 240.5
era una de las disposiciones que consagra ese principio en nues-
tra legislación, haciéndolo aplicable a la prenda. El artículo
empieza enunciando la norma general, y luego k explica, co-
y ue continúa diciendo: "'<Enconsecuencia, el heredero.. .,
etc. El enunciado dice así: "La prenda es indivisible".
La palabra grencia está tomada aquí tantio en el sentido
de m a dada en penda como en el sentido de defecho de pren-
da. Y decimos que tambibn en este U r k o sentido, porque el
principio de la indivisibilidad de la acclón que nace en Wtimo
término del contrato accesorio de prenda, debe neoesariamente
arrancar d d dereaho correspondiente, o sea del d e r e o de
prenda*
Luego, en el a s o d d art. 2405, d término prenda está to-
mado tambih en el sentido de derecho real de prenda.
Art. 2406.-En él taznbien se emplea la palabra prenda en
d sentido anotado. Dice así ese artículo en. su primera parte:
"Se extingue el derecho de prenda por Xa destrucciún completa
de la caca empeñada')
Art. 2407.-Wicado en el titulo d e n m s n d o "De la hipote-
ca'', dice c m sigue al definir la institución mencionada: "La
hipoteca es un derecho de prenda, constituído sobre irmuebles
que no dejan por eso de permanecer en poder del d d m " .
33) Prenda, Contrate de.-- Artsl 2384, 2385.
El art. 2384 es e1 artículo m que se inicia d tituito deno-
minado "Del contrato &e prenda", y empieza diciendo que "Por
el contrato de empeño o prenda se entrega una cosa mueble
al acreedor para la seguridad de su crédito.
Art, 2385.-Dice como sigue: "E3 contrato de prenda supo-
ne slempre una obligaciiin principal a que accede".
Tanto el artículo 2385 m o d a.3. 2384 emplean el tér-
mino prenda, como vemos, en 61 sentido de contrato de prenda.
e) Prenda, cosa coworal rr incorporal que se da en prenda.
-Art~. 2384, 2386, 2389, 2390, 2391, 2392, 2393, 2394, 2395, 2396,
2397, 2398, 2401, 2402, 2403, 2404, 2405, 2424, 2474.
En todos los articulas citados se emplea la palabra e31 el
sentido de cosa dada en gasatía para la seguridad de un cré-
dito, en calidad de prenda.
así, para refer-s a BI,~I.UIOSde &S CamS, d inciso 29
del art. 2384, dice que Ula rosa entregada se prenda''*
dmo&rándonos esto que & propio Cbdigo le da bmbién
nmbre de prenda a la cosa que se 'da en ~ m d a r que*
conno sabemos, pusde ser ~XI~JO ~ l p a ~ m od i n ~ ~ ~ a l .
ar/aart. %M, comprendido también entre m& a r d a ci-
tados, w i e z a diciendo que "Si Xa prenda no ~e*ece al que
la constituye, sino a ~XTCCZ'O que no ha e o m t i d o
empeño", etc.
El art. 2474, mntenido en el titulo denominado ' D e la p*-
ladón de créditos", dice en su n h e r o 39 como sigue: "E3 acree-
dor prendario sobre la prenda", o sea, subre la cosa dada en
prenda.
D) Prenda, garantia.-Ats, 2388, 2389.
El art. 2388 dice a&: "La prenda puede constituirse no S Ó ~ Q
por el deudor, sino por un tercera cualquiera, que hace esta
ir atrás índice
Y agrega el autor recién citado ea su interesante oba, lo
siguiente: "Hamos definido k hipdeca c m n derecho real y
no como contratu, ,porque si bien por lo gene~al tie-
ne ambos caracteres, no siempre ocurre así, pues pue-
de existir como derecho sin que haya contrato, como pasa en
k hipoteca legal contemplada en el art. 662 del C a i g o de
Procedimiento Civil", y a m o también ocurría antes de la dic-
kei6n del Cbdigo Civil ~espectode las demás isptecas lega-
les de carácter general, que afectaban a todos los bienes del
deudor, y que fueron suprimidas por Último Código (1).
"Por <otra parte -agrega el mismo autor-, el legislador
tampoco la define cono contrato; ya que la equipara a una es-
pecie de derecho de prenda". Además, c a k advertir que D.
Andrés Bello, en el proyecto de 1853, en su art. 2573, definía
la hipoteca destacando su carácter de derecho real".
"Si la hipoteca es un derecho real, quizás habría sido más
1~5gicoque el legislador, tal cozr,o lo hacen 1cs Códigos más mo-
dernos, se h~lslrraocupado de elIa al referirse a esta clase de
derechos, en el Libro 11, por ejemplo, a continuación de las
servidiimbres".
Sin embargo, la ubicación que tiene dentro de los contratrs
se justifica, tanto por una razón histórica -ya que esa m i s m ~
ubicaribn tiene en el CGdigo Francés- cuanto porque m e1
Código C i d Ia hipoteca es siempre de origen m n t r a b l . El
Unico caso de hipoteca Iegal que subsiste denfko de nuestra le-
gidaci6n existe (dentro del Código de Procedimiento. Civil, que
se dictó muchos años después".
137.4aracferísticas del de-O real de hipoteca.- A), Es
m derecho real inmueble, porque recae siempre cobre inmue-
b l e ~(salvo la hipoteca sobre naves), en 10 que se diferencia
mbstanciahente de la prenda. Y recayendo sobre inmueblec,
el respectivo derecho real, conforme se desprende del art. 580,
deberá ser inmueble.
3) El dereciho real de hipoteca es un derecho preferente;
fleva coilslgo una preferencia para el pago d d crédito garznti-
zado, preferencia que también tiene el nombre de hipoteca.
Así, el art. 2470, ubicado en el titulo "De la prelación de cré-
ditos, empieza diciendo que "Las causas de preferencia son so-
lamente el privilegio y ;la hipoteca".
C ) Otorga al acreedor el derecho de pedir que el bien hi-
potacado se venda para que can el pmducido se le pague. Así
(1) El profesor don Fernando AIessmndri también d~fine1s hipotaca m
mo un derecho real. Lo hace de le eigniente manera: "Em un derecho
real que se confiere s un acreedor sobre un inmueble, de onya poseaión
no es privado ru dueiio, para aeegurar el cumplimiento de una obiigacidn
princíprti y en virtud del cual el acreedor, al vencimiento de dicha obli-
gncibn, puede pedir que la finca gwrsds, en cualesquiera msnoa que ae
encuentre, se venda en pdblica subasta y ee le pague con su producido
con preferencia a todo otro acreedora. *Lshipo leca^, hleniorla, 1919.
lo d a a entender daramente el art. 2424, que dice cm10 m e :
"El a c r e d u ~hipotecario tiene para Jiaeerse pagar sobre las
cosas hipotecarias los mismos derechos que el .acreedor pren-
dario sobre la prenda". h i;u! vez, el art. 2397 se encarga de fi-
jar Jos efectos del m cuznpilimiento de la obligación por el deu-
dor principail, respecto de la prenda.
D) Otorga al acreedor el derecho de persecución de la finca
;hipotecada en manos de quien se encuentre. Es una facultad
que se desprende del carácter red del derecho de hipoteca.
Nuestro Código contempla este derecho de persecución espe-
cialmente en el art. 2428, que empieza diciendo como sigue:
"La hipoteca da al acreedor el derecha de perseguir la finca
hipotecada, sea quien fuere el que la posea, y a oualquier títu-
lo que la haya adquirido".
E) Indivisibilidad de la hipoteca.-Es una caracterfstica
fundamental y de suwa interés, similar a la indivisibilidad d e
la prenda. EL principio está contemplado, para el caso de In
hipoteca, en d a r t k d o 1526, NQ 19, y especiahnente en el ar-
ticulo 2408, que dice m í : "La hipotaca es indivisible. En con-
secuencia, cada una de las cosas hipotecadas a una deuda y
cada parte de ellas son obligadas al pago de toda la deuda y
de cada parte d e idla".
ESn cuanto al concepto y breve explicación de la indivisi-
-
bilidad, en general, nos remitimos aloexrpresado en el JP 129 C.
a;obre este mismo punto.
138.-Ia hipoteca en cuanto a garantía o seguridad para el
acreedor hipotecario.-Las características del derecho real de
hipoteca que nace al monnenk de inscribirse la correspondien-
te escritura phblica, significan otras tantas garantías o segur;-
dades para el acreedor hipotecario, p s todas ellas tienden a
ese fin, terminando POT hacer de esta caucih r e d uno de los
medios más seguros y más mpleados en la práctica para garan-
tizar el cumplimiento de Ias obligaciones-
El dereaho r e d de hipoteca en manos del acreedor hipte-
cario significa para este último una sólida garantía de su cré-
dito, en cuanto le concede tres facultades principales, como ya
hemos visto:
a) La de pedir la venta de la c m hipotecada, contemplada
en los arts. 2424 y 2397;
b) La de persecución de La casa en snams de quien se en-
@entre a que se refiere el a d . 2428;
c) La de pagarse preferentemente can el producido de la
subasta, el monto del seguro o precio de la exprcpiación
por causa de xtilidad pública, de la finca hipotecada. fac~iltad
estableciCa en lcs arts. 2422, 2470 y 2477 del Código Civil. 555
del CCdigo de Ccmercio y 1101 del Código de Procedimiento Ci-
vjl; y
d) Fimhente, la indivisibilidad de la hipoteca, a que ya
hemos hecho referencia, constituye también una garantia o se-
guridad que c q l e t a el conjunto de seguridades que es poci-
ble distinguir p r separado.
139.-EvoIuciGn que ha sufrido en Ia práctica el empIeo del
contrato de hipoteca.-Sin embargo, antes de entrar al estudio
de los cases en que se elnplea la palabra hipoteca en nuestro
Cód~goCivil, diremos algo sobre el ew-pleo que actualmente se
hace en la práctica del contrato de hipoteca y el cierto desp~la-
zzm:ento que ha sufrida en los iiltimos años.
Dekmcs emFezclr por recordar que en una época anterior
a ect;i fecha en unos veinte años, la fol-twla inmobiliaria en el
m ~ ~ n d37o especldmente en los paises de América Latina era
inuy s u ~ e r j o ren voluúr~eny en valor a la krtuna mobiliaria.
Sin evibargo, hoy día se han invertido los papeles. Es Ta
fr:rfi~r>amobiliaria la que ha super-ado a la inmubiliaiía, y con
tenc'cilcla a ser cada vez más marcada fa dXerencia de valores
y volumen totalt?s que existe entre ellas.
De esto se decprende 18gicamente q u e en otro tiempo, sier-
r'o maycr la fortuna inmobiliaria y consistiendo los bienes de
10s particdares especialmente en cosas inmuebles, las deudo-
res o propietarios de esos bienes ofrecían en garantía, e n 1%
mayoría de los casos y con relativa facilidad, bienes de esta
especie, ya fueran propios o de un tercero. Hoy día, por el con-
trario, por ectas mismas razones, m s e ofrecen hipotecas tan
a menudo ccmo actes para Ia seguridad de un crédito.
Por otra parte, jnnto con haber ido aumentando paulatina-
mente el volumen y valor de la foftuna rnobiliaria, se han ido
creando nuevos medios de garantizar las obügaciones, prácticos
y a tcno con la é p a , que oborgan verdaderas facilidades o
ventajzs aJ. propio d a d o r , y que, por el conbario, Ie propor-
ciorian ail acreedor mayores seguridades y mayor facilidad pa-
ra redizar la especie dada en garantia. Esas garantías, final-
mente recaen sobre iniuulbles o valares'micibiliarios.
h t r e nosotros, -digno ejemplo de este adelanto consis-
tente en dictar a tiempo nuevas lq-es mncordantes con la rea-
Edad-, pedernos anotar las siguientes leyes sobre la materia:
hT 4.097, sobre contrata d e prenda agraria, refoma?a m9s tar-
ie For la NP 4.162), de Agosto del año 1927; N? 5.687, de Spp-
tiembre de 1935,subre el contrato de Prenda Industrial; N'? 4.287,
de Febrero del 850 1928, sobre Prenda de Valores Mobiliarios a
favor de Los Bancos. Y otras leyes más que también se podrían
atar.
