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Hauser, Arnold. 1971. “Bajo el signo del cine”.

En Historia social de la
literatura y el arte. Guadarrama: Madrid.
PLAC 084: Arte y literatura en el contexto de las vanguardias.
Reseña de Felipe Oyarzún.
El texto comienza con una breve contextualización de lo que se vivía a principios
del siglo XX en Europa y Norteamérica, hace referencia a la convulsionada época
de rápidos cambios sociales y tecnológicos de la época en donde se destaca la
visión de que la cultura burguesa terminaría. Durante este periodo destacaban la
gran importancia que estaba tomando ideologías como el Fascismo y el
Bolchevismo, ambas ideologías que señalaban que la burguesía acabaría: “El
fascismo y el bolchevismo están de acuerdo en considerar al burgués como un
cadáver viviente” (Hauser, 1971, p. 266).
Esta convulsión política, cultural y social es la que había decantado con la
mentalidad moderna que durante finales del siglo XIX había influido
considerablemente en la mentalidad occidental, y con la llegada del siglo XX se
había hecho más latente, y explota finalmente con la Primera Guerra Mundial. Los
intelectuales del momento plantean la idea de la “decadencia de Occidente”.
Gracias a estas ideas, surgen en los modelos artísticos la idea reaccionaria de
rechazar el arte impresionista para de esta manera “renunciar por principio a toda
idea ilusión de realidad y en expresar su visión de la vida mediante la deliberada
deformación de los objetos naturales” (Hauser, 1971, p. 269).
Arnold Hauser plantea que el arte post-impresionista no busca, de manera
alguna, la reproducción de la naturaleza, de hecho “su relación con la naturaleza
es violarla” (Hauser, 1971, p. 269). De esta manera se dictamina que el arte
moderno, buscaba romper con los parámetros establecidos del arte, con la belleza
y su relación con la naturaleza (teniendo antecedentes como el Cubismo, el
Simbolismo Francés, etc.), el arte moderno se vuelve algo que busca desagradar y
algo fundamentalmente “feo”.
El propio impresionismo, sin duda, había estado bien cierto de la
crítica situación en que se encontraba la cultura estética moderna,
pero el arte post impresionista es el primero en acentuar lo grotesco
y mendaz de esta cultura. De aquí la lucha contra todos los
sentimientos voluptuosos y hedonísticos, de aquí la oscuridad,
depresión y carácter atormentado de las obras de Picasso, Kafka y
Joyce. (Hauser, 1971, p. 270).

De esta manera el autor plantea que durante este periodo de crisis de las artes
occidentales, empiezan a surgir diferentes movimientos artísticos (vanguardias)
que buscan crear una oposición a las antiguas formas de concebir el arte por
considerarlas gastadas y que “falsifican el objeto que ha de ser descrito y
destruyen la espontaneidad de la expresión” (Hauser, 1971, p. 266).
El autor dictamina que los surrealistas tienen un arte mucho más pobre y menos
creativo que el arte “racional” o creado a partir del la “consciencia” (debido al
modo autónomo que tenían de escribir los autores de este movimiento, que
buscaba estar más cerca de lo inconsciente), sin embargo, lo plantea como una
salida al estancamiento creativo que había quedado tras los poetas simbolistas, en
relación a arte que escapa del mundo “real”.
En relación, a la literatura “psicológica”, Hauser asegura que durante esa época,
este tipo de relatos sufre una debacle, debido a que las obras emblemáticas del
siglo XIX se enfocaban en la construcción de un personaje con todas sus aristas
bien definidas en cuanto a lo psicológico que se enfrentaban a sus propias
contradicciones, mientras en el siglo XX las grandes novelas se enfocan en el
conflicto que surge de los personajes con su entorno, con las personas, ciudades,
contextos, el mundo: un conflicto entre “la interioridad y el mundo exterior” (p.
279).
Tras todo este análisis, Arnold realiza un análisis comparativo entre el teatro, y su
capacidad de construir espacios físicos y espacio temporales, y lo compara con el
cine debido a sus similitudes. Establece que el cine es el primer tipo de arte que
pretende ser de masas, en comparación al teatro que hasta la fecha había
presentado una visión elitista y bien definida en base a estratos sociales. De
hecho, Hauser recalca que el cine culmina con el proceso de la democratización
del arte que surge a principios del siglo XX. Sin embargo establece que uno de los
grandes problemas de que le cine se haya vuelto el espectáculo de masas por
excelencia es que esto rompe la visión de los artistas y las obras se vuelven
repetitivas y están subyagadas ante el dinero y el marketing (debido a que la
producción de cine es bastante cara).
En relación a este nuevo arte que tiene su explosión y maduración a principios del
siglo XX, realiza un análisis de cómo el cine es un trabajo colectivo y que no se
puede comprometer el crédito a una sola persona debido a que detrás de
directores hay un equipo colaborativo que agrega su visión, entre estos: los
directores de fotografía, actores, etc.
Para finalizar, hace énfasis que la mayoría de las veces, todo los procesos
creativos se ven limitados por algún productor: ya sea un privado, o grandes
compañías cinematográficas (como en Estados Unidos) o el Estado (como en la
antigua URSS), lo que hace que se limiten muchas veces las visiones artísticas de
este arte.

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