PCT lo tanto, la realidad y una adecuada leigisZaciÓn, han
venido a constituir unas de las causas por las cuales el n h e r o
de casos en que. se acude a una hipoteca para garantizar un cré-
dito, se ha reducido. Por el contrario, los cl.i.dltos se garanti-
2r.n &cneralmectedándose en prenda bienes m ~ e b l e so valores
mobiliarios, sobré lbs ciiales, wmo sabemos, no se puede cons-
tituir hipoteca.
140.-La palabra hipoteca en el Código Civil.-En nuestro
Código Civil se emplea la palabra hipoteca si,gnificando d con-
trato de hipoteca, el derecho real de hipoteca, k cosa sobre la
mal se constituye shipteca; también se la emplea mmo sinó-
nimo de garantía y como gravamen que recae sobre un inmue-
ble cuyo valor garantiza un crédito.
Debidamente agrupados trataremos los difereates casas en
que nuestro Código emplea el tennino hipoteca.
A) Hipoteca, contrato de.&. 2409, 2410, 2412, 2432, 2441.
Art. 2409,-Dice así en su ihciso 19: "La 'kipteca debera
otorgarse por escritura pública". Es, pues, un contrato la hipo-
teca, y también o?i tal, sentida está tomada la pabbra en la dis-
posición citada. Y entre los contratos, merece la das;ficacióii
de salesmne, pacs como soleawiidad del contrato se exige que
deba otorgarse p:r escritura pública, tal como lo expresa la dis-
posición antes citada.
Arts. 2410 y 2432.-Dice así d primero: "La hipoteca debe.
rá adm& ser inscrifa en el Registro Conservatorio; sin este
requisito no tendrá vdor Jguno; fü se contará su fecha sino
desde su inxripciioi".
Y al art. 2432, empieza diciendo así: "La inscripción de la
hipoteca deberá contener": etc.
Hemos subagrupado eskss dos casos, porque en ellos se em-
plea la palabra en el sentido más próximo al de contrato da
hipoteca; ambos sentidos s e diferencian tan d o por un peque-
ño matiz, que haremos resaltar.
En ambos, como vemos, se habla de la "inscripci6n de la
hipoteca" .
A primera vista podríamos pensar que b que se inscribe e3
el contrato de hipoteca, y cpudaría demostrado que la pala-
bra en estudio está empleada en estos casos en el sentido de
contrato.
Naturalmente, del contrato mismo el Conservador de Bie-
nes obtendrá los d;itcs fehacientes que a él le intereszn por
mandato de la ley para los efectos de la inscripción. S h embar-
go, lo que b c r i t e el Conservador, jes el contrato? ¿&u6 es
, l o que se imcribe, estrictamente?
Lo que se inscrik es el título, O sea, el antecedente jurí-
dico para la adquisicih de un derecho, que consta en d reqec-
tivo docum~n:~-yilblico. Así lo entiende la buena doctrina y
lo confirma, dentro de nuestra legislación, entre otras disilosi-
ciones, e1 art. U4 del Relamento del Registro Ccservatorio dc
Bienes Raíces, que empieza diciendo así: "La inscripción del
título de dcrninio y de cualquiera de los derechos reales men-
civnados en al art. 52", etc..... Sin contar las riisposiciones del
Chdigo Civil que hablan de "titulo inscrito" y exprese :ones ana-
logas.
En iefiguaje vulgar, en la práctica, sude dwirce que "se
bscribe el contrato", y no d titulo que arranca de ese contrato.
Lo niislno ocurre en el texto de algunas leyes. Para citar solb
una, la Ley sobre Prenda Agraria, Iitego de establecer en e1 art.
59 la forma de perfeccionarse este aonitrato entre las partes y
respecto de terceros, agrega lo siguiente eb su inciso 29: '<En
ambes casos, el contrato deberá ser inscrito en el Registro
e , s i a l de la preada agraria que Ueva2á el Conservador de
Bienes Raíces de cada departamento".
A nosotros, ski embargo, no m s correspondería dejar de
hacer esta distinción, aunque parezca un tanto sutil y de escasa
importancia práctica.
Art. 2412.-Dice como sigue este articulo: "Si la constitir-
'cibn d e la hipoteca &alece de nulidad relativa, y después se
vaE8dapor e! lapso de tiempo o la ratificación, la fecha de la hi-
p t e c a será siempre la fecha de la inscripci6n7'.
A nuestro juicio, el mpIeo de la palabra hipoteca en dos
ocasionei dentro de este mismo artículo representa a su vez
dos sentidos diferentes, entre aqueflos que hemos distini=.suido,
En urn comiwo, al habIarse de "si la constitución de la hi-
poteca adoli-oe #de nulidad rdativa", el término hipoteca esth
t-O en forma que hace referencia al contrato de hipoteca,
y en tal sentido está tomado. Porque la nulidad relativa afecta
y dice relcibn con los actos o contratos. Eis el contrato de h -
pdeca e1 succeptibIe de andarse, For adolecer de algún vicit~
que autorice derncndar fa nulidad relativa. Luego, se hace re-
ferencia a la 'fii~otecaaamo m t r a t o .
En seguida, este mismo artículo agrega que "la fecha da
la hipoteca rerá siempre la fecha de la hsmipción". A nuestro
juicio, en este caso la (palabra hipoteca esta tcrnasa en *;ent:da
diverso al recién expresado.
' Está tcmada osta @dac)Jratambién en el sentido de garail-
tía qcp ~!-pif;ca pzr2 .11 respectivo acredor la preferenc'a re:-
pedo c'e lcs dcrr,ns acreedores del m i s m ~deu.bi2r ~ u hubiercn
e
conctitu:do con fecha ~osteriorhipoteca s u k e la misma finca.
La iecha de la hipoteca d e t e - h a r á la rprefmencia según la
mal wncurrirán al pago los varios acreedores hipotecarios cu-
yos crédibcs están garantizados por una misma especie. Lo dice
la parte final del inciso 19 del art. 2477: se pagarán 18s diversas
hipotecas sobre wl mismo blen "segÚn el orden de las fechas
de sus hipotecas".
B) Milioteca, de~cclioreal de.-Arts. 577, 2408, 2412, 2417,
2418. 2420, 2421, 2422, 2423, 2428, 2434.
Art. 571.-Este artículo, ubicado en el t í t d o "De las varias
clases ¿e Eienes", ~ k r a f o27 "De las cosas incorporales'*, dice
como sigue: "Derecllo real es el que tenemos sobre una cosa
Sin rc,~ect,: a determinada persona. S m derechos reales el de
dominio, el de herencia, los de usufhdo, uso o habitación, los
de servidumbres activas, d de prenda y el de hipoteca De estos
dcrenh.os nacen las acciones realesr'.
Como vemos, este articulo se encarga de definir lo que de-
be entenderse por derecho real, de enumerar taxativarnente los
d~erechosreales y de decir que de dlos nacen las acciones rea-
les. Entre esos derechos se cuenta d de hipoteca, que es el que
por el momento nos interesa.
;Y en qué momento nace el derecho real de hipoteca?
Nace al momento de inscribirse en el Registno Conservatorio,
si no se otorpare la hipoteca bajo condición suspensiva, desde
cierto día, o después de cumplida la condición o. llegado d día.
I,a fecha de la liipteca, en estos casos, será la rnimz de la ins-
cripción.
Lo anterior se desprende claraunente de los arts. 577, 670,
especialmente en su incim final, 2UO y 2413. Y en general, del
sistema adoptado por nuestro CCrdigo en esta materia que, a
'diferencia de lo que ocurre en la legislación francesa, distin-
'use entre título y modo ,de adquirir eil derecho real de dominio
y todos b s demás derechos reales, entre lm cuales, naturalmen-
te, se cuenta tarnbih el de hipoteca.
La inscripción, jes a la vez solemnidad del m t r a t o de hi-
poteca, o sXo constituye la tradición d d dereciici real de hipo-
tec2 ?
Dos opiniones ,diferentes sobre el particular se disputan la
verdad, y con buenas razones. Don Axturo Alessandri R. y do11
Fernando Alessandri, entre otros muchos, estiman que la ins-
cripciin en el regist~orecpeetivo constituye la tradición del de-
recho real ,de hipteca y a la vez demnidad del contrato, exi-
@da en cuanto a su natui-Seza. Don Luis Barriga Errázuriz y
don Manuel cSomarriva U., entre okos, q l n a n , por el contra-
rio, que tal inscripcián desempeña Gniicamente el papel de trn-
diciCn del clcrec6:o real ae hipoteca, que no es collemiáad del
contrato y que yor consiguiente no f0ra.a parte Se é1. E l con-
trato queclnría perf~ctoyor el otorganicnto ce la resp?ct.va e.;
critura pública.
Sin embargo, t ~ d a slas opiniones están m n f ~ . ~ i en
e s acep
tar u U e ia inscri~ciónhipotecaria en el osnservador de Bie-
c e s Raíces constituye la tradición del derecho r e d de h i p t e -
ca, y bicli s&ber,iosque sería casi imposible pensar de otra fila-
nera.
A pesar del interés práctico que representa el estudio y so-
lucibn de este ;unto, y lo interecante de la cuestión, sólo deja-
sernos enuz?ciadas Las d ~ corrientes
s de apiniórii que existen s3-
bre la materia. Lo d e n & sebrcpasaría en mu&o el objeto de
este est~dlodc la hipoteca en cuanto constitrlye una garantía
u aci;uriZad, o eaa:t;mer,te, una cauciCn real.
Finalmente, diremos que el derecho real de hip~tecapue-
de adquirirre, no solamente por trzdición, sino también por
prescripción y por sucesión por icausa de muerte.
&t. 2134.-E!i derecho red do hipoteca se extingue según
12s vsrios modos que sc indican en el art. 2434, a saber: a) por
la extincióri de la mobliga2iónprincipal a que accede; b) por la
resolnción del derec11o del que la canstituy6, o por el eventa
de l a ccndicibn res~autoria,s e g h las reglas legales; c) por la
Pegada del dia hasta el cual fué cciistituida; d) por la cancela-
cien que el acreedor otorgare por escritura pt~blica,de qu,e se
tcme r a z h nl C;e ia ii:scrip.rí6n respectiva. En este ar-
ticulo 1554: al hzblarse Il.2 hipcleca, se hace referencia al dere-
cho r e d dr:l miamo nombk-e, qiie ES lo que st? extingue para el
u-rr-rcor !:i)oiecni-io.
Arl. 2 :CS. ---Ea eca,e urticulo C'e empiez3 enm~iSndozin prlil-
ciGo qr.2 :'IP~o, e13 e! li;,cira 2p del rr_zisrno artí.-,u!o se trata ds
~xpliccr,y <ve dEre asi: "la 1:igaicca cs ii~divIsiYutn,''.
.-.
j r s cl derécho pi.opiamer:ke el in !:vi-i-:ir? No. la corres-
~:r,r':it:nte acci¿i; rc:.l q-c m c e de aquél. U ad,rlc:-.ác, l?m otra
parte, g c c x o igxalmfi;te y a lo exp1lcalme, la cosa hipotecada
ca Ir,cl-rk:f;!e a virtc?. d 3 este mkEo ~rir:ri;-.:i?.
F r r o cr,ir,o 13 acciBn ürrc?n.ca (?e1 cTe1-c;!22, y02e:xios dzc:r
c.-2- c:si.:c n;c<o 12 r,zTr;bra tli.:otrca Q J ' ; ~ t,r:laJ>, en 22 ~ 2 ~ 3
I
* -
~ r s :e * . j . Z<.L.C ~2 c l scfitiic $ 2 d c ~ e L < ~rc2.l
~7 i o ;:? >8i-$.fcr,. TE;.nm
1-.:3:; t c g : a c ~ e:i sí.~:i;ao d e ~ 0 3 3O bi:;: -ai23i¿c;d~.
.
DeiliBs ~ ~ t í c t ; l o s . - ~ c sc3er11ás artí~ziiosque empk; .: e,{ [ 6;-
,:iino cil este x , l s r ~ oseni.ido, es decir, en c n a n l ~Hacen rel2rs;:-
cia a! clercchc rc3l Ge liipotoza, r,o o f ~ r c r nprcblema alg3mo 2;
traix t'f? atr>buir al t6rrí:ino ;Iiip¿teca en cada czso el sent:do
ya icdicado, sin gerjukio d e que a veces p~teLe aatribítirsele,
z~lcrn8s,otro de los sentidos ya dados it carlocer.
C j EZpip~i~ieca, cosa ql;e sc da e s . - f ~ r t s . 2405 y 2419.-ia pala-
L ~ i uI~ipSzcatom5iSn sc m4a:ca cn el CSr;igo daado a e:ltender la
cesa rl<;ma, !a especie o Eiea que zarñntiza el cnrngL~iento
Una olj,lj.gaci&?. -
Aat. 2103.-r;l?ce ~ s t 3ü ~ t í c u !en ~ su i:iclsl: I? J r , cig2l~nie:
"La hipoicca ES in&.ris;bIeW. diqui se hace refeir:..cla tsinU..ién a
In coss n i i c m ~scYre la cual :le coi~ctítr~ye una garantía Fasa el
acreedor, Fcrqr:e según tuvimos q o r t ~ n i i d a dde exg!icarlo a l
r+feririioc a 12 indivisibilidad en gen~i.~l, dicho principio dice
también re!zci¿ri_ ccli !a cosa hiputecada, la que, como sabei:~;::,
ei iridiví~ible. Aci; C;I virt~tcid,lr este pzincipict, 15 indivIsib:e es
i c i ~ b i ¿ nla e r ~ e e i erni,on;a, y a ella, por conciguientc, tamkién
]:as? ref~raccic?:a ;?~.áIatíra "I~i~oteca" c z a ~ d oen el art. 2-03
dire q:ie 6 ; : ~es ii:div.vig",We.
ixrf, f-ilg.--&", eartirul~dlrfi 13 siguientl: ''La h i ~ n f e cde~
Etcr,ec fl:try~Bp& a! G C T C E ~ Cel~ &~(>:~-;o d e hi,.cs?Ia i n s c r i -
;?ir -c>yc. :.S ~I:~~.X:~;:CS ~ 1 ~1 1 2~ ~ x acacicys
2 ~ ~ E.2 !o suresls-O
.,, .*
? ? --.
:Lz t:i7L:z ;cs zi:*y:--?--~'
A - , . - k,
--, .-
7
'.-. .
En este articulo no se hace referencia a la cosa hipotecada
si atendemos exdusivamente al térmiiio hipoteca, p w s éste, ais-
ladamente? en este caso no podría d~ecirseque ha sido tomado
en tal sentido. Sin embargo, la palabra hipoteca, aoompañada
del complemc-nto "de b i a e s futuros", determina d alcance que
le damos a la frase "hipoteca de bienes futuros".
Pc,r ccnsigxf~n,te, si bien la palabra hipoteca, en este cas3,
r.o da a entender p r sí misma el bSen raíz hipotecado, la frase
que emflea .la disposiciim no autoriza para afirmar que ella
hace también iiríeren'cia al bien mimo, constituyendo un caso
mAs en que dicha ~a!abrase amplea en este sentido.
D) Hipoteca, garantia de.-Arts. 2412, 2414, 2429, 2431, 2470,
24-71, 662 C. P. C. En. los artículos enumerados se emplea la pa-
labra en el sentido de garantía hipotecaria, o garantia consis-
tente en una hipoteca.
Cabe advertir, eso sí, que en los casos antes enumerados a
veces se emplea, no solamente en d sentido anotado, sino que a
la vez comprende otro u otros de los diferentes sentidos en que
emplea d término W R S ~Código.
Art. 2429.-Dice como sigue este artículo en su primera
parte: "El tercer poseedor reconvenido para el p q o de la hipo-
teca constituída cobre la finca que después pasó a sus manos
con este gravamen", etc.
En cst'e caco, como se ve, se está persiguiendo la responsa-
bilida'd de la cosa, c?:,mo quie sobre e& se constituyó hipoteca.
Para el acreedor, la cosa, sin importar en manos de quien
se enc~~~entre, será siempre una garantía eficaz. Puede ena-
jenarse cuar,tas veices se quiera; p r o siempre eií acreedor p-
drá perseguida y ejercitar en cada caso m derecho.
E?!o proviene 'de la naturaleza del derecho real de h i p t e -
ea, y cccstituye para d 2creedor sil garantía. Por eso decimos
que en este caso la pzlabra hipc.te:a está tm~5ié.ntomada en el
sefitido l e garantía.
Por otra parte, en este articulo la palabra hipo4eca también
está tornü,c?acn e l sentido de gravamen, ya que el Código con-
ric'era en esta dis~csfciina aqu6lla como tad, cuando termina
dicien20 as!:...", pasó a s u s manos con este gravamen".
ArV. 2431.r-.Kctel articdí! ,cn~;pitza.d,iciend@ID dimente:
"La Iiipctzccia podrá .limitarse a determinada suma, con tal
que así se exprese inequívocamente", etc. Es decir, la h i ~ o -
teca, la garantia o seguridad q!ue se da al acreedor, podrá limi-
tarse a una suma deteminada. Es In garanSa, como verncx, la
que se lJniin, y es a ella a la que se hace referencia cuando se
c q l r a en cita ,disposkiiin la palabra en estudio.
&t. 2470.4ice así este artintlo en su inciso 19: "Las cau-
sas dc prcfereneia son sclam~nted privilegio y la hipoteca".
O sea? la hipoteca constituye una e-specie de preferencia, y en tal
la. pa'cbra en el art. 24.70.
scr,t:c?c; c s t j t>r3r;e6¿i
Y como la pre9erencia rqweenta a la vez una igarantia en
otianto autoriza para pagarse preferentemente, el Gnnina hi-
poteca en este articulo está M 0 en el sentido anotado.
M. 662 del C. P. C.-rEtn este artídu;lo se establece la hipo-
teca legal sobre los bimes raíces adjudicados a algún comune-
ro durante L particiáni, siempre que d adjudicatario no pague
de contado el exceso de que habla el art. M0 del m i m o Ctrdigo
de Prmedbiento Civil.
h o r a bien, termina diciendo este articulo que "podrá reem-
plazarse la hipoteca por atra caueibn suficiente calificada por
el partildor. Vale decir que d Código de Procedimiento Civil ca-
lifica a la hipoteca diredamente de caución, a sea, de garantía
o seguridad, cozno que haib de "otra caución" que ha de venir
a r m p l a z a r a la hipoteca.
Por eso, debemos conduir que en este caso la palabra hi-
poteca también ~ t tomada á en el sentido de garantkt o cau-
cibn.
Demás &s.-los demás asticulos que emplean el misuno
término en el sentido de garantía, y que hemos enumerado mas
arriba, no serán motivo de un comentario especial, pues pen-
samos que ccn los cascs expuestos basta para formarse un con-
cepto acerca de lo que hemos afimnado sobre este particular.
E) Hipoteca, gravamen de.-Arts. 2350, inciso 39, 2415, 241C,
2429, 2430, 2417.
T d o s los a r t í d o s enunciados se refieren a la hipoteca en
cuanto constituye un gravamen que recae sobre un bien raíz.
As!, se dice que el bien o el inmueble se encuentra gravado
ron una o vzrrias hipotecas.
Art. 2415.-Empieza diciendo este articulo lo siguiente: "El
duefío de les bienes gravadas con hipoteca pdrá", &c., e-tc. Con
el10 se auiere siignificar que los bienes (cierta clase de bienes
natural~menk)son ksceptibles de gravarse con hipoteca y que
ésta a su vez cunstituye m gravamen.
Art. 2430.-3a su primera parte dice como sigue este ar-
iícirfn: "El que hipoteea un inmueble suyo por una deuda aje-
n%, ebc. En este caso -con lo cual Fe demuestra que e1 término
hipoteca también está turnado en el sentido de gravamen o
raTga-, bien podríamos reemplazar Ia palaibra hipoteca por
el correspondiente modo y tiempo del verbo gravar, sin que
con e110 se altere s~b~ststancialmente la frase y su wntenido.
Así, bien podríamos decir como sigue: "el que grava un
ihinueble suyo For una deuda ajena", etc.
Luego, en este caso, la palabra hipoteca también está to-
mada en el sentido de grava,men.
Art. 2477.-Dice en su primera parte lo siguiente: "La ter-
cera clase de cr&diios comprende los hipotecarios". Y agrega el
inciso 2Q que "a cada finca gravada con h i p o t e podrá abrirse,
a petición de los respectivos acreedores o de cualquiera de ellos,
wi conciurso partioular para que", etc Además, en el inciso
siguiente, se vuelve a emplear el término en estudio dentro de
una frase semejante.
Con eIlo se quie7:e significar que las fincas son susceptibles
de gravarse con hipoteca y que ésta constituye, a la vez, un
gravamen. Así lo demuestra especialmente la frase "finca gra-
vada crn hipoteca".
Luego. en este caso, la palabra hipoteca tambiéii esti\ to-
mada en el sientido de gravamen que recae sobre un bien de-
terminado.
Demás artículc's.-Los demás artiaulos del Có.3igo qu? em-
pleali la palabra hipoteca en el sentido de gravamen son los
que d e j m ~ c senunciados en la letra E) de este número, y
no creemos necesario referirnos particularmente a cada caso.
Cabe advertir que en todos ellos se emplea el término en el
sentido expresado, sin perjuicio de poderse entender la palabra
en ecos CWS, además, en otro u otros de los sentidos a que ya
hemos heaho referencia.
F) Hipoteca, preferencia de.-Arts. 2470, 2477.-E1 primero
de los artículos citados el 2470, empieza diciendo que "las cau-
sas d e preferencia son solamente el privilegio y la hipoteca",
con b m a l se indica claramente que la hipoteca es una especie
d e preferencia, y que el término hipoteca, por wnsigluiente, está
tomado en ese sentido.
Art. 2477, inciso 39-Este inciso estaiklece lo siguiente: "Las
hipotecas de una misma fecha que gravan una misma finca
preferirBn unas a otras en el orden de su inscripción".
En la primera parte de este inciso, tal como lo dejamos in-
dicado al referirnos a este m i m o artículo en cuanto emplea
el término hipoteca en e! sentido de gravamen, la palabra hi-
poteca efecf ivamente está tomada tambikn .en el sentido de
'gravamen que afecta a un bien determjnado.
S:n emikargo, en este mismo incisa 39 se hace referencia en
seguida a 13 hipcteca efi cu-into constituye una causa de pre-
ferencia, y en tal centido está tomada la palabra en ese caso.
Así, manido se dice que "preferirán una a otras?', la frase
"unas a otras" reproduce a las varias hipotecas que gravan a
una misma finca y a y o s contratos respectivos fueron celebra-
dos e n un mismo &a, en u3a misma fecha. Y wbre el particu-
lar dispone este inciso 3Q del art. 2477 que se pagarán prefe-
rentemente entre sí, ~~ el orden d e iwmipcihn, en el caso
d e que este última trámite o sclemnidad se haya llevado a ca-
lb0 exi un m i m o día.
De lo anterior y de las disposiciones de nuestro Código que
reglamentan esta institución se deduce que la hipobeca es cau-
sa d e preferencia para pagarse sabre el valor de un inmueble
determinado que está aferto a una hipoteca, m presencia de
ir atrás índice
Esta última definición, aunque un tanto más larga que la
de Delvincourt, es bastante explicativa y clara, cuadrando ade-
más con los principios fundamentales que nuestro Cddigír reco-
noce respecto d e esta institución, si bien debemos adelantar
que nuestra legislación no siguió exactamente al Cádigo Fran-
en esta materia. Bien podriamos decir que el nuestro su-
primió algunos aspectos de la anticresis del Derecho F'rancés
y aclaró algunos puntos que en Francia han sido motivo de
opiniones diferentes o contra~dictorias,aún hasta nuestros días.
Nuestro Código Civil la define en su art. 2435, que dice así:
"La anticresis es un contrato por el que se entrega al acreedor
una cosa raíz para que se pague con 311sfrutos". Ccn ello se
d a a entender claramente que la anticresis es un contrato y
que se perfecciona por la entrega de un bien raíz al acreedor,
con el objeto de que éste se pague oan los frutos que el inmue-
ble produzca, sean civiles o naturales.
144.-Fuente de la 8nticresis.-Nace del contrato que lleva
el m i m o nombre, y como tal la define nuestro Código Civil en
su art. 2435. S e perfeciona por la entrega del inmueble al acree-
dor, como lo dice el art. 2437, aunque este h r t í d o habla de tra-
diciCn, palabra esta última que debe entenderse en este caso,
como sabemos, por entrega.
145.-Características.- A) Es un contrato real, porque se
perfecciona por la entrega de la cosa. Ests de acuerdo con el
art. 1443, y especialmente con el 2347, mntmido en el título
"De la anticresis", y que dice que "el contrato de anticreks SI
perfecciona por la tradición del inmueble". Al hablar de "tra-
dicih", ya dijimos7nuestro Código, en este caso, quiw signifi-
car "entrega", que jurídicamente son dos cesas diferentes (1).
B) A título oneroso, porque tiene por cbjeto la utilidad de
ambos contratantes, gravándose cada uno a benefkio del oko.
El acreedor se priva del aprovechamiento de su dine~oa
cambio de los intereses que percibe por el préstamo, aunque es-
t o Último no pertenece al coiitrato accesorio de anticrezis, y a
cambio, también, de la ventaja y garantía que significa para
él poder pagarse ade& con los frutos de la cosa dada en anti-
cresis, para cuyo efecto se le entrega el bien raíz.
Por supuesto qve este último "beneficio" para el acreedor,
nace del contrato de anticresis y es de su naburaleza.
C) Es un contrato unilateral, porque solamente una de las
partes se oblirlrt para con la otra, que no contrae obligación al-
guna al momento de perfeccionarseel contrato. Por el sola eon-
trato de anticresis nace una oblígación que pertenece a una
(1) Sepdn la I~gi~iacidn frsnrea*, también ea iin contrato real: no PO eolrmne,
u pesar de qne el srt. 2085 del C6digo Civil Francéa exige que conate
o exige, a jllicig de Delvincourt, romo medio do Wue.
por e~rritc..E ~ t se
b s del contrato, mas no a mnnera de solemnidsd. Cours de Oode Civil,
t 3 '. nlo_ -1'3 -Par14 19.71
sola de las partes; vale decir, queda obligado mediante él, Úni-
camente el acreedor anticrético, o el anticresista. cGmo también
se le llama.
Su obligación oonnsiste en restituir la mca a sur dueño, que
puede ser el propi,o deudor o un tercero, luego de haberse ex-
tinguido totalmente la deuda a que accede el contrato de anti-
cresis.
D) E s un contrato accesorio, porque asegura en cierto mo-
do el cumplimiento de una obligación principal, de manera que
sin ella no puede subsistir. Debe existir siempre, pues, una obli-
gación principal a la cual acceda el contrato de antiwesis. El
propio Chdigo en el mismo título "De la anticresis", indirecta-
mente hace referencia a la obligación principal a que accede.
Así, dice el art. 2441 qeie "el acreedor no se hace dueño del in-
mueble a fafta de pago''; de pago de la obligación prindpal' y
sus intereses, si los hubiere. Y el artículo si,guiente, el 2462, em-
pieza diciendo que "si el crédito produjere interes es..., etc., con
lo cual tarn$i&n se h-iace referencia a la obligación principal que,
repetimos, no puede faltar.
146.-Efectos del Glcntrato.- Otorga faciiltades o derechos
rermnales, que consfst~nen po.der pagarse con los frutos de la
cosa, para cuycs efectos y mayor seguridad se eztrega dicha
cosa al acreedor.
Nrl otorga .derecho real alguno scbre la especie dada en m-
ticresic, .por ana razón muy sencilla; porque lo dice expresa-
mente e1 CCJdigo en su art. 2438, qt?e en su inciso lo expresa 10
siguiente: "La zntjcresjs no da al acreedor, y.sr si sola, ning&n
rlerecloo real ~ o k r ela ccra entregada".
PGPotra parte, el art. 577, que se eccarga d e definir lo que
$r:li? e?itcn.lersr For d ~ r a c k oreal y que a Ia vez los eilcnlera
taxzti-;emente, n!: inclv,;-e e n dicha e11v.mzraciÓ.n a la antizre-
3:s (3).
CE 10 mtcrior se desprende Bo siguknte:
29) Que la anticrccis r,o afecta .rli perjudica en nada a
n s otros derezhos reales que terceros tuvieren o
lss l i i _ c ~ t e ~ u
p d i e r r n adquirir posteriormente sobre la cosa. Por lo demás,
el propio CSdigo se encarga de confirmar expresamente esto
(1) E I IFrur>c:ia,~ i embargo,
n se ha diecutido rnuclio acerca ile ei la anticre.,
eis otorga o no irn del-cctho real al acreedor sobre Ia cosa dnfla e n anti-
cresi*. T,aiirent, en su n1ma t Principios (le Drreeiio Civil, t. XXVLLL,
j:dg. 51-3, afirma que otorga ~oiariierite tfereclios peisonales y ningiin
d e e c I ~ orenl. Otros n o pieiisaii cotiio 61. Reror<leinoeiil respecto, filial-
iiierife, las preriogstivn~qrie e n Francin otorrala arrticreeis al acreedor,
~ei.ún Ia opinión de Piai~ioly Ripert, IIP dontle por lo mpnm potte-
moe desprender, por el alcance rIe epm preriogstivns, q u e eli ese pais
exietiria vei.dnrlero ainbietitr pRr%a ( ! t l l i t i que
~ iktol.ga la anlicreeis de-
recho real obre In cesa. Ellas ~ r t i i ,a jriicio (le los a~itorre vitndos, las
sigiiieiite~:a ) derecho (18 relencidii; b) dt:recho de gozar de la cosa; c)
derecho (le hacerla veiider; y tli iterwlio tle preferer~cis en pre~encia
:le nereerioren rrirntinrr. n qiiii~opr.afurios,TrailB Practiqrre tic Drt*it
Ipiatifai~, t. S I 1 pBg. $93.- Pnlfa 19?7.
íi!tj~no cuafido dice en el inciso 30 ,del art. 2438 que "no valdrá
1:; anticresis en perjxicio de los derbchoic; reales constituídos
sobre la finca".
30) Que a falta de pago, el acreedor podrá perseguir e!
cua:plirnienlo c'e la o,kligarión como cualquier s t r o acreedor,
cstagdo eil concccv.encia fümltado pira éjercitsr su acciG1i so-
.;
L..- i d o el yrtr;mo,nio del deudor, c c m o que p u d e valeirse del
Ila~.:.,zc!qd i . ~ c ~ i i :gerieral
, 6.c prenda.
Fodrá llegar a hacer vender ccalquier bien del detldor cvn
€1 c , ~ , ~ e::prerado,
E~o incluso el mismo bien ralz da20 en anti-
f yEr4-. mas este ultimo 5i.m no lo f?~r3. venc?er en virtcd de
rL!::CLni e i e c l ~ ores! p~:diera tener cobre la ccca, cuyo oyi-
g:cn arzzncers del sólo ccntrato de aniicreils, sin,-, qc.e lo l'e-
rar!u a 1:n,~~r ~ - e i l ~ solamente
er en evento ese bien íaima par-
Ic cie! peirii::cn;o del deccicr, vcbre e! cual, como sal>snioa, t.?-
?,o a c i e e d c ; ~p~c2.e ejercitar SLIS acciones. Pero bien e;.7!e:l.r!.ic?.z
q u e si pefsigue el cumpliniientr. de la ohligecihn e n ri2:iel bicr,
r a k para obtener forzadamente el pago, deberá resp;p,tai- todo
derecho real constibuícto sobre él, antes o dequks de la celebra-
ci6n del contrato d e anticresis, Forque así lo dice el Cbciigo,
r a z h poderosa p r lo demás.
39) La anticresis nc otorga' preferencia a-una para el Fa-
go. Eien salsernos q u e tcda preferencia es excepcional y de de-
red10 estricto. En consecuencia, se precisa de ur,a disposición
c!ara y eqlícita d e la ley p2rs F e podarm:a reronocerla. En
el título XLZ del Libro IV, dt-ncmkado "De la prelación de
créciitos", neda se dice soL'vre alguna preferencia en favor de
la anticresis.
Por el contrario, en el título "De la nnticresis" se contieile
iiyia disposición que niega expresa y termhantemente dicha pre-
fcreilcia ea favor del aiiticrcsis!a. EI art. 2441 dice como si-
gse: "el aererdor c o se hace #dueño del inmueble a falta de
ra,ac; ni t e ~ i l r ápreferencia en 61 x k r e bs otros arrecdorcs,
sino la que le diera el cor,trato a~cesoriode hipoteca si lo hu-
bicic. Tuc!a esti~~ulaciCa en contrario es nula".
137.-1.3 anticrcsis es indivisibze er, srrs efectcs.-Esto ca!i-
?z<i i?ikieieile a la enticresic es reconocida por todos 10; suto-
res fr:,rieser 2: ci! !egls'lactón. Dc!vincourt (1) dice s&re el pzr-
ticu:ar qu2 "lo:o lo 6icl:o ecErca de la iildivisibilidad d e la
prcnc?~? se r,plir3 igvalmmte a la anticresis.
rr, , ~ . ~ : r n!egis:ec:6n slg~ieesta misma doctrina y c,ontem-
m..L
ir atrás
ir atrás
ir atrás
ir atrás índice
nes marcadamente diferentes, las cuales pertenecen a o t r ~
tantas ramas del Derecho:
19-En el sentido en que es tomada la palabra pox. el Dic-
cionario de la Lengtua. Al r s p e c b , Escridhe da la misma de&
nicibn que aparece en el Diccionario de la Real Academia; se-
guramente este Último la tom6 de aquél.
29-"Regponder del riego que puedan c m e r los géneros
con que se comercia, los buques en que se conducen, los edifi-
cios, almacenes y los efectos contenidos en ellos, etc., obligárr-
dose a pagar el propietario, en cambio del premio que recibe,
los daños y pérdidas que experimentan los insinuados obje-
tos (1).
39 "Poner en lugar seguro a la persona del delincuente, a
tcmar las medidas conducentes al mismo fin" (2)
De las diversas acepciones que hemos anotado, sin duda es
la primera la que tiene interés para nosotros. Las dos restantes
correspanden al estudio del Derecho Comercial y del Derecha
Procesal Penal, respectivamente.
La definición que da Escriohe en primer término y que re-
pite el Diccionarjo de la Lengua, nos merece dos observacio-
nes principales, que son:
a) El complemento "can hipoteca o prenda", que sigue a "dar
dianza o seguridad", no corresponde a todas las formas de ase-
gurar, que no están circunscritas, como cabemos, solamente a
!a prenda y la hipoteca;
b) Decir que esa hipoteca o prenda, o en general cuilqiiirra
otra forma de asegurar el cumpiimiento de una ubligacián, ha-
cen cierto el cu~iiplimientode lo que se contrata, no es exac-
to; la forma "hacer cierto" rebasa en este caso las pasibilida-
des reales.
Por otra parte, sabemos que en Dereaho el término "ciertov'
tiene un significado preciso y un tanto más estrecho que en su
(1) De IR definici6n de megtlro q u e da nuestro Código d e Comercio en su sr.
tlculo 512 podernos tleduc r la tiigiiirnte detinici6n de asegurar, en el
sentido que oparece en el texto: *Aaegiirnr es responder durante un tien-
po determinarlo de todos o slqunos de los rieegoa d e pérdida o deterioro
que corren ciertos objetos pertenecientes a otra persona, oblig4niiosr,
mediante una retribucinn convenida, u indemnizar ln péiadida o cual-
quier otro daño estimnble que sufran loa objetos asciyuradoer.
(2) E n el rniamo sentido q u e apnrece en el texto est6 tomada la palabra m
el art. 97 de nuestro C ó d i ~ ode Procediininiito Penal, al decirse qiie el
tlumario tiene por objeto investigar loa hrrhos que conrrtituyen la inf-rc.
ci6n y In persona o perflonae respnnsabire de ella, las circunstanci>ia que
puedan iriffair eri su calificación y penalidad, y asegurar las personas
de los p r e s a n t o i cPIpab1es.-Al decirse, por otra parte, que e1 sil-
mnrio tiene por objeto *asegurar la responsabilidad pecuniaria de los pre.
suntns culpableas, uat-~ralmenteno se toma la p.~labra en estudio o11
cate rni~rnosentido.
Tumbien SO toma 1% palabra easegurars en al mivrno sentido del tex-
t o al dcrir el art. 273 del C. P. P. qiie #para asegurar la acción de juu-
ticia poltrnn los jueces decretar la detencidn de una p e r s o n a en la
fttrrnn J r u Ioa casos determiandoa por fa ley..
acepziSn wlgar. Es cierto aigo que "necesariamente ha de Ile-
gar", rmpleando la m i m a terminologia que emplea nuestro
CfiCicfigo Citzi en e l ~ j r r a f ode2 Libro 111 que se den1:ii~ina "D,?
las asignaciones testamentarias a día,, arts. 1080 y siguientes.
Se@ eso, es "cierto", para citar un ejemplo, el hecho de que
una persona al&n día $a de morir.
Pero mial padria decirse que por el h d o de asegurarse el
cumplimiento de una obligación vron prenda, hipoteca o cual-
quiera otra seguridad, por solventes que sean las personas, por
serias que sean o par valiosas que se consideren las cosas que
responden &&o cumplimiento va a ser "ciertg"; es decir qric
"necesariamente ha de llagar".
A nuestro juicio, e l contenido del verbo "as2gurar"
quedaría corr~rendidoen l a definiciin que prcpnemoc a can-
tinua~cibn,que aunque un tanto larga contiene los elementos
esenciales, y es explicativa.
"Asegurar significa dar firmeza r l garantía de cumplimien-
to de una obligación ineidiante una ccrivención a e s s o r i a que
cdc15ran el acreeidor y d deiidor O un bercero, quedando e7
riirtuld de ella res~ensablesdel cump!imif,ri.to d e la obli,daci6n
pri~icipaluna o más personas, rana o más cosas, o personas y co-
SBS a Ia vez".
De 10 anterior se desprende lo siguiente:
al) Que el objeto asegurado es el cumplimiento de una obli-
mción, que ~ u e d eser prcpia o ajena (1);
b) Que se asegura mediante cna convenei6n acc?soria, la
que hace suFcaer la existenda de una principal a la cual acce-
de, necesarimente;
c ) Responlden del cumplimiento de la obligación una o más
personas, excluyendo al propio deudor principal y pudiuyndo ser
uno o más fiadc~es, uno o snás c o d e r u d o ~ ss o l l i b i o s o hipo-
tecarios, &c.; una o más casas, que pdi-án ser dadas en pren-
'da o en hipoteca; o bien, finalmente, personas y cosas a la vez,
com,cl. ocurre, ~ o ej~rnpIo,
r con el fiador que otorga aldemás una
hipoterca sobre un inmueble SUYO o de un tercero que consiente
en ello.
Cbdligo Civil.-En sezriida nos ocuparemos de 30s casos en
que se emplea la palabra en estudio en el C6digo Civil.
153.-Art. 155, inciso 29-Fianzas o hipotecas que aseguren
suficientemente 10s intereses de la mujer.-Este articula se contie
ne en el titulo VI, "Obligacionei; g derechos entre los cbnyuges",
pkraf'o 3, "Excepciones relativas a la simple separación de bie-
nes*. La dispcsición citada, en su inciso 29, dice como sigue: 'Si
(1) Naturalmnnt~, y par razonee filcilee de comwender, se d e s ~ r t nla posi-
bilids3 de qile el deuior principal 03 gíiance a si mismo, mediante
un3 fisnza qu? scceJiera a s q $ i ~ l l obIig3ciún
a [irin~p~l.
los negocios del marido se hallan en mal estado, por consecuen-
cia de espeiculaciones aventuradas, 0 de una administración erró-
nea o descuidada, podrá oponerse a la separación, prestando
fianzas o hipotecas que aseguren suficientemente los intereses
de la mujer".
O sea, se "asegura" mediante fianzas o hipotecas, según la
letra de este artículo.
Tanto la fianza como la hipoteca, como sabemos constitu-
yen contratos awersorios, y estos cmt'ratos, por expresa decla-
ración d e la ley, tienen por objeto precisamente asegurar el
ccumpiimiento de cna obligación principal. Así lo dice el art.
1442, que define el contrato wesorio.
Debido a que "fianzas e hipotecas", en la disposición ci-
tada, va seguido del complementa "que aseguren suficiente-
mente los intereses de la mujer", pensamos que no colmente
se pueden cúrecer por el marido fianzas o hipotecas destinadas
al objeto indicado, sino que aquél puede ofrecer también otra
caución real o personal d e aquellas que reglamenta la ley, siem-
pre que sean capaces de "asegurar suficientemente los intere-
ses de la mujer", que es el fin que persigue el legislador.
Es pmiw atender más al fin que persigue la ley con la dis.
posición e n estudio, que al estricto significado de las palabras
"fianza" e "hipoteca", tomadas en su sentido más restringido,
aunque el más corriente.
Estos términos tienen, pcir b demás, una acepción más am-.
plia, m o m su cportunidad lo dejamos indicado. Son tambih
sinónims de garantía o seguridad, y en bl sentido también
están tomados a nuestro juicio en este caso.
154.- B.) Art. 171, inciso 29. Fianzas o hipotecas que ase-
guren suficientemente los intereses de la mujer.-Este artículo
está ubicado en el titulo VI, denminado "Obligaciones y dere-
chos de los cónyuges", párrafo 4, "Excepciones relativas al di-
vorcio perpetuo".
El a&. 171, en su inciso lo, estaiblece que si la mujer hu-
biere dado causa u1 divorcio por adulterio, perderá todo d e r e
cho a los ganancides, y d marido tendrá la ~dministracióny
e1 usufructo de los bienes de ella; salvo los casos de excepción
que esa misma dis,msición establece.
Ahora bien, si los bienes de la mujer, administrados por el
marido, peligraren p r una administración imprudente o des-
cuidada, aquélla tendrá dereclho a pedir que es3s bienes se
pcngan a cargo de un curador adjunto.
Con todo, el marido en este caso @rá retenerlos prestan-
do fianzas o hipotecas que aseguren suficientemente los jnte-
reses de la mujer.
El art. 171, como vemos, dispone en forma semejante a la
que expresa el art. 155, mpleando incluso Ia misma terminalo-
gía para expresar la misma idea. En este caso, por b demás,
m persigue kmrbi4.n el mismo fin. Nos remitimos, en conse-cueri-
cia, al n b e r o anterior,
155.-Arf. 1442.&ontrato amesoriq areguírrr una obliga-
ción principal.-Este artíimSo está contenido en el Libro IV,
titulo lQ, d~nimninada"Definiciones", y 'dice c m o sigue: "E1
contrato es principal cuahdo subsiste par sí mismo sin necesi-
dad d e &a convención, y accesorio, cuando tiene p r objeto
a w a r el ampIimiento de una obhgación princip& de ma-
nera q u e no pueda subsistir sin ella".
De la letra de la ley se desprende que un cuntrato se llama
0 es a e s o r i o cuando tiene por objeta asegurar 4 cumpIinniiento
de una obligaciÓt.1 principal; tal debe ser m &jet&.
Mas todavía, debemos agregar que a través de tado el Cb-
digo Civil no es posible encontrar un detenminado aciatrato ac-
cesorio o una abl&aciÓ.;n accesoria, -como dice el art. 2335 al
referirse a Ia fianza-, que no tenga por objeto ''asegurar" el
cumplimiento de una obligacibn principal. O sea, tcdo contrato
accesorio tiene necesakamente pOr ~bjetoel recien expresado.
Cuanclo hablamos de "contrato accesorio" debemos enten-
der que para estos efectos se comprende t m b i k en dicha ídea
la obligación de carácter accesorio llamada "cl5umla penal",
por cuanto por ella se estipuqa una pena "para asegurar el cum-
plimiento de una obligación", como 10 dice el art. 1535, que se
encarga de definir esa institución. Por otra parte, su carácter
de obbligacibn atxemria, además, se desprende daramente de
varics &tículos contenidos en el mismo titulo denominado "De
las obligaciones con clausula penal", artículos en los cuales se
contrapone la palabra "pena" a "obligaci6n principal". Así
ocurre, por ejemplo, en Ios ark. 1536, incisos 19 y 29, 153771538,
1539, etc.
156.-Art. 1533.-Cláusu¡ía penal que asegura eil cumplimieií-
to de una ob8igacián.='i)ice así este artículo: "La cláusula p-
nal es aquella en que una persona, para asagurar el cumplirnien*.
to de una obligación, se mjeta a una pena, que cmsiste en dar
o hacer algo en caso de no ejecutar o de retandar la obligaciirn
principal".
Sabemos que la cláusula penal puede perseguir dos objeti-
vos principales, que son: constituir la avaluación anticipada y
convencicnal de perjuicios, y, por otra parte, servir de garan-
tia al cumplimiento de una obligación, o como dice el Código,
"asegusar" el cumplimiento de ella.
E l primervt de los objetivos no nos interesa por el momen-
to, y a l cegundo ya ncs hemos referido al tratar fa clbsula pe-
nal ccmo caución perscnal (Ver N-cs 91 y 93).
Como vemos, la cláusula penal, par decirlo así e x p r w -
mente el Código y por ser una obligación accesoria que nace
de una convencióin también accesoria, tiene por objeto "asegu-
rar" el mmpkniento de una obligación, que puede ser princi-
pal o accesoria r-o de otra. Luego, la,dáusu;la penal cons-
tituye una de las foranas de "asegurar", y a cu vez su obj&o
es ese: asegurar. Por ew, bien dwímoc que la cláu-
sula penal queda también m p r e n d i d a entre los contratos ac-
cesorios que se encarrga de definir el art. 1442 del C a i g o Civil.
157.-Art. 1826.-Asegurar el pago del precio.-Este artícu-
lo está contenido en el párrafo 6, denominado "De las obliga-
ciones del vendedor y primeramente de la obligación de entre-
gar", título XXLTI, "De la Compraventa". El art. 1826 empieza p3r
estaMecer el momento en que deberá ciumplir el vendedor su
obligación de entregar la cosa, y, al efecto, dice que "es ob!iga-
do a entíregar la cosa vendida inmediatamente después del con-
trato, o a la época prefijada en él". Los incisos que siguen, 29
y 39 de esta misma disposicibn, se refieren a aspecbs que no
nos interesan directamente por ahora.
lidl inciso 49 emplea la f o m a verbal " a s ~ r a n d o " ,pertene-
ciente al modo infinitivo, nombre venbal gerundio, del verbo
asegurar. Dice así: "pmo si después del contrato hubiere men-
guado considerablemente la fortuna del comprador, de modo
que el vendedor se halle en peligro inminente de perder el pre-
cio, no se pcdrá exigir la entrega aunque se haya estipdlado
plazo para e l pago del precio, sino pagando, o asegurando el
pago.
De los incisos 2Q y 39 se desprende claramente que, una vez
celebrado el contrato de compraventa, el comprador puede ex;-
gir la entrega de la crsa siempre que por su parte haya pagado
el precio, que esté pronto a pagarlo íntwamente, o cuando se
haya estipulado un plazo para pagar.
Pues bien, en el inciso 4Q de este m i m o artículo se con-
fempla una situación ewcial, ~rcdcc;da con posterioridad a
la celebración del contrato y que dice relación c:n la fortuna
del comprador, situación que en definitiva colocaría al vende-
dor en peligro de perder el precio una w z entregada la cosa.
Alessandri (1) al referirse a este punto dice que "la regla
general por la cual se autoriza al comprador para exigir la en-
trega de la cosa --mando paga d precio o se estipula un plazo
para el pago- tienen las excepciones que se consignan en el
inciso 40 del art. 1826", que hemos copiado más arriba.
Afirmar eso sirnifica desentenderse de lo que d i i el Código.
La letra clara del art. 1862, en los incisos pertinentes, no
autoriza para pensar que la ragla general que consiste en exi-
'
( 1 ) La Conpravcnta y 1s Promesa de Venta, t. la0,pál;. 936. Memoria d e
Prueba.
gir la mtsaga de la cosa s e a exeepeih "cuando se paga el pre-
cio", C O ~ OSS d i en~ La Memoria citada. Ni t-, que
ao se dice en esa Memoria- cuando el comprador está "pron-
to a pagar" d precio íntegro, .4t;ua8ó.n que igualmente se con-
templa en la dispioeiicióón a que nos rderimios y a la -1 del
mimo modo no alcanza la excepciirn establecida en el hcistl49
para el caso que despub de celebrado d contrato hubiere mm-
guado wnsiderabIanente la fortuna d d comprador de modo
que el vendedor se halle eni peligro inminente de perder el pre-
cioc
Si el comprador paga el precio o "si está pronto a pagarlo
íntegramente", el vendedor no p d e n e g e a entregar la co-
sa vendida, bajo pretexto al@mo; ni a&n por haberse produci-
do la situacibn cci.ntmplada en el inciso 49 del art. 1826.
Y las ramnes son Iias silguientes:
a) Porque ningún -tratante, en v i r a de principios ge-
nerales que reglan las obliigaeiones en general y 10s contratos,
puede negarse legalmente a cumplir con las obligaciones que
le incumben si la contraparte cumple por su parte con las su-
yas o se aaflana a cuunpirlas en. b forma y tiempo debidos;
b) Pbrque la letra de1 inciso que o o m e n ~ o dice
s que "no
se podrá exigir la entrega de la cosa aunque se haya estipula-
da un plazo para el pago del precio", circunscribiendo entonces
la disposiei6n de excepcjbn a ese sólo caso; y
c) Porque la disposicibn a que nos vairnos refiriendo 65-
ne por objeto resguardar bs intereses del vendedor que co-
rriera el riesgo de perder el precia
ñues bien, i q ~ ésies@ correría aquél en rd caco de 'haber
recibido efectivamente el pago del precio o en el otra de estar
el compradoir "pronto a pagarlo integramente", p ~ rejemplo,
mediante e1 depkito previo del valor correspondiente a la or-
den del juez? Failtaría, pues, eil riega, y en ctznmuemcia tan ce-
fosa p-evisió.n no tendría razón de ser; por el contrario, seria
oompletamente inútil (1).
comecu~ncia,mal pudo haber querido el legislador ha-
cer alcazar la dispasicih del inciso 29 del art. 1826 a 10s casos
en que e;l comprador hubierre pagado efactivamente el precio o
este pronto a pagarlo integramente.
Por lo tanto, el roanrprador no podrá la entrifga de la
cosa y el vendedor por su parte podrá negarse a entregarla,
cuando después de celebrado el contrato hubiere meamado con-
(1) No olvidemos que .estar pronto a pagar el precio integro* significa n o
solam~bteestar iiispaestn a hserrlo o conforme con ello, o callanaree a
cumolirr, -terminología esta dltima que emplea el art. 1552 -, sino que
significa, algo mhs: cestars listo para hscerlo, con el dinero <de cuer-
po presente* o deposit~doen un Banao o Caja de Ahorros a Ia orden
del juez, si se qfii~rsesto Qltimo para mayor seguridad del vendedor
obligado a entrepnr.
siderable~nenteh fortruia del primero, de mudo que el ven-
deüw ce halle en peligro inminente de perder el precio; dis-
.posición que no se aplica cuando el precio ha sido p a s d o de
contado o manda el comprador ssta pronto a pagarla íntegra-
mente.
El vendedor, reunidos los requisito~tlegales, psdrá retener
la cosa hasta que se le pague o se k as- el pago. 5
i el com-
prador paga o asegura el pago, cesa para el vendedor esta fa-
cu14ad de setener la cosa vendida que le otorga el itbciso 49 del
art. 1826, y podrá ser obligado a entregarla.
;Y a quién le corresponderá optar por alguna de los medios
indica.dos que tienen la virtud de 'hacer cesar la sr~pe3lsiónde la
entrega, &Ligando al vendedor a entregar la cosa? Al compmdor.
El optará por pagar efectivamente, a& cuando exista plazo pen-
diente, o por "asegurar" el pago.
Sin embargo, el vendedor se reserva la facultad de oponer-
se a la que le &me aotualmente el comprador como fonnn
de "asegurar" el pago, si alega que dicho dreciniiiento no cons-
tituye prácrticamente una garantía suficiente (1).
Si bien puede d vendedor oponerse, no queda en-
tregado a su cola voluntad y arbitrio1 d rechazo defi-
nitivo de la garantia que se ohew. Habienida oposición por
parte del vendedol-, el juez ser6 el encargado de msolve~en
definitiva acerca de si el m p r a d o r "asegura" eficazmente el
cumplimiento de su obligación de pagar al momento de serle
exi,gible el pago, con la garantía que ofrece, y acerca de si con
esa garantía, FOT otra parte, se resguarda debidamente los in-.
tereses del vendedor, evitándole una probable pérdida del ve-
cio, que es precisamente el objeto que persigue la disposición
qce cmentamos.
Esta es una cuestión de heaho sobre la cual al juez le co-
rresponderá pronunciarse; él calificará de suficiente o incufi-
ciente la forma que actualmente ofrece el comprador para "ase-
gurar" el pago del precio cuando &te se baga exigible, y en
conseuex?cia, si dclf-12 o no C:T awptada por el vendedor.
;Y qué debemos entender por "asegurar el pago"? Por ello
debemos entender el ufkecimiento que actualmente hace e1 com-
prador de caucionar mediante an ocrntrato o convención acceso-
ria el cu~mqlimientode la obligación de pagar el precio al mo-
mento de hacerse éste exigible, siempre que dicho ofrecimien-
to constituya garantía suficiente.
Debemos hacer notar que en este caso el alcaate del térmi-
(1) Por rdelantado penoamos que el vendedor m i l pntiria rechazar el rifre-
cirriieiito {te pago efectivo del prec!io qile le tii~:iera el compra<lor, ale-
p ~ n d oque rii tiil raso persistirfi\ el peligro inriiineiite <le per~lere l pre.
c i o . S e i í a a l ~ s i i r ~ ieflto
n Úlriiiio.
no "asegurar" es un tanto más restringid6 que tratbndose del
cc-nceptol general que al respecto hemos da,&. A Ia circunstan-
cia de rendirse una caucicrh representada por algunos de los
contraltos accesorios 5 convención accesoria reglameritados por
la ley, ,debemos agregar esta otra: que diaha caución constitu-
ya suficiente garantía, cosa esta Ultima que en desacuerdo de
las partes deberá resolver el juez. De otra manera, a nuestro
juicio, no se "asegura el pago".
158.-Art. 2086. Se asegura una cantidad fija.-Este articu-
lo está ubicado eri el párrafo 5, denoaminado " D e las obligacio-
~ título "De la sociedad", y en su inciso
nes de los cocios e n t si",
19 estabkce lo siguiente: "Si For el adol constitutivo de la m-
ciedad sir asegura a una persona que ofrece una industria una
cantidad fija que deba pagársele íntq'ramente, aún cuando fa
soc:edad se halle en pérdida, se mirará esta cantidd como pre-
cio de su industria, y ef que la e j e ~ e eno será consi'derado como
socio". Y el inciso 29 #delmismo articulo agrega que si se Ie asig-
ha a una persx~a,también como precio de su industria, "Una
cuc'ca del beneficio eventual" de la sociedad, será considerada
en este caso como mcio, y en consecuencia, si la sociedad se
hallare e..i F;ílrdida m tendrá dereúho a cosa alguna.
Cmic vemos, los efectos que se pniducen son diferentes en
uno y ~ t r ocaso, pues la persona que ofrece su industria es con-
siderada socio en m caso y en el otro no.
La diferencia, por c t r a parte, radica en fa forma de hacerse
la estipulación. Sí se c s t i ~ a l auna cantidad fija que deSerá pa-
garse cn todo caso ccmo recio de la industria, el q u e la ejerce
no será considerado como socio. Si por el contrario se dice que
esa misma persona, también ccms precio de su industria, ten-
drá "una cuota d d beneficio eventual39e la sociedad, ese in-
di-i~iduodebe ser cznsiderzdo c m o socio (1).
La forma ve~bal"asegura" que se emplea en el inciso 1Q
del1 art. 2086, no está tornada en el sentido jurídico que conoce-
mos; aún más>casi diríarncs que está tomada en m sentido wl-
gar. Sabemos que en este caso no se rinde garantía o seguridad
a!guna, ni se garantiza €1cumplimiento de una obligación prln-
clrsl For algún contrato accesorilo.
"Asa~urar", en la disposición que comentamos, no s:gnifica
otra cGsa que prometer algo que se dará en todo caso, aún cuan-
do concurran circunstancias que puedan hacer pensar que en
tal caso 'la promesa pierde su vigcr o fuerza obligatoria.
A esa persona que ofrece su industria se le "asegura" al-
go porque se le promete nagar una cantidad fija que deberá
(1) Atendiendo a 1s nrrtiiralexa (le eata diaposicidii, pensamos que habris
teitido mejor cabida en el parrafa 1 del iri:emo título, qiie s e denomina
~ R e g l a ageneralee*.
ir atrás índice
gaciones, y corno tal ncs interesa espi.pecia1rnen.k. En su forma
más aimplia comprende tanto el derecho de retención legal co-
mo el derecho de retención convencional. El primero otorg-o
por la ley, sin convencián de las partes (11, g e1 soigundo con-
venido p : ~ estas últimas al c~lebrarun contrato, de a y a natu-
raleza forma parte el derecho en examen (2).
Los caracteres del derecho de retención convencional son
idénticos a los del derecf o de retención legal a juicio de aquie-
UDS aubores que recoln~cenla existencia d d prkero, en lo mal
lt-dos elhcs están corfarmes.
Lo mismo puede decirse en c ~ a n t oa sus efectos, con una
sola salvedad, aplicable especialmente al caso de la prenda, en
conformid~da f a mayoría de las legis~a3cnec, (entre dlas la
nuestra); y es que tratándose &e la retemión coilvmcional que
obra e n fa\-or d e acreedor prendario, éste, acrmo está provisto
de un 2erecho real, puede perseguir la msa e n manos de quien
sea, sin inconveniente ni req:¿i%íto de ninguna esserie, reco-
brando así la detencih de la cosa (3).
164.-Definici6n.-Siendo el ders?l~ode ret2iición una crea-
ción juridira en !a cual reconacm -12x3todas las legiclaiciones
un or:gen ccmún: el Deracha Romano, es natural, que no obs-
tante haberss mod:ficado s u c o r n , ~ e p t oy amipJiado su campo de
gpLcación, conserye este derecho Ios mismos caracteres funda-
mentales, lo q u e hace sea definido por cuentos de él se han wu-
pado, casi en ig~?.Iest6rminos. Nosi4ros daremos a mnoczr al-
guiias de essc iefm;cioreñ que se han dado, L~iegode haber de-
gido de entre ellas las mejores a nuestro juicio.
.
(1), Teorla de lae obligaciones en el Derechú Moderno, p8g. 46.5.-
1909.
MsiiriiI
(2) Al conseiitirse sobre el contrato respectivo se consiente a la vez sobra
la retención.
Código italiano, y 1866 h.29 del Código espaiiol, establecen que
cuando el deudor ha constituído prenda, y haya contraido d r a
deuda con el mismo acreedor posteriormente a la entrega de
la prenda, y tal deuda ee ha hecho exigible antes del pago de
la obligación anterior, no puede exigirse al m i m o acreedor la
entrega de la prenda si no se ha satisfircho íntegramente am-
bos créditos, aunque no se hubiera estipulado expresamente
prenda en garantía del segundo dkbbito.
Nuestro CGciigo Civil cuenta con una disposición seunejan-
t e a las recién indicadas. Es el art. 2401, que dice así: Satide-
aho el crédito en todas sus partes, deberá restituirse la prenda.
Pero ncdrá el acreedl-r retenenla si tuviere c?onh-a el mis-
mo deudor otros créditos, con tal que reúnan los siguientes re-
quisitos:
I W u e sean ciertos y líquidos;
2Q Que se hayan contrasdo después que la obligación pa-
ra la cual se ha constituído la prenda;
3q Que se hayan hecho exigibles antes del pago de la obli-
gación anterior".
Como vemos, las disposiciones de los Códigos extranjeros
citados y el art. 2401 de nuestro C*?go Civil constituyen casos
de derecho de retención oonveniuonal tácito.
La razóln de este efecto especial que se produce en ciertos
casos, se explica, a juicio de Giorgi (l), debido a que la ley
presume el iconsentimiento tácito para vincular la prenda en
garantía de la segunda deuda también, con lo cual se resguar-
a a en mejor forma bs intereses derl acreedor, fin que siempre
amparan las legislaciones.
171.-Caracteres y efectss del derecho de retención con-
vencional. - Lcs caracteres del derecho de retención con?
venrional son idénticos a los del dereoho de retencibn legal.
Tooos los autores que admiten aquel-a retencita están wnfor.
mrs con e ~ t aidca (2).
Lo m.ismo podelmcs decir m cuanto a sus efectos, con una
salvedad aplicable eqxcialrmiente al caso de la prenda a través de
la mayoría de !as legisilaciones. Y es que tratándose de la re-
tención convencicnal que obra en favor del acreedor prenda-
río. este, mn-~oestá provisto de un derecho real, puede perse-
guir la cosa en manos de quien sea, sin inconveniente ni re-
auisito de ninguna especie (3):
índice
índice
índice
MOMENTO; EPOCA; ESPACIO D E
TIEMPO; MEDIANOCHE. (1)
217.-Código Civü:
Momento, arts, 74, 79, 682, 685, 688, '721, 722: 815, 935, 962,
1071, 1684, 1222, 1229, 1338, lo y 2Q, 1390, 1413, 1557, 1656, 1820,
2082, 2112;
Epoca, arts. 76, 81 N V e , 138, 1554, 1826;
Espacio de tiempo, arts. 49, 718, 1551;
Medianoche, arts. 48, 4Q y 76.
218.-IntroriucciÓn.-Estac son las principales expresiones
de que se vale nuestro Código Civil a l hacer referencia al tiem-
po y su medida, motivo por el cual las trataremos en un mis-
rnt lugar y en el orden anotado.
Frirnermente nos referiremos al concepto general de tiem-
~o y su medida, por ser esto c o m h a la comprensión d e los tér-
minos en estudio, fuera de ccnstituir un conocimiento básico
para la 0btenciC.n del objeto que perseguimos. fnrego nos refe-
riremos, en particular, a cada una .de las expresiones a que he-
mar, hecho mención, conjuntamente con los casos m que dichos
términos se emplean en nuestro Código Civil.
219.-Ccncepto general del tiempo g su medida.--Al que-
rer el hombre realizar los actos de :a vida de acuerdo con sus
seuiejantes, surgió la necesidad de medir el tiempo, relacionán-
dolo con al@~vcsd e los fenbmenos qve se presentaban a su
vista.
Entre todos éstos, ninguno se mostraba en condiciones tan
aprcpiadas como el movirmiento de los astros, por su uniformí-
dad, ya que el movimiento de rotación de la tierra alrededor de
su eje, o sea, Ta revolución diurna de Ia esfera celeste, es uni-
forme, y, por lo tanto, se presta para servb de comparación en
la medida del tiempo.
Entre los astros, destacafoase el m1 c o m el más apropiado
para el objets, y así resultb la primera unidad, que fué el tíem-
po transcurrida entre dos pasos consecutivos del sol por el mis-
mo mcridiarro, unidad que recibió e l nombre de día.
El c o n c e ~ t ode tiempo abarca dos puntos bien definidos que
permiten adquirir nocibn perfecta de la Epoca 5. d d Intervalo.
,'
Epoca es el momento en que un herho re verifica.
Intervalo es e! tlcmpo transcunido entre dos épocas o m o -
men tos cualesquiera.
-. . -
(t) i.:ia rii:iterias téctiic 1s jierteriecientes a la ciencia de I:r r\cttronoruiir y Coa-
~ n u g t . ~ f iaa ,la3 ciiulerr se hace referencia e:i el texto, IHR hemos estucfisdo
eri la obra qEI~rnentoede Cosmr~grnfíay .4stronorní~NRutiea.,de que es
autor el Oficinl de Alariris don Jorge Fernáadez Fern$adaz, ex-profesor
del ramo en !ir Ejcuel~Navel. Imprenta de 1s hrntada.-Yn!!inrnljo, 1923.
La 6p6C~exige hn origen claramente determinado por un
suceso extraordinario, y a partir de ese momento, origen d e la
era, la acumulación de los intervalos irá determinando las épo-
cas en que cada suceso tiene lugar.
Como el día resultó pequeño para medir grandes intervalos,
surgió el año, que es el tiempo transcurrido entre dos pasos con-
secutivos del sol por el mism:, punto de su Ó~bitay cuya du-
ración aproximada es de 365 días.
El año se divide, como sabemos, en doce p a r t e llamadas
IIEeSeS.
Para la medida de los pequeños intervalos de tiempo se ha
dividido el día en horas; éstas en minitítos, y estos Últimos en
segundos, conociéndose también las f~awionesde sagundo.
De lo anterior tenemos que las unidades que dependen d?l
movimiento de rotación d e la tierra, son el día y la hora u ho-
rario. Al primero podemos definirlo de la siguiente manera: es
el tiempo transcurrido entre dos pasos consecutivos de un as-
tro por el mismo meridiano. La hora u horario puede definirse
como el tiempo transcurrido desde que el astro pasó por el me-
ridiano, hasta 'el momento considerado.
La unidad que depende del movimiento de traslación de
la tierra alrededor del Sol es el Aso, que puede definirse como
el tiempo transcurrido entre dos pasos consecutivcs del Ssl por
el mismo punto de la esfera celeste.
220.-Bferentcs clases de tiempo.-bebido a que fa Tierra
describe v n a órbita alrededor de! Sol, resulta que el tiemj-o
medido por este astro no es uniforme, y, por lo tants, nc! puede
adoptarse rara medir exactamente el ticmpo, por lo c.~a1como
el movimiento d e rctaci6n de r.:::stro p!aneta es uniforme, bas-
tará ivfcrii. su rncviniiciltc diurno a un punto fijo de la esfera
celeste, como es una estrella, para tener u n tiempo uniforme
que mida esactamente los intervalos. El tiempo medido por las
estrellas re llama tiempo sidéreo.
Además, se usa el Sol, que mide el llamado tiempo verda-
dero, al cual scmetemos prudencialunente nuestros relojes, y
un Scll medio, de mucha aplícacián náutica, sujeto a moverse
en determinadas condiciones, y que mide el tiempo medio. Eh
consecuencia, tenemos el tiempo sidéreo, el tiempo verdadero
y el tiempo meclio.
De cada clase de tiempo se deduce el día correspondiente,
medido siemlpre por el intervalo trailscurrido entre dos pasis
consecutivos del astro por e1 meri,diano, y este día se divide,
como sabemos, en horas y sus subdivisiones. Así, puede decir-
: indistintamente: h ~ r asidérea u horario de la estrella que
e
se tome cc(rn,r,origen del día sidéreo; hora verdadera u horario
del Sol verdadero y hora media u horario del Sol medio.
Nosotros, como ya dijimos, nos seguimos por el sol verda-
dero y emiplenmos la hora verdadera u horario del Sol verda-
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Código Civil emplea bien el %mino "mmento", como ya Io
dijimos, en un caso le da el significado de "espacia de tiempo"
mínimo; es en el art. 74, según lo veremos más adelante; y en
otro, en el art. 1656, &n también lo veremos, no le da un sig-
nificado que d e alguna manera diga relacíbn con la noción de
tiempo, sino ,que simplemente forma parte de una I w c i b n condi-
cicnal: "desde el m,omento que".
A co~itinuaciónnos referirmnos a los casos particulares más
interesantes en q u e e1 término en estudio se emplea dentro de1
CCdigo Civil, como as+rnismo a los cacos excepcionales a que
hecmos hecho mpnc!bn recien.
"Momento" en e1 sentido de "instante" o "época", como se
dice científicamente.
225.-Art. 79.-En un mismo mo;mento.-Este artículo, ubi-
cado en el párrafo que se titula '!Del fin de la existencia de las
personas", se refiere a los co-murientes, y establece que si con-
curren las cixunstancias y condiciones que alli se stablecer~
respecto de dos o más personas que han muerto, ''se pmede-
rá como si dilohas Dersonas hubiesen ~erecidoen un mismo mo-
mento, y ninguna de ellas hubiese sobrevivido a las otras".
O sea, se establece una presunción consistente en considerar s
esas personas coma si hubiesen perecido "en un mimo momen-
to" o en un mismo instante, o en una misma "épocan. La pala-
bra, casi está demás decirlo, este bien em~leadaen este articu-
!c.
226.-Art. 682.-Dede ~$1momento de la fr3diciÓn.-Este
artíctilo, ubicado .en el título ''De Ia tradici0n7',se F m e en el caso
de que cl trsdentc n o sea €1 dueño de is msa y establece 10s
efectos del caso. El inciso 29, Que es docde aparece el vocablo
en estudio, se pone en el caco de que el tradente más tarde ad-
quiera el dominio de la coca t r d d a , y dice así:
*'Pero si el tradente adquiere despuésel dolminio, se en-
tenderá habeme éste transferido desde el momento de la tradi-
ci6n. O sea, desde aquel instante o época.
227.-Art. 962.-"M tiempo de", "en el mcnnento de", "a1 mo-
mento de".-Este artículo, u5icado en el titulo Primero del Li-
bro Tercero, "Definiciones y reglas generales" sdbre la suce-
sion por causa de muerte, emplea las lowciones anotadas. Cuan-
(lo habla de "al tiempo de", en el inciso primero, el Código hace
referencia a cualquiera de las otras dos locuciones del rubro:
tiene aquélla, pues, el mismmo s;&ficado que estas Últimas.
En los inciso 29 y 4Q se emplean las formas "m el momen-
to de" y "al wcmento de", respectivamente, dando a entender,
del ml.smo modo, cierto instante o épaca.
228 .-Art. 2682.-''I)e~(\e el momento del apo&.-Este ar-
tículo está ubicado en el párrafo que se denomina "De las obli-
gaciones de 10s s d o s entre si", y dice como sigue: <'Losaportes
a:, fondo social pueden hacerse en propiedad o. q.usufnicto.
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231.-Código Civil arts. 76, NQ 77 738, 1554 y 1828.
232.-Definici6a-fSegiui lo entiende la ciencia de la Astro-
nomía y Cosmografía, épaca es el momentu en que m hwho
se verifica. En consecuencia, cientiifcamente, no es un "espacio
de tiempo" o ''intervalo"; es un 'Lmcnniento'l,un instante.
233.-Su empleo por el Código Civil chileno.-Nuestro Có-
&so Civil, en genera!, emplea bien esta expresión; vale decir,
le da a ella el mismo significado o alcance que le atribuye la
ciencia respectiva. Sin embargo, en un caso -&t. 81 NQ 7-, el
Código no emplea la palabra en estudio en su sentido científi-
co; sino en otro que aparece claramente tomado y que corles-
3onde al sentido vulgar que tiene el termino "época". De tcldos
los casos en que nuestro Código emplea esta palakra nos ucu-
paremos más adelante.
234,-Interpretación de Ea pdabra.-Debemos teiier presen-
te, para la interpretacikin de la palabra en estudi>, lo que d i 6
pone el drt. 21 del Código Civil, contenido en el párrafo que se
denomina "Interpretación de la ley7'.
&e artículo dice así: "Las palabras técnicas de toda cien-
cia o arte se tomarán en el sentido que les den los que pmfe-
san la misma ciencia o arte; a mcenos que aparezca claramente
qiie se ha tomado en sentido d i v ~ s o " .
Por 10 tanto, debemos interpretar la palabra "&0ca7' según
e1 sentido que tiene en la ciencia de la Astronomía y Cosmo-
grafía, rev-onociendo algún otro sentido, si ello aparecierz cla-
ramente.
Con todo, repetimos lo expresado antes; esto es, que el Có-
digo Civil diileno emplea bien la palabra en estudio, pues le da
a ella su verdadero sentido, reconociéndoselo en algunas dispo-
siciones, implícitamente.
235 -Críticas infundadas que se han hecho al Código Civil.
- S e ha dicho, y con justo motivo según piensan algunos, que
nuestro Código Civil ha empleado la palabra "época" imprv:a-
mente. Y fundan su juicio en el a&. 76 del mismo Código, del
cual 1u~gonos ocuparemos más adelante en especial. En él se
emplea dicha eqresión, en efecto. Pero no se la emplea mal;
sino que, por el centrar;-o, en esa oportunidad se hace us3 de
ella según el sentido que le dan unánimemente los que profe-
san la respectiva ciencia, sentido que, científicamente, jamás
ha dado origen a una opinihn diversa.
Los que critican el empleo que nuestro Cíldigo Civil hace
de la palzbra "época", manifiestan que esta ultima, simfican-
do "esl2acio de tianpo", según ellos creen, se la emplearía en
casos en que se trata de significar "momento" o "in~t4inte'~.
El error en que han incurrido algunos comentaristas, por
otra parte, es explicable en cierto modo. Consideremos sola-
mente que la palabra en estudio tiene también Und acepción
viilgar, r?istinta de la científica, y por todos conmida. En efee-
to, según aquella acepción, época es wl espacia de tiempo mas
o menos prolongado, que a veces puede alcanzar hasta años o
siglos. Así, se oye hablar de la "época" de k "Eldad Media", es-
pacio de tiempo que se prolonga por 1058 años y que compren-
de desde la divisi& del Imperio Romano, a la muerte de Teo-
do&, en el ano 395, hasta la toma de Constantinopla, en el año
1453. Del mismo modo se habla de la "época" de la Manarqufa
en España, con lo cual se quiere significar m lapso bastante di-
latado, que abarca siglos. Los ejmplos que podríamos seiíalar
son infinitos, por más que lo dicho no necesita de mayores ex-
plicaciones.
Sin embargo, este Ultimo no pasa de ser un sentido vulgar
de la expresión, que nosotros no podemos aceptar en circuns-
tancias que la ley ordena t m r las palabras técnicas según "el
sentido que les den los que profesan la m i m ciencia o arte";
regla general que admite tan s 8 o una excqxi6n, contemplada
en e1 d s m o art. 21 del CWigo, que termina diciendo lo si-
miente: "a menos que aparema claramente que se han t ~ m a d o
en sentido diverso".
Etn consecuencia, sólo en esta UItim. hipótesis podríamos
dejar de atribuir a una palabra técnica el sentido que le dan los
que pofesan las mismas ciencia o arte, en cuyo caso deberá
tcmarse del modo en que aparezca claramenk empleada. iilrrlu-
yéndose tambien fa posibilidad de que hubiera sido tomada e n
su sentido vdgar.
Tal vez esas personas que hablan del mal empleo de la
palabra "época", no han atendido al significado cientifico que
ella tiene; o bien, no han observado los demás casos en que
nuestro C a i g o hace uso de ella, casos que sirven, por Io demás,
para confirmar aquel significado cientifico y tambikn nuestro
aserto.
En seguida entraremos a referimus a Ios casos particula-
res en aue se emplea por nuestro Cé+digoCivil Ia palabra en
estudio. Primeramente nos r e f e r i m o s al caso del art. 76, luego
al del art. 738, en seguida a los casos de los arts. 1554 NQ 30 y
3826, para más tarde, finalmente, estudiar el caso del art. 81
NQ 7, a~ticuloen el mal, como ya dijimos, se emplea la pala-
bra "época" en su sentido vulgar, lisa y llanamente y sin lugar
a dudas.
236.-A&. 76.-'%e la época del nacimientov.-Este artículo,
ubicado en el parrafo que se denomina "Del principio d e Ia exis-
tencia de las personas", empieza diciendo en su inciso 19, lo
que sigue: "De Io época de1 nacimienta S? colige la de Za con-
cepcién, s e d n la regla siguiente".
En este inciso estj empleada dos veces la locución en estu-
dio, y en id6ntico sentido, aunque la segunda vez esté elnplea-
da sólo gramaticalmente, mediante el arlícul.:, "la", que se en-
carga de reproducir a "la Cpoca" (de la concepción).
4.
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z4Ci.-CÓdiga Civir, arts. 48, 49 y 76.
243.-1ntrdlucción.-Los artículos citados son Iios únicos en
qzie se emplea la expresión medianoche dentro de nuestro Có-
digo Civil. Prim~eramente@.aremos el texto de esos artícu-
los, luego harcemos un comentario de los diversos momentos a
q u e se trata d e hacer referencia en esas disposicio;nes, en seguí-
da explicarernc~sla impra~iedaddel término, para referirnos, fi-
nalm.entc, a la e o n t ~ n i e n d aque existe. cientifica v práctica-
mento, de reemplazarlo por "O hmra", aue er la fnrnla ternics
v precisa de expresar la medianoche en el transcurso del tiex-
PO.
246.-Art. 48.-Este artículo, ubicado en el párrafo que sc
r i c n ~ m i n a"Definicida de var.ías ralabras de uso frecuente en las
leses", en ñ u i ~ c i s o10 expresa !o siguiente: "Tcdcs los plazo5
Ide días, meses o añcs de ave se haga m2nl:ión en las Icyes o en
d ~ c'-prretos
c ?el Presidente de la República, de 1 s tribunales o
juzffadcs, s e entender; que han de ser completo,^; y correrán
además hasta la medianoche del último día del plazo.
Esta djspsición, en seguida, s i ~ refiriéndose
e a Ia ma-
nera de e r m p ~ ~ t alos . r plazos; sin emibargo, m los tres incisos
rcstvntes no se vuelt-e a empIear Ia palabra en examen.
247.-M. 49.-Ubicado este artículo en el mismo párrafg
que el antes indicado respecto del artículo anterior, establece
lo siguiente: "Cuando se dice que un aeto debe ejecutarse tn o
dentro de cierto plazo, se entenderá que vale si se ejecuta an-
tes de la medianocha en que termina el ÚItimo día del plazo;
y cuando se exige que haya transcurrid~o~ un espacio de tiem-
,130 para que nazcan o expiren ciertos derechos, se entenderá
que lestos derechos no nacen o expiran sino después de la nie-
dianoche en que termina e1 ú l k o día de dicho espacio de
tiempo".
Conio vemos, en este artícvlo se hace uso d e la emresión
en estudio en forma análoga al emplea que se hace de ella en cl
zrt?cu!o iS, y que ya copiamios.
Más ade:ante, haremos una comparación entre el empleo
que se hace ,del a expresibn "medianoche" en los arts. 48 y 49,
con el uso q u d~e ella se hace en el a,rtícuio que qiaremos a
continuación.
243.-&t. 76.-Este articrilo está ubicado en el párrafo que
se dencmina "Del principio de la existencia de lag pemoiias",
y dice lo siguiente: "De la época del nacimiento se colíge la de
la conctycián según Ja regla siguiente:
Se presume de dceaha que la ccnwpción ha precedido a1
nnc:imiento no menos que ochenta días cabales, y no más que
t:.t~scic:itos. contn:?cs hacia atr3s. desde Ia medianoche en qu,e
1.1 ::iclpic el día tiel nacimiento".
249.2ríticas.-Del contenido de los tres artículos que he-
ms c ~ i a d o puede
, deducirse lo siguiente:
19-Que en los arts. 48 y 49, que emplean en tokd tres ve-
ces la expresión exi estudio, se hace refemefa, con la palabra
"m&ianoohe", a l momento en que termina un día determinado,
que será aquel en que -ira el plazo. La medianoche, espe-
cialmente por obra del complemento "en que termina el Último
dja del plazo", que iigue a aquella expresión, es el r ü t b o mo-
2-;uzlato de un día determinado, precisamente aquel en que ex-
pira el plazo.
2Q-Que en el art. 16 se emplea este mismo t&r&o; pero
sio ya para significar la terminación de un día o el Gltimo ins-
tante de un día, sino que, por el contrario, -especíahente @a-
clas al compkmento "en que principie el dia del nacimiento"-,
para dar a entender el instante en que empieza un día, preci-
samente aquel e n que ha ocurrido el nacimiento.
Por lo tanto, en l a s arts. 48 y 49 se hace referencia a una
"medianoche" próxima, la primera que va a llegar a contar de
un momento cualquiera; g en el art. 76 se hace referencia a una
rr-edianoche pasada, aque!:a en que-rnpezó un día determina-
do. Todo ello se obtienc en las mencionadas disposiciones por
medio de cornp3~~n/~-ntcs qce determinan si la mediancdae es
aquella que acaba dc pasar o la que va a vznir próximamente,
com~lemcntus que se agregan con ese objeto a la e x p r a i k en
estudio.
Luego, de acuerdo con fo anterior, s e g h el Código Civil,
hay días cuya medianoche ya pasó, y por eI contrario, hay dias
cuya rnediailcche va a IIegar dentro de algunas horas m6.c a
contar de un momento cualquiera.
¿NOes esto absurdo e impropio? Más todavia, jacaso no se
emtradice con la prxisión ;y .uniformidad con que d e b a ha-
cerse las referencias a dertos mmentos en el transcurso del
tiempo?
Pero n o IIega hasta ahí la impropiedad de1 Código Civil en
esta materia, sino que ella alcanza al empleo do1 término media-
n o c h e en Iugar del apropisUo y conforme a la ciencia de la As-
tronumia y Cosmografía, en la cual se desconoce y jamás se
emplea la kcuci6n medianoche. El día, según esa ciencia, se
divide en horas, que van desde las O hasta las 24 horas.
De acuerdo con lo que se Dama "tiempo verdadero", que es
aquel que se mide For el "So1 vedadero", tenemos que <(Día
verdadero" e s el intervalo transcurrido entre dos pasos con-
secutivos del Sol verdadero p33: ef mismo meridiano. Y los re-
lojes, en ,la vida ordinaria, y como ya dijimos, ce deben con50~-
mor con una hora determinada que guarda relación media con
el sol verdadero, hora que se fija en unñ misma para cierta pos-
ción de territorio que abarque meridianos próximos.
